El barón de Imobach

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El barón de Imobach

COSAS GUANCHINESCAS

El loco de Martianez 14 de diciembre de 1921

Bajo mis plantas y en declive se bifurca serpenteando estrecha vereda, la que finaliza junto a la charca de la fuénte... Estamos rodeados de palmeras. Por entre unas y otras, medios cubiertos de ramajes, lucen los claros que apartan sus obscuros troncos;, y entrelazadas sus espinosas cortezas, y a plena luz solar, se deja ver él horizonte lontano. Estamos en la Plazoleta de la Paz. La silueta de la tierra de Tanausú se destaca majestuosa, señalando multítud de penachos, de verdinegros pinos que la coronan; y abajo el bravo mar rizado de espumas, que, indómito, viene a luchar con los guijarros del bajío tapizado de amarillentos musgos. Sus olas moribundas besan las playas taorinas, las playas de Martiánez, las playas de Arautápala. Sobre el gran arenal plúmbeo, indolentes lucen recostadas las bañistas de trajes vistosos y riveteados de múltiples colorines, con cinturones, y sin ellos; ellas esperan sumergirse en las aguas y esperan que el rudo mar las transforme en encantadoras sirenas. Los insaciables paseantes, aguardan hasta tanto que por sus ojos corran las desnudas líneas de los cuerpos contorneados, dentro del bañador ya humedecido; y sierran y abren sus dedos con ademanes nerviosos, imitando dar zarpasos. Insaciables se retiran, casi gimiendo, estos paseantes sátiros. Ellas son aves de paso, ellos pasos de aves... Nada han conseguido. Nada les viene a saciar. Con ver, la belleza no les satisface, y la hermosura produce apetito deleitoso. Son fantasías o locuras de curiosos... Las bañistas gozan de sol. Los curiosos, comentan tanta grandeza, y aquellas, con estridentes carcajadas, deleitanse jugando con las arenas que brillan cual diamantes. *** Desde mis plantas y en declive, parte otra vereda mas estrecha de menos distancia, pero.., que conduce segura a la Cueva de los Guanches, a la cueva a los recuerdos legendarios. Ya en esta lúgubre caverna sólo existen algunos restos de los de nuestra raza, de aquellos naturales - bravos guerreros - , que designaron aquellos lugares para cementerio de sus osamentas. En siglos pasados a esta mansión de los muertos (¡Oh muertos!) nuestros más viejos abuelos, le llamaron Trifés, la Cueva de Trifés. -1-


Francisco P. Montes de Oca y García

Luenga sepultura,.., secreto de las edades,.., yo te respeto, yo te evoco con ideal sempiterno. Y en el sótano, formado por la base de las peñas ingentes, soportes de aquella lúgubre caverna, vive un demente, que no es pescador de oficio, y pesca; y que no es labriego y sabe hacer la labor como un buen hortelano. Su nombre es Laureano. Es un guanche sin serlo, y cuenta cosas guachinescas, que antes de dar su adiós el sol a tan grandioso paisaje descrito, sube hasta la Plazoleta, y en traje casi de Adán junto a mi derecha se presenta; lanzando de mal tabaco bocandas de humo, saludándome muy amable me dice: "¡Un cuentito, un cuentecito le voy a hechar, le voy a proporcionar! Es un romance, que mi abuelo me contaba y yo de él le aprendí." "Mire, mire, son estos versitos, son estos...: " A la fuénte. que entre peñas guarida de miles aves, un día a bebér las aguas sedienta subió Téibales, sin más traje que sus sayas de pieles, muy estimables, sin más tesoro, que un alma nacida en sus patrios lares pura y casta cual el alba que asoma limpia de azares. Y bebió con gran zozobra de aquellas heladas aguas, y en las mismas quiso verse su imagen y sed saciada, más, sin pensarlo, poco a poco fué sintiéndose turbada cayendo al fin en la Charca su cuerpo frío, y sin habla perdido el conocimiento cual si fuése envenenada. ¡Pobre Téibales! • ¿Tú sueñas?Soy el guardián de éstas peñas. La pobre Téibales muerta dé las aves pasto fué, y un zágal desde La Grieta que por sus granados es el pastor dé raza inquieta, cruza, y recoge con fe los despojos que respeta, transportándoles después... después, allá en la quieta cueva guanchinesca de Trifés. ¡ Pobre Téibales! • ¿Tú sueñas?Soy el guardián de éstas peñas. " 2


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*** La noche, en su cortejo de sombras, empieza a cubrir el panorama. Ya los tejados de color rojizo se confundía bajo un encapotado cielo. Continuó Laureano sus endechas con un tono de tristeza, marcado y patético. Continuó las llamadas cosas guanchinescas muy interesantes: " No vayas moza a la fuénte a beber agu de aquellas que las aves diariamente envenenan, ¡Ay, sus querellas en la Charca de la muerte se aprisionan todas ellas! ¡Pobre Téibales! • ¿Tú sueñas?Soy el guardián de éstas peñas desplegadas cual enseñas que de tus huesos son dueñas." No vayas nunca a la fuénte, moza, a la fuénte no vayas que allí, encontrarás la Muerte vestida con otras sayas, no las de Tribales, por suerte esas ya se hicieron aguas!» La noche tendió su negro manto, y al marchar de allí, con fuérte apretón de manos me despido del demente. Las tinieblas cerraron el paisaje. *** Él solitario Laureano – pensé – está tan cuerdo como los muchos que le llaman “EL LOCO DE MARTIANEZ”. Y en la soledad desgarradora de aquellos sitios abruptos, llenos de rumores atlánticos, aquel hombre me pareció la rememoración de la gran raza heroica fenecida.

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Nuestros tipos populares

El loco de Martianez ha muerto 16 de marzo de 1922

Ha dos días, con sol abrasador, respiraba libremente, vivía la viva troglodita, Aquel, que sin ser marinero, que sin ser pescador de oficio, sabía pescar; aquel que, con su raspona, se afanaba en el campo haciendo las labores cotidianas primorosamente. Y salió el gigante muy de temprano, y salió abismada sus hercúleas fuérzas, inclinando la cabeza, antes, tan altiva, tan altanera, para no volver. No... Llevaba sobre sus hombros un taleguillo y dentro, contenía el sustento coidiano, el gofio imprescindible del día. ¡Cuánto luchar para un mal vivir! La Cueva de Martianez quedó solitaria, quedó sin su guanche, ¿Donde ha marchado? *** ¡Oh! ¡no me oyen! ¡ no me escuchan! - Laureano, Laureano..., ¿Estará aún de partida? ¡Oh! ¡no me responden! ¡no me han oido..! - ¿Laureano está enfermo? ¿Qué le pasa al guardián de Martianez? - ¿Dónde esta el loco? ¿Nadie contesta?... Pregunté a una medianera que trabaja el predio bajo, si en lo alto, en la Cueva-habitación del hombre guanchinesco, ocurría algo, y me dice: -- Tienda Vd. su vista a la playa y verá. Ocurre mucho, muchísimo... - ¿Y qué acontecimiento puede desarrollarse en la playa de Martianez? ¿Qué han motivado esos lloros que siento? ¿Cual es la causa?¿Por ventura o desgracia, le ocurre algo al Loco de la Fuénte? - Mire Vd. Abajo, junto a la playa, yace su amigo. ¡Pobrecillo, pobrecillo! Una sombra desconocida y pálida, corrió ante mis ojos y tendí la mirada a aquel punto. Todo fué realidad, todo fué la seguranza de mi pensar en cosas fatídicas. Laureano, yacia muerto y tendido en la arena. Junto a él, el taleguillo heredado de sus mayores, ¡Pobrecillo! ¡Pobrecillo!...

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Hoy, es lunes 6 de Marzo de 1922. Pobre Laureano, pobre guanche de miscuentos. ¡”Este es”! exclamé. ¡Cuidado, no le toquen; cuidado, no le muevan! Rodeado de acompañantes, su cuerpo frió estaba salpicado de gotas de rocío, de lágrimas, cual perlas brotadas por la mar bravia, que ronca, lloraba tanto infortunio; que, ronca, gemía tristemente. El es; él es el guanche que muerto vive aun dentro de mi caldeante cerebro. Su recuerdo, vivirá la vida de mi existir, la vida de mis pesares inauditos... ¡Laureano ha muerto! ¡Pobrecillo, pobrecillo!... Su rostro venerable, conservaba el poco rubicundo color de su pasada existencia, y los rayos solares caldeaban su tez, matizada de pleno por les sales marinera o por el polvo de la tierra ingrata. Parecía estar con ánima, parecía vivir, durmiente, sobre el lecho plúmbeo de las arenillas movedizas, de los terroncillos marineros de Arautapala. *** Ya falleció el gran protagonista de mis cuentos, El Loco de Martianez. Él no me oye, él no me escucha. ¡Oh! Ha dejado su caverna solitaria, ha dejado para siempre la fuénte de las aguas sguss cristalinas; se marchó al Empíreo... Adiós amigo, descansa en paz, que yo seré el guardián de tu tumba, por la que ignoradas gentes pasarán, sin detenerse a contemplarla. Yo te llore y te lloraré mientras viva. Descanta en paz, y álzese sobre las arenas humilde túmulo que perpetué el recuerdo imperecedero de este hombre cuerdo, a quien los muchos enagenados le tenían por loco, Eleven al cielo las almas justas, una plegaria santa y fervorosa en sufragio de este alma inofensiva. *** ¡Señor de las alturas, acoge en tu seno al ser que partió del mundo maleante para gozar de dichas mil en el tuyo, si lo crees de tu agrado!

