Perfect You

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PERFECT YOU E L I Z A B E T H

S C O T T


PERFECT YOU

ELIZABETH SCOTT

Agradecimientos Traducción          

Lunata creciente Flochi Maggiih Jazzy Roro_05 Aranchaquemame Genesis Amanecer Virtxu Vampirabriin

Corrección     

Ellie: Responsable del tema Ckony Maferiza Kanon ♪♫ ♪ AngeliitaW

Recopilación 

Ellie

Revisión 

Mona

Diseño

Kairenn

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Indice Sinopsis

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Capítulo 1

7

Capítulo 2

11

Capítulo 3

14

Capítulo 4

17

Capítulo 5

22

Capítulo 7

35

Capítulo 8

38

Capítulo 9

45

Capítulo 10

51

Capítulo 11

56

Capítulo 12

62

Capítulo 13

67

Capítulo 14

75

Capítulo 15

82

Capítulo 16

89

Capítulo 17

96

Capítulo 18

101

Capítulo 19

110

Capítulo 20

117

Capítulo 21

124

Capítulo 22

128

Capítulo 23

134 4


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Capítulo 24

140

Capítulo 25

142

Capítulo 26

149

Capítulo 27

157

Capítulo 28

165

Capítulo 29

172

Capítulo 30

178

Capítulo 31

185

Capítulo 32

196

Capítulo 33

201

Capítulo 34

209

Capítulo 35

214

Capítulo 36

223

Capítulo 37

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Sinopsis

traducido por Dani

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La vida de Kate Brown ha ido cuesta abajo rápidamente. Su padre ha dejado su trabajo para vender vitaminas en el centro comercial, y Kate es obligada a trabajar con él. Su mejor amiga se ha hecho popular, y actúa como que Kate es invisible. Y entonces esta Will. El magnífico, inalcanzable Will, quien Kate finge que no puede aguantar aún cuando no puede parar de pensar en él. Y cuando Will comienza a actuar interesado, Kate se odia a si misma por quererlo incluso cuando sabe que ella es solo su última conquista. Kate imagina que de la única manera que las cosas dejen de doler es si ella sigue y deja de preocuparse de todos y todo. Lo que ella no comprende es que la vida no siempre puede ser perfecta, buenas cosas pueden suceder…pero solo si ella las deja.

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Capítulo 1 L

Traducido por Lunita Corregido por Flochi y Ellie

Las Vitaminas habían arruinado mi vida. No es que haya quedado mucho para arruinar, pero aún así. Sé que culpar a las vitaminas por mi horrible vida suena algo extraño. Después de todo, las vitaminas se suponen deben mantener a la gente sana. Además, ellas son objetos inanimados. Pero gracias a ellas me he quedado atrapada en el Mall Center de Jackson mirando a mi padre correr en un traje de abeja. Me hundí en la silla de nuestra caja registradora, mientras papá se acercaba a dos mujeres. Ellas miraban alrededor cuando empezó a hablar, buscando una salida. No encontrarían nada. En nuestra sección del centro comercial, no había mucho alrededor, que era la forma en que nosotros podíamos permitir nuestro stand. Vi la sonrisa de las mujeres y sus pasos atrás, un casi baile que yo había visto mucho durante los pocos días que había trabajado aquí. Después de que ellas se fueron, papá se me acercó, sonriente, y dijo: — Kate, ¡creo que hice una venta! Las dos mujeres con las que acabo de hablar me dijeron que les dirían a sus maridos acerca de la reformulación de los comprimidos B Buzz! ¿No es genial? Ahora creo que volaré… ¿lo haré?... hacia abajo a las grandes tiendas y veré si puedo dar muestras a las personas que caminan hacia fuera. Le entregué las muestras, pequeñas bolsas de plástico sellado con el logotipo de Perfect You, y lo vi caminando por el pasillo, fuera de equilibrio a causa de su traje. Tan pronto como se fue, saqué mi tarea de historia. Esto no era como me había imaginado mi segundo año. No es que la primera mitad hubiera sido maravillosa hasta ahora, pero esto era definitivamente una baja de todos los tiempos. 7


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Cuatro horas y un capítulo de historia más tarde, el centro comercial estaba cerrado. Papá y yo embalamos las vitaminas extra que había estado tan seguro que venderíamos, y luego esperé a que corriera la caja de vuelta al espacio de almacenamiento que alquilamos en el centro comercial. —Buen día, ¿verdad? —dijo cuando volvió. Las antenas que llevaba se balanceaban arriba y abajo mientras hablaba—. Todd y yo hemos vendido una botella de B Buzz! en la mañana, y estoy seguro de que esas dos mujeres volverán mañana. ¿No crees que lo harán?

Me encogí de hombros, porque era mucho más fácil que decirle a papá que estaba segura que no. También era más fácil que mencionar que debíamos ochenta dólares por el traje de abeja alquilado, y que era mucho más que la cantidad que habíamos tomado de una botella de vitaminas que supuestamente había vendido. Cuando llegamos a casa, mamá estaba sentada en la mesa de la cocina hojeando la chequera con el ceño fruncido. Había estado haciendo eso mucho últimamente. —¿Cómo te fue? —preguntó, poniendo el talonario de cheques abajo. Me fui antes que ella pudiera decir algo más, de regreso a mi habitación. Me tomé un segundo para detenerme en la sala y pararme delante de la televisión pero, viendo como mi hermano, Todd, se levantó a sí mismo el tiempo suficiente para decir: — Kate, fenómeno, muévete. Estoy viendo algo importante. La semana pasada, Todd decidió que quería ser actor. Hasta ahora, todo lo que eso quería decir es que de ahora en adelante pasaría incluso más tiempo que el de costumbre viendo televisión. Para un graduado de la universidad, él estaba seguro sobre la vía rápida a ninguna parte. —No se puede aprender a actuar mirando el baloncesto. —Tú no puedes. Yo puedo. Ahora muévete. Comencé a cantar y lo mantuve hasta que se abalanzó sobre mí. Tengo una voz terrible, y no en la forma ―estoy diciendo que es terrible para ser modesta‖. La semana pasada, cuando dejé el coro de la escuela, el director trató de mantener la alegría fuera de su cara pero no podía contenerla.

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No me preocupa eso, sin embargo. Yo sabía que mi voz era una mierda, y dejarlo fue un alivio. La única razón que había para permanecer tanto tiempo era Anna. Todo el otoño había sufrido por las prácticas, esperando que ella volviera. Que ella quisiera estar en el coro de nuevo. Que ella quisiera ser mi amiga de nuevo. Que ella tal vez hablaría al menos conmigo de nuevo. En el otoño, pensé que no había forma que mi vida pudiera ser peor. Yo estaba equivocada. Muy, muy equivocada. Hace casi un mes, mi padre se levantó y fue a trabajar en el Corpus de software, como siempre, llegaba tarde porque había conseguido quedarse atrapado en su último juego de vídeo, olvidándose de su trabajo a favor de matar dragones o conducir automóviles o lo que fuera que lo tenía obsesionado por esa semana. Pero luego, cuando se puso a trabajar, su escritorio estaba roto. Realmente roto. Se había partido justo por la mitad, y todo lo rompible: marcos con fotos de todos nosotros, su taza de café, y la cosa que mi hermano hizo de arcilla durante las dos semanas que quería ser un alfarero, estaba roto. La única cosa que no se había roto era un pequeño frasco de vidrio marrón de vitaminas. Vitaminas Perfect You. Papá lo había comprado a una secretaria que se mudaba de la ciudad y pasó su último día de trabajo vendiéndolos. Sólo se la había comprado para ser amable. Pero, acortando la larga historia, papá decidió que el escritorio roto era una señal de que necesitaba cambiar su vida, y que el frasco de vitaminas sin romper significaba algo. Así que dejó su trabajo para vender vitaminas Perfect you. Sí, realmente. Cobró su fondo de jubilación, y compró caja tras caja de vitaminas, y luego alquiló un pequeño stand independiente en el centro comercial. Incluso contrató a una persona para trabajar con él, pero Gary renunció la semana pasada, después de que papá le dijo que no podría pagarle. Ahí fue cuando tuve que dejar el coro y comenzar a trabajar con papá después de la escuela. 9


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Así que ahora no tenía mejor amiga, y tenía un trabajo en el centro comercial vendiendo vitaminas con mi padre. Definitivamente mi vida había empeorado mucho.

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Capítulo 2 Traducido por Lunita Corregido por Ellie

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Vi a Anna tan pronto como llegué a la escuela la siguiente mañana. Cuando mi padre me dejó, ella estaba de pie en la acera sosteniendo la mano de su novio, Sam. Saludó con la mano en mi dirección mientras caminaba hacia ella y, por un segundo, esperaba que su saludo fuera para mí, aunque sabía que no lo era. Odiaba lo fácil que era para ella actuar como si nunca me hubiera conocido. Odiaba cómo todavía esperaba que se fijara en mí. Nadie me preguntó por qué Anna y yo ya no éramos amigas. Supongo que todo el mundo entendió que fue automáticamente cuando Anna se hizo popular, no había forma de que hubiera espacio en su vida para mí. Incluso la de Jennifer, tres chicas con las que había tratado de ser amiga en el otoño hasta que me di cuenta de que me volvía loca, nunca se preguntan qué pasó. En realidad, una persona había preguntado por Anna. Will Miller dijo: ―Entonces, ¿qué pasa contigo y Anna?‖ una semana después de empezar la clase, pero yo sabía que estaba siendo un asno. Will era así, uno de esos tipos que era lindo y lo sabía. Se había conectado con al menos la mitad de las niñas en la escuela, y el año pasado, te juro que cada semana se hizo con una chica diferente antes de la clase. No me agradó desde el día en que lo conocí. Traté de evitarlo, de hecho, pero este año estaba en mi clase del primer periodo. Ya era bastante malo que tuviera que comenzar cada mañana con biología, y Will empeoraba las cosas. Por ejemplo, cuando la clase había terminado, acabamos entrando en la sala, al mismo tiempo, y él dijo: —Oye, ¿qué te hizo a ti la rana? Vi que le cortaste las piernas. 11


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Suspiré. Ahora Will siempre parecía obtener algún tipo de placer perverso en hablar conmigo, pero últimamente había sido aún más molesto al respecto que de costumbre. —Yo no corté sus piernas. Mi bisturí se cayó. —Wow, prométeme que no vas a estudiar medicina. Me miró y sonrió, desatando sus hoyuelos. Aparté la vista y vi a Anna venir por el pasillo, caminando en medio de un grupo de chicas de las que antes nos burlábamos. Dos de ellas saludaron a Will, y una dijo: —¿Alguna oportunidad de que veamos a Will sin camisa para la próxima reunión de ánimo? Él se encogió de hombros, sin dejar de sonreír, y Anna dijo: —Piénsalo bien, ¿de acuerdo? —Su mirada se movía sobre mí como si yo no existiera. Me alejé, diciéndome que no me importaba, y deseando poder olvidarme de ella como ella se había olvidado de mí. Desde luego, Will me alcanzó. —¿Qué piensas? ¿Debería hacerlo? Sé que en secreto has estado muriendo por verme. —Correcto, porque si yo veo tu pecho flacucho, podré morir como una mujer feliz. —En realidad él tenía un pecho muy agradable. La cosa era que él lo sabía también, porque estaba siempre dispuesto a correr por todas partes sin camisa con ¡JHS MANDA! pintado sobre él durante las estúpidas reuniones de ánimo. —Me gusta saber que un atisbo de mi pecho puede ofrecerte el equivalente de una vida rica y plena. —Las palabras claves en mi oración fueron ―ver tu pecho‖ y ―morir‖. La parte de ―feliz‖ era yo tratando de ser amable. —Eso dices. —Desató los hoyuelos de nuevo, sonriendo como si supiera algo, y sentí mi rostro acalorarse porque realmente era lindo y yo no era tan inmune a ello como querría serlo. Pero yo no quería que él supieras eso tampoco, por lo que me obligué a mirarlo. O por lo menos a mirar su frente.

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—Muy bien, me atrapaste. Estoy secretamente obsesionada contigo y paso todo mi tiempo libre escribiendo sobre ti en mi diario. ―Querido diario, hoy Will fue un idiota por 467 ª vez consecutiva. Es un sueño...‖ Se rió y luego se inclinó hacia mí y tocó la punta de mi nariz con el dedo índice. Por alguna razón, me quedé un poco sin aliento. —¿Estás bien? —Excepto por ti, sí. Bueno, aquí está la verdad. Yo sabía exactamente por qué me sentía sin aliento. Yo tenía, digamos, ―pensamientos‖ acerca de Will, y no la clase de pensamientos que querría tener, donde yo era capaz de olvidar su existencia y conocer a un tipo increíble que realmente me gustaba. No, tenía pensamientos como de que él y yo de alguna manera quedábamos atrapados en un aula y Will se daba cuenta de que me quería, y yo... Bueno, digamos que yo tengo una vívida imaginación, y dejémoslo ahí. El problema era que tenía estos pensamientos mucho. MUCHO. Puso una mano sobre mi brazo. Era muy cálida, y miré sus dedos apoyados en mi piel, maldiciendo a mi cerebro hiperactivo y recordándome a mí misma cómo respirar. —En serio, lo lamento acerca de todo lo de Anna. Eso me sacó de todos mis ―pensamientos‖ que podría haber estado pensando, y empujé fuera su mano y me alejé. Yo odiaba la manera en que me sentía a su alrededor, la forma en que lo deseaba. Odiaba que él fuera la única persona que había preguntado lo que pasó cuando Anna y yo dejamos de ser amigas. Odiaba que él fuera la única persona que había actuado como si el hecho de que ella me hubiera olvidado, realmente significara algo.

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Capítulo 3 P

Traducido por Maggiih Corregido por Ellie

Papá me pasó a buscar cuando terminó el colegio, dejando a Todd ―a cargo‖ en el centro comercial. Nos fuimos a casa, entonces yo podría cambiarme y embalarme alguna cena, y él se sentó en el sofá y jugó el videojuego que él y Todd habían comprado y habían comenzado hace unos días. Pienso que es extraño y patético que papá a veces actúe como si tuviera la edad de Todd o, peor aún, mi edad, pero a mi mamá no le importa y siempre pensó que era gracioso cuando él solía reportarse enfermo para quedarse en casa y terminar cualquier juego que estaba jugando. Ella dijo que papá era joven de corazón, y que le recuerda que es importante divertirse. Me hubiera conformado con que su tipo de diversión fuera menos acerca de dejar su trabajo para vender vitaminas de infomerciales, pero entonces yo no había tenido voz en nada de eso. —¿Quieres que te embale algo de comer? —Le pregunté. Sacudió la cabeza. —Voy a comer cuando lleguemos a casa para ponerme al día con tu madre. Ella dijo que va hacer panqueques. —Él me sonrió—. Tú y yo podemos dividirnos un montón. ¿Entiendes? —Muy gracioso. Y no puedo. Tengo deberes. —Unté mantequilla de maní en un pedazo de pan y busqué en la nevera por mermelada. —¿Estás casi lista para ir? —Casi. —Todo lo que pude encontrar fue mermelada de naranja. Qué asco. Terminé haciendo mi sándwich de todos modos. Con todos mis deberes, además del hecho de que me tocaba comer en el primer turno del almuerzo en la escuela, lo que significa comer antes de las once cada mañana, yo tenía que comer la cena antes de llegar a casa del trabajo.

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—Te ves un poco estresada —dijo papá cuando llegamos al centro comercial—. ¿Quieres cerrar más temprano esta noche e ir al cine? Quiero ver esa sobre un tipo que se muda a la casa embrujada. —Yo realmente tengo mucha tarea. Además, mamá va a hacer panqueques, ¿recuerdas? —Oh, cierto, se me olvidó. —Parecía decepcionado, pero luego vio a Todd hablando con dos chicas y salió corriendo en la dirección de nuestro stand, agitando los brazos para tratar señalar algo. Reduje la velocidad y esperé que nadie me hubiera visto entrar con él. A veces, estar cerca de papá era como estar con un niño pequeño. Todd se fue aproximadamente diez segundos después de que yo llegué a la cabina, como de costumbre, y cuando el centro comercial había cerrado finalmente, la caja registradora tenía veinte dólares menos que había la noche anterior. (―Todd y yo olvidamos tomar el desayuno antes de llegar, así que tuvimos que conseguir comida y esas cosas‖, fue la explicación de papá.) Asimismo, no había vendido nada. —Hey, tal vez deberíamos llevar algunas muestras a Sports Shack y coger a la gente que salga —dijo papá—. Es un potencial consumidor base con un interés incorporado en mantenerse saludable, además de que siempre dejan que salgan de la tienda tarde. —Deberes —le recordé de nuevo. —¿Sólo por unos minutos? Tú puedes incluso manejar el coche alrededor mientras lo hago. ¿Está bien? Una oportunidad de manejar el auto no era algo que dejaría pasar, y papá lo sabía. Yo había conseguido mi licencia cuando cumplí dieciséis años, pero mamá no me deja conducir a menos que ella o papá estén en el coche hasta que cumpla los diecisiete, porque Todd había conducido nuestro coche contra la puerta del garaje dos semanas después de haber obtenido su licencia. Y porque yo había fallado en mi examen de conducir la primera vez que lo tomé. Pero conducir sobre todos aquellos conos le podría haber pasado a cualquiera, realmente.

Sports Shack: tienda deportiva.

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Entonces fui, conseguí el auto, y luego me dirigí hacia el estacionamiento por la entrada de Sports Shack. Papá estaba de pie junto a la salida del estacionamiento, tratando de hablar con todos los que salían. Di dos vueltas por el estacionamiento, disfrutando de la sensación de estar en el coche yo sola, y cuando regresé, papá estaba hablando con un hombre mayor en un uniforme de la tienda de Deportes, extendiendo las manos como cuando está arrepentido de algo, y todos los empleados estaban de pie en el enorme ventanal. Mirando. Genial. Como si el traje de abeja no es lo suficientemente vergonzoso. Me dirigí a una parte oscura del estacionamiento y esperé, deseando que nadie pudiera ver el coche. O a mí. —Wow, qué tenso que era ese tipo —papá dijo que cuando finalmente llegó al coche—. Le expliqué que yo trabajaba en el centro comercial también, pero a no le importó. Oye, ¿por qué has aparcado aquí? ¿Y cómo es que estás sentada toda encorvada? ¿Estás enferma? —Sólo cansada —dije, y procuré mantener la cabeza baja hasta alejarnos del lugar. La casa olía a panqueques cuando llegamos a casa, y mi mamá estaba en el teléfono con la abuela. Me di cuenta porque ella seguía frotándose con los dedos por el espacio entre las cejas como si tuviera un dolor de cabeza. —No, las cosas están bien —dijo, y me saludó, entonces papá le dio un beso—. Mira, ¿puedo llamarte mañana? Genial. No, en serio, por favor olvida lo que dije antes. Vamos a salir adelante. —Ella colgó y dejó escapar un suspiro de frustración—. Creo que podría haber quemado algunos de los panqueques. Lo siento. —Miró a papá—. Tú sabes cómo es mi madre. Papá se acercó y le dio un fuerte abrazo, levantándola del suelo. Ella rió, y en esa nota casi feliz, me fui antes de que pudiera preguntarle cómo estaban las ventas. O antes de que ella pudiera realmente comenzar a hablar de la abuela.

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Capítulo 4 Traducido por flochi Corregido por MAFE

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Todd me llevó a la escuela en la mañana porque papá había pasado toda la noche trabajando en un proyecto de Perfect You y quería tomar unas pocas horas de sueño antes de que el centro comercial abriera. —¿Proyecto? —dije—. ¿Qué clase de proyecto? —No lo sé, Kate —dijo Todd, mirando con el ceño fruncido el tablero de mandos y golpeando el medidor de gas con un dedo—. Yo estaba un poco dormido cuando me lo dijo. Es inhumano estar levantado tan temprano, tú sabes. —¿Tú crees? Yo sólo lo hago cinco días a la semana. —Sí, pero tú estás en la escuela secundaria. Yo no lo estoy, y no me matriculé para ser tu chofer. Es decir, es bastante malo que ahora tenga que levantarme antes de las diez así puedo estar en el estúpido centro comercial cuando abra. —Oh, pobre bebé parásito que tiene que levantarse y trabajar por unas cuantas horas. Quizás si no te quedaras levantado toda la noche hablando en el teléfono, estarías más descansado. —¿Quieres caminar a la escuela? —Por favor. Mamá podría matarte. Todd gruñó, porque ambos sabíamos que tenía razón, y después golpeó los frenos mientras la luz de arriba cambiaba a rojo. Mientras esperábamos para que cambie, pasó sus dedos a lo largo de su pelo, sonrió cuando se dio cuenta que una chica en el auto al lado nuestro lo miraba.

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Aparte de tener el mismo color de pelo, un rubio rojizo oscuro, Todd y yo no lucíamos muy parecidos. Esto es porque soy parecida al promedio y él es tan apuesto que las chicas en los autos contiguos al nuestro en el semáforo lo ven y le dan sus números telefónicos. Él tenía más llamadas en un día (y en la noche) que las que yo tengo… bueno, nunca. Cuando nos detuvimos en el siguiente semáforo, la chica del auto de al lado le preguntó a Todd si quería tomar un café. —No tengo mucho tiempo más tarde hoy, pero ¿qué tal ahora, antes del trabajo? —dijo ella. Resoplé, pensando en la definición de ―trabajo‖ de Todd. Todd me codeó y dijo —Me encantaría. —Después manejó a la escuela como si fuera una carrera. —Genial, ahora llegué temprano —dije mientras él me dejaba—. ¿Qué se supone que voy a hacer antes de que el primer período empiece? —No me importa lo que hagas mientras salgas del coche. —Eres un odioso. —Estoy seguro que pensaré en eso mientras estoy bebiendo un café con… um… —Sarah. —Lo sabía. De todos modos, estoy seguro que me preocuparé de eso mientras estoy con ella y tú estés clavada en la escuela. Cerré de golpe la puerta del auto tan fuerte como pude cuando me fui, pero él ni siquiera lo notó. Entendí. Me fui a la librería y terminé con la lectura de inglés que no había hecho anoche, y luego fui a mi primer período. Jennifer M., quien se sentó frente de mí, agarró mi brazo tan pronto como me estaba sentando. —¡Estoy aterrorizada! Suspiré. Esta era una de las muchas razones por las que había dejado de ver con las Jennifer. Todas ellas estaban constantemente asustadas acerca de algo. —¿Qué está mal? 18


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—Los PSATs. Los voy a tomar de nuevo, creo, pero ¿qué pasa si lo hago peor que la última vez? —Lo harás bien —Dije, y Jennifer T. se apoyó hacia nosotras y dijo: —Ves, te lo dije. Eso hizo que la tercera Jennifer, Jennifer S., mirara nerviosa. Jennifer M. era la mejor amiga de Jennifer S., o al menos lo había sido en el otoño. Ahora ella pasaba mucho tiempo con Jennifer T. Miré hacia abajo a mi escritorio y me pregunté si podría escaparme bajando mi cabeza y tomando una siesta. —¿Qué te parece a ti, Will? —Jennifer M. dijo, soltándose de mi brazo para agarrar el de él. Él se sentó frente a ella también, un escritorio delante de mí—. Oh, espera, lo hiciste realmente bien, ¿no? —Sí, pero sólo estaba tratando de mantener el nivel con determinadas personas. —Will se volvió para mirarme y sonrió abiertamente. —Kate, pensé que dijiste que solo tú lo habías hecho bien —dijo Jennifer M. —Lo hice —dije con los dientes apretados—. Will está tratando de ser gracioso. Ríe así él se callará. Jennifer M. dijo —Kate, eres graciosa —en el mismo tono de voz que ella usaba siempre que no entendía por qué yo dije algo, y después empezó a hablar a Jennifer T. mientras Jennifer S. miraba, todavía luciendo nerviosa. Will las miró por un segundo y luego se giró de nuevo, susurrando — Kate, no seas así. Sabes que yo solo lo hice así porque anhelo ver la palabra SAT seguir a la Universidad y robar tu corazón. —Uh—huh. Demasiado malo para ti que yo no planeo asistir a la universidad de payasos. Él sonrió. —Sólo tú ignorarías la cosa increíblemente dulce que acabo de decir.

PSATs: Preliminares del SAT. Es un test estandarizado que sirve de práctica para hacer el SAT, además provee becas y aporta herramientas para elegir una carrera.

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—Solo tú describirías increíblemente dulce.

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a

uno

de

tus

estúpidos

comentarios

como

—¿Estúpidos? Ahora hay una palabra de SAT. De hecho... —Sr. Miller, ¿le importa? —Nuestro maestro, el Sr. Clark, había entrado, oliendo a cigarrillos como siempre. —Nop —dijo Will, y luego movió la cabeza a modo de disculpa cuando el Sr. Clark lo miró. —No te preocupes —susurré mientras Will se daba la vuelta—. Siempre puedes buscar qué significa ―estupidez‖ en el diccionario. Será fácil hallarlo porque tu foto estará al lado de la definición —y entonces sonreí porque había tenido la última palabra, y eso no había sucedido en nuestras últimas tres conversaciones. Sabía que era patético estar feliz por algo como eso. Y realmente mantener la pista de quien tuvo la última palabra. Pero, hey, tenía que agarrar lo que pudiera conseguir. Especialmente porque cuando fui a almorzar, vi a Anna. Debido a que los períodos de almuerzo en el Jackson High son sólo de veinte minutos de duración, siempre entro en la fila para la sopa o la ensalada. Es la fila más ocupada, y la más lenta, y al momento en que me dan mi taza de sopa tibia y la pago, sólo tengo el tiempo suficiente para beberlo antes de ir a clases. Hoy la fila se movió un poco más rápido que lo usual, sin embargo, y en el momento en que pagué, había suficiente tiempo para tomar asiento y tomar mi sopa antes que la campana sonara. Ahí fue cuando la vi. Anna era una porrista ahora, aunque siempre se riera de ellas antes, y las porristas comían durante el primer bloque de almuerzo cuando había un juego de básquet. La había visto unas cuantas veces antes, siempre rodeada por sus nuevas amigas, siempre sentándose al lado. Hoy, Anna estaba sentada con Tara. Tara era una senior, y ella era tan popular que podía no hacer nada. Comía cuando quería, iba a clases cuando quería, y cuando consiguiera un mal trabajo de teñido y su pelo se volviera naranja, un grupo de chicas teñirían su cabello de naranja también. Si un actual líder mundial tuviera tanto poder, 

Senior: estudiante de último año.

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todos nosotros estaríamos viviendo bajo una gran dictadura. Escalofriante, pensé. Vi a Anna reír, sonriendo del modo en que ella lo hacía cuando era feliz pero avergonzada. La última vez que ella me sonrió así fue el año pasado, cuando estaba quejándose por su undécimo cumpleaños y recordé que era historia antigua y ella había conseguido un solo en el coro. El año pasado, Anna había estado sentándose conmigo, y habríamos estado hablando de quien sea que estaba en su asiento ahora. La campana sonó, y engullí mi sopa. Estaba tibia y salada, y mientras yo tiraba la copa vi a Tara y Anna levantarse. Se abrazaron, y vi a Anna reír de verdad, radiante y amplia, mientras Diane llamaba su atención. Anna solía sonreírme así. Anna me había tratado como mierda y yo lo sabía, pero no podía odiarla. De hecho, mirando a Diane, quise ser ella, por mucho que me sentí enferma con eso. Caminé tras ambas en mi camino fuera de la cafetería. Diane ni siquiera me vio, pero Anna lo hizo. Ella me vio, y algo cruzó por sus ojos, algo parecido a tristeza. Me detuve, esperando que ella me sonriera, pero se alejó. Al igual que lo hizo el día en que yo finalmente comprendí que ya no éramos amigas.

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Capítulo 5 Traducido por flochi Corregido por MAFE

N

No puedo recordar un momento cuando yo no conociera a Anna. Uno de mis primeros recuerdos es construyendo una torre de bloques con ella en la guardería, sosteniendo uno y esperando a que ella me dijera dónde ponerlo. Lo hicimos todo juntas. Ambas aprendimos a nadar en la misma clase del centro comunitario. Ambas conseguimos bicis para nuestro quinto cumpleaños, y aprendimos a montarlas tambaleándonos alrededor del callejón sin salida al final de su calle. Ambas conseguimos perforar nuestras orejas cuando estuvimos en quinto grado. Incluso compramos nuestros primeros sostenes, aunque, para ser totalmente honesta, yo realmente no necesitaba uno esa vez. Hasta la mitad de noveno grado, Anna tenía cerca de 80 libras de sobrepeso, tenía frenos, y llevaba gafas, del tipo de lentillas gruesas y pesadas. La gente se reía de ella pero nunca le importó, sólo me miraría y haría rodar sus ojos. Anna siempre caminó, habló y actuó como si supiera exactamente quién era ella y nadie pudiera decirle lo contrario. Ella era tan valiente como yo quería ser. Entonces, el pasado marzo, Sam chocó con Anna en el pasillo después del segundo período y dijo: —Cuidado, carga ancha. A Anna le había gustado Sam desde la escuela media, y su enamoramiento sólo empeoró durante nuestro primer año en la escuela secundaria. Ella estaba loca por él, y viendo su cara después que le dijera eso, me hizo querer llorar. Ella lloró, aunque no hasta que llegó al baño de chicas. Yo la seguí y dije que todo estaría bien mientras le entregaba toallas de papel para usar como pañuelos. 22


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Ella se volvió hacia mí y dijo: —¿Cómo puede decir eso? —Porque quiere —dije. Y lo era, porque Sam la alcanzó al final del día y le pidió perdón por gritarle. —¿Ves? —dije después que se fue—. Te dije que él no quería decirlo. ¿Quieres venir para la cena después de la práctica de coro? Ella tiró la parte inferior de la camisa hacia abajo sobre su estómago. —Estoy gorda, ¿no? —¡Anna! —Kate, lo estoy. —Vamos, luces bien. —Mentirosa —dijo ella, su voz curiosamente monótona, y luego el director del coro salió y nos dijo que la práctica estaba empezando y si podíamos por favor darnos prisa y venir dentro. En el almuerzo del día siguiente, Anna quiso comprar ensalada, no pizza. —¿Por qué? —dije—. Quiero decir, puedo entender que quieras saltar la pizza de salchichas, con esas semillas extrañas en la carne. ¡Pero esto es pepperoni! —Quiero comer mejor. —Acabo de decir que no es salchicha. Ella me miró. —Está bien, bien, conseguiremos ensalada. Pero Anna... ¿esto es por lo de ayer? Porque Sam dijo que estaba arrepentido. —Él dijo que estaba arrepentido por gritarme. Él no dijo que no quería decir lo que dijo, y yo… yo estoy gorda. Estoy gorda y uso gafas y estoy cansada de eso. Estoy harta de ser la chica fea. Quiero ser bonita. —Pero sé que Sam no quiso decirlo —dije, atontada por cuán enojada había sonado ella. Anna siempre parecía segura de sí misma, tan orgullosa de quien era. —Claro que quiso —dijo ella, y me miró fijamente con tanta fuerza que tuve que alejar la vista. 23


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Por el resto del año escolar, comimos ensalada para el almuerzo. Anna perdió cerca de veinte libras. Tuvimos mucha diversión comprando nuevos jeans para que ella usara, y el último día de escuela, le pregunté si quería unirse al centro comunitario y usar la piscina. —No puedo —dijo ella. —Vamos, escuché que Sam es guardavidas. —No puedo, ¿ok? Tengo que ir a la estúpida casa de mi tía en el estúpido Maine. —¿Qué? —Lo sé. ¿Qué voy a hacer en Maine todo el verano? Probablemente me moriré de frío mi primer día ahí. —¿Todo el verano? Ella asintió. —¿Cuando se van? Ella miró el piso. —No enloquezcas, Kate, pero… pasado mañana. —¿Pasado mañana? —Quería decírtelo antes, pero tenía miedo que me odiaras porque me voy por tanto tiempo. —¿Odiarte? —dije, aún cuando en cierto modo lo hiciera porque ahora iba a estar atrapada en Jackson sin ella—. Voy a extrañarte. Ella sabía lo que estaba pensando porque dijo: —Te llamaré todo el tiempo y te mandaré correos electrónicos todos los días. Te enfermarás de tener noticias mías, lo prometo. Fui con ella y su mamá al aeropuerto, que dio un poco de miedo porque su mamá lloró mucho, y Anna me llamó desde Maine esa noche. Dijo que era frío pero lindo. —Todo es realmente, realmente verde —dijo ella. Esa fue la única vez que llamó. Yo la llamé una vez, cerca de una semana después de que ella lo hiciera, pero todo lo que pude hablar era de Todd y cuán molesto era, hasta que su tía tuvo que usar el teléfono. Y después mamá se alteró cuando llegó la cuenta. 24


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Le envié correos electrónicos todos los días por un tiempo, pero, otra vez, no tenía mucho de lo que hablar, y cuando ella me contestaba siempre estaba cansada de hacer cosas con su tía y nunca estaba segura de cuándo volvería a casa. Pregunté por qué no hablábamos más, pero Anna dijo que tenía que pedir para usar la computadora, y la situación del teléfono era como la mía. Parecía que ambas teníamos veranos bastante aburridos, y pensé que las cosas podrían volver a la normalidad tan pronto como ella llegara a casa. Entonces mi mamá vio a la suya en el supermercado un par de días antes de que la escuela empezara, y averigüé que Anna había venido a casa. La llamé enseguida. —¡No me dijiste que habías vuelto! ¿Por qué no me llamaste cuando llegaste a casa? —Kate, he estado en casa por dos días y he dormido todo el tiempo. Mi tía me hizo levantar a las seis cada mañana. ¿Cuán loco es eso? Hicimos planes para reunirnos en su casa esa noche. No la reconocí cuando abrió la puerta. Ella estaba bronceada, y su cabello estaba más largo y teñido del color de seda de maíz, tan pálido que era casi blanco. Sus gafas se habían ido, y sus frenos se habían desprendido. También pesaba alrededor de setenta libras menos que cuando ella se había marchado. —Wow, luces diferente —dije. Ella lo hacía. Lucía como una modelo. Estaba un poco celosa. Está bien, muy celosa. —Lo sé —dijo ella, y cuando ella me sonrió, ni siquiera reconocí su sonrisa. De algún modo lucía más alegre y más brillante, diferente. Me gustaría haber adivinado lo que venía. Las chicas que lucen como Anna no andan con las chicas que se parecen a mí. Es una de esas leyes de la escuela secundaria de las que nadie habla pero que todos saben. Pero ella era mi mejor amiga, y había dicho que me había extrañado, y cuando habló acerca de Maine, sonó justo como ella siempre lo hacía. —Tanto frío. Pero el océano era magnífico, Kate. Incluso nadé unas cuantas veces. Casi muero por el frío, ¡pero lo hice! Esa fue la última vez que hablamos. Ella no me llamó la noche antes de empezar la escuela para discutir lo que íbamos a usar, y cuando llegué a la escuela, no me estaba esperando afuera como ella siempre hizo. Ella no estaba en ninguna de mis clases o en mi bloque de almuerzo, y siempre que yo la veía en el pasillo, ella se alejaba de mí. 25


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Era extraño, y en el momento en que ella no se mostró en las prácticas del coro, supe que algo estaba mal. La llamé esa noche y su madre me dijo que no podía venir al teléfono. —¿Está enferma? —pregunté, y la madre de Anna solo dijo: ―Le diré que llamaste‖. Cuando Anna no habló conmigo al día siguiente, y no pareció notarme cuando la saludé, pensé que estaba enojada. Ella no se enojaba a menudo, pero cuando lo hacía, realmente se enojaba. Yo sabía que debería haberla llamado más en el verano. Yo debería haber enviado más correos electrónicos. Debería haberle dicho que lucía increíble en vez de ser celosa y estúpida y solo decir que lucía ―diferente‖. Yo debería haberla llamado la noche antes de empezar las clases en vez de esperar que me llamara. Sabía que necesitaba decirle que lo sentía y hacer las cosas bien, así que al día siguiente fui al baño de la cafetería antes del último período. Anna siempre iba ahí para comprobar su cabello y maquillaje. Ella estaba ahí cuando entré, parada en frente del espejo como siempre, y sonriéndole a su reflejo. —¡Hey! Al lado de Anna, Diane Mullins estaba poniéndose brillo labial. Ella me miró fijamente en el espejo como si fuera algún tipo de bicho extraño y luego se dirigió a Anna, ignorándome. —¿Qué piensas? ¿Es muy rojo? Anna no me dijo nada. Sólo me miró en el espejo como si nunca me hubiera visto antes, y luego se giró a Diane y dijo —Es perfecto. En ese momento fue cuando comprendí lo que estaba pasando. Anna no dejó de hablarme porque estaba enojada conmigo. Anna dejó de hablarme porque yo todavía era yo y ella se convertiría en alguien más. Ella se convertiría en alguien. Ya no era más mi mejor amiga. No era incluso mi amiga. Pero yo quería serlo. Yo quería su amistad de nuevo. Yo lo quería lo suficiente para mantener la esperanza a pesar de que me odiara a mi misma por eso. Odié cuando ella me hizo desear que podamos volver las cosas a como estaban. Odié cuando supe, en el fondo, que haría cualquier cosa para ser su amiga de nuevo. 26


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Capítulo 6 Traducido por jazzy Corregido por ckony

C

Cuando

acabó la escuela, caminé hacia el carro de papá. Per o papá no

estaba en él. —Todd, ¿qué estás haciendo aquí? —Hola para ti también —dijo él y me hizo señas para que subiese al carro. Lo hice. —¿Dónde está papá? —En el mall, dije que te llevaría. —¿Por qué? Todd estuvo en silencio por un momento, actuando como si se estuviera concentrando en salir del parqueadero. —Simplemente me sentí con ganas.

—Seguro que lo hiciste. ¿Qué estás evitando? —Entregar volantes invitando a la gente para una fiesta de Perfect You. —Eso no es graciosos Todd. Me miró y luego al camino. —No estoy hablando del supuesto proyecto de papá, es una fiesta Perfect You, en casa. Se quedó hasta tarde anoche leyendo sobre una mujer que hizo una y consiguió una tonelada de dinero. —¿Y ahora está invitando gente al azar a la casa? 27


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—Oh, no. Es peor que eso. Ha llamado a todos con quienes solía trabajar, y ha decidido. ―¿Hey por qué no invitar completos extraños también?‖ ¿Qué te parece? —¿Raro? ¿Estúpido? ¿Loco? —Todas las anteriores, por lo que voy a visitar a mi amigo Andy por unos días. Tendrás que trabajar sola por hoy, pero dejaré una nota para que mamá venga a recogerte, ¿okay? —Rebuscó algo en su bolsillo y el carro cambió de carril por un segundo. —¿Todd? —¡Kate! —replicó, burlándose de mí, y me lanzó un billete de diez dólares a mi regazo. —Es para comida, sé que se supone que debo de llevarte a casa para que hagas lo que se supone que haces antes de trabajar, pero quiero irme a casa de Andy. —Estás bromeando, ¿verdad? Suspiró. — Kate, lamento que tú no te puedas ir también ¿está bien? Sólo ve y consigue algo de comer y luego aparece en tu hora regular. Papá me hizo hacer volantes para la fiesta pero no hice tantos como él quería, así que probablemente los habrá entregado todos. Así al menos no tendrás que preocuparte por eso. —Me dio una de sus sonrisas tipo ―¿no soy genial?‖, y salió del parqueadero. —Eso es verdaderamente amable de tu parte —suspiré pesadamente, saliendo del auto. Deseé poder huir como Todd. —¡Hey! —dijo, y volteé a mirarlo —¿Qué? —Dile a papá que voy donde Andy, ¿podrías? Olvide mencionártelo antes. Lo miré mal, porque los dos sabíamos que no lo había olvidado, sólo no quería lidiar con papá cuando se alterara. Ninguno de nosotros quería. Y, seguro, cuando llegue a la cabina después de pasear por la esquina de comidas, lo primero que papá dijo fue —¿Dónde está Todd? Tome un gran aliento. —Se ha ido a ver a Andy. —¿Cuándo? Espera, ¿ahora? 28


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Asentí. —¿Por lo menos limpió la casa mientras te alistabas para trabajar como dijo que lo haría? Todd ni siquiera me había mencionado. No era que eso fuera una sorpresa. —Él no... —Empecé a decir, pero papá me estaba mirando con esa expresión falsa de felicidad que ponía cuando estaba alterado, así que simplemente dije— él ni hizo ninguna limpieza mientras yo estaba con él. —Oh. Bueno eso es... —papá suspiró, todavía sonriendo con su sonrisa falsa. Luego se puso algo más brillante, un poco más real—. Hey, tengo una idea. ¿Qué tal si te llevo a casa realmente rápido ahora? Entonces tú podrías limpiar y luego que tu madre te traiga de regreso hasta el cierre cuando llegue a casa. Oh, no. No. No. No. Papá no me va a dejar arreglando la casa para su estúpida fiesta. Agarré algunas de las muestras gratis que tenía puestas para la fiesta Perfect You, magníficos chicos y vitaminas masticables de chocolate, y salí caminando hacia el pasillo principal del centro comercial. Papá no me llamó ni nada, por supuesto. Él haría cualquier cosa por evitar una discusión, simplemente sonríe esa estúpida sonrisa falsa cuando está alterado, y actúa como si todo está bien. Cuando mamá se enojó por su plan de renunciar a su trabajo para vender Perfect You, papá fingió su sonrisa por días hasta que ella aceptó. Aún así, no puedo creer que quisiera que fuera a la casa y la limpiara. Era su fiesta, no mía, así como toda esta cosa de Perfect You, se supone que sea su trabajo de ensueño no mi forzado empleo de después de clases. Desde luego, evitar las cosas que no quiere hacer es la especialidad de papá. Cuando no le gustaba algo o no quería hacerlo, simplemente no lo hacía y si tú te molestabas, él sonreía y decía que lo sentía y aún así no lo hacia. Suspiré, completamente frustrada y volteé una esquina hacia la parte principal del centro comercial. Mientras lo hacía, sentí algo chocar contra mi pierna. Bajé la mirada y vi que era un niño pequeño. Estaba mirándome, con la boca abierta, claramente listo para gritar, llorar, o ambas.

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Luego vio las pastillas de chocolate en mi mano y gritó: —¿Es dulce? Yo quiero. —Derek, por favor, espera un momento —dijo una mujer, caminando rápidamente hacia mí, aunque su paso fuese lento debido al peso de sus bolsas de compras. Esperé a que le dijera algo más al niño (como ―por favor, no grites‖) pero en cambio me miró, y a las pastillas de chocolate, y sus ojos se iluminaron cuando dije: —¿Le gustaría una muestra gratis? —Sí —dijo, mientras Derek trataba de agarrar una de las bolsas de mi mano, gritando como si no hubiese otro—Pero sólo una, no me gusta que Derek coma mucho dulce. —De hecho, es vitamina para niños. —Oh. Entonces es saludable —dijo la mujer, brillando de emoción— ¿Podemos llevarnos toda la bolsa? —Seguro, pero sólo hay una vitamina en ella —dije, un poco desconcertada por ella y Derek, pero abrí la bolsa y le di la pastilla a Derek antes de pasársela a ella. Derek la recibió con alegría, había parado de gritar y ahora estaba sonriendo con su boca llena de la vitamina Perfect You. Es la cosa más cercana a un milagro que yo he visto. La mamá de Derek claramente lo pensaba también porque dijo: —¿Qué hay en estos? —justo cuando Will, entre todas las personas, pasaba por una de las puertas de los pasillos del centro comercial, y Derek terminaba de masticar, tragaba, y me hacía señas para que me acercara a él. Distraída por ver a Will, lo hice, y Derek gritó: —¡Más! —lanzando pastillas de chocolate en mi rostro. —¡Hey! Kate, ¿Qué pasa? —dijo Will, tenía puesto un uniforme de Sports Shack que decía ―mi nombre es aprendiz‖. Genial. Simplemente genial. Claro que vería a Will en este momento. Al menos él no sabía dónde trabajo. Me levanté y limpié mi cara con la mano, mirándolo mal. —Vete —le dije mientras Derek gritaba. 30


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—Quiero más dulce ahora. —¿Está tu tienda cerca? —preguntó la madre de Derek, como si su engendro del infierno no estuviera gritando a toda capacidad—Oh. Espera ¿Es esta bolsa cierto? ¿Son estas hechas por Perfect You? ¿No son ellos los que lanzan esos horribles infomerciales? —Nunca he visto uno —dije, lo que era técnicamente cierto, porque dejaba el cuarto cada vez que papá empezaba a ver uno. —Espera. ¿Tú trabajas en la tienda de Perfect You? —Dijo Will, y por la mirada de su rostro pude ver que él ya sabía todo sobre el tipo de las vitaminas que se vestía como abeja. Y quien se mantenía cerca de Sports Shack, tratando de entregar muestras gratis hasta que el administrador lo hacía irse. —Lo hago —dije, esperando no sonar tan humillada como me sentía, y le di la mirada que decía ―vete y muérete‖, justo cuando Derek gritaba: —¡Más! —una vez más ante de ponerse a llorar. —Tu mami puede comprarte muchos más si quieres —le dije. Sabía que era una cosa completamente manipulativa para decir. Pero necesitábamos la venta, y además el chico me escupió. —Mami —dijo Derek con voz quebradiza. Y su madre dijo: —Está bien compraremos algunas —lanzándome una mirada para que me fuese. Mientras los guiaba hacia la cabina, poniendo cuidado tanto por Derek como por las bolsas de compras de su madre. Will dijo. —¿Más tarde Kate? —y escuché la risa en su voz. No sabía si se reía de mí o de la situación en la que me había visto. Conociéndolo, probablemente de ambas. Lo miré mal sobre mi hombro de nuevo, él saludó. Idiota. —Lamento haber ahuyentado el chico —dijo la madre de Derek mientras empacaba la caja de pastillas que compró—Se veía delicioso. Ewww... no es algo que alguien quiera oír de alguien tan viejo, especialmente cuando mi padre estaba cerca y podría decir cosas como... 31


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—¿Quién se ve delicioso? —Nadie —dije antes de que alguien pudiese agregar otra palabra— Simplemente me encontré con alguien que conozco del colegio —le entregué a la mamá de Derek su bolsa de Perfect You y el recibo de tarjeta de crédito y traté de no mirarla mal mientras le decía:—Tenga un buen día. —Entonces... este chico delicioso —dijo papá tan pronto que ella se fue—¿lo conozco? ¿Es un atleta? —Papá, por favor no digas ―delicioso‖ de esa forma. ¿Y a quién le importa si es deportista o no? —Perfect You dice que patrocinar un deportista local es una manera genial de conseguir atención. Increíble. No que quisiera amorosa, pero ¿tenía todo atleta. Corre triatlones y profesional, estoy segura anuncios de Perfect You.

que papá se interesara en mi no existente vida que ser acerca de Perfect you? —Sí, papá, es un escala montañas y es una escultor de hielo de que le encantaría hacerlo todo cubierto de

Me dio una brillante sonrisa falsa y no dijo nada. ¿Por qué no podía simplemente enojarse como una persona normal? ¿Por qué? Me forcé a respirar profundamente — Mira, así está la cosa, me encontré con alguien que conozco de la escuela y se enteró de que trabajo aquí y... bien, voy a recibir tanta mierda en la escuela mañana que debería simplemente renunciar ahora. —¿Por qué a alguien le importaría que trabajes aquí? —Porque trabajo vendiendo vitaminas demasiado costosas con un sujeto que se viste con disfraces locos. Oh. Y el tipo en cuestión resulta que es mi padre. ¿Puedes ver como eso podría causar problemas papá? Se volteó por un momento, fastidiando con una exhibición que él acomodó. Cuando miró de regreso, todavía estaba sonriendo, una gran sonrisa falsa, y cuando habló, estaba claro que estaba pretendiendo que nuestra conversación no había ocurrido. —Me voy a casa para alistarme pera la fiesta ahora. Haré que mamá te recoja cuando el centro comercial cierre. —Papá... —Besó mi mejilla y caminó lejos antes de que pudiera decir nada más. 32


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A diferencia de él, no tenía la opción de alejarme, y tenía que quedarme en la cabina toda la noche. Eso me enojó, pero luego pensé cómo de alterado estaba papá y me sentí algo culpable, lo que me enojó de nuevo porque yo no había hecho nada malo. Él era el quería que lo hiciera todo para su estúpida fiesta y, encima de todo, tenía que preocuparme sobre lo que Will le va a decir a la gente. Estaba completamente deprimida para el cierre, pero luego llegó mamá mientras cerraba la registradora. —¡Hey! —dije contenta de verla. —Hola Kate —se veía exhausta y se me hicieron nudos en el estomago. —¿Papá todavía está teniendo su fiesta? —No —su voz estaba áspera descontenta. Esto no podía ser bueno. —¿Qué pasó? Me dijo toda la historia de camino a casa. Doce personas se aparecieron en la fiesta. Diez de ellos eran del viejo trabajo de papá, y los otros dos eran una pareja con la que habló en el centro comercial. La pareja llegó tarde y empezó a tratar de interesar a las personas en tiempos—compartidos. Mamá había amenazado con llamar a la policía antes de que ellos se fueran. —Lo bueno es que tu padre sí vendió algunas cosas después de que ellos se fueran —dijo ella, pero seguro no sonaba como si pensara que fuera buenas noticias. —¿Por qué no le dices que renuncie a esta mierda de Perfect You y se consiga un trabajo de verdad, de nuevo? Suspiró. — Kate, este es el sueño de tu papá. —¿Y? —Y significa algo para él. —Bueno, entonces nunca voy a volver al colegio, ¿por qué? Porque es mi sueño.

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—Kate Louise Brown, no te atrevas a volver a hablarme así —a diferencia de papá, mamá no tenía ningún problema con enojarse y gritar—, tienes dieciséis años y no tienes la más mínima idea de cómo es ser adulto y tener que lidiar con cosas de adultos. Correcto, sólo tenía que lidiar con un padre que prefería vender vitaminas y jugar videojuegos que hacer cualquier otra cosa. Sólo tenía que lidiar con que mi mejor amiga actúe como si yo no existiera. Sólo tenía que lidiar con que mi vida se desmorone. Y encima de todo, mañana tendré que lidiar con que Will, y probablemente todo el mundo, sepa que trabajo para el sujeto loco de las vitaminas. Me gustaría ver cómo un adulto lidia con todos mis problemas.

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Capítulo 7 Traducido por roro_05 Corregido por Ellie

M Mi

mundo se terminó a las 7:23 a.m., cuando me di cuenta de que algo

mucho peor que Will había sucedido. Yo había llegado a la escuela, y mientras caminaba dentro, escuché retazos de conversaciones, cosas como ―¿Perfect You? ¿No es como eso que se vende en los infomerciales?‖ y ―No, lo vende también. Toda su familia lo hace‖. Will, idiota, pensé con rabia en silencio y entonces, justo antes de llegar a mi casillero, oí a alguien decir: —Diane Mullins dijo que su mamá dijo que era lo más patético que jamás había visto. Es decir, el tipo invitó a la gente con la que solía trabajar a su casa, trató de vender cosas, y luego había gente totalmente aleatoria que se presentaba y trataba de vender cosas también. Sí, eso es correcto. Diane Mullins, la nueva mejor amiga de Anna, se enteró de mi padre y sus vitaminas. Y su llamada fiesta. Y luego le dijo a la gente. No me refiero a yo fuera lo único acerca de lo cual todas las personas estaban hablando. Después de todo, yo seguía siendo sólo yo, y las noticias de que el padre de una estudiante de segundo año vende basura de vitaminas de infomerciales era divertido, pero el chisme no era enorme. De hecho, yo estaba bastante segura de que la única razón de que la gente estaba hablando de eso se debía a que de alguna manera involucraba a Diane, que era mucho más popular que yo. Aunque eso no significaba que no apestaba igualmente. Pasé a través del primer período mirando fijamente mi escritorio todo el tiempo, pero al instante en que sonó la campana, Jennifer T. me arrinconó. —¿Es cierto que Diane Mullins estuvo en tu casa anoche? —preguntó ella.

