3 casanova maría a (1998)la evaluacion educativa educacion basica pp 81 85

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LA EVALUACIÓN

EDUCATIVA. ESCUELA BÁSICA

que no siempre: todas las generalizaciones son falsas- es que sus hijos superen la carrera de obstáculos en que hemos convertido el sistema educativo. Lamentablemente, Leonard y McLuhan (1972) están cargados de razón cuando afirman que en los centros "la ciencia de elaborar y administrar pruebas y exámenes está dejando muy atrás al arte y la ciencia de enseñar, yeso a sabiendas de que las calificaciones están divorciadas del verdadero aprendizaje". Por otra parte, reflexionando seriamente sobre los objetivos educativos que se plantea cualquier sistema social, ¿no resulta absurdo y hasta ridículo querer traducir, simplistamente, toda la formación de un niño o una niña a un número o a una palabra? Un profesional, ¿puede consentir transigir con esa situación? ¿Es que en otras profesiones se admiten planteamientos semejantes? Algunos profesores que estén leyendo estas afirmaciones pensarán -en muchos casos me lo dicen- que esto ya no ocurre. Pero, por desgracia, tengo que insistir en que continúa ocurriendo ahora mismo y muy cerca de nosotros: los suspensos con 4,85 y los aprobados con 5, o los suspensos por el error en un examen después de un trabajo bien aprovechado durante un curso entero. Como digo, esto sigue pasando aunque nos cueste creerlo. No es fácilmente explicable el porqué o quién establece esas pautas de actuación -yo creo que nadie- y, mucho menos, que un profesional admita, en su caso, que algo o alguien le pueda imponer un comportamiento tan irracional y antieducativo. Por ello, el enfoque profesional de la evaluación y su consiguiente propuesta deben partir, en cualquier caso, de los equipos directivos y el profesorado de los centros, que son los que, en última instancia, van a conformar el modelo de centro, el modelo contextualizado de educación y, en definitiva, el modelo de persona que queremos conseguir mediante la educación institucional. ¿Que el mismo no coincide con el tipo de sociedad en que nos movemos? Claro. De lo contrario, la sociedad sería la ideal y casi me atrevería a decir que ya no resultaría necesaria la institución educativa que conocemos para formar a las nuevas generaciones: esa tarea la realizaría el grupo social en su conjunto. Lo habitual es que desde el campo de la educación se intente modificar la sociedad en todo aquello que no nos gusta, para lo cual siempre se parte de lo que hay, pero se hacen las propuestas superadoras y se disponen los medios oportunos. Si nos conformáramos con la realidad, muchos de los objetivos que se asumen para la educación no tendrían

REFLEXIONES

PREVIAS

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sentido. Yno sólo dejaríamos de avanzar, sino que retrocederíamos en lo conseguido. «Los maestros dejan tareas, y amenazan con los exámenes. A esto le llaman "enseñar". La burla es burda. Tarea y pruebas no son enseñanza. Pero si el precio del control hace morir los intereses de los niños, es un precio demasiado grande» (Leonard y McLuhan). Ésta es la tremenda influencia que posee la evaluación en los procesos de enseñanza y aprendizaje: los pone a su servicio y convierte la educación en una carrera de obstáculos que los alumnos, desde los primeros años de su vida, deben ir saltando para llegar a la meta. Todos los implicados en enseñar y aprender están al servicio del examen, lo cual deriva en una enseñanza que supone una constante presión sobre los niños yjóvenes, que pierden de vista el objeto real de su aprendizaje (madurar, desarrollarse, formarse como personas y como profesionales) para centrarse en intentar "adivinar" o acertar -en muchos casos-lo que deben responder en cada examen para obtener una buena calificación. Ni siquiera se centran en contestar de acuerdo con lo aprendido, sino en responder lo que suponen que el profesor espera leer, en atinar con la contestación que el profesor puede considerar válida. De esta manera, la evaluación se convierte en sinónimo de examen y, ~or lo tanto, en piedra de toque de la totalidad de los procesos educativos. ¿Qué ocurriría si desaparecieran los exámenes de la enseñanza o_bligatori~?Muchos pensarán que la escuela se desmoronaría, perdena su sen tido, porque, realmente, todo el sistema sejustifica por ellos. Yocreo, por el contrario, que el centro escolar se convertiría en lo que debe ser: una institución eminentemente educativa centrada en enseñar, en apoyar al alumnado para que se desarrolle en función de sus capacidades. Dejaríamos de examinar y de calificar con notas, que sólo demuestran la posesión de aprendizajes intrascendentes en la mayoría de los casos; perderíamos la obsesión por los títulos para pasar a evaluar la eficiencia de las personas: el título únicamente constata el final de algo, mientras que el que aprende se debe interesar, sobre todo, en el proceso permanente de aprender. . . La desaparición del examen constituirá, además, una prueba defimtrva para demostrar la capacidad profesional de los maestros y profesores. Estaríamos obligados a interesar a los alumnos en lo que pretendemos enseñarles, y así ellos aprenderían a aprender; no se conformarían con' aprender a aprobar, que es lo que hacen ahora.


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