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El ARBOL SANTO

Mi cantiga a un viejo rey 19 de noviembre de 1921

¡Oh Terebinto! Eres el árbol de la noble estirpe bimbachina. El divino manantial de la peña de ensueños y leyendas milenarias, el de poéticas concejal, el que nacido en ¡a patria de Armiche, con tu néctar, apagarias en hora de angustia la sed a sus solitarios súbditos y luego... el prisionero principe Angerón, dándote a conocer a los hispanos conquistadores, a los que turbaron el reposo y la paz del solar de tu natalicio, por tan benéfica causa, titulándote ÁRBOL SANTO. Parte de tu anciano tronco, tal-vez fuése convertido por promición divina, después de muerta la savia que te vivificara, en efigie sagrada; en estatua de la madre de Dios, de la Virgen y Señora de los Reyes, en el austero retrato que, en aquellos pasados tiempos de bienaventuranzas, luciría radiante hermosura entre las auras milagrosas, quedas y adormitadas, sobre el continuo goteo de tus preciadas lágrimas, sobre tus perfumadas aguas, o bien de tarde en tarde cubriendo cual manto celestial la Alberca Tesoro de ellas, en la piscina salutífera que baña el terruño amado que la tradición rememora y evoca mi sima enamorada por vez primera «EL SEPULCRO DE GAROE».

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En las Cañadas del Teide Investigaciones históricas, genealógicas y terapéuticas

Al Sr. D. Bernardo Benítez de Lugo y del Hoyo, respetuosamente, Entre cerros y barrancos bregando vamos camino arriba, peregrinando vamos poco a poco. Es una tarde de a medidos de Mayo, del Mayo florido, espléndido para investigar cosas del pasado y gozar placidamente. En esta hermosa tarde, contemplamos las diseminadas chozas lejanas, palacios de nuestros forzudos magos, opacas, bajo el tenue brillar de sus hogueras ardientes interiores y de amortiguado fuégo, que se ocultan envueltas por aquel humear constante. Campos y lomas, montañas y bosques, contemplamos atónitos — gratos el mirar—; luce desde aquella oscura hondonada, la silueta del colosal Teide en reflejos y sombras purpúreas preñado; desde este otro cerro, henchido en torbellinos de gasas que le ofrende el húmedo ambiente y en la quietud majestuosa le vislumbramos todo estático, todo sereno. Es él el mismo pico, el mismo Teide, el propio gigante de cabellos plata que nos dice: «Yo soy y heme aquí.» Por cerros y barrancos vamos peregrinando con la idea fija hasta llegar a tocar la cúspide de aquella famosa pirámide... Y ya nos encontramos en las Cañadas. La brisa sutil, lánguida, llega y a nuestros rostros besa cariñosamente. Viene perfumada, trae olores de flor de retama1 y jugueteando nos besa y sigue besándonos... El mar manso en esta tarde, se siente cantador de endechas ruborosas; cobijado en la sombra que proyecta sobre su azul, el de los cabellos plata, o sea «el monte nivariano», cierra—cual si fuése una trasnochadora dama—sus macilentos párpados, para descansar vestido de blancos ropajes sobre las playas isleñas. Cesa la canción y el mar se duerme, las playas le invitan a dormir... Ya se apaga la luz solar. Viene la noche, y acallado el concierto diurno que la música del pájaro azul2 en aquellas soledades tanto embelesa, ya sólo se oye el sutil sonido de las esquilas de los ganados que patean en dirección a sus echaderos y el golpear de la lanza del pastor Isidro. Bajo los retamares, aguarda el peregrino hasta que venga la nueva mañana, mientras el pastor de los caprinos teideanos- rebaños, vela su sueño arrullador por un murmullo de salmodia balbuceante y agreste, que dulcifica en su alma el latente palpitar de su cuerpo, el cansancio y cinesalgia. 1 Genistha Canariensis 2 Fringilla Teydea (pinzón azul del Teide)

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Despierta el investigador caminante y es media noche. El pastor Isidro le invita para que, al nacer la risueña aurora, visite «La Cueva del Hielo», —«EL BAÑO DE FUNES»—, y narrando en amena charla la historieta que en la mente noventona verdegueaba, pudo aquel observador saborearle y, reteniéndola, la transcribe en esta forma: I Después de pacificada esta isla, el general Lugo, con licencia real, dio como y mejor le cupo a sus soldados y a ciertos y determinados Insulares, los terrenos y aguas indispensables para conseguir el manducar cotidiano y sacar de ellos el partido mejor que pudieran; Por cierto que se dice que este general fué más conocido en el país por don Quijada Rota, que por el muy magnífico señor Adelantado, como le mentaban en los papeles del Cabildo Justicia y Regimiento que obran en la secretarla municipal de la ciudad de La Laguna. Uno de estos agraciados, lo fué un tal Diego de Funes, tal vez progenitor del precoz pianista Manolito que hoy brilla por su arte en tierras de Afuéra, allá muy lejos, en tierras lejanas. Diego de Funes, (Bachiller en Medicina), obtuvo en la Orotava 12 caires de tierra arriba de «La Sierra del Agua» y las permutó por otras con Juan Navarro3 a más, 40 fas. en Geneto, que dicen las ocupaba Jorge Sánchez y María de las Hijas y de la mitad de ellas hizo donación al Licenciado Cristóbal de la Cobar. Fué su mujer, Francisca Xinemez de Roxas y durante el matrimonio, procrearon los hijos que a continuación se expresen: Maria di Funes, que testó ante Juan Gutiérrez de Arroyo en 6 de Febrero de 1593; doña Beatriz de Funes, Violante de Roxas, mujer de Juan de Móntesa; Don Melchor Baltasar de Funes, quien vendió bienes a Juan Fernández Lozano, por ante Juan Benítez Suazo, en 1594 y testó ante Tomás de Palenzuela y doña Isabel que murió soltera y otorgó su testamento en 1578 ante el escribano Juan Nuñez Jaimes, de quién parece fué su familiar el Licenciado Pedro Pérez Romero, abogado de la Real Audiencia de estas islas, personero general de Tenerife en 1586. 4

Casó este abogado con doña Bárbola de Céspedes, hija natural de Diego Yanes de Céspedes, continuo de la Cámara de S. M., viudo de doña Francisca del Hoyo, cuyos padres los fuéron: Hernando del Hoyo. Caballero de la Espuela Dorada, y doña Maria de Abarca. La doña Bárbala, dio a sus hermanos, Diego y Francisco la posesión real de los tributos que poseía ante Juan Benítez Suazo en 15785 y en unión de su esposo, otorgáronle a Antonio de Roxas poder como heredero de Baltasar de Funes ente Bartolomé de Babrexas, escribano publico de La Laguna el año de l6066. En este mismo año y actuante, pasó la transacción de tierras y otros bienes

3 Libro 4º original de datas, cuaderno 4, foja 40; cuaderno 11, fojas 3 y 4; Libro 1º por testimonios, fojas, 180, 225, 269,

348, 358, 370 y 270. 4 Año de 1533, folio 436 5 Folio 347 6 Folio 213

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con el propio Antonio de Roxas y en el de 1638, el testamento de una Francisca de Funes protocolado en el oficio de Antonio Alonso Argüelles. Cuatro fuéron los hijos del Licenciado Pérez Romero y de su consorte doña Bárbola: 1º don José Romero de Céspedes, 2º don Joaquín Romero. Ve. Beneficiado de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de La Laguna por los años de 1622 al 39, 3º doña Juana Romero, consorte del capitán Francisco de Porras Sarmiento, hijo de Lucas y de Leonor, con dote en 1599 y aprobación del mismo ante Gutiérrez el año de 1617 y 4º, el capitán don Rafael Romero, marido de doña María de Fresneda y Alarcón, hija del capitán don Pedro de Fresneda y de doña María de Alarcón y Peña, nieta materna del general de la Armada de Bervería y regidor de la isla de San Miguel de la Palma, don Luis Orozco de Santa Cruz y de doña Leonor de la Peña y Alarcón. De este don Rafael y doña María nacieron: doña Juana, doña Rafaela y el capitán don Pedro Romero y Fresneda, Alcaide del Castillo de San Juan de Santa Cruz de Tenerife y Regidor del Cabildo insular durante el año da 1669 y en el de 1673. II El mentado Bachiller en Medicina Funes, en su tiempo fué el primero de los patricios tinerfeños, que soñaron en su porvenir, en una fuénte de riqueza, en un búcaro de abundancia para esta isla, supuesto que como condueño del Pico de Teide—, por compra hecha a Diego e Inés de Mesa, en 31 de Octubre de 15487 en cuyo documento se dice que su hermano Lope de Mesa le vendió la otra parte a Francisco de Mesa en el de 15378 —, trató de explotar la mina de azufre que contiene el cráter de este famoso volcán, reducida a 300 pies de diámetro, por 100 de profundidad9. Arriba, al pie del pico, aún se conservan las ruinas de un horno que antes llamaban «de Funes», dentro del que, con frecuencia, apañamos los ganados, sirviéndoles de amplio Cabuco y en derredor del cual nace, toda lozana, la inocente violeta10 la que tanto le agrada contemplar el curioso excursionista que anualmente pasa por aquí. El negocio del azufre no le dio resultado al Bachiller; éste emprendió seguidamente el de la saca de piedra de pómez que fué también un fracaso que contribuyó a acelerar el mal que padecía, con este nuevo revés de fortuna. Es fama que el tal Funes, sufría de la enfermedad la lepra elefanciaca, y que sanó totalmente, tomando semanal un baño en «La Cueva del Hielo», a más espolvoreándose con azufre y bebiendo de quince a quince días, una dosis de polvos hechos de la raíz de la violeta del Pico con un poco de vino blanco añejo, permaneciendo en estas Cañadas largo espacio de tiempo y gozando de estos aires y de sol, que tanto fortalece a nuestros cuerpos. 7 Ante el E. p. Rui García Estrada 8 Idem el ídem Diego Doniz 9 Tom. IIº del Diccionario enciclopédico de la lengua Española ordenado por D. Nemesio Fernández Cuesta: Madrid 1867 10 Viola Cheinvantifolia descubierta el 26 de Agosto de 1724 por P. Feuillée.