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—¿Qué? No. —La rodeé para salir de la sala pero, por supuesto, ella me siguió. —Oh. Porque oí que ella y su madre llegaron a una fiesta de tu padre hizo porque había perdido su trabajo, sólo que no era una fiesta, y trató de vender vitaminas de infomerciales. —Él renunció a su trabajo, Jennifer. Sus ojos se abrieron. —¿Entonces de verdad está vendiendo vitaminas de infomerciales? ¿Y en tu casa? —Sí. Tenemos también un burdel en nuestro garaje. ¿Estás buscando trabajo? —Dios, sólo estaba preguntando. No tienes que ser una perra al respecto. —Correcto, qué estúpida yo —dije, y me marché. Luego las cosas empeoraron, porque vi a Anna. Iba caminando con Diane, y Diane, cuando me vio, se echó a reír, y Anna... Anna también se rió. Se reía de mí. Debería haber estado furiosa, y una parte de mí lo estaba... una parte de mí realmente la odiaba entonces, pero después de que ella pasara caminando a mi lado, me quedé allí, tratando de no llorar. No lo hice, aunque quería, y de alguna manera sobreviví a través de mis próximas clases. Me escondí en la oficina de orientación a mirar folletos de universidad durante el almuerzo, sin embargo, deseando un descanso de la rutina de actuación de que yo estaba bien. Naturalmente, eso significa que cuando sonó la campana y salí al pasillo, Will estaba allí. —Ahí estás —dijo, como si me hubiera estado buscando—. Oí que habías salido corriendo a llorar al baño. Apreté los dientes. —Bueno, ahora que estás aquí, podría hacerlo. Él sonrió. —Yo sabía que eras demasiado fuerte como para ocultarte en el baño, y mucho menos para llorar. —Correcto. 36


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Su sonrisa se desvaneció. —¿Qué? Yo sólo estaba diciendo... —Mira, ¿qué quieres? Sí, yo trabajo para el loco de las vitaminas en el centro comercial. Sí, como estoy segura de que ya has averiguado, también resulta ser mi padre. Sí, al parecer, la madre de Diane estuvo en mi casa, y estoy segura de que ella sufrió mucho, pero ¿sabes qué? Yo no me siento mal por ella ahora. —Supuse que tu corazón no se rompería por eso —dijo—. Y creo que se necesita una cierta cantidad de coraje para usar un traje de abeja. —Caramba, gracias. Ahora me siento mucho mejor. ¿No tienes una chica que encontrar y manosear antes del comienzo de clase o algo así? —Mónica y yo dejamos de salir la semana pasada. Voy a tratar de no tomarlo como algo personal el que no te hayas dado cuenta. —¿Quién puede seguir el ritmo de tus citas? —Es bueno saber que lo estás intentando —dijo, sonriendo otra vez, y luego se dirigió por el pasillo.

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Capítulo 8 Traducido por Aranchaquemame Corregido por Kanon ♪♫♪

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El sábado por la noche, papá me dijo que me necesitaba trabajando en el centro comercial el domingo. —¿Por qué? —dije—. Se supone que no trabajo los fines de semana, ¿recuerdas? Estaba sentada en el salón, tratando de averiguar lo que le estaba pasando a mi mamá, que estaba sentada en la mesa de la cocina, mirando fijamente hacia la nada. Había estado colgando y descolgando el teléfono todo el día, siempre cogiendo las llamadas en su habitación, y estaba enfadada, como si hubiera estado tratando de resolver un problema del cual ya sabía la solución, y no le agradaba. —Es importante. —dijo papá, mamá me miró y luego a papá, mientras lo miraba fijamente se levantó y dijo:—Me voy a la cama. —¿Kate, puedes esperar un segundo? —dijo papá. —Claro. —Le miré irse detrás de ella, y cuando volvió unos minutos después estaba sonriendo, con esa gran sonrisa falsa otra vez. —Entonces, ¿puedes trabajar mañana? —¿Mamá está bien? —Ella está bien, sólo un poco cansada —dijo, y su sonrisa falsa cambió a algo parecido a una mueca por un momento—. Sé que no has trabajado los fines de semana antes, pero realmente me ayudaría si lo hicieses. Tengo algo grande planeado. No me gustó como sonaba eso. —¿Como qué?

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—Voy a dar una sesión de información en la biblioteca. —Él me sonrió, una verdadera sonrisa de felicidad—. ¿No es fantástico? —¿La biblioteca va a dejarte vender cosas? —Bueno... no —dijo—. Pero, mira, voy a ofrecer todos nuestros productos afuera después, en el estacionamiento de enfrente. Lo comprobé y está bien. ¿Su gran plan era vender vitaminas en un estacionamiento? ¿Cómo no pudo ver el lo estúpido que era eso? Resistí el impulso de hablar hasta haberme calmado, y después dije: —¿Qué hay de mis deberes? Ya había hecho la mayoría, no tener vida social te deja mucho tiempo para hacer los deberes, pero no quería renunciar al domingo para que papá pudiera salir al estacionamiento de la librería a tratar de vender vitaminas. Quiero decir, mi vida ya había caído bastante bajo ya. —Oh. —La sonrisa de papá se volvió falsa otra vez, la expresión de sus ojos cambió de feliz a triste—. No había pensado en eso. Lo siento, Kate. Lo haré en otro momento. —Papá, es solo que… —Lo entiendo —él lloriqueó—. Pienso que a lo mejor me iré a dar un paseo. Papá nunca se iba a dar un paseo a no ser que estuviese tan triste que no pudiese quedarse en casa y seguir actuando como si todo estuviese bien. La última vez que lo había hecho fue cuando la abuela vino de visita. —Lo haré —dije, odiándome a mi misma por haberle puesto ya tan triste como la abuela lo puso, y odiándolo a él por su estúpido plan y su obsesivo amor por las vitaminas Perfect You. —¿De verdad? Asentí, y él parecía tan feliz que yo casi no sentí haber decidido ayudarle. —Eres una niña asombrosa, ¿lo sabías? Gracias por creer en mí. Realmente significa mucho. Dejé la habitación antes de que él pudiese decir algo más, porque no era asombrosa, y no creía en él. Sólo odiaba cuando se ponía triste. 39


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Pensé que los domingos en el centro comercial serían más ajetreados, pero el trabajo era lento, como siempre, a pesar de que el centro comercial estaba lleno. Pasé la mayor parte del día apilando botellas de vitaminas en pequeñas pirámides en la parte superior de nuestra vitrina, aburrida y tratando de no ser vista por cualquier persona que conociera. Funcionó la mayor parte del tiempo, aunque en la tarde vino Jennifer S. Estaba sola y parecía frustrada. —Hola —me dijo.—Estoy tratando de buscar un regalo de cumpleaños para mi hermana. ¿Qué tienes para una niña de 10 años que piensa que lo sabe todo? —Un letrero que diga ―La escuela secundaria te destruirá‖. Ella se rió. —Fue realmente fastidiosa ¿no? Odio el séptimo curso. —Yo también. —Anna y yo habíamos pasado horas en el teléfono, quejándonos sobre todo. Hasta este año, estaba segura de que nunca tendría uno peor. —Debe de ser agradable trabajar sola. Sin un jefe alrededor. —Bueno, es estar sentada en el centro comercial tratando de vender mierda infomercial, pero sí, mi papá no está aquí hoy. Mi voz sonó muy malintencionada, ella no parecía estar riéndose de mí, pero no quería volver a la conversación de sí—mi—padre—es—un—loco otra vez. —Claro. Supongo que será mejor que te deje volver al trabajo, entones —dijo con voz tensa y se fue. Pensé en llamarla, pero ¿qué le diría después de decirle que lo siento? No tenía ni idea. Además, si decía algo, ¿qué pasa si es la cosa equivocada y se enfadaba? Además, nunca me sentí como si pudiera ser yo mismo con ella o con otra de las Jennifers. Ninguna era Anna, e incluso si me hiciera mejor amiga con alguien, no sería lo mismo. No habría tratado de aprender cómo hacer skateboard con ella, y ella no habría sido la primera persona con la que salí un fin de semana sin mis padres. Todavía me acuerdo de lo guay que fue

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sentir a los 13 años, un ticket adulto en el cine con mi mejor amiga un viernes por la noche. Me quedé mirando la caja. ¿Cómo fue tan fácil para Anna olvidar todo eso? ¿Cómo pudo ella olvidar todo sobre mí? A lo mejor no lo había olvidado, porque cuando levanté la cabeza, ella me estaba mirando. Pensé que estaba imaginando cosas, pero no. Anna estaba allí, realmente allí, de pie en la esquina de nuestra tienda en el centro comercial. Yo contuve la respiración, esperanzada, pero ella se dio la vuelta, como si se fuera a ir. Una ola de furia y tristeza se apoderó de mí. ¿Por qué todavía me importaba ella? ¿Por qué ella no me echaba de menos como yo a ella? Y entonces Sam y Will aparecieron detrás de ella, y ella se volvió hacia mí. Mientras los tres caminaban en mi dirección, sentí mi corazón acelerarse, pero Anna se paró delante del escaparate de una tienda justo dentro de nuestra sección en el centro comercial, mirando fijamente adentro. Sam paró con ella, envolviendo sus brazos alrededor de ella. Will fue el único que vino a la cabina. Seguía llevando una etiqueta donde decía que su nombre era el aprendiz, y dio un toque con sus dedos a la cima de la caja, mirando dentro. —¿Así que, tú tomas algo de todo esto? —Sí. Todo ello. Para de manchar el cristal. —Detrás de él, Anna estaba todavía mirando la ventana. —Wow, qué arte de vender. No me extraña que tengas una cola tan larga de clientes. —Will, ¿qué quieres? Sam le dijo algo a Anna y ella se rió, dándose la vuelta en sus brazos para un beso y luego quitar un mechón de pelo de su frente. Pensé en todas las veces que me describió qué haría si ella tuviese la oportunidad de besarle. ¿Qué se siente que un sueño se vuelva realidad? Yo creo que debe ser la cosa más maravillosa en el mundo. —Solo pasaba a decir ―hola‖ a un colega esclavo del trabajo.

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—De acuerdo, eso es la razón por la que estás aquí todo el tiempo hablando conmigo. Oh, espera... —Deberías haberme dicho que te sentías abandonada. Habría venido antes. Al segundo que fui contratado, incluso. —Cállate, Will. —Anna y Sam se fueron de la ventana de la tienda, andando hacia la cabina. Hacia mí. El tiempo parecía hacerse más lento a medida que ellos se acercaban, vi a Sam mirándome y luego mirando a Will, después miró hacia otro lado. Anna no me miró para nada. Ella caminó directamente hacia mí como si no estuviese allí. La miré mientras pasaba, furiosa, pero también deseando que se hubiese dado la vuelta, aunque sólo fuese por un segundo. Sin embargo, ella no se dio la vuelta, Will dio un golpe en la caja otra vez. Cuando lo miré, él estaba inclinado un poco, mirándome. — Kate, ¿acaso te gusto? —dijo—¿lo suficiente como para no atropellarme si estuviera casi muerto en el medio de la calle? Por un segundo pensé que hablaba en serio, porque me miraba tan intensamente, como si realmente quisiese saber, pero entonces una chica que pasaba por allí dijo: —Hola, Will —y él se dio la vuelta y la saludó. Sí, yo lo mantenía despierto por las noches. —Por favor. Si tú estuvieras medio muerto en medio de la calle, claro que pararía. Y entonces te vería morir. —Kate… —dijo, pero no alcancé a oír lo que él fuese a decir porque una mujer vino a la cabina y dijo: —Necesito ayuda. Comencé a hablar sobre las vitaminas, gimoteando sobre estos que yo había puesto en el contador, con cuidado de no mirar a Will. Aún así, noté cuando se fue. —Mira —dijo la señora, interrumpiéndome—Sólo quiero saber dónde están los baños. —Oh. Sección C, al final del pasillo.

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No volví a ver a Anna, pero me preguntaba qué estaba haciendo. Me preguntaba por qué me había mirado por ese breve segundo, y deseaba que significara algo, aunque sabía que no era así. Tampoco vi a Will, pero no pensé en él para nada. Bueno, a lo mejor pensé en él un poco, pero sólo unos pocos segundos. Diez minutos, como mucho. Mamá me estaba esperando afuera cuando el centro comercial cerró. Ella no se veía feliz. —¿Como estuvo el trabajo? —preguntó. —Lento. ¿Cómo estuvo la cosa de la biblioteca de papá? —No lo sé. No le he visto, le dejé una nota diciendo que venía a recogerte y he estado conduciendo un rato. —Su voz era entrecortada, y sus manos estaban anudadas juntas—. Kate, ¿te acuerdas de tu padre diciendo que se suponía que iba a recibir un último cheque para todo el tiempo de vacaciones? Oh no. esto no puede ser bueno. —Más o menos. ¿Qué pasa? —Nada. Llegó ayer, sólo que él pensó que tenía más vacaciones de las que realmente eran, así que el cheque es… más pequeño. —¿Cuánto más pequeño? Ella se encogió de hombros. —Mucho más pequeño. He estado hablando con tu abuela y… bueno, ella se ha ofrecido a venir a ayudar. —¿La abuela? ¿De verdad? —―abuela‖ y ―ayuda‖ no suelen ir en la misma frase. A no ser que fuese ―¡ayuda, la abuela me está volviendo loca!‖ —¿Es por eso que estabas tan mal anoche? Ella asintió. —¿Se puso loca cuando le dijiste que no? Mamá me miró, y supe exactamente por qué había estado mal la otra noche.

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—Tú dijiste le dijiste que sí —dije, incrédula. ¿Le había dicho a la abuela que podía venir a visitarnos? Ella asintió. —¿Cuánto se va a quedar? —No lo sé. —¿Una semana? ¿Dos meses? ¿Cinco años? Vamos, tú deberías tener una idea de cuánto se va a quedar… —Kate, para —dijo ella, con su voz aguda—. Esto no fue fácil para mí, pero era la única opción que tenía. La miré hasta que ella miró hacia otro lado. ¿La abuela era su única opción? ¿La abuela iba a ayudarnos? Era oficial. Absolutamente, no había ninguna forma en que mi vida pudiese ser peor.

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Capítulo 9 Traducido por Amanecer Corregido por Kanon♪♫♪

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Me escondí en mi cuarto toda la noche, dejándolo sólo para hacerme un bocadillo. Terminé tirando la mitad, porque papá y mamá estaban sentados en la sala de estar viendo la televisión. Sé que no parece tan malo, pero confía en mí, era como ver un accidente de coche. Mamá se había acurrucado en el sofá, su expresión era una extraña mezcla de tristeza y rabia, y papá estaba sentado en el sillón, sonriendo fijamente a la pantalla de la televisión, aunque yo sabía que no tenía idea de lo que estaba viendo. Cada uno de ellos me preguntó cómo estaba, y ambas voces eran intensas, la de mamá estaba llena de frustración y la de papá con falsa alegría, y yo no quería estar cerca de ninguno de ellos. Cuando fui a lavarme los dientes antes de acostarme, Todd estaba en el cuarto de baño con un gorro de ducha plástico en la cabeza, contemplando una caja en el fregadero. —¿Cuándo llegaste a casa? —Hace poco —dijo. —¿Quiero saber qué pasó con tu pelo? —dije, y saqué mi cepillo de dientes—. Y, hey, ¿te enteraste de la abuela? —¿La abuela? —Todd me miró—. ¿Qué pasa?... ¡Oh, mierda!, ¿es por eso que mamá y papá actuaban tan extraño cuando entré? No importa, por supuesto que lo era. ¿Qué ha hecho ahora? —Shh —susurré en voz baja, señalando hacia la sala de estar todavía demasiado tranquila, y cerré la puerta del baño, encendí el ventilador para que el olor de la cabeza de Todd no me matara—. Ella viene de visita. Mamá

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no me quiso decir por cuánto tiempo. Ella sólo dijo que la abuela le echará una mano, signifique lo que signifique. —¿Cuándo? —No sé. Pronto. Supongo que tendrás que dejar tu habitación para ella, como siempre. Hizo una mueca. —Estupendo —Sí —dije, y ambos suspiramos. —Entonces, ¿qué pasó? —Dije, señalando a su cabello. —Fui a una fiesta, y conocí a una chica que es una peluquera, nos pusimos a hablar, y ella me dijo que me vería muy bien con el pelo rojo… —¡Ah! Déjame ver —dije, y alcancé la gorra. —De ninguna manera —dijo él, bloqueando mi brazo—. De todos modos, ella me dijo que después yo podría deshacerme del color quitándolo o algo. Lo que sea que está en esta caja. —Él lo señaló, y miré la imagen de una mujer muy rubia y comencé a reírme. —¿Tu pelo se va a parecer a esto? Porque wow, te dará un aspecto realmente encantador en ti. —Cállate, abuela. —¡No sueno como ella! —Claro que no. —¡No! —Está bien. Abuela. Le di un codazo, y él gruñó, con el ceño fruncido mirando su pelo cubierto de plástico en el espejo. —Así que, mamá y papá… —Actúan raro desde ayer —le dije. —¿Cómo estuvo la fiesta de papá? —¿Cómo crees? 46


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—¿Eso significa mal? —dijo. Me lavé, y luego escupí. —Peor. Algunas de las personas con las que él solía trabajar realmente aparecieron, y uno de ellos… —Tiene un chico que va contigo a la escuela Yo asentí. —¿Es grave? ¿Señalan y se ríen? —No soy lo suficientemente popular como para eso. Sólo algunas risas. — Pensé en Diane riéndose de mí, y en cómo Anna también reía, y sentí que mis ojos ardían. Parpadeé fuerte, enjuagué mi cepillo de dientes y lo guardé—. ¿Hey, qué mal crees que están las cosas económicamente? Todd empujó su gorra de plástico, con el ceño fruncido. —Digámoslo de esta manera: La abuela va a venir para ayudar. Me reí, pero sólo para no llorar. Todd debe haber visto eso, porque me tocó el hombro, en lugar de empujarme, y me dijo: —Mira, me tengo que lavar la cabeza. Este material está empezando a arder. Volví a mi habitación. Cuando me metí en la cama, apenas podía escuchar la televisión en la sala de estar. Escuché por un tiempo, pero nunca escuchando más que un murmullo. Mamá y papá aún no se hablaban. Cuando me desperté, mamá ya se había ido a trabajar y papá había dejado una nota diciendo que se había ido al centro comercial temprano y que Todd me llevaría a la escuela. Desperté a Todd. —Tu cabello está bien. —Vete —murmuró, y tiró de las sabanas encima de su cabeza. Tiré de ellas. —Necesito que me lleves a la escuela. Las tiró de nuevo. —Toma el autobús. —No puedo tomar el autobús. Nadie toma el autobús. Es como llevar un letrero que dice: ―Soy un perdedor‖. —Estoy seguro de que tú no necesitas un letrero. Le dí un codazo en el costado. —Le diré a mamá. 47


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Se incorporó, frotándose los ojos y luego me fulminó con la mirada. —Eres fastidiosa. —Tú también. Ahora hazme el favor de llevarme a la escuela Lo hizo, pero conducía muy despacio, y acabé llegando tarde, lo que significaba que tenía que ir a la oficina principal y obtener un pase de tardanza. La secretaria en el contador delantero preguntó mi nombre, me miraba sin comprender cuando lo dije, y luego me dijo que me sentara y esperara. Unos minutos después, Anna entró con una pila de papeles. —Formularios de permiso para los regionales —le dijo a la secretaria—. La Sra. Walters dijo que tenía que traerlos aquí. —Gracias, Anna —dijo la secretaria. El año pasado, ella no habría sabido quién era Anna. —¿Puede darme un pase de tardanza para la clase? La Sra. Walters olvidó darme uno. —Claro, sólo espera un segundo. Por supuesto, Anna obtendrá su pase en seguida y sin tardanza. Ella no iba hasta a tener que esperar. Era el poder de ser alguien. Incluso los adultos que supuestamente dirigen la escuela no eran inmunes a ella. —Gracias —dijo Anna, y miró alrededor de la oficina. Cuando me vio, se congeló por un segundo y luego se alejó, mirando atrás hacia el mostrador. Me quedé mirando el suelo y deseé que su cabeza explotara. Desee que ella me dijera algo. Cuando la secretaria finalmente terminó de llenar el pase de Anna y se lo dio, tuve que recordarle que yo estaba allí. Y le dije mi nombre otra vez. Pasé a Anna en los pasillos más tarde, y ella no me vio en absoluto. Pensé en esto el resto del día, cómo Anna podía verme y darse la vuelta lejos, lo peor, no verme en absoluto, y cómo, a pesar de ello, todavía deseaba que fuésemos amigas. Sabía que debía estar enfadada y firme o lo que sea, pero yo la echaba de menos. Y peor que no me viera en absoluto, o que me viera y se diera la vuelta lejos, era que ella no estuviera en mi vida en absoluto. Que ella no sintiera más nada. 48


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Yo seguía pensando en eso cuando llegué a casa del trabajo y traté de hacer mi tarea, a pesar de que mañana era un día de trabajo docente. Los días de trabajo docente significan un día de descanso. Ellos solían significar diversión. Anna y yo pasábamos todo el día en mi casa o en la de ella, comiendo helado y viendo películas, o planificando nuestro futuro en Nueva York. Anna iba a ser una cantante famosa y yo iba a ser su asistente, yendo con ella a las fotografías y grabando vídeos y yendo a fiestas fabulosas. La última jornada de trabajo docente, me había sentado a ver la televisión y a discutir sobre el control remoto con Todd. Y mañana me tendría que ir a trabajar. Yo casi deseaba tener que ir a la escuela en lugar de ir. Renuncié a mi tarea y aparté mis libros, lanzando el lápiz en la parte superior de ellos. ¿Por qué tengo que aprender más de lo que siempre quise saber acerca de la geometría, pero nunca me enseñan cosas importantes, como qué hacer cuando tu mejor amiga decide actuar como si nunca te conociera en absoluto? O ¿por qué no había aprendido la manera de dejar de tener bloqueado—en— una—clase fantasías sobre un tipo que, cuando yo conocí el año pasado, me escuchó decir que era lindo y luego se acercó a mí y me dijo que lamentablemente, no era su tipo, pero, que si por cierto, no tenían yo una pluma que él podría tomar prestada? Sí, eso realmente sucedió. La primera semana de noveno grado, cometí el error de asentir cuando algunos chicos altos me preguntaron si yo pensaba que Will era lindo. Desde entonces me he dicho a mí misma que sólo asentí con la cabeza porque yo era una estúpida, estudiante de primer año con miedo, pero que no es totalmente cierto, y eso es lo que hace que la historia sea tan humillante. Porque, por supuesto, tan pronto como había admitido que era lindo, Will apareció, con la cara roja diciendo que gracias, pero que yo no era su tipo, y si podría pedir prestado un bolígrafo mío. Y REALMENTE LE DI UNO. Esa es la peor parte. A pesar de lo que dijo, le di un bolígrafo. Yo estaba tan enojada con él. Y conmigo, por ser tan estúpida, lo que probablemente explica por qué, cuando por fin me habló otra vez (exactamente tres días después), esto fue lo que sucedió: 49


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—Oye —dijo. —Devuélveme mi bolígrafo —le dije. —No tengo más —dijo. (Yo nunca le diría esto, pero era guay que él pretendiera no saber de qué hablaba yo). —¿Tú no lo tienes? ¿Por qué? ¿Te asustó cuando alguien te pidió su nombre? —¿Y qué? —¿Qué? —Dije, y luego inmediatamente lamenté no haber dicho algo más. Algo más inteligente. O al menos algo de más de una palabra. —¿Qué hice después de asustarme por tener que escribir mi nombre? ¿Con el bolígrafo? —Él sonrió. (Esto fue cuando vi por primera vez los hoyuelos.) —No sé lo que hiciste —espeté.—Yo no soy un burro analfabeto. Y me debes un bolígrafo. Él enrojeció, luego se rió. Me fui. Y más tarde, cuando yo decía a Anna todo, pensé en él dando un codazo a mí en una esquina y besándome cuando yo estaba en medio de un discurso mucho más inteligente sobre mi bolígrafo desaparecido. Así comenzó la locura. ¿Y de alguna manera aprender a calcular los ángulos de un triángulo es más importante que buscar la forma de lidiar con esto? Por favor.

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Capítulo 10 Traducido por maggiih Corregido por angeliitaw

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Nosotros

tuvimos una venta en el trabajo, eso no es normal. Papá

transportó una gran caja de vitaminas fuera del almacén y pegó un manuscrito de venta con un símbolo. —Yo no sé por qué no podemos atraer más clientes —dijo hace unas pocas horas atrás—. Realmente estoy sorprendido. No estuve sorprendida que la gente no quisiera comprar una caja de cartón de vitaminas etiquetada con un andrajoso signo hecho a mano, porque yo tengo dieciséis y soy racional, y él es mayor y deja su trabajo porque su escritorio se rompió. Todo el tiempo que estuve allá, solamente vendimos tres botellas, y dos de ellas eran a un tipo que argumentó sobre el precio conmigo y luego con papá hasta que él cayó y las vendió por la mitad porque estaban peladas atrás en una esquina. Todd, había pasado la mayoría del día libre, haciendo lo que haya hecho, y cuando debía haber estado trabajando, probablemente coqueteando, había vendido la otra botella y luego le pregunta a papá si él puede irse, papá le dice que sí, por supuesto, y yo caigo en la silla de nuestra caja registradora, deseando tener un auto y salir, o al menos permitirme conducir uno propio Cuando el centro comercial finalmente cerró, papa cogió la caja de ventas y la reorganizó, añadiendo botellas a partir de la inundación que recientemente había comenzado a almacenar en el pequeño armario de debajo de la caja registradora. —Las cosas están un poco apretadas aquí, ¿no? —dijo—Sabes, creo que voy a tomar algunos extras ahora, y una vez que tengamos un poco mas de dinero voy a alquilar más espacio para almacenar en el centro comercial.

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Y fue entonces cuando yo sabía exactamente por qué la abuela iba a venir. Ella tiene dinero, mucho dinero y las cosas realmente deben ser malas para que mamá lo tome en cuenta, porque durante el tiempo que yo puedo recordar, la abuela siempre soltó indirectas acerca de que mamá no vive de la forma que debería, y mamá siempre le dice, ―yo vivo como quiero‖, y luego ella sale de la habitación y la abuela sigue hablando. Miré hacia las vitaminas de papá y me di cuenta que se añadirán los gastos de todas las botellas que pude ver en el mostrador y en los estantes. Sí, era sin duda por qué la abuela iba a venir. —¿Quieres ayuda? —papá sacudió la cabeza. —Tengo un sistema ¿ves? Voy por el tipo de suplemento, no el nombre. —Está bien papá —él era tan extraño. —Voy a necesitar otra caja, sin embargo —dijo—¿Quieres ir a los contenedores de basura y encontrar una? —Claro —porque nada supera el trabajo en una tienda de vitaminas con su padre, excepto todos los que además al final tienen una visita a la basura. Los contenedores de basura están a las afueras de la sección del centro comercial, escondido detrás de una pared de ladrillos y el muelle de carga. La única manera de llegar a ellos es a través del corredor del centro comercial, un largo pasillo que serpenteaba detrás de cada tienda y estaba lleno de armarios como el de alquiler de papá. Cuando salí, un tío con una camiseta café estaba tirando la basura. Él asintió con la cabeza hacia mí. —Lugar de Vitamina, ¿verdad? —Bueno —dije con cautela, él no era hermoso ni nada por el estilo, pero era lindo en un estilo desalineado de alguien que vende café y probablemente toca la guitarra. —Tú trabajas en el lugar de café ¿no? —Sí. Oye, ¿puedes decirle a tu jefe que deje de hablar acerca de las vitaminas cuando está en la tienda? Mi jefe me odia, pero no quiero decir nada porque... —Se fue apagando y dejó caer dinero en un tarro de punta. —Si, voy a estar bien en eso. 52


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—Gracias —dijo, sin percatarse de mi sarcasmo. —Nos vemos en todo, supongo. —Genial —dije y agregué ―idiota‖ cuando volvió a entrar en el centro comercial. Entonces oí reír a alguien, no sabía de quién se trataba, pero Will se reía igual, además tenía una pequeña cicatriz por encima de su codo izquierdo. —Debe ser una convención —dije. —¿Yo ni siquiera puedo obtener un ―Hey Will‖ antes de que me empieces a insultarme? Él estaba de pie por el muelle de carga, apoyándose en una paleta de plástico envuelto en cajas de zapatos. —No, adiós. —Oye, espera —dijo y saltó desde el muelle de carga. Lo vi caminar hacia mí con algo de molestia porque era Will, y bueno, más molesta porque me gustaba verlo caminar hacia mí. —Mira esto, tengo una nueva etiqueta de nombre hoy. Él se la quitó y me la ofreció a mí para que la viera. Yo la miré. Decía ―Un. Chico.‖ Él sonrió. —Alguien en realidad me preguntó lo que significa el ―Un‖ —dijo, su mano rozando la mía cuando tomó la etiqueta de mi mano y la deslizó en su bolsillo—. Dije que era por Larry. Yo me reí y él me sonrió de nuevo con sus los hoyuelos. Fue lo más parecido a un momento agradable que había tenido con nadie en mucho tiempo. Y con un chico desde siempre. Así que, naturalmente, Will lo arruinó diciendo: —Entonces ¿cuál es el trato con tu papá? Tenemos un aviso en la parte de atrás diciendo que se supone que le avise al gerente de inmediato si entra. —¿Cómo? no lo sé —dije—¿se supone que te cuente de mi padre y sus locas aventuras de venta de vitaminas ahora? 53


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—Hey, yo solo... —Oh, yo no puedo esperar para escuchar esto —él me miró parpadeando. —Yo sólo estaba tratando de hablar contigo —en ese momento odiaba lo caliente que estaba y me odiaba a mí misma más por notarlo, por notarlo siempre, incluso ahora. —Seguro que sí. Porque hablaste tanto mientras lo escuchabas al chico del café quejándose de él. Oh, no, espera... tú sólo te reíste. —Para nada. Yo no... —¿Te burlas de mí? Por favor... Él me miró por un momento y luego dijo: —Mira Kate, lo siento... Por alguna extraña razón, eso me hizo enfurecer. Yo no quería su lástima. Yo estaba harta del centro comercial, de las vitaminas, de todo. Levanté una mano, ya sea para empujarlo o darle una bofetada, y él la atrapó, me atrapó. Me quedé helada, no es que ya no estuviera enojada, porque lo estaba. Sentí otras cosas también, cosas que ni siquiera tenían un nombre y me golpeó tan fuerte que no podía moverme. Él tampoco lo hizo, y mientras que nos miramos el uno al otro, repentinamente sentí un calor, un picor extraño, como un sonrojo, pero más fuerte, y yo supe que algo iba a suceder. Y luego lo hizo, me besó. Mi primer beso, con Will, era algo salido de un sueño. Excepto que estaba parada junto a un contenedor de basura, fuera del centro comercial. Y estaba con Will, quien había besado a casi todas las chicas en la escuela, y quien no quería que me gustara. — Idiota —le dije, tirándolo lejos y tratando de ignorar cómo me temblaba todo el cuerpo. Él me miraba como si nunca me hubiese visto antes. —¿Idiota? Tú acabas de meter tu lengua en mi garganta ¿y ahora me llamas así? —Yo no hice eso. 54


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—Sí lo hiciste. —No. —Sí —dijo, y luego se inclinó hacia mí. —No —y entonces… oh, ésta es la parte embarazosa: lo besé. No pude evitarlo, la expresión de su rostro era tan intensa y todo era tan intenso que tuve que hacerlo, no pude evitarlo. Y no quería evitarlo. Al menos no hasta que la puerta del centro comercial se abrió y oír a alguien decir: —Oh. Entonces tomé una caja y eché a correr como si estuviese siendo perseguida. Lo cual no era así. Will vendría detrás de mí, no es que yo lo quisiera ni nada por el estilo. Además, cuando llegué a casa, me olvidé de todo el asunto del beso, al menos por un tiempo, porque cuando yo y papá entramos, la abuela estaba allí.

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Capítulo 11 -C

Traducido por flochi Corregido por angeliitaw

—Cariño —dijo ella tan pronto la vi parada en nuestro vestíbulo delantero, y se apresuró por un brazo, pasando a papá como si no estuviera ahí. —Hola, abuela —dije, sintiéndome tan pequeña y sencilla como siempre lo hacía alrededor suyo. La abuela estaba cerca de los seis pies de altura, y había modelado cuando era más joven. Tenía fotos de sí misma por todas partes en su casa para demostrarlo, e incluso ahora, cuando estaba anciana, todavía tiene el tipo de cara que hace que la gente pare y la mire. —Debería llevarte a un salón adecuado para que obtengas cejas formadas — dijo ella—. Debe haber uno por aquí en algún lugar. Tienes mis cejas, querida, y deben estar domadas. —Madre, Kate no necesita hacer nada a sus cejas. —Mamá le dio a mi brazo un suave y tranquilizador apretón, dejándome desasirme de la abuela—. Además, ¿recuerdas lo que sucedió cuando quisiste obrar bien antes de mi fiesta de cumpleaños de dieciséis? La abuela suspiró. —No puedo creer que recuerdes eso, Sharon. —Madre, no saliste de la cama por una semana. Tuve que tener a la Sra. Glick en la puerta de al lado para que me llevara de vuelta a la escuela porque papi estaba en Suiza. La abuela ondeó una mano, como espantando las palabras de mamá, y mamá frunció el ceño antes de girarse a papá, que había esquivado a la abuela y tomado a mamá en sus brazos.

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— Ustedes muchachos, nadie necesita ver eso —dijo Todd, sujetándome con un codo mientras él caminaba detrás mío, su versión de un saludo—. Papá, llegué al último nivel de nuestro juego. ¿Quieres verlo? Papá quería, por supuesto, por lo que todos terminamos en la sala de estar, mamá, la abuela y yo sentadas sobre el sofá mientras papá y Todd se sentaban en el suelo explotando a chicos malo imaginarios. —Veo que todavía Steve tiene su pequeña afición —dijo la abuela a mamá, y por la enorme, fija, y falsa sonrisa en la cara de papá, podría decir que él estaba imaginando que todos en la pantalla eran la abuela. —Me ayuda a relajarme —dijo sin alejarse del juego—. Sharon, ¿hay sándwiches? —¿Rost bif o jamón? —dijo mamá, empezando a levantarse, pero la abuela puso una mano sobre sus rodilla. —Acabas de decir que querías sentarte y descansar, querida. Mamá se congeló, luego dijo: —Discúlpame, madre —dijo con su voz helada, y se levantó. Cuando ella había entrado en la cocina, la abuela me miró. —Luces cansada, cariño. ¿Tuviste un día largo? Largo y extraño. Pensé acerca de Will, y el beso, y sentí un pequeño escalofrío corres a través mío. —Algo así. Pero al menos no tengo que ir a la escuela. —¿Sin escuela? ¿Así que pasaste el día con tus amigos? —me sonrió—. ¿Qué compraste? La abuela tenía amigos, o al menos decía que los tenía, y sólo alguna vez hizo alguna cosa con ellos: comprar. Cada armario en su casa estaba lleno de ropa y zapatos y bolsos, todo coordinado por color y número de acuerdo a algún sistema que ella había establecido. Mamá una vez me dijo que su primer recuerdo era de ella sentada en una tienda mirando a la abuela mirar zapatos. No me interesa comprar, pero la abuela lo trata como una religión. —Trabajé con papá —dije. Él me miró, una sonrisa real sobre su cara, y yo le devolví la sonrisa. —¿Trabajando? Pero querida, tú solo tienes dieciséis.

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—Ella sabe cuántos años tiene, madre —mamá dijo desde la cocina—. El negocio de Steve es un negocio familiar. Eso significa que todos ayudan. Te dije eso antes. —Pero pobres Todd y Kate, trabajando tan duro… —No es tan malo, abuela —dijo Todd, mirándola sobre su hombro y luego observando a papá, que estaba mirando la pantalla de la televisión con su falsa sonrisa ardiendo otra vez a través de su cara—. Además, ¿el abuelo no trabajaba todo el tiempo? — Él era un hombre muy importante —dijo la abuela—. Y la creación de medicinas no es algo de lo que uno se toma vacaciones. Pero él nunca me habría hecho trabajar, y tu madre... oh, cuando ella era una muchacha, nunca necesitó nada. Él nos cuidó y ciertamente no habría dejado su trabajo para vender… —Madre —dijo mamá, volviendo y dándole a papá un sándwich—. Era adicto a los analgésicos que desarrolló, y nunca notó nada ni a nadie mientras estaba en casa, lo que no era a menudo. No hagamos de él un santo, ¿de acuerdo? La abuela aclaró su garganta, luciendo molesta. Papá apretó la mano de mamá, sonriendo una tensa y muy falsa sonrisa. Mamá parecía trastornada. Todd los miró y luego me lanzó una mirada, diciendo: —Hey, abuela, Kate y yo no te dimos tus regalos de cumpleaños la última vez que estuviste aquí. —Cierto —dije, dándome cuenta de lo que estaba haciendo. Distraer a la abuela era una buena idea, y afortunadamente, era fácil—. ¿Quieres tus regalos ahora? La abuela sonrió abiertamente, y la tensión en el cuarto, tan fuerte hace un segundo, disminuía. Aún así, no sabía cómo íbamos a sobrevivir con ella, especialmente cuando le tomó cerca de un minuto para rasgar todos sus regalos y decir: —Bueno, ¡esos eran inusuales! —antes de mirarnos como si estuviera esperando más. — Recién me acuerdo que tengo... que hornear un pastel mañana —dijo mamá, desapareciendo de vuelta en la cocina—. Hay un cumpleaños en el trabajo. Papá, Todd y yo miramos tras ella, y luego papá dijo: —¡Hielo! 58


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Se giró a la abuela. —Sé que te gusta mucho el hielo cuando tienes una bebida, y nuestro congelador aún sólo hace cubitos de hielo, no picado. Mejor si voy por algo. —Yo iré... —dije al mismo tiempo que Todd dijo: —Agarraré mis llaves, papá, y podemos tomar mi auto. Entonces terminé por sentarme en la sala de estar con la abuela, quien sonrió y luego tocó con una mano con una perfecta manicura el paraguas que yo le había dado. —Este es un muy encantador paraguas, querida —dijo ella—. Pero el regalo de tu hermano... ¿qué es, y por qué piensa que quiero leer acerca de árboles llorones? —Es un poema, abuela. —Antes de querer ser actor, Todd iba a ser un poeta. —Llorar, profundo, pedir... ah, rimando. Ya veo. —Ella suspiró—. ¿No se supone que tienes la foto del brazalete de Tiffany que envié? —La tenemos. —La abuela siempre nos enviaba anuncios de cosas que nosotros podríamos conseguirle como regalos. Generalmente cuestan más que los frenos que Todd tenía, y mamá decía que tendríamos que pagar por esos hasta que Todd tenga hijos y ellos necesiten frenos. —Oh. Bueno, entonces, no importa —dijo la abuela, y miró alredor de nuestra sala de estar, con el ceño fruncido al montón de videojuegos que papá había amontonado en el suelo al lado de la televisión—. No entiendo cómo trabaja la mente de tu madre. ¿Qué clase de marido solo holgazanea…? —Madre, para —mamá gritó desde la cocina—. ¿Por qué no vienes a ayudarme con este pastel? —Cariño, estoy bien aquí. ¿Alguna vez conseguiste ese buen libro que envié acerca de decoración con un presupuesto? Mamá salió de la cocina, una caja de mezcla de torta en una mano. —Sí, madre, pero, tristemente, Steve y yo no tenemos veinte de los grandes alrededor para instalar paredes especialmente texturadas en la sala de estar. Nosotros preferiríamos enviar a Kate a la universidad. —Oh cariño, nunca podrías cambiar las paredes aquí. Haría al resto de la casa lucir más desastrosa. 59


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Mamá rodó sus ojos y volvió a la cocina. Me pregunté cómo la abuela y el abuelo habían producido a mi madre, quien era siempre tan sensible, y me levanté, diciéndole a la abuela que le conseguiría una bebida. Ella siempre bebía soda Diet con una rodaja de lima y mucho hielo. El hielo estaría mal ahora, por supuesto, no le gustaría, pero al menos yo sería capaz de alejarme de ella por un minuto o dos. Mamá me abrazó en cuanto entré a la cocina. —La abuela tiene buenas intenciones. Sólo que ella nunca piensa antes de hablar, o actuar. Hice una cara. —Puedo decirlo. Y no me gustan las cosas que dice de papá. Además ella odió mi regalo. —Ella no lo odió. Ella... ella cree que todos son como ella, y piensa sólo en ropa, joyas y maquillaje. Comprar regalos útiles no es algo que mi madre entiende. — Uno pensaría que ella entendería para qué es un paraguas —dije, y tomé el vaso que la abuela siempre usa del gabinete—. ¿Y cómo viene siempre a decir cosas acerca de papá? Mamá suspiró. —Ella no lo entiende. Mi padre era un trabajólico, y cuando estaba en casa... bueno, sólo voy a decir que él no era feliz. Tu padre, por otro lado, ama estar en casa. Me ama y también a sus hijos. Le gusta relajarse y tener diversión. Abrí el refrigerador y saqué una lima, cortando un pedazo y pegándolo sobre el borde del vaso justo como a la abuela le gusta. —Pero tu papá hizo mucho dinero, ¿verdad? —Lo hizo —dijo mamá—. Pero no le hizo ni a él o a tu abuela o a mí mucho bien—. Me dio una soda Diet, sin encontrar mis ojos. Quizás no le había hecho mucho bien entonces, pero estaba bastante segura que el dinero era la única razón por la que la abuela estaba acá ahora. No lo dije, porque algo en la forma de mamá me detuvo. Tomé la bebida de la abuela y luego me senté junto a ella cuando acarició el sofá. — Quiero oír acerca de ti, querida —dijo ella, moviendo su copa y frunciendo el ceño brevemente al hielo—. ¿Cómo está la escuela? ¿Hay algunos chicos en el horizonte?

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Genial. Encontré algo peor que trabajar con papá. — Um… ¿ése es un traje nuevo? —Lo es, querida. He tomado un avión a Nueva York la semana pasada y pasé cuatro días de compra. Algo que tú y yo haremos juntas. Haremos una pequeña vacación y... —Ningunas vacaciones de compras para Kate, madre —dijo mamá, saliendo de la cocina—. La última cosa que ella necesita es pasar día tras día probándose ropa y escucharte decirle cuán bonita sería si solo hiciera esto o aquello. —Sharon, yo nunca... —No he olvidado como celebramos mi décimo—octavo cumpleaños, madre. —Yo tampoco —dijo la abuela—. Un día entero juntas, y al final de él me dijiste que ibas a ir a la universidad de California, no importó que nunca hayas dicho una palabra sobre el deseo de ir ahí antes. —Sí, bueno, ahí es donde Berkeley estaba —dijo mamá, su voz fuerte—. Y te administraste bastante bien sin mí, ¿o no? —Todos hacemos lo que tenemos que hacer —dijo la abuela, su voz igual de fuerte, y yo dije que estaba cansada y me escapé a mi cuarto. Cerré mi puerta apoyando mi mano contra ella. Tenía una imagen de mí y Anna en el Jackson Jamboree que grabé esa vez. Lo he usado para verla cada noche antes de dormir. Ahora lo mantuve en el cajón del escritorio. Giré, mirando alrededor de mi cuarto. Sobre mi cama había un espacio vacío donde el mono de peluche que ella me había dado cuando tenía ocho solía estar. Deseaba poder llamar a Anna ahora y contarle de la abuela, de todo, pero no pude, tengo el mono en la parte trasera de mi armario y lo miré hasta que mis ojos enrojecieron. Cuando lo puse en su sitio, me dije a mi misma que no estaba llorando, e ignoré la humedad que caía de mi cara al mono, cerrando la puerta antes de verlo sentado ahí solo. Dejándolo atrás y olvidado, como yo.

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Capítulo 12 Traducido por jazzy Corregido por Ellie

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La mañana siguiente estaba tan nerviosa por ver a Will que cuando llegué al colegio ni siquiera me molesté en buscar a Anna. No tenía ni idea qué iba a pasar, excepto que esperaba que las cosas estuvieran bien, pero estaba casi segura que no lo estarían. Es decir, en mi corazón todos eran finales felices, pero incluso entonces estaba algo confuso el cómo llegar ahí. Y luego está el hecho de que había besado a Will, quien ha estado con tantas chicas —y quien claramente sabía lo que estaba haciendo— que era básicamente un besador profesional. Además, salí corriendo después del beso, y estoy segura de que eso no es algo que una adolescente normal de dieciséis años haría. Vi a Will en el momento en que entré al primer período. Eso era normal, aunque la forma en que mi corazón empezó a palpitar tan pronto como lo vi, no lo era. Él estaba mirando la puerta, como si esperara a alguien, y cuando entré, me miró directamente y sonrió. —Hola —dijo. Eso tampoco era normal. Will no me notaba cuando yo entraba a clases, al menos no de esta forma. Me sentía temblorosa, y las palmas de mis manos estaban húmedas con sudor. Tenía que decirle algo, cualquier cosa, incluso yo sabía eso. Pero no pude. No podía porque, si le decía algo, si le decía ―hola‖ de regreso, ¿entonces qué? ¿Will querrá salir conmigo, y papá se conseguirá un trabajo real, y la abuela volará a su casa y nunca regresará, y Anna será mi mejor amiga de nuevo? Ninguna de esas cosas va a pasar, nunca, y no quería que ese beso se convirtiera en algo así. No quería que ese buen recuerdo desencadenara una 62


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serie de muchos otros malos. Quería que se quedara en lo que era, un grandioso momento, algo que fuera dulce y lo suficientemente fuerte como para sostenerse por si mismo. Algo que yo pudiera recordar sin dolor. Es algo bueno que no le respondiera nada, porque Will miró hacia otro lado. No me dijo nada más. No mencionó el beso. No había esperado que lo hiciera, pero muy profundamente, en ese pequeño lugar optimista que detestaba, dolía que no lo hubiera hecho. Pero realmente, ¿por qué un simple beso significaría algo para Will? Especialmente cuando claramente no lo hacía. Después del almuerzo, mientras botaba mi taza de sopa vacía, vi a Will entrar en la cafetería. Se estaba riendo, y cuando uno de sus amigos lo golpeó con el hombro, él volteó, haciendo muecas en su cara de una exageración de una cara besando. Una broma. No tenía que adivinar acerca de qué ni de quién era. Me sentí tan estúpida por haber estado tan nerviosa antes. Por gastar mi hora de almuerzo pensando acerca de ese beso. Por pensar que fue grandioso. Estaba enojada también. Sabía que él era solamente un chico y que había muchísimos más en el mundo, pero no iba a tener una oportunidad de tener mi primer beso de nuevo, y no era justo que se hubiera arruinado. Fingí un dolor de cabeza en mi última clase y conseguí un pase a la enfermería. Aunque no fui ahí. Fui al gimnasio. Sabía el horario de Will, y en el último período él trabajaba en la oficina del entrenador por el puesto interino que se suponía debía haber terminado cuando la compañía que lo patrocinaba fue a la bancarrota. Estaba caminado por el estante de trofeos cuando las puertas del gimnasio se abrieron y Anna salió, sus brazos tan llenos de fotocopias que todo lo que podía ver era la parte superior de su cabeza. Una de las copias salió de la pila y cayó al piso. —Mierda —dijo, y luego se sacó uno de sus zapatos, intentando tomar la copia con los dedos de sus pies. La vi tratar de agarrarla, y repentinamente pensé que iba a llorar. Ella todavía era Anna. Mi Anna, quien podía recoger cosas con los dedos de sus pies y quien una vez, por una apuesta, había recogido dos monedas de 63


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seguido. Dos veces. Todd tuvo que llevarnos al cine, pagar nuestros boletos, y comprarnos palomitas por eso. —Aquí —le dije y recogí la copia, entregándosela. Se paralizó por un momento y luego dijo: —¿Puedes ponerla encima de la pila? Lo hice —Gracias —dijo ella, volviendo a colocarse el zapato y volteando la pila de copias hacia el lado un poco, sólo lo necesario para que pudiera ver su rostro. Estaba sonriendo, de hecho sonriendo. —Supongo que los dedos maravillosos no funcionan como solían hacerlo. Supongo que mis días de gloria terminaron con las monedas, ¿no? No podía moverme, no podía hablar. Ella me habló. Después de meses de silencio, ella me habló. —Pensé que la cabeza de Todd iba a explotar cuando las dos ordenamos palomitas grandes —continúo, e hizo una cara, un espejo de la expresión de Todd como había sido esa noche. —Oh, lo sé —dije, sonriendo, mientras recordaba lo enojado que había estado, y porque estaba tan feliz de que finalmente ella estuviera hablando conmigo—. Aunque lo mejor fue que de hecho lo atrapé intentando hacerlo más tarde y no pudo. Anna sonrió de nuevo. —No todo el mundo tiene mis dedos maravillosos. Me encantaba cómo tu Papá solía decir eso: ―Anna y sus dedos maravillosos‖. Mi papá raramente me notaba y… bueno. —Me miró, y fue una verdadera mirada de Anna, fuerte y triste al mismo tiempo—. Tú sabes cómo es él. Yo lo sabía. —¿Has hablado con él últimamente? —Me llamó la semana pasada —dijo, su voz triste y repentinamente temblorosa—. Se va a casar de nuevo. Su nombre es Becky y es genial, es maravillosa... no paraba de hablar de ella. Y después ni siquiera me pidió que fuera a la boda. —Debes estar tan enojada —dije—. Lo juro, si miraras en el diccionario, su foto estaría junto con la palabra ―idiota‖. 64


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Se rió. —Debería estarlo, ¿cierto? Y estoy enojada. Todo el mundo me ha dicho cuánto lo sienten, pero nadie ha visto… nadie más ha visto lo enojada que estoy. Dios, te extrañé tanto... Se interrumpió y miró al suelo, luego sacudió su cabeza. —Tengo que irme — dijo tan rápidamente que las palabras prácticamente se atropellaron unas con otras, y antes de poder decir algo, antes de siquiera poder pensar algo, ella se fue. Me quedé mirando tras ella, paralizada. Ella me extrañaba. Ella recordaba lo de las monedas. Recordaba ser mi amiga. Anna me extrañaba. Miré alrededor, mi mente dando vueltas. Quizá podría buscarla y podríamos hablar. Realmente hablar. Debe de tener esta hora libre, para hacer manados para las porristas o algo así, y si la alcanzara ahora... —Así que, dedos maravillosos. Supongo que ahora sé cómo convertirme en una porrista exitosa. Will. Él estaba recostado contra la pared cerca a la puerta del gimnasio, con las manos en sus bolsillos. —¿Te paraste ahí a escuchar mientras hablábamos? —¿Qué se supone que iba a decir: ―hola Anna, siento molestarte mientras estás fastidiando la mente de Kate, pero no puedes apagar la copiadora cuando has terminado de usarla porque algunos de nosotros tenemos montones de formularios de salud que copiar‖?

