Dibujo betty edwards

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La etapa del realismo A los diez u once años, la pasión del niño por el realismo está en su apogeo (figuras 517 y 5-18). Si el dibujo no les sale «bien» -es decir, si no parece bastante realista- el niño puede desanimarse y pedir ayuda a sus profesores. Es posible que éstos le digan «tienes que mirar con más atención», pero esto no ayuda, porque el niño no sabe qué es lo que tiene que mirar más atentamente. Lo explicaremos mejor con un ejemplo. Supongamos que un niño de diez años quiere dibujar' un cubo, y deseando que el objeto parezca «real» lo dibuja visto desde un ángulo que deja ver dos o tres planos; no una simple vista lateral que sólo ofrecería un plano cuadrado y no revelaría la verdadera forma del cubo. Para ello, el niño tiene que dibujar las formas y sus ángulos tal como las ve, es decir, como la imagen que llega a su retina. Estas formas no son cuadradas. De hecho, el niño tendría que suprimir el conocimiento de que el cubo es cuadrado, y dibujar formas «raras». El dibujo sólo parecerá un cubo si se compone de formas raras en ángulo unas con otras. Hay que dibujar formas no cuadradas para que el cubo parezca cuadrado. El niño tiene que aceptar esta paradoja, este proceso ilógico que choca con su conocimiento verbal y conceptual. (Tal vez esto es lo que quería decir Picasso con su frase «Pintar es una mentira que dice la verdad».) Fig. 5-14. Dibujo complicado de un niño de diez años. Es un buen ejemplo del tipo de dibujos que los maestros suelen lamentar por «estrechos» y poco imaginativos. No obstante, los jóvenes artistas se esfuerzan mucho por perfeccionar imágenes como ésta, probando diferentes símbolos y configuraciones. Nótese el símbolo empleado para las caras en la multitud,


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