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No bien había terminado el pastor Isidro la historia atrás narrada, cuando las cabras blancas le llaman; él se acerca, y después de un largo tiempo, reaparece con una de sus predilectas, de la cual ofrece al caminante un jarro rebosando de espumosa leche, que acepta y le sabe a gloria. Y era la hora de partir. Los dos vivientes se preparan, emprenden la marcha y, remontando la altura, de un santiamén llegan a «La Cueva del Hielo». La cabra le seguía al pastor sus pasos, y le seguía haciendo piruetas, dando saltos, dando brincos... Y estamos en la boca de su entrada. Esta bellísima caverna, solo conserva en su seno aguas, aguas-lágrimas, aguas-plata, aguas-perlas que destila dentro de ella las frescas pupilas, los húmedos cabellos del viejo pero viril y fogoso Echeyde, transformadas allí en heladas y alabastrinas estalactitas que dan un aspecto arquitectónico de palacio encantado, de morada de hadas mitológicas. Ya la diadema que orlaba los apriscos del orificio de entrada de la célebre Cueva del hielo, colocada al pié de un gran picacho bastante visible para servir de marca, tanto más cuanto que ni la antigua Cruz de madera, ni el árbol Central que de tal servían, existen ya en dicho sitio11 , solo para bajar a su fondo han puesto los neveros moderna escala, rústica escala de pino, desde cuyos peldaños vemos el interior de aquella alberca recordando que allá fué el medicinal baño del leproso Bachiller médico don Diego de Funes. Esto, es todo el esmalte digno de mencionar, recogido durante nuestras investigaciones históricas, genealógicas y terapéuticas efectuadas en las Cañadas del Teide, en estos grandes predios valutos, que la natura les tiene reservados para que en tiempos no lejanos sean ellos engrandecimiento y emporio de una positiva riqueza del archipiélago canario. Pero aún no hemos terminado. Nuestro regreso al hogar domestico fué tan feliz como la peregrinación científica a las Cañadas. Ya a solas en nuestro aposento y tomando en consideración la tradicional noticia que nos reveló el pastor isidro, de que los polvos de la violeta del Teide, suministrados en vino, contribuyeron a curar la lepra de que padeció el Bachiller en Medicina Diego de Funes, y de, que ellos pueden ser un eficaz remedió— puesto en práctica por los pacientes—, nos apresuramos a copiar a continuación lo que tal vez ignore el público fué inserto en el periódico médico de Londres titulado “La Lanceta”, debido a la pluma de Daniel Fretio, desde la isla de San Tomás, Febrero 6, da 1835, que tiene mucha relación con lo que anteriormente hemos referido y cuya traducción literal es como sigue:

11 «A través de Islas Canarias», por don Cipriano de Arribas y Sánchez pagina 111

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«Cuichunchulli es una planta indígena de la América del sur y un especifico para la cura de la lepra elefanciaca. Es conocida por el nombre arriba citado de los habitantes del Perú, conforme a una obra titulada «La historia de Quito», escrita por el Abad Velasco, el nombre de la raíz, traducido literalmente, significa «entrañas del marrano de Guinea». El Abad se vio detenido para publicar esta obra en sus días, consecuencia del estado de los asuntos políticos de España en aquellos tiempos; mas después de muerto, calló en manos de un judío (verdugo de Velasco); que la llevó de Italia a Bogotá, y la dio a un señor Modesto Larrea, quien se supone habrá hecho se imprimiese y recogido algún provecho o recompensa que habrá resultado a favor de los naturales beneméritos del Río Bamba». « El Abad menciona en su obra que esta planta, de filamentos blancos con apenas alguna hoja, crece por debajo de los riscos en puntos fríos y brumales, fuértemente agarrada al suelo. Un judío dice en quien estaba labrando esta enfermedad se vio abandonado de los médicos en la ciudad de Cuenca, después de muy larga asistencia, cuando un judío que había oído hablar de este caso, aconsejó y suministró al enfermo dos adarmes de la planta en polvos dentro de un poco de vino, preparándole contra los efectos tan poderosos de la medicina, que en efecto le purgó y le hizo vomitar copiosamente por espacio de veinte y cuatro horas, y le redujo a un estado de debilidad y enflaquecimiento extremo. Pocos días después, sin embargo de esto, todo el cuero de su cuerpo cayó en pedazos grandes y los síntomas del mal desaparecieren completamente». «Habiendo sido referido este caso por un domiciliado en Quito a un joven médico de Bogotá, en 1826, le vino al instante el recuerdo de una planta que los habitantes de Popaya llamaban Cuichunchulli, muy parecida a la violeta, y la que los doctores allí tenían costumbre de suministrar a los niños que habían sido lactados por las madres o nodrizas en estado de preñez. No hay duda que es la misma planta que Velasco recibió de Popaya y suministraba a los enfermos tocados de la lepra elefanciaca principiando por pequeñas dosis y aumentándolas gradualmente hasta treinta gramos. Una mujer del mismo mal, hizo ensayar este remedio y los resultados fuéron la desaparición completa de algunas de las ronchas y «una considerable minoración en las demás. Las ulceras, así mismo, se mejoraron bastante; mas, no pudo obtener jamás una cura radical; si esto debe atribuirse a poca cantidad que tomó o a la persona que le asistía que dejó de suministrárselo debidamente, no sabemos. La Cuichunchulli, pertenece a la clase de las rubiáceas del género viola, muy parecida a la hipecacuana». Y vamos a terminar este trabajo de investigaciones, en el que hemos expuesto al público las excelencias que nos brindan las Cañadas, las súper climatológicas llanuras que en el mundo no tienen rival, no pudiendo pasar desapercibidos, sin hacer un recordatorio a las entidades o Corporaciones constituidas y a cuantas personas de valía conserven amor a las cosas patrias, a fin de que muevan y recaben con toda urgencia del paralítico Gobierno de la nación, sea presupuestada la total cantidad para la carretera de Orotava a Vilaflor, y el ramal imprescindible que pueda enlazarse con la del Teide; sea declarado este volcán activo y sus alrededores, Parque nacional, y se fabrique el Sanatorio en embrión, incluyendo en el estudio del mismo un pabellón para elefanciacos.

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En esto estriba el porvenir de nuestra isla, tesoro que aún está por explotar, filón de oro con el cual puede desarrollarse y tener base firme el cacareado turismo canariólogo.

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Canción de cuna Permítame admirada amiga, la señora doña María Zerolo de González Gamargo, en aceptar estas pomas literarias y genuinamente históricas, que le dedica su autor, como signo de homenaje a las santas virtudes de que está dotada. Hay para mi, y le conservo en el alma, un supremo encanto, un recuerdo de dulce envelezo, de clara pureza, que me hace volver a la nueva vida, a pesar de que, de niño, forjara una primavera de color de rosa, la que, poco a poco y como ensueño infantil, se fuése deshojando ilusoriamente. Ese recuerdo peí dura, subsiste, no ha muerto. He llegado a mi otoño y el candor de aquella sonrisa me conmueve grandemente, elocuentemente... Inmensa alegría, floreciente primavera, renaciente otoñal, en el que la lírica armonía de una boca perlada, de una boca maternal, blanca, fresca y de áureos perfumes embalzamada, parece acercarse a la mía. Ni los poetas tejiendo sonetos y madrigales, con sus rimas cadenciosas la igualan a aquella, sí, a aquella "Canción de Cuna" que, henchido de emoción, el númen de la que me dio el ser, mi vieja, mi madre, nimbara con su argentina garganta. La edad del beso y de las caricias, hoy viene a mí, y viene pura y fresca de inocencia, cuajada de infinitas melodías. Ella es consuelo, ella es dicha..., ella es todo un amor maternal... A veces, le preguntaba enternecido a mi vieja: -¿Madre, y quién te enseñó a cantar esa hermosa canción? Y ella suspirando me contestaba: —Qué, te agrada, hijo mío; pues,... ella, ella, es la misma que me cantaba tu abuelita...1 -Es el indígeno "arrorró" 2 , el campestre canto con que las madres hacen adormecer a los inocentes, a los niños, a los pequeñuelos llorones, a sus chiquillos de pecho...3 -¿No oyes?- me dice -, como no hay quien acalle a tu hermanito? ¡Qué impertinente está!; pues ahora, ahora verás. 1 Falleció de edad bastante avanzada, y durante los años que convivió en nuestra compañía, nos refería añoranzas del pasado, "secretos de la raza", los que, como oro de ley, guardamos en el mejor yojero de apuntes estimables. 2 A la tórtola, (turtus ácritus), le denominan indistintamente los campesinos de Tenerife— "Arrullona" o del 'Arrorró"—, tal vez, atendiendo a la modalidad de su canto. 3 Sentimos en extremo no poder publicar aquí, y en nominada solfa, la melodía de esta música indígena, la que, en clave

de "sol", tono de "mi" bemol mayor y el compás de 3/8, le conservamos. Ella es del sabor popular, negándole originalidad, por decirlo así, al moderno "Arrorró". - 15 -


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Y comienza a dar columpios acompasados a la cuna del "nene", y a boca cenada, en suave adagio, pero lángido, con honor de introducción y murmulleando, hacer salir de su garganta el lamento adormecedor de... "¡Ah..., ah..., ah..., ahaahá...!" para luego, seguidamente, cantar: "Arrorró" mi amor chiquito No llores que viene el "Coco" Que se llevará prontito Los "nenes" que duermen poco." "¡Ah..., ah..., ah..., ahaahá...!" *** La negra parca entró en hora memorable por las puertas del hogar de mi natalicio y, el autor de mis días, dejando la materia en este mísero suelo, su espíritu, le dio al Creador; su alma justa subió a "lo Alto". Pobre y viuda mi madre, ella nos cobijó bajo su santo regazo "a todos",- como la bíblica paloma a sus hijuelos - , dándonos calor, vida; mi vieja, adolecida por su constante sufrir, instóme en hora venturosa, a tomar compañera - dechado de mansedumbre y cristiana a toda prueba - y de la Casona, con este nuevo ángel y en nombre de Dios, poco a poco fué despejándose la congoja que le envolvía, que le agobiaba Entró en buen hora la dicha, cesó el llanto, terminó el infortunio... Luego, vino un hijo, otro, más y muchos; nadie había nacido enfermo, nadie se aquejaba, nadie fungía el rostro en el espejo de las tristezas. Todo radiaba en alegría; - dadibosa gracia del Cielo nos había caído como maná sobre nuestro hogar. Pero... una noche,... ¡Qué noche aquélla! ¡No lo quiero recordar!; una noche, mi vieja, oyó llorar a mi idolatrada "Lala"; parece que un algo en su cuerpecito alabastrino le dolía; en aquella noche, no quedó remedio que aplicarle de medicina casera (cocimientos de hierbajos), - de esos de que se valian las madres de antaño para conseguir el saneamiento de sus hijos - , y todo fué inútil; mi "Lala", la enfermita Candelaria, la princesita más bella que en tierra; nivarienses, que en tierras de "guanches" ha nacido, seguía llorando y más llorando. ¡La niña lloraba mucho! ¿Qué hacer? ¿Con qué acallarle?; nada, nada, - dijo mi madre con espíritu de visionaria - ; aplicarle la mágica tonada, y comenzó a tararear... "¡Ah.,., ah..., ah,.., ahaahá...!" Movió suavemente con sus pies la cuna y continuó: "Cállate princesa amada Que tu madre no está aquí Ella fué a Misa rezada Y muy pronto ha de venir" 16


