10 minute read

El racismo es un virus que no tiene condición social

“El racismo es un virus que no tiene condición social”

Advertisement

Ilustración:http://www.gracielahuinao.cl/ No le gusta vivir en la ciudad, ni usar el transantiago, ni que existan las rejas para separar el territorio. Los candados lo trajeron los españoles que creían que les iban a quitar el oro.

Llegó a Santiago con 17 años a hacer trabajo doméstico en las casas del barrio alto, al igual que otras cientos de mujeres mapuches que escapaban del hambre en el sur. Nunca ejerció estudios superiores, ni puede pagarlo, pero hace clases de literatura y cultura mapuche tanto en universidades privadas como en colegios particulares, centros culturales y hastaen bibliotecas municipales, como la 105 Gala Torres de Pudahuel, comuna donde reside desde hace ocho años. Escribió su primer libro de poesía en Estados Unidos, antes que una editorial la quisiese publicar en Chile. Graciela, a sus 44 años, ha llevado su poesía a casi todo Latinoamérica, e incluso fuera del continente, contandoEstados Unidos y más lejos aún: fue a China, al Museo de la Capital de

Beijing, invitada por la presidenta Michelle Bachelet en el 2008. Ha sentido el rechazo de la gente, pero ya no es un problema para ella. “La sociedad chilena es discriminadora, racista y clasista. (En las clases sociales de) arriba y abajo es así. El racismo es un virus que no tiene condición social. El chileno es racista”, dice. Y agrega que dentro de los mapuches, la discriminación se concentra con los mestizos, a quienes les llaman champurria o agüita con harina. Aún así, este último ha disminuido en comparación a generaciones atrás. Dios y la cultura mapuche Su relación con Dios y la religión, no ha sido fácil. Estuvo en un colegio católico donde se sintió obligada a hacer la primera comunión. En una ocasión, Graciela estaba confundida, había leído un libro sobre los dinosaurios y luego una persona le cuenta la historia de Adán y Eva, fue un choque para ello… no tuvo un adecuado proceso evangelizador con personas formadas que le

“La sociedad chilena es discriminadora, racista y clasista.”

Graciela Huinao, poeta mapuche-williche

Esto se explica cuando ingenuamente con ocho años preguntó, si los dinosaurios existieron antes o después del cuento bíblico. La persona que le contaba el relato de Adán y Eva se molestó tanto que la expulsó de la sala … de allí nunca volvió a comulgar ni a vincularse con la Iglesia. Ella denuncia que los mapuches autóctonos no creen en Dios. La religión -dice- la trajeron los españoles, quienes en símbolo de colonización y a cambio de oro les enseñaban la religión. Hace ver también que los españoles que vinieron no eran personas tan educadas y respetuosas, algunos eran los más vándalos del país, teniendo que elegir entre ir a la cárcel o colonizar América.

El golpe militar, la pobreza y los mapuches

Graciela iba en primero medio cuando ocurrió el golpe militar. Estaba fuera del colegio cuando pasa un joven gritando: “¡no hay clases!”, los demás empezaron a preguntar por qué, y el tipo respondió: “¡porque hay golpe militar!”, “¿y qué es eso?”, preguntaban sus compañeras, “¡que no hay clases!”, responde gritando el que llevaba la noticia, y todos los alumnos empiezan a celebrar. Pero ninguno de ellos sabía lo que eso significaba. “A la semana, me di cuenta de lo que era un golpe militar porque empezaron a desaparecer y morir mis amigos”, cuenta Graciela. En ese tiempo, Graciela vivía con su padre, sus hermanos y sus sobrinos; su madre murió cuando ella tenía 14 años. Cuenta que por esos años, de repente había algo para untar el pan, pero esas veces eran contadas. No había trabajo en el sur, y muchos tuvieron que partir a Santiago buscando qué comer y de qué vivir. Ella solo quería estudiar, alimentarse y terminar la enseñanza media.

