El niño que enloquecio de amor

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EDUARDO BARRIOS

tonces descolorido el cielo, cuando @la que se nos aparece en la acera! iCdmo no la vi llegar?, dig0 yo. No quiso subir porque se le habia pasado la hora y hambiQnporque a la Raqnelita, que andaba con ella, le moleshaban 10s zapatos nuevos; pero entonces mi Cia y yo bajamos y nos esbuvimos paseando bodos desde la puerta haata la esquina. Venia tan contenba, que nos conbagid, y despuQsse pus0 a hablar en secreto con mi tia, y entonces las dos se reian y miraban lejos, hacia el lado por donde Angelica habia llegado, pero con disimulo,porque yo no me pude dar cueniia de lo que buscaban con la vista. iQu6 seria? Es lo malo que tiene, y eso que nsdie seria m8s reservado con sus secrebos que yo. Pero pasasiempre a d , que nadie adivina nunca qnidnes son laspersonas que quisieran Hervirle a uno para bodo y est4n cerca de uno y no se lo dicen sblo porque no se atreven. Yo digo que se debfa adivinar; lo que es que habia de ser con seguridad, como me pasa a mi

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