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- Ves, me dice; la "Lala" ya se ha dormido; - "Ah.... ah,,,, ah..., ahaahá,,,!" - Ves qué pronto cesó su dolor, pues así, así mismo, yo te dormía, yo te cantaba, yo te besaba... *** Y la edad del beso y de las caricias, hoy viene a mi, pura y fresca de inocencia, cuajada de una melodía infinita... La edad del "arroró", revive en mi ser, a pesar de estar en el otoñal de la vida, deshojado de toda ilusión. Y vivirá por siempre, por siempre jamás,.. ,sempiternos... Ese recuerdo supremo, ese..., es la "Canción de Cuna", ese..., es el "Canto maternal", el "¡A-rro-rró!"... Toscas de Barroso, Santa Úrsula, Marzo de 1933

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TRADICIONES PORTUENSES

El primer pirata (MARTIN YANES)

Al M. I. alcalde de mi pueblo natal, don Juan González Sanjuán, afectuosamente. I Martín Yanes, había tomado a censo enfréntico, al Regidor del Cabildo tinerfeño Franchi Alfaro, es la “Caleta del Pozo” todo lo que fué propiedad del Conquistador Lope Gallego, en unión de su yerno y protector Juan González. Se componía la heredad de unos fuértecillos plantados de viñas y alguno que otro árbol frutal, con riego de una fuénte, la que mandaba sus aguas puras al estanque, único fabricado con mezcla de arena y almagre que aún existe en este predio taorino. Como la rústica finca carecía de vivienda y aquel pareja le serviría al González para desarrollar sus planes - forjados de antemano - hizo construir una, y luego, en lo empinado del coronamiento de la “Huerta de la Pedrera”1 otra, más pequeña, a manera de garita para desde ahí poder vigilar las naves que a las playas contiguas pudiesen arribar en su día. Juan González, parece no tenía aun completos todos los objetivos necesario para dar comienzo a su soñada empresa, cuando silenciosamente, dentro de la heredad, construyó con su suegro Martín Yanes una embarcación y terminada que fué, ambos, casi a diario se hacían a la mar para aprender cuento en ella encantaban, valiéndose de sus hercúleas fuérzas y del parque de armas de buen temple de que disponían. Y cuentan reviejos lobos marineros que en pocos años, el González quedó repleto de dinero y compraba una de las escribanías públicas de la Orotava y que su suegro Yanes siguió pirateando como y mejor le era oportuno hacer de las suyas, en cuya pingüe faena llegó a ser un consumado maestro, ocultándose para ello en su guarida – cuando en malos tiempos corrían - allá en la bahía “Cueva del Almagre”. 2 II Martín Yanes al separarse de su compañía Juan González y tener a sus servicios dos prisioneros negros – madres e hijos -, perdió casi por completo sus deberes familiares. Su esposa, con los malos tratos que recibía, llegó a trastornarse el juicio - quedó casi loca – pero una loca con locura de amor hacia su marido, hacia aquel hombre que , al bien le infundía respeto, miedo, terror, le enamoraban sus valentías, su ferocidad, sus guapuras sobrenaturales. La esposa de Martín Yanes era una errante peregrina de las playas de Arautapala... 1 Hoy se conoce por “La Madre de la Negra” 2 Es digna de visitar esta caverna, de la que el fotógrafo don Ruperto Armas ha hecho una bastante interesante.

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Mas, la negra vieja, cuando el pirata salía a raññar, ya subía al garito 3 o estática en la mole de “La Rajera” 4. Ella vigilaba a su amo, ella lloraba amargamente al cerrarse la noche y no avistar si retornaba al hogar el cortejo de su hija Paula... En uno de los días variables del mes de Septiembre; en que el mar de la rada daba ronquidos como el propio demonio – según expresión marinera – y castañeteaban las olas en el “Bajío negro” cual si fuése el infierno5 la loca mujer del pirata rezaba el santo rosario, puesta de rodillas sobre las más alta peña de aquellos diabólicos arrecifes6 pero...¡oh, desgracia! Allá, con la quilla al sol, dentro de la ensenada de la “Caleta del Oro”, se divisa el barquichuelo de Martín Yanes, quien lucha cual titán por salvarse de las olas furiosas de la mar taorina que baten en la rivera. El trata de tomar la playa, pero un torbellino del viento estridente le alza y luego le hace hundir en las profundidades del insondable abismo... El pirata despareció y su nave era juguete de las olas. ¡Oh inaudita fatalidad! Ya Martín Yanes había perecido ahogado. III Pasó la noche triste , recorriendo los bajíos y arenales la loca mujer del pirata. Nadie pudo consolar sus desventuras, ella lloraba mucho... Muchas lágrimas derramaba... De la cuaquina costa, la vieja negra prisionera y su hija, ya había recogido el cadáver de su amo y desde temprano lo tenían amortajado sobre el lecho marcial tantas veces manchado imprudentemente por el finado. De pronto se presenta en su casa la inconsolable esposa del muerto y acercándose al frío cadáver le estampa un ósculo de perdón, el propio tiempo que sacando de su seno un afilado puñal, corre tras la vieja africana, le quita la vida para siempre y arrastrando el cuerpo aún caliente por aquellos andenes y senderos decide así mismo darle sepultura en la “Huerta de Pedreva”, que era sitio bastante oculto y de colmada tierra. Espantada por el crimen cometido, la loca esposa del difunto pirara huyó hacia la casa de su yerno Juan González, en el momento preciso que la hija de la asesinada negra, temerosa de aquella soledad y pérdida de su amado, se ahuyentaba del sitio y corriendo por el barranco arriba de Cuaco7, dobla la “Hoya

3 Aún subsisten las paredes en pie de este edificio. 4 Hecho el desembarcadero, la mole de “La Rajera” quedó formando base del mismo, y si bien en aquellos tiempo, se

llamaba así, después tomo el de “El Penitente”. 5 “El Infierno” es una especie de caletín que existe bajo el ex convento dominico de San Pedro González Telmo. 6 Este peñón quedaba contiguo al de “El Penitente” y desapareció con la construcción del desembarcadero ya citado. 7 Hoy es conocido por Martianez todo el litoral marítimo y terrestre.

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del Guanche”8 y bajando a la “Caleta del Rey” va a hundirse en el “Charco de la boca del puerto”9, pereciendo ahogada casi instantáneamente. Juan González con otro hombres de su misma calaña, transportaron a la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción de la Orotava el cadáver de Martín Yanes, y en ella se le dio sepultura; y al de la negra concubina, no fué posible encontrarle. El mar se encargó de guardarlo para siempre... La tía Paula pagó caro sus desvarios... La tradición no aclara si el escribano Juan González, yerno de Martín Yanes, hizo arrepentimiento a la hora de su muerte, que fué en edad avanzada, en bien de su alma y de si procuró, durante su vida, por las ya perdidas; lo que cuenta, y creen como cosa cierta chochos ranilleros portuenses que, a media noche y por el mes de Septiembre, cuando se dedican a las faenas de pesca, ven bajar por el cauce del barrando una gran luminaria, la que, pasando sobre las aguas de la Caleta, se hunden frente por frente a la “Laja de la sal”, y que, al instante se oye la voz del hombre, recia, trémula y grave que grita y vuelve a gritar... ¡Marineros que pescais!... Malditos fuéron mis planes, Os pido que por mi resais Que aquí se ahogó Martianes.10

8 Hemos podido saber que no es otra que la calle de la Hoya. 9 A la izquierda entrando del muelle viejo existe aún este lugar que los marinos conocen por “El Charco de la tía Paula”

(concubina de Martín Yanes). 10 De Martín Yanes unióse y formóse el nombre que pronunciamos Martianes.

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Un viejo castillo En la desembocadura del barranco de Taoro1 , sobre plúmbeas y potentes rocas que junto al mar se alzan con gesto triunfador, manchados sus arrugados paredones por zumos salitrosos, encontramos un recinto heroico, que ha cerrado para siempre su portalón de entrada a toda contienda belicosa. Artillado en su fundación, hoy ni siquiera una férrea bala guarda en su seno para muestra; la fuérza de que gozaba le truncó, en mal hora, cierto decreto antidinástico, y caído y sin giro los ejes del pesado puente que antaño, anocheciendo, era elevado por medio de broncíneas cadenas a la voz de mando de un sargento de Milicias provinciales, en tinieblas lleno, cual aterrorizado fantasma, se presenta a las gentes pescadoras y caminantes que frente a su cara y a diario parar pretenden. Ya sobre la cumbre de su enana puerta no luce el escudo de armas rematado por corona mural, representando la voluntad del fundador del pueblo2 y que tan guardado estaba dentro de una hornacina - para señalar a las generaciones portuenses que la población que se llamó "la llave de la isla"3 jamás se apartaría del Signo de la Redención y que "con esta señal vencerás" - , ni por sus troneras ya se ven aquellos cañones temidos por los piratas. Los cañones han desaparecido, no vomitan fuégo, balas, granadas... ¡El viejo castillo ha quedado desmantelado y sola presta albergue al enterrador de los muertos!... Por sobrenatural esfuérzo en tenerse en pie, talmente nimbado con sus pasadas glorias, puede ofrecer ejemplarísimo modelo de hispana arquitectura del siglo XVII, quejándose de ser abandonado, pero ansioso de volver a tener dentro de su seno la pujanza perdida, tensa y renovada con toda fortaleza. ¡Quiere alzarse! ¡Quiere hacerse fuérte!4 ¡Quiere hacerse joven, ¡muy mozo!... Sus almenados parapetos, la acción de los tiempos, las aves nocturnas y reptiles los han derruido, y el polvo que cierne sobre la romboide plataforma que 1 Hoy es llamado de San Felipe, La Plataforma fundada por Lutzardo de Franchi, sirvió para edificar el Castillo por los años

de 1650 a 51. 2 Antonio Lutziardo de Franchi, regidor del Cabildo tinerfeño con orden expresa llevó a efecto el acto de 3a fundación de

este pueblo, el día de los Santos Reyes del año 1604. 3 Así se titula la Real Cédula de nombramiento de Villa de la Orotava y su Puerto. 4 Notables son sus sótanos y calabozos, las arquerías de construcción.

