De lo propio y lo que se comparte
La pintura europea y la novohispana de la misma época compartieron características, al tiempo que difirieron en otras, como sucede en los ejemplos que veremos a continuación por medio del análisis de dos obras: la Lamentación y los Cinco señores. En términos generales, a partir de la Conquista se impusieron en la Nueva España formas de pintar vigentes en Europa y se privilegió su uso dentro de las prácticas del catolicismo. Con el tiempo la pintura novohispana se diferenció en la utilización y adecuación de los materiales empleados, gustos y formas de pintar, pero no se interrumpió nunca la influencia europea en la pintura local por el paso de artistas, obras y estampas del Viejo Mundo. Ya que de ninguna de las obras analizadas se han conservado datos de origen, creación o artista, para comprenderlas mejor se ha recurrido al reconocimiento de sus tradiciones estilísticas y rasgos formales y narrativos específicos. Ambas están pintadas sobre lámina de cobre, lo que les confiere una apariencia singular, tersa y brillante. Sin embargo, los modos de resolver la composición y de representar la figura humana son distintos. Desde la perspectiva de la historia del arte, la Lamentación se aprecia cercana a la producción del siglo xvii en el norte de Europa, en tanto que los Cinco señores se identifica con la creación novohispana del siglo xviii.
Anónimo, posiblemente europeo Lamentación Siglo xvii Óleo sobre cobre 83 x 70 cm
Para corroborar la idea de que la Lamentación pudiera ser europea se procedió a un análisis tanto estilístico como científico, como se explicará adelante. En el caso de los Cinco señores, por el contrario, su apariencia no generaba ningún tipo de duda sobre su origen novohispano, por lo que se estudiaron solamente su peculiaridad estilística y su simbolismo religioso.
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