Alvin maker 06

Page 153

Aquello no tenía sentido para Arturo Estuardo, pero estaba dispuesto a escuchar: no, estaba ansioso de escuchar para qué lo necesitaban tanto. Tenskwa Tawa le explicó lo que estaba pasando en México, cómo el volcán iba a estallar, sobre todo ahora que La Tía participaba. —Ya había planeado enviar a alguno de los míos a advertir a los mexica, y ya lo he hecho —dijo Tenskwa Tawa—. Algunos ya están allí. Pero hay una complicación. Un grupo de hombres blancos se dirigen a Ciudad de México y sin duda los matarán, bien los propios mexica o el volcán. —O ambos —dijo La Tía—. Algunos hombres tienen que morir dos veces para entender las cosas. —Así que te necesitamos por dos motivos —dijo Tenskwa Tawa—. Tienes que ir a advertir a los hombres blancos y ayudarlos a salir de allí, si están dispuestos. Arturo Estuardo se echó a reír. —¿Vas a enviar a un chico mulato de mi edad a advertir a hombres blancos de que se retiren? —Mi hermano Calvin está con ellos —dijo Alvin. —Pero no le caigo bien. —Pero sabrá que vas de mi parte. Y será cosa suya persuadir a los demás. —Así que se trata de la vida de Calvin —dijo Arturo Estuardo, dubitativo. Sabía perfectamente bien que su hermana Margaret no tenía ninguna estima por Calvin y Arturo Estuardo sospechaba que si Calvin moría se quitaría un peso de encima. Pero Alvin no opinaba lo mismo, claro. Seguía pensando que Calvin no era más que un hermano menor alocado que crecería algún día y se convertiría en un hombre decente. —Y de la de todos los demás —dijo Alvin—, si son lo bastante listos para salvarse. —Pero, ¿cómo voy a llegar allí a tiempo de advertírselo? —Dos cosas —dijo Alvin—. Primero, correrás con la canción verde. —Pero hay desierto entre aquí y allí. —La canción verde no depende en realidad del color verde —dijo Alvin—. Viene de la vida, y verás que el desierto está repleto de seres vivos. Sólo pasan más sed, eso es todo. —Pero yo solo no puedo hacer la canción verde. La Tía habló: —Te daré un amuleto como el que hice antes, pero mejor. —Y yo correré contigo la primera hora o así, hasta que te acostumbres. Arturo Estuardo, has pasado el umbral, ¿no te das cuenta? Eres el primero en hacerlo, pero eres un hombre que no nació para ser hacedor y has aprendido a hacer de todas formas. —No tan bien como tú. Ni de lejos. —Tal vez no —dijo Alvin—, pero sí lo suficiente... y la canción verde no tiene nada que ver con el poder del hacedor. La aprendí igual que lo harás tú, y mejorarás sintiéndola cada vez más. Ya lo verás. —¿Y cómo encontraré el camino? —Cuanto más te acerques a México, más gente sabrá cómo señalarte el camino. —¿Y si alguien decide que mi corazón sería un sacrificio apetecible? —Entonces usarás los poderes que has aprendido para escapar. No quiero que entregues el mensaje sin más, quiero que vuelvas sano y salvo. —Oh —dijo Arturo Estuardo, comprendiendo—. Quieres que traiga conmigo a esos hombres blancos. —Quiero que los traigas hasta donde haga falta para que estén a salvo, pero en modo alguno hasta aquí con nosotros —dijo Alvin—. Llévalos a la costa y que suban a un barco, tantos como puedan, y luego vuelve.

153


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.