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sostuvo las cureñas de sus piezas guerreras, parece exaltar sobre su visionario romanticismo.5 ¡Parece querer pedir a grandes voces su perdida mocedad, pedir bríos, pedir...! Triste y friolento, tiene por vecino a un Cementerio católico, y a sus plantas, los arrecifes del mar, al choque de las olas enfurecidas, le estremecen y, con coraje, hacen avivar algo en su tibio espíritu.6 ¡Oh viejo centinela solitario y triste! ¡La nativa musa te ha consagrado un salmo recordatorio, un canto vivificador a tu memoria perdurable! ¡Castillo de San Felipe, Centinela y Patriarca! Tú no has muerto; Eres consuelo de la estirpe, Heredero y Monarca De este Puerto. En tus garitas ya el soldado isleño no monta guardia; el farol de la retreta no llega a tus murallas consumiendo el aceite de pescado que los :marinos por obligación tenían que vender a sus alcaides y castellanos; todo ha pasado, todo ha desaparecido... 7 ¡Cuánta mudanza en tus centurias has contemplado! ¡Has vivido tanto! Y si a pasadas glorias unimos los innumerables auxilios que has prestado bajo las bóvedas de tus cuadras y dormitorios, en épocas presentes - y por acoger centenares de damnificados, con motivo de las inundaciones y epidemias que han sufrido los moradores de este Puerto8 - , muy obligados estamos para que, con caracteres de fino y bruñido oro, inscriban en la ejecutoria de tus nobles y heroicas acciones los títulos a que eres merecedor y con justicia se te puede llamar "Viejo Castillo, Benéfico y Hospitalario". 9

5 Desde el corredor que sale fuéra de sus dormitorios se puede contemplar una hermosísima vista panorámica que abarca

toda la zona marítima del Distrito, comprendido de la "Punta del Viento" a la de Teno. 6 En el Camposanto se empezó a enterrar los cadáveres pertenecientes a los muertos católicos en el año 1811. 7 Los Gobernadores de las Armas eran elegidos por todos entre la nobleza del país canario. 8 El Ramo de Guerra cedió en usufructo al Ayuntamiento de este Puerto esta fortaleza según R. O. De 29 de julio de 1891. 9 El Pendón que antiguamente en las funciones de la Santa Cruz presidía al Consejo Municipal, era conducido por el

teniente de alcalde Castellano del fuérte de San Felipe, escoltándolo un piquete de milicianos del arma de Artillería, desde la Plazuela Concejil la parroquia. 22


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El pulpo-policía A Don Amaro Riverol, anciano marino, capitán de puerto y comandante militar del trozo de Orotava, que, en un tiempo, llegó a ser alcaide del Puerto de la Cruz, conservó hasta la hora de su muerte la gran memoria que Dios le dió. Cierto día, hablando de cosas preteridas, con razón se lamentaba; «Todo lo antiguo se va derruendo; todo lo antiguo, que es lo que evoca el recuerdo grato de lo pasado y nos proporciona las emociones más intimas en nuestras almas, toma el rumbo de desaparecer.» Y entre el arsenal de curiosidades que poseía frescamente en su privilegiada maza encefálica, brotó una, la que desde niño le conservo, y como ya voy para viejo, tengo por debilidad de que, antes de achocharme, darle a la luz pública. Allá vá. Habla el viejo Riverol: I «En el bajio de arriba, el de San Telmo, y a la terminación de la playa de este nombre, está, como todo porteño sabe, la Charca de los Linaderos.»1 «Por esta Charca, hace algunos años, unos ingenieros ingleses opinaban se debía de trazar el muelle del porvenir para todos los pueblos del distrito de Taoro y capaz de servir a toda importación y exportación de mercancias pues, siendo yo alcalde de esta población, ayudé muchísimo, como autoridad y como náutico, participándoles a aquellos técnicos mis opiniones sobre las formas en que debían de hacerse los proyectos.» «De estas observaciones, mi amigo don Benigno Carballo Wangüemert, en su obra «Las Afortunadas, viaja descriptivo a las Islas Canarias»2 páginas 139 y 140, se ocupa, y no dudó de incluirlas como nota, en la forma siguiente: «No no soy el más competente para, fabricar planos de obras de este género, pero debo a un entendido hijo del país una observación que no dudo someter al juicio del lector, Hay un punto, denominado Martianez, en donde la construcción de una muralla de 600 metros bastaría para resguardar el puerto de los vientos del O., N. O. y N. que son los de travesía, encontrándose al abrigo de los demás vientos por la configuración de la tierra. Esta obra tendría en su favor una gran abundancia de 1 Desde antiguamente se abría el tino por este sitio. 2 Madrid, 1862.

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materiales para la escollera en sus mismos contornos, al paso que podría servirle de cimientos un bajío de cerca de 400 metros, con metro y medio de agua, poco más o menos. Este bajío es el de la playa denominada de San Telmo, el cual finaliza en donde deberla construirse dicha muralla, y tiene a su continuación hacia las laderas de Martianez un hermoso fondeadero de arenas, susceptible de ser ensanchado cuando se quiera. Repito que no me atrevo a juzgar acerca de la obra, y que me ha comunicado esta observación un hijo del Puerto de la Cruz.» «Ya esto, que Carballo Wargüeírert se apresuró a poner en letras de molde, hoy por experiencia añado: Sobre el citado bajío, hasta los riscos de La Restinga, bien mazizado y con su muralla cernistente al frente de iguaí elevación que la ya referida, se debía de construir un terraplén propio para (instalar almacenes y puestos de cargas y descargas, pudiendo ser factible hacerse desviar, por medio de un túnel subterráneo, el barreneo de Martianez3 hacia la Charca de los Linaderos, dejando franca la playa en que desemboca aquel, a fin de que sirva ésta de varadero a les embarcaciones menores.» II «Pero es el caso, que en el año a que nos vamos a referir, ¡1858! era primer teniente de alcalde de esta población el Sr. don Francisco Luis Calderón de la Barca, Caballero profeso de la Orden militar de Alcántara y da las nacionales de San Fernando y San Hermenegildo, condecorado con la de Lis de Francia y otras distinciones, coronel de Caballería retirado y cojo por añadidura, quién tenía por costumbre tomar baños de mar por esta charca durante los meses de Julio y Agosto ,acompañado de su vieja sirvienta seña Maruca la coronela4, y en uno de esos meses, ambos se fuéron a aquel paraje donde un chicuelo aprovechando que ellos se encontraban en el agua, le sustrajo a don Francisco su bastón de mando, mejor dicho, el sostén de la inutilidad, en extrema risa, del legitimo pariente del gran poeta de tan célebre apellido5. «Y tuvo que regresar a su casa el don Francisco apoyado del brazo de la coronela, y en vano encontró el menistro. —Antonico Martín—, 6 el bastón de su superior gerárquico, pues el pícaro chicuelo que lo había robado, en la retirada de ambos de la playa, le ocultó en un covacho que está a la margen del poniente de tal charca. III «A la mañana siguiente, parece ser que unos marinos mariscadores corrieron alarmados a dar parte al primer teniente alcalde, de que cierto chicuelo se encontraba preso de ambas rasnos y medio ahogado por un pulpo en el bajio de arriba y que viniesen pronto a ordenar se le sacase aquel sitio antes que la marea llenase».

3 Antes Cuaco. 4 María Carmen Orta y Calzadilla. 5 Era de caña de indias, con puño y regatón de oro. 6 Portero del M. I. Ayuntamiento.

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«Allí acudió D. Francisco, la coronela y el menistro, como también los marinos, a quienes le facultó su señoría para que, adelantándose, salvaran al sujeto en peligro, y éstos, provistos de fijas y bicheros, cazaron al pulpo, librándose de perecer anegado». «Dicho molusco octópodo, traía enrredado en sus rejos, el bastón desaparecido7 ». «El tamaño de este pulpo, era casi igual a la altura del ladroncillo. Su cabeza lucía mayor que la del que gastaba gorra en Vez de sombrero; era una señora cabeza, con más casos que la vana del chicuelo...» «Y que feroz estaba D. Francisco...» «El menistro trató de conducir a la carcel al ladronzuelo instado por D. Francisco, pero la coronela se opuso, diciéndole a su amo.» -«Dejad, mi Sr., en paz a ese monigotillo, que bien caro ha pagado su travesura; dadle como propina el pulpo—policía, y de castigo, que coma carne de tan exelente opresor.» «Don Francisco, movido de compasión, concede la gracia pedida por su humanitaria sirvienta y desde aquella fecha los pescadores y cogedores de mariscos, bautizaron a la famosa Charca de los Linaderos con el nombre de CHARCO DE LA CORONELA. «Y el coronel retirado, se retiró con su bastón, con su coronela y diciéndole al monigotíllo....» - «En la mar el pulpo agarra—, a lo que contesta el rapáz.» - Lo hace mejor que un menistro (como que sin ser chupadera del Monecipio se las gasta de primera); ¡tiene chupadera8 y de las buenas! Mejor que las de un guindilla.9 ¡Este si que es un gran policía!