Llegó a trabajar a una casa particular, donde cuenta que su patrona era un “animal”. Graciela tenía que levantarse a las 5 de la madrugada y se acostaba a las 2 ó 3 de la mañana. No le alcanzaba el día para esa casa de seis personas con cuatro de ellos niños.Sin conocer Santiago, no sabía dónde estaba el centro ni para dónde iban las micros. Estaba perdida, y sola.

Graciela y los sueños de surgir

Cuando Graciela se dio cuenta que no le iban a dar el tiempo para estudiar, le pidió dinero prestado a la hija de la patrona. Con eso le alcanzaba solo para un pasaje en locomoción y se fue sin aviso a las cinco de la mañana, camino a la Alameda. Llegó, sin saber cómo a la Radio Colo Colo. Allí el locutor dio el aviso de que un niña del sur busca trabajo que le dé tiempo para estudiar, no le importaba que el dinero fuera poco. Se sentó a esperar.

Ilustración:http://www.mdzol.com/mdz/nota/142079

La llamaron de Maipú. El sueldo era miserable, alcanzaba a penas para tomar la micro que la dejaba en el colegio y luego otra para volver a la casa. “Yo solo quería aprender a movilizarme”, cuenta Graciela. Una vez que se insertó en la sociedad, cambió de trabajo, dentro del mismo rubro, pero con un sueldo más digno, hasta que logró arrendar una pieza chica para ella. No le gusta vivir en la ciudad, ni usar el transantiago, nique existan las rejas para separar el territorio. Los candados lo trajeron los españoles que creían que les iban a quitar el oro. Y “enseñaron” a hacer uso de ellos. Es aquí también donde entra el conflicto de los mapuches con el gobierno, que éste último exige por ley delimitar los territorios, eso que para sus antepasados jamás tuvieron límites.

Enseñando y sirviendo desde la cultura mapuche

Desde el 2002 que Graciela vive en Pudahuel, comuna donde un gran porcentaje de la población es de origen mapuche, y desde hace 4 años que es propietaria de su departamento. Fue aquí donde empezó tener mayores conocimientos sobre la computación, gracias a los talleres gratuitos que brindaba la biblioteca municipal creó su propia página

web:http://www.gracielahuinao.cl

Graciela empezó a hacer talleres de literatura y cultura mapuche en la biblioteca, en ese entonces gratis, hoy recibe una remuneración por ellos. Las edades de las personas que asistenvan desde los diez años en adelante, encontrando incluso a adultos mayores. Dentro de los temas que ve, está la llegada de los españoles bajo la perspectiva de los pueblos originarios hasta problemas de contingencia, como los conflictos por la aplicación de la ley antiterrorista. “Los niños saben la historia desde el punto de vista chileno, y yo les enseño el otro lado de la historia”, cuenta Graciela. También hace talleres en el barrio alto. Cuenta que ha sido un aprendizaje mutuo, ya que los niños cuando aprenden algo, lo comentan en sus casas, y luego llegan con nuevas historias para compartir.

Ilustración:http://www.salesianostalca.cl/portal/modules/news/article.php?storyid=986

Una Mapuche que educa desde su cosmovisión Lleva cuatro años haciendo clases en el Saint George, donde dice que “es otro mundo, para ellos el mapuche, es pasado. Es como gente de otro país, pero no del suyo.”