Ahora recordaba por qué había venido hasta aquí. —Ella no me estaba fastidiando, estaba hablando conmigo. Pero, desde luego, no puedo esperar a que tú sepas la diferencia, tú—cerdo—perro—comadreja—perdedor. —Wow —dijo, sonando sorprendido y un poco enojado—, ¿me besas, me ignoras, y ahora me estás llamando nombres? Eso parece un poco extraño pero, desde luego, tú lo eres... —¿Yo te besé? ¿Esa es la historia que estás contando? —¿Ahora estoy contando historias de ti? 65


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—Te vi en el almuerzo. —¿El almuerzo? Yo no dije nada sobre ti en el almuerzo. —Cierto. Es algo curioso, pero no confío en mentirosos. —Bien —dijo y luego jaló el cuello de su camiseta a la izquierda, mostrando un moretón con la forma de una boca en su cuello—. Alguien vio esto temprano, y he estado recibiendo mierda por eso todo el día, así que en el almuerzo amenacé a todos con darles uno propio —dijo, y luego hizo la expresión que le había visto antes. —¿Así que tus amigos van por ahí mirando bajo tu camiseta? Y yo no te hice esa… cosa. Se rió. —Seguro, fue sólo una chica que comparte tu nombre y se ve justo como tú. Y me gustaría verte intentando esconder esto todo el día. ¿Eres en parte vampiro? Empecé a reír, luego me detuve a mí misma. —Mira, yo no te hice... —¿Qué? ¿No me diste esto? —se movió hacia mí, tocando el moretón con un dedo—. ¿Debería refrescar tu memoria? —No eres gracioso —dije y golpeé su pecho con un dedo. Él lo agarró y se inclinó, presionando sus labios sobre mi cuello, justo bajo mi oído. Sentí la calidez de su boca, un filoso y rápido mordisco de sus dientes, y luego me estaba sonriendo de nuevo. —Ahora estamos a mano. Lo miré, mi boca colgando abierta en algún punto cerca de mis rodillas. Su sonrisa se desvaneció y esa mirada, la intensa de la noche anterior, regresó. La campana sonó y él no se movió. La mirada no cambió. Escuché gente venir por los pasillos, una ola de sonido creció dirigiéndose a nosotros. Él continúo mirándome. No estaba segura de si yo seguía respirando. —¡Miller! ¿Dónde demonios están esas copias? —alguien gritó, miré por encima y vi a uno de los entrenadores mirándonos mal. Will parpadeó, como si se estuviera despertando, y miró hacia el entrenador. Yo me alejé, prometiéndome a mí misma que lo descifraría todo más tarde. 66


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Capítulo 13 Traducido por r0r0_05 Corregido por Ellie

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En lugar de eso, terminé besando a Will otra vez. El trabajo era aburrido, y a eso de las siete, el centro comercial estaba bastante desierto. Papá fue a comprarse un café, y mamá llegó justo después que se fuera. —Acabas de desencontrarte con papá —le dije—. Salió en busca de café. Ella no pareció sorprenderse. —Entonces, ¿cómo van las cosas? —Lentas. Además, papá le dio a Todd cincuenta dólares para una audición que afirma tener, pero apuesto a que Todd sólo va a… — Kate —dijo con su voz de alerta—, ¿no estás un poco grande para esto? —¿No es Todd un poco grande para vivir en casa? Ella suspiró. —Cuando te pregunté cómo estaban las cosas, quise decir contigo. Has sido muy callada sobre todo últimamente. Yo no sé cómo van las clases, o si estás saliendo con alguien… —Mamá, por favor. ¿Me veo como el tipo de chica con la que los chicos quieren salir? —Sí —dijo ella, como si le hubiera hecho la pregunta más estúpida del mundo, y miré hacia abajo al piso para no hacer algo vergonzoso, como abrazarla en público. —La escuela está bien —murmuré—. Y no hay ningún muchacho. —¿Qué hay de Anna? —La vi hoy. 67


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Mamá y papá sabían lo que había sucedido con Anna, más o menos. Les dije que no nos estábamos hablando mucho ahora, y que ella tenía un novio. Hay algunas cosas que no puedes decirle a tus padres, y ―hey, mi mejor amiga piensa que soy una perdedora‖ es una de ellas. Ellos piensan que ese tipo de cosas no son posibles, lo cual es dulce, pero equivocado. —Eso es bueno. Me pareció ver al novio ese de ella el otro día, pero estaba con una pelirroja, así que supongo que no era él. —Su estómago rugió, y ella se sonrojó. —¿Tienes hambre, mamá? Ella suspiró de nuevo. —Cuando llegué a casa esta noche, hice la cena, y la primera cosa que mamá, la abuela, me dijo fue: ―Cariño, ya no tienes veinte años, así que no comas como si los tuvieras‖. Había estado esperando por unos macarrones con queso todo el día, y ella me los arruinó. —Lo siento —dije, y apoyé la cabeza sobre su hombro durante un segundo. Pobre mamá. La abuela era molesta, pero no era mi madre—. Deberías encontrar a papá y beber un café con él. —No puedo. Tengo una entrevista. —¿Entrevista? —Para vender cosméticos en la tienda de departamentos en la que papá tiene prohibido entrar —dijo, y me dio una sonrisa débil—. Si consigo el trabajo, tendrá que entrar a escondidas a visitarme. ¿Lo puedes ver haciendo eso? Por desgracia, sí podía. —Pero ¿por qué quieres trabajar allí cuando ya tienes un...? Oh. Estás buscando un segundo empleo. ¿Necesitamos tanto el dinero? —Bueno, creo que no tengo que preguntarte si has notado que estamos teniendo problemas de dinero —dijo. —Mamá, ¿por qué no le pides a papá que vuelva a trabajar? —Dije, pero ella no respondió, sólo movió la cabeza, silenciándome cuando papá llamó: ―¿Sharon?‖ desde el final del pasillo que daba a la parte principal del centro comercial. —Tengo que irme —dijo, y fue a encontrarse con papá. Los dos hablaron brevemente, lo suficientemente lejos como para que no los pudiera oír, y cuando papá volvió, me dijo que me tome un descanso. 68


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—¿Mamá te dijo por qué está aquí? Porque no me parece justo que tenga que conseguir otro trabajo para que tú puedas estar aquí con estos estúpidos... — Me callé, avergonzada por la conmoción y el dolor en sus ojos—. Papá, yo… — Kate, por favor, vete a tomar un descanso —dijo, y su sonrisa era tan terriblemente falsa que prácticamente me escapé de la cabina. Me sentí mal por haberlo disgustado, pero yo estaba enojada también. Yo no le pedía a él que se enamorara de unas estúpidas vitaminas. Yo no le pedía que trabajar en el centro comercial. Yo no le pedía que las cosas se pudieran tan mal que la abuela tuviera que venir. Por una vez, yo deseaba que él y mamá fueran la clase de padres que se gritaban unos a otros. Pero papá era incapaz de enojarse, y cada vez que mamá se enojaba con él, siempre lo hablaban en privado, y peor aún, se comportaban como que si todo estaba bien en frente de mí y de Todd. Fui al puesto de comida rápida, pero no tenía ganas de estar allí rodeada de gente con bolsas de compras y refrescos que en realidad se divertían en el centro comercial. Sólo me hacía pensar acerca de cómo el centro comercial era el último lugar donde quería estar. Salí de allí, donde las luces de neón el patio de comidas daban de sombras brillantes, y entonces vi a Will. Estaba en su uniforme de Deportes Shack, devorando una hamburguesa como si no hubiera comido en todo el día. Tenía un poco de mostaza justo encima de su labio superior, y cuando me vio, se lo quitó con la lengua, tragando su último bocado, y luego me miró, con las luces del puesto de comidas dándole extraños colores a su rostro. La forma en que me miraba me hizo pensar en antes, y me llevé una mano en mi cuello. Su beso no había dejado una marca, pero juro que todavía lo sentía. Me sonrió entonces, como si supiera lo que estaba pensando; y no sé qué tenía esa sonrisa, pero cuando la vi, la escuela y mis padres y Anna, y las vitaminas y todo lo demás no importaban. Ni siquiera podía pensar en nada de eso. Y me gustó esa sensación. Me gustó mucho. Yo quería sentir eso de nuevo, de hecho, y cuando él me dijo: ―Hey‖, del mismo modo en que lo había hecho por la mañana, yo le dije: —Tengo que volver a trabajar, pero voy a estar en nuestro armario de almacenamiento, detrás de Toy World, en unos diez minutos.

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Me miró, sus ojos imposibles de leer, pero por la forma en que se había quedado congelado, sabía que lo había sorprendido. Entonces éramos dos los sorprendidos. No podía creer lo que acababa de decir. Yo nunca hacía cosas así, nunca. Anna era la que tenía ideas y que nunca tenía miedo de decir lo que pensaba. Anna era la que se atrevía a hacer cosas, la que me convenció de ponerme agujeros en las orejas, aunque yo estaba realmente asustada, ella era la que se había convertido a sí misma en otra persona. Yo me limitaba a seguirla, feliz de ir a donde ella quisiera ir. Y entonces ella se había ido, y yo me había vuelto más callada, más encerrada en mí misma. Supongo que ese beso con Will había destruido parte de mi cerebro. O, en el fondo, yo realmente quería un momento como el que había tenido la noche anterior. Yo quería besarlo de nuevo. Pero cuando volvía a entrar al centro comercial, esa dosis momentánea de lo que sea que me había hecho hablar con él, como que se perdió, y después de varios minutos de estar pie en el pasillo que conducía a nuestro espacio de almacenamiento, me apoyé en la pared y suspiré. Yo no podía hacerlo. Fue un error, y lo sabía. Tenía que volver al trabajo. Además, ¿cuáles eran las probabilidades de que él incluso se apareciera? Bajas. Inexistentes incluso, porque cuando mi papá me envió a coger botellas de los geles de ajo que quería exhibir un par de minutos después de volver a la cabina, Will no estaba allí. La decepción se apoderó de mí, y me dije que estaba siendo estúpida, que yo sabía que él no se presentaría. Pero me sentía decepcionada de todos modos. Miré los estantes que papá había apilado llenos de vitaminas, y comencé a excavar en busca de los geles de ajo. Encontré una caja de ellos en la parte de atrás y la saqué, resoplando ante el peso. Oí un ruido, miré por encima de mi hombro, y luego casi dejo caer la caja. Will estaba de pie un poco más atrás de mí, apoyado contra la pared, como si estuviera tratando de parecer relajado, pero no lo lograra del todo. Me miró mientras luchaba para colocar la caja en otro estante abarrotado, sin ofrecer 70


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su ayuda, y el impulso abrumador que había sentido por darle un beso comenzó a parecer mucho menos abrumador. —No te preocupes, estoy bien —le dije. —Como si fueras a permitir que te ayude —dijo, dando un paso hacia mí—. Además, ahora se supone que debería estar contando los cordones de mis zapatos en nuestro lugar de almacenamiento. Supongo que ahora voy a tener que quedarme hasta tarde para hacerlo. —Yo no te pedí que hicieras eso. —Yo no dije que lo hubieras hecho. —Dio otro paso hacia mí. —Bien —dije, pero mi voz salió muy tambaleante y suave. Entonces él me besó. Tocó los lados de mi cara, mi cuello, y luego puso sus manos en la parte baja de mi espalda, acercándome a él, y todo mi cuerpo ardió. Él sabía como a canela, lo que me sorprendió porque lo había visto comer una hamburguesa, y entonces me di cuenta de que debe de haber comido una menta o algo y eso sólo... me derritió. Podría haberlo besado por siempre, creo, pero una vez más, las vitaminas me arruinaban la vida. La puerta del pasillo se abrió y Papá gritó: — Kate, ¿has encontrado los geles de ajo? Salté como si él estuviera junto a nosotros, y Will me tocó el hombro, susurrando: —Tu papá, ¿verdad? —Sí, me tengo que ir. —Traté de fingir que no me había dado cuenta de que el hecho que él me susurrara al oído me había dado piel de gallina, y me marché antes de que él pudiera notarlo. O decir algo. Podría decir que no sé por qué me alejé así de nuevo, pero eso sería una mentira. Me alejé para poder ser la que se iba, y me fui para no tener que ver cómo él se iba primero. —Alcánzamelas —dijo papá cuando llegué hasta él, y parpadeé antes de recordar que tenía que traer las vitaminas. —¿Por qué no estás en la cabina? —Le dije, con la esperanza de cambiar de tema—. Quiero decir, ¿no me dijiste que alguien siempre tiene que estar allí durante las horas de centro comercial?

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Papá se ruborizó. —Bueno, se hace algo aburrido allí a veces, y te fuiste por un tiempo. —Me miró—. No las encontraste, ¿verdad? Sacudí la cabeza, y él se fue a buscar las vitaminas. Me senté en la cabina y me pregunté qué demonios había sucedido. Básicamente, le había pedido a Will que me besara. ¿Por qué había hecho eso? ¿En qué había estado pensando? No había estado pensando. Ese era el problema. Yo no podría hacer frente a la escuela, por miedo de que Will podría decir algo, y también por miedo a que no dijera nada, y en la mañana traté de convencer a mamá que estaba enferma. Aunque me levanté cuando ella dijo que la abuela se quedaría en casa conmigo y, antes de darme cuenta, estaba en camino al primer período, temiendo lo que iba a suceder. Sólo que no pasó nada. Entré a clase y Will estaba hablando con Jennifer M., sonriendo y asintiendo con la cabeza y sin notarme para nada. Quería golpeaba. Y a él. Y luego volver a casa y pasar el día comiendo helado. Era una sensación muy angustiante. —¿Pudiste entender la lectura? —Jennifer S. me preguntó cuando me senté. La miré, totalmente sin importarme que Will seguía hablando con Jennifer M. De hecho, yo esperaba que ellos dos se juntaran. Su locamente celoso novio, que jugaba al fútbol y tenía un cuello del tamaño de mi pierna, lo rompería a Will por la mitad. —Más o menos —le dije, y Will miró por encima de su hombro a mí entonces, haciendo clic con su bolígrafo una y otra vez muy rápido. Por un segundo, pensé que parecía nervioso. —Así que... lo de anoche —dijo, y tan pronto como lo hizo, yo sabía lo que venía. El discurso de: ―Mira, anoche estaba borracho/en un lugar realmente malo/etc., y yo no te veo de esa forma‖. Yo había oído a Todd decirlo un millón de veces, y siempre empezaba así. Yo no quería escucharlo ahora, en especial no delante de todos. —No me importa, sólo deja de hacer clic con el bolígrafo, ¿vale? —Dije, y volví a mirar a Jennifer S—. ¿Tú la entendiste? 72


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—Todo lo que recuerdo es que cuando la gente tiene ciertos tipos de anemia, terminan comiendo cosas como pintura. —Y tierra —dijo Will, metiéndose como siempre. Me miró de nuevo—. ¿No te importa? —Casi parecía herido. —Sí. No me importa, así que por favor ahórrame el discurso. —¿Discurso? —¿Qué eres, un eco? Me miró por un momento, y luego sonrió igual que la noche anterior. —¿Qué clase de discurso se supone que debo hacer? Nerviosa, miré mi escritorio, y me quedé mirándolo hasta que comenzó la clase. Por supuesto, terminó siendo día de grupos. Y adivina quién estaba en mi grupo… Correcto. Jennifer M., con quien seguía teniendo sentimientos residuales de odio irracional; Kim, quien en realidad pensaba que ser el tesorero del consejo estudiantil significaba algo y gastaba todo su tiempo en debatir acerca de películas antiguas de la década de 1980; y Will. —Pero ya no hay robots asesinos, Kim —dijo Jennifer cuando él finalmente hizo una pausa para tomar un respiro en mitad de su discusión sobre alguna película que nadie más que él y un montón de gente vieja jamás habían visto. Se volvió hacia mí—. Vamos a concentrarnos en la lectura. Kate, ¿qué piensas de la sección sobre la tipificación de la sangre? Yo lo había leído la noche anterior, mientras me preocupaba acerca de lo que había sucedido con Will, y no recordaba nada al respecto. —Pensé que era... Bueno, era interesante. ¿Qué te parece a ti? Jennifer suspiró. —No lo leíste, ¿no? Will, por favor dime que tú lo leíste. No te preocupes, sé que lo hiciste. ¿Qué te pareció lo de la sangre? Casi pude oír sus pestañas revoloteando. Me acordé que yo salía con ella, y que, además de una tendencia a pelearse con Jennifer S. y T. unas contra otras, no era tan mala. ¿Y quién quería a Will de todos modos? No hice caso de la pequeña voz dentro de mí que decía: ―¡Yo!‖ 73


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—Creo que es realmente complejo —dijo Will—. Pasaron un montón de cosas, ¿sabes? —Absolutamente —dijo Jennifer—. Te refieres a cómo los tipos de sangre fueron descubiertos, ¿verdad? —Claro. La evolución de todo —dijo Will. Muy bien ¿cómo es que ella no se daba cuenta que claramente él no había hecho la lectura tampoco? Me aclaré la garganta, y él me miró, sonrió otra vez, y luego miró a Jennifer. —Wow, ¿estas son tus notas? Incluso has resaltado algunas partes… Sí, eso exactamente en lo que estaba pensando. Tienes que hablar de todo esto cuando nos llamen. —¿En serio? ¿Crees que está bien? —Jennifer dijo, y miró a Jennifer T., que estaba hablando con Jennifer S. Mientras ella estaba distraída, Will se inclinó hacia mí. – Tienes que mejorar tus habilidades para mentir —susurró. —¡Oh, por favor! Si yo tuviera hoyuelos y pretendiera que todo lo que dijo es interesante, ella estaría encima de mí también —le susurré. Se echó a reír. —¿Así que estás diciendo que eres inmune al encanto de Will Miller? —Definitivamente soy inmune a cualquier cosa que tú llamas ―encanto de Will Miller‖, perdedor. Se estiró, sin dejar de sonreír. Su camiseta se subió, mostrando un poco de su estómago, y vi a Jennifer girarse y mirar ese pequeño trozo de piel como si hubiera sido hipnotizada. Honestamente, es tan triste la forma en que algunas chicas se ponen totalmente estúpidas por… Volvió a acomodarse la camisa hacia abajo, y me miró mientras lo observaba, sonriendo una sonrisa lenta que hizo que me dieran ganas de golpearlo. Y luego besarlo. Me guiñó el ojo y me dejé caer de nuevo en mi silla. Estúpido Will. Estúpida yo.

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Capítulo 14 Traducido por Aranchaquemame Corregido por MAFE

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El trabajo fue bien, estuve en nuestra cabina todo el tiempo, incluso cené allí. Papá dijo que incluso admiró mi dedicación y me preguntó si quería limpiar nuestra zona del almacén. —Después de todo, tú has tenido una buena mirada a ello ahora ¿no? —dijo él, y yo dije ―claro‖, tratando de no ruborizarme. Otra vez en el pasillo, con filas con cajas y cajas de vitaminas Perfect You, traté de ponerlas en un tipo de orden y no pensé en Will. No me pregunté si él estaba trabajando. No me pregunté en qué estaba pensando, ni si él estaba pensando en mí. No mucho, de todas formas.

Por la mañana, me levanté antes de que sonara la alarma porque mamá estaba discutiendo con la abuela. Me levanté y abrí la puerta un poco, para poder echarles una ojeada. Mamá estaba de pie en la puerta del baño, que estaba abierta lo justo para yo poder ver a la abuela peinándose el pelo. —O sea que lo que estás diciendo es que estoy sola como siempre, —dijo mama. Su voz era bajita, apenas un susurro. Al principio pensaba que era porque no quería que Todd o yo lo oyéramos, pero entonces se paso una mano por sus ojos y me di cuenta de que estaba tratando de no llorar. —Cariño, no voy ni a responder a eso. Estoy aquí, ¿no? quiero ayudar. —La abuela cogió mi cepillo del pelo le hizo una mueca y luego cogió el suyo. —¿Y cómo vas a hacer eso? Te dije lo que necesitábamos la otra noche, dijiste que lo tenías que pensar, y ahora me has dicho ―no‖. —Eso no es lo que he dicho. He dicho que te ayudaría. 75


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—¿Qué significa eso? —Significa que no es mi trabajo salvarte de las decisiones de tu marido. Has decidido quedarte con él, vives con lo que él hace. ¿No te suena eso familiar cariño? —O sea, ¿esto es realmente de papá y algo que te dije a ti antes de ir a la universidad? Tú no puedes estar comparando a Steve y a él seriamente, mamá, y estoy segura de que no me estás diciendo que soy como tú. —No, tú dejaste eso muy claro cuando te fuiste. Y entonces no nos dijiste ni una palabra a tu padre o a mí hasta que te graduaste sin un trabajo y con una montaña de préstamos de estudiantes. Mamá se estremeció. —Eso no es justo. Volví a casa porque leí que papá estaba enfermo, no porque quisiese dinero. Nunca te he pedido nada, pero la vida que Steve y yo hemos construido... estamos en peligro de perderla. —No si él consigue un empleo. — Él tiene un trabajo. —Oh, Sharon, por favor. Te casaste con un niño y, sinceramente, es el momento de que crezca. Te ayudaré, pero claramente no voy a mantener la absurda fantasía de Steve. —No tienes ni idea de lo que estás hablando. Steve es asombroso. Él es en realidad cariñoso, y haría lo que fuese por mí o por los niños. —¿Lo haría? —dijo la abuela, y vi cómo mamá miraba al suelo, su cara poniéndose oscura, y cambiando a rojo. —Como iba diciendo, si hago lo que me has pedido, esto sólo retrasaría lo inevitable. El pequeño sueño de Steve es sólo eso, cariño, un sueño, y posponiendo que se despierte por un par de meses o incluso un año no cambia nada. Te ayudaré, pero todo lo que te pido es que pienses sobre lo que te dije. Un matrimonio no se supone que tiene que... —Ya está bien —mamá dijo, mirando a la abuela. Su cara estaba todavía colorada pero su voz era fría—. Quédate con tu dinero. No me importa trabajar aunque no me guste alguna gente, y sé más del matrimonio de lo que tú sabrás nunca.

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—Cariño, eso es un poco melodramático, incluso para ti, y yo pienso que las dos sabemos que yo sé mucho del matrimonio. He sobrevivido al mío después de todo. Mamá cogió aire y lo soltó lentamente, y después dijo: —No hay ningún punto en que tú te quedes aquí por más tiempo. —¿Quieres que me vaya? —la abuela parecía sorprendida, extrañamente, dañada. No pensaba que eso fuese posible. —Sí, mamá, lo quiero. Quiero que te vayas en cuanto sea posible, y si vuelvo a ser lo suficiente estúpida para pedirte algo alguna vez, sólo pretende que soy una niña. No podrás enviarme a un internado como lo hiciste entonces, pero tendría que ser lo suficientemente fácil para ti ignorarme. —Cariño... —No quiero oírlo, mamá. —¿Cómo crees que hubiese sido la vida si no te hubiese mandado fuera? — dijo la abuela—. ¿Crees que tu padre hubiese dejado las pequeñas pastillas azules? ¿Tú crees que él hubiese estado más alrededor, o notado a alguna de nosotras? ¿Crees que yo en cambio habría sido una persona mejor? ¿Una madre mejor? Alejarte de esa casa fue lo menos egoísta que jamás he hecho. —La única cosa —mamá dijo, pero su voz estaba temblando. —Puede que tengas razón —dijo la abuela—. Pero aun así, no mantendré a Steve y su ridículo esquema. Pero sí que te quiero ayudar cariño. No volveré a mencionar lo que dije la otra noche, pero te daré el dinero suficiente para este mes. No te quiero trabajando en dos trabajos, especialmente cuando uno de ellos es vendiendo esos horribles cosméticos. —¿Donde está el truco? —Ningún truco. Sólo quiero ver a mi familia. ¿Es tan difícil de creer? —Francamente, sí, pero viviré con ello. Una vez que el mes se haya ido, podrías... —Sí, cariño, lo entiendo. ―Gracias por el dinero, ahora vete‖. Mamá sacudió la cabeza. —Mamá, tú tratando de ser la víctima... bueno, es como yo tratando de vender un lápiz de ojos de 40 dólares. 77


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—Oh, no soy tan mala en ello, cariño —dijo la abuela, y cerró la puerta del baño. Volví a la cama y me pregunté qué le habría dicho la abuela a mamá de papá y su matrimonio. Tendría que haber sido realmente... bueno, típico de la abuela. Con tal de que papá y sus vitaminas se fuesen, tenía que estar de acuerdo con ella. El sueño de papá era uno que no me importaba si se rompía. En cambio, me encantaría que tuviese un trabajo de verdad otra vez. Significaría que parte de mi vida volvería a ser como antes. Significaría no volver a trabajar en el centro comercial, no más música ambiental o una cabina diminuta o gente mirando a papá y sus vitaminas y luego mirando hacia otro lado como si les avergonzara. No, no habría nada que echaría de menos de trabajar en el centro comercial. Bueno, una cosa. Una persona. Pero ya ha pasado, había terminado y eso era todo.

Todavía, estaba aliviada de llegar al primer periodo y encontrar que Will no estaba en el colegio. O al menos sentir que estaba aliviada. Realmente estaba un poco decepcionada cuando andaba hacia clase y no le vi, pero la decepción podría haber venido cuando tenía que encarar biología tan pronto en la mañana. O porque tenía que oír a Jennifer M. hablando sobre su nuevo bolso, que era tan molesto como sonaba. No, estaba bastante segura que la decepción que sentía no tenía nada que ver con Will. Entonces, Jennifer empezó a hablar de él. —He oído que Will no está aquí porque Mónica es una completa ruina y él no puede lidiar con eso —ella dijo—. Ustedes sabían que estuvieron como juntos por un tiempo, ¿verdad? Bueno, supuestamente ella fue a verle al trabajo la otra noche, y él tenía un chupetón de otra chica. Quiero decir, sí, ellos no estaban juntos más, pero aun así. Él siempre ha tenido a otra chica esperando, ¿sabíais? 78


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Dibujé una caja pequeña en el borde de una hoja de mi cuaderno. Lo sé. Todos sabían sobre Will. Excepto Sam, que era tan popular que la conexión con él requería un nivel social que casi nadie tenía. Infiernos, yo lo había logrado. Garabateé sobre la caja que había dibujado. Jennifer M. se apoyó más cerca bajando la voz. —He oído que la otra chica es una especie de chica rápida elegida al azar. Qué halagadora. Dibujé otra caja y la rallé, pretendiendo que el papel era la cara de Jennifer. —Bueno es Will —Jennifer T. dijo—. Él ha estado por lo menos con la mitad del instituto, o sea quien está libre para él, ¿sabes? Me siento mal por Sam, porque la gente a veces dice cosas sobre él y otras chicas, pero tú sabes que es porque sale con Will.

—Pero Will no ha estado con casi ninguna este año —Jennifer S. dijo mirando a Jennifer M.— Quiero decir, excepto Mónica, sólo le he visto con un par de ellas más... —Por favor —Jennifer T. dijo a Jennifer S., rodó los ojos hacia mí y luego volvió a Jennifer M.—Como si tú supieses algo acerca de chicos. No eres capaz ni de tener a uno mirándote. —Jennifer M. se rió, aunque se veía un poco incómoda, y Jennifer S. apretujada, sentada con los hombros abajo en su escritorio. Se veía como si fuese a llorar. —Lo siento —le dijo a Jennifer T., que actuó como si no hubiese dicho nada y empezó a hablar a Jennifer M. Y ahí otra razón por la cual no salía con las Jennifers más. Anna nunca me hacía sentirme mal por decir algo de la forma en la que las Jennifers algunas veces me habían hecho sentir. Claro que Anna simplemente me ha dejado de hablar. Pero ella también me ha vuelto a hablar, de repente, y me ha dicho que me echaba de menos. A lo mejor podríamos ser amigas de nuevo. Quiero eso más que nada, y pienso en eso durante mis primeras clases, me preguntaba si había algo que yo pudiese hacer para hacer que Anna me volviese a hablar. Fui al cuarto de baño después de comer, y pasé a Diane en la ida. Ella se estaba yendo, y gritó: —Esa estúpida canción parece incluso decente cuando 79


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tú la cantas, Anna —prácticamente gritando en mi oído y aún actuando como si no me viera. Anna estaba de pie frente a los lavabos. La miré mientras se miraba en el espejo y después hice una mueca a su reflejo mientras ella jugaba con su pelo, que estaba recogido atrás en un nudo hecho—para—parecer— desordenado. —Se ve genial —dijo la chica que estaba al lado de Anna, y me di cuenta de que era Tara—. Y tú realmente hiciste que esa mierda de canción sonase mejor. ¿Quieres venir a comer? No lo voy a hacer aquí hoy. —Miró alrededor y, como Diane, miró a través de mí. —Oh, creo que Diane se fue. Peor para ella. Mira, tengo antojo de comida chica, así que estate en el aparcamiento en 5 minutos, ¿okay? —Se fue antes de que Anna pudiese decir algo como respuesta. Como si alguien alguna vez dijese que no a Tara. —Mierda —Anna susurró, y se frunció el ceño a sí misma en el espejo—. Sólo tengo tres dólares. ¿Cómo voy a pagar la comida? ¿Me estaba hablando a mí? Había otra persona en el baño, pero esta era solamente un estudiante de primer año que pasó rozando por delante de nosotros dos en cuanto Anna terminó de hablar, claramente atontada por estar el mismo cuarto que Tara. Y Anna. —¿Nos vemos igual que el año pasado? —Anna dijo, y ahora sabía que me estaba hablando a mí. —No te voy a dar dinero. —Me quedé sorprendida de lo firme que mi voz sonó. Yo quería volver a hablar a Anna otra vez, pero no así. —No te he pedido ninguno —dijo ella, sonando sorprendida y un poco enfadada—. Sólo estaba diciendo que tengo 3 dólares. Mamá fue despedida otra vez. Es como siempre que tiene un empleo y empieza a hablar de coger unas vacaciones, sé lo que va a venir. No dije nada, pero debió de haber algo en mi cara, una expresión que Anna conocía, porque ella añadió: —Ella todavía quiere ir a Chocolate Village. ¿Qué pasa con ese sitio, y cuánto tiempo ha estado prometiéndome que me llevaría? —Chocolate gratis, y desde cuando quieres ir. 80


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—Le dije de tratar y volver a coger clases en el colegio otra vez, pero ella... —No lo hará. —Sí. Ella dice que es muy vieja y que... bueno, tú sabes. —El timbre sonó y ella saltó—. Oh, mierda, me tengo que ir. Tara odia esperar. Nos vemos, Kate. —Okay —dije, y esperé hasta que sabía que ella se había ido antes de girar alrededor en un círculo sonriendo abiertamente. Anna me ha vuelto a hablar, e incluso ha dicho que me vería después. Por favor, oh, por favor, deja que lo haga.

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Capítulo 15 P

Traducido por Amanecer Corregido por MAFE

Papá y Todd decidieron ir al cine unos diez segundos después mi padre y yo llegamos al centro comercial. —No tengo prisa por irme a casa, ¿sabes? —Todd dijo a papá, quien asintió con la cabeza cansada en acuerdo por temor a la abuela—. Además, conozco a alguien que trabaja en el cine, y cuando yo conseguía el café esta mañana me dijo que si nos presentamos antes de las tres, ella podría llevarnos a ver cualquier película de forma gratuita. —¿Cualquier película? —Papá dijo, animándose lo suficiente como para hacer una media vuelta extraña, mitad baile, que esperé que nadie viera. —Síp. —Te voy a traer algo para comer —dijo papá mientras él y Todd prácticamente salieron de la cabina, como la comida compensara tener que quedarme a vigilar su precioso negocio. No es que hubiera mucho que vigilar. No había clientes, por supuesto, así que hice alguna tarea y luego traté de reorganizar el gabinete abultado debajo de la caja registradora. ¿Por qué papá seguía comprando más vitaminas? Mamá llamó a la cabina después de que yo había renunciado a acomodar el gabinete y había vuelto a tratar de descifrar los problemas de geometría. Ella quería hablar con papá, y su voz sonaba tensa. — Él no está aquí. Ella suspiró. —¿Dónde está? —Con Todd. —No es que yo quisiera proteger a papá, que me hacía trabajar sola, pero yo sabía que decir que él se saltaba su ―trabajo de ensueño‖ para ir al cine, era el tipo de cosas que la abuela pensaba cuando ella había llamado 82


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a papá un niño. Y, aunque yo lo había pensado antes, había sonado tan mal cuando la abuela lo dijo. —¿Así que se fue del centro comercial? —¡No! Él está en el cine. —El cine —dijo mamá, repitiendo las palabras como si ella misma no acabara de creer en ellas—. Está bien, le dices… —Suspiró otra vez—. Sólo dile que llamo para decir hola. —¿Quieres que te llame? —No. Quiero decir, no es necesario. Oh, y Kate, cuando él vuelva, dile que he dicho que tú te mereces un descanso extra largo por trabajar tan duro. Fue muy agradable que alguien se diera cuenta. —Gracias, mamá. Lo haré.

Papá volvió mucho después de que cualquier película que él hubiera visto hubiera terminado, comiendo helado y ofreciéndome una caja medio vacía de cosas gomosas, que se veían ajenas a mi estómago. —Mamá llamó —dije, lanzando el caramelo a la basura. —Está bien —dijo papá, y no se movió hacia el teléfono o incluso preguntó lo que había dicho—. Ya sabes, la cosa más genial pasó cuando yo estaba viendo la película, que, dicho sea de paso, no era muy buena. Los efectos especiales eran terribles, y… —Papá. —Está bien, lo siento, vengo un poco fuera de pista. De todos modos, me puse a pensar en cómo el negocio es lento y luego me golpeó. ¡Un anuncio! —¿Un anuncio? —¿Papá en la televisión? Yo nunca sería capaz de salir de casa de nuevo. — Uno de película. La mayoría de los restaurantes del centro comercial los tiene. Yo podría decir algo como, ―Mencione este anuncio y recibe un treinta por ciento en su compra‖. ¿Qué piensas? —Mamá dice que deberías dejar que me tome un largo descanso. 83


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—Claro, por supuesto. Pero ¿qué pasa con el anuncio? ¿Debo dejarlo en veinte por ciento de descuento en lugar de treinta? Será mejor que llame a la gerente del teatro y pregunte sobre los precios. No tuve ganas de quedarme alrededor mientras papá ignoraba el hecho de que mamá había llamado y siguió adelante gastando el dinero para un negocio que él había abandonado alegremente para ir al cine, así que me fui. Estaba tan absorto en esbozar las ideas de anuncios que ni siquiera estoy segura de que me viera alejarme. En el patio de comidas, mi caja de zumo caliente y bocadillo parecieron patéticos entre la comida del centro comercial. Si hubiera tenido algo divertido que hacer, o incluso una revista a la vista, pero lo único que tenía era la tarea. Ahora era una niña que traía su propia comida al centro comercial. Y trabajaba en su tarea. Puede que también llevara tatuada ―perdedora‖ en mi frente. Una hora y varias salidas en falso en un documento de inglés más tarde, dejé de fingir que mi descanso era mejor que el trabajo y decidí regresar. Yo estaba tirando la basura cuando vi a Will. Mi corazón comenzó a latir a toda marcha, sonando hasta en mi garganta, y mi caja de zumo perdió el cubo de la basura y aterrizó en el suelo, mostrando el personaje de dibujos animados de la caja. —A mi vecino de al lado le gusta eso —dijo Will—. Él tiene seis años. —¿Se supone que es un insulto? Porque tú eres el que discute cajas de zumo con un niño de seis años de edad. —Hablamos de cereales también. —Me sonrió, y me acordé del beso de una manera que fue increíble y aterrador. Asombroso porque, bueno, ¡besos! Miedo porque no me gustaba lo feliz que me puse al verle. Me agaché y cogí la caja de zumo, sin darme cuenta de que terminaría poniéndome en cuclillas junto a él, tan cerca que si yo extendiera la mano, podría descansar mi mano en su pierna y luego… bien. Sé que se supone que yo no pienso en ese tipo de cosas, su cuerpo, quiero decir, pero el hecho es que lo estaba haciendo. Yo lo hice. Lo hago. Retrocedí un poco, tratando de despejar la cabeza y de repente temiendo que todo el mundo en el centro comercial pudiera leer mis pensamientos, y me estrellé contra una mesa cuando me levanté. 84


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—Hey, cuidado —el chico sentado allí dijo—. Casi te atropello con mi comida. Me quedé mirando al hombre, que tenía un matorral patético de bigote salpicado de migas de una bolsa abierta de patatas fritas. —No te preocupes, estoy bien —le dije—. Lo siento, tus patatas se tambalearon. Debe de haber sido muy traumático para ti. —No me vengas con mierda, niña —dijo el chico—. He tenido un día largo, y tengo que ir a mi segundo trabajo en breve. Tal vez cuando crezcas te darás cuenta de que la vida no es todo acerca de ti. —Oh, pero ya sé eso, porque es evidente que es todo acerca de ti. —Fue una gran línea de salida. Lástima que revientan al olvidar la caída del jugo que llevaba hasta lo poco que siempre está al acecho en el fondo saltó sobre mi mano. Lo tiré en el siguiente cubo de basura que pasé, con la esperanza que el chico de bigote estúpido no estuviera mirando, luego me limpié la mano en mis pantalones vaqueros y crucé el pasillo fuera del patio de comidas. — Kate. Oye, Kate, espera un segundo. Will. Me detuve y me volví, aturdida porque había llegado detrás de mí. (¡Yo!) —Lamento lo de ese tipo —dijo. —Sí, bueno, si yo tuviera ese tipo de bigote, también estaría de mal humor. — Espera, ¿acababa de implicar que yo tenía un bigote propio? ¿Por qué hice cosas por el estilo? ¿Por qué? Will se rió, y me relajé. Un poco. —Tienes razón. Pero entonces, es de lo que se trata la vida. Que es una especie de miedo. —Se metió las manos en los bolsillos y se quedó en silencio. Yo no quería mirarlo como si estuviera esperando a que dijera algo más, aunque lo estaba haciendo, así que me obligué a sonreír en lo que yo esperaba fuera cortés y no ―oh por favor dame un beso‖, caminé y me volví para irme. —¿Puedes reunirte conmigo más tarde? 85


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—¿Qué? —Me volví, y me detuve tan rápido que apenas conseguí no tropezar. —Tengo que romper las cajas en donde… por la basura. Estaré allí a las nueve, y bien… Ya sabes. —¿Quieres que me reúna contigo? ¿Eso de las nueve? —Sabía que sonaba estúpido, pero Will acababa de pedirme reunirme con él. Los chicos no me pedían reunirme con ellos. —Sí —dijo, y se ruborizó, Will se SONROJÓ. Yo no sabía que él pudiera hacer eso. Sé que debo decir que de pronto parecía vulnerable y sentí una conexión con su alma o lo que sea, pero la verdad es que sólo quería abordar y luego hacer para los próximos tres mil años—. Es solo que… Hoy fue una mierda, y cuando estás cerca, las cosas no parecen tan malas. —Oh, bien. —Yo no dije nada más. No podía decir nada más. —Está bien —dijo—, más tarde —y eso fue todo. Le vi alejarse, segura de que estaba en un sueño porque no tenía voluntad ni para caminar. Will me dijo que hice su día mejor. Bueno, que lo hace menos malo. Pero aún así. Así que me inventé una escusa, que papá creyó totalmente porque él es mi padre y también porque estaba distraído con los bocetos que seguía haciendo para su anuncio, y me reuní con Will a las nueve. Pienso que distinguíamos antes de que la puerta del centro comercial hiciera click cerrándose detrás de mí. En un momento me mordió el labio inferior, y luego él hizo esta cosa donde chupó en el mío y cuando toqué su cara, un toque rápido, cuidadoso de mis manos a lo largo de su mandíbula, cuando los deslicé abajo en sus hombros, yo podía sentir un poquito el rastrojo. Sólo aquella diferencia, la brusquedad leve de su piel, me hizo sentir como si estuviera sin hueso. Sin aliento. Estúpida. Estaba tan feliz que Will me pidiera reunirme con él que yo había pasado por alto el hecho de que me pidió reunirme con él, así que podía ver. Así que se podría conectar. Sí, había dicho que estar conmigo hizo su mal día, mejor. Más o menos. Si no pensara en ello demasiado. 86


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Pero yo estaba pensando en ello. Me aparté. Tenía los ojos cerrados, y vi cómo se abrieron. Si hubiera parecido molesto, me gustaría saber con seguridad que él sólo quería que yo estuviera allí con él. Yo habría sabido que era tan estúpido como yo tenía miedo de estar. Pero él no parecía molesto. Él sólo miró sorprendido. —No lo entiendo —dije. —¿Qué? —Tú sabes… Esto. Ni siquiera te gusto. —¿Tú no me gustas? —Parecía divertido, más o menos. Realmente parece más molesto y tratando de sonar divertido, como la forma en que papá sonaba cuando hablaba con la abuela. —No es… quiero decir, eres tan… —¿Qué? —Bueno, tú. Como la primera vez que nos conocimos, te burlaste de mí. —Yo no me acuerdo… —Él se fue apagando—. Odio cuando me miras así, como que acabo de demostrar directamente alguna teoría que tienes sobre mí. —¿Es esa tu manera de decir que no te acuerdas? Él se encogió de hombros. —Todo lo que hice fue pedir una pluma. —¿Ah, sí? —Muy bien. Lo siento. Pero fue mi primera semana en JHS también, y no era como si estuviera en un lugar donde pudiera decir, ―Hey deja a esa linda chica en paz‖. Ni siquiera pude encontrar la cafetería. —Pero no es como si fueras bueno conmigo después, tampoco. —Yo no iba a decir nada de él pensando que era linda. Yo no lo era. ¡Pero él pensaba que yo era linda! ¡Yo! ¡Linda!

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—Oye, lo he intentado. Tú eres la que me llamó un burro y analfabeto y luego prácticamente me escupías si yo siquiera te miraba después de eso. Y si no te caigo bien, ¿por qué estamos aquí? —Yo… bueno, todo es sólo una especie de… sólo pasó. Y, de todos modos, no es como si yo te gustara tampoco. —Por lo menos yo no había hecho la pregunta. Por lo menos no le estaba preguntando si yo le gustaba. En realidad no, de todos modos. Me miró por un momento, una mirada extraña, casi una mirada de dolor que destellaba a través de sus ojos, y entonces me besó de nuevo. Yo no había hecho la pregunta, pero tenía mi respuesta de todos modos, ¿no? Fue allí, en su silencio. Y eso dolió. Estúpido, lo sé, pero lo hizo. ¿Más estúpido todavía? Seguí besándome con él.

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Capítulo 16 Traducido por aLebEna y ANDRE_G Corregido por Ellie

N

No sólo esa noche, de todas maneras. Comencé a reunirme con Will cada noche en el trabajo. Algunas veces nos encontrábamos junto a los contenedores de basura. Algunas veces nos encontrábamos en la tienda de mi papá. Una noche, nos besamos fuera de una tienda cerrada. La puerta de atrás estaba abierta, proponiéndose, tal vez por los estantes vacíos y las lámparas apagadas en su camino, y en ese pequeño, y oscuro lugar, era como nuestro propio mundo. Todo en lo que podía pensar en el camino a casa esa noche eran en cómo se sentía la piel de la espalda de Will, y cómo se sentía al tocarla. Porque yo la había tocado. Nos encontramos cada noche, y nunca hablamos sobre eso. Pero una mañana, después de que yo pasara todo el camino desde casa pensando en nosotros dos en la oscuridad de ese cuarto, en nuestro pequeño mundo, él dijo ―Kate‖ en el pasillo después del primer periodo, y usó esa voz. La voz que usaba para hablar con las chicas. Otras chicas. Nunca la usaba conmigo. Pensé que había oído esa voz antes, cuando no sabía cómo era besar la piel detrás de su oreja. Pensé en él diciendo mi nombre con esa voz, cuando presionar mi boca contra la suya era sólo un sueño. No quería que lo dijera ahora. No quería oír esa voz porque, si lo hacía, lo que pasaba entre los dos estaría allí afuera, libre. Real. Y no tenía un buen historial con eso. La vida real no era amigable conmigo, y me mantenía vendiendo vitaminas en el centro comercial. La vida real me tenía compartiendo un baño con mi hermano y mi abuela. Por lo tanto, definitivamente no estaba interesada en lidiar con Will y la realidad, especialmente no en la escuela, en frente de todo mundo. — 89


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Olvídalo, no voy a decirte qué se supone que teníamos que estudiar para el examen. Nadie puso una pistola en tu cabeza y te obligó a dormirte en clase. —Yo... —dijo, y tocó mi hombro, deteniéndome—. Mira, no es que no aprecie tu completa falta de interés acerca de si pasé biología o no, pero... Fue interrumpido por Sarah, quien era porrista junto con Anna, y quien era linda en la clase de sé—que—soy—linda que sólo chicas como ella podían tener. —Hey, Will. ¿Por qué no me devolviste la llamada acerca de ir al partido de anoche? Eso, justo allí, era la realidad dándome una bofetada. Fuerte. —Tenía que trabajar —dijo Will—Debí de haberte llamado. Lo siento. —Oh, no, no te preocupes —dijo Sarah, y se apoyó en él, presionando sus pechos contra su brazo—. Sólo no olvides que me la debes —se fue, moviendo las caderas, y balanceando su falda de porrista. —¿Por qué no solamente hizo una súper voltereta mortal hacia atrás y te flashea? —murmuré, y entonces miré a Will. Él me estaba mirando, y era extraño, una mirada intensa, como si estuviera tratando de mirar dentro de mí. — Quítame esa mirada de muerte —dije—No te diré qué vendrá en el examen. Además, tienes mayores problemas que eso. Quiero decir, le debes a Sarah, y todos sabemos que las porristas son como la mafia de la secundaria. ¿Quién más haría que la gente pague 10 dólares por el lavado de un auto? Sus labios se curvaron. —No es tan mala. Y, mira, se supone que sólo la ayudaría a salir con esa cosa de la noche del partido. No es gran cosa o... —Ahórrame las historias de ti y la creación del espíritu escolar con rutinas de baile y letras que digan ―JHS manda‖ pintados en tu pecho huesudo. Esa noche, en el centro comercial, presionada contra la pared de la tienda de papá, Will se rió cuando mis manos pasaron bajo su camisa, mis pulgares frotándole bajo la piel de las costillas. —¿No es demasiado huesudo? —dijo. — Qué puedo decir... hago mis sacrificios —le dije, y sentí algo dentro de mí que se debilitó cuando él rió otra vez, y sus ojos se arrugaron en las esquinas. 90


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—Yo... —dijo, pero lo besé antes de que pudiera decir algo. Y antes de que pudiera pensar en él sin su camiseta. Con Sarah.

De camino a casa, mi papá me dijo: —Has estado realmente deseosa de sacar la basura o poner más productos en los estantes en la tienda. Me encantaría darte un aumento, o pagarte, pero... —Papá, sólo estoy tratando de ayudar. —No quería que siguiera hablando. Me sentía rara tomando crédito de las cosas que estaba haciendo para tener regulares sesiones de besuqueos. Además, quería pensar en Will, y no en las cápsulas de Perfect You. —Es sólo que antes no mostrabas tanto interés, entonces pensé que tal vez... bueno, sé que tus amigos deben de venir al centro comercial, y pensé que tal vez trabajar conmigo era vergonzoso y que te estabas escondiendo... Lo miré. Estaba apretando el volante con esa estúpida sonrisa falsa. —No es tan malo. Trabajar contigo, quiero decir... —¿De verdad? —En serio, papá —dije—Pero aún así no usaré un gorro de zanahoria mañana. —Pero es una gran publicidad. Sé que no estabas tan impresionada cuando te leí el folleto de la nueva tabla de vegetales, pero a la gente le gustan los vegetales. —Papá... —Bueno, deberían gustarles. —Ni siquiera a ti te gustan los vegetales. —Me gustan algunos vegetales —dijo papá—Y, sabes, eres una gran hija, Kate. —Aún así no usaré ese gorro —dije, y entonces él aparcó el auto en la entrada de nuestra casa y ambos hicimos un gemido. La abuela acababa de llegar a casa.

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Ella había comenzado a ir de compras en el día, manejando todo el camino hasta el gran centro comercial en Faron. Era un largo viaje, una par de horas de ida y de vuelta, y ella siempre regresaba al mismo tiempo en que mi padre y yo llegábamos a casa, y nos preguntaba si la podíamos ayudar a cargar las bolsas. Papa no trajo otra vez el plan de la zanahoria, no es que pudiera hablar de cualquier manera. La abuela había empezado a hablar incluso antes de que yo bajara del carro, aparentemente sin darse cuenta de que no podía oírla. —Hay algo verdaderamente grandioso sobre comprar allí —dijo cuando yo estaba luchando con los brazos cargados de bolsas resbaladizas—Nadie tiene ni idea acerca de la moda, y eres tratado como si fueras de la realeza si estás dispuesto a gastar más de 20 dólares por un traje. Papa tosió desde detrás de las bolsas que cargaba, lo más cercano que llegaría a callar a la abuela. —Eso no es verdad —le dije—Son al menos 30 dólares. Tal vez incluso hasta 32. Como siempre, la abuela era completamente inconsciente de todo sarcasmo y dijo, —Pues, cariño, treinta y dos dólares difícilmente es una mejoría, ¿cierto? Cuidado con esa bolsa de arriba. Tiene regalos adentro. —Dijo esa última parte como si fuera algún tipo de anticipo. No lo era. La abuela casi siempre compraba cosas para sí misma, pero algunas veces volvía con regalos para mí, Todd o mamá. Esta noche, Todd recibió un traje, que se negó a probarse y sostuvo como si pudiera morderlo antes de ponerlo en el suelo. Mamá recibió un largo vestido rojo. La parte de atrás se abría en una curva que se arrastraba por nuestra sala, las pequeñas cuencas que se le habían cosido brillaban a la luz. —¿Qué se supone que haga con esto? —le dijo ella a la abuela. Papá le subió al video que él y Todd estaban jugando. Estaba sonriendo en forma fingida, pero no lo hacía muy bien. Él sabía que se aproximaba una pelea, y papá odiaba pelear. Me imaginé que se pondría en pie y se ―iría a pasear‖ en aproximadamente treinta segundos. La abuela se aclaró la garganta. — Querida, seguro que tendrás alguna ocasión para usarlo, y el rojo te siente maravillosamente.