7 Véase, Legajo núm 13 1er. inventario, Archivo Municipal, documento núm. 13, (Acta de entrega de bienes a D. Pedro de

Ponte, que dejó a su óbito D. Francisco, en poder de D.ª Isabel Distón del Alamos) por el comandante militar de este Puerto, Don Genaro Valmaceda, en 23 de Junio de 1866. 8 Los tentáculos. 9 Policía, guardia o Celador.

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El robado Para el presbítero don Manuel Díaz Pacheco, conocedor del sitio del que trata este relato. Aún conservo en mi memoria esta frase: “En Cuaco hay brevas”, “brevas hay en Cuaco”, la que, dicha de una a otra forma, fué oída siendo niño de labios que jamás mintieron1 (1) y la que, más tarde, vino a satisfacer mi curiosidad, en explicación categórica hecha con pelos y señales por la vieja medianera de Malpeis Alto, una tal cha Cecilia Amador, persona que sabía el por qué de ella, y aplicarle, si era menester, cuando llegase el caso. Y parece ser, que allá en los años que anduvo por el mundo, mejor dicho, que durante los soles que tuvo de vida “Tía María Castaña” cuidaba de todo el Malpeis de Cuaco o Monte Miseria hasta el Callejón del Risco de Oro, en que termina el “Vulcán de la Corte”, un labriego, hombre recio al trabajo, muy madrugador y de un genio tan grande, que jamás se le vio con nadie chanciar ni menos por gusto arrearse. Este labriego se llamaba cho Patricio. Así le contaron a cha Cecilia sus abuelos, cuyo relato es como sigue: I “Como todo terreno de vulcán. Este lo fué de piedra riquemada e indino, tan pior, que poco se podía aprovechar de él para sembradura, por lo que cho Patricio habló con el amo que era un caballeo mayurajista muy felicoso2 y consiguió el permiso necesario para soribarlo. A los pocos meses, metió mano, arrancó infinidad de cardones y tabaibas, plantando en su lugar gran número de puyas de higueras, a las que diariamente atendía con esmerada solicitud. A su tiempo, de aquellas puyas se formaron árboles y estos dieron abundantes frutos, por lo que el cho Patricio no perdía momento en sitio ni lugar, que, públicamente, dejase de ponderarías brevas de Cuaco, que habían nacido tan grandes como/ jormas y de un saborcito a almibarado malacotón palmero. Pero… el diantre, que siempre mete la pata en todo lo güeno, hizo que la fama de las brevas llegase a oídos de cierta clase de sarapicos (así llamaban a los

1 Don Wenceslao Luis Delgado, distinguido patricio y alcalde que fué de esta población. 2 El primer Sr. marqués de la Candia.

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estudiantes en aquella época) y estos, previo acuerdo, determinaron darle durante aquel verano la batida a las brevas celebradas por mismo cultivador. El pobre cho Patricio, mientras quedaba un solo fruto en las higuera no dormía. Corre que baja, corre que sube, grita aquí y amenazaba allá, de esta positura se las pasaba de noche y día el cho Patricio; era un aperriado, era un desgraciado - ¡así lo semos tuitos los que atendemos a las malditas medianeriyas! – hasta que, afatigado, se risolvió dar parte al justicia y su amo, con el fin de que currigiesen las malegnidades acometidas por aquella mala pandilla, y ansina se pudiese atajar el no llevarse las pocas brevas que en las gajadas aun quedaban. El alcalde del pueblo, que hacía de justicia, parece que amonestó reciamente a los saltiadores y robones de brevas, y el amo de cho Patricio, de seguro, le aconsejaría que si aquellos volvían a su finca, les diese un buen susto, un gran escarmiento; lo cierto fué que el viejo, envalentonado con la ritremenda del justicia y consejo del dueño de las tierras, cargó hasta la boca un largo fosil de dos cañones, atacóle de papeles y granada resalga y ¡armas al hombro! esperó que al cerrarse la noche llegaran a los posaderos la bandada de sarapicos, para poderlos ahuyentar. Y así sucedió. El enjambre de muchachos allegaron y el susto que produjo el primer disparo de arma entre ellos, lo fué de «padre y muy señor mío». Estos «nos vieron tierra por adonde juir»; corrieron despavoridos y saltando de uno a otro matorral como bayfos se jicieron una camalidades. Muchos de los sarapicos, casi pierden el Pico de vista; sus gorras, sus sombreros, sus cachorras volaron para no encontrarse jamás; otros dejaron entre los retoños de las gajadas de los árboles, sus pantalones, sus medias, sus «amarras y algunos si tomaron casa, lo fué de una manera milagrosa. Los menos magullados, arrastraron a sus compañeros hasta el callejón próximo para evitarla no cayesen en la apresa del cho Patricio, y a duras penas consiguieron bajarles a la pela con las piernas y brazos desconchabados y jechos unos penitentes. Sus caras rasjusñadas y bañadas en sangre como un Ise Homo formaba reguero copioso por do quier. Este suceso dió que decir en el pueblo, cuyos habitantest, en su mayoría, desde luego, se pronunciaron en favor del cho Patricio, pero algunas discusiones suscitadas llegaron a tal altura, que hubo menester de la imprescindible intervención del señor cura párroco para poder aplacar un tanto los ánimos alterados de los elementos disconformes y partidarios de los sarapicos que yacían en sus hechaduras como si fuése en la época de la muda “ II “Pasó todo el mes de Agosto y entró Septiembre, sin que los sarapicos sanasen de sus herida y se les viesen pulular por las calles y plazas. Sus reuniones en «El Montullo» – que era el lugar donde celebraban las sesiones secretas – , aún permanecía desierto, solitario…

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Tal o cual estudiante salía a tomar aire marino o recorría los sitios más ocultos de la población, llevando en su semblante el marcado sello de la culpabilidad y siempre con la mirada sospechosa, con la inquietud de aquel que, por haber hecha un daño no goza de tranquilidad absoluta y teme ser castigado, siente ser vigilado…” La musa popular ya había patentizado el hecho. Con todo el sabor y color, fuéron lanzadas al viento algunas coplas de las que hoy recordamos las siguientes: Como en Cuaco ya no hay brevas, La gente de la Ranilla Come uvas, como peras Y muele el gofio en la Villa. Muchachos, tener cuidado No subáis al Malpaís Que Cho Patricio, «El Robado», Ha cargado su fusil. Ni el cañón de Santa Bárbara Con tanto daleve ejercicio, Pudo hacer blanco en el agua Como en Cuaco Cho Patricio. Y termina el relato Cha Cecilia, en forma pausada y de manera sotil, con sorma… “Por fin ganaron de sus magullamientos los pájaros o saltiadores” y el labriego, que a diario bajaba a la población a hacer sus compras, frecuentemente era amenazado; otras, improperado y las más, atormentado con infernales griterías en las que le decían: ¡EI Robado…! ¡El Robado…! ¡Muera El Robado! a lo que con sarcástica sonrisa contestaba por defensa: «En Cuaco hay brevas», «brevas hay en Cuaco», y señalando con su vara reluciente y atachonada hacia el “Monte Miseria”, añadía: Subid alla…, id alli si las queréis aprobar3 (3). Ellas, ya deben estar más que pasaditas.

3 Esta finca, fué dividida en varios trozos; uno de ellos perteneció a don Juan Pedro Dominguez; otro, a doña Micaela de

Jesús, otro a don Carlos Emith y el mayor, lo vendieron los herederos del dicho marqués, al Sr. coronel inglés Owem Peel Wetherd, por escritura celebrada en la Orotava ante el notario don Vicente Martínez de la Peña y Real, en 6 de Junio de 1892. - 29 -


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La de los ojos de oro Cerina le nombran. No nació en Tanagra (Beoda), ni es poetisa como lo fué aquella de quien nos habla Pausanías1. No es la Corina a quien Pindaro enseñara los primeros rudimentos del arte poético, guiándole, hasta llegar a competir con los más famosos cantores de su tiempo, no. Corina la niñera, Corina la de los ojos de oro la que, a los llorones infantititos hace acallar en la playa de las arenas negras, es una divinidad, es muy hermosa y muy angelical para servir de modelo a un genial artista, para creadora de otro sin igual cuadro pictórico que venga a representar a su tocaya e inspirada vate en el solemnísimo momento de ceñirse a su frente la triunfal cinta ganada en el Parnaso. Esta Corina, tiende con cariño miradas maternales a los enfermitos niños, y sin ser madre, sabe agasajarlos, sabe darles consuelo, atraerles a su regaso… La joven de los ojos de oro, vio su luz primera ha veinte Abriles en Tejina la bella, de bellezas femeninas repleta. Allí nació Corina la niñera, allí se meció su natalicio, allí tiene su casita blanca, a la que ella quiere mucho. El albergue de la tejinera, es pobre y sencillo; su guarida patriarcal es para si, un edén, un algo como su misma vida, por quien siempre suspira. La choza de Corina, le recuerda los tiempos mejores de su edad juvenil, de su libertad campestre y de todo lo que fué en días más felices que los presentes. Posee la niñera de los ojos de oro, un gran factor en su cara, destellante, sugestivo y magnético. Posee un tesoro. Unos ojos de oro como los de Cerina y de miradas cariñosísimas, son luceros secadores de lagrimitas dulces, de perlas que mojan las pupilas de seres inofensivos, de seres llorones, pero de llantos tiernos e inocentes… El traje original de la tejinera, todas las mañanas está bordado de gotas de rocío, de cuentecillaB melosas, que los niños derraman sobre de él; y tantas cuentecitas plata, y tantas lágrimas preciadas, las seca instantáneamente Corina con sus ojos de oro. Si. Los matinales destellos de los ojos de la niñera que va a la playa muy a diario, son elocuentes, caritativos y afortunados; son ráfagas determinadoras de lloro y de un valor incalculable, inapreciable… La vista de Corina es mágica. ¡Impresiona a las límpidas almas de los playerinos llorones de cuerpos enfermos! Al llorar antes sus ojos, al vertir lágrimas ante ellos, resuelto queda el agotamiento en los de la niña y surte más efectos, de que ésta les tienda sus 1 Aldo Manuelo, “El Itinerario”, (Venecia, 1516)

