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Rusia y Ucrania
Una hermandad dolorosa
POR PROF. SEBASTIAN G. FLORES HDZ.
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Durante prácticamente todo el siglo XX, lo que es hoy la República de Ucrania, fue un territorio vital de la antigua Unión Soviética. En ella había –como hoy todavía, grandes recursos naturales y hasta nucleares. La capital ucraniana de Kiev, en su momento representó la tercera ciudad más importante de la Unión Soviética. Cuando ésta última quedó fragmentada y separada en 1991, la nueva Rusia aceptó la Independencia de la República de Ucrania, la más grande de todas las Repúblicas que se separaron. Ésta no es solamente la única razón histórica que hay entre estos países, sino que se remonta hasta la Edad Media, cuando este territorio formaba parte de la llamada Rus de Kiev, un territorio ocupado por diferentes grupos eslavos, principalmente rusos.
Pero como en casi todas las guerras de la historia, los factores económicos y geográficos, juegan un papel fundamental. En este caso Ucrania está prácticamente a dos fuegos. De lado oeste todos los países europeos pertenecientes a la Organización del Atlántico Norte (OTAN), cuyo liderazgo principal no es de un país europeo sino de los Estados Unidos, y Rusia por el Oriente.
Ambos países nuevamente han traído a la mesa las tensiones que tuvieron durante la Guerra Fría entre 1945 y 1991, y que tuvo su momento más difícil en la Crisis de los Misiles en 1962.
El desenlace de este capítulo de la historia, parece lejos de ver un fin próximo, y es lamentable que estos dos países que mantienen una cercanía cultural, se vean inmersos en esta disputa. Al final no hay una razón lógica que haga ver como necesaria la intervención militar de un país a otro, por lo que dejo a la reflexión personal los siguientes enunciados:
1. - En política, el sentido común, es el menos común de los sentidos.
2. - En una guerra puede haber un bando victorioso, pero no hay ganadores. Al contrario, todos perdemos.