Una Mapuche que educa desde su cosmovisión

Lleva cuatro años haciendo clases en el Saint George, donde dice que “es otro mundo, para ellos el mapuche, es pasado. Es como gente de otro país, pero no del suyo”, su trabajo consiste en aterrizarlos, asegura. “Hemos tenido peleas heavy”, porque la mayoría de sus papás son empresarios y tienen casas en el sur y ellos no se hacen responsables de lo que hicieron sus abuelos y tatarabuelos”. Graciela les habla de la colonización alemana y les dice que fue el genocidio más grande para la población mapuche con el permiso y la autorización del Estado de Chile. Los alumnos se enojan, ponen mala cara y no le creen. Dicen que no es así, que ellos no tienen la culpa y le preguntan por qué habla de esos temas. Graciela insiste en que deben aceptar la historia. “No le gusta que les digan que sus antepasados fueron unos asesinos”. De todas maneras, cree que al colegio le gustan sus talleres porque siguen invitándola. En el Raimapu, en cambio, el recibimiento fue mejor. El taller partió siendo virtual. El Centro de Alumnos del colegio empezó a poner música en mapudungún durante los recreos. Graciela, mientras tanto, escribía en la página web y subía sus poemas con música de fondo. Esas mismas canciones las hacían sonar en el recreo, luego realizaron una videoconferencia y el último día de la sesión, fue al colegio, donde pusieron el retroproyector con sus fotos. Ese día, los alumnos le regalaron un cuaderno lleno de dedicatorias.

Desde muy niña, Graciela escuchaba a sus abuelos y a su padre contar las historias de sus antepasados. Se juntaban a las siete de la tarde en la ruca, donde había un tronco siempre ardiendo. Alrededor de las hoyas negras y los pellejos de vaca y cordero, se sentaban a escuchar. La narración, para los mapuches, es la base para mantener viva la historia de su pueblo. Graciela siempre sintió la necesidad de contar esas historias, así las llevo a la poesía y a los relatos. No inventa nada, todo lo que escribe es parte de lo que le contó su familia. Su casa siempre estaba llena de libros y su papá, que era dirigente sindical, leía muchísimo. Cada vez que él dejaba un libro, ella lo tomaba y lo leía. “Yo soy una de las personas que estoy leyendo todos los días, nunca dejo de leer. Es una mis maneras de instruirme porque no tengo otra. Voy muchísimo a la biblioteca”. Cuando iba en cuarto básico, la profesora de castellano le pidió a todo el curso que hicieran un cuento, el cual, Graciela le dedicó todo un fin de semana para prepararlo. Cuando la profesora entregó las notas partió desde el 7 hasta la nota más baja sin nombrar su apellido. Después de esto, llamó a Graciela adelante y le preguntó quién había escrito ese cuento. “Yo, señorita”, respondió. “No seas mentirosa, tú no escribiste este cuento. Dinos quién lo hizo”, Graciela seguía diciéndole que ella lo había escrito y la profesora le puso un 4 por mentirosa. Nunca creyó que la pluma era de ella. Luego, más grande, su hermana le hacía aprenderse poemas de los españoles Antonio Machado y Gustavo Adolfo Becker, así aprendió a memorizar textos. Su hermana escribía poesía y la impulsó a hacer lo mismo. Hoy, Graciela que ha asistido a numerosos evento internacionales, invita a su hermana a festivales nacionales de poesía y recitan juntas. Graciela ha trabajado en numerosas universidades haciendo talleres o siendo, invitada a recitar. Entre ellas se encuentra la Universidad Diego Portales, donde publico doslibros, uno sobrela poesía mapuche con otras autores. Además ha asistido a recitar en la U. Alberto Hurtado, la U. de la Republica, entre otras.

Graciela vende un libro por semana. Y se siente orgullosa de hacerlo sin tener ningún tipo de respaldo publicitario. Vive de eso. Ella compra los libros a las editoriales que la apoyan en la escritura y los vende 700$ más caros. “Yo soy una obrera de la palabra y quieromorirme siendo obrera. Me gusta serlo porque si tú lees mi libros, no vas anecesitar nunca un diccionario para entenderlo”, y agrega: “La masa del pueblo chileno no tienen educación y uno tienen que hacerla pal pueblo”.

“Yo soy una de las personas que estoy leyendo todos los días, nunca dejo de leer. Es una mis maneras de instruirme porque no tengo otra. Voy muchísimo a la biblioteca.”