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lumínicos fulgores, que la nodriza les entone el «Cantar de Cuna», que la mamá les recuerde el «negro coco» para acallarles o que el papaito, que en Reyes les comprare juguetes, narrase a la ligera el antiguo cuento del Conquistador feroche llamado el Tuerto2 infundiéndoles miedo, atemorizándoles, entristeciéndoles… “La de los ojos de oro…,” ¡No sabe, el acaudalado papá de los infantitos enfermos lo que tiene en su casa! Digo mal; el ricachón señor que veranea en la playa de las arenas negras, padre de los preciocísimos niños de color de cera y que reciban las sanas brisas del mar salado, no ha podido designar mejor chitón para enmudecer el llorar de sus pedazos de corazón, que a la ideal Corina, a la joven tejinera, a la niñera hermosa y de traje original, quién solícita le sirve – aunque asalariada —, de talismán precioso por tener los ojos que posee, los ojos de oro que secan lágrimas a diario. Con unos ojos como los de Corina no hay niño que llore ni llanto que brote. Y ya un poeta enfermo lo dijo todo en cierta ocasión: «Niños tristes: A la arena playera no vayáis a llorar, que allí la ideal tejinera os hará acallar.» No solo a la niñez hace Corina, por medio de los centellantes reflejos de su vista envidiada, retener llantos y secar lagrimitas, no; también hay en la playa, madrugadores bañistas, que han querido llorar y al fijar sus ojos en lo de oro de la niñera — ¡críticos momentos! —, sollozando, se introducen en las aguas para apagar el fuégo que les manda aquellos luceritos alumbradores que no matan, pero parecen quererles quemar, quererles consumir… El valer en el oficio de niñera está en poseer unos ojos de Oro; en la tejinera Corina, son ejemplares y serán siempre un tesoro envidiado. Ellos encierran todo un poema, ellos valen todo lo que son.

2 Pedro Benitez, primo del Adelantado Mayor de Tenerife Y San Miguel de la Palma, don Alonso Fernández de Lugo,

muerto a manos de los moros en Berbería. - 31 -



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El risco de oro A Luis y Francisco Padrón García, con todo afecto. I En un florido vergel, por mirtos y azucenas perfumado, cual relíquia intangible de la edad pretérita y con diadema formada de indígenas matas, se levanta, se alza desde su peana augusta, el peñón que dió en tiempos mejores, en tiempos felices al recolector de la riqueza que el Cielo sobre de él habla depositado, pingües e incalculables resultados para mejorar sus cortos pasos en el azaroso camino de la vida. Y en una vivienda humilde y uraño, allá por el año de 1635… Solitario el “Orchillero”1 Que sin ser rico ni pobre. Tenia por compañero Un perro llamado “Cobre”. Cierto dia, el animal Anunció con ahullido Que el tronco del oroval Sobre del Risco nacido, Algo había de anormal, De extrañable y confundido… Y el Orchíllero. medroso Guiado de su guardián. Sube aquel Risco famoso, Y apartando con afán Las matas, vé gozoso Una luz angelical. Era la imagen del santo Paduano de su devoción. Era, el Antoniano encanto Que allí se le apareció Presto a su choza llevó La Imagen aparecida; Ante ella oro, pidió A Dios le diese vida. Saiud y.,, luego, oyó Cierta voz que le decía: “0rchillero, buen cristiano No pierdas la fe, si esperas, En aquel Risco, temprano Tu felicidad le encuentras.”

1 Bartolomé González.

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II Aunque el sol no habia mandado sus rayos fúlgidos a la tierra para diluir aquellas gotas de rocío, que sobre la floresta, dorante la pasada noche a la de la aparición de la imagen de San Antonio de Padua, mimosas descendieron desde las nubes el Orchillero, acompañado de su “Cobre”, de su perro fiel, marchó hacia el Risco, hacia el lugar de su felicidad brindada por la voz extraña, y cual no seria su asombro, al ver que la piedra Ingente se hallaba cubierta por un brillante color oro viejo, Cual si fuése bruñida con la ágata más famosa del «Artífice Creador del Universo». Ante aquel fenómeno, realizado por promisión divina, el buen cristiano quedó enternecido, impulsado por los mandatos de su noble corazón, se acerca a la roca, y tocándole con el dedo, nota que aquel orificado color consistía en haber nacido durante la noche misteriosa, y con toda lozanía, grandes cantidades de yerba Orchilla2 , que en el país son llamados manchones o greñas tintoreras, y como pocas, hasta entonces, vistas dentro del Valle de Taoro. De tan buena nueva, de tan extraordinario acontecimiento. pronto se hizo eco la gente comarcana. Y llegaban, de los campos y pueblos en tropel, peregrinos, a visitar el sitio donde aparecer quiso la Imagen del paduano Santo y ante ella, contritos, oraban, ofreciendo sus votivas limeanas, las que, depositadas en manos del Orchillero, pudiesen algún día servir para erigir una ermita (“escogiendo lugar más llano y señalándole una Capellanía, dotando a los sacerdotes bien, los que decentemente aplicasen la Santa misa por sus almas”)3. III Tomó estado el Orchillero4, y como en Islas Canarias, el Comercio de las greñas tintoreras se hada en gran escala – por este puerto y el de Garachico, sin la menor Intercepción—, ello vino a proporcionarle mejores ventajas, puesto que, solo él, recolectaba mayor cantidad que cuantos propietarios tenía el Valle en aquellos tiempos, pudiendo adquirir en poces años una regular fortuna. El Orchillero, con parte de su riqueza compró un largo predio en “Las Cabezadas”, esto es, la finca rústica que hoy nombramos de “San Antonio de los Portugueses” la cual, roturada, no tardó en plantarla de árboles frutales y demás simientes para el consumo de su casa y reparto a los necesitados, que acudían diariamente a implorar tu protección. La humilde vivienda de aquel afortunado labrador se transformó en casa de alto y bajo; ya nadie se atrevía a pronunciar ante su cara, el apodo del oficio a que hasta entonces se habla dedicado; y cuando los ricos, los mangantes, casi a secasle mentaban “el tío Bartolillo” o “Siñor Bartolo el Orchillero”, los pobres, olos 2 Mascus Canariensis. 3 Aunque Bactomé no llegó a cumplir con este voto, su hijo el Alferez José Borges Facundo y María Perera Orborán, su

consorte, erigieron la ermita, cuyo patronato vendieron. 4 Casó en la Concepción de Orotava con Ana Borges, hija de Bartolomé y de Juana,el 20 de Junio de 1637. 34


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desheredados de la fortuna, se apresuraban a darle, como ejecutoría de nobleza,en prueba de tantos méritos contraídos durante la santa vida que llevó en esta tierra, el tratamiento de don Bartolomé del Risco de Oro5.

5 Andando el tiempo, esta propiedad pasó a ser de don Isidoro María de la Luz y sus hijos, le amillararon en virtud de

expediente posesorio aprobado por el señor Juez municipal de esta localidad con fecha 28 de Mayo de 1896 para enagenarla a favor de Mr. E. Campbell Fhilpot por escritura otorgada ante el notarlo don Agustín Delgado y García a 30 de dicho mes y año. Da este Mr. E. Campbell, pasó a manos de Ms. Beatrices Inglés Marricott, quien, en 3 de Mayo de 19X9 y a ante el notario don Antonio Cabrera Rodriguez, el Sr. D. Tomás M. Reid, como mandatario de la Ms. Beatrice, la traspasó a don Felipe Machado y Pérez, quien es en la actualidad el dueño del “Risco de Oro” - 35 -



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TRADICIONES PORTUENSES

La Imagen del Gran Poder de Dios (Su origen, milagros y un recuerdo)

I ¡Torne la noche en claro dia! Sobre “el potro de la paciencia”, joya artística que, en hora gloriosa y con fervor cristiano donarían los mayordomos de la “noble Cofradía de la sangre”, repujado en plata, descansa la efigie del “Señor del Gran Poder” que se venera en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Peña de Francia del Puerto de la Cruz1, humildísima y aherrojada con la famosa cadena y grillos que el vulgo ha dado en llamar “el Coroto de los Méndez”2, apoyando su mancillada mejilla en la mano omnipotente, sostenedora del Cielo y tierra, en la sacrosanta mejilla profanada por aquel maldecido Judas, al imprimir en ella el beso traicionero y engañado pagado por unas cuantas monedas diabólicas. Cuenta la tradición portuense que, el Capitán de Artillería, don Pedro Martín Francisco3 fué quien encargó a Sevilla esta milagrosa escultura, allá por los primeros años del siglo XVIII en unión de otra que representaba a Jesús Nazareno, perdida en el incendio de la Capilla del Convento Dominico de las monjas claras en 1925 y se dice que, cuando llegó aquella a este pueblo, el deseo del comprador era enviarle a la parroquia donde había tomado las aguas bautismales y dejar éste en poder de las religiosas enclaustradas, pero, ¡oh milagro!, las repetidas veces que se intimó para embarcarle, el mar, que, durante los veranos dormía tranquilo y sin oleaje y permanecían sus aguas diáfanas en la rada de Arautápala, parece desencadebana sus furias, haciéndose imposible trasladar a la nave portadora el tesoro que hoy tanto veneran los hijos del Puerto de la Cruz. ¡Y… torne la noche en claro día! Por no querer reinar entre los moradores de la villa de Breña Alta en la isla de La Palma”, “el Señor del Gran Poder”, sentó sus reales en esta tierra, para desde aquí proteger y guiar a todos sus buenos hijos — a aquéllos que portan con resignación el lábaro de la redención del género humano—, el signo de su inocente martirio, que fué la Cruz. II Portentosos milagros ha realizado, desde que tuvo lugar su entronamiento entre los habitantes portuenses hasta la actualidad el “Señor del Gran Poder”, “el viejito” como le llaman los marineros y pescadores con entera familiaridad. Entre 1 Este potro se halla ornamentado con algunos signos de la Pasión de N. S. y con dibujos originalísimos. 2 Véase “Gaceta de Tenerife”, número correspondiente al 24 de noviembre de 1922. 3 Su fé, de bautismo figura al folio 71 vuelto del Libro n.° de la Parroquia del Apóstol San Pedro de la Vill a de Breña Alta en

la isla de la Palma y era ascendiente del señor Marqués de la Fuénte de Las Palmas. - 37 -