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Mama miró el vestido, y luego sostuvo la etiqueta del precio en dirección a la abuela. —Así que gastarías todo este dinero en un estúpido vestido pero no lo harías... —se detuvo, apretando la etiqueta en un puño. —Gasto mi dinero como me parezca. Mamá frunció su ceño, y luego miró a papá. —Steve, bájale a ese maldito video. Papa la miró perplejo, como si lo hubiera abofeteado. La boca de mamá tembló, ella se giró hacia la abuela y deliberadamente tiró el vestido en el suelo. —No quiero esto. De hecho, puedes tomarlo y... —Mamá, ¿me haces un sándwich? —Todd había abandonado el juego y se inclinaba sobre sus codos, mirando a mamá desde abajo. —Claro —dijo mamá, relajándose un poco en forma evidente, aunque su voz continuaba apretada—. Steve, cariño, ¿comiste algo esta noche? La abuela miró a papá y a Todd, y luego a mamá. La tristeza en su cara me sorprendió. —No —dijo papá—. Estaba tan ocupado trabajando en los bosquejos para el anuncio que se me olvidó. —¿Un anuncio? —Dijo la abuela, hablándole a papá realmente por primera vez. —Madre, ven a ayudarme en la cocina —dijo mamá. La abuela la ignoró. —Steve, cuéntame sobre este aviso. Papá miró ansioso alrededor de la sala. Mamá apretó sus manos en puños a ambos lados de su cadera. Todd me lanzó una mirada de pánico, una mirada de ―esto no es bueno‖. Yo miré alrededor del cuarto, desesperada, luego vi el traje de Todd en el suelo. —Yo quiero un regalo —dije, abrazándome por dentro—. ¿Abuela, me compraste algo? Todd me rodó los ojos pero se giró satisfecho de que la abuela se olvidara de papá y su anuncio para recibir el discurso de ―Oh, abuela, gracias‖ que me iba a tocar darle. 93


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—Claro, querida —dijo la abuela, y me entregó una caja. Mamá miró a la abuela, luego a papá, y entonces se fue para la cocina. Yo abrí la caja. Recibí un par de botas de gamuza. Botas de gamuza color morado brillante. —Pensé que necesitabas algo divertido —dijo la abuela. —Gracias —dije, preguntándome qué clase de persona me miraría y decidiría que necesitaba botas moradas de neón. —De nada. Es un placer comprar para ti, querida —dijo la abuela—. Imagínate lo agradable que es comprarle algo a alguien y que no lo deje en el piso. —Miró el traje de Todd, y luego recogió el vestido rojo, alisando la tela sobre sus rodillas. Sus manos estaban temblando. —Madre —dijo mamá desde la cocina, su voz en tono bajo y furioso, y yo salí disparada a mi habitación, diciendo: — Realmente debería ponerme a hacer mi tarea. Trabajé un poco más en mi tarea de inglés, concluyendo cuando la abuela acabó con su interminable rutina nocturna de baño. Con la costa despejada, me escabullí hacia la cocina para buscar algo de comer. Mamá y papá seguían despiertos, y estaban hablando en el comedor. Ellos nunca hacían eso a no ser que estuvieran discutiendo algo realmente horrible, como por ejemplo la forma de pagar los cursos de Todd. Ajustaron la puerta, pero sin cerrarla del todo, yo los podía ver y oír desde donde estaba parada. —Dijiste que te había gustado mi idea del anuncio —dijo papá. —No es eso, Steve. ¿Cómo vamos a hacer para pagarla? ¿Y la casa? ¿Y nuestros autos? ¿Y todo lo demás? —Sé que ahora mismo no tenemos mucho dinero, pero las cosas van a mejorar, y el anuncio sólo puede ayudar. Eso lo sé. —Pues, sin lugar a dudas, las cosas no pueden ponerse mucho peor —dijo mamá. Entonces se hizo el silencio, demasiado silencio, y yo prácticamente podía escuchar la boca de papá curvándose hacia arriba en una brillante sonrisa. —Cariño, no lo hagas, por favor, no me mires de esa manera —dijo mamá—. No es que no crea en ti. Sabes que lo hago. Es sólo que creo que ahora no es 94


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el mejor momento para tomar dinero que no tenemos y usarlo para un anuncio. —Pero ya lo he pagado —dijo papá—. Tuve que dividirlo entre las dos últimas tarjetas de crédito porque no daba con una. Yo… yo pensé que eso estaría bien. —No, sabías que no lo estaría. Tú sólo te adelantaste e hiciste lo que querías, justo como siempre lo haces, egoísta... —mama paró y presionó una mano temblando contra su boca, luego tocó el brazo de papá—. Lo siento. Estaba actuando como mi madre, ¿verdad? Oh, Steve, tenerla aquí me está volviendo loca. Actuó como si volviera a tener la edad de Kate, y yo... bueno, nosotros, no necesitamos eso, ¿cierto? Me quedé ahí parada por un segundo, aturdida y tan enojada que quería gritar. ¿Actuando como de mi edad? ¡Mamá no tenía ni idea! Si ella tuviera mi edad, estaría atrapada yendo a la escuela, haciendo tareas, trabajando en un trabajo de mierda, lidiando con una babosa de hermano, sabiendo que su familia no tenía dinero, sin tener una mejor amiga y recibiendo feas botas moradas de la peor abuela del mundo. No había forma de que mamá pudiera aguantar mi vida. Ninguna. Ni siquiera puede aguantar la suya. Su vida, que tenía dos trabajos, un esposo que decidió que vender vitaminas era el sueño de su vida y que no le importaba que se nos estuviera acabando el dinero para pagar por ello, un hijo que tenía un diploma universitario y que volvió a la casa para perseguir una carrera surfeando el sofá, y una madre que volvía a todo el mundo loco. Regresé a mi cuarto. Seguía enojada con mamá por lo que había dicho, pero también vi que realmente alguien tenía una vida peor que la mía. Mamá.

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Capítulo 17 Traducido por Sheilita Belikov Corregido por ckony

A

Al día siguiente, Anna me sonrió antes del último período. Yo iba a clase, y vi a Sarah acercarse a Will y hacer lo único que las chicas como ella pueden hacer: sonreír y sacudir su pelo y lograr de alguna manera estar de pie como si hubiera un foco brillando sobre ellas, mostrando cuán perfectas son. Odio a las chicas que pueden hacer eso. También me gustaría poder hacerlo. De todos modos, lo importante es que no soy celosa. Pensé que podría serlo, porque nos besuqueamos, pero me sentí bien. No bien como: ―Oh, espero que Will y Sarah se reúnan y vengan a besuquearse delante de mí en el trabajo‖, bueno, porque eso sería una locura. Pero bien como: ―Yo sabía que acabaría con alguien como ella‖. —Ay —dijo alguien, y aparté la mirada de Will y Sarah y me di cuenta que caminaba a la derecha de Jennifer S. —Lo siento —le dije. —Está bien —dijo Jennifer—. La culpa es mía por venir así, pero estos zapatos me están matando. La miré un poco más de cerca y me di cuenta que cojeaba al caminar, como si tuviera ampollas. —¿Son nuevos? —Sí. Los compré el otro día con Jennifer T., y pensamos que sería divertido usarlos hoy, sólo que ella no lleva los suyos. Pero me dijo que se veían lindos. ¿Qué piensas?

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—Muy lindos. —Le dije, a pesar de que se veían como zapatos ordinarios para mí. Me sentí mal por Jennifer S., que era claramente la no—mejor— amiga en la relación amistosa de las Jennifer M., T., y S., la única que dejaban fuera, atrás, e ignoraban. Yo sabía lo que se sentía, y por un segundo me pude imaginar a Jennifer S. y a mí convirtiéndonos en amigas. Amigas verdaderas, incluso. Por supuesto, todo lo que teníamos en común era que nuestras amigas no nos querían más, y después de pasar la mayor parte del semestre de otoño saliendo con ella y las otras Jennifers, sabía que era todo lo que alguna vez tendríamos en común, pero aún así. Era algo. —Casi me compré otro par de zapatos, en realidad —dijo—. Había estas increíbles botas púrpuras hasta la rodilla que realmente quería, pero Jennifer dijo que estos eran más lindos. No importa. Entonces fui más despacio, así ya no tendría que tratar de hacer conversación con ella, y terminé caminando a la derecha de Will y Sarah, que seguían hablando. Sólo los miré por un segundo, lo juro pero, naturalmente, fue el único segundo en el que Will optó por no mirarla a ella y me vio. —Oye Kate —dijo—. Espera un segundo. Le sonrió a Sara y luego caminó hacia mí. Sarah se apartó de mí sin siquiera mirarme y le dijo: —Voy a visitarte al trabajo pronto —pasó rozando una mano lentamente por su espalda antes de contonearse lejos. —Oh, el toque lento de espalda —le dije—. Debe ser serio. —Podría haber mordido mi lengua tan pronto como lo dije. Para alguien que no era celosa, estoy segura de que sonaba como una. Y puesto que quería arrancarle la mano y saltar arriba y abajo sobre ella, estaba en cierto modo sintiéndolo también. No era una buena señal. —No es tan serio —dijo, sonriéndome—. Como ella dijo, ni siquiera ha venido a verme al trabajo. Ahora, si alguien lo hace, y después me compra un pedazo de pizza o algo, podría ser serio. Yo no iba a interpretar eso. No lo haría. Diría algo inteligente. O por lo menos un poco inteligente. —Uh —dije, sonando como una idiota, en su lugar, y fue entonces cuando Anna andaba por ahí, sosteniendo la mano de Sam, y sonrió. 97


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En realidad sonrió. A mí. Era como si supiera lo que estaba pasando con Will y me salvara de mí misma. Era como si ella fuera mi amiga otra vez. Quiero decir, sabía que no era eso por lo que ella estaba sonriendo, lo sabía. Pero si no hubiera sonreído, probablemente le hubiera dicho a Will algo estúpido como: ―Me gusta la pizza‖, o peor aún: ―Voy a ir a verte al trabajo‖. Por suerte, no dije nada de eso. Me sorprendió tanto lo que había sucedido (¡Anna sonriendo! ¡A mí!), que todo lo que pude decirle a Will fue: —Yo... adiós —lo cual no fue inteligente, pero tampoco estaba rogando por una cita. ¿Por qué me sonreiría? No podía entenderlo. No en el último período, no en el camino al trabajo, y no cuando estaba en el trabajo. —Hola —dijo papá, interrumpiendo mis pensamientos y agitando una mano delante de mi cara—. Tierra a Kate. —Él hizo sus horribles ruidos de supuesta nave espacial—. Adelante, Kate. —Gracioso, papá. Sólo estaba pensando. —¿Está todo bien? —Sí —dije, arrastrando la voz. Hablar con papá había pinchado mis súper pensamientos secretos de fantasía, que consistían en que este año fuera un sueño y mañana me despertaría y descubriría que todo había vuelto a la normalidad. No más vitaminas, no más trabajo en el centro comercial, no más abuela acaparando el baño y volviéndonos a todos locos, y Anna sería mi mejor amiga de nuevo. —Bien. Voy a conseguir un café, ¿de acuerdo? Asentí con la cabeza, mirando hacia abajo al interior de nuestra vitrina. Si todo volviera a la normalidad, lo único que echaría de menos sería a Will. Ese era un pensamiento aterrador por un montón de razones, y me hizo pensar sobre lo que él había dicho antes, que, naturalmente, me dio más de qué preocuparme. ¿Qué había querido decir con eso de verlo y pizza? ¿Realmente significa algo? ¿O sólo estaba hablando? ¿Por qué no podían los chicos venir con un decodificador? —¿Kate? Miré hacia arriba. Era Anna. Aquí. Ahora. 98


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Me obligué a parpadear. Ella todavía estaba allí. —Hola —dijo ella. —Oye. —No sabía qué más decir. —¿Cómo va el trabajo? —Ella se mordía los labios como hace cuando está nerviosa. —Muy bien. —¿Era yo quien la ponía nerviosa? No podía ser. Ella asintió pero no dijo nada, sólo miró a su alrededor, como si estuviera buscando algo. Probablemente una salida. —Puedes irte —le dije, y estaba orgullosa de lo normal que sonaba. Mi voz no temblaba en absoluto. Ella me miró. —Lo sé. Me negué a mirar hacia otro lado en primer lugar, a pesar de que realmente quería. —¿Por qué estás aquí? —Yo sólo... te he visto por aquí. —¿Y? —Dios, Kate —ella dijo—. ¿Qué te parece? Quería hablar contigo. —¿Conmigo? ¿Por qué quieres hacer eso cuando podrías estar saliendo con Diane o riéndote de mí porque mi papá vende vitaminas de infomercial? Ella suspiró. —Fui desastrosa en eso. Es que yo... mira, Diane estaba muy alterada. Su mamá estaba muy afectada por la fiesta de tu papá. —De acuerdo —dije, con voz tensa, y metí mis manos en mis bolsillos, porque habían empezado a temblar—. Dios no quiera que Diane, quien solía llamarte ―Trasero Gordo‖, se vea alterada. —Agradable —dijo, la mirada perdida al lado otra vez y moviendo su cabeza—. Realmente agradable, Kate. Mencionar… —¿Qué? ¿La verdad? Ella me miró. —Tú... eres tan tú, Kate —dijo, y luego sonrió—. Te vi hablando con Will antes del último periodo hoy. ¿Todavía te vuelve loca? 99


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Ella no tenía idea. —Bastante. Su sonrisa se ensanchó. — Realmente te extraño, sabes. Lo había dicho antes, pero todavía se sentía tan bien escucharlo. La cosa era, ¿por qué me extrañaba ahora? ¿Y antes? —¿Es por eso que me dejaste de hablar? —Yo... yo tenía que hacerlo. —¿Tenías que hacerlo? —Las cosas cambiaron para mí, Kate, y... me gusta lo que soy ahora. La vida nunca fue tan fácil para mí como lo es para ti. —¿Fácil para mí? Oh sí, Anna. ¿Tener a mi mejor amiga actuando como si yo no existiera? ¡Pan comido! ¿Quedarme atascada trabajando en el centro comercial con mi padre vendiendo vitaminas de mierda? ¡Alegría! Sí, puedo ver por qué querrías mi vida fácil. —No quise decir… es sólo que siempre has sabido quién eres —dijo—. Nunca... bueno, no pasaste años enamorada de un chico que nunca se dio cuenta que estabas viva. No tuviste fiestas de cumpleaños que no funcionaron como tú querías. No hiciste... las cosas fueron diferentes para mí de lo que fueron para ti. —Pero tú fuiste a la que nunca le importó lo que la gente dijera, quién… —De todos modos, siempre los escuchaba —dijo—. Todavía puedo oír lo que la gente decía sobre mí. A mí. Y sólo... me cansé de eso. Ya no quería ser yo. —Bueno, no lo eres. —Pero lo soy —dijo—. De eso se trata. Sigo siendo yo. Lo ves, ¿verdad? ¿Me ves? Y mirándola, renovada en alguien rubia, delgada y bella… la vi. Vi a Anna, mi amiga.

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Capítulo 18 Traducido por Amanecer Corregido por Kanon ♪♫♪

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H icimos planes para reunirnos más tarde, en el cajero automático. —Tengo que volver a casa por un tiempo primero —dijo Anna—. Yo no quiero, pero mamá busca trabajo, y tú sabes cómo es. Cuando asentí, ella me abrazó. —Ves, por eso te echo de menos. Sabes cómo es exactamente mi mamá. Nos vemos a las nueve, ¿de acuerdo? Y no voy a llegar tarde, lo prometo. —Oh, vamos —le dije, sonriendo—. No hay manera de que hayas cambiado tanto. Ella se río y me abrazó de nuevo antes de irse. Yo continúe con mi ruptura de cena tan feliz hasta que papá se obsesionó con un nuevo plan de promoción, en el cual me involucró a mí y a camarones, del cual no pude negarme. Entonces pensé algo. ¿Y si ella no se presenta? Puse la bolsa que contenía mi sándwich, una caja pequeña de pasas, y un contenedor de zumo de naranja tibio en una mesa en el patio de comidas y me senté, despacio sacándolo todo. Ella aparecería. Yo estaba casi segura de ello. Después de todo, había dicho que me extrañaba. Incluso lo dijo más de una vez. Pero ella había dicho que estaría de vuelta antes de empezar las clases también. —Hey, ¿dónde está tu caja de zumo?

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Miré hacia arriba y vi a Will junto a la mesa, una rebanada de pizza en un plato de papel que descasaba en una mano y un refresco en la otra. Hoy, su etiqueta con su nombre, decía ―el tipo del zapato‖. Yo quería darle un beso tanto que no pude pensar con claridad por un momento. —¿Qué? Oh, está bien. Ninguna caja de zumo hoy —dije, y puse la caja sobre él, hurgando en la envoltura de plástico que cubría mi sándwich con un dedo. Esto rezumó la jalea hacia mí. —¿Puedo sentarme? Tiré mi zumo. Por suerte, no lo había abierto aún. —¿Qué? ¿Por qué? —Porque cuando como de pie, la gente me mira raro. Me eche a reír. —No es por eso por lo que te miran. —Agradable —dijo, sonriendo, y se sentó. Yo no sabía qué hacer, así que cogí mi zumo y lo abrí. Entonces me di cuenta de que no tenía una pajita. Sé que se supone que se puede tomar de la caja, pero no había manera de que yo fuera a intentar eso. Habría sido mejor simplemente verter el zumo directamente sobre mi camisa. Eché un vistazo a Will. Él me miraba, y yo no sabía por qué estaba sentado conmigo. Después de que habíamos empezado a reunirnos en la noche, yo a veces lo he visto en un descanso cuando tomaba el mío, pero siempre me había ido antes de que pudiera verme, incluso si eso significaba matar el resto de mi descanso sentada junto a nuestra área de almacenamiento. —¿Cómo va el trabajo? —dijo. Esto era exactamente el por qué yo siempre me marchaba. Yo no quería hablar de eso con él. —Bueno —dije—¿Y tú? —¿Qué estaba haciendo? Sonaba como un monstruo. Un monstruo aburrido. —Bueno, vamos a decirlo de esta manera. Acabo de pasar una hora tirando de papel de seda de zapatillas de deporte para un tipo que quiso probarse quince pares antes de decidir que no quería zapatos nuevos después de todo. —Puedo superar eso. Sólo averigüé que mañana voy a estar repartiendo camarones. 102


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Él me sonrió, y yo trataba de no mirar sus hoyuelos. —Voy a estar cerca y con los pies de otras personas por ahora. Gano. —¿Has visto como actúa la gente alrededor de la comida gratis? —Por extraño que parezca, lo sé —dijo—. Realmente no es bonito, así que tal vez no gano después de todo. Podemos hablar de ello más tarde, si quieres. Se supone que tengo que tirar la basura y romper las cajas a las nueve. —He quedado con alguien —dije, y él no dijo una palabra. Él no hizo nada. Se quedo allí sentado, su descolocación de sonrisa y su porción de pizza suspendida a medio camino entre el plato y su boca. —Anna —añadí tontamente, como si de alguna manera fuera a preocuparle. —Ah —dijo, y dejó la pieza de pizza sólo para recogerla otra vez, como si hubiera olvidado qué hacer. Entonces nos quedamos sentados allí por un tiempo. Yo quería salir, pero todo era tan extraño que me daba miedo, por lo que se comió su pizza y me quedé en la mesa, haciendo caso omiso de mi sándwich y escogiendo mis pasas de uva, esperando no masticar demasiado fuerte. O trozos de ellos se me pegarían a los dientes. ¿Cómo podía ser que estar con él fuera tan difícil? —Entonces, ¿qué pasa con este fin de semana? —dijo, y le miré, sorprendida. —¿Fin de semana? —Ya sabes, mañana… bueno, mañana por la noche, sábado y luego el domingo? Tradicionalmente conocido como el fin de semana. ¿Vas a… trabajar? —Probablemente —Me sentía… me sentí como la mierda. Por un instante me había hecho pensar que iba a decir algo más. Invitarme a salir. Yo era tan estúpida. Me puse de pie, agarré mis cosas y apreté mi caja de pasas vacía en una pelota. —Tengo que volver al trabajo. Se puso de pie también. Tenía la cara roja. —Yo también. Los dos nos detuvimos en el mismo cubo de basura, una especie de caminar juntos, pero realmente no, y después de tirar nuestra basura, nosotros nos quedamos allí de pie. Fue horrible, pero yo no me atrevía a salir. 103


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—No tengo que regresar enseguida —dijo finalmente, mirándome. —Lo mismo digo —dije. Me sentí como si hubiera estado molesta con él por lo que no había dicho antes, pero la verdad era que yo sabía que lo de invitarme a salir no iba a pasar... era un sueño estúpido. Además tenía muchas ganas de besarlo. Por alguna razón, decidió que tenía que tener otra rebana de pizza y después no comió nada de eso. Me lo comí mientras caminábamos de vuelta al almacén de papá, mientras me chupaba el queso de mis dedos y haciendo una mueca cuando me lo encontré mirándome con una expresión muy intensa, casi como su aspecto justo antes de que nos besáramos. —Es sólo queso —dije. Sacudió la cabeza, empujando las manos en sus bolsillos mirando la vitamina cada vez mayor de papá. — Kate, mira, sobre este fin de semana —dijo, y le besé antes de que pudiera decir nada más. Así podía fingir que había hecho más que preguntarme si yo estaba trabajando. Así podía fingir que me había invitado a salir.

Pasé el resto de la noche en un ánimo extraño. Yo era realmente feliz y realmente no feliz al mismo tiempo. No podía esperar a ver Anna, pero tenía miedo de que no se presentara, o que ella apareciera con Diane y se rieran de mí. Y luego estaba Will. Hasta esta noche, no había pensado en salir con él, por su parte… bien, había sido objeto de un montón de fantasías, pero eso fue todo. Yo no había pensado alguna vez en algo más, porque sabía que Will siempre estaba saliendo con alguien. Además, yo había visto a Sarah con él, ¿y quién escogería besos de mí sobre los besos de ella? Pero él me había comprado pizza. A pesar de lo que había dicho, yo sabía que él había conseguido esa pieza extra para mí, para que yo tuviera algo de comer que no fueran las pasas que había recogido. Y eso fue tan inesperado, y tan dulce, que no lo pude evitar… a él. Mucho. Además, era un muy buen besador. 104


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A un cuarto para las nueve, no pude esperar y le dije a papá que me iba a reunirme con Anna. —Oh, claro —dijo distraídamente—. Oye, ¿crees que una nueva pantalla ayudaría? La dirección del centro comercial dijo que no a mi idea de camarón, pero yo estaba pensando en la creación de conchas, y tal vez un poco de arena. Una cosa tipo playa, ¿sabes?

—Suena muy bien —dije, mi voz plana, y agarré mis cosas. Yo no sabía por qué no le dije nada. Lo único que le importaba era Perfect you. — Kate… —¿Qué? — Que tengan un buen rato —dijo—. Estoy contento de que tú y Anna se hablen otra vez. Sé que debes de haberla echado de menos. Supongo que papá no era siempre totalmente despistado.

Anna no estaba en el cajero, pero entonces era temprano y ella siempre llegaba tarde para todo. Cuando solía reunirme con ella en el centro comercial para ir de compras, que era algo que me gustaba, en lugar de mi trabajo, yo siempre le decía que viniera veinte minutos antes de lo que yo realmente llegaba allí, entonces ella aparecía. Me senté en un banco y esperé. Entonces esperé un poco más. Cuando me había parecido que pasaron dos horas, le pregunté a alguien qué hora era. Sólo eran las 9:01, y me relajé, Anna aparecería. Pero tenía tanto miedo de que no apareciera. Me levanté y caminé por el corredor principal del centro comercial, esperando que apareciera. Me detuve y miré en el escaparate de una tienda de zapatos, fingiendo que estaba mirando un par de tacones realmente feos. Luego entré en la única tienda del centro comercial que vende jeans decentes y hojeé el primer estante, mirando por la puerta, echando un vistazo al cajero automático en lo que esperaba que no fuera patético. Anna todavía no estaba allí. Hojeé los jeans otra vez. Hice como si estuviera leyendo la etiqueta del precio. 105


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Alcé la vista, y vi a Anna de pie con Diane por un estante detrás de la tienda. Ella me miraba. Luego se mordió el labio y desvió la mirada. Me di la vuelta, chocando con el estante, lo que dio un silbido de protesta. Me alejé rápido, dirigiéndome hacia el cajero automático. Me detuve a mitad de camino, mi ardor en los ojos, caliente con lágrimas que no iba a derramar. No aquí. No ahora. Me volví hacia la parte principal del centro comercial de nuevo, a ciegas, tratando de alejarme de todo, incluso de mí misma, y vi a Anna de pie, las manos apretadas alrededor de las bolsas de compras que ella sostenía. —No te enojes —dijo, con voz suplicante—. Yo no sabía que Diane iba a estar aquí. Me encontré con ella justo después de hablar contigo, y ella quería que yo fuera con ella para conseguir unos zapatos y luego buscar unos jeans y yo… —No querías verme nunca más. —No es eso, Kate, por favor. ¿Estaría yo aquí si no fuera verdad? —Se escuchaba como ella, sentí que mis ojos picaban otra vez—. Además, me has salvado. Ir de compras con Diane es… bueno, es más o menos… Ya sabes. —En realidad, yo no lo creo. — Un punto para ti —dijo Anna, sonriendo. Cuando yo no regresé la sonrisa, suspiró—. Lo que pasa es que Diane es insegura en todo. Tú no creerías cuánto ella se obsesiona con los vaqueros. Está convencida de que los bolsillos traseros hacen su trasero enorme. —Ella hizo rodar sus ojos en mí del modo en que acostumbraba hacerlo siempre que alguien como Diane se elevara más allá de nosotros, como si no existiera. ¡Se burlaba de Diane! ¡Ella sabía que Diane no era una persona increíble sólo porque era popular y tenía la habilidad de hacer sentir a otros como basura! Ella seguía siendo mi Anna. Yo le devolví la sonrisa. —¿Así que ella tiene miedo de los bolsillos traseros? La sonrisa de Anna se amplió y ella se acercó, dando un codazo a mi pierna con una de las bolsas de compras que sostenía.

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—¡De verdad! Esta vez, hemos intentado en los pantalones vaqueros de algo así como cuatro horas, y ella… —Anna miró por encima del hombro muy rápido, y luego se volvió hacia mí—. No le gustaba ninguno de ellos hasta que me dijo, ―¡Oh, me encanta!‖ acerca de un par al azar. Era extraño, como si me necesitara para desear algo para que ella pudiera conseguirlo y yo no fuera capaz de hacerlo. —¿En serio? —en realidad no sonaba raro para mí. Sonaba igual que Diane, y yo no podía creer que Anna se presentara con ella. Solía hablar mal de Diane cada vez que la veía pensé que Anna realmente la odiaba. —Sí, es una locura, ¿Quieres sentarte? —Claro —dije, y nos sentamos en el banco donde yo había esperado antes. —Por lo tanto, pienso ponerme mi pelo corto realmente corto —dijo Anna, mirando alrededor y luego me sonrío—. Es la primera vez que lo he teñido, porque yo misma lo hice. ¿Parece el rubio realmente extraño? —No, se ve bien. —Gracias. Siempre voy con miedo de que mamá vaya a arrastrar a Sam a ver las fotos... Hola, mamá, no vamos a recordarle que yo solía ser un culo gordo con el pelo malo. —No estabas alguna vez… —Oh, por favor. Me daba asco. Gorda y aburrida. —Oye, esa es mi amiga de quien estás hablando. Ella me sonrío de nuevo, pero esta vez era diferente, casi triste. —Eres tan buena conmigo, Kate. Yo… ¿Hey, es el cierre del centro comercial? —¿Qué? Oh, sí —como el cierre del centro comercial, los carillones de cierre inculcaron. —Es triste, pero ahora que trabajo aquí, aquel sonido es el mejor ruido… —Oh, no —dijo, saltando y agarrando sus bolsas—. Olvidé totalmente que tenía que ir a casa y escuchar acerca de la búsqueda de empleo de mamá, y tú sabes cómo es cuando ella piensa que no le hago caso. —Ella comenzó a rebuscar en su bolso frenéticamente—¿Dónde están mis llaves? ¿Dónde diablos…? 107


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—Aquí —dije, y tomé su bolso—. Las conseguiré. —Estaban en la parte inferior, hundida en su cartera, como siempre, sólo que ahora tenía una llave del coche junto a su llave de casa. Había visto el coche de Anna alrededor y siempre me preguntaba cómo sería viajar en él. Tal vez yo lo averiguara ahora. —Esto apesta —dijo cuando se las entregué—. No quiero ir, pero mamá… —Lo sé —La mamá de Anna era intensa, y no en el buen sentido. Ella amaba a Anna y no le importaba mucho nada más, lo que significa que Anna conseguía lo que quería, pero también era la única amiga de su madre, así como su psiquiatra. — Quiero llevarte en coche a casa, pero tengo que irme. Espero que no te enfades, porque yo realmente no quiero que… —No estoy enfadada, y todo estará bien con tu mamá. —¿Lo prometes? —dijo, como siempre lo hacía cada vez que estaba preocupada sobre cómo hablar con su madre. —Prometido —dije, como siempre, y ella me abrazó entonces, fuerte, diciendo:—Te extraño tanto, no tienes ni idea. Gracias por aguantarme. Me sentí bastante bien después de que ella se marchó. Casi genial, incluso. Tendría que coger un viaje a casa con papá, pero eso no fue gran cosa. Anna me habló… ahora era una gran cosa. Y había sido muy divertido. Incluso parecía que nunca hubiéramos dejado de hablarnos, sobre todo hacia el final. Regresé a la parte principal del centro comercial, que ahora estaba casi vacío, y luego, por alguna razón, me detuve. No sé por qué lo hice, pero volví por donde vine. Pasé la tienda en la cual yo había visto a Anna y Diana, y Diana salió cuando yo pasaba por allí. Ella no pareció fijarse en mí, y yo la seguí pasando el banco en el que me había sentado con Anna, y luego hacia abajo hasta la puerta por la que había visto salir a Anna. Fingí que estaba usando el cajero automático cuando ella salió a la calle, y la oí decir: —Bueno, ¿Por qué te pusiste tan rara antes? Y, ¿de dónde has huido? —cuando la puerta del centro comercial se cerró. Ella tuvo que dirigirse a Anna. Las lágrimas embotelladas desde antes picaban mis ojos otra vez, y me apoyé en la puerta hasta que la sensación pasó, diciendo que no debía mirar. 108


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Lo hice de todos modos. No había nada que ver, excepto un coche por la orilla del estacionamiento, tirando a la carretera. No traté de ver si lo reconocí. Yo no quería hacerlo. Anna me había hablado. Ella me echaba de menos. Eso significaba algo. Sabía que lo hizo. Tenía que serlo. Pero parte de mí sabía que no quería decir lo suficiente. Una parte de mí odiaba lo patética que era alrededor de Anna, lo desesperada que estaba para que me hablase. Sin embargo, yo no podía evitarlo. La eché bastante de menos para tomar mierda de ella, que yo no tomaría de nadie más, porque quise que ella volviera a mí. Que fuese mi amiga de nuevo, la Anna que siempre había sido parte de mi vida.

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Capítulo 19 A Al

Traducido por Petty Corregido por Kanon ♪♫♪

día siguiente, me topé con Will justo después de terminar el último

período. —Voy a mi locker —dijo él, como si esas palabras explicaran algo. Y no lo hacían, porque yo sabía exactamente dónde estaba el locker de Will, y no estaba ahí. Obviamente, no podía decirle eso. —Yo ya me voy caminando —dije, y me arrepentí tan pronto como las palabras salieron. Will podía pesar que le estaba pidiendo que caminara conmigo. Yo no quería ser patética. Más que de costumbre, quiero decir. Él asintió con la cabeza. Y, ¡caminó conmigo! —¿Vas a ir a la fiesta de Jennifer T.? Yo no sabía que Jennifer T. iba a tener una fiesta. Lo miré, para ver si estaba bromeando, y él me miró con una sonrisa, en ella había una expresión casi frágil en sus ojos. Aparté la vista asustada porque si no lo hacía, podría hacer algo estúpido, como decirle cuánto me gustaba. —No estoy invitada. —Le escuché preguntarte en el primer período. ¿Había dicho ella algo sobre una fiesta? Ahora que él lo mencionó, la recordé murmurándome durante biología, pero había estado tan ocupada pensando en si Anna me diría cualquier cosa —ella no siempre me miraba una vez al día—, que yo realmente no quería escuchar—. Oh, pensé que estaba hablando de otra cosa, pero sí, creo q podría ir. 110


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—Yo también. —¿De verdad? —caminábamos casi lo suficientemente cerca como para que nuestros hombros se tocaran, y tuve un repentino —y loco—Deseo de contarle lo de anoche, sobre cómo hablé con Anna. Para preguntarle lo que pensaba. Me pregunté en qué estaba pensando ahora, y deseé poder preguntarle por qué me estaba preguntando por la fiesta de Jennifer. —Sí. ¿Nos vemos por allí? —dijo, y me dio esa mirada otra vez, la intensa que me hizo querer empujarlo contra la pared y besarlo hasta que ya no pudiera respirar. —Claro que sí. —Yo estaba orgullosa de lo tranquila que sonaba. Incluso, casi sofisticada. Entonces caminé afuera, vi a mi padre sentado en su carro, usando el estúpido sombrero de zanahoria del que había estado hablando, y me di cuenta de que nunca iba a ser sofisticada. No es que eso me haría parar a preguntarle a papá si podría tomarme la noche libre. O decirle que nunca jamás usara el sombrero de zanahoria cuando estuviera en cualquier lugar cerca de la escuela. —De hecho, sólo no lo uses cuando no estés en el centro comercial —dije. —Olvidé que lo tenía puesto —dijo, sonriéndome—. Es tan cómodo que yo... —Todavía no voy a usar uno, papá. Y, acerca de esta noche, no tengo q trabajar, ¿verdad? —Me gustaría darte la noche libre, cariño. Pero, estaré ocupado. Miré por la ventana y me forcé a dar un suspiro profundo. —Usualmente no estás ocupado, y yo trabajé por mi cuenta cuando tú y Todd fueron al cine. Y también esa vez que tú hiciste esa cosa en la biblioteca. —Tu madre tiene que trabajar esta noche, así que ella no podrá llevarte donde sea. — Iré por mi cuenta —no sabía cómo haría eso, pero pensaría algo. Si fuera necesario le preguntaría —me estremecí—A la abuela. —¿Grandes planes? —papá sonaba realmente interesado, y cuando lo miré, él me miraba extrañamente, casi como si me crecieran cuernos. O estuviera usando un sombrero de zanahoria. 111


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—No realmente, sólo quiero salir, es todo. —Creces tan rápido —dijo, y me di cuenta que me miraba tan extrañamente porque estaba teniendo el shock que le da a los padres cuando se dan cuenta que tú tienes dieciséis y no, digamos, tres—. Sabes, si hay cualquier cosa de los que quieras hablar, o algunas preguntas que puedas tener... —Papá, si no supiera sobre el sexo ahora, estaría bastante perdida, ¿No lo crees? —Tal vez no estaba hablando acerca de … eso... —Te escuché decirle lo mismo a Todd después de que lo sorprendiste con su novia en su habitación. —Está bien, está bien —dijo papá rápidamente, su rostro estaba rojo brillante—. Entonces ya has escuchado mi pequeño discurso acerca de comenzar a ser responsable antes. Con todo lo que significa, hay que pensarlo. Tú puedes hablarme acerca de cualquier cosa. Sabía lo que significaba. Él moriría de la vergüenza si yo le preguntara sobre sexo, o por lo menos moriría en el intento. Y era lindo saberlo, especialmente desde que hace mucho tiempo me veía como una mula de carga de vitaminas. —Gracias, papá. —Oye, Kate —dijo cuando yo estaba saliendo del coche a la casa—. Que pases un buen rato esta noche, ¿bueno? Asentí con la cabeza. —Eres un chica especial, y espero que sepas que deberías esperar hasta conocer un chico que te aprecie por quien eres antes... —Esta noche no es sobre un chico, papá —Y no lo era. No exactamente. Quiero decir, sólo iba a ir a una fiesta, y si una persona especial estaba de paso allí, entonces él estaría allí. No era como si fuera la gran cosa o algo así.

Me acordaba de eso mucho, especialmente después de cambiarme la ropa unas cuatro veces. Y luego me sorprendí imaginando conversaciones con Will. Will Bueno: ―Kate, eres tan hermosa, no puedo dejar de pensar en ti‖. 112


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Yo: ―Eres tan dulce. Dime más‖. Will Malo: ―Oh, oye, Kate. No te vi. Estaba muy ocupado besuqueándome con Sarah‖. Yo: ―No te vi tampoco, porque estaba buscando mi… mi cita‖. Él: ―¿Cita? ¿Tú? Oh, eso es divertido. ¿Sarah no es Kate graciosa?‖ Una vez que había encontrado por fin algo para usar que no estaba totalmente horrible, fui al baño a cepillarme los dientes. La abuela ya estaba allí, mirando dos sombras de ojos idénticas. —Compré estas hoy, cariño —dijo—. ¿Cuál se ve mejor? —Cualquiera, ¿me dejas usar el baño? Ella se rió, pero no se movió. Típico. —Te ves bien. ¿Vas a alguna parte? —Veré a unos amigos —¿A qué hora te vas? ¿A qué hora? Genial. Había pasado tanto tiempo pensando sobre Will, preguntándome si iba a estar en la fiesta, que no había pensado en la parte real. —No estoy segura. Quiero decir, pronto. La abuela frunció el ceño a las sombras. —Tal vez debí haber comprado un tercer color. Me di por vencida y cogí mi cepillo de dientes, luego me fui al baño de mamá y papá. Por el momento tenía mi aliento de menta fresca, y le dejé un mensaje a mamá diciendo que llamaría a medianoche para ir a casa, me di cuenta de que todavía necesitaba quien me llevara. Hiper-ventilé en el vestíbulo por un momento, tratando de averiguar cómo podía conseguir que la abuela me llevara allí sin tener que hablar con ella en el camino, y justo cuando me di cuenta que no era posible y me tendría que pasar la noche en casa, Todd entró y dijo: —Oye, perdedora, papá me dijo que saldrías esta noche. Supongo que estaba equivocada. 113


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—Eso no es algo que te importe, pero voy a salir. ¿Qué estás haciendo aquí? Me sonrío. —Papá dijo que podría salir temprano. Se sentía mal porque tuve que quedarme y ayudar afuera esta tarde, así alguien podría ir a casa y tener una gran noche. Así que, ¿cómo es que estás de pie en la sala y yo trabajando afuera por ti? Lo saludé con mi dedo del medio. —Eres un enfermo. —Todd, cariño, ¿eres tú? —la abuela lo llamó desde la sala de estar—. Ven aquí y saluda. Todd abrió los ojos. Le sonreí y, en mi voz más alta, grite: —Abuela, es... —Para —susurró, deteniéndome—¿Qué quieres? — Un viaje —le susurré. —Bien —dijo, y sacudió la cabeza en dirección a la voz de la abuela—. Dile que no estoy aquí. Entorne mis ojos, pero dije: — Él no está aquí, abuela. —Pensé escucharlo. —No, sólo soy yo. —Miré a Todd, que se acercaba hacia la puerta, y tenía una mano sobre mi brazo—Ya me voy, abuela. ¡Adiós! —Eso estuvo muy mal —dijo Todd cuando salimos—. No puedo creer que me fueras a delatar con la abuela, nunca habías... —Perdóname —le dije, y me metí en el coche.

La fiesta de Jennifer había comenzado definitivamente en el momento en que llegué allí, porque Jennifer S. se acercó a mí tan pronto como entré. Estaba molesta porque Jennifer M. y T. no estaban hablando con ella. — Incluso me dijeron que nos les gustaba mis zapatos —dijo ella, y luego rompió en lágrimas. —Son lindos zapatos —le dije, buscando alrededor a Will. —¿Tú crees? —Ella sorbió por la nariz, y limpió sus ojos—. Me gustan los tuyos. 114


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Y así fue como acabé discutiendo sobre zapatos con Jennifer S. durante dos horas mientras ella hizo como si no estuviera viendo todo lo que Jennifer M. y T. hacían, y yo hice como si no me importara que Will no estuviera allí. Eso es. No estaba allí. Will no había llegado. Yo realmente pensaba que él vendría, que había preguntado por esta noche y la fiesta, porque... bueno, porque él hubiera querido que yo esté aquí. Fui tan estúpida. Yo quería ir a casa, pero tan pronto como le dije a ella que me iba, Jennifer S. empezó a llorar de nuevo y me rogó que no me fuera porque no quería estar sola. Podría contar con eso. Naturalmente, terminé de pie, sosteniendo una bebida que era tan fuerte que la mi nariz picaba cada vez que levaba la copa hacia mi boca. Finalmente, me agaché y la eché fuera, tirando el vaso cuando volví. No iba a venir, Jennifer S. se había olvidado de mí ahora que Jennifer M. y T. fueron a hablar con ella de nuevo, y no había ninguna razón para que me quedara. Comencé a buscar un teléfono, deseando por una vez, que todavía tuviera un celular. Había sido una de las primeras cosas en irse cuando el dinero se volvió ajustado, sin embargo, no me había preocupado ya que no estaba haciendo ninguna llamada. Finalmente encontré un teléfono en la sala de estar. En realidad, fue el teléfono de Jennifer S., y lo tomé prestado de su bolso justo después de que ella hubiera corrido hasta mí y me dijera: —Esto. Jennifer T. está enojada con Jennifer M. porque desapareció totalmente con su novio a pesar de que juró que iba a ayudar con la fiesta. ¿Puedes guardar mi bolso? Jennifer dijo que necesito lucir más moderna. Ella ni siquiera esperó que le dijera algo, después me puso su bolso y salió corriendo, por lo tanto me sentí justificada de usar su teléfono. Hasta virtuosa, porque ni siquiera miré sus mensajes, solo llamé a casa. La abuela contestó y dijo que mamá y papá estaban hablando, pero le diría a mamá que viniera por mí. —Si mamá envía a papá, dile que le recuerde que dejé la dirección en mi libreta. —¿Cómo? Lo siento cariño, este teléfono está sonando. Tu hermano ciertamente es un joven popular. 115


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Solté un bufido. —Parece que ninguna de las chicas que llamaba parecían entender que cuando Todd dice: ―Yo soy un actor, poeta‖, significa, ―Yo vivo en casa, y soy uno con el sofá‖. —Por supuesto —dijo la abuela—. Dudo que estas jovencitas se den cuenta de que su carrera principal es ver televisión. Huh. Tal vez Todd no estaba totalmente salido cuando me dijo que sonaba como la abuela. Oh mierda, sonaba como la abuela. —Me tengo que ir —le dije, y colgué. Y, entonces, justo cuando me di cuenta que había malgastado toda mi noche y era capaz de pensar exactamente como una mujer que prestó un nuevo significado a la expresión de dolor-enel-culo, vi a Will.

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Capítulo 20 C

Claramente,

Traducido por jazzy Corregido por angeliitaw venía de trabajar, porque estaba en su uniforme de Sports

Shack, y traía a Sam consigo. Tú casi podías escuchar a todos quedar en silencio por un momento, porque Sam no venía a fiestas como esta. Él iba a fiestas ofrecidas por personas como Tara, o como Anna. Aunque Anna no estaba con Sam. Me pregunté acerca de eso, pero sólo por un segundo, porque Jennifer M. apareció tratando de actuar casual alrededor de Sam y prácticamente arrojándose a sí misma a Will, quien no parecía notarme a pesar de que estaba básicamente en frente de él. Solté el teléfono de Jennifer S. de regreso en su bolso y puse todo en una silla, luego fui a la cocina. Mi plan era salir al patio por la puerta que había utilizado para botar mi bebida antes, y luego rodear la casa para llegar al frente y esperar a que mamá o papá llegara. Sam y Will también entraron a la cocina, Sam asintiendo a algo que Jennifer M. decía y sonriendo esa sonrisa levemente aburrida que llevaba cada vez que hablaba con alguien que no era ―alguien‖. Will se dirigió a una pizza que Jennifer T. produjo milagrosamente a pesar del hecho de que le había dicho a todo el mundo hace siglos que no había más comida. Me dirigí hacia la puerta, alcanzándola justamente cuando oí a Will decir: ―no, hombre, no he estado con nadie esta noche, pero quizás pueda convencer a alguien de que se valla conmigo‖, sonriendo mientras los chicos alrededor de él reían y algunas chicas, incluyendo a Jennifer M., sonreían y le lanzaban miradas esperanzadas. Me eché a reír, no lo pude evitar. Will estaba lleno de mierda, y esta noche... esta noche no podía terminar lo suficientemente rápido. Me había vestido y había esperado y estaba tan cansada de hacerlo, tan cansada de soñar y ser incapaz de evitarlo a pesar de que yo había visto, quizá mejor que cualquiera aquí, lo que los sueños te pueden hacer. Anna tuvo un sueño, se hizo 117


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realidad, y ella ya no era mi amiga. Mi padre tuvo un sueño, y yo tengo que vender vitaminas y compartir un baño con mi hermano y mi abuela por eso. Un par de personas me escucharon y me miraron por encima, me encogí de hombros, como si no me importara que la gente estuviera mirando, a pesar de que lo hacía. Pero cuando comencé a dar la vuelta, vi a Will mirándome directamente, como si hubiera sabido dónde había estado todo el tiempo. —De hecho —dijo sin dejar de mirarme—Sé con certeza que este uniforme — se señalo a sí mismo—Vuelve a algunas mujeres locas... bésate-conmigodetrás-del-centro comercial-locas. Sam se echó a reír, y la mayoría de los demás también. Will no lo hizo, y un par de las chicas más observadoras tampoco. Vi la boca de Jennifer M. abrirse y los ojos se le encendieron cuando lo que él estaba diciendo penetró, y me sentí ruborizar cuando ella me miró, conectando los puntos de una historia acerca de Will y una chica fácil del centro comercial. No creo que nunca había querido tanto que alguien muriera como quería que Will lo hiciera en ese momento. No sólo había básicamente dejado que todo el mundo supiera que nos habíamos besado, lo había hecho sonar como si yo estuviera tan loca por él que lo besaría en cualquier lugar. Él me había hecho sonar como si fuera solamente una chica más en su desfile sin fin de chicas. Me convirtió en lo que yo siempre había sabido que era para él: nada. Me convirtió en lo que yo había sido tan estúpida como para pretender que no era cierto. Supongo que me vio darme cuenta, porque sonrió esa adorable sonrisa con hoyuelos de la que me había enorgullecido ser inmune, cuando no había sido inmune a ella en absoluto, y dijo: —Oye, Kate, ¿quieres un pedazo? — sosteniendo un pedazo de pizza. Quizás fuese una oferta de paz, o incluso su manera estúpida de disculparse, pero todo lo que me recordó fue de antes. De él comprándome un pedazo de pizza, de que yo pensara que su pregunta acerca del fin de semana significaba algo. De mí pretendiendo que él me había invitado a salir. Le tiré mi zapato. Habría escogido algo mejor, pero era todo lo que tenía para trabajar. Al menos lo golpeé en la cabeza, mi zapato conectando un fuerte golpe antes de rebotar y aterrizar en la pizza. Will se quedó mirando la pizza en ruinas y luego me miró, con una mezcla de asombro, dolor y furia en sus ojos. Luego cogió el zapato, se acercó a una 118


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ventana y lo tiró afuera. Me di cuenta de lo que estaba haciendo tan pronto como él lo recogió, pero cuando llegué a él, ya lo había tirado y la gente se reía. —Ese era mi zapato —dije —¿No?, ¿De verdad? —¿Sabes qué? —Dije, tan furiosa que las palabras simplemente salieron de mí—Yo no iría por ahí diciendo que alguien quiere besarse contigo detrás del centro comercial, porque, realmente, ¡qué tan loca por ti debería de estar! Sólo piénsalo. Tú, y la parte trasera del centro comercial, donde guardan la basura. Suena como si ella se hubiera dado cuenda de a dónde perteneces — entonces me di la vuelta y me deslicé fuera. Al menos tanto como alguien se puede deslizar con solo un zapato. —¿Tú piensas que soy basura? Miré tras de mí, él me había seguido fuera, su frente estaba un poco roja por mi zapato y parecía enojado. Bien. —Veamos, ¿tú vienes y anuncias que estás besándote conmigo detrás del centro comercial porque estoy tan caliente por ti que no puedo evitarlo? Supongo que podría haberte llamado el hombre más increíble jamás, pero de alguna manera no me cuadra —dije y comencé a escarbar en los aparentes millones de arbustos en el patio de Jennifer T. —No te entiendo —dijo él— Un minuto estás metiendo tu lengua en mi garganta y al siguiente me estás tirando zapatos. —Mira quién está hablando. Me preguntas acerca del fin de semana pero no me invitas a salir. Me preguntas si iba a venir aquí y luego no apareces por siglos y luego, cuando lo haces, hablas acerca de irte con alguien más a casa y luego me haces sonar como si —me interrumpí y deseé ser absorbida a otro mundo a través de uno de los estúpidos arbustos. Un mundo en el que no hubiera acabado de decir todas las cosas que dije. Un mundo donde no fuera tan dolorosamente obvio que él me gustaba más de lo que yo le gustaba a él. Él caminó hacia mí. —No pude llegar antes. Tenía que trabajar. Y cuando te pregunté por el fin de semana, yo quería... —No me importa.

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—¿Entonces por qué traerlo a colación? ¿Y por qué no me dejas terminar de decir na...? —Lo hice para demostrar que eres un imbécil un ―oye, voy a besarme contigo porque trabajas en el cetro comercial y no hay nadie más alrededor‖ tipo de imbécil. Un ―oye, ven a una fiesta para que puedas escucharme hablar acerca de cómo puedo conquistar a alguien más‖ tipo de idiota. Un ―hey, mírame tirar zapatos alrededor‖ tipo de imbécil. —Mi voz era temblorosa y me quemaban los ojos, como si estuviera a punto de llorar. Me dije que era porque me había enganchado un dedo en una rama. —Espera ¿me lanzaste el zapato porque crees que te besé sólo porque trabajas en el centro comercial? —dijo, y luego se rió. Lo miré con incredulidad. ¿Se estaba riendo? ¿Ahora? Genial. Estaba tan contenta de haber expulsado mis sesos. —Tú eres la chica más extraña que conozco —dijo—. Ni siquiera me hablas por más de diez segundos a no ser que estemos en el centro comercial, así que ¿cómo podría besarte en algún otro lado? ¿Y de quién crees que estaba hablando cuando dije que quería convencer a alguien de que se fuera conmigo? —Yo no soy extraña —le dije, enderezándome y limpiando la suciedad de mis manos—Sólo porque no encuentro tu marca de mierda... Oh, ¿estabas hablando de mí? —¿Me viste viendo a alguien más? —dijo, y luego me besó. Se me olvidó buscar mi zapato. De hecho, me olvidé de todo, y terminamos en el suelo, enredados entre los arbustos interminables de Jennifer T., y entre nosotros. Sólo abrí mis ojos una vez, registrando las ramas y las sombras del rostro de Will, la cabeza echada hacia atrás mientras arrancaba los botones de su camisa, y la vista era suficiente para deslumbrarme. Bueno, eso y la luz brillante que de pronto bombardeó mis ojos, provocando que Will y yo nos congeláramos, parpadeando como gente topo. —¿Kate, estás aquí afuera? —Dijo Jennifer M. sonando alarmantemente cerca—. Jennifer T. dijo que debería salir a buscarte. Y, oye, si puedes escucharme, ¿has visto a Will? Porque él... oh... ¡OH! 120


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—Hola —le dije, viéndola borrosa mientras bajaba mi camisa e intentaba sacar todos los pedazos de cualquier planta en la que estaba acostada —sólo estaba buscando mi zapato... Jennifer, ahora entrando alarmantemente en foco, sostenía algo muy parecido a un zapato. —Estaba por la puerta. —Gracias —dije, tratando de no odiarla por mirar a Will como si quisiera deshacer todos los botones que él estaba re acomodando. (No es como si yo quisiera hacer algo así. Por lo menos, no con ella cerca) —Ah y tu hermano está aquí —dijo, mirándome distraída antes de mirar de nuevo a Will—. Está adentro. ¿Todd? Si Todd estaba aquí, significaba que algo había pasado, porque él no era el tipo que sacrificaba su fin de semana para llevarme a casa. Especialmente no después de que lo hubiera chantajeado para que me trajera. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Algo con mamá? ¿O con papá? ¿Con ambos? Corrí dentro, sólo para encontrar a Todd hablando con Jennifer T., mirando a su camisa mientras ella se inclinaba para mostrar su escote. De alguna forma, cuando la había visto utilizar ―la movida‖, como ella lo llamaba, cuando empezamos a salir juntas, nunca me la imaginé usándola en mi hermano. —¿Qué está mal? —dije. Todd me miró y empezó a reírse. —Cómo te ves... —Él dijo —Cállate —dije, mientras lo arrastraba por la puerta —¿Qué va mal? —Pregunté de nuevo cuando estábamos afuera, golpeándolo mientras él seguía riendo. —Nada —dijo, sonriendo mientras llegábamos al carro y salíamos a la calle—. Llegué a casa justo ahora para pedir dinero prestado a mamá y decir ―hola‖, pero la abuela se me abalanzó tan pronto como entré y me dijo que te recogiera. Genial el cabello, por cierto. ¿Y el look de un solo un zapato? Muy lindo. Hice una mueca y me desplomé en el asiento. Genial. Había dejado mi zapato. Tal como cenicienta, sólo que yo no era una princesa. Y no había 121


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estado en un baile. O con un príncipe. Había estado revolcándome entre los arbustos con Will.

