Tecnología

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Ilustraci贸n

Tecnolog铆a


TextureCam, la tecnología detrás de los rovers autónomos. .

©NASA, JPL-Caltech/ Difusión

En la última década fuimos testigos de increíbles avances para la conquista espacial, siendo los robots los grandes protagonistas. Además del sofisticado Mars Curiosity de la NASA, existe una gran cantidad de otras propuestas esperando salir a explorar Marte o la Luna. Estos diseños son capaces de recopilar datos valiosos, pero no pueden realizar el trabajo por sí mismos: son manejados desde la Tierra. Esto hace que las misiones extraplanetarias todavía no sean del todo eficientes, dado que cada maniobra es un proceso muy complicado y requiere de mucho tiempo: los científicos deben estudiar minuciosamente las imágenes que el robot envía antes de planificar la ruta a seguir. El problema es que cada mensaje tarda unos 20 minutos en llegar y no se puede establecer contacto más de una o


dos veces por día. Esto resulta una pérdida de tiempo, más si se considera que los robots demandan muchísimo dinero y tienen una vida útil muy corta como para no aprovechar cada segundo de exploración.

©NASA, JPL-Caltech/ Difusión

Esta cámara -que en principio se usaría para Marte- serviría para que cada robot sea capaz de identificar piezas valiosas y tomar decisiones por su cuenta. Esto sería sumamente valioso, dado que las naves de hoy en día -como Curiosity- son capaces de transitar el terreno de manera autónoma, pero deben esperar órdenes para saber cuál es el objeto de interés. TextureCam funciona con dos lentes que toman imágenes 3D, procesadas por un ordenador a bordo. Este analiza la textura de los objetos registrados para determinar si son interesantes: lo hace luego de recibir algún tipo de formación inicial, donde se le proporciona ejemplos de lo que debe buscar. De hallar material valioso, puede decidir acercarse, explorarlo y enviar muestras a la Tierra, lo que reduciría considerablemente el tráfico de datos innecesarios.


Cuánto cambiará la vida en cinco años……………

©IBM/Difusión

“Nunca pienso en el futuro. Llega demasiado pronto”, afirmaba Albert Einstein. Como siempre, tenía razón. Parece que hubiera sido ayer, pero pasó más de un año desde el 5 in 5 con el que IBM coronó el 2012. En ese entonces, el clásico pronóstico tecnológico de la compañía vislumbró avances en términos de cognitive computing -que, en líneas generales, es la relación fluída y comprendida entre personas y computadoras- para los años venideros. Y no se equivocó: el avance que dieron


los Google Glass, el debate sobre la Internet de las cosas y el crecimiento de dispositivos como el termostato inteligente Nest son muestras de este vínculo -sí, vínculo-. El nuevo 5 in 5 presentado hace algunos días se ampara bajo el lema “En el futuro, todo podrá aprender”. Cuando hablan de todo se refieren, claro, a las máquinas, que serán las que se nutrirán de datos y técnicas de aprendizaje para relacionarse de una forma natural y personalizada. Básicamente, desde IBM consideran que las computadoras dejarán de vernos como números para considerarnos, casualmente, personas. Aulas que aprenden de sus alumnos, tiendas que combinan presencia online con presencia física y ciudades inteligentes son algunos de los personajes que se asoman en este horóscopo tecnológico.

Educación personalizada Durante 2013, la aparición de The Smartest Kids in the World, el libro que escribió Amanda Ripley, alertó a la comunidad educativa. El mensaje fue claro: la enseñanza es cada vez menos equitativa y los chicos que tienen la posibilidad económica viajan hacia los mejores centros de estudio. ¿Cuál es el principal problema? No todos aprenden de la misma forma. Por esto, la tecnología encontrará, ahora y siempre, un terreno muy fértil en la educación para desarrollar nuevas metodologías. Khan Academy y Amplify son algunos de los ejemplos que, a través de la combinación de estadísticas y variables, permiten la creación de programas personalizados para que los alumnos refuercen las materias más flojas. Incluso IBM tiene un programa, Smarter Education, que busca soluciones a gran escala para las brechas en el aprendizaje. La imagen ideal para el futuro es aquella en la que cada alumno tiene una suerte de “tutor tecnológico” que conoce sus debilidades y fortalezas. Con esta información, los profesores podrían diseñar ejercicios para resolver los problemas particulares de los estudiantes evitando que queden estancados.

