Breve Historia de las Cruzadas

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durante tres días… el viento del norte ayudó al fuego y la muralla se tambaleó y se derrumbó. Tras haber perdido muchos combatientes turcos en la brecha, entraron y empezaron a matar a sus habitantes sin detenerse ni a mirarlos. Murieron seis mil en un solo día… Las mujeres, los niños y jóvenes se precipitaron hacia la ciudadela alta para escapar a la matanza. La puerta estaba cerrada porque el obispo había mandado a los guardias que no la abrieran si no veían su rostro. Todos subían atropelladamente y se iban pisoteando… perecieron atrozmente unos cinco mil y quizá más.» Aunque Zangi intervino en persona para parar la matanza, el daño ya estaba hecho y la ciudad había caido en manos turcas. Cuando la noticia llegó a Europa, todos quedaron consternados, porque allí era donde las tropas imperiales habían encontrado la Sábana Santa, reliquia muy valiosa, tanto para unos como para otros. Melisenda, la reina de Jerusalén, envió al obispo de Jabala, Hugo, a pedir ayuda al papa Eugenio III, que por otra parte tenía dificultades con una sublevación contra su política. Sin embargo, se empeñó en predicar una nueva Cruzada mediante una bula enviada al rey de Francia y a la nobleza, conminándoles a recuperar Edesa a cualquier precio.

«El obispo de Edesa se refugió con sus más cercanos en la parte alta de la ciudad…»

Al principio no recibió respuesta, porque era época de prosperidad y nadie quería abandonar sus ricos feudos con los campos a punto de dar todo su fruto. Pero insistió y convocó una nueva reunión en Vézelay, que contó además con una arenga de san Bernardo, la conocida como «la de 1146». El abad de Citeaux desplegó todas sus habilidades como orador, emulando al mismísimo Je sucristo, empleando gestos exagerados, afectados e impresionantes que conmovieron a los burdos caballeros franceses. El auditorio quedó plenamente


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