Cuando llegamos a casa, la abuela estaba despierta, bebiendo soda dietética y leyendo una revista de modas, doblando las páginas que tenían algo que le gustara. La mayoría de las páginas estaban dobladas. —Todd, has tenido dos llamadas de una chica llamada Amy —dijo ella, aún mirando su revista—. ¿Deben todos tus amigos llamar tan tarde? Y también tu madre no es un cajero automático —luego me miró a mí y soltó su revista. —Lo sé, soy un desastre —dije incómoda bajo su mirada y el hecho de que había dejado de lado la moda en favor de mí. Obviamente, ella sabía que algo había pasado. —¿Desastre? Sólo tienes un zapato —dijo Todd, golpeando su hombro contra el mío y haciendo un gran esfuerzo sacando un pedazo de rama de mi cabello, sonriendo mientras lo hacía—. Quizás deberías explicar de qué se trata. —Cállate —susurré. —Buenas noches, Todd —dijo la abuela, levantándose del sofá y señalándome para que la siguiera, metiendo su revista bajo un brazo—. Recuerda lo que dije acerca de tu madre. La abuela no me dijo una palabra mientras la seguía a lo que una vez fue el cuarto de Todd, pero ahora era tan profundamente suyo. Incluso había puesto sábanas rosadas en su cama. Oh, espero que las deje cuando se vaya. Le servirían bien a Todd. Esperé a que dijera algo acerca de mi cabello o del zapato que faltaba, pero ella sólo se sentó en la cama y me miró. —¿Bien? —dije finalmente, sacudiendo mis manos contra mis piernas y esperando que la abuela no notara los pedazos de mugre que se soltaron de mí y se deslizaban al suelo. —¿Bien, qué? —dijo—. Muévete un poco, cariño, así no riegas mugre en esas bolsas a tu lado. —¿No vas a decir nada? 122


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—¿Qué quieres que diga? —No sé —dije—, me refiero, tú debes de saber que yo... es decir, supongo que tú probablemente vas a decir algo a.... —me desvié. No hay necesidad de entrar en detalles, y definitivamente no hay necesidad de sugerir que la abuela le mencione esto a nadie. Como, digamos, a mamá. —Sospecho que lo que pasó está atado al hecho de que tu camisa está al revés y de que, minutos antes de que llegaras a casa, tuve una agradable conversación con un joven llamado Will, quien me pidió que te dijera que tiene tu zapato. —Oh. —Yo ni siquiera había notado mi camisa. —Él suena como un chico muy agradable, aunque quizás deberías reconsiderar revolcarte en el suelo con él, querida. O por lo menos, cargar un cepillo cuando salgas. —Las cosas no son así. —¿No lo son? —Está bien, es algo parecido. Pero es... complicado —¿Will había llamado?, ¿de hecho llamó? —Las mejores cosas lo son usualmente —dijo la abuela, mirando de nuevo su revista. Me fui a la cama antes de colapsar y pedirle que me dijera exactamente qué había dicho y cómo lo había dicho. Me fui a la cama y pretendí que él le había dicho a ella que se asegurara de decirme que llamaría de nuevo.

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Capítulo 21 C

Traducido por aLebEna Corregido por Ellie

Cuando me desperté, mi reloj marcaba que eran después de las 10. Eso no podía ser verdad. El centro comercial abría a las 10, y mi papá nos despertaba a Todd y a mí a las 8 porque siempre estaba emocionado sobre sus planes para el día, entonces no podía esperar a decirnos. Froté mis ojos para salir de la cama, decidiéndome que Todd había cambiado mi reloj como venganza por llevarme la otra noche, y fui al baño. Raro, la abuela no estaba quejándose por su cabello o maquillándose, pero disfruté no tener que esperar para usar el baño por una vez. Después de que me vestí, fui a ver si la abuela estaba en el cuarto de Todd, pero no estaba. Me dirigí hacia la sala, pero también estaba vacía. Ni siquiera estaba Todd allí, y las sábanas donde dormía estaban dobladas en un extremo del sofá. —¿Hola? —dije, empezaba a estar nerviosa ¿Dónde estaban todos? ¿Y desde cuándo Todd era limpio? ¿O no estaba en el sofá? —Hey —dijo Todd, asomándose por la puerta de la cocina—. ¿Puedes venir, por favor? Ahora sabía que estaba dormida. Todd y yo nunca íbamos a la cocina, y él nunca decía ―por favor‖. La última vez que lo dijo fue durante la cena que tuvimos después de que se graduó de la universidad: ―Por favor, pásame las papas, Kate‖, y después le pregunto a mamá y papá si podía mudarse. —¿Por qué dices ―por favor‖? ¿Y por qué debería ir dentro de la cocina? ¿Acaso metiste el carro por la puerta del garaje otra vez? —Graciosísimo. Sólo entra a la cocina ¿puedes? —dijo, y me dijo la palabra ―mama‖ 124


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—M... —empecé a decir, pero entonces él volteo la cabeza y me dio otra mirada, la misma que me dio la noche en que brinqué en lo que sea que estaban haciendo papá, mamá y la abuela, y terminé con las botas moradas. Una de esas miradas de las-cosas-están-mal-entonces-ayúdame-a-hacer-algo. Entré a la cocina y me detuve, paralizada. Mamá estaba sentada en la mesa. Sus ojos estaban rojos, como si hubiera estado llorando. —¿Mamá? —dije. —Tu abuela está de compras, entonces pensé que nosotros podíamos... deberíamos... hablar ahora —dijo, señalando la silla que estaba frente a ella. Las palabras sonaban como si fueran de mamá... pero su voz... pero su voz sonaba tan decaída. —¿Qué está pasando? —dije, sentándome, y mirando a Todd. Él estaba mirando el piso y, juro, que se veía tan mal como mamá. Me senté. —Esto es difícil de decir —dijo mamá, y después habló de cómo las cosas habían cambiado desde que papá había dejado el trabajo (como si no lo hubiera notado), y cómo faltaba el dinero (como si tampoco lo hubiera notado), y que, a veces, a pesar de tratar todo muy duro, cosas feas pasaban. No dije que eso también lo sabía, porque tenía un presentimiento de que hablaba de la visita de la abuela. De hecho, una vez también tuve un presentimiento que mi vida se iba a poner peor. —Tendremos que mudarnos —dijo mamá, y empezó a llorar. ¿Mudarnos? ¿Dejar la casa? ¿Mi cuarto, el pasillo que había hecho hacia abajo, el baño donde Anna y yo habíamos intentado aclararnos el cabello con peróxido de hidrógeno, la cocina donde Todd y yo habíamos dicho quién iba a tener la última pieza de pastel... dejar todo? ¿Perder todo eso? No. No podía haber escuchado bien. Pero, al mirar a mamá, y viéndola llorar, sabía que tenía que hacerlo. —Pero la abuela... la escuché decir que te ayudaría —dije. —¿Qué? —dijo mamá, quitándose las lágrimas, su voz con fuerza.

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—Te oí hablando con ella una mañana —dije—. Escuché que te ayudaría, pero no a papá. Entonces ¿por qué no nos ayuda con la casa? —No se lo puedo pedir —dijo mamá, con la voz dura. —¿No puedes? —Tu padre y yo... necesitamos dinero para mandar a Todd a la universidad —dijo mamá—. No podemos pedir un préstamo porque tenemos demasiadas tarjetas de crédito, pero no podemos utilizarlas. La cosa es que mi madre nos dio dinero para la educación de Todd cuando él nació, pero las cosas se enervaron y nosotros... hicimos lo que teníamos que hacer —se aclaró la garganta—. Eso es por lo que no se lo puedo pedir. No quiero que sepa... —Pero... —Para —dijo mamá, alzando la voz—. Mira, yo... lo intenté, usando nuestros ahorros y consiguiendo otro trabajo, pero entre pagar el mínimo de las tarjetas de crédito, la hipoteca, y todo lo demás, nos quedamos atrás. Muy atrás. Si vendemos la casa ahora, podríamos ser capaces de pagar la mayor parte de lo que debemos. —¡Pero la abuela puede ayudar! Tiene dinero, y... —¿Y crees que mi mamá nos lo dará así como así? —Dijo mamá—. ¿De verdad crees eso sin ataduras? ¿Que ella no estará recordándonos constantemente cómo nos gastamos el dinero que era para Todd? —Podría... —Si ponía mucho vino en su refresco de dieta primero. —No voy a discutir esto contigo —dijo mamá—. Tu padre y yo tenemos que vender la casa, y tanto que será difícil para todos, es algo que todos tenemos que hacer. —Se levantó—. Un agente de bienes raíces viene en unas horas, y necesito que ayudes a limpiar ¿Podrías por favor...? —No —dije, y también me paré, tirando mi silla hacia la mesa—. No puedo creer lo estúpidos que son mi padre y tú. Eso es. Dije estúpido. Y si quieres la casa limpia, hazlo tú, pero eres la única que lo arruinó y perdió... —Hey —dijo Todd, mirándome furioso—, no... —Cállate —dije—. Me tendré que mudar porque tú perdiste cuatro años aprendiendo el abecedario eructando sólo para venir aquí y no hacer nada.

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—Conseguiré un trabajo —dijo Todd, su voz dura y su cara llena de furia. — Él fue hacia mamá, la abrazó, y dijo: —Volveré tan rápido como termine de limpiar el patio trasero. —Ve —dije, mirándolo—. ¿Ahora conseguirás trabajo? Creo que es mejor conseguirme uno también. Oh, espera, ya tengo uno. De hecho, voy tarde... —Tu padre te dio el día —dijo mamá—. Él... nosotros... pensamos que sería más fácil para ti... —Cierto, mamá. Quieres decir que es más fácil para él. Él no tiene que dar las malas noticias. Vendrá esta noche a casa y pretenderá que todo está bien. De hecho, apuesto a que él está contento de que la abuela no esté aquí, porque no le dirás lo que está pasando, y él cree que nadie más se lo dirá. Bueno, ¿adivina qué? Le diré todo... Todd me agarró por el brazo y me jaló fuera de la cocina —Detente —dijo, prácticamente jaloneándome. —Déjame —dije, y lo empujé—. Todo esto es tu culpa, y lo sabes. —¿Crees que no lo sé? —dijo—. Escuchar que soy la razón por la que perdemos la casa se siente... —No me importa cómo te sientes. No, espera, sí me importa. Espero que te sientas terrible. Espero que te sientas tan mal que... —¿Que desee conseguir un trabajo en lugar de venir a casa? ¿Tal vez preguntándome por qué les dije a mamá y papá cuando estaban molestos que la titulación ya estaba? ¿Adivina qué, Kate? Siento todas esas cosas. — Fue hacia la cocina y sacó la gerga (trapo para limpiar), regresando y restregándomelo—. ¿Pero sabes qué? Esto no es sobre mí y, lo creas o no, ni siquiera es sobre ti. Mamá está realmente triste, y no pudo prepararse para el agente de bienes raíces. Por lo tanto, cállate, crece, y ayuda. Lo miré, sin palabras, y empecé a llorar. No por lo que me dijo, sino porque él también estaba mal, y eso, más que otra cosa, me hizo darme cuenta que esto pasaría. No importaba si yo quería. No importaba si era justo. Lo que yo pensara o quisiera, no en esto. No en nada.

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Capítulo 22 M

Traducido por Dani Corregido por Ellie

Mamá y yo limpiamos, la agente inmobiliaria vino y, cuando se fue, nuestra casa estaba oficialmente a la venta. Al menos, asumí que lo estaba. Cuando ambas se fueron a ―discutir cosas‖ después de que Mamá le había estado mostrando los alrededores. Yo no estaba invitada, incluso cuando había pasado las últimas horas limpiando el polvo de las esquinas que no habían visto la luz desde los días antes de que Todd naciera. Incluso aunque fuera mi casa también. No dije nada. Calculé que antes había dicho bastante. Me acosté sobre el sofá, mirando fijamente hacia el techo porque estaba demasiado deprimida para incluso prender la televisión. Hoy ha sido un mal día. Desearía poder salir y hacer algo, pero, ¿dónde podría ir? ¿Qué podría hacer? Nada. No había nadie que quisiera verme, excepto tal vez Will. Will. Me senté. Will, quien tenía mi zapato. Will, quien me había llamado. Podía contar el número de chicos que me habían llamado con una mano y, hasta ahora, siempre había sido sobre tarea. Podría llamarlo de regreso. Podría, pero el pensamiento de hacerlo hacía que me doliera el estómago. ¿Y si no estaba en casa? O peor, ¿y si estaba? Calculaba que podría idear un ―Hola, Will‖ por mí misma, pero todo lo demás tendría que escribirlo primero, y luego practicarlo. Un montón. Y qué si después de hacer todo eso y lo que él simplemente quería decir era: ―Dejaste tu zapato atrás,‖ o peor, ―¿Qué? Oh, si, yo llamé. Le di tu zapato a 128


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Sarah y ella te lo entregará el lunes porque yo voy a estar realmente ocupado besuqueándome con ella entre clases. Y oye, a propósito, ¿qué va a entrar en nuestro examen de biología?‖ Me acosté de regreso en el sofá. No había manera de que lo llamara. Con mi suerte, ¿para qué arriesgarme? Hasta ahora, mi segundo año de secundaria me había dejado sin amigos, y ahora me estaba dirigiendo a quedar sin casa. Y eso ni siquiera incluía el hecho de que no tenía permitido conducir, y tenía que trabajar en el centro comercial. O lidiar con papá y su obsesión con Perfect you. No, la vida ya era lo suficiente mala, y no necesitaba empeorarla. ¿Cierto? Miré hacia el teléfono, después para otro lado y luego otra vez hacia el teléfono. Entonces la abuela llegó a casa, y sabía que no llamar era la decisión correcta, porque ella era más que suficiente prueba de que no necesito andar por ahí haciéndome la vida peor. Eso simplemente ocurría para mí. —Querida, ¿Qué en este mundo estás haciendo? —Acostarme en el sofá. —Bueno, levántate, querida, y no luzcas tan miserable. Déjame contarte sobre mi día. Tuve el más maravilloso tiempo comprando. Mira todas las cosas encantadoras que tengo. Me senté otra vez, y fui invitada a un espectáculo de camisas y pantalones y, luego, inquietante ropa interior. Me acosté de regreso durante la parte de mostrar-y-contar, no como si eso detuviera de hablar a la abuela. Ella finalmente terminó y se encaminó a la habitación de Todd para mostrarle sus bolsas. —Entonces, ¿cómo estuvo tu día? —Gritó. Pensé en pretender que no podía oírla, pero ella acababa de salir y preguntar otra vez, y al menos había una zona divisoria cuando ella estaba en la habitación de Todd. —Bien. Limpié el baño. —No había sido fácil, mayormente porque Todd era un cerdo, pero también porque tuve que recoger cada producto para maquillaje/cabello/piel de la abuela en orden para limpiar debajo de ellos. O al menos lo hice después de que mamá me atrapó limpiando alrededor de ellos. —¿Hablaste con ese encantador joven que llamó anoche? 129


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No iba a contestar esa pregunta. No había manera de que quisiera discutir acerca de Will con la abuela. Naturalmente, eso quería decir que la abuela regresó a la sala de estar y me hizo sentar, entonces se sentó a mi lado en el sofá. —Entonces, ¿hablaste con...? —Sí, hablé con él. Nos vamos a casar mañana. No le digas a mamá. La abuela le dio palmaditas mi rodilla. —Estoy segura de que las cosas funcionarán. —No hay nada que funcione. No me importa si hablo con él o no. Ella me dio una mirada que no pude leer, y luego dijo. —Bueno, si él no te aprecia, entonces es un perdedor. —Tienes razón, abuela. Gracias. —Kate, quise decir eso. No te definas a ti misma a través de algún chico, o a través de cualquiera. No vale la pena. Nunca. —Quieres decir como tú y... —Sí, como yo y tu abuelo. Y tu madre y tu padre. No que yo no piense que tu padre es un maravilloso padre. Y él realmente ama a tu madre. Pero mira todo lo que tu madre está haciendo, y no puedo ayudar, pero me pregunto... —¿Preguntarte qué? —mamá estaba apoyada en el marco de la puerta, y lucía molesta. La abuela miró directo hacia ella, sin echarse para atrás. —Me pregunto por qué has dado tanto por un hombre que es tan egoísta. No sabía si era posible para mamá lucir más molesta de lo que ya estaba hasta entonces. Si las miradas mataran, la abuela estaría muriendo de un modo realmente desagradable. —No creo querer discutir sobre no ser egoísta contigo, mamá. Y apreciaría si mantuvieras tus pensamientos sobre mi matrimonio para ti misma, antes de que trates de incluir a Kate en tus ridículas tentativas de drama. —No vamos a hacer eso, querida —dijo la abuela quedamente—. Me estoy yendo en unos días, y no quiero pelear. Quiero pasar el tiempo contigo en tu adorable hogar... 130


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Mamá sonrió, pero era un sonido frágil. —No es mi adorable hogar mamá. No por mucho más, de todos modos. —¿Qué quieres decir? Mamá frunció el ceño, apartando la vista de la abuela por primera vez. —Querida, si esto es por dinero te dije... —No, madre, no es por dinero. Es sobre la casa. —Ella hizo una pausa, y la vi tomando una profunda inhalación—. La estamos vendiendo. —¿Vendiendo? Pero, querida, ¿no es eso demasiado extremo? Seguramente ni siquiera Steve podría haber contraído suficiente débit... —Simplemente no puedes evitarlo, ¿no es así? Siempre tienes que hacer comentarios sobre mi marido. Dios te prohíba decir que lamentas escuchar que vamos a tener que mudarnos. Bueno, había escuchado suficiente. Más que suficiente. Me levanté y avancé poco a poco hacia el pasillo, esperaba deslizarme alrededor de mamá y regresar a mi habitación antes de que esta discusión se pusiera peor. —No tendrías que mudarte si hubieras dejado a Steve y lo hubieras dejado hundirse solo —dijo la abuela—. Sabes que me preocupo por ti, querida. Tú y los niños significan todo para mí. —¿De verdad? Porque no tenía idea de que ―significar todo‖ para alguien realmente quisiera decir ―Arreglaré las cosas por ti, pero sólo si haces exactamente lo que diga y destruyes tu familia‖. ¿Dejar que se hunda solo? ¡Escúchate! El teléfono sonó en ese momento. Nunca había estado tan feliz de escucharlo, y eso incluía la vez que la abuela llamó después de que fallé mi primer examen de conducir y puso a mamá tan molesta que ella olvidó que me había dicho que no podía hacer el examen otra vez por otro año y me dejó tomarlo el mes siguiente. —Yo voy —dije, impaciente de alejarme de ambas, y ni siquiera pensé sobre quién podría estar llamando hasta que ya lo había recogido. Y entonces pensé, Will. WillWillWillWill. —¿Hola? —Por favor déjame sonar normal. Por favor deja que sea para mí. Por favor deja que sea él. 131


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—¿Está Todd? Por supuesto. Todos querían hablar con Todd. No fue hasta que había tomado el mensaje y colgado que me di cuenta que no había ni siquiera pensado que podría haber sido Anna la que estaba llamando. No había esperado que fuera ella. No había pensado en ella ni siquiera una vez hoy. No hasta ahora. No sabía si era bueno o malo. Era como... era agradable en más de una forma, de hecho.

Durante la cena, Todd llegó a casa y dijo: —Tengo un empleo —cuando se sentó en la mesa de la cocina. Iba a trabajar tiempo completo en otra sucursal del lugar del café del centro comercial, y ni siquiera me importó que él actuara como si fuera la primera persona en el mundo que ha conseguido un empleo. Fue lindo ver a mamá sonreír. Papá llegó tarde a casa, probablemente tratando de evitar a la abuela, que se había ido a la cama realmente temprano, diciendo que estaba cansada. Había visto su cara cuando ella había estado cansada de tratar de ayudar a mamá a limpiar la mesa después de la cena. Incluso vi la tristeza en sus ojos cuando mamá se puso rígida y dijo: —Lo tengo, gracias —como si la abuela fuera una extraña, por lo que se estaba obligando a ser amable. Cuando papá se sentó en la sala de estar, sonriendo hacia mí, mamá y Todd, calculé que finalmente íbamos a hablar sobre la casa, o al menos discutir dónde nos deberíamos mudar. Después de todo, teníamos que vivir en algún lado, y mamá ya había dicho que no íbamos a estar en nuestra casa. —¿Hay algo para comer? —dijo papá. —Desde luego —dijo mamá, y volvimos a la cocina, los cuatro sentados alrededor de la mesa de la cocina, igual como solíamos hacer cada noche para la cena. —Entonces —dijo papá, mirando hacia mí y Todd cuando mamá le entregó un plato con un sándwich sobre él—. ¿Supongo que ustedes dos saben sobre lo de la casa? Todd y yo asentimos. 132


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—Bueno —dijo papá—. Eso es realmente bueno. —Él palmeó a Todd en el hombro—. Dave, del lugar de café, me dijo sobre tu empleo en su nueva sucursal. Felicitaciones. —Él se inclinó y besó a mamá—. Estoy agotado, cariño. ¿Puedes envolver esto para mí? Creo que mejor me voy a dormir. Él bostezó y comenzó a levantarse, empujando su silla lejos de la mesa. Miré fijamente hacia él. ¿Eso fue todo? Sabía que papá no manejaba bien las malas noticias, pero esto era sobre nuestra casa, no era sobre mí fallando mi examen de conducir, o de Todd haciéndolo con alguna chica en su habitación, o incluso de la abuela viniendo de visita. Debo haber lucido molesta, porque cuando papá me echó un vistazo, rápidamente apartó la vista. Como él hacía cada vez que veía algo que no quería ver. —No puedo trabajar mañana —dije, las palabras salieron de forma extraña, como si se hubieran quedado atascadas en mi garganta. Miré hacia mamá, esperando por una reacción. Ella no dejaría esto pasar, ¿no es así? Ella tendría que decir algo, decirme que tenía que trabajar, decirle a papá que teníamos que hablar sobre todo lo que había ocurrido. Mamá ni siquiera me miró. Ella sólo miró fijamente hacia el sándwich de papá, su boca era una línea delgada y apretada. —No hay problema —dijo Papá—. Con Todd teniendo un empleo, tendré que acostumbrarme a trabajar por mí mismo un poco más de todos modos. Y eso fue todo. Fue todo lo que se dijo sobre la casa, sobre cómo pronto pertenecería a alguien más.

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Capítulo 23 C

Cuando

Traducido por ANDRE_G Corregido por Ellie me desperté a la mañana siguiente, miré alrededor de mi

habitación. Vi las manchas en la pared, de donde Anna y yo habíamos practicado a pararnos de manos y habíamos apoyado los pies, luchando por permanecer levantadas antes de caernos. Vi la extraña grieta en la esquina del techo que siempre pensé parecía la red de una araña. Vi las conchas que coleccioné el verano en que mamá, Todd yo nos quedamos con la abuela en la casa de la playa. Había olvidado lo mucho que amaba caminar por la playa con ella. Ella jamás se enojó cuando quise parar y recoger algo. Decía que caminar demasiado rápido era tonto, y que era importante ver todo lo que pudieras. Traté de imaginarme mi escritorio y mi cama en una nueva habitación. Traté de imaginarme a mí misma en una nueva habitación. No podía hacerlo, aun sabiendo que eso iba a suceder. Como no tenía que ir al centro comercial, me fui a caminar, sin siquiera molestarme en tratar de hablar con mamá respecto a manejar. Yo sólo quería estar lejos de casa, de todo lo que ya se había ido. Terminé llegando a la casa de Anna. Estar caminando por su casa me hacía sentir mejor y peor. Mejor, porque traía de vuelta tantos recuerdo. Peor, porque era todo lo que tenía. Recuerdos. Me detuve al borde de la entrada, observándola y deseando poder dirigirme a la puerta de enfrente sin siquiera tener que pensarlo, en la forma que solía hacerlo, cuando escuché a Anna decir: —¿Kate?

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Alcé la mirada, avergonzada, y vi a Anna parada justo al interior de su casa, mirándome desde la puerta abierta. La saludé con la mano, sintiéndome como una idiota. —¿Qué estás haciendo aquí? —No sonaba enojada, sólo sorprendida. —Salí a caminar. Hubiera salido a manejar, pero mi mamá tiene todo este asunto acerca de mí y conducir y… —me forcé a parar de hablar, consciente de que estaba balbuceando y que Anna no tenía ninguna razón para preocuparse respecto a mi caminata o cualquier otra cosa. —Oh. —Dijo ella, y entonces, un segundo después:—¿Quieres entrar? Y así no más, mi amistad con Anna volvió a comenzar. Era como un sueño, pero mejor, porque era realidad, porque fuimos a su cuarto y nos sentamos como siempre lo hacíamos, yo hecha un ovillo en la silla abollonada que la mamá de Anna había conseguido hace años en una venta de garaje, y que Anna había decorado con stickers de mariposas que yo le había regalado cuando cumplió once años. Se sentía como llegar a casa, de la mejor manera. Los stickers se habían ido, pero la silla seguía allí, sólida y familiar, y Anna se recostó en el suelo como siempre lo hacía, descansando los pies sobre la cama, y me lo contó todo sobre Sam. Me contó todo lo que siempre me había preguntado de ellos dos, contestó todas las preguntas que yo había querido hacerle pero no había sido capaz. —Entonces, así fue como pasó. —Dijo mucho después, su voz ligeramente ronca por haber hablado tanto tiempo. —Sam y yo. Nuestra historia. Wow. Nuestra historia. Suena increíble, ¿cierto? Quiero decir, si me hubieras dicho el año pasado que yo sería su novia… —Levantó sus brazos y los abrió hacia los lados, luego se rió tontamente y los cruzó sobre su pecho, como si se estuviera abrazando a sí misma—. Soy tan afortunada. —Lo eres. —Y lo era. Estar con un tipo como Sam era el equivalente de la secundaria Jackson a estar con una estrella de cine. La cosa era que yo estaba un poco cansada de escucharla hablar de Sam. Anna había hablado en anteriores ocasiones sobre él, por supuesto, pero nunca había sido de lo único que hablaba. —¿Extrañas el coro? —Dije—Tuve que salirme cuando pasó todo lo de papá, pero cantamos por lo menos dos canciones en el concierto de otoño y de invierno, tú hubieras tenido un solo... 135


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—¿El coro? —Dijo Anna—. Te lo juro Kate, que olvidé por completo siquiera que fui parte de él. En esa época era la más grande perdedora del mundo. ¿No te parece? Ella se rió. Yo no lo hice. Anna parecía diferente, no sólo en la forma que se veía, sino también la forma en que hablaba. Era como si Anna estuviera allí, pero como si también estuviera alguien más en una capa encima de ella. Alguien nuevo. Alguien a quien no le importaba ninguna de las cosas que alguna vez lo habían hecho, a excepción de Sam. —Creo que sí extraño un poco cantar, pero luego podré hacerlo en serio, ¿sabes? —dijo—. Estaba hablando con Diane sobre Nueva York, y... bueno, puedo verme por completo cantando en ese lugar, ¿sabes? —¿Nueva York? —Sí, Diane quiere ir a La NYU, y ella va entrar por completo porque su tío o alguna otra persona trabaja allí, y como no hay dinero para que yo vaya a la universidad, voy a ir con ella y tendremos un apartamento y conseguiré un trabajo cantando. —Apuntó los dedos de los pies arriba en el aire, rebotando los tacones en la cama—. Tal vez termine en algún famoso musical o algo así. ¿No sería eso grandioso? —Grandioso —dije, pero salió plano, un sonido estrangulado. Anna se iba a mudar a Nueva York e iba a vivir con Diane. Nosotras solíamos hablar sobre irnos a vivir a Nueva York. ¿Cómo lo había olvidado? Habíamos hablado al respecto por años y ahora... ahora era como si nada de eso hubiera pasado. —Está bien, algo está pasando —dijo ella—. Lo puedo decir porque tienes ese aspecto de estar-pensando-demasiado en tu rostro. ¿Qué pasa? ¿Por dónde iba a comenzar? ¿Ella? ¿Papá? ¿La abuela? ¿Todd y su nuevo trabajo? ¿Mamá? ¿Enterarme sobre la casa? ¿Will? Will, que pasaba el rato con Sam. —Estaba pensando en Sam —dije, rodando los ojos cuando ella me golpeó con un pie—. No de esa forma. Lo vi el viernes por la noche. En una fiesta, quiero decir. ¿Estabas tú allí con él? No te vi, pero había muchísima gente, y terminé marchándome algo así como apurada. 

NYU: Son las siglas de NEW YORK UNIVERSITY, Universidad de Nueva York.

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—¿Fiesta? —Dijo Anna, sonando sobresaltada. —La de Jennifer T. —Oh —dijo ella, notoriamente relajada—. Esa cosa. Pensé que estabas hablando de… olvídalo. —¿Hablando de qué? —Nada. —Me ondeó una mano, sonriendo alegremente. La miré fijamente. Ella estaba haciendo un gran esfuerzo por intentar verse casual. Demasiado grande. Además, su sonrisa se vía como la de papá cuando la abuela se encontraba cerca, demasiado amplia y falsa. —¿En serio? —Sí. Sólo tengo muerte cerebral por todo lo que está pasando con mamá, ¿sabes? —dijo ella—. Pero, en todo caso, definitivamente yo no estaba en lo de Jennifer. Diane y yo salimos esa noche, y se suponía que yo iría a esta cosa en casa de Tara, pero ella llamó a última hora y dijo que sería sólo para un par de personas. —Oh —dije yo, confundida por no entender en qué se relacionaba esto con Sam. Ella se rió, pero era un sonido vacío. —Lo olvide, tú no sabes que Sam y Tara pasan el rato juntos a veces. Verás, él me juró que no iría, pero pensé que podría haberse pasado a saludar rápidamente. Pero en lugar de eso fue a lo de Jennifer. Apuesto que a ella le encantó. La miré, escuchando algo que se me hacía extraño en el tono quebradizo de su voz. —¿Tú y Sam están bien? —Claro. —Apartó la mirada de mí, mirando fijamente hacia el techo—. Es sólo que gente como Tara puede hacer cualquier cosa, ¿sabes? Y Sam dice que me ama, pero yo... yo creo que sigo pensando que es un sueño, y al despertar me voy a dar cuenta que sigo sin ser nadie. —Espera un minuto. ¿Sam dijo que te amaba? —WOW, no podía imaginar a nadie diciéndome eso, jamás, y Anna lo acababa de decir como si no fuera gran cosa. Pero yo sabía que debía de serlo. —Sí —dijo ella, su voz era tímida y un poco aturdida, y allí alcancé a vislumbrar a la Anna que yo conocía, la que soñaba con Sam y una vida 137


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perfecta—. Bastante increíble, ¿cierto? Yo todavía no me lo creo del todo, esa debe ser la razón por la que a veces me preocupo. Pero, en cualquier caso, tienes que contarme lo estúpidas que estuvieron las Jennifers. —Ella se aclaró la voz—. ¿Acaso Jennifer T se le tiró encima? —No, pero él consiguió pizza cuando ella nos dijo que ya no quedaba más comida. Ella se volvió a reír, sonando extrañamente aliviada. —Dios, ella es tan patética. Apuesto que Will fue el que lo convenció de ir por alguna razón. Probablemente por alguna chica. ¿Yo? ¿Lo había Will convencido a ir por mí? —Por cierto, ahora comprendo totalmente por qué fue que nunca te gustó — Anna continuó—. ¿Sabes, como a veces que se riegan rumores sobre Sam emparejándose con chicas al azar? Todo es porque Will se mete con cualquier cosa que respire, y es tan molesto porque es obvio que Sam tiene estándares, ¿sabes? Asentí, ardida, el breve avance que había llegado a lograr se había ido. Yo había escuchado rumores sobre Sam, pero no había forma alguna en la que él besaría a una chica como yo, y yo lo sabía. Pero Will sí lo haría. Lo había hecho. Y ahora no quería saber lo que Anna iba a pensar al respecto. Así que no dije nada más sobre esa noche o de Will, y luego me fui de su casa. Sentía... sentía como que las cosas entre nosotras no habían vuelto por completo a la normalidad. Aunque sí creía que podrían llegar a hacerlo. Eso esperaba. Que lo hicieran. En casa, había un gran ―en venta‖ clavado en el jardín, y nadie me había llamado. Nadie me llamó en toda la noche. Sabía que podía haber llamado a Will, pero estaba asustada, y no como antes, cuando tenía miedo de no saber qué decir, o de lo que él diría. Ahora tenía miedo de todo. La fiesta de Jennifer T había cambiado las cosas. Sabía que ella le iba a contar a todo el mundo lo que había visto, y no había ninguna forma de poder escapar del hecho de que la gente sabría que Will y yo éramos… lo que sea. 138


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Pero realmente no había entendido lo que eso significaba. Todo el mundo lo sabría. Anna lo sabría. ¿Qué sería lo que iba a pensar? Después del día de hoy, tenía miedo de pensar al respecto. Y él no había llamado. Cuando me fui a la cama, tratando de dormirme pero mirando fijamente mi silencioso teléfono, en todo lo que podía pensar era en que, que todos se enteraran, significaba desastre a escala épica. Yo quería tener lo que fuera que teníamos Will y yo en silencio. Mío. Quería que el final, que sabía que estaba por venir, fuera privado. Sabía el significado del silencio de Will, y odiaba que mañana todos también lo fueran a saber. Sólo una vez, quería perder algo sin que todo el mundo estuviera mirando.

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Capítulo 24 P

Traducido por arancha quemame Corregido por Mafe

Por la mañana, vi a Anna. Y ella me vio. Sé que lo hizo, porque ella me miró justo a mí. Después miró hacia otro lado, como si hubiese olvidado todo otra vez. Por un segundo, la odié. Quiero decir, realmente la odié. Anna y yo habíamos hablado, y pensaba que las cosas se habían arreglado, o al menos, más o menos arreglado entre nosotras. Entonces ¿por qué ella estaba haciendo eso? Fui a mi taquilla, metí mis libros e ignoré todo lo que había a mi alrededor. No quería saber si la gente me estaba mirando o si estaban hablando de mí, y cuando el timbre sonó y se vació el pasillo, también ignoré eso. Anna podría tener su nueva perfecta vida, para lo que me importaba. Era su pérdida. Realmente. Ahora, si sólo pudiese creérmelo. —¿Kate? Era Anna. Anna, justo detrás de mí, como ella andaba conmigo todo el tiempo, y sentí cómo mi furia se evaporaba mientras la veía morderse el labio, claramente enfadada. —No tengas piedad de mí —ella dijo—. Vi tu cara cuando entraste. Quería decirte algo, lo juro. Yo sólo... Se rompió y miró hacia el suelo, y cuando volvió a hablar, susurró. —Estoy aterrada, ¿okay? Sé que es estúpido, pero no paro de pensar ―¿qué pasaría si Sam me viese como realmente soy?‖. Quiero decir, he perdido peso y eso, pero realmente no me importan las reuniones vitales, y echo de menos el coro y me pongo tan mal al oír sobre la nueva ropa de Diane o a quién odia hoy que a veces sólo quiero gritar. 140


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—Yo creo que si Sam te oyese cantar, no le importaría que estés en el coro. Ella me miró. —Okay, a lo mejor le importaría un poco —dije—. Pero puedes hacer lo que quieras, puedes ser lo que quieras. ¿Te acuerdas cómo antes lo solías decir? —Sí, y mira qué bien me ha venido eso. —Su voz era plana. Enfadada. —Sólo quería decir... Ella negó con la cabeza. —No te preocupes por eso. Esta mañana está sólo estresándome. Me perdonas, ¿verdad? ¿Por favor? No quiero que me odies. Me volvería loca si no supiese que podría contar contigo y que estás ahí para mí. —¿Desde cuándo tú no has estado loca? —dije, sonriéndole, y me sonrió de vuelta, sus ojos brillaron. —Hablando de locuras, ¿hay algo que quieras decirme, de cierta fiesta y cierto chico que creía que odiabas? ¿De verdad tú y Will fueron cogidos...? —¡No lo digas! —¡Es verdad! ¿Por qué no me lo dijiste ayer? —Iba a hacerlo, pero... —el timbre sonó, cortándome. —Mierda. Bueno, los detalles después, porque ambas... bueno, hablaremos de locuras, ¿verdad? —Anna dijo mientras miraba al pasillo. Asentí, aún sabiendo que no me veía, y me volví hacia mi taquilla, tratando de ignorar la mezcla de sentimientos, el dolor y el enfado que sus palabras me habían creado. Anna me había hablado en el colegio. Ella me había dicho que necesitaba saber si iba a estar allí para ella. A lo mejor las cosas no habían vuelto a ser lo que eran, pero sabía seguro que Anna y yo éramos otra vez amigas, y eso era lo que quería. El último timbre sonó, pero no me moví, estaba todavía procesando todo lo que había pasado. Y paralizada por lo que me temía que iba a pasar cuando finalmente termine el primer período, donde tendría que hacer frente a Will.

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Capítulo 25 Traducido por Melissa Corregido por Mafe

M

Mientras

caminaba con dificultad hacia mi primer período de clases, mi

visión se puso borrosa y prácticamente podía escuchar a mi corazón golpear fuertemente. Se hacía cada vez peor a medida que me acercaba más a la clase, y para cuando lograra llegar, estaba convencida de que si Will estuviera tumbado en el suelo desnudo, no lo notaría porque estaría muy ocupada muriendo. Estaba equivocada. Eso fue porque Will no estaba en el salón. O desnudo. Estaba de pie en el vestíbulo, escuchando a Jennifer T., quien claramente lo tenía acorralado. Mientras Jennifer M. vigilaba, ella me vio y entonces le dio un codazo a Jennifer T., todo mientras me movía para pasar por la derecha de ellos, hacia el salón. Will claramente estaba intentando imaginar por qué lo tenían acorralado en esa posición en contra de la puerta, mirando alrededor. Cuando me miró, se veía casi tan extraño como yo me sentía. Como si estuviera pensando claramente ―oh-mierda-en-qué-estaba-pensando-el-viernes-por-la-noche‖. Genial. Ya sabía que los tenía, porque no me había llamado de vuelta, pero aún así. —Hola —me dijeron ambas Jennifers, y entonces retrocedieron hacia el salón, dejándonos a Will y a mí solos. Nos miramos por unos segundos. Él fue el primero en hablar. —Hola. —Hola —mi voz sonó con una relativa normalidad, y sentía mi corazón retumbar incluso más fuerte. Tal vez no iba a cortarme. Tal vez iba a decir algo increíble. —¿Lista para el examen? 142


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O no. —Supongo. ¿Y tú? Podía ir más allá, pero no quise. Toda la conversación, la cual probablemente duró unos largos diez segundos, pero se sintieron como si fuera una eternidad, fue cortes e insípidamente dolorosa. Y entonces el Sr. Clark apareció, oliendo a cigarrillos y preguntando encolerizadamente: —¿Han notado que sus asientos están dentro del salón, verdad? —estaba feliz de verlo. Anduve a tientas a través de mi examen, intentando recordar lo que supuestamente tenía que aprender, pero en su mayor parte estaba pensando en lo que significaba la no-conversación que había tenido con Will. Digo, sabía que no había sido una buena conversación, pero me había hablado. Claro que no fue como si tuviera mucha opción, considerando que Jennifer T. y M. lo habían atrapado dando vueltas por ahí cuando yo había aparecido. —Señorita Brown, ¿su examen? —¿Qué? —miré hacia arriba y vi al Sr. Clark esperando impacientemente en mi escritorio. —El timbre sonó. ¿Su examen? Se lo entregué. —Gracias, le sugiero que estudie un poco más en el futuro, a medida que avancen los exámenes, se irán poniendo más difíciles. Lo mismo va para usted Sr. Miller. —La reprimenda podría haber sido más efectiva si el Sr. Clark no hubiera salido disparado por la puerta mientras iba caminando, desesperado por conseguir un poco de nicotina antes de que empezara el siguiente período. Cogí mi mochila, teniendo cuidado de no mirar a Will, o al menos de no mirarlo de forma obvia. —Kate —dijo mientras cogía sus cosas y caminaba hacia mí—. Siento lo de antes. Las Jennifers en cierto modo me acorralaron, y sabes cómo es eso. Me dirigí hacia la puerta. —Síp, vi tu cara. Deberías dar las gracias de que nunca has ido de compras con ellas. No sabes lo mucho que me costó decir eso, actuar como si no doliera no mencionar lo del sábado por la noche, pero los años de desilusiones me 143


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entrenaron bien, y no iba a abatirme otra vez. Will no iba a abandonarme, porque yo iba a ir con cuidado, así de simple. —¿Estás enojada? —dijo mientras me disponía a entrar en el vestíbulo. —¿Qué? —¿De dónde vino eso?, nunca podría entender a los chicos—. ¿Sueno enojada? —Un poco. —No lo estoy —dije apuradamente. ¿Por qué no se iba?, ya lo había alejado. ¿Qué más quería de mí? —Oh, está bien. Es sólo que... nunca me llamaste de vuelta y tu abuela, quien se ve realmente agradable, dijo que lo harías. —Buscó dentro de su mochila y sacó una bolsa de compras de plástico—. Aquí está tu zapato. —Gracias. —Lo apiñé dentro de mi mochila, mi mente corría. ¿La abuela le había dicho que lo llamaría? Pensé que la cosa de ―Querida, llámalo‖ había sido un intento de consejo. ¿Por qué simplemente no dijo, ―Dijo que lo llamaras‖, como una persona normal? —Ella no me dio tu mensaje exactamente. —Bien, le dije que tenía tu zapato y que si podías llamarme. —¿Así que planteaste un rescate? El rió —No. Pensé… —Habíamos caminado fuera del vestíbulo ahora, y podía ver a la gente observándonos. Considerando al vernos si realmente estaba empezando a salir con el deportista más popular de Jackson High. Vi que Will miró alrededor, lo observé cuando notó que nuestra conversación se había vuelto pública. Muy pública. —Creo que el examen estuvo fácil —dijo, dos puntos rojos aparecieron en su cara y arrojó un ―Después‖ antes de alejarse. Y así terminé de pie sola en el corredor, mirando sin duda cómo había sido rechazada por un tipo del que estaba segura de que había unos rumores de mí concibiendo trillizos con él. La peor parte, es que no había nada que pudiera hacer sobre eso, y todavía tenía el resto del día por pasar. Diablos, tenía el resto del año por pasar, sin mencionar el resto de la escuela secundaria.

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Incluso Will me había rechazado, al menos eso había terminado. Habíamos terminado. Me dije a mi misma que la sensación de ardor en mi garganta y detrás de mis ojos, era por el examen que acabada de realizar, y no por alguien más. Logré hacerlo hasta el final del segundo período, pretendiendo que no veía a nadie observándome, pero entonces me topé con Will otra vez. Estaba en la entrada del salón cuando terminó la clase. Se veía como si se hubiera peinado con un tenedor, y hubiese dicho que él quería decir algo diferente antes. —¿Oh? —dije, mi estúpido cerebro se agitaba con fantasías de él enrollándome en sus brazos y besándome mientras la gente tiraba flores y alguien me pasaba las llaves de un automóvil nuevo. —Sí —dijo, y echó un vistazo alrededor. Una vez más, muchas personas estaban mirando—. Así que... ¿cómo crees que te fue en el examen? Si sólo el mundo se hubiese terminado entonces, pero no lo hizo, así que Will y yo abordamos lo del examen otra vez. Y entonces, después del tercer período, lo vi una vez más. Esta vez él se veía como si se hubiera peinado con un tenedor y tenía una mirada salvaje como alguien que no hubiera dormido en tres días. ¿El tema de conversación? EL CLIMA. Fue horrible. Lo único bueno que vino de toda esta cosa, es que la gente ya no nos estaba mirando más. Más bien todos, incluso las chicas, miraban a Will como si se hubiera vuelto un poco loco. Eso me habría hecho sentir mejor, pero cada vez que él decía ―¿Kate?‖, mi corazón comenzaba a martillar, y comenzaba a tener esperanzas de cosas que nunca pasarían. Se suponía que la esperanza era algo bueno, pero la estaba comenzando a sentir como una mala palabra que se supone no debes decir. Sin embargo, no lo vi antes del almuerzo y después estaba segura de que no lo vería otra vez. Me imaginé que finalmente se había cansado de lo que sea que me estaba haciendo. Además, se había agotado cada estúpido tema de conversación. Digo, ¿de qué más podríamos hablar luego de haber conversado sobre el clima? Del hecho que tenía arroz en mi pelo.

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Sí, es verdad, aparentemente no había sido humillada lo suficiente en mi vida, porque cuando vi a Will mientras dejaba la cafetería. Realmente caminé directamente hacia él. —Hola —dijo—. Yo... me preguntaba si... ¿sabes que tienes arroz en tu cabello? —No —dije escuchando que mi voz se agrietaba y me odiaba por eso, por dejarlo llevarme otra vez. Me dirigí al baño de mujeres, prácticamente empujándolo del camino. Él miró tristemente, pero sabía que veía cosas. Will se veía divertido o adorable y a veces aburrido, y yo era la chica con arroz en el pelo. Lo cogí, pequeño pegajoso enganchado en mi pelo, y lo lancé hacia la basura, diciéndome a mi misma que cuando tuviera un trabajo real y un automóvil real y una vida real, esto sería divertido. O al menos olvidable. —Aquí —escuché, y vi a Sarah de pie junto a mí, sujetando un pequeño cepillo—. ¿Quieres que te preste esto? Realmente habría cosido mis ojos cerrados, pero no rechazas la amabilidad de chicas como Sarah. Bien, algunas personas lo harían. Personas que tenían autoestima, por ejemplo. Pero acababa de perder mi cerebro y había tomado el gesto de amabilidad de alguien así. —Gracias —dije, y tomé el cepillo. —Seguro —dijo Sarah—. Escuché que Will dijo que regresó ahí. Y lo vi hablando contigo en el segundo período también, Es una cosa para todos.... lo que sea, después que comenzaron a salir, está actuando muy extraño. —Sí —dije y arrastré el cepillo por mi pelo tan rápido como podía, esperando no discutir sobre lo que pasó el viernes en la noche con ella o nadie más—. Gracias. —No hay problema —dijo—. He estado allí, ¿sabías? Una vez el año pasado, salí con un senior, y luego lo vi un lunes. Él me llamó Sandy y me preguntó si podía llamar su hermano. ¿Y adivina quién era su hermano? Kim. —¿Kim? ¿Adoro-las-películas-antiguas-Kim? —Ese Kim —dijo, e hizo una mueca—. Ese fue el peor momento de mi vida entera, y juré que primero preguntaría el apellido antes de salir con alguien después de eso. 146


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Asentí con la cabeza, sin confiar en mí para hacer comentarios sobre lo que ella acababa de decir, sin burlarme o reírme. O ambos. —De todas formas —dijo, metiendo su cepillo en su mochila y revisando su maquillaje—. Lo que quiero decir es que a veces los chicos apestan, ¿entiendes? —Lo hago —dije y entonces salí del baño y me sentí... bien, no genial, pero mejor, y todo gracias a Sarah, de todas las personas posibles. Casi me dio pena las cosas que había pensado de ella antes. Sabía que una mejor persona se sentiría apenada por eso, pero entonces la mejor persona probablemente no había visto a Sarah restregándose contra el chico que me gusta. Espera, solía gustarme. Y definitivamente no íbamos a hablar otra vez. Pero cuando salí de mi última clase, Will estaba ahí. Salí caminando del vestíbulo y lo vi. Se veía como si estuviera a punto de vomitar y claramente me estaba esperando porque dijo ―Kate‖, y entonces cuando salí comenzó a caminar junto a mí. No puedo decir lo horrible que se sintió saber que lo hacía verse como si fuera a vomitar. La siguiente cosa que sabía, es que me iba a mirar e iba a comenzar a convulsionarse. No podía esperar salir de la escuela y alejarme de él, de forma que pudiera dar la vuelta y alejarme caminando. —Oye —dijo siguiéndome—. Necesito hablar contigo. Lo ignoré. O al menos pretendí hacerlo. —En serio, Kate. Comencé a caminar más rápido, pero me alcanzó, y anduvo a mi mismo paso junto a mí. —Mira, he intentado decirte algo todo el día, y si solo me dejas… —Bien —me detuve a medio camino del vestíbulo, sin preocuparme de lo que dijera la gente. Lo había tenido. Intentando, con dificultad, pretender que mi vida no era una gran bola de mierda. Intentando con dificultad actuar como si en cierta forma pudiera detener que se pusiera peor—. Di lo que sea que quieras decirme ya, porque no puedo tener otra maldita conversación contigo sobre el clima.

