Manual Profético 2017-2018 Reivindicados, Juan Manuel Fochesatto

Si todos nos morimos esta noche, Dios no entra en depresión, porque Él es eterno y su propósito se cumplirá, ahora como yo habito el tiempo por su gracia, colaboro para que su soberana voluntad y su propósito entren en el tiempo de existencia que me toca vivir. Lo traigo desde la eternidad, si los embajadores no saben traer su Reino a su geografía, el estado del Reino pierde representación.

Entonces las personas que predican y oran traen la soberana y eterna voluntad de Dios al espacio y al tiempo.

Ora por tu hijo no para que le vaya bien, sino para que cobre protagonismo en su tiempo.

Moisés era el único intercesor que había quedado y Dios quiso que no exista más esa generación, porque ya no creían en Moisés. Entonces Dios quiere sacar de escena a una generación que no cree, ni reconoce al único intercesor que hay. En el eterno propósito de Dios, con su escáner él ve que no hay personas que les interese en su vida ver la manifestación del propósito eterno, se distrajeron. Lo criticaban, lo juzgaban, no creían, murmuraban y Dios no quería perder el tiempo con una generación que no entendió para qué estaba en la Tierra, mucho menos entendería cuál era el propósito de entrar a la tierra prometida, pero Moisés no quiso que Dios haga desaparecer la generación, por eso ni él entró.

Vino Cristo y se convierte en el único representante de Dios, sumo sacerdote y nos hace en Él uno. ¿para qué? Para que hagamos lo que Él hizo, “orar”. Cristo nunca oró por algo que no se dio. Él sabía que sus discípulos eran 11 aunque todos creían que eran 12, él ya sabía que eran 11 por eso dijo “de los que me diste yo te los he dado y te pido por estos. “…que sean uno, como yo y tú somos uno…” Jesús ya vio que había una generación que va a ser uno. Eso se va a cumplir cuando hagamos estas dos cosas bien, orar y predicar con la idea de romperle al ser humano la idea y el poder de la autodeterminación.

Al leer y entender este mensaje tenemos que orar: “Señor, en qué áreas de mi vida yo auto-determino mis caminos”. Porque donde yo auto-determino mis caminos la soberanía de Dios pierde la señal.

Cuando mi vida comienza a divagar en la auto-determinación, necesito a hombres y mujeres que oren por mí, se pongan en los lugares celestiales, como dice la escritura: si hay algún enfermo entre vosotros llame para que le colaboren en la oración porque cuando algunos están enfermos o decaídos, desanimados no tienen ganas de orar; por esta razón llame a hombres y mujeres para ayudarlo, no porque usted no sepa orar, sino para que se hagan uno con usted y así lo acompañen como hermanos. Levantamos las manos (sin ira y sin contienda) como una identificación que estamos con nuestros hermanos congregados fortaleciéndonos unos a otros.

Orar no porque el hermano no lo sepa hacer, sino porque puedo impartir fuerzas, 116