Breve Historia de la Brujeria

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sólo cinco cuartos… Y durante el tormento fuiste asistida durante seis horas por el mismo diablo, acurrucado bajo la silla y apoyado en un solo pie, diciéndote al marcharse por la ventana que tenía que abandonarte y partir porque el agua bendita era más fuerte que su poder…

Al final, a la pobre Jacquemine la hicieron polvo con tanto polvo… La perversidad de la que hacían gala estos discípulos aplicados del Malleus Malificarum sólo era equiparable a sus manías personales. Henri Boguet (1550-1619), jurista francés al que se atribuye el exterminio de unas seiscientas brujas, fue capaz, por ejemplo, de ayudar a condenar a un hombre de reconocida devoción basándose en que el crucifijo de su rosario tenía una grieta diminuta, claro indicio, decía él, de que su dueño estaba aliado con el diablo. Y le creyeron… Boguet es autor de un Discurso sobre las brujas que llegó a tener doce ediciones en 20 años, en la que mantuvo su postura —que llevó a la práctica en varias ocasiones— de que los niños brujos debían sufrir la pena de muerte aunque no hubieran alcanzado la pubertad. Su «sensibilidad» llegaba a no quemarlos vivos sino a ejecutarlos en la horca para que no sufrieran mucho…

CAZA DE BRUJAS EN INGLATERRA Y ESCOCIA Los británicos no veían con buenos ojos a las brujas y hasta el propio rey anglicano Jaime I de Inglaterra (y VI de Escocia), que era un erudito brujólogo, escribió en 1592 un tratado sobre el tema de expresivo título Daemonologie (1597). A este rey no le gustaba que le llevaran la contraria en esta materia y lo demostró en más de una ocasión. Por ejemplo, en 1603 ordenó destruir todos los ejemplares de la primera edición de Descubrimientos de la brujería, obra de Reginald Scott, miembro del Parlamento que tuvo la osadía de publicar en 1584 su libro con la esperanza de demostrar que no existían brujas ni demonios. El rey calificó las opiniones de Scott de «condenables». Aún así, Inglaterra aporta alguna peculiaridad en el trato a la bruja. Eran perseguidas y luego ejecutadas en la horca, no en la hoguera, y no se permitía el uso de la tortura contra ellas, aunque en Escocia se saltaba esta norma a la torera. Las leyes escocesas eran tan duras que los clérigos presbiterianos


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Breve Historia de la Brujeria by Alex Herrera - Issuu