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Su cara se puso roja otra vez. —Quería saber si te gustaría salir alguna vez. Quiero decir, conmigo. Y sin… —El gesticuló alrededor de nosotros, con su cara todavía roja, pero con una sonrisa asomándose—. Una audiencia. Sí, mi cerebro gritó. ¡SI! pero sólo una parte de mi cerebro. El resto, la pequeña parte racional, recordó cómo las personas nos miraban en el primer período, y cómo sus expresiones cambiaban con cada ―conversación‖ nuestra. Cómo comenzarían a mirarnos, y cómo Sarah, de todas las personas, había dicho algo bueno después del almuerzo. Cómo ella claramente no pensaba en él como antes. Will se había hecho a sí mismo actuar como un tonto, y sabía que era lo suficientemente inteligente para entender eso. Y qué mejor forma que redimirse a sí mismo que preguntarme si quería salir, especialmente considerando que nunca lo ha había preguntado antes. Él no quería una cita. Todos sabían eso. Yo lo sabía. Eso fue un gran gesto. Un gran momento. Podía adivinar por qué lo hacía. Y entonces, por la esquina de mi ojo, vi a Sarah, sabía que se había marchado, porque ella no me disparaba miradas de solidaridad. Ella miraba a Will, como si estuviera haciendo algo increíble. Él había arreglado las cosas por su cuenta. Todo lo que tenía que hacer era seguir la corriente y tener la cita de mis sueños. —No —dije. —¿No? —él se vio alarmado, como confirmado lo que ya sabía, él invitándome a salir, no era por mí del todo, peo aún así dolía. Dolía mucho. —Así es —dije—. No quiero salir contigo. No quiero hacer nada contigo. Tuvimos una aventura, y luego me humillaste. He tenido suficiente de ti. Y así fue como dije mi punto, conseguí terminar algo antes de que terminara conmigo. No era lo que quería. Pero entonces, ¿qué había en mi vida que quería?

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Capítulo 26 E

Traducido por ANDRE_G Corregido por Ckony

El trabajo estuvo raro. No alcancé a llegar a casa, ni siquiera para preparar algo de comer para la cena, porque Papá tuvo que cerrar el stand para recogerme y estaba ansioso por regresar. Al gerente del centro comercial no le gustaba que las tiendas estuvieran cerradas en el horario de atención del centro comercial, y aparentemente papá ya se había metido en problemas por esta misma razón. Cuando le pregunté en qué ocasión había cerrado el local, murmuró algo sobre ―tomar un descanso‖ para ir a mirar video juegos con Todd ―un par de veces‖. Me lo imagine. —¿Cómo es que nunca me llevas al cine o me invitas a ir a cualquier lado contigo durante las horas de trabajo? —dije yo, y miré fuera de la ventana. El centro comercial se imponía enfrente de nosotros, justo esperando para succionarme al interior. No podía creer que alguna vez hubiera deseado pasar tiempo en este lugar. —Pues, yo… tú siempre estás haciendo la tarea o arreglando las cosas en el área de almacenamiento. —Dijo papá, y yo aclaré mi garganta, avergonzada de que él pensara que estaba trabajando tan duro cuando en verdad la mayor parte del tiempo lo había pasado besándome con Will. —Además, cuando te invito a tomar café o a buscar algo para comer, siempre me dices que te traiga algo o me dices que no tienes hambre o… —Ahora papá se aclaro la garganta—. Mira, la verdad es que, sé que no te gusta trabajar conmigo, y no quisiera… no quiero avergonzarte. Pero si quieres que hagamos algo juntos, en verdad me gustaría hacerlo. Como mañana, por nombrar alguna clase de ejemplo, estoy planeando ir a visitar a Todd a su trabajo en la mañana, antes de que abra el centro comercial. Deberías venir conmigo. Perderías algo de escuela, pero apuesto que eso no te importaría, ¿cierto? 149


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—¿Vas a tratar de vender cosas de Perfect You en el trabajo de Todd mientras él se encuentra trabajando? ¿Eso no lo metería a él en problemas? Papá negó con la cabeza. —No, no es como lo dices. Sólo voy a poner algunas muestras en la puerta y a saludar a cualquiera que las tome. Creo que esa sería una forma genial de empezar a construir una base de clientes. ¿En qué se diferenciaba eso de lo que yo había dicho? ¿Y cómo podía ser mi padre tan despistado? —¿Todd quiere que lo hagas? —Pensé en sorprenderlo —dijo papá—. Agradecerle por empezar a trabajar. Sé que ha sido difícil para él, dejar a un lado su sueño para tomar el primer trabajo que se atravesó en su camino. Yo me reí. No pude evitarlo. Sabía que estaba mal, pero ¡vamos! El ―sueño‖ de Todd consistía en ver televisión, acaparar la computadora, el baño y el teléfono, y salir. —¿Piensas que lo que ha hecho tu hermano es gracioso? —dijo papá. No sonaba enojado, sólo decepcionado, la emoción más negativa que parecía dejarse a si mismo sentir, y yo suspiré. Sabía la razón por la que papá estaba enojado, que veía todo los llamados ―sueños‖ de Todd como un reflejo del suyo, y eso era de alguna manera triste y preocupante. Pensé que perder la casa podría hacer que papá se desenamorara un poco de su ―trabajo de ensueño‖. Creo que estaba equivocada. —No pienso que sea gracioso —dije cuidadosamente—. Creo que es genial que Todd esté trabajando. Pero tal vez… tal vez deberías preguntarle si está bien que lleves todas las cosas de Perfect You contigo antes de que ir a visitarlo. —Oh. —Ahora sonaba triste y herido, pero cuando alcé la mirada en su dirección, estaba sonriendo como siempre. Genial. Deseaba que se pudiera enojar como una persona normal. La forma en que él evadía su ira me hacía sentir culpable por tener algo de la mía. —Quiero decir, estoy segura de que a él no le importaría —dije—, pero probablemente se encuentra en un periodo de entrenamiento para nuevos empleados, y apuesto a que eso lo mantiene bastante ocupado. Probablemente esté demasiado ocupado siquiera para poder platicar, ¿sabes?

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—No había pensado al respecto, pero supongo que tienes razón. Gracias, cariño. —Sonaba alentado, pero tan pronto como llegamos al stand, se fue para hacer un ―recado‖ y me quedé sola. Saqué mi tarea y me pregunté por qué sería que a veces se sentía como si yo fuera el padre y papá fuera el niño. Fui a la plazoleta de comida en mi descanso para cenar, pero aunque me senté en el centro, visible para todo el mundo, y me quedé por unos diez minutos extra, no vi a Will. Fui a los cubos de basura antes del cierre del mall, para botar algunas vitaminas que ya habían expirado sin ser vendidas, pero tampoco lo vi allí. Me dije a mi mima que no iba a chequear nuestro espacio de almacenamiento, pero lo hice, y me quedé parada allí por un momento, sola. Supongo que Will realmente había escuchado lo que le había dicho antes. Eso estaba bien. Realmente lo estaba. Si no era más, ya era tiempo de que alguien escuchara lo que yo tenía que decir. Que hubiera terminado las cosas antes de que ellas se terminaran para mí. Pero la cosa era que, aunque sí quería decirle lo que le había dicho, todavía quería besarlo. Desearía no haber ido nunca a esa estúpida fiesta. Sabía por qué me había preguntado si iba a ir. Deseaba que hubiera estado en la plazoleta de comidas o detrás del centro comercial o esperándome en nuestro espacio de almacenamiento. Deseaba que realmente me hubiera querido.

Todd ya estaba dormido cuando regresamos a casa, acurrucado en el sofá con una sábana puesta sobre su cabeza. Eso era bastante desalentador para la conversación, y por una vez la abuela no estaba tendida a la espera. Ni siquiera mamá había esperado despierta, aunque podía escuchar la televisión en el cuarto de ella y papá. Me fui a mi habitación y pensé en hacer la tarea. Aunque no me sentía con ánimo de hacerla. Quería hablar con alguien sobre lo que había sucedido. Quería hablar sobre la vida con la abuela y con Todd, sobre perder la casa, sobre cómo había hecho una pirámide con catorce botellas de Gel de Ajo en el trabajo y que esa había sido la única vez que papá realmente me sonrió en toda la noche. Extrañamente, la primera persona que se me venía a la mente para hablar sobre todas estas cosas era Will. Creo que lo que me sucedió en la escuela me 151


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afecto más de lo que pensaba. Tal vez… tal vez sí había sido su intención invitarme a salir. Tal vez… No, no iba a caer en eso. Los había visto a todos mirándonos. Lo vi a él viéndolo también. Había hecho lo correcto. Además, Anna me había dicho que Will y yo juntos era algo demente. Estaba enojada y dolida cuando ella lo dijo, pero tenía razón, ¿cierto? Ella había sabido lo que yo no había querido ver. Debería decirle eso. Así que lo hice. Me quité los zapatos mientras la llamaba, acurrucándome en la cama. —¿Hola? —Hola —dije—. Soy yo. Kate, quiero decir. —Lo sé, tonta. ¿Qué pasa? Esto era familiar. Esta era la forma en que siempre hablábamos. —Odio las vitaminas. También, me duelen los pies. —Sabes a lo que me refiero —dijo ella—. ¿Qué pasa contigo y con Will? —Nada. —Vamos, Kate. Él te invitó a salir en frente de media escuela, y tú lo destruiste. Sara me lo contó todo. Genial. Recordando la forma en que ella había estado mirando a Will la última vez que él me habló, sólo podía imaginarme lo que habría dicho. —¿Te dijo que era obvio que me invitaba a salir porque mitad de la escuela lo vio hablar conmigo sobre un montón de mierda y luego fugarnos todo el día? —Ella no dijo eso, pero me imaginé que era lo que estaba pasando. Porque, está bien, ¿Will saliendo con alguien? Por favor. Es el rey de los empates. —¿Así que sabías que lo hizo por lástima? —Yo… mira, aun siendo así, ¿entonces qué? Will está bien, pero no es nada especial, ¿sabes? Quiero decir, él mandó a volar a Sarah por completo esta tarde cuando ella fue a hablarle en el centro comercial, y es como, ¿quién se cree que es?

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—Yo… yo no lo sé —tartamudeé, porque estaba muy ocupada pensando en el hecho que él había mandado a volar a Sarah, como para lograr ser coherente—. Tal vez estaba muy ocupado para poder platicar. —Por favor —dijo Anna—. Sabes a que me refiero con ―hablar‖. ¿Y desde cuándo Will está demasiado ocupado para enrollarse con alguien? Espera un minuto. No era sólo que Will no hubiera hablado con Sarah, ¿no se había enrollado con ella? Mi mente estaba dando vueltas. —¿Te ha dicho Sam algo al respecto? —No. Will y Sam sólo pasan el rato porque… bueno, solían ser amigos, pero entonces la mamá de Will habló con la mamá de Sam para iniciar este estúpido negocio, y ahora Sam dice que Will lo acuso a él y a su papá de tratar de impedirlo, lo cual es tan estúpido porque… espera un segundo. — Esperé que Anna hundiera el botón para pasar a la otra línea, pero en lugar de eso la escuché bajar el teléfono y la apenas perceptible voz de su madre. —Lo siento —dijo ella, levantando el teléfono otra vez—. Mama está teniendo un mal día. —¿Estás bien? Ella se rió y suspiró. —Claro. Tengo que estarlo, ¿cierto? —Anna... —No, está bien. No quiero convertirme en una chica depresiva. Tengo a Sam. Quiero decir, yo, la gorda Anna Dray, está con Sam. Tengo la vida perfecta, ¿sabes? Y tengo el novio perfecto. Aunque no sonaba como si en verdad creyese algo de eso. Sólo sonaba como si quisiera creérselo, como si sintiera que debía hacerlo. —Eso está… bien. —¿Bien? —dijo en forma apretada, y luego suspiró—. Me conoces demasiado bien, Kate. Las cosas no son totalmente perfectas. Sam… bueno, está bien, primero, sus pies apestan, lo cual sólo… me parece que está mal. Además estuvo tonteando con Tara durante el receso de invierno. —¿Qué?

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—Sí. —La voz de Anna se quebró un poco—. No le he… tú eres la única persona que lo sabe, ¿está bien? Tara me lo dijo hace un par de semanas, toda ―Sí, Sam es genial, y después de enrollarnos en lo de Heather durante el receso de invierno, él dijo que realmente te amaba y pensé que eso era tan dulce‖. Estaba tan alterada cuando se dio cuenta que yo no sabía nada al respecto que casi me sentí mal por haberme enojado… —¡Anna! —Piensas que lo hizo por perra, ¿cierto? —Sí, lo digo porque casualmente mencionó que se metió con tu novio pero, hey, por cierto, él te ama por completo, eso califica como perra. ¿Qué tenía que decir el Sr. Perfecto al respecto cuando lo confrontaste? Ella murmuró algo que sonó como: —No lo sé. —No le has dicho nada, ¿cierto? —Dije—. Anna —No puedo decir nada,—Dijo ella. —Odia cuando me pongo celosa. Y él es Sam. Sam, Kate.— —Sé que es Sam, pero… está bien. ¿Recuerdas lo que dijiste el año pasado cuando todo el mundo sabía que el tipo de último grado con el que Diane estaba tonteando sólo la estaba utilizando para volver con su ex-novia? Dijiste que era estúpido de parte de Diane pretender que todo estaba bien sólo para poder estar con un tipo que no se preocupaba por ella o por sus sentimientos. —Sam me ama, Kate —la voz de Anna era cortante y fría—. Y lo que pasó con Diane fue realmente bastante terrible. Ella realmente amaba a ese tipo, y sólo quería que él le correspondiera. —Oh, vamos. Ella sólo quería ir al Prom. Porque así sería la única de noveno grado que iría. Incluso la escuchamos decirlo en el baño antes del almuerzo, ¿lo recuerdas? —No, pero qué bonito saber que piensas que yo soy así, lo que me imagino significa que crees que estoy usando a Sam. ¿Exactamente para qué se supone que lo estoy utilizando? —Eso no es lo que yo quería decir y tú lo sabes. —¿Siempre había sido hablar con ella así de… frustrante? 154


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—Como sea. No sabes cómo es para mí, ¿está bien? —Dijo Anna—. Cuando todo el mundo sabe quién eres, existe toda esta presión y tienes que… —Anna, ¿realmente vas a sermonearme sobre cómo es de difícil ser bonita y popular? Ella se quedó en silencio por un momento, y luego se rió. —Está bien, lo entiendo. Es sólo que… es difícil estar con Sam, pero no quiero renunciar a él. Me siento especial cuando estoy con él. Soy especial cuando estoy con él. —Serías especial sin él. —No lo sería. —Lo serías. —No lo sería —dijo ella en voz baja—. La gente aún recuerda quién solía ser, Kate. —Lo haces sonar como si fueras una enfermedad vomitiva o algo por el estilo. Espero que se ría, pero sólo vuelve a suspirar. —Mira, debo ir a verme una película con mi mamá. Realmente tuvo un mal día. ¿Me llamas mañana? ¿Quería que yo la llamara? Me imagino que realmente volvíamos a ser amigas. —Claro. ¿Te veo mañana? —Sí —dijo ella, y yo escuché el ―pero‖ en su voz antes de que lo dijera, y sentí algo marchitándose en mi interior. —Pero tengo que pasar el rato con Sam y Diane y todos los demás, ¿está bien? Y eso toma bastante tiempo. Lo entiendes ¿cierto? Por favor, dime que lo haces, porque hablaba en serio esta mañana. Si no supiera que estás allí siempre para mí, estaría perdida. Realmente necesito saber que siempre puedo contar contigo. —Puedes hacerlo —dije, y nos despedimos. La cosa era que yo entendía a lo que se refería. Anna estaba siendo amable cuando me hablaba en la escuela, actuando como Sam, quien a veces le hablaba a personas que se suponía él no debería notar, sólo que ella no tenía una vida entera de popularidad como la de Sam, en la cual pudiera apoyarse. Sam siempre había gustado, y hasta este año Anna no era nadie, y la gente lo sabía. Lo recordaba.

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Realmente no había pensado en cómo era ahora su vida, porque había estado muy ocupada preguntándome cómo le era tan fácil olvidarse de mí, pero parecía que su vida perfecta no era para nada perfecta. Pensaba que lo era. Parecía tan feliz. Enterarme que no lo era, que había conseguido la vida genial y el chico genial pero que realmente no fueran tan geniales, era un poco depresivo. También era un poco anti-depresivo. Me sentía mal por pensar así, pero la verdad era que estaba contenta de que Anna no fuera totalmente feliz. Estaba complacida de que ella sintiera que me necesitaba.

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Capítulo 27 Traducido por jazzy Corregido por Ellie

W

Will no me habló el día siguiente. No me había dado cuenta, pero me había acostumbrado a hablar con él, incluso si era sólo para pretender que estaba fastidiándome mientras pensaba cosas como, ―¡Te he besado! ¡Me has besado!‖, pero él no me preguntó acerca de las tareas ni se entrometió en ninguna de mis conversaciones, ni siquiera cuando las Jennifers estaban hablando de los PSAT. De hecho, cuando Jennifer M. me preguntó si sabía cómo le podía ir mejor por millonésima vez y yo le dije ―sobornando‖, Will aún no dijo nada. Ni siquiera sonrió. No lo vi en el trabajo tampoco. Pensé en ir a Sports Shack para ver si estaba trabajando, pero, ¿y si lo estaba? ¿Qué le iba a decir? ―¿Hola, sé que dije que no quería salir contigo, y sé que sólo preguntaste porque habías quedado como un imbécil, pero la cosa es, que te extraño? Además, no lo extrañaba. No exactamente, de cualquier manera. Extrañaba besarme con él. Y escucharlo hablar sobre el trabajo. Y la forma en que nunca se burló de mi pésimo trabajo, e incluso de mi papá. Y la forma en que me sonreía. Y la forma en que siempre me sentía con ganas de sonreír cuando estaba con él. Ni siquiera estaba aliviada cuando llegué a casa, porque las cosas eran tan diferentes ahora. Mamá siempre estaba limpiando tras papá, tratando de mantener la casa limpia para compradores potenciales, y Todd se había convertido en alguien que huele a café, se quejaba de cuánto le dolían los pies, y no recibía llamadas después de las diez de la noche.

Una prueba que hacen al final del bachillerato para entrar en las universidades algo así como el icfes

en Colombia.

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—Papá, de verdad necesito dormir un poco —dijo él mientras todos estábamos sentados en la sala y papá intentaba convencerlo de jugar una rápida ronda de un videojuego que había comprado mientras tomaba café en la tarde. —Vamos, una carrera —dijo papá—. Deberías ver todo lo que puedes hacer. Yo jugué este nivel en la tienda por un rato, y fue… —¿Dejaste a Kate sola para poder ir a jugar videojuegos? —dijo mamá. —No por mucho tiempo —dijo papá—. Usualmente no tomo un descanso para comer, pero me gusta salir y ver qué está pasando y… —Comprar videojuegos aún cuando habíamos hecho un presupuesto y prometiste ajustarte a él. —Esto es algo de una sola vez, Sharon, además, estaba en rebaja… —Yo sólo creo… —mamá cerró sus labios cuando la abuela apareció. —Creí escuchar voces —dijo la abuela—. Kate, querida, es maravilloso verte, pero te ves un poco pálida. ¿Has pensado acerca de utilizar bronceador? — Ella miró hacia papá, pero no le dijo nada. —Madre, Kate se ve bien —dijo mamá—. Pensé que te ibas a dormir. —Oh, querida, iba, pero luego decidí venir a decirle ―hola‖ a mi nieta. También, Todd, ¿de qué iba esa extraña nota en el espejo del baño? Todd, quien había conseguido deslizarse entre sus sábanas mientras ella hablaba, levantó su cabeza. —Quería que supieras que tengo que abrir la tienda cada mañana y que sería genial si yo pudiera usar la ducha antes que tú entres y hagas lo que sea que haces… —Querido, podrías simplemente habérmelo pedido. Además, no es como si yo gastara tanto tiempo en el baño. —Una hora y media es mucho tiempo para algunas personas —Todd murmuró. —¿Qué, querido? —Madre, simplemente deja que Todd use el baño primero en la mañana — dijo mamá—. Tú puedes compartir con Kate mientras ella se prepara para ir al colegio. 158


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Genial. Podía escuchar a la abuela ahora ―Oh, querida, ¿vas a usar eso?‖, ―Oh, querida, ¿así es como quieres que luzca tu cabello?‖ ―Oh, querida, usé toda el agua caliente, pero el agua fría es magnífica para tu piel‖. Temblé. Miré mal a mamá, quien pretendió no verme. Genial, ahora me trataba como a la abuela. —Oh, simplemente usaré tu baño, querida —dijo la abuela, y podría jurar que me guiñó el ojo. —¿Qué? —dijo mamá mientras papá tosía dramáticamente, lo más cercano que podía llegar a un ―no‖. —Tú tienes mejor luz ahí —dijo la abuela—. Además, Steve ciertamente no se apresura para salir en las mañanas, y tú no usas maquillaje, sin importar que haya productos maravillosos ahí afuera. Mañana en la noche, cuando llegues del trabajo, tienes que dejarme mostrarte lo que un poco de color puede hacer… —Sharon tiene que trabajar mañana en la noche —dijo papá, y cuando lo miré, sorprendida de que hablara, él estaba sonriendo falsamente a la abuela tan duro que creí que su rostro se rompería—. ¿Recuerdas que te rehusaste a ayudar y ella tuvo que conseguir un segundo trabajo? Todd sacó su cabeza de debajo de las sábanas lo suficiente para darme una mirada con las cejas levantadas. ¿Papá finalmente lo había perdido? ¿De hecho sacaría a la abuela? —Sharon no tiene que trabajar mañana en la noche —dijo la abuela, y miró a mamá de una manera que no pude entender. Supongo que papá fue capaz de leerla, porque dijo: —¿Sharon? —y luego él y mamá desaparecieron a su cuarto, sus rostros tensos mientras se iban. La abuela fue a la cocina a coger una soda, y yo golpeé a Todd en el hombro. —Quiero ver televisión. —Qué mal. Algunos de nosotros tenemos que levantarnos temprano para ir a empleos de verdad en la mañana. —Lo que sea, Todd. Has tenido trabajo como por dos días. —Me senté junto a él, acomodándome para que él se moviera—. ¿Qué pasa con mama y papa?

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Todd miró hacia la cocina y luego a mí. —La abuela le dio a mamá algo de dinero esta noche —susurró—, dinero para que así no tuviera que trabajar. Ella hizo que mamá jurara que no se lo daría a papá, y yo pensé que mamá se enojaría y rompería el cheque. Pero no lo hizo. Simplemente dijo ―bien‖, y lo tomó… —Ella de verdad debe de odiar vender maquillaje. —Supongo —dijo Todd—. Creo que ella está enojada porque papá no está más alterado acerca de vender la casa. ¿Él te ha dicho algo del tema? Sacudí mi cabeza —A mí tampoco —dijo Todd—. Es como si nada de esto fuera real para él, y creo que está asustando a mamá. —¿Quién está asustando a tu madre, querido? —dijo la abuela, regresando a la sala. —Nadie. Sólo estoy intentando dormir, pero Kate me está fastidiando. Más de lo usual, digo… —dijo Todd, acomodándose de nuevo bajo sus sábanas antes de que pudiera golpearlo. O antes de que la abuela pudiera empezar a hablar con él. —Bueno, buenas noches —dije, esperando escaparme antes de que ella se diera cuenta de que yo era la única persona que quedaba con quien hablar. —Querida, déjame venir a darle una mirada a tu cuarto —dijo ella, enganchando su brazo al mío y dirigiéndonos a ambas por el pasillo—. ¿Cómo está la escuela? —Bien, mucha tarea, en la cual probablemente deba de trabajar… —¿Cómo te gusta trabajar en el centro comercial? Espera un minuto, ¿esto iba hacia donde creía que iba? ¿La abuela iba a ofrecer pagarme fuera de mi trabajo? Oh, por favor, deja que la abuela ofrezca pagarme para no trabajar. Por favor, por favor, por favor. —Trabajar ahí es duro —digo—, con la escuela y las tareas y cosas… —Cosas, ¿qué tipo de cosas?

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—Sabes, cosas normales —yo había asumido que mencionar que era difícil trabajar e ir a la escuela al mismo tiempo llevaría a algo de dinero. —¿Cosas normales? Supongo que estaba equivocada —Bueno, veo a gente de la escuela en el trabajo, y me da vergüenza y… — podía ver que estaba perdiendo interés porque ella asumía que papá dando vergüenza era algo dado—. Está este chico. O estaba. Y no quiero volverlo a ver… —¿Un chico? ¿Por qué no quieres verlo? —Estábamos, algo así como… saliendo —dije, porque sabía que ―besándonos detrás del centro comercial‖ no funcionaria con la abuela—. Y ya no lo estamos. —¿Por qué? —Porque… sólo porque sí. —Esa no es mucha razón, querida… —Supongo que simplemente no soy el tipo de chica con la que los chicos quieren estar. ¿Está bien? Esperé a que la abuela dijera algo, pero ella simplemente se quedó viéndome un rato. —Quiero decirte algo —dijo finalmente, su voz baja—. Si tú te dices a ti misma que no eres alguien, que no puedes convertirte en alguien ¿sabes qué? Se convertirá en verdad. Tú tienes que decidir quién eres y qué puedes hacer y luego ir tras lo que quieres. Porque, créeme, nadie te lo va a dar a ti. —Abuela… Ella me palmeó el brazo. —Piensa en ello, cariño, ¿está bien? El mundo te noqueará lo suficiente. No tienes que hacerlo tú misma…

Después que ella se fue, llamé a Anna porque no quería pensar en lo que la abuela había dicho. Sólo necesitaba hablar con una amiga. Necesitaba hablar con mi mejor amiga. 161


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—Hola —dijo cuando contestó—. ¿Puedo llamarte de vuelta en un momento? —Seguro —dije, pero una hora después, ella no había llamado. El teléfono finalmente sonó cuando me había rendido y estaba en el baño cepillándome los dientes para ir a dormir. Diciéndome a mí misma que estaba enojada y sólo enojada, incluso cuando mis ojos quemaban con lágrimas, corrí de regreso a mi cuarto, escuchando a Todd gritar ―¡algunos estamos tratando de dormir!‖ mientras agarraba el teléfono. —¿Hola? —Oye, lamento que me haya tardado tanto en llamar —dijo Anna—. Algo… bueno, papá pasó. No te desperté ¿cierto? —No —dije y me sentí mal por enojarme cuando ella había tenido que lidiar con su padre—. ¿Qué está pasando? —Nada. Llamó y dejó un mensaje acerca de la boda, y mamá… bueno, ella simplemente no parece poder superarlo. Creo que odio eso más de lo que lo odio a él. ¿Qué tal si… qué tal si termino como ella un día? —Eso no pasará. Tú no eres como tu mamá y tu papá. Tú eres tú ¿lo sabes? —Sí. Pues desearía ser alguien más… —Vamos, tú eres genial. Te ves magnífica, eres popular… —¿Tú crees que me veo bien? —No, sólo estoy diciendo esto para que me dejes comer el almuerzo contigo. Hubo silencio después de que dije eso. Un silencio verdaderamente incómodo y raro. —Estoy bromeando —dije—. Ni siquiera tenemos la misma hora de almuerzo, ¿recuerdas? —Lo sé. —Pero yo podía notar que no lo hacía, ella no conocía mi horario como yo sabía el de ella. Eso dolió mucho, pero ella claramente no queriendo comer el almuerzo conmigo dolió más, y tuve que forzarme a mí misma para relajarme y soltar el agarre de muerte que tenía en el teléfono. —¿Cómo está Sam? —dije, esperando que cambiar el tema haría que las cosas fueran mejores. 162


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Resultó que Sam había pasado la tarde con Tara después de haberle dado un aventón a su casa al salir del colegio. —¿Qué crees que signifique? —preguntó Anna. Tenía la impresión de que este momento no era el mejor para decir lo que pensaba de Sam —¿Qué crees tú que signifique? —Que se estuvieron besando. —Entonces, tal vez deberías decirle algo a él… —¿Como algún tipo de novia celosa? Yo ya sé cómo es él con cosas así. — Sonaba enojada. —Lo sé. Pero… bueno, ¿no crees que mereces algo mejor? —¿Quién podría ser mejor que Sam? Él es el chico con quien todas quieren estar… —Yo no lo quiero. —Tú sabes a lo que me refiero. Gente que tiene una oportunidad con él… Alejé el teléfono de mi oreja y lo miré fijamente. ¿Acababa ella de decir lo que pienso que dijo? —¿Kate? —su voz estaba débil—. Kate ¿estás ahí? No quise decirlo como sonó, lo juro ¿Kate? —Estoy aquí. —Dije, mi voz estaba dura. —No te enojes conmigo, ¿bien? Hoy con mi mamá fue… fue difícil, Kate. Además, están todas las cosas con Sam, todo está muy difícil para mí en este momento. —Lo sé, pero, ¿por qué dijiste eso? —Porque soy una idiota. —Anna… —Lo soy. Soy desconsiderada, también. ¿Me perdonas? —ella sonaba tan triste, preocupada incluso, y por mí.

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—Sí, por supuesto —dije, mayoritariamente sintiéndolo, y completamente sintiéndolo cuando ella dijo: —Gracias, Kate. Tú siempre me haces sentir mejor. Eres una verdadera amiga, lo sabes. La mejor. —¿De verdad? —dije, sobrecogida. ¡Ella acababa de decir que yo era su mejor amiga de nuevo! —Síp. Tomé un respiro profundo. Ella acaba de decir lo que me había estado muriendo por oír, y yo… bueno, ahora podía preguntarle esto. —Mira, hablando de Sam… él ha… ¿él dijo algo acerca de lo que pasó en la fiesta? ¿Con Will y yo, me refiero? —No. Bueno, él sabía lo que pasó, por supuesto, porque Jennifer de hecho fue corriendo hacia él y dijo que él tenía que ser el primero en saber. —Se rió—. Si tratara un poco más duro, juro que explotaría. Es patético lo que algunas chicas harían para tratar de conseguir que Sam las notara —¿Pero Will no dijo nada? —yo no sabía si eso era bueno o malo. —No, pero tú sabes cómo es Will, Kate, toda su vida es básicamente escapadas aleatorias. Así que, ¿por qué lo mencionaría, sabes? Sentí mi corazón hundirse. Malo. Definitivamente malo. —Además —dijo Anna—, Sam dice que todo de lo que Will habla es ese negocio que sus mamás tienen. Lo vuelve loco. Oh, ese es él en la otra línea. Tengo que colgar, ¿bien? —Seguro —dije, pero ella ya se había ido.

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Capítulo 28 P

Traducido por Flochi Corregido por Kanon ♪♫♪

Pensé en todo lo que Anna me había dicho en la escuela, y estaba bastante deprimida porque había pasado mucho tiempo, especialmente no había hablado de nuevo conmigo. Me dije a mí misma una sabía exactamente lo que Will y yo éramos, no una pareja, ni daba cuenta de que realmente era sólo otra relación que me de lo que pensaba que podría. O quería.

desde que Will y otra vez que nada, pero me lastimaba más

En el trabajo, acabé sola la mayor parte de la tarde porque papá había decidido dirigirse a los grandes almacenes nuevamente. —¿No tenías prohibido ir ahí? —No exactamente —dijo papá, tirando de su sombrero de zanahoria—. Y conozco a la mayoría de los guardias de seguridad, y nos llevamos muy bien. Miré al contador así él no podría ver mi cara. Por supuesto que se llevaba bien con los guardias de seguridad. Siempre estaba comprándoles café. Y aunque era amable lo que hacía, no ayudaba a nuestra situación monetaria. O a aumentar las ventas. —Volveré en media hora, máximo —dijo, y me senté en la caja registradora con un suspiro. Media hora se volvieron dos. Conseguí hacer mucha tarea, mientras dejaba de pretender que íbamos a tener clientes y me centraba en terminar mi tarea de biología. No creí haber fracasado en la última prueba, pero sabía que tendría que esforzarme para la próxima. Pensar en la clase de bilogía me hizo pensar en Will. Me preguntaba cómo le habría ido en la prueba, y si estaba en el trabajo. Entonces me dije a mí misma que dejara de pensar en él. No funcionaba. 165


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Dejé mi tarea y me puse a mirar a la gente que pasaba. Era impresionante cuántos de ellos eran capaces de fingir que nuestro puesto no existía, como si pudieran sentir a todas las vitaminas no vendidas y de alguna manera supieran mantenerse apartados. Una mujer mayor que realmente parecía una abuela, cabello canoso y rostro dulce, pasó y educadamente preguntó si sabía dónde estaba la tienda de zapatos con descuento, después me agradeció cuando le dije. No me podía imaginar a mi abuela diciendo las palabras ―descuento‖ y ―zapatos‖ en la misma oración, mucho menos pareciéndose a una abuela real. Enderecé una muestra que no necesitaba estar fija mientras pensaba en lo que la abuela había dicho anoche, acerca de que tenía que decidir quién era yo y qué podría hacer. Sonó como un consejo bastante bueno, supongo, pero siendo yo, de seguro no habría resultado. Pasé un dedo en la pirámide de vitaminas y suspiré. —Esto apesta. Yo apesto. —No, sólo eres una molestia. Alcé la vista y vi a Todd sonriéndome con suficiencia. —¿Qué estás haciendo aquí? Espera, déjame adivinar… necesitas dinero. Bueno, puedes olvidarlo, porque papá no está y no te voy a dar nada de la caja registradora. —Qué amable. Vine a decirles ―hola‖ a mi hermanita y a mi padre después de vender galones de café a la gente que aparentemente no tiene idea lo que es una propina y, ¿qué es lo que consigo? —Síp. —A veces suenas igual a la abuela. —¡Cállate! Él sonrió. —¿Dónde está papá? —Abajo, en los grandes almacenes. —¿Muestras gratis? —Sí. ¿Vas a ir a verlo? —¿Está usando el sombrero? —¿Qué crees? 166


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Todd hizo una mueca. —Hey, ¿recibí algunas llamadas? —¿Qué, aquí? —Sí, aquí. —No. —¿Estás segura? —Sí, Todd, estoy segura que nadie ha llamado para solicitar el honor de tu mierdástica, quiero decir fantabulosa, presencia. —Hey, me gusta eso —dijo—. Soy fantabuloso. ¿Y sabes qué? Sé como divertirme. Ahora, sé que esto será difícil de entender para ti, pero trataré de explicártelo. Diversión es… —Comiquísimo. Sé lo que es diversión, tarado. Sólo que es difícil tenerla cuando estoy atascada en la escuela o aquí. —Oh, para de sentir lástima de ti misma. Tienes un trabajo, y es la gran cosa. Yo apenas tengo un trabajo. —Todd, tienes veintitrés. Se supone que tienes que tener uno. Se encogió de hombros. —Puedes hacer cosas, sabes. Hablar con las personas. Salir. —Salgo. —Una fiesta realmente no cuenta, Kate. Deberías dejar de estar deprimida porque tú y Anna no son amigas… —Todavía somos amigas. Me miró. —Bien. Sólo imaginé eso porque Anna nunca te llama o ya no viene más. —¡Ella llama! —en realidad, sólo me llamaba si yo llamaba y ella estaba en la otra línea, pero aún así. Miré a Todd. —Bien, entonces tú y Anna hablan. Pero de todos modos, deberías salir más. Hacer cosas, dejar que las personas sepan quién eres, ¿sabes? Porque no estás tan mal, en serio. —Wow, gracias. 167


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Ignoró mi sarcasmo. —Entonces, ¿estás segura que no quieres darme algo de dinero? Sin palabras, abrí la caja registradora y saqué dos rollos de peniques. — Piérdete. —Después, abuela —dijo, y se marchó. Ignoré eso, pero no podía ignorar lo que me había dicho. O que era básicamente lo mismo que la abuela había dicho. Y que tal vez lo que habían dicho tenía sentido. Era mucho sobre lo que pensar, y cuando papá finalmente volvió, dije: —Me voy a tomar un descanso —y me fui. Me dirigí al patio de comida, pero el olor de la pizza me hizo pensar en Will y terminé parándome fuera de ahí y mirando ciegamente un escaparate. Tenía que dejar de pensar en Will. Conseguí lo que quería cuando lo rechacé, cuando terminé las cosas antes de que pudieran acabarme, y tenía los recuerdos de liarme con él encima de eso. Debería haber sido suficiente. Debería haber sido feliz con eso. Pero no lo era. Estaba enojada. Tan pronto lo pensé, me di cuenta que era cierto. Estaba enojada. ¿Por qué Will me había dejado plantada? ¿Por qué no podía simplemente ignorarme? ¿Por qué tenía que hacerme pensar que iba a pedirme salir de verdad? ¿Por qué me hacía pensar que le importaba? Él no tenía que hacerlo. De hecho, nadie apuntaba un arma a su cabeza y lo hacía besarme en primer lugar. Nadie lo forzó a salir esa noche de la casa de Jennifer. Fue él quien me preguntó si iba a ir, después de todo, ¿y ahora no podía molestarse en hablarme? ¡Yo era la que tenía todas las razones para ignorarlo! Es decir, acabé hablando sobre el CLIMA por él. Cuanto más pensaba sobre eso, más quería saber por qué había hecho lo que hizo. Y no podía lastimarlo... pedir perdón, tampoco. Además, aparte de todo lo que había pensado y sabía, yo... bueno, quería verlo.

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Así que fui a Sports Shack. Will estaba ahí, parado en el departamento de calzado hablando con dos vendedores de alrededor de la edad de mi papá. Me vio entrar en la tienda. Lo sé porque me miró directamente. Y después, se dio la vuelta, y se marchó. Los hombres mayores me miraron, y se giraron de espalda de él, sonriendo. —Will, ¿a dónde vas? —dijeron, con risa en sus voces, pero Will siguió caminando, dirigiéndose fuera de mi vista. Los hombres mayores me miraron nuevamente. —Hey, ¿qué le hiciste? —preguntó uno de ellos. Caminé hacia ellos. Las etiquetas de sus nombres decían Harold y TIM. —No hice nada. Aún. Ambos rieron, y decidí que me gustaban. —¿Pueden traerlo para mí? —Esto debe ser bueno —dijo Tim, sonriendo, y Harold asintió antes de gritar—, ¡Hey, Will, la chica de la que escapaste está aquí esperándote! Estuvimos de pie por un momento, y después Tim se encogió de hombros y dijo: —Supongo que no vendrá. ¿Esto era lo que iba a conseguir de él? Por favor. —¿Por qué no van a buscarlo? Y cuando lo hagan, díganle que puede fingir que mi hermana no está embarazada todo lo que quiera, pero cuando el bebé venga y tenga sus dedos unidos*, no necesitaremos ninguna prueba de paternidad. Tim y Harold me miraron, y me refiero a que realmente me miraron. Bocas abiertas, ojos abultados, sin palabras. —Uh —dijo Harold, y luego escuché una risa proveniente de la parte trasera del departamento de calzado, cerca de una puerta que claramente daba a un almacén. La risa de Will. No la había oído en un tiempo, y era agradable oírlo reír. Saber que todavía podía hacerlo reír. ¡No! ¡Estaba aquí para ser fuerte! ¡Para obtener respuestas y una disculpa! —Disculpen —dije a Harold y a Tim, y me dirigí al almacén. Pensé que dirían algo más, pero cuando los miré nuevamente, ambos estaban fuera hablando *

Enfermedad congénita que se caracteriza por tener los dedos pegados.

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con otros vendedores, sus expresiones inquietamente cercanas a las que llevaban las Jennifers cuando compartían un chisme particularmente bueno. Will dejó de reír cuando entré en el almacén, aunque una sonrisa todavía se arqueaba en las comisuras de su boca. —No sabía que tenías una hermana. —Yeah, bueno, es difícil para ella salir, con el bebé que viene y todo. —Correcto. ¿Así que Harold y Tim corrieron a decirles a todos? —Eso creo. Ellos se parecían a las Jennifers como hacen siempre cuando han oído algo bueno. Él rió. —No lo pensé nunca, pero lo hacen, ¿no? —empezó a dar un paso hacia mí, después se detuvo—. ¿Qué estás haciendo aquí, Kate? ¿Pelear conmigo en la escuela no fue suficiente? ¿Quieres hacerlo otra vez sobre el interfono de la tienda o algo así? —Probablemente debería —dije. Él suspiró, pareciendo herido. —No hagas eso —dije, porque había esperado que luciera enojado, no afectado—. No actúes como si nada de esto te molestara. Tú eres el que vino detrás de mí en la fiesta de Jennifer y después actuó tan extraño en la escuela que tuviste que invitarme a salir para que la gente no creyera que eres un total imbécil. —Espera, ¿has mencionado una cita? —Supongo que debería haber hablado más despacio —murmuré—. Contaste con que esos gestos pudieran distraerlos. —No, espera —dijo él—. ¿Qué significa exactamente invitarme a salir? —Sabes lo que significa —dije—. Y quiero saber por qué sólo no podías dejarme sola. —Mira, siento que mi humillación haya sido difícil para ti, pero ¡mensaje recibido! No quieres salir. Lo entiendo. —¿Tu humillación? ¡Tú fuiste el que fingió invitarme a salir! —¿Quién dijo que estaba fingiendo? —Oh, por favor. Fue obvio. 170


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—Siento no invitarte a salir de una manera más aprobada por Kate, pero quise decir eso. —Seguro que lo hiciste. —Lo quise decir, Kate —dijo, y me miró como lo hacía justo antes de besarme, una mirada que había pensado que significaba algo. Una mirada que había pensado que tal vez realmente le gustara. —Bien —dije, furiosa otra vez. ¿Por qué tenía que hacerme esto a mí? ¿Por qué tenía que hacerme pensar que yo le importaba?—¿Cómo es? Como, ¡totalmente quiero salir contigo! ¿Esa es una respuesta apropiada, o debería empezar a gritar como si gané la lotería también? —No te molestes —dijo a través de los dientes apretados, el aspecto que había estado usando antes de reemplazarlo por una de total frustración—. No quiero salir contigo cuando es obvio que no quieres salir conmigo. —Lo sabía —dije, y para mi horror, sentí un fuerte escozor en mi garganta y detrás de mis ojos—. Yo sólo... no importa. Esto fue estúpido. Él me miró, y ahora lucía sorprendido y un poco preocupado, como si hubiera comprendido algo. —Voy a ir a tu casa alrededor de las siete el sábado —dijo él—, si quieres salir conmigo, sólo tienes que estar allí. ¿Bien? —No sabes dónde vivo. —¿Cómo lo sabes? —dijo él, y después se inclinó y me besó. Volvía al trabajo con mis orejas zumbando por el shock de Harold y Tim —y después sus risitas—Cuando nos hallaron a mí y a Will en el almacén. Y el resto de mí estaba hormigueando por todos los besos. Y por el hecho de que tenía una cita. No era la gran cosa, ni nada. Sólo era una cita. Con Will. ¡Tenía una cita con Will!

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Capítulo 29 Y

Traducido por Vamp29 Corregido por Kanon ♪♫♪

Yo estuve muy entusiasmada acerca de mi cita durante media hora, y luego empecé a enloquecer. Pero entre la escuela y el trabajo y las rarezas en casa, no tuve mucho tiempo para preocuparme. Casi significaba que todavía tenía algo de tiempo y, sin embargo, resultó que había mucho de qué preocuparse. ¿Qué iba a usar? ¿Estaba bien algo de lo que yo poseía para una cita? Y, ¿qué pasa con mi pelo? ¿Debía tratar de hacer algo con él, como atarlo? Pero, ¿y si haciendo eso hago que mis orejas luzcan grandes o que mi cara parezca torcida? ¿Qué pasaba si mi cara estaba torcida? Y, lo más importante, ¿qué es lo que ―cita‖ en realidad significa? ¿Era una cita real? ¿O era una por piedad, para compensar la forma en que me había tratado en la escuela? Yo no quería una cita por piedad, pero estaba bastante segura de que esta no era una, aunque estaba también segura de que no lo había querido decir primero cuando realmente me invitó a salir en la escuela. Pero cuando él me invitó a salir otra vez, nadie nos había visto o le hizo sentir que tenía que hacerlo, así que lo hizo realmente. A pesar de que había ocurrido sólo después de que había sido básicamente acorralado en el trabajo. La verdad era que yo no sabía qué pensar. Así que lo evitaba. Sabía que era la peor clase de estúpida, pero no podía evitarlo. Las cosas en casa eran realmente extrañas con mamá y papá teniendo discusiones a puertas cerradas en el comedor, y Todd había comenzado a decir cosas como: ―Tuvimos que dejar ir al chico nuevo hoy porque no era un jugador de equipo‖. Quería algo en mi vida que no se terminara o fuera extraño o ambas cosas. Quise fingir que mi vida era normal, que yo era normal. 172


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Además, tenía muchas ganas de salir con Will. Así que, cuando estaba en el trabajo, yo evitaba salir de nuestro stand, y en la escuela me convertí en una gran estudiante, del tipo que estaba estudiando cuando entró a la clase, e ignoró las conversaciones a su alrededor para centrarse en el profesor, e incluso se quedó después para hacer preguntas. O al menos fingía ser una gran estudiante, y todas esas cosas falsas. Naturalmente, ya que esta no era yo, no funcionó, y la noche del viernes, Will llegó por al stand. Mi padre estaba, como siempre últimamente, yendo a intentar convencer a la gente de compras en el resto del centro comercial que en realidad quería comprar vitaminas. Ahora había tantas cajas sin vender que no había ningún lugar para sentarse detrás de la vitrina, y nos sentamos en las sillas cerca del registro todo el tiempo. —Oye —dijo Will—. No te he visto mucho por alrededor. —He estado ocupada —le dije, y luego añadí—, en casa y esas cosas, ya sabes. —Ya que era evidente que no había un enjambre de clientes acudiendo alrededor de la cabina. —Claro —dijo, y dio unos golpecitos con los dedos sobre el mostrador. Hoy, su etiqueta con su nombre, decía NO HAY YO EN EQUIPO*. —Linda etiqueta de identificación —le dije, desesperada por cambiar de tema a algo ―cualquier cosa‖ que no estuviera remotamente relacionada con la cita. —Conseguimos el ―no hay yo en equipo‖ ayer —dijo, sonriéndome—. Fue muy motivador. Hubo incluso un video. Así que hoy Hank es ―no hay yo en ventas‖ y Tim es... —Hey Kate —gritó papá, que apareció al final del pasillo que conducía hacia fuera a la parte principal del centro comercial, como si de alguna manera el universo supiera que quería que estuviera aún más incómoda y avergonzada—. ¿Tenemos todavía más de los Geles de Ajo? Sé que tenemos abajo nuestra última botella.

*

No hay yo en equipo: es un aspecto motivacional que se usa para enfatizar que cuando se trabaja en

conjunto ya no existes como individuo sino como equipo.

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Negué con la cabeza hacia él, y sentí mi cara enrojecer cuando Will echó un vistazo a todas las botellas de los geles de ajo apilados en la parte superior de la vitrina. —Táctica de venta —le dije. Para mi sorpresa, no se rió, sólo dijo: —Hacemos algo como eso cuando tenemos los zapatos que no podemos vender. Las etiquetas que dicen ―¡Sólo unos cuantos pares a la izquierda!‖ y esas cosas. —Oh —dije, sorprendida porque estaba siendo tan fresco sobre mi padre, lo que significaba que mi padre decidió regresar en ese momento y avergonzarme más. —Creo que estaban realmente interesados —dijo papá mientras entraba a la cabina, completamente envuelto, como siempre, en su mundo perfecto—. Tal vez debería tomar algunas botellas conmigo ¿no?, como muestras, y tratar de vender de esa manera. Sé que a la gerencia del centro comercial no le gusta eso, pero, oh —hizo una pausa, finalmente al darse cuenta de Will—. ¡Hola, compañero empleado del centro! Trabajas en Sports Shack, ¿verdad? Will asintió con la cabeza. —Me lo imaginaba —dijo papá, como si darse cuenta del uniforme de Will fuera un logro importante—. Te ves familiar. —He estado aquí antes —dijo Will, y le tendió la mano—. Will Miller. Papá se la estrechó, con el rostro iluminado. —¿Miller? ¿Es tu padre, Dan Miller? Porque si lo es, me encantaría hablar con él acerca de hacer una promoción con su concesionario de Ford, porque… —Mi padre es pescador. —¿En serio? —Dijo papá—. Yo no sabía que había pescadores en Jackson. Quiero decir, está el lago, pero es tan pequeña y oigo que la contaminación… —Él vive en Alaska. —Oh, eso tiene más sentido —dijo papá—. Hay muchos peces allí. De hecho, una vez conocí a un chico que trabajaba en una fábrica de conservas en Alaska y me dijo que… —Papá —le dije, interrumpiéndolo—, Will tiene que regresar a trabajar. 174


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—¿Tengo? —dijo Will, y luego me miró—. Oh, claro. Yo tengo. Sr. Brown, ¿estaría bien si Kate regresara a Sports Shack conmigo? —Por supuesto —dijo papá—. De hecho, he estado tratando de sacarla de aquí últimamente, pero ella sigue insistiendo en que no puede tomar un descanso, que creo que no es saludable, pero… —Papá —le dije otra vez. ¿Es posible morir de vergüenza? Porque si lo fuera, yo estaba por hacerlo. —Está bien, voy a estar tranquilo —me dijo papá, y entonces le dijo a Will—, qué etiqueta de identificación tan agradable, por cierto. Muy creativo. —Gracias —dijo Will. —Muy bien, vamos ahora —le dije, mirando a papá. Días de fingir que me importaba la escuela y sentarse en la cabina estúpida para nada, y ahora tenía una nueva preocupación. ¿Qué pasa si, después de todo lo que acababa de suceder, Will decidió suspender la cita? Miré por encima de él. Miraba al frente, sin mirarme. Genial. Definitivamente me iba a decir que la noche del sábado estaba cancelada. Supuse que sería mejor tratar la situación como un vendaje y simplemente rasgar. Y terminarlo todo. Terminarlo antes de que yo pasara más tiempo pensando en lo mucho que quería ir con él. —Mira, acerca del sábado… —le dije. —Es por eso que me estás evitando, ¿verdad? —¿Qué quieres decir? —yo no había esperado que él se diera cuenta. —Bueno, no te he visto desde que te invité a salir, así que... —He estado en la escuela —dije, y cuando Will me dirigió una mirada extraña, añadí—, bueno, yo he estado ahí. Y luego está el trabajo. Además, todo en casa ha sido una locura. Como, en serio loco. Es decir, conociste a mi padre. Ahora imagina toda una casa llena de gente así. —Tu papá me parece bien. Y apuesto a que nunca te haría ver un video sobre el trabajo en equipo. —No, sólo los infomerciales de vitaminas. 175


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Me sonrió. —Tuve que sentarme en una presentación de treinta minutos sobre la forma de medir los pies. —Tengo un sombrero de zanahoria. —¿En serio? Asentí con la cabeza. Se aclaró la garganta. —Yo... Mira, ¿me estás evitando? Quiero decir, si no quieres salir conmigo… —Quiero salir contigo —le dije y era cierto, pero wow, la verdad sonó como que realmente me gustaba. Y realmente me gusta. Me gusta mucho. Pero yo no quería que me gustara mucho. Tenía miedo. Además, tal vez debería haberle dejado terminar la frase. ¿Y si él iba a decir: ―Si no quieres salir conmigo, eso está bien conmigo porque yo no quiero salir contigo‖? —Oye —dijo Will, tocándome el brazo—. Yo... también —miró hacia la salida del centro comercial, y luego a mí—. ¿Quieres…? Yo sabía lo que estaba pidiendo. Quería ir a besarse conmigo. Mi corazón comenzó a martillar en el pecho. Quería darme un beso. Y ¡salir conmigo! ¿Por qué había estado evitándolo otra vez? —¡Kate! —papá me gritó. Miré hacia atrás y lo vi agitando frenéticamente los brazos hacia mí. Genial. Habló de mí sobre no tomar descansos y ahora... Suspiré y volví a mirar a Will. Tenía la cara roja. No tenía ni idea de por qué, pero era lindo. —Creo que será mejor que vaya —dije y empiezo a alejarme antes de que papá decida gritar más, o peor, venir detrás de mí. Will agarró mi mano. —¿Nos vemos mañana? —dijo, y la sonrisa que me dio cuando dije ―Está bien‖, me envió flotando de vuelta al stand. —¿Qué tiene de malo? —le pregunté a papá cuando llegué. Él había dejado de agitar los brazos alrededor, pero me miraba muy fijamente. —¿Era Will la persona de la escuela con quien te encontraste el día en que vendiste los caramelos masticables de chocolate? —¿Qué? —¿Desde cuándo había desarrollado una memoria papá? 176


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—Tú sabes, el día que vendiste el Perfect You especialmente formulado para niños, los que tienen la canción. ―Elija Perfect You Chocolate masticable…‖ —Papá, no cantes. Y sí, vi a Will ese día. —Empezaste a organizar el espacio de almacenamiento de alrededor entonces, ¿no? —Creo que sí. Me dio una mirada. —¿Ustedes dos tienen un asunto? ¡Los padres! —¿Un asunto? Papá, EW. —¿Lo tienen? —Vamos a salir mañana por la noche. No es gran cosa —quise decir, que lo era, pero evidentemente no podía decírselo a mi papá. —Eres mi hija. Todo lo que haces es una gran cosa. Y nada más de irse y salir con los muchachos cuando se supone que estás trabajando, ¿de acuerdo? —¡Papá! Él me sonrió. —No soy tan tonto como parezco, ¿verdad? Ahora, ¿has visto mi pluma? Yo le devolví la sonrisa a él. —Está detrás de tu oreja, Einstein.

