Tamara, no te escondas Por Alex Naranjo
Silencio, allá viene ¿Lo escuchas? Mi sangre se
hela y poco a poco un escalofrío sube por mis piernas hasta perderse en mi cuello, me retuerzo. No hagas ruido, si me encuentra quien sabe cuántas cosas me hará, lo sé… Hoy luce más furioso que otras veces y ni siquiera han sanado las heridas de hace dos días. Ya me escuchó… Amo las flores, el bosque y las praderas infestadas de venados. Alguna vez me sentí tan libre y fresca como ellos, alegre brincando al compás del viento. Ya no. Tengo un hermano menor, es gentil, respetuoso, con un corazón más grande que el universo. Es una maravilla, de no ser mi hermano me habría casado con él. Todas las tardes, Francisco y yo nos escondíamos atrás del sillón. Él me abrazaba entre sollozos, yo lo abrazaba con la fuerza del alma, limpiaba sus lágrimas y le susurraba al oído cuentos, canciones, historias que lo sacaran de esa realidad tajante. Sufrimos los castigos de mi padre, todos por igual y mi madre los sufrió bajo sus estruendosos puños. “Ya no quiero existir, quisiera no haber nacido, ¿por qué papá trata así a mamá?” Eran preguntas frecuentes de mi hermano hacia mí, me quedaba atónita, sin saber qué responder y
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