Tiendas reales y tiendas.com Amazon y Wal-Mart han planteado un paradigma de venta personalizada con eficiencia y bajos costos que parece difícil de sortear. Sin embargo, un relevamiento indica que en Estados Unidos, por ejemplo, sólo el seis por ciento de las compras minoristas se realizan por Internet. La facilidad que ofrecen las plataformas digitales es innegable, pero el cliente sigue buscando el trato personal y de mostrador. IBM cree que el futuro está en transformar los negocios tradicionales, acercar ambos mundos.Las tiendas estarán en sintonía con dispositivos de realidad aumentada y geolocalizadores para que los consumidores sepan qué es lo que ofrecen. Será cuestión, entonces, de entrar a un local, sacar el celular y analizar el entorno para saber si hay productos de nuestro interés y luego contactar a un vendedor dispuesto a asistirnos.

El ADN como guía para los médicos

Al igual que con la educación y sus materias, no todos reaccionamos de la misma manera ante los medicamentos que nos prescriben. Los doctores recomiendan aquellos fármacos avalados por la estadística que se corresponden con nuestros síntomas, pero no hay una solución determinada para cada paciente. En el futuro eso podría cambiar gracias al entendimiento del ADN. Hoy, secuenciar los componentes genéticos de una persona es algo que puede llevar meses, pero IBM afirma que tomará días a partir de los próximos años. El entendimiento en profundo de cada


paciente es lo que permitirá a los doctores el desarrollo de tratamientos específicos que se ajusten a las necesidades particulares. “Dentro de cinco años, el cáncer se trataría al nivel del ADN, con tratamientos más personalizados y precisos”, predicen.

Seguridad personalizada

Si una persona se va de viaje a un destino exótico y decide utilizar su tarjeta de crédito sin avisar a su banco, puede encontrarse con que ha sido bloqueada o rechazada. ¿Qué es lo que pasó? Al tratarse de algo poco habitual o único, la entidad financiera puede dar de baja el plástico o llamar la atención por considerar que se trata de un posible robo. Las predicciones en este sentido indican que no tendremos que cuidarnos porque contaremos con un guardaespaldas que conocerá nuestros movimientos. IBM habla de un “guardían digital” que conocerá nuestros comportamientos. La tecnología en los años venideros permitirá que nos identifiquen a nivel particular, conozcan nuestros hábitos y dejen de vernos como parte del montón. Retomando la situación de arriba, un ejemplo de esto es que no habría necesidad de avisar si visito un lugar determinado porque ya conocerán nuestros movimientos por adelantado. Suena un poco extraño -algunos desarrollos del futuro no son aptos para paranóicos-, pero se asegura que es algo que tendrá que ver con conocer al usuario y no tanto con perseguirlo.

Ciudades de avanzada Jane Jacobs consideraba que “las ciudades tienen la capacidad de ofrecer algo para todos cuando, y sólo cuando, están pensadas para todos”. Los asentamientos urbanos son lugares vertiginosos en los que se potencian las ideas, pero también ofrecen varias excusas para que aparezcan roces y conflictos. Los problemas de tránsitos, los índices de criminalidad y el deterioro de los valores son algunos de los factores que generan dolores de cabeza. Ante todo esto, la OMS agrega que hacia el 2050 el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. Desde IBM ven esto y bregan para que estemos preparados: su programa Smarter Cities combina censores con la Internet de las cosas para otorgar recomendaciones ante posibles problemas. Así, en lugar de avisarnos cuando ocurren los embotellamientos de tránsito, por ejemplo, las ciudades del futuro podrán alertarnos si es probable o no que sucedan y recomendarnos caminos alternativos. No tenemos que esperar tanto para ver avances en los centros urbanos. Viena cuenta con sistemas que para reducir la emisión de CO2; Toronto utiliza gas generado en los rellenos sanitarios como combustible para sus camiones de basura; y París cuenta con un sistema de autos eléctricos que se comparten.