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Capítulo 30 C

Traducido por Dani Corregido por angeliitaw

Cuando papá y yo llegamos a casa, mamá le dijo que parecía que alguien iba a hacer una oferta por la casa. —Ahora realmente tenemos que pensar sobre dónde vamos a vivir —ella dijo, y al comienzo pensé que estaba enfadada, porque su voz era tan aguda que casi dolía escucharla. Pero entonces, cuando papá dijo: —Sharon, cariño, no te preocupes tanto. Cualquiera puede conseguir un apartamento —y ella asintió, con las manos temblando, vi que no estaba molesta. Estaba asustada. No podía entender por qué papá no lo veía, pero cuando él y yo no sentamos a comer sándwiches de ensalada de pollo, y él trató, y falló, de conseguir que ella sonriera, me di cuenta de que él sí lo veía. Sabía que estaba asustada, pero no podía dejar de fingir que todo estaba bien. Y mamá… ella no le decía nada. Sólo se sentó ahí, brazos cruzados, con las yemas de sus dedos temblando, en silencio. Esperando que papá dijera algo que nunca diría, y que yo no creía que él pudiera. Dejé la cocina en ese momento, sin querer ver más. La abuela estaba en la sala de estar, colocando pulseras contra un arco iris de camisetas apiladas en su regazo. —¿Trabajas mañana? —preguntó. No estaba segura si ella me estaba hablando a mí o a Todd, pero Todd surgió de sus mantas y dijo: —Por supuesto que sí. Todo lo que hago es trabajar. Mi vida es café y este sofá. Desde la cocina, escuché a papá reírse, falso y nervioso, y entonces dijo: — ¿Sharon? La abuela se levantó, cuidadosamente doblando las blusas que estaba sosteniendo contra sus brazos, y echó un vistazo hacia la cocina. —Creo que iré a la cama. Kate, querida, ven conmigo. 178


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—En un segundo —dije, mirando hacia Todd, y tan pronto como la abuela se fue, le pregunté—, ¿qué está pasando con ellos? —¿Qué crees? Ellos están… —dijo Todd, y entonces se detuvo, con una triste mirada en su cara—. Este ha sido un año irritante para ti, ¿huh? —¿Tú crees? Él suspiró. —Está bien. No olvides sacar la basura en la mañana y, sí, es tu turno. —Eres tan molesto —dije, pero él ya había empujado las mantas de regreso por sobre su cabeza.

Me desperté tarde, y las dos bolsas de basura que arrastré fuera se rompieron justo antes de que pudiera arrojarlas en nuestro contenedor, dejándome con un montón de basura para limpiar. No es la mejor forma de empezar el día de mi cita, y las cosas sólo empeoraron desde ahí. Mamá no apareció cuando papá y yo nos fuimos al centro comercial, entonces tuve que dejarle una nota para pedirle que me recogiera a las cinco, y esperaba que la abuela no la perdiera. En el trabajo, papá actuó extraño, y dado como él normalmente actuaba, era decir bastante. Él había parecido estar bien cuando nos fuimos al centro comercial, pero entonces mamá llamó al cubículo, y lo que sea que ella dijo hizo que realmente se alterara porque dijo: —Voy a conseguir café —y prácticamente corrió lejos. También le llevó un largo tiempo regresar, y cuando llegó, él simplemente se sentó y miró fijamente hacia nuestra vitrina, como si estuviera buscando algo dentro de ella. —Papá, si necesitas salir por un rato yo puedo controlar todo aquí —dije, y cuando él me miró, su sonrisa fue tan dolorosamente falsa que tuve que mirar al piso. —¿Estás bromeando? ¿Perderme un sábado, el día más ocupado de la semana? —dijo—. Esto es para lo que vivo. —Mamá todavía va a venir a recogerme a las cinco, ¿cierto? Sé que ustedes deben de haber hablado sobre… esta noche, y dejé una nota, pero sólo quiero asegurarme.

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Papá estuvo en silencio por un momento. —No sé si ella vendrá —dijo finalmente. —¿No lo sabes? Él sacudió su cabeza. ¿Qué estaba pasando? —Bueno, ¿puedes llamarla? —Realmente tengo que reorganizar la vitrina, cariño. Pero tú puedes llamarla y preguntar. Genial. No solamente papá estaba evitando a mamá, él claramente no estaba hablando con ella. O, peor, estaba asustado de hablar con ella. ¿No se supone que los padres deben ser, ya sabes, adultos? Llamé a casa. La abuela contestó el teléfono. —Hola, soy yo —le dije—. Kate, quiero decir. ¿Puedes asegurarte de que mamá venga y me recoja hoy a las cinco? Porque tengo que ir a casa. Yo… voy a salir esta noche. —Querida, ¿qué dijiste? —Dijo la abuela—. Tu madre está afuera tocándome la bocina. ¿Por qué en este mundo las bocinas de los coches son tan fuertes? ¿Y como puede esperar que yo me cambie los zapatos tan rápido? Quiero decir, mi traje necesita un cierto tipo de tacón y… Apreté mis dientes. —Recuérdale a mamá que me recoja a las cinco, ¿está bien? —Querida, ya veremos —dijo, y colgó. Colgué de golpe el teléfono, lo que me hizo sentir un poco mejor, especialmente desde que pretendí que era la cabeza de la abuela. —¿Hablaste con tu madre? —dijo papá. Miré hacia él, pero estaba arrodillado, reorganizando botellas dentro de nuestra vitrina, y no pude ver su cara. —No. Mira, papá, ¿pasa algo? —Todo está bien —dijo, levantando la vista, y su sonrisa era tan intensa que sabía que estaba mintiendo. También sabía que no importaba cuánto preguntara, él seguiría sonriendo y diciéndome que todo estaba bien. 180


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Las cosas fueron rápidamente cuesta abajo después de eso, y para cuando las cinco llegaron, decidí caminar a casa si tenía que hacerlo, porque quería desesperadamente salir del centro comercial y alejarme de papá, quien se había puesto más y más tranquilo cuando la gente caminaba por ahí, aparentemente inconsciente de que estaba de pie ansioso por la caja de muestras gratis que él había sacado. Había querido que papá se despertara y viera que su sueño no se estaba haciendo realidad, pero viéndolo tan agotado, tan incapaz de tratar de hablar con las personas o siquiera de sonreír falsamente, era aterrador. —Me voy —le dije—. ¿Quieres que le pida a mamá que te llame? —Estoy seguro de que hablaremos más tarde —dijo, pasando rozando con sus dedos todas las botellas en la vitrina, como si tuviera que recordarse que estaban ahí. —¿Estás bien? —Creo que puedo manejar el trabajo por mí mismo esta noche —dijo, y su sonrisa fue tan triste que tuve que apartar la vista. Él sabía lo que estaba preguntando, pero no iba a responder. No creo que pudiera. Me dirigí fuera del centro comercial, determinada a preguntarle a mamá qué estaba pasando, sólo para encontrar a la abuela esperándome. —Hola, querida —dijo, haciéndome señas para que caminara hacia ella, que estaba parada al lado del coche—. ¿Cómo estuvo el trabajo? —Largo. —¿Dónde vas a ir esta noche? —Fuera. Ella rió. —Querida, fui capaz de entender eso de tu extremadamente confusa charla al teléfono más temprano. —Tengo una cita. Con el chico que llamó antes, el que tenía mi zapato. —Eso suena encantador —dijo, y miré hacia ella. Estaba sonriéndome, y parecía genuinamente feliz. —Supongo. Mamá va a estar molesta, creo. No le he dicho nada sobre Will o esta noche. 181


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—Querida, no te preocupes sobre eso —dijo la abuela cuando entramos al coche—. Hablaré con ella. Visiones de pesadilla de mamá volviéndose loca cuando la abuela le mencionara sobre la noche que había llegado a casa de una manera más o menos despeinada, sin mencionar la llamada telefónica que hizo bastante claro con quién me había estado despeinando, bailaron a través de mi cabeza. —Yo lo haré. —La cosa es, querida —dijo la abuela, apretando sus manos contra el volante—, tu madre no se está sintiendo tan bien, y creo que es mejor si le dejas descansar. Hablaré con ella por ti más tarde, ¿está bien? —¿Mamá está enferma? —Sólo necesita algo de descanso —dijo la abuela—. Además, estoy segura de que ella quiere que tú salgas y pases un buen rato. ¿Qué vas a usar? ¿Qué hay sobre esas encantadoras botas moradas que te compré? —Yo, uh, las estoy guardando —dije—. Creo que podrían ser mejores para más avanzado el año. —O nunca. En casa, mamá estaba en su habitación, pero su puerta estaba cerrada. Podía escucharla moviéndose alrededor, incluso abriendo los cajones del aparador y luego cerrándolos, pero cuando golpeé su puerta y dije: —Hey, mamá, estoy en casa —ella solo dijo, ―Hola, cariño. ¿Podemos hablar más tarde? Estoy un poco ocupada ahora mismo‖. —Oh —dije—. Seguro. Para la hora que yo estaba lista, me había cambiado de ropa cuatro veces. Bueno, cuatro veces agregando dos más. También, eran las siete de la tarde. 7:02, en realidad. Fui a la sala de estar y me senté en el sofá, recordándome a mí misma que nadie aparecía para una cita a la hora. O, al menos, eso es lo que he escuchado. —¿Para qué estás tan arreglada? —Dijo Todd, saliendo de la cocina con un sándwich y sentándose a mi lado—. Espera un minuto… ¿vas a salir? Como, ¿con otra persona?

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—¿Por qué estás aquí? ¿No deberías estar trabajando o yendo tras alguna chica? —¡Vas a salir! Awww, Kate tiene una cita, qué lindo. ¿Cómo se llama? —Todd, querido, deja a tu hermana sola y termina de contarme sobre ese cliente que hirió tus sentimientos —dijo la abuela, también saliendo de la cocina, con un vaso de soda lleno con hielo, igual que siempre, en una mano. —No dije que mis sentimientos estuviera lastimados —dijo ruborizándose cuando me reí—. Dije… oye deja de reírte, Kate.

Todd,

—¿Por qué? ¿Estoy lastimando tus sentimientos? Todd me lanzó una manta, y yo tomando represalias lo pateé y robé el control remoto. Pronto, nosotros lo estábamos tirando hacia delante y hacia atrás, cambiando de canales a máxima velocidad y volumen. —Niños —dijo la abuela, y entonces, cuando la ignoramos, suspiró dramáticamente y dejó la habitación. Todd y yo nos sonreímos mutuamente por un segundo antes de comenzar a pelear sobre el control remoto otra vez. —¿Hay alguien en la puerta? —llamó la abuela un momento después. Eso sonó como si ella estuviera de regreso en la habitación de mamá—. Creo que escuché algo. —Sólo silencio total de la tan-llamada cita de Kate —dijo Todd cuando tiró con fuerza el control remoto lejos de mí—. Admite que arreglaste todo esto y te dejaré tener la mitad del sofá antes de que yo salga. Lo tomé de regreso. —Entonces, ¿le vas a decir a tu cita cómo un cliente hirió tus pequeños sentimientos? —No se preocupen niños —dijo la abuela, volviendo a la sala de estar—. Abriré la puerta. Todd y yo nos miramos mutuamente e hicimos rodar nuestros ojos. Le bajé a la televisión, calculando que eso la haría feliz, y le hice una cara a Todd cuando él tomó el control remoto otra vez. —Perdedora —dijo, y cuando le saqué la lengua y le pegué con mi codo en el costado, Will entró en el cuarto, seguido por la abuela. Perfecto. Simplemente perfecto. 183


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—Oh, hey, tu cita apareció —dijo Todd, sonriendo ampliamente hacia mí—. Supongo que no arreglaste toda la cosa después de todo. Si las miradas mataran, Todd tendría una muerte lenta y espantosa. Pero no lo hacían, entonces me conformé con aplastar su pie con el mío. —Bueno, puedo ver que no deberíamos esperar a que Kate nos presente — dijo la abuela—. Soy Rose. Gracias, abuela. La miré airadamente, pero por supuesto ella no lo vio. —Hola, soy Will —dijo Will—. Creo que hemos hablado antes. Yo llamé… —Oh, sí —dijo la abuela, radiante—. El joven con el zapato. Sabes, tienes unos dientes encantadores. No que esté diciendo que no eres atractivo o algo, tú sabes, aunque yo realmente encuentro los peinados de los jóvenes bastante extraños estos días. —Um, gracias —dijo Will. —Yo y Will probablemente deberíamos irnos —dije, pero la abuela sacudió su cabeza. —Querida, estamos charlando —dijo, y sonrió hacia Will—. Dime, ¿tuviste frenillos? La miré fijamente. ¿Por qué, oh, por qué, el universo me había dado una abuela con el poder de hablar? ¿Por qué? Will sacudió su cabeza, pareciendo un poco confundido. Todd me dio una mirada comprensiva, lo que sólo mostraba cómo de malas estaban las cosas. —Está bien, nos vamos ahora —dije—. Abuela, ¿puedes decirle a mamá que me fui? Y entonces, antes de que ella pudiera decir algo más, agarré el brazo de Will y me dirigí a la puerta. No corrí, porque eso se habría visto desesperado. En cambio sólo caminé realmente, realmente, rápido.

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Capítulo 31 A

Traducido por merygold y ckony Corregido por Ellie

Afuera, dejé caer su brazo, sobre todo porque yo quería seguir reteniéndolo pero sabía que parecería extraña o desesperada, o quizás ambas cosas. Y ahora mismo necesitaba aparentar ser normal. O lo más normal que pudiera después de lo que había ocurrido. —Perdón por todo esto. Mi abuela... bueno, es como que está su mundo y después está el mundo real. —Hey, al menos tu abuela te habla —dijo él, dirigiéndose a un coche aparcado al final de nuestro camino. Lo seguí, y entonces estaba en el coche de un chico. ¡Estaba en el coche de Will! Normal, me recordé a mí misma. Habla con normalidad. Desmayarte porque estás en al auto de alguien, no es normal. —¿Tu abuela no te habla? El sacudió su cabeza. —No. la madre de mi madre murió cuando yo era pequeño, y la madre de mi padre no ha hablado con nosotros en años. —Mi madre y mi abuela no se hablaron durante un tiempo cuando mi madre era joven —le dije—. A veces pienso que ellas deberían haber continuado con eso del silencio. Las cosas de familia son extrañas, ¿no? Todo el mundo sabe acerca de mi papá y el asunto de sus vitaminas, pero nadie sabe cómo es mi abuela de extravagante, y nunca he oído a nadie hablar en la escuela acerca de tu... —Me callé. Él me sonrió antes de salir a la calle. —Así que, tú escuchas cuando la gente habla de mí, ¿eh? —¡No! Quiero decir, yo escucho cosas a veces, pero es difícil no hacerlo, ya que te has enrollado con la mitad de las chicas del instituto. —Yo no me he enrollado con la mitad de chicas del instituto. 185


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—Ok, con un tercio. Él me miró durante un segundo y volvió a mirar la carretera. —¿Fue tu padre despedido por intentar vender Perfect You durante una reunión, o porque vendió a su jefe una botella de vitaminas que le hizo mal? —¿Qué? Eso no fue lo que ocurrió. Él dejó su trabajo y entonces empezó a vender todo el material de Perfect You. —Pero yo oí... —Escuchaste mal. —Exactamente —dijo él—. ¿Ves lo que quiero decir? Ahora yo lo miré a él, pensando en lo que dijo. —Para que lo sepas, la regla de diez segundos entra en efecto —dijo Will—. Un segundo más y oficialmente estarás de acuerdo conmigo. —Ya te gustaría —le dije—. Y, bien, estás diciendo que la gente inventa cosas como el número de chicas con las que te has enrollado, pero te olvidas de que te he visto en los pasillos del instituto. —¿Con cuántas chicas me has visto este año? —Él me miró sonriendo—. Sé que lo sabes. —No lo sé. —Sí lo sabía. Cuatro—. Pero, ¿por qué la gente inventa cosas sobre ti? —¿Por qué la gente inventa cosas sobre tu padre? Me imagino que necesitarán cosas de qué hablar. —Qué profundo. —¿Es esa tu forma de decir que estás de acuerdo? —Esta es mi forma de decir que tú estás lleno de mierda. Él rió. Y entonces no dijo nada. —La regla de los diez segundos —le dije. Él me miró. —Ok —dijo con voz serena—. Me he enrollado con muchas chicas de primer año, con algunas ocurrió justo antes de comenzar las clases y yo… no sé. Yo estaba saliendo mucho con Sam por aquel entonces e íbamos a 186


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fiestas en las que todas las chicas querían arrojarse a él, e incluso Sam podía manejar a varias a la vez, por lo que… —Déjame adivinar. Tú lo ayudabas. —Odio cuando me miras como si yo fuera algo que has encontrado en la suela de tu zapato, Kate. Yo no te estaba mintiendo. —Tú acabas de decir que te enrollaste con toneladas de chicas, después de decirme que no. —Fue el año pasado, y no fueron toneladas, o un tercio del instituto, o la mitad de eso, ni siquiera algo como eso. Pero la gente habla y tú sabes cómo es eso. —Supongo que la próxima me dirás que sólo lo hiciste hasta que te diste cuenta que en el fondo te odiabas a ti mismo, ya que estar con todas esas chicas te hizo sentir menos vacío por dentro —Wow, qué perspicaz —dijo en voz baja pero furiosa—. ¿Sabes lo que no entiendo de ti? Por qué siempre piensas lo peor de mí, y por qué, a pesar de eso, aún parece que te gusto. Al menos a veces. —Él encendió la radio, subiendo el volumen tan alto que no había ningún modo que él pudiera oír de lo que tenía que decirle. Pero yo no tenía nada que decir. Me quedé allí sentada, preguntándome si estaba en lo cierto acerca de mí ¿Yo siempre pienso lo peor de él? Solía hacerlo, pero Will era la única persona que me preguntó sobre lo de Anna. Él tampoco había dicho nada malo de mi padre, o incluso reírse de él y aquel día horrible, cuando todos en la escuela se enteraron de la nueva profesión de papá, él había sido la única persona que no se había preocupado acerca de lo que había sucedido. Él sólo había querido saber si yo me había escapado a llorar y si estaba bien. Y cuando las cosas con Anna comenzaron a cambiar, cuando nosotras comenzamos a ser amigas de nuevo, él había sido una persona, la única persona, en la que pensé en contárselo. Y últimamente, cada vez que pasó algo, fue la primera persona en la que pensé. El primero con el que quería hablar. —Yo no pienso siempre lo peor sobre ti —le dije. En realidad tuve que gritarlo, sólo que lo hice cuando la canción que sonaba era tranquila, así que terminé sonando como… bueno, yo. Su boca se arqueó brevemente en las 187


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esquinas, y luego se inclinó y apagó la radio. Ok, escuché eso. —Y entonces no dijo nada más. —Bien, ¿qué es esto? —dije cuando no pude aguantar más el silencio. Pienso que duré aproximadamente treinta segundos. —¿Qué es qué? —Todo este silencio —Él se encogió de hombros. —Ok, ¿así que yo soy la que se supone que tengo que olvidar todo lo que dijiste sobre el año pasado? Quiero decir, tu admitiste que... —¿Todo lo que dije? ¿Por qué incluso escucharías a un chico que usa a las chicas para olvidar el vacío que siente? —Mira, estaba enojada... —Nunca lo habría imaginado. —Y ahora tú estás enojado. —Sólo digamos que tu pequeño discurso no me alegró el día... —Yo no pienso que tú seas ese tipo de chico, ¿vale? Yo sólo… —Tomé una respiración profunda. Era extraño, pero realmente no estaba acostumbrada a hablar con nadie. Realmente hablar, quiero decir—. ¿Qué sucedió el año pasado? Además de las cosas que ambos ya conocemos, quiero decir. Dijiste que algo sucedió antes de empezar las clases... Él estuvo en silencio por un momento. —Mi padre —dijo finalmente—. Me entere que el hombre que nos había dejado a mi madre y a mí cuando yo tenía seis años y que jamás se había tomado la molestia de enviar dinero o incluso llamar, estaba viviendo en Alaska con una mujer que quizás sea cinco años mayor que yo, y que ellos habían tenido un niño. Él estaba tan orgulloso de su nuevo hijo que había hecho una jodida página Web dedicada a él y entonces tuvo el descaro de localizar el email de mi madre y enviarle un link para hacerle saber que él había organizado su vida, y si, hey, ¿no estaba ella feliz por él y su nueva familia? —Oh.

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—Sí, y yo... Mira, eso me hizo sentir mal. No estoy diciendo que esto sea como una excusa por lo del año pasado porque... Bien, esto suena a algo que él diría o que me imagino que él diría. Pero realmente apestaba que mi padre finalmente apareciera en un puto e-mail acerca de su nueva familia, y que ni siquiera dijera que lo sentía, o incluso preguntara... —Se interrumpió, sacudiendo la cabeza—. No importa Yo podría adivinar lo que él no había dicho. —Ni siquiera preguntó por ti. —Ni una sola pregunta. Ni siquiera un ―dile Hola a Will‖. Es como si se olvidó de que existo, y el año pasado yo fui a la página Web y vi sus fotos y su nueva familia y ni siquiera lo odio, ¿sabes? Yo quiero decir, bueno, lo hice, pero más que eso, quería saber por qué nos dejó en primer lugar. Yo asentí con la cabeza, pensando en cómo me sentí cuando vi por primera vez a Anna saliendo con Diane y lo mucho que deseé odiarla pero no lo conseguí ni siquiera un poco. Sobre todo, quería saber lo que había hecho para hacer que me olvide y por qué fue tan fácil para ella hacerlo. —Se lo que quieres decir. —¿Sí? —Sí. Y ahora sabía que había alguien más que entendía lo que era despertar una mañana y darse cuenta que no le importabas a alguien. Es extraño que, de toda la gente, fuera Will. Disminuimos la marcha y giramos al aparcamiento de la pizzería a la que todo el mundo iba. —¿Quieres entrar? —dijo él. —No lo sé. En cierto modo siento que una conversación casual sobre las preferencias de pizza y salsa no va a funcionar ahora. —Sí —dijo él—. Podríamos conseguir una hamburguesa o algo y luego ir al parque. —Claro, porque yo no estaba escuchando cuando admitiste que gastaste un montón de tiempo el año pasado haciendo cosas como ésta. Su boca se arqueó de nuevo —Nunca he hecho esto. —¿Qué, hablar antes? 189


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—Qué graciosa —dijo él—. Quiero decir que nunca hice todo el asunto de las citas y eso... —Eso tiene sentido. Él se quedó perplejo. —¿Por qué? —Como sabías que las cosas iban a terminarse de todos modos, ¿por qué pretender que funcione cuando no lo hace? —Esta... no era la reacción que yo estaba esperando. —¿Qué, quieres un aplauso? Él rió. —No, Yo pensaba que tú, no sé, gritarías un poco más o algo. —Pero tienes razón —le dije—. Las cosas en verdad se terminan. Quiero decir, este año perdí a mi mejor amiga, a pesar que resultó ser sólo por un rato, y luego mi padre renunció a su trabajo y ahora... —Espera, ¿estás hablando con Anna otra vez? ¿Por qué? —¿Qué quieres decir con por qué? Ella es mi mayor amiga. ¿Tú odiarías a Sam si él parara de hablar contigo? —¿Si Sam no hablara conmigo? Creo que sería un sueño hecho realidad para nosotros dos —Murmuró. —Pero vosotros dos os abrazáis todo el tiempo y... —Lo sé, usaba a Sam como cebo para las chicas. —Eso no era lo que yo iba a decir. —¿De verdad? —Sí, Señorito Yo Creo Que Puedo Leer la Mente Pero No Puedo, lo que iba a decir era… ¿no son vuestras madres amigas también? —Ellas lo fueron, antes, cuando mi madre estaba en el catering los fines de semana para ganar dinero extra y hacer todas las cenas de las fiestas de la madre de Sam. Ahora ellas son socias comerciales, lo que quiere decir que la madre de Sam gasta todo su tiempo elaborando los menús para que la gente mire y mi madre gasta todo su tiempo preocupada sobre cómo va ha hacer ella misma una cosa con masa de hojaldre para 60. Yo incluso tuve que faltar 190


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a la escuela para echar una mano con algún brunch* porque la mamá de Sam no puede ser molestada para hacer cualquier trabajo real. Tenía el presentimiento que ese día fue cuando escuché a una de las Jennifers especulando que él se había saltado las clases porque tuvo problemas con una chica. —Así que, ¿tú estás cabreado con Sam por culpa de su madre? —No, yo estoy cabreado con Sam porqué él es un imbécil. Yo sólo… supongo que me di cuenta que me estaba convirtiendo como mi padre en todo lo relacionado con las chicas… bueno, y yo no quería, ¿sabes? Pero él no lo entendió. Aún no. Además, él y su padre siguen diciendo que su madre va a dejar de trabajar con la mía, y si eso ocurre, mi madre seguirá tratando de mantener su negocio. Y ella no tiene la cantidad de dinero que tienen los padres de Sam. —Eso apesta. —Sí. Ahora Sam me usa como tapadera cuando quiere zafarse de Anna y… — Él se interrumpió. —Está bien, Anna sabe que la engaña. —Supongo que sería difícil no saberlo —dijo él—. ¿Y no le importa? —Ella tiene miedo de que si ella dice algo, él la dejará. ¡Eh! ¿Cómo es que me preguntaste por qué estaba hablando con Anna otra vez? —Debido a lo que ella hizo cuando comenzó la escuela, y porque tú no sueles aguantar las estupideces de nadie. —Anna no… No es así. Él me miró. Yo aparté la vista, mirando afuera por el parabrisas y sintiendo lo que acababa de decir sonando extremadamente hueco dentro de mí, como si no fuera cierto. Negué con la cabeza y volví a mirarlo de nuevo… —Hablando de estupideces, te aguanto a ti, ¿no? —Eso es porque tú quisiste salir conmigo. —Yo no… —Mentirosa —dijo él, y entonces me besó y me olvidé de todo por un momento. 191


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Nosotros acabamos por salir del parking de la pizzería para coger unos tacos y comerlos en el parque. Aprendí que a Will no le gustaba el guacamole (―Es verde y pegajoso… ¿cómo es posible que sea una comida?‖). También supe que su madre, antes de empezar con el catering, fue secretaria del padre se Sam (―Probablemente sea otra razón por lo que el padre de Sam sea como un culo en todo. Mi madre no está cerca para hacer todo su trabajo nunca más‖) Y también supe por qué él estaba trabajando en Sports Shack. —Sabes lo que realmente apesta —dijo él después de tirar todo el guacamole de su tercer taco de pollo—, es que se supone que yo tenía que conseguir un aumento de sueldo después de terminar mi período de formación en Shack, sólo para descubrir que la política de la empresa ha cambiado y ahora tengo que esperar otros tres meses. Es un asco porque no es como que el alquiler no se va a poner más barato. —¿Alquiler? ¿En qué? —Nuestra casa. Sabes, el lugar donde la gente vive. Tú debería haber escuchado sobre ello. Le di un golpe en su brazo. —¿Estás trabajando para ayudar a pagar el alquiler de vuestra casa? —Gracias por sonar tan sorprendida. ¿Tú trabajas para ayudar a tu padre, verdad? ¿Es tan difícil de creer que yo esté trabajando para ayudar a mi madre? —No. Yo sólo… no lo sé. Yo siempre pensé que tú eras… —Sí, ya sé lo que tú piensas de mí. —¿Tengo permitido terminar la frase? El sonrió, apoyándose en mí. —No sé. ¿Lo tienes...? —Yo siempre pensé que eras un idiota, pero no lo eres. No todo el tiempo, de todos modos —le dije, dándole codazos—. Tú... tú me sorprendiste. —¿Yo te sorprendí? —El atrapó mi brazo con el suyo, deslizando su mano, así la enredó con la mía. —Sí. Tú no eres tan malo, ¿sabías? —Te gusto —dijo él, sonriendo otra vez. 192


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—Yo no dije eso. —Bueno, fue algo cercano —dijo él, y me besó otra vez. Para cuando dejamos el parque, ya eran después de las 11. Nosotros teníamos que estar de vuelta en casa a las 11:20, y nos estábamos besando cerca de… bueno, sobre dos segundos después de las 11:20. —Me tengo que ir —dijo después de unos minutos, y luego me besó de nuevo. —Okay —dijo, unos cuantos minutos después de eso—, realmente me tengo que ir. Se supone que debo estar en casa a las 11:30. Además, tengo que levantarme temprano para ir a trabajar mañana. ¿Trabajas mañana? Asentí con la cabeza, aturdida por los besos. —¿Puedo ir a verte en mi descanso? —No sé, ¿puedes? —dije, burlándome, y bien, tratando de sonar como si no era la gran cosa lo que estaba pidiendo, pero por dentro estaba animada. Se inclinó y rozó sus labios contra mi mejilla, moviéndose lentamente hacia mi boca. —Eres tan linda cuando intentas se mala. Yo solía andar diciendo cosas sólo para que me mires como lo haces ahora. Me aparté de él frunciendo el ceño fruncido. —―Lindo‖ es una de esas palabras que la gente usa cuando saben que eres lo suficientemente inteligente como para darte cuenta que ―tienes tanta personalidad‖, significa ―eres feo‖. —Tu capacidad para recibir cumplidos es definitivamente una de las cosas que más me gusta de ti —dijo sonriendo. Me obligué a ignorar su sonrisa, pero era difícil. —¿Y qué quieres decir con que solías decir cosas para que te mirase? ¿Fuiste mi dolor de culo apropósito? —Oh, por favor. Para ti y para mí, era coqueteo. Además, era la única manera de hacerte hablarme. —Me estás haciendo sonar como una idiota.

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Él se inclinó y puso una mano a cada lado de mi cara y luego movió su boca tan cerca de la mía que casi se besaban. —No creo que seas idiota —dijo y luego me besó de nuevo. —Entonces, ¿qué crees que soy? —le dije cuando nos separamos. Se echo a reír. —Yo sólo pienso que tú eres tú. —Eso no responde la pregunta realmente. —Creo que eres terca, inteligente, un poco mandona y hermosa —dijo. —No soy terca ni mandona. —¡Él piensa que soy hermosa! ¡YO! —Tienes razón. Eres obstinada y ocasionalmente dominante. —No eres gracioso —dije, intentado no reír. Lo hice de todos modos. —Tienes una risa agradable también —dijo, y luego me besó de nuevo. Esta vez no nos separamos hasta que su teléfono sonó. —Perdona —dijo, moviéndose y abriéndolo de un tirón. Sonrió al ver la pantalla y luego me lo tendió. Voy a seguir haciendo esto hasta que llames y digas que vas camino a casa. Mamá. —Me encanta cómo lo ha firmado, como si no supiera de quién es —dijo. —No puedo creer que ella escribió cada letra. —Ella es algo psicótica sobre estas cosas —dijo—. Antes de que mi padre se fuera, ella estaba trabajando para obtener su título en literatura. Tengo que ocultar todos mis trabajos de literatura de ella. Oye, ¿esa es tu abuela? Miré por la ventana y lancé un gemido. Mi abuela nos miraba desde la ventana de la cocina, tenía una bata de seda color naranja que brillaba más que la luz de la cocina. —Debo ir antes que ella venga y comience a hablarte de los dientes. —Así que, ¿la próxima vez debo presentarme con mis radiografías dentales? —¿Quién dijo que habrá segunda vez? —¿Quién dijo que no? 194


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Me quedé en silencio un momento. Me gustaba la idea de salir otra vez. Me gustaba la idea de tener otra noche como ésta. —La regla de los diez segundos sigue vigente, ya sabes, así ahora tenemos otra cita —dijo. —¿En serio? —Si quieres —dijo, mirándome con tanta intensidad que no tenía más remedio que darle otro beso. Y se lo dí.

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Capítulo 32 Traducido por Dani Corregido por Ellie

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Esperaba que la abuela se me echara encima tan pronto como yo entrara, especialmente desde que la había visto en la cocina, pero la casa estaba tranquila y oscura cuando entré, y la puerta de la abuela estaba cerrada, no había luz brillando por debajo de ella. Sin embargo, había luz en la habitación de mamá y papá, pero ellos no dijeron nada cuando golpeé la puerta y, si estaban despiertos, no estaban hablando entre ellos. Así que, libre de discutir dónde había estado y con quién, me fui a la cama. Estaba más que feliz, porque quería pensar sobre Will y todo lo que había sucedido esta noche por siempre. Especialmente esos últimos minutos en el coche. Habían sido maravillosos. Toda la tarde lo había sido... Tenía la sensación de que esta clase de noche podía cambiar tu vida. Me dormí feliz, con la promesa de ver a Will otra vez mañana quemando dentro de mí. Me desperté justo antes de que mi alarma se suponía sonara, y se escuchó un golpe sordo en el pasillo. —¿Papá? —dijo Todd, y había algo en su voz, una mezcla de confusión y pánico, eso me hizo tensarme. Todd no entraba en pánico. Nunca. —Disculpa —dijo papá, y su voz era plana, vacía de su entusiasmo normal—. No quería chocar contigo de esa forma. Estoy un poco distraído. —Papá... —Hablaremos más tarde, ¿está bien? Iré a verte al trabajo. Sus voces desaparecieron cuando los dos se dirigieron hacia la sala de estar. Me levanté, me puse algo de ropa, y cautelosamente abrí mi puerta. Mirando 196


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detenidamente hacia el pasillo, vi que la habitación de la abuela estaba vacía, y me pregunté dónde estaba. Ahí fue cuando los gritos comenzaron. —¡Esto no es un castigo! —gritó mamá, y me pregunté lo que había hecho la abuela para hacerla enojar tanto. Sin preguntar, supe por qué papá sonaba tan extraño. A él no le agradaba la abuela, pero realmente odiaba cuando mamá se enojaba lo suficiente como para gritar. —Chicos, ¿qué está pasando? —dijo Todd, y él sonaba más asustado que antes. —Pregúntale a tu madre —dijo papá, y a pesar de que él no estaba gritando, estaba hablando más fuerte que como lo hacía normalmente—. ¡Ella es la que ha decidido que ya no soy apto para vivir con ustedes! Esas últimas palabras salieron como un grito. Me congelé por un momento, atontada por lo que había dicho —y por cómo lo había dicho—Y entonces corrí hacia la sala de estar. —Eso no fue lo que dije —dijo mamá cuando aparecí. Ella y papá estaban de pie en lados opuestos de la habitación, papá por el pasillo que conducía a la puerta principal y mamá por el sofá, una mano sobre la perilla de la puerta de vidrio que daba a nuestro patio trasero. La abuela estaba sentada en el sillón, y Todd estaba en medio de la habitación, mirando hacia delante y hacia atrás. —Te pedí que tomaras una decisión —continuó mamá, su voz estaba temblando ahora—. La tomaste, y esa decisión no me acomoda, entonces pienso que es lo mejor si nos... si vivimos separados por un tiempo. —¿Desde cuándo? —dijo papá—. Nunca dudaste de mí antes. Pero ahora —él miró fijamente a la abuela—, ¿repentinamente decidiste que las cosas no están funcionando? Sé que tu madre te dio dinero, Sharon, pero no le debes... —¿Repentinamente? —Dijo mamá—. No ha sido repentino. Te pedí que no cobraras todo el dinero de tu jubilación. Te pedí que no compraras tantos productos Perfect You, o que al menos esperaras hasta que vendieras algunos de los que tenías. Te pedí que no hicieras que los niños trabajaran para ti. Te pedí que no hicieras esa fiesta. Te pedí que no compraras ese anuncio. ¿Y sabes que, Steve? Hiciste lo que querías de todas formas. Lo que dije, lo que pensaba, no era importante para ti. 197


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—¿Cómo puedes decir eso? ¡Tú, Kate y Todd son mi vida! —¿Lo somos? ¿Entonces por qué no escuchaste cuando te dije que no teníamos dinero? ¿Por qué ignoraste el presupuesto al que te pedí que te atuvieras? ¿Por qué elegiste vender nuestra casa, nuestra casa, Steve, por esas malditas vitaminas? —No puedo creer que estés diciendo eso —dijo Papá—. No es... nada de esto eso justo. Si sólo hubieras... ¿por qué no puedes...? —No trates de inculpar a mi hija por esto —soltó la abuela—. Tú decidiste desperdiciar tu dinero de jubilación, tú decidiste ignorar todo lo que Sharon dijo. Ella me mostró las cuentas de las tarjetas de crédito, sabes, y cómo podías comprar café caro y video juegos inútiles durante este tiempo... Admito que nunca pensé que eras el correcto para mi hija, Steve, pero ciertamente nunca pensé que fueras lo suficientemente cruel para arruinar su vida de este modo. —¡Maldita sea! ¡No he arruinado nada! —dijo Papá, y todos nos congelamos. Verlo molesto era un millón de veces peor que todas sus sonrisas falsas, porque era demasiado claro que se estaba desmoronando—. Mira —dijo, mirando a mamá, su voz era más suave ahora, suplicante—. Tengo todo calculado. Alquilaremos la casa como te dije, todo lo que necesita es un poco de trabajo, y ahorraremos tanto como podamos. Después de unos meses de eso, además de la paga del lugar del café de Todd y del dinero que tu madre te dio, seremos capaces de mudarnos a algún lugar agradable. Y luego, una vez que el negocio repunte, tendremos lo suficiente para subsistir a base de eso y podemos usar la paga de Todd para ayudar a pagar nuestra deuda. —No —dijo Mamá, al mismo tiempo que Todd dijo—: ¿Qué? —He sacrificado demasiado por ti, Steve —dijo mamá—. Tengo un segundo trabajo. Estiré el dinero tanto como pude mientras tú seguías gastándolo, y no voy a vivir en una casa en ruinas y dejar que nuestro hijo pague nuestras deudas. No está bien. Merecemos algo mejor. —Sólo creo que si todos nos echamos una mano los unos a los otros un poco más... —Espera —dijo Todd, y enfrentó a papá—. ¿Escuché bien? ¿Quieres que te dé mi paga?

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—No para siempre. Sólo hasta que arreglemos las cosas. Es por la familia, Todd. Tu madre y yo hicimos todo lo que pudimos para enviarte a la universidad y ahora... —Oye, ustedes tenían dinero para enviarme a la universidad —dijo Todd. —No lo teníamos... —Tenían. Mamá me dijo sobre eso. Papá le dio a mamá una mirada dolida, y la abuela se sentó más derecha, sus ojos pasaban rápidamente desde Todd a mamá. —Mira, me siento mal de que tengan problemas —dijo Todd—, pero, Papá, tomé el trabajo en el lugar del café para ahorrar lo suficiente para mudarme. No para... no para mantenerlos. —Tragó—. Quiero decir... quiero ayudar, ¿está bien? Pero no quiero mantenerlos. —Pero eso no es lo que estoy diciendo —dijo papá. —Pero es lo que estás pidiendo —dijo Todd, y miró a mamá, alejándose de papá. —Me voy a trabajar ahora —le dijo a ella—. Llámame si necesitas algo. —Todd —dijo papá, pero Todd sólo negó con la cabeza y se fue. Estaba tan tranquilo después de que él se fue. Horrible, mortalmente tranquilo. Miré hacia la abuela y me asusté al ver lágrimas en sus ojos. —¿Eso es todo? —dijo papá, rompiendo el silencio. Él estaba mirando fijamente a mamá, luciendo roto—. ¿De verdad quieres que me vaya? —No, pero... necesito que madures —dijo mamá—. Y espero que ese tiempo solo te ayude... —¿Madurar? —dijo papá—. Esa no eres tú, Sharon. Sé que no. Suenas como tu madre. Mamá se estremeció. —No estoy diciendo que tengas que dejar tu negocio de Perfect You, Steve. Puedes seguir haciéndolo medio tiempo. Simplemente... necesito que consigas un trabajo. Uno de verdad.

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—Pero tengo un trabajo de verdad —dijo Papá—. Y es éste... Estoy viviendo mi sueño, Sharon. Toda mi vida he querido hacer algo que me haga feliz, y lo tengo ahora. Por favor, no me pidas que lo deje. —¿No te hago feliz? ¿Nuestra vida no es suficiente para ti? —Por supuesto que me haces feliz. Siempre ha sido tú y yo, ¿no ha sido así? Y sé que los dos, juntos, podemos hacer cualquier cosa. Las cosas cambiaran, Sharon. Sólo confía en eso. Confía en mí. —No puedo —susurró mamá, y papá se echó para atrás, como si ella lo hubiera golpeado. —¿Por qué haces esto? —Dijo, girándose hacia la abuela—. ¿Por qué tenías que arruinar las cosas? —No lo hice —dijo la abuela—. Tú lo hiciste. ¿No escuchaste una palabra de lo que dijo Sharon? ¿O eres completamente incapaz de escuchar nada más que a ti mismo? —Madre, por favor —dijo mamá, su voz agrietada. —¿Yo? ¿Me estás acusando de no escuchar a Sharon? —Dijo papá—. La enviaste lejos cuando era una niña, como si fuera un regalo que pudieras devolver, y ahora estás sentada aquí, tratando de decirme que yo... —Para —dije, y luego lo dije otra vez, más fuerte, gritando, y mamá, papá y la abuela me miraron fijamente, como si ellos nunca me hubieran visto antes. No creo que se hubieran dado cuenta de que yo estaba ahí. —Mira —dijo papá a la abuela—. Mira lo que le has hecho a Kate. Cariño, ve al coche y nos iremos al centro comercial en un minuto. —¿Yo? —Dijo la abuela—. Kate, querida, ven aquí, siéntate en el sofá y descansa un poco. No tienes que ir a ningún lado. —Paren ustedes dos —dijo mamá, mirando a papá y a la abuela—. Kate, por favor ve a tu habitación e iré a hablar contigo en un rato, ¿está bien? —No —dije—. Estoy harta de escuchar a todos ustedes. —Y entonces caminé por delante de ellos, agarrando un par de zapatos cuando salí. Escuché sus voces, alzándose otra vez, cuando cerré de un golpe la puerta principal detrás de mí, y dejé de escuchar. No quería oír nada de lo que tenían que decir. 200


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Capítulo 33 Traducido por Virtxu Corregido por Mafe

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De algún modo, quería que alguien viniera detrás de mí y me dijera que todo estaría bien, o por lo menos tan bien como puede estarlo cuando tus padres se están separando, pero nadie lo hizo. Me detuve al final de nuestra calle por un segundo, esperando, pero no había nadie más alrededor, y la puerta de entrada a nuestra casa estaba cerrada. Seguí caminando, tratando de pensar en algo que pudiera hacer. Alguna manera de que pudiera arreglar las cosas. Pero no había nada. Me habría gustado hablar con alguien, me habría gustado poder contarle a Will lo que había sucedido. Podría llamarlo. Ir a casa, encerrarme en mi habitación, y llamarle. Salvo que tendría que lidiar con mis padres y mi abuela, además de que Will estaría probablemente de camino a su trabajo ahora. Además, estaba bastante segura de que todo lo que le quería decir no era el tipo de cosas que le cuentas a alguien después de haber tenido sólo una cita. Todavía tenía ganas de llamarlo, sin embargo. Pero ¿cómo iba incluso a iniciar la conversación? ―Oye, lo pasamos muy bien anoche, y por cierto, me levanté esta mañana y mi madre le pidió a mi padre que se fuera. ¿Cómo estás?‖ No, no podía llamarlo. Por lo menos no con eso como mi línea de apertura. Pero... Podría preguntarle a Anna qué hacer. Podría decirle todas las cosas terribles que acababan de suceder. Después de todo, nos volvíamos a hablar de nuevo. Cuando llegué a su casa, ella estaba afuera, poniendo un par de sillas de jardín en su patio delantero. —Hola —dije—. ¿Qué estás haciendo? 201


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Levantó la vista y parpadeó, claramente sorprendida de verme, y luego se apartó de las sillas y se acercó a mí. —¿Qué está mal? —Papá se está yendo —le dije, y mi voz sonó débil y tambaleante. —Oh, Kate —dijo Anna, y envolvió un brazo alrededor de mis hombros de la manera en que lo solía hacer cada vez que yo estaba disgustada por algo, y me llevó dentro. —¿Cómo sabías caminábamos y silenciosamente.

que había pasado algo? —Le pregunté mientras ella cerraba la puerta, con cuidado de cerrarla

—Bueno, tu cabello está, umm, un poco más desordenado que de costumbre —dijo ella, sonriendo—. Además, tú lucías igual que cuando te enteraste de que Todd se iba a mudar a tu casa de nuevo, ¿te acuerdas? —Salvo que entonces yo estaba enfadada y ahora... —dije, mi voz se quebró mientras caminaba alrededor de su sala de estar, tocando la parte superior de las sillas en las que me sentaba con frecuencia, al lado del sofá que se encontraba frente a la televisión. —Aquí —dijo Anna, impulsándome con una cadera y dándome un teléfono inalámbrico que ella y su mamá mantenían siempre en su mesa de café—. Llama a tu mamá. —No quiero. —Has dicho que la última vez fue demasiado, ¿pero recuerdas cómo se presentó ella aquí, totalmente furiosa porque no la habías llamado? Asentí y cogí el teléfono. La abuela respondió antes de que el primer timbre hubiera terminado. — ¿Hola? —Hola, abuela, Soy Kate. —Cariño, ¿dónde estás? —Estoy donde Anna. ¿Qué es... está todo bien con mamá y papá? —Me alegro de que llamaras para hacernos saber dónde te encuentras —dijo, y su voz era más suave ahora, calmada—. Tu padre ya ha salido a trabajar, 202


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pero él te va a recoger mañana después de clases, así podréis hablar de lo que va a pasar. Todo está bien, ¿no? —¿Papá nos deja? —Tengo que irme ahora, querida. Tu madre está muy disgustada. Por favor, ven a casa antes de que anochezca, y llama si necesitas transporte. —¿Disgustada? ¿Qué quiere decir disgustada? ¿Está ella... espera un minuto, ese es el llanto de mamá? —Me quedé helada, segura de que era ese el sonido que oía al fondo. —Yo... bueno, sí, cariño, ella está llorando. —Su voz fue más tenue en ese momento, como si se hubiera alejado del teléfono—. Sharon, cariño mío, ella podía oírte, y no voy a mentirle. ¿Qué? Mi vida, no tienes que hacer esto ahora... —Su voz volvió a la línea firme y clara—. Kate, tengo que irme. No te olvides de llamar si necesitas transporte. —Adiós —dije, pero la abuela ya había colgado. Me quedé ahí parada un segundo, luego colgué el teléfono y lo miré. Anna lo cogió de mi mano y me pasó una pinta de helado, abierto con una cuchara ya plantada en el interior. Lo tomé y me senté en el sofá de forma automática, el lugar donde habíamos hablado siempre de nuestros problemas más grandes, los que no queríamos que su madre oyera. —Cuéntamelo todo —dijo Anna, y así lo hice. Sus ojos se ampliaron cuando le dije sobre papá gritando. —No puedo imaginarlo —dijo. —Lo sé. Lo escuché, y no estoy segura de creer que ocurrió. Pero lo hizo. —¿Crees que tal vez tu madre se encuentra muy enojada y que más tarde ella... aguante? —dijo, y se puso de pie, silenciosamente pronunciando ―mamá‖ hacia mí. —¿Necesitas algo? —Llamó ella de vuelta hacia el dormitorio de su madre, y hubo un leve ruido, un gemido que le era familiar y triste. Anna salió de la habitación, y después de un momento oí el peculiar ruido de apertura de la puerta del dormitorio de su mamá. No había funcionado bien desde que el padre de Anna comenzó abrirlo durante alguna de las grandes peleas que él y su mamá habían tenido antes de que él se fuera, pero su madre nunca lo arregló. 203


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Anna regresó unos minutos después, sonriendo brillantemente, pero mordiéndose el labio. —¿Qué está mal? —Dije. —Nada. —Te estás mordiendo el labio. Ella suspiró y se dejó caer en el sofá junto a m. —Me conoces demasiado bien. ¿Puedes alejar el helado de mi camino? —Acabo de recibir a un gran manojo de chispas de chocolate —le dije, y le sonreí, ofreciéndole una cucharada. —No puedo —dijo ella, mirándome—. Sentarme alrededor a comer helado era mi problema antes, ¿recuerdas? —Lo siento —dije, el dolor y odio en la forma en que me miraba, hablaba de cómo de horrible lo pasó ella en el pasado—. Voy a dejarlo a un lado. Cuando volví de la cocina, me indicó que me sentara a su lado en el sofá y luego apoyó la cabeza en mi hombro. —No me hagas caso, ¿vale? Llegué tarde a casa la noche anterior y mamá había estado esperándome porque quería hablar de un tipo que había conocido, y entonces ella se enfadó por estar soltera y sin trabajo y ahora ella es... es un desastre. ¿Qué pasa si termino como ella, Kate? —Eso no va a pasar —le dije. —¿Por qué no? —Debido a que nunca construirías toda tu vida alrededor de otra persona — dije—. Eres muy fuerte, sabes lo que quieres, y como salir y conseguirlo. —Perdí todo ese peso —dijo lentamente—. Y tengo a Sam. Y voy a ir a Nueva York con Diane. Siempre quise mudarme a Nueva York. —¿Ves? —Dije, ignorando el pinchazo de dolor por la forma en que yo todavía no era la persona con la que quería mudarse a Nueva York—. Entonces, ¿qué piensas sobre todo lo de mis padres? —No es realmente una sorpresa, supongo. Sabía que algo iba a pasar cuando me enteré de toda esa cosa de la vitamina. Sólo que me imaginé que sería algo así como que ibais a perder la casa, ¿sabes? 204


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Ella se echó a reír. Yo no lo hice. —Oh, sólo estoy bromeando —dijo, empujándome, y sabía que debía decirle que tenía razón, que había perdido la casa también, pero no pude. Se sentía... se sentía como si ella no viera la pérdida que eso era. —Todo estará bien, Kate —dijo—. En serio. —No se siente que vaya a estar. Se siente como que todo se está cayendo a pedazos. —Dejé escapar un aliento que no había sabido que había estado sosteniendo. Le conté cómo de perdida me sentía. Podría contarle el resto ahora y ella lo entendería. Sabía que lo haría. —Bueno, la vida de nadie es perfecta —dijo—. Las cosas malas suceden, ya sabes. —De acuerdo —dije despacio—. Pero este año ha sido realmente malo. Me refiero, en primer lugar no me hablas durante meses, y luego mi padre renuncia a su trabajo. Además, mamá trae a la abuela con nosotros... —Espera un minuto. ¿Qué yo no te hablé durante meses? ¡Tú nunca intentaste hablarme! —Lo hice, y me ignoraste por completo. ¡Actuaste como si no existiera! —No había querido gritar, pero ¿cómo podía decir que no lo hice? ¿Cómo podía actuar como si yo no hubiera tratado de ser su amiga? —Lo hice una vez, quizá dos veces, y quizá esto tendría que ver con que había cambiado mucho y que mi mamá estaba molesta porque yo había estado fuera durante mucho tiempo y yo... yo sólo estaba tratando de hacerle frente, ¿sabes? —Pero te veías feliz y tú... dijiste que hablaríamos pronto y entonces era como si nunca me hubieras conocido en lo absoluto, además hiciste cosas como reírte de mí cuando Diane habló de mi padre. —Está bien, no soy perfecta —murmuró—. Lo entiendo. Tú y Sam podéis formar el club ―Anna Apesta‖. —No pienso que apestes, sólo... ¿Estás llorando? —No —replicó ella, frotándose los ojos, y después suspiró—. Estoy siendo una perra total, ¿no? Sólo estoy cansada y anoche Sam coqueteó con algunas 205


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estúpidas estudiantes de primer año justo frente a mí y... —Ella emitió un sonido ahogado y se secó los ojos de nuevo—. ¿Por qué no me quiere lo suficiente como para estar sólo conmigo? Sé que esto es porque solía ser gorda. Si tan sólo pudiera hacerle olvidar y a todos los demás lo que solía ser, entonces las cosas serían perfectas. —Creo... Creo que ese tipo, Sam, es un gilipollas —dije—. Quiero decir, sé que lo amas, pero te trata tan mal... —No lo entiendes —dijo Anna—. Sé que estás tratando de ser agradable, pero simplemente... no lo entiendes. —¿Eres feliz con él? —Mi garganta se sintió apretada por las lágrimas y algo más, algo que se sentía como rabia. —Él es Sam. —Sí, pero ¿eres feliz? —Podría serlo —dijo ella—. Es sólo... que puedo sentir a la chica gorda que solía ser siguiéndome, ¿sabes? Me gustaría poder deshacerme de ella. —Pero lo haces. —No —dijo, mirándome directamente—. No lo hago. Sigo siendo yo, Kate. Lo sabes. En el fondo, sigo siendo yo. —Pero eres genial. Ella negó con la cabeza. —No quiero hablar de esto. ¿Qué hiciste anoche? —Yo... fui a una cita. —Demasiado para mí que no sé nada de chicos, pensé, y miré su rostro, sin saber cuál sería su reacción —¡Kate! —Me agarró las manos, sonriendo—. ¿Por qué estábamos hablando de mí? ¡Cuéntamelo todo! ¿Qué te pusiste? Esta era la Anna que conocía. Le devolví la sonrisa. —Unos jeans azules y mi camisa. —Oh, eso está bien. ¿El pelo? —Como éste. Bueno, quiero decir que lo cepillé y esas cosas. —¿A dónde fuisteis? 206


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—Al parque. Sus ojos se ampliaron. —No para eso —dije, y reí mientras ella se aguantaba la risa—. ¡De verdad! Sólo hablamos, te lo prometo. Will y yo hablamos por horas, en realidad. Bueno, y comimos tacos. Y nos besamos un poco. —¿Will? Asentí con la cabeza. —Sé que solía decir que era un imbécil, y sé que el año pasado él... —¿Conectó con casi todo el mundo? —Sí, pero él... —No es sólo el año pasado, Kate. Este año he escuchado tantas cosas... Negué con la cabeza. —¿Con cuántas chicas le has visto actualmente? —Algunas —dijo Anna, sonriendo como lo hacía cuando estaba enfadada—. ¿Por qué estás tratando de defenderle? Conseguiste gustarle, pero tipos como él no cambian, y todo el mundo sabe que él se pierde con cualquiera que tenga pulso. —¿Al igual que todo el mundo sabe cómo de perfectos y felices sois tú y Sam? —Bueno, algo así —dijo Anna, su sonrisa se apagó y su expresión estaba completamente cerrada, como se ponía cuando estaba muy molesta. —No te enfades. Es que Will es realmente agradable, y creo que tal vez... —No —dijo ella, sacudiendo la cabeza. No parecía que estuviera enfadada, sólo triste, como si supiera algo que yo no—. Sé que piensas que estuviste con él, pero una cita real es más que ir al parque y... —Sé lo que es una cita, lo creas o no. Salimos, Anna, y hablamos. Realmente hablamos, y me gusta. Incluso iba a llamarle y decirle lo de mamá y papá esta mañana, pero... —Está bien, tienes que parar. No voy a discutir sobre la cosa de la cita contigo nunca más, pero prométeme que no harás eso. 207


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—¿Por qué? —Porque no vas por ahí hablando con chicos como Will o Sam, cosas como esa, nunca. Ellos no saben qué hacer y les hace actuar raro y luego ellos te plantan por estar de mal humor o lo que sea que quieran decir. ¿Crees que Sam lo sabe todo sobre mi madre? Los chicos no pueden manejar cosas difíciles. —¿Así que ahora Sam y Will se encuentran en la misma categoría? Eso es una sorpresa, quiero decir, que con Will podría ser terrible y todo. Y sólo porque Sam no te eche una mano... —Me callé cuando los ojos de Anna se redujeron. Nos miramos la una a la otra por un momento, y luego su teléfono sonó. Ella lo miró, y luego a mí, y sabía que no debería contestar. No cuando estábamos hablando de cosas como estas, reales. No cuando nos estábamos diciendo cosas que teníamos que habernos dicho hace años. Pero lo hizo.