Problema 2038: Cuenta regresiva para el colapso del tiempo


©Knee Deep Photography/ Creative Commons

Ayer fue domingo: ese pequeño día -estorbo- entre el sábado y el comienzo de la semana que hace más irremediable la llegada de un nuevo lunes. Como casi siempre, lo más probable es que haya sido sólo un día más. Sin embargo, es probable que muchos no se hayan detenido en el hecho de que fue 19 de enero de 2014, y que ahora faltan menos de 24 años para la llegada delProblema del 2038. ¿De qué se trata esto? El Y2038 afectará la forma en la que se representa el tiempo en la mayoría de las computadoras, programas y dispositivos tecnológicos. Los software codificados con programación C -una forma popular y sencilla de crear programastienen un formato para almacenar información de 4-bytes que les permite manipular, almacenar y tener cierta noción del tiempo. Esto es lo que, por ejemplo, hace posible que podamos configurar la hora y el uso horario en las computadoras. Este tipo de programación establece el comienzo de los tiempos a las 12.00.00 am del 1 de enero de 1970 como referencia. Este es el valor 0 y cualquier fecha se expresa como la cantidad de segundos que pasaron desde ese entonces. Traducción: el valor 919642718 representa 919.642.718 segundos, que serían las 4.18.38 pm del domingo 21 de febrero de 1999. Lo práctico de este sistema es que permite calcular la distancia entre dos fechas en segundos para después traducirlo a medidas más prácticas como minutos, horas, días, meses y años. El problema es que este sistema tiene un límite de 2,147,483,647 segundos -que coincide con el 19 de enero de 2038-. Al llegar a este valor, la cuenta empezará a ser negativa o a arrojar números inválidos, y aquí es donde entra en juego la magnitud de sistemas de datos que pueden padecer problemas.


Sucede que no sólo podrían dejar de funcionar los relojes de muchas computadoras que corran con sistemas de 32-bits, sino que también entrarían en jaque bases de datos, protocolos de comunicación, smartphones, redes de transporte, equipos industriales, electrodomésticos… todas herramientas tecnológicas de las que dependemos y a las que manejamos -¿o nos manejan?cotidianamente. A pesar de contar con 24 años de ventaja, los especialistas se rascan la cabeza y ya empiezan a pensar cómo evitar este problema. Por lo pronto, es bueno saber que todas las computadoras que corran sistemas operativos en 64-bits no se verán afectadas por el Y2038. Pero, como detallamos arriba, esto involucra algo mucho más grande que aquellos aparatos que descansan sobre nuestro escritorio. Sería necesario actualizar la configuración de muchos otros equipos para evitar un vacío tecnológico que podría detener parcialmente el funcionamiento de internet, entre otras cosas. Hay quienes ya plantean la necesidad de invertir un trillón de dólares para renovar los equipos y reducir las consecuencias del Y2038. Algo como un millón de billones: 1.000.000.000.000.000.000 (sí, hay 18 ceros detrás de ese uno). Lo cierto es que no hay que entrar en pánico, todavía. Falta mucho para la llegada de esta gran confusión tecnológica, y existen medidas para aplicar paulatinamente de manera que no representen un gasto tan abismal. En caso de que no corramos con esa suerte, puede que dentro de 24 años volvamos a vivir desconectados y a practicar un estilo de vida cercano al de la cultura Amish.

El problema Y2K: qué pasó hace 14 años

La llegada del nuevo milenio también estuvo acompañada de un dilema de programación informática. En ese entonces, como medida preventiva a nivel mundial, se invirtieron 308 billones de dólares. A pesar de esta preparación, se reportaron algunos inconvenientes curiosos en distintos lugares del mundo, relacionados con el efecto que generó el problema Y2K. En Australia, por ejemplo, dejaron de funcionar las máquinas para validar boletos de colectivo en dos estados; Estados Unidos vio cómo 150 traga-monedas en Delawere quedaron fuera de funcionamiento; y el servicio meteorológico de Francia, Meteo France, marcaba 1/1/19100 como fecha en su sitio oficial. El debate sobre la real magnitud del incidente encontró las aguas bien divididas: algunos pensaron que se trató de un gasto desmedido, mientras otros justificaron el alerta y las medidas gubernamentales para reducir su impacto. Ninguno de los sucesos involucrados al problema del año 2000 fue extremadamente grave. Con respecto a Y3028, sólo resta esperar y ver.


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