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Capítulo 34 Traducido por polysantanna Corregido por Ellie

E Ella

contestó su móvil y despareció, volviendo a su dormitorio, dejando

fácilmente nuestra conversación atrás. Dejándome a mí fácilmente atrás. Me senté allí, en shock y herida. Y enfadada. —No, yo no estoy haciendo nada —la escuché decir—. ¡Por supuesto que quiero que vengas! ¿Ya no lo hemos hablado? Síp, tan pronto como puedas. ¿Qué? No, tú lucías grandiosa la noche pasada. Esos jeans son increíbles. Desearía tener un par. Ella debe de estar hablando con Diane, y aún cuando he escuchado a Anna burlándose de lo obsesiva que era Diane, sonaba como si Diane fuera su mejor amiga. Y también sonaba como… Bueno, ella sonaba como el tipo de persona de la que se hubiera podido burlar el año pasado. —Lo siento —ella dijo, volviendo al salón—. Tengo algunas cosas que necesito hacer así que… —Así que quieres que me vaya de aquí antes que venga Diane y me vea. —¿Has estado escuchando mi conversación? —Anna parecía furiosa. —No, quiero decir, he escuchado algo, pero yo no tenía la intención hacerlo. —Eso es un poco feo. No, realmente, es horroroso. —¿Piensas que quiero escucharte hablando con Diane? —Dije—. Oh, Diane, ¡eso suena grandioso! ¡Oh, luces increíble! ¡Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dices porque yo no pienso por mi misma! 209


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—Wow —Dijo Anna, cruzando sus brazos sobre el pecho—. Gracias por venir y burlarte de mí. Deseo que todos mis amigos sean tan buenos como tú. —Pero tú… tú no estás actuando como la Anna que yo conozco. Has hablado con Diane exactamente como decías que las personas solían hablarle a ella… y como tú nunca lo harías. ¿Recuerdas? Tú dijiste que ellos eran estúpidos, y que tú nunca querías ser como ellos. —Correcto, porque es muy divertido ser gorda y desagradable y no tener amigos. ¿Por qué quiero ser bonita e ir a fiestas y tener un novio y salir con personas que importan? Una cosa era cuando yo era como t… —Se contuvo, mirando hacia su móvil y mordiéndose el labio. —Era una cosa cuando tú eras como yo —dije tranquilamente—. Así que cada vez que dijiste que la popularidad era una broma, y que tú nunca quisiste ser como Diane o, peor, ser su amiga, ¿no lo decías en serio? Anna me miró. —Lo dije en serio. Odiaba el instituto, odiaba a las personas como Diane, odiaba la idea de la popularidad. Pero yo… yo también lo quería. Yo quería ser alguien. Dije que no, que no importaba, pero nunca lo creí. En realidad. No. —Yo lo hice. —Síp, pero esto no es acerca de ti. Nadie te llamaba ―trasero gordo‖ o ―carga ancha‖ o se reían cuando entrabas a algún aula. Las personas iban a tus fiestas de cumpleaños y tú tienes una casa, un hogar normal para ir cada día. Yo tengo que ir a casa y cuidar de las personas que se suponen que deben cuidarme a mí. Has ido de compras conmigo a todas las tiendas de chicas gordas, pero tú nunca has tenido que comprar esas ropas, y cuando salimos a comprar, nadie te mira cuando sacudes tu cabeza disgustada por esperar la comida. ¿Por que querría yo ser esa chica otra vez? —Pero yo… —Hice una pausa, sorprendida por lo enojada que ella estaba—. Parecías siempre tan feliz. Tan segura de ti misma. —¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Ser la chica gorda que siente lastima de si misma? Ya he visto como eso tiene a mi madre. —Si tú me hubieras dicho algo a mí… —Claro. Porque cada vez que yo trataba de hablarte de cómo lucia, me mentías y me decías que yo estaba bien. 210


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—Pero yo no… —¿Qué? —Dijo Anna, elevando su voz—. ¿No lo decías en serio? ¿Sólo estabas siendo amable? —No, lo decía en serio. —Dije—. Tú eras mi mejor amiga y a mí no me importaba como… —¿Qué, cómo era mi aspecto? Bien, eso es noble por tu parte, pero a mí sí — dijo Anna—. Mira, tengo que estar lista para cuando venga Diane, así que… —¿Así que es eso? ¿Tengo que irme porque Diane quiere venir a pasar el rato? ¿Me echas de un lado porque no te dije lo que querías escuchar antes del último verano, y porque tú piensas que no tenías ningún valor antes de perder peso? —Exacto, porque yo no estoy saliendo contigo en este momento ni nada. — Ella sacudió su cabeza, ceñuda—. ¿Debería dejar de salir con todos y pasar todo mi tiempo contigo? Te he dicho que tú eres la persona con la que puedo contar porque sé que siempre estarás ahí para mí. ¿Que más quieres de mí, Kate? Mira, está bien —dijo ella—. ¿Me llamas mañana? Asentí con la cabeza, aun cuando las cosas no estaban bien para mí. Pero ella acababa de decir que contaba conmigo, me recordé a mí misma. Eso significa mucho. ¿Verdad? —Hey —me llamó cuando me iba, me paré en el camino de su entrada y me volví para mirarla. —Si Sam me bota y Diane deja de hablarme y me vuelvo gorda otra vez, tú aun serás mi amiga, ¿verdad? —dijo ella. —Siempre seré tu amiga —dije, y ella me sonrió, entonces se volvió y entró. Empecé a caminar hacia casa. Sin mirar hacia delante o con lo que podría encontrarme, por lo fui capaz de alejarme un poco. Estaba contenta de que aún podía contar con Anna. Anna, quien no había pedido que viniera o incluso que fuera por el trabajo cuando estaba en el centro comercial después de aquella vez. Anna, que nunca llama a menos que llame yo primero. Anna, quien no me quiere alrededor de su nueva vida y amigos. Anna, quien parece odiar todo acerca 211


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de su vida y a ella misma este año, y quien me ha olvidado, a menos… bueno, a menos que ella necesite a alguien que esté allí para ella. Anna, quien nunca dirá que lo siente por todo lo que ha pasado. Por cómo nuestra amistad terminó anteriormente, por olvidarme. Por nada. Me volví y caminé hacia la casa de Anna. Ella estaba sentada afuera cuando llegué, acostada en una de las 2 sillas de jardín que ella había creado. Me acordé de cuando las obtuvo. Fue justo cuando ella había cumplido los once años, y que había hablado con su mamá para comprarlas para su fiesta de cumpleaños. Ella había invitado a todos en nuestra clase, pero solamente aparecí yo. Pero al final la pasamos bien, porque la mamá de Anna nos dejó comer todos los bizcochos que había comprado y luego nos sentamos en las sillas, agitando bengalas, Anna y yo escribimos nuestros nombres en el aire viendo las letras en llamas para luego desaparecer. Diane estaba en la silla próxima a la de ella, señalando a sus pies y luego a una foto en una revista. Su coche estaba aparcado a unos pocos pies de mí en la calle, reluciendo bajo el sol. Mientras estuve allí, mirándolas fijamente, pasó un coche circulando por la calle, los chicos en el interior gritaron ―hola‖ a Diane y Anna. Parecieron no verme, aun habiendo pasado a mi lado. Diane levantó la vista, sonriendo, y agitó la mano hacia el coche. Ella me vio y su sonrisa se desvaneció por un momento, luego afilando al tipo de sonrisa que te hace doler el estómago. Vi como ella se volvió a Anna, diciéndole algo. Anna, quien estaba mirando una revista, levantó la mirada. Me miró. Sonreí y la saludé con la mano, y dije: —Sólo caminaba por aquí — porque yo no la quería avergonzar ante Diane. Ella no dijo nada, ni siquiera saludó con la mano. Me miró y luego se volvió a Diane, y señaló algo en la revista. —Hey, tú —dijo Diane, y yo la miré—. Dile a tu padre que mi madre ya no quiere catálogos de Perfect You, ¿entendido? Ella dijo que las notas que él ha colocado acerca de su estúpida tienda son patéticas. —Ella se rió, y después de un momento, Anna también. Anna se rió de mí. Una vez más. —¿Anna? —dije. 212


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—Oh, mira, Kate está molesta —Dijo Diane—. Lo siento, cariño, no me he dado cuenta que tú también estabas con el tema de las vitaminas. —Su voz era alegre, pura maldad endulzada. ¿Era esto lo que Anna quería ser? La miré nuevamente, esperando que ella me mirara. Con la esperanza de que dijera algo para demostrar que era mi amiga. Lo que fuera. Pero ello no lo hizo, y allí parada, recordé algo más del décimo-onceavo cumpleaños de Anna. Ella había llorado. Había llorado porque ninguna de esas chicas de las que todos querían ser amigos había ido, luego se secó los ojos y dijo que los odiaba, antes de sollozar: ―¿Por qué no me quieren?‖ Ella siempre quiso estar donde está ahora. No vi cuándo y por cuánto tiempo. No había visto lo infeliz que era. No lo había visto. Ella no iba a mirarme. Ella no iba a hablarme. Ella puede haber dicho que aun quería que yo fuera su amiga, y tal vez lo había dicho en serio, pero realmente no quería ser la mía. No pensé que ella fuera a decir algo cuando me volví para irme, y no lo hizo. Y eso era. Nuestra amistad había terminado. Quería sentirme libre. Quería sentirme orgullosa de mí misma por finalmente poder ver lo que era tan obvio. Pero no me sentí ni libre ni orgullosa. Quería volver atrás. Quería que fuéramos amigas como solíamos ser. Quería saber por qué las cosas tienen que cambiar. Quería saber por qué ella no me necesitaba. Por qué yo era tan fácil de olvidar.

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Capítulo 35 M

Traducido por Virtxu Corregido por Kanon ♪♫♪

Me fui a casa. La casa estaba vacía, pero mamá había dejado una nota. No la leí. No me importaba dónde estaba. No me importaba donde estaba papá. No me importaba donde estaba la abuela, donde estaba Todd, o donde estuviera cualquiera. Fui a casa y cogí la foto que solía tener en la parte posterior de la puerta de mi escritorio y la rompí en pedazos minúsculos. Tomé el mono de peluche de mi armario y lo tiré contra la pared. Cayó inerte en el suelo, mirándome con su estúpida sonrisa cosida. Lo cogí y tiré de sus brazos, tan fuerte como pude, y cuando estos se separaron y me quedé sosteniéndolos, y el mono cayó al suelo, sin dejar de sonreírme, entonces me puse a llorar. Lloré porque Anna no quería ser mi amiga. Lloré por todas las veces que no lo había hecho cuando la necesité, por todos los momentos en los que esperaba que las cosas cambiarían y no lo hacían. Lloré porque pensé que quizá lo habían hecho y estaba equivocada. Lloré por mi mejor amiga, a la que no estaba segura de haberla conocido en absoluto. Lloré porque a pesar de que odiaba a Anna ella ya no me querría más, por reírse de mí, por no preocuparse por todos los recuerdos que significaban mucho para mí, yo habría dado cualquier cosa porque ella llamara y dijera que lo sentía. Lloré porque sabía que no lo haría.

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Y cuando no pude llorar más, cuando mis ojos estaban doloridos y me dolía la cabeza, cogí el mono. Me dije a mí misma que lo tiraría, para olvidar que Anna me lo había dado y que lo amaba. No pude hacerlo. Lo puse en el armario, apoyándole los brazos contra los costados para que pareciera que estaba completo. Y luego me acosté en mi cama, mirando alrededor del cuarto que no iba a ser el mío por mucho tiempo. Todo había terminado. Anna. Mamá y papá. Nuestra casa, nuestra familia. Todo.

Todavía estaba en mi habitación cuando mamá llegó a casa. —¿Hola? —llamó, y me las arreglé para sentarme y decir—, estoy aquí —antes de que hundirme de nuevo en mi cama, tirando de mi edredón para poder meterme mejor dentro de él. —¿Estás bien? —preguntó mamá, mirando a mi habitación. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados, como si hubiera llorado. Me di cuenta por la forma en que ella me miró que los míos estaban igual—. ¿Tuviste una pelea con Anna? —Ella no me quiere más —le dije. Me compadecí de mi misma mientras sentía que mis ojos pinchaban a medida que hablaba, y mi garganta se sentía espesa, tapada. —¿Qué pasó? —dijo mamá, y comenzó a entrar en mi habitación, luego se detuvo, ya que ambas oímos pasos en dirección a nosotras. —¿Steve? —dijo mamá, sonriendo—. Steve, ¿es que…? —Cariño, soy yo —dijo la abuela. Parecía preocupada—. He recogido la carpeta que dejaste en el coche. Recuerda que los documentos deben ser firmados… —Lo recuerdo —dijo mamá, mirando a la carpeta—. No sé por qué pensé que eras Steve. El centro comercial ni siquiera ha cerrado todavía. Debo ir a prepararme para cuando llegue a casa. —Sharon —dijo la abuela, y tentativamente puso una mano en el brazo de mamá—. Creo que… 215


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—Sé lo que piensas, madre. Quieres que decida dónde vivir en este momento y así movernos allí mañana. Crees que eso es todo, pero no conoces a Steve como yo. Él va a venir a casa y cuando él lo haga, vamos a hablar y todo irá bien. —Muy bien, querida —dijo la abuela, moviendo la mano—. Voy a poner los papeles en el vestíbulo. ¿Por qué no vas a descansar un poco? Ha sido un día largo. —No soy una niña, mamá. No necesito una siesta. —Pues bien, al menos acuéstate con un paño sobre los ojos durante unos minutos porque estoy segura de que si Steve llega a casa, desearas que él te vea lo mejor posible. —En primer lugar, él volverá a casa, y segundo, Steve no es como tú, mamá. Él se preocuparía de que haya estado llorando en vez de tratar de hacerme cubrirlo. La abuela tomó una respiración profunda, con los puños cerrados apretados alrededor de la carpeta que estaba sosteniendo. —¿Lo haría? Porque por lo que he visto, ha demostrado una singular falta de interés cuando le has dicho que necesitaba reflexionar sobre sus acciones. Mamá negó con la cabeza. —Es tan fácil para ti juzgar, ¿no? Pero no tienes ni idea de cómo funciona mi matrimonio. Steve no es como papá. Siempre pone a nuestra familia en primer lugar. Él siempre me respeta. —Oh, Sharon, espero que lo haga —dijo la abuela, mirando hacia el techo y parpadeando duramente, como si estuviera tratando de contener las lágrimas—. No tienes idea de lo mucho que quiero eso para ti. Mamá inspiró dos veces y luego dejó escapar un suspiro tembloroso. — Gracias, madre. Me miró de nuevo. —Kate, cariño, ¿podemos hablar de los que pasó después? Tengo que estar lista para tu padre. —Claro —dije, la palabra salió lentamente, mi mente todavía estaba aturdida por lo sucedido con Anna y por lo que acababa de ver. —Bueno —me dijo la abuela cuando mamá cerró la puerta de la habitación—, creo que necesito sentarme un momento —su voz temblaba un poco—. ¿Estás deseando largarte otra vez, cariño? 216


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Asentí con la cabeza, moviéndome para que la abuela pudiera sentarse a mi lado en la cama. —¿Papá realmente a volver? La abuela se quedó mirando la carpeta que aún sostenía. —Tu madre cree que lo hará. —¿No es así? —Creo… creo que estoy enfadada con tu padre, y vamos a dejarlo así. —Puedes arreglar esto —dije. —¿Qué? —Puedes arreglar esto —dije otra vez, sentándome cuando la idea se apoderó de mí—. Puedes comprar la casa o dar el dinero a mamá y papá. O las dos cosas. Entonces no tendríamos que mudarnos y mamá y papá no tendrían que preocuparse tanto por las cosas. Todo se arreglaría. La abuela negó con la cabeza. —¿No lo vas a hacer? —No puedo. —¿Por qué no? —¿Cuánto tiempo? —dijo la abuela. —¿Cuánto tiempo qué? —¿Cuánto tiempo se arreglarían? —Para siempre —le dije—. Nos quedaríamos en la casa y papá y mamá serían felices de nuevo. Las cosas volverían a la normalidad. —Se necesita más trabajo que dinero para hacerlo —dijo la abuela, poniéndose de pie—. Y Kate, ¿sabes qué? No puedo hacerlo. Lo sé mejor que nadie. —Sería diferente para nosotros. Nosotros no tú. La abuela se estremeció, pero no dijo nada durante un momento. Cuando finalmente habló, ella simplemente dijo: —Lo siento —y salió de mi 217


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habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Tiré una almohada hacia la misma. Cuando mi padre llegara a casa y él y mamá se arreglaran, esperaba que lo primero que hicieran fuera echar a la abuela. Salvo que papá no regresó a casa. Todd lo hizo, sin embargo. Una hora después de que el centro comercial cerrara, yo estaba en la sala, esperando a papá y haciendo caso omiso a la abuela, que estaba sentada en el sillón reclinable, cuando oí la puerta abrirse. Corrí hacia fuera para saludar a papá, pero sólo vi Todd, de pie justo en la puerta de entrada hojeando la carpeta que la abuela había dejado allí. —Oh, eres tú —le dije. —Me alegro de verte también —dijo, cerrando la carpeta y poniéndola en el suelo a la vez que la puerta del dormitorio de mamá se abrió de repente, la oí gritar—¿Steve? Entré en la sala y la vi allí de pie, con una gran sonrisa en su rostro. —Steve —ella respiró hondo, y luego Todd entró detrás de mí y su sonrisa desapareció. —Lo siento —dijo Todd—. No pensé… lo siento, mamá. —Está bien —dijo, con voz débil—. ¿Quieres comer algo? Todd negó con la cabeza. —Solo vine para hacerte saber que me voy a mudar. Hay una chica en el trabajo que me va a alquilar su casa hasta que encuentre un lugar para mí. Tengo que agarrar un par de cosas y luego me pondré en marcha, ¿de acuerdo? —Tienes que decirle a tu padre acerca de esto —dijo mamá—. Cuando llegue a casa, hablaremos sobre eso. —¿Así que ahora no quieres dejar a papá? —Nunca quise dejarle —dijo mamá—. Quería que él se diera cuenta que Perfect You no puede ser su principal prioridad en este momento. —Pero el centro comercial cerrará por un tiempo, así que si él viene a casa, ¿no debería…? —Todd —dijo la abuela, con voz aguda—, ¿por qué no me hablas de tu día? 218


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—Café, café y más café. Oh, y Kate, vi a Ana esta tarde. ¿Qué pasa con ella? Mi estómago se apretó. —¿Qué quieres decir? ¿Ella… ella te pidió que me dijeras hola o algo así? Todd negó con la cabeza. —No. Ella actuaba, como si no me conociera, lo cual fue extraño, y luego ella pareció un poco asustada cuando me presenté a su caliente amiga, Diane. ¿Tiene ella dieciocho años? Dijo que los tenía, pero… —Ella es de mi edad, y es la que hizo que todos los de la escuela se enteraran de lo de mi padre y su estúpido partido Perfect You —las palabras salieron de prisa, mi garganta y ojos ardieron. Sabía lo que significaba —lo que Anna había hecho tan obvio—Pero una parte de mí, una pequeña parte estúpida, había tenido aún un poquito de esperanza. Esta se había ido ahora. Anna no había dicho nada. Ella no iba a decir nada. No se sentía mal, no me extrañaba, no quería volver a ser mi amiga otra vez. —Oh —dijo Todd—. Lo siento. Me encogí de hombros, no del todo confiada para hablar. —Diane no era tan bonita, en realidad —dijo él—. Los humos del café llegan a mí a veces, ya lo sabes. Le sonreí. No era muy malo para ser un hermano, especialmente uno que se estaba mudando. Mamá hizo un penetrante ruido extraño, un ruido que hizo que me cosquilleara la piel con ansiedad. —¿Mamá? —dijimos Todd y yo al mismo tiempo, y la abuela se levantó y se acercó a ella. Mamá retrocedió, y la abuela se sentó de nuevo, con expresión tensa y asustada. —Él no va a volver, ¿verdad? —dijo Mamá, e hizo ese ruido otra vez, como un sollozo, pero más profundo, más roto. —Sharon, cariño, ven siéntate —dijo la abuela, haciendo un gesto a Todd para que avanzara hacia mamá—. No, ¿por qué no dejas que Todd te lleve al sofá? Kate, vente a sentarte al lado de tu madre también. Lo hice, y así los tres nos sentamos en el sofá. Nos sentamos allí por mucho tiempo, mamá mirando la puerta, esperando, su expresión era tan triste que me dieron ganas de llorar de nuevo. 219


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Todd y yo finalmente nos escapamos a la cocina, donde hicimos bocadillos y los devoramos. —No puedo creer que papá no regrese a casa —dijo Todd, cuando hubo terminado, dejando caer el plato en el fregadero—. ¿Por qué no puede ver lo estúpidas que son las vitaminas? ¿Cómo ha podido él escogerlas por encima de mamá? —Tal vez sólo necesita tiempo para pensar. Todo ha cambiado mucho… Todd soltó un bufido. —¿Cómo si no hubiera sabido lo que iba a pasar? Por favor. Papá no es estúpido, Kate. —Bueno, ¿y ahora qué hacemos? —sabía que Todd tenía razón. Papá no volvería a casa. Había hecho la elección que mamá le había pedido, y no la había elegido a ella. No nos eligió. —¿Recuerdas la carpeta que estaba mirando en el pasillo? Había un montón de papeles en ella, y creo que la casa se vendió. —¿Qué? —Lo sé —dijo—. Esto... está hecho. La casa se ha ido. Y creo que mamá quiere decírnoslo, o nos lo debería decir, y tenemos que irnos de aquí y conseguir que ella lo haga para que pueda salir de eso, ¿sabes? Creo que eso haría las cosas más fáciles para ella. —Quieres decir que ella se vaya de aquí para que así tú puedas irte de aquí. Su expresión fue más estricta. —Eso es todo. Tratar de ayudar a mamá me convierte en un imbécil. No es de extrañar que no tengas vida, por la forma en que automáticamente asumes lo peor de todo y de todos. —¡Hey! —eso fue hiriente y malo, no pude evitar preguntarme si estaba en lo cierto. Tal vez lo estaba. ¿Pero este año no me había enseñado que lo peor siempre era lo que pasaba? Le fulminé con la mirada. Él me miró de vuelta. —Está bien —le dije—. Nos vamos de aquí y… —tomé una respiración profunda—. ¿Realmente crees que esto va a ayudar?

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—Creo que cualquier cosa que pudiéramos hacer para que ella dejara de mirar la puerta de entrada sería bueno —dijo Todd—. Y mira, sobre lo de antes… —Yo también —le dije, y salimos a la sala. Me di cuenta, con gran sorpresa, que la abuela se había mudado al sofá y que tenía un brazo sobre los hombros de mamá. Y que mamá no estaba tratando de alejarse. —Entonces —Dijo Todd, y se sentó al otro lado de mamá, mientras que yo estaba sentada en el sillón, mis manos sudaban cuando las apoyé en sus brazos—, probablemente debería ponerme en marcha. ¿Necesitas algo? Mamá negó con la cabeza. —¿Me dejarías el número donde te vas a quedar? —Claro que sí. ¿Pero qué pasa aquí, mamá? ¿Alguna novedad de la casa? —Bueno, iba a esperar hasta que Steve llegara a casa, pero ahora… —dijo mamá y luego se interrumpió, aclarándose la garganta y parpadeando difícilmente. La abuela le apretó suavemente el hombro y le dijo: —Está bien, Sharon. Puedes hacer esto. Sé que puedes. —La casa ha sido vendida —dijo mamá—. Una familia con tres niños pequeños la compró, y están muy emocionados acerca de que nosotros nos mudemos —hizo una pausa y me miró—. Vamos a estar saliendo en aproximadamente un mes. Tal vez menos. Tu abuela y yo miramos unos apartamentos hoy y tal vez un poco más tarde en esta semana, tú y yo podríamos ir a verlos. —Puedo llevar a Kate a mirarlos si eso ayuda —dijo Todd, tirando de ella en un abrazo. Actuaba tan compasivo y noble que quería pegarle. Mamá negó con la cabeza, sonriendo por primera vez en toda la noche, y la abuela dijo: —Todd, cariño, que dulce de tu parte el ofrecerte —miró a mamá—. Ves, te dije que los niños entenderían. Naturalmente, ahí es cuando empecé a llorar. Quería entender, y veía que íbamos a tener que mudarnos. Entendí que mis padres se habían separado. Me di cuenta de que mi ex mejor amiga no era mi amiga otra vez, que me engañé pensando que lo era. Incluso vi que el chico que me gustaba parecía que yo no le gustaba tanto como creía, ya que no había habido ninguna 221


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llamada telefónica preguntando dónde estaba ni qué había sucedido, porque lo que había dicho la noche anterior eran solo palabras y nada más. Vi lo que era mi vida. Pero ¿por qué tenía que ser así? ¿Qué había en mí que fuera tan terrible? —Oh, Kate —Dijo mamá con voz temblorosa y su sonrisa se desvaneció. La abuela me dio una mirada. —¿Qué? —le dije a la abuela, secándome las lágrimas—. ¿No estoy autorizada a estar triste por esto? ¿Debo salir y hacer volteretas en su lugar? Mi vida está totalmente en ruinas. —No digas eso —dijo mamá—. Aún me tienes a mí y a tu padre, aunque no estemos jun… —se interrumpió y empezó a llorar de nuevo. —Vamos, Sharon —dijo la abuela, juntando las manos de mamá entre las suyas y ayudándola a levantarse como si estuviera demasiado débil o triste para ponerse en pie por su cuenta—. Todd, puedes irte, y vamos a dejar a Kate sola por un tiempo. Eso es todo, querida, apóyate en mí.

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Capítulo 36 Traducido por polysantanna Corregido por Ellie

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—Bien hecho —dijo Todd después que la abuela dejó que mamá regresara a su dormitorio. —¿No puedo estar enfadada? —Todos nosotros estamos enfadados, imbécil. Pero mamá realmente está angustiada, y sería muy amable de tu parte si por un momento tuvieras en cuenta los sentimientos de ella. —Sé que ella está angustiada —dije—, pero sólo no entiendo por qué es tan terrible que yo también esté triste. Quiero decir, tengo la peor vida jamás existente. Él sacudió su cabeza. —A pesar de que tú creas que nadie más sufre como lo haces tú, mamá está herida, Kate. Quiero decir, realmente herida. ¿Piensas que tu vida es horrible? Intenta y piensa cómo es para ella. Sólo así tal vez lo sepas. Yo no estoy emocionado que por haberme enviado a la universidad les haya hecho perder la casa, o que yo tenga veintitrés años, con un título universitario, y que sólo pueda obtener un trabajo como vendedor de café. —Así que ahora es eso otra vez. Pobre, pobre Todd... —Tu actitud apesta. —No tanto como la tuya. El teléfono suena y él contesta, mirándome cuando dice. —¿Hola? ¿Qué? Apenas puedo escucharte. Oh, síp, espera un segundo. —Sostiene el teléfono hacia—. Es para ti. Supongo que aún no has espantado ese chico de anoche. ¿Will? ¿Will me estaba llamando? Debe haberse percatado que no he ido al trabajo hoy, ¡y ahora me está llamando! Cogí el teléfono. 223


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—¿Hola? —Hola, Kate. Era papá, no Will. La decepción me golpeó tan fuertemente que tuve que apoyarme en la pared. —Hola, papá. —¿Papá? —Dijo Todd, con voz tensa, y de un tirón retiró el teléfono de mi mano—. ¿Papá? ¿Eres tú? Que tú… ¿tú has llamado y disfrazado tu voz? ¿Qué te pasa? ¿Tienes miedo que alguien tal vez te diga que eres patético por rehusarte ver que Perfect You es basura, o que has hecho que mamá llorara sin parar? O… —Se detuvo, escuchando por un momento lo que sea que papá le estuviera diciendo, y entonces colgó el teléfono. —¿Le has colgado? —Demonios, sí —dijo Todd—. Ese burro dijo que no puede pasar a recogerte mañana después del instituto y que tú no necesitas volver al trabajo porque él no quiere ser una ―carga‖ para ti. Y juro que había pretendido ser el chico con el que saliste anoche así podría hablar contigo sin ―trastornar‖ a mamá. Qué mentiroso. Él sólo está haciendo todo lo que puede para evitarla. Evitarnos a nosotros. —Me dio una sonrisa, pero era forzada—. Hey, al menos ya no tienes que trabajar en el centro comercial, ¿no? —¿Crees que alguna vez vendrá a vernos, a mamá, a ti o a mí? —Síp, él probablemente actúe como si no se hubiera perdido la casa y como si él y mamá… bueno, en realidad, no sé qué es lo que hará con eso. Pero él aparecerá. Aun así, tendrá que venir a coger sus videojuegos. Tú sabes que él no puede vivir sin ellos. Es más, tú y yo somos sus personas preferidas en el mundo entero. O por lo menos yo lo soy. —Gracioso —dije, pero me sentí un poco mejor. —Me voy yendo —dijo Todd. Revolvió su bolsillo y retiró un trozo de papel con un número de teléfono escrito—. Aquí es donde estaré. Llámame si pasa cualquier cosa o si necesitas algo, ¿vale? —Necesito que me traigan a casa después del instituto mañana. —Estoy diciendo algo importante, no estar paseándote en coche por ahí — dijo—. Nos vemos, Kate. 224


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—Adiós, perdedor. Él me sonrió. —Síp, tú definitivamente no te ganarás un viaje en coche conmigo en un tiempo tan cercano. Después que él se fuera, me dejé caer en el sofá, exhausta, y después de un rato escuché la puerta del dormitorio de mamá abierta, y salió yendo hacia el salón. —¿Se ha ido Todd, cariño? —dijo mientras se sentaba a mi lado en el sofá. —Sí, se fue. Aquí está su número de teléfono. —Le entregué el trozo de papel a ella. Ella lo alisó y lo puso boca arriba en la mesita de café. —¿Quien era al teléfono? Miré hacia la abuela, quien se limitó a asentir con cansancio, entendiendo lo que yo no decía. —¿Qué es lo que quería? —Ya no tengo que trabajar en el centro comercial y que él no puede… no quiere… recogerme después de clases mañana. Ella suspiró. —Yo puedo pasar a recogerte, cariño. Justo lo que necesitaba. La abuela en el instituto. Ya la podía imaginar, bajando la ventana de su coche ofreciendo ―asesoramiento‖ a todo aquel que pasara por allí. ―Cariño, ya nadie usa ese color‖ y ―Cariño, ¿me dices que para parecerse a ti hay que vestirse en la oscuridad?‖ —Cogeré el bus. —¿Él ha preguntado para hablar con tu madre? —No. En realidad pretendió ser alguien más para hablar conmigo, supongo porque habrá pensado que quien fuera que contestara, tal vez le gritara. Miré hacia ella, estaba recta, su expresión era imposible de leer. —No funcionó, después de todo. Todd cogió el teléfono tan pronto cuando dije ―papa‖ y le gritó, y después le colgó.

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Pensé que ella diría ―Bien‖, pero en lugar de ello, ella presionó las puntas de sus dedos contra su rostro, igual que mamá hacía siempre que hablaba con la abuela por teléfono. —Supongo que estás furiosa —dije. —No, cariño —dijo ella—. Estoy triste. Quiero que tu madre sea feliz y, a pesar de mis reservas, ella parecía serlo… y ahora… bueno, ahora ella no es para nada feliz. Y con esta mudanza que se viene… será bastante difícil para ella. Gracias a Dios que he descubierto que me gusta bastante la compra de pisos. Hemos visto uno hoy que tenía una terraza que sería perfecta para sentarse al aire libre en un set que he visto en una revista de decoración de casas que compré la semana pasada. Ya sabes, ¿la de Inglaterra? Espera un momento. —Tú vas… yo pensé que te ibas a casa. —Oh, no, cariño, me quedaré por más tiempo. Ya sabes, tu madre y yo en realidad nunca hemos vivido juntas antes, no al menos desde que ella era muy joven. Pienso que será muy bueno para nosotras. Me la quedé mirando, paralizada. Esto es, entonces. Realmente se había terminado. No más casa, no más familia. Ahora sería mamá, la abuela y yo, viviendo las tres en un piso. Adiós vieja y normal vida. Deseaba haberla apreciado mejor. —Cariño, estás sentada de una forma terrible —dijo la abuela—. Sé que de esta manera suena tonto, pero sentarse correctamente es muy importante. Porque la postura de por sí puede hacer de un conjunto terrible luzca… bien, un poco menos horrible. Así que porqué no te sientas y… —Acabo de enterarme oficialmente que ya no tengo un hogar —le dije, poniéndome derecha mientras hablaba, mi espalda se volvía más y más rígida a medida que me salían las palabras—. Mi mejor amiga no sólo no quiere hablarme, sino que actúa como si nunca me hubiera conocido. Mis padres ya no están juntos porque mi padre ama a unas vitaminas más que a nosotros. Oh, y para culminar, el chico con el que salí la noche pasada me dijo que nos veríamos en el centro comercial hoy, pero no lo hicimos, y él no llamó y sé lo que eso significa. —¿Qué es lo que eso significa? Hablé lentamente, con los dientes apretados. —Nada bueno.

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—Entonces, ¿cuando tú le llamaste y le preguntaste por qué no te ha llamado, él te dijo algo cruel? Lo siento, cariño. Pensé que Will parecía agradable. —Oh, cierto. Le llamé, abuela. Qué gran idea —Fingí coger el teléfono—. Hola, Will, no te he visto hoy, y me estaba preguntado si lo has notado. Soy totalmente patética. Ella hizo como si no hubiera escuchado casi nada de lo que había dicho. — ¿Por qué no le has llamado? —Porque no necesito más malas noticias. Actualmente yo no tengo amigos, no tengo vida y no tengo familia, haciendo oficialmente de este año el peor de toda mi vida. ¿Por qué las cosas no pueden ser como solían ser? Si este año jamás hubiera existido, tal vez… —Las cosas cambian, cariño. Esto es lo que la vida es. —Bien, lo odio. Y este año, mi vida no ha estado cambiando, abuela, ha sido el final. Un largo, horrible final. La vida que yo tenía se ha ido. Terminó. Acabó. —Cariño, voy a decirte algo importante —dijo ella—. Las cosas acaban. Las personas se van. ¿Y sabes qué? La vida continúa. Además, si las cosas malas no pasaran, ¿cómo serías capaz de sentir las buenas? —Pero yo he perdido a mis padres, mi mejor amiga, mi casa… —No seas tan melodramática, cariño. Tú no has perdido a tus padres. —Bien, ellos sólo han cambiado. ¿Pero dónde están las buenas cosas que has mencionado? Porque yo estoy aquí sentada intentando pensar en algo… lo que sea… y no puedo. De hecho, pienso que si la vida puede llegar a ser peor, lo hace. —Así que, ¿me estás diciendo que no importa lo que sea, no puedes ser feliz? Bien, cariño, no es de extrañar que seas miserable. Es lo que tú quieres. —No es así —le espeto—, yo quiero ser feliz. —Entonces, inténtalo. Cariño, el mundo no te debe nada. —Wow, eso no hace que me sienta mejor. —No se supone que lo haga —me dice—. Esa parte depende de ti. 227


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Ella se paró, mirando hacia el pasillo. —Voy a ver cómo está tu madre. Piensa en lo que te he dicho, ¿está bien, cariño? —Seguro. —Murmuro, y ella se va. Esperé por un minuto y luego me retiré a mi dormitorio, cerrando la puerta firmemente detrás de mí antes de subirme a la cama y taparme sin tener frío y aun llevando la ropa puesta. Simplemente me parecía agradable estar envuelta en algo seguro. No podía creer en la idea del consejo de la abuela. Diciéndome que el mundo no me debe nada, y que yo tengo que tratar de ser feliz... ¿para ser feliz? ¿Qué tipo de estupidez era esa? Yo podría intentar ser feliz para siempre, pero eso no cambia el hecho de que estaba equivocada acerca de Anna esperando que fuera mi amiga nuevamente, y definitivamente no parece que fuera a hacer que mis padres volvieran a estar juntos o incluso a hablarse. ¿Intentar ser feliz? Por favor. ¿No es eso lo que he intentado hacer desde el desastre de los primeros días de clases? No. La palabra me traspasó tal y como estaba yo allí. No, no he intentado ser feliz. Yo había pensado qué es lo que había sucedido con Anna, preocupada por lo que yo podría haber hecho diferente, deseando que las cosas volvieran a ser como eran antes. No he intentado ser feliz por papá y el cambio que él había hecho. Nunca he pensado que yo encontraría alguna felicidad en su obsesión con Perfect You o que eso hubiera costado nuestra familia. Supuse que habría algo de felicidad en ya no tener que trabajar en el centro comercial pero, suficientemente extraño, ese estúpido trabajo era lo único que realmente me había dado algo. Si no fuera por el centro comercial y por la fealdad de trabajar allí, más el triste estado de mi vida, yo nunca hubiera podido superado los nervios de hablar con Will aquella vez. (Está bien, básicamente lo invité a salir conmigo, pero suena mejor de la otra forma.) Era gracioso darme cuenta cómo esa estúpida cabina y esas estúpidas vitaminas Perfect You me habían ayudado a conocer a Will. Me han ayudado a darme cuenta lo mucho que le gustaba. Había incluso superado los nervios de confrontarlo y había terminado saliendo con él.

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Pero sólo lo hice luego que Todd me había dicho que básicamente intentara vivir, dejando que las personas supieran quién era yo, y me di cuenta que la abuela había dicho algo similar, me instó a ir detrás de lo que yo deseaba. Intentar vivir. Intentar ser feliz. Me salí del capullo de frazadas y miré hacia el teléfono. Intentar ser feliz sonaba muy bien, pero la tentativa de felicidad de mi padre no ha salido muy bien ni para él ni para nadie más. E intentarlo con Anna tampoco ha dado resultado. Pero eso es lo que sucede, es lo que dijo la abuela. Las cosas terminan, las personas se van, y la vida continúa. Se necesita las cosas malas para sentir las buenas. Intentar, dijo ella. Cogí el teléfono. Lo colgué. Esto era muy difícil. ¿Qué si he leído demasiado la noche pasada? ¿Y si Will no desea hablarme? Entonces sería mejor averiguarlo ahora, ¿no? Cogí nuevamente el teléfono, y marqué. Sonó, y me sentí enferma. ¿Qué se supone que debo decir? Mi mente y mi corazón estaban tan llenos con lo que había sucedido hoy, con todo lo que había pasado a lo largo del año, que no sabía por dónde empezar. —¿Hola? —dijo él, y en el momento en que escuché su voz, yo sabía lo que debía decir, y no era tan difícil después de todo. —Hey, soy Kate. —Lo sé. —Dijo él, y pude oír la sonrisa en su voz. El Fin

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Capítulo 37 Traducido por vamp29 Corregido por Ellie

B

Bueno, en realidad no era precisamente el final. De hecho, era más bien un principio, ¿y sabes qué? Era uno bueno. Otras cosas realmente se terminaron, sin embargo. La primera cosa, dejé de buscar a Anna cuando llegué a la escuela. Dejé de buscarla en los pasillos. Todavía la veo, sin embargo. Ella sigue saliendo con Sam. Diane sigue siendo su mejor amiga. Ella parece feliz, pero no sé si lo es. Nunca hablamos. Mamá y papá están oficialmente separados. Papá perdió su espacio en el centro comercial cuando no pudo pagar la renta del próximo trimestre, y se trasladó a Faron, donde está el gran centro comercial. Hay una mujer, Gloria, que tiene un Perfect You allí, en un stand justo como el que papá solía tener, y él trabaja para ella. Cada vez que voy por ahí, nos sentamos en su pequeño apartamento y me dice acerca de la muestra que quiere hacer y los nuevos productos que está seguro va a vender. A veces vamos a la casa de su jefe y Gloria y su esposo me dan muestras gratis para llevar a casa. Yo nunca lo hago. Mamá todavía no me deja conducir sola. Me niego a dejar que se olvide de que ella prometió que podría en el momento en que cumpliera los diecisiete años. Sólo tengo un par de semanas para cumplirlos. Ella, la abuela y yo vivimos en un apartamento juntas, y no es tan malo. Yo tengo mi propia habitación, lo cual es bueno, pero todavía tengo que compartir un baño con la abuela. Eso es lo mismo de siempre. Todd quiere ser un fotógrafo ahora, y probablemente aburre de muerte a sus compañeros de trabajo en el lugar de café para hablar de ello. Sé que me aburre cada vez que se acerca, que por lo general es cuando no sabe hacer la comida. Vive con la chica que conoció en el cine de cuando los dos trabajábamos en el centro comercial. Su nombre es Wendy, y ella quiere ser directora. A veces nos invita a todos a mirar sus películas, que por lo general 230


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la estrella es Todd sentado tratando de parecer pensativo. Creo que son el uno para el otro. Will y yo hemos estado saliendo durante seis meses. Sigue siendo el tipo de hombre que se acercaba a mí después de la clase y decía: ―¿Qué pasó allí? Perdí el interés tan pronto como el maestro empezó a hablar‖, pero es también el tipo de persona que decidirá que, ya que es miércoles, tenemos que ir a comer tacos y luego salir al parque y ver la puesta de sol. Él también sigue siendo un muy buen besador. Él me hace feliz. Todavía extraño a Anna. Todavía extraño mi antigua casa, el pasillo de la entrada, la cocina, mi habitación. Todavía extraño a mis padres cuando estaban juntos, y la abuela todavía me vuelve loca casi todo el tiempo. Incluso es una especie de ―Miss Todd‖ cuando está cerca, aunque por supuesto nunca en realidad le dije esto. Pero las cosas cambian. Las cosas que pasan. ¿Y sabes qué? La vida continúa. De hecho, eso es lo que es la vida. ¿Quién habría pensado que la abuela tendría razón sobre cualquier cosa, y mucho menos sobre algo tan importante? Adivino que las vitaminas no arruinaron mi vida, después de todo. Se limitaron a cambiarla. Cambiarme a mí. Así que no puedo decir que este es el final, o incluso un final, porque no lo es. Es sólo la vida, y ¿sabes qué? Yo voy a hacer mi mejor esfuerzo para tratar de vivirla realmente.

El Comienzo

(Fin del Libro) 231


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C

Crecí

en una pequeña ciudad en el sur de Virginia, y me refiero a las

pequeñas - que ni siquiera tenía una oficina de correos! Mis padres eran maestros, y los dos se enseñan en la escuela secundaria local. Usted puede adivinar lo que viene. Sí, es cierto. Terminé teniendo a mis padres como profesores, y de hecho tome clases con mi padre durante tres años. Parecía como una pesadilla, en realidad no era tan malo. En una escuela secundaria tan pequeña como en la que yo asistí, era casi un hecho que si tenia algunas clases, tendría a mis padres como profesores, por lo que en realidad no fue un choque cuando los vi aparecen en mi horario de clases. Además, cuando estaba en clase, que me trataban como si fuera cualquier otro estudiante. De hecho, mi madre me hizo abandonar mi asiento porque hablé demasiado!. Todavía no la he perdonado por ello. (Si lees esto, mamá, sólo estoy bromeando, lo juro!)

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Después de graduarme de la secundaria, fui a la universidad. Yo tenía muchos planes estudiar una carrera glamour (en lo que, no tenía ni idea, yo sólo sabía que no quería vivir en medio de la nada) y me había jurado que nunca casarme. Naturalmente, terminé con especialización en Estudios Europeos, que me había preparado para sólo el más poco glamoroso de puestos de trabajo, y conocí a mi futuro esposo cuando yo era un estudiante de primer año. Hablando de puestos de trabajo, he tenido un montón en los últimos años He sido un editor (yo no dije que era uno bueno!) Y una gerente de oficina (que es una forma elegante de decir secretaria). También he vendido hardware, pantimedias, e incluso trabaje para una empresa dot.com cuando eran tan prolíficos como las malas hierbas. (Quemé cds, y el trabajo era tan aburrido como suena.) Escribo novelas para jóvenes, y francamente, no veo nunca por escrito cualquier otra cosa. Leo mucho, y me encanta todo tipo de libros, pero los libros de adultos jóvenes tienen un lugar muy especial en mi corazón. Ser un adolescente es a la vez la más sorprendente y lo más alarmante - hay tantas cosas contigo, tus amigos, tus padres, y la manipulación que la escuela y tener que pensar en tu futuro ... puede ser muy excitante, pero es también mucho que hacer frente ! Siempre me sorprende cuando la gente habla de lo fácil que es ser joven, porque no es nada fácil. Recuerdo tan vivamente algunos de los libros que leí cuando estaba creciendo, no sólo porque fueron escritos maravillosamente, sino porque lo que había en ellos realmente me habló. Yo creía que autores como Judy Blume sabían exactamente cómo me sentía en una manera que nadie más lo hizo, y escribir libros como ese, los libros que realmente hablar con usted, es mi sueño.

(Biografía escrita por Elizabeth Scott)

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