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las crónicas y anales pueblerinos leemos y se señala a aquel de haber librado al lugar de “La Esperanza” perecer de cierta pestilencia sus vecinos. Por ello y como promesa a cumplir, les vemos llegar en alegres “ranchos” a estos “esperanceros”, en cada año por el mes de julio para pedirle les siga tendiendo consuelo y protección a sus descendientes4. ¿Y quién no ha oído contar lo sucedido a aquel descreído patrón de lancha que por no esperar al paso de la sagrada efigie por frente a la “Marina” y hallándose el mar en calma, hizo remar a los suyos apostrofándoles y llamándole al Señor “diablo”, para perecer tragado por una ola monstruosa que se levantara al instante de balbucir tamaña blafesmia salvándose el resto de los tripulantes en una peña y sin ser ni siquiera mojadas sus ropas por las aguas? 5 III Y ya va para viejo. Aun resuena en mis oídos, y la recuerdo, una de aquellas estrofas que de niño aprendí entonada por los colegiales de mi época, al paso de la procesión de la milagrosa imagen por las calles de mi pueblo natal día Miércoles Santo. Parece que ahora revive y que canta aquí las glorias del Señor… ¡Torne la noche en claro día! La luz divina, nieblas rasgó. ¡Oh buen JESÚS, fué tu agonía Poder de un Dios que nos salvó! ¡Católicos creyentes, que asi sea por siempre!

4 ¡Quien sabe si la Providencía y como premio a la religiosidad de estos habitantes, reservaría sitio conocido por “Las

Raíces”para en él, definir la salvación nuestra España! 5 Por apellido llevaba el impío, el de Calzadilla, o pertenecía a esta familia en el barrio de San Felipe (en la Ranilla).

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La Chiripa Al periodista inglés Mr. Alejandro Johnston, en señal de afecto. Caminante: Pasado El Pardo, si entráis en El Robado, pronto contemplaréis... En las cimas, las nieves, donde posan las nubes, tibiamente el sol licuándoles vá. ¡Que hermoso panorama! Rápidas desaparecen las nieves, y las aves, sobre frescos lechos húmedos y blandos, con apacible quietud, adueñadas por el profundo y solitario silencio ya indolentes, entonan acordes un himno de amor melancólico, cuyas cadencias! resuenan en los ámbitos del valle pintado de mil arreboles, del valle taorino. ¡Que honda emoción! Abajo, en la costa, fatigado el mar, lanza roncos suspiros salpicando las peñas muzgientes con hechiceras lágrimas. Las aguas saladas, lucen en esmaltes de plata; lucen y se mueven, avanzando a las playas con rápido vuelo, para allí dormir. Sus finas arenas, son lechos, son cunas... En La Montaña queda un rincón, queda un rinconcillo ceñido por torcidos caminos, y a su vera, carreteras anchas plantadas de arbustos, sembradas de árboles que le dan su gracia y sus aromas. Luce por entre medio de tantos troncos, de tantas copas verdosas un largo palacio pintado de blanco, radiante de luz que da gloria el verle. Caminante: Pasado El Pardo, si entráis en El Robado, pronto contemplaréis... I Antes, hace años, algunos años, la casucha peregrina era de cuatro paredes greguzcas; ella era la choza gentil del «Colono juicioso>, enclavada en El Robado alto, penumbrosa y adusta con su puertecilla chata y risueña, mirando siempre al mar, al dilatado Oceano. Una ventanilla estrecha y sin cristales tenia mal puesta al naciente, que, por costumbre el sol y la luna le iluminaban entrando juguetones sus rayos fulgentes por entre las rendijas del tablero entreabierto que apenas al hueco cerraba. - 39 -


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Después, pasado más tiempo, por compra del terrenillo y choza, ésta fué demolida; y la agreste cabaña tomó otro aspecto, perdió el peculiar estilo arquitectónico que tenía y que tanto le agraciaba. La cabaña solitaria del Robado alto, al pasar a otro dueño, al ser demolida, al ser otra que lo que fué, finalizó su vida agreste, cumplió su destino. Es verdad que en ella el vivir campesino se hizo con más holgura, con menos estrechez que antes. Dentro y fuéra de la nueva techumbre, el medianero y su gente disfrutaron de algo bueno; disfrutaron, gozaron por algunos meses de lo que jamás habían soñado en su vida. Junto a la casa nueva, habían largos corrales para las bacadas y otros animaluchos, amplios y limpios; tenia buena cocina con alto fogón propio para tostar y en el fondo, el pajero, repleto de secos rastrojos y chamizos que servían para hacer las camadas a los gordos brutos. En el fondo del recinto, lucía hermoso cuarto con largo camastro matrimonial, de columnas torneadas en forma salomónica y sitialera de colgadura sin ellas. Cerca de éste, tres o cuatro catrecillos de viento para los muchachos estirarse. Todo allí cabía bien, muy bien cabía todo; allí cabía la propia gloria. La salita, era una monada, parecía una tacita de plata delicadamente bruñida. En las paredes blanquecinas, lucían colgados cuadros con coronas de asuntos religiosos; en las esquinas, mesas rinconeras, pintadas de ocre rojo, llenas de chucherías sus barnizadas tapas; al centro, en el medio, la mesa grandona que servía solamente para la hora del yantar.1 Una verde destiladera a un lado, un bazar con loza vasta y de dibujos repleta y media docena de sillas del país 2, componía todo aquel menaje familiar. Pero pasada a otras manos la casucha y terreno, su dueño se empeñó, como inglés y rico, en que el medianero dejase aquel paraíso. Con gran pesar el labriego obedeció y, a pocos meses, se embarcaba con rumbo a «la perla de las Antillas», acompañado de su numerosa familia, llevándose consigo un buen talego de pesetas que el amo le había entregado como premio de su honradez y obediencia. II En lejanas tierras, allá en «Cuba la hermosa», el medianero del Robado alto vivía regular, vivía - según por sus cartas se traslucía - , muy bien, aunque la nostalgia que sentía por la casucha, le visitaba a diario su alma, llenándole de tedio, de pesar imborrable...

1 Por lo general estas mesas, son fabricadas con tapas enterizas y de madera de barbuzano. 2 Las sillas que en Tenerife se construyen mejor, lo son en la Victoria de Acentejo, hechas del corazón de los brezos que

nacen en los montes. 40


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Y pasaron los meses, y corrieron los años, sin volverse a saber dónde y cómo el medianero se encontraba; pero un día. día feliz, se nos presentó nuestro hombre, nos contó su historia y nos dejó escrito de su puño y letra un relato en verso que parece ser el origen de dónde tomó el nombre la singular quinta de recreo conocida hoy por La Chiripa 3. Ello es de esta guisa: El Inglés del Risco Dioro Más rico que el coronel. No apetece otro tesoro Que terrenos por jacer. Como abajo de su casa Tiene D. Ángel un trozo,4 Encargó de jacer la tasa A un medidor muy famoso. El jinglés se aprisuró Antes de marchar pa Londres Y algún dinero ofrició Jevitando se lo compren. Pero D. Ángel se niega5 A venderle »El Malpéis», Quiere ver si se la pega Quiere trincar al jinglés. Por fin los pidregullares Al jingles fuéron cedidos. Pasando de cien mil ríales La venta, notario y liyos.

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Al leerse el instrumento Dijo el jingles: Mi ya dicha compra ser Philpot momento; Mas, don Ángel se anticipa Y finge jacer protesta Añadiendo: No se explica ser filfa la venta, esto Es prima, y de Chiripa7

3 Léase «La Casualidad»,que, según el Diccionario de la Lengua, quiere significar la misma palabra chiripa. 4 Doña Rosario Domínguez Ballester, esposa de don Ángel Blardony y Garrido, obtuvo la casa y terreno que fué de su

padre don Juan Pedro Dominguez,por escritura de partición protocolada oon fecha 26 de Noviembre da 1883 ante el notario de este Puerto don Agustín Delgado y Garcia, en El Robado alto. 5 El don Ángel, como representante de su esposa, doña Rosario, vendió el terreno y casa a Mr. E. Campbell Philpot por documentó celebrado en este Puerto ante el propio notario Delgado García.en 27 de Octubre de 1897. 6 Muerto dicho Philpot, su hija y única heredera, Miss. Henrieta Florence Isidora, enajenó la casa fabricada de nuevo y el terreno, al coronel Inglés Owen Peet Wetherd, quien hizo en ella algunas mejoras importantes. 7 Por defunción del citado coronel Wetherd, sus herederos traspasaron la finca y casa llamada ya «La Chiripa», al honorable señor don Antonio Noel Denny, según documento otorgado ante el notario de la Orotava don José Romero de - 41 -


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III En las cimas, las nieves, donde posan las nubes, tibiamente el sol licuándoles va. Y estamos frente por frente al palacio de La Chiripa. Encerrado, envuelto en un paisaje fragoso se halla; mirando al mar, mirando a la lejana cumbre, altanera y pintada de blanco, lo contemplamos con admiración por lo bella, por lo original... Así lo es el palacio, él así lo es. Cielo, cumbre y mar le adornan a esta vivienda encantadora, a este hogar propiedad de un honorable y risueño matrimonio inglés, rico y feliz. Nada le falte. Hállase ella enclavada en El Robado alto, sobre piara de piedras requemadas por el fuégo que un día brotara del gigantesco Teide, cuando, furioso, quiso hacer de las suyas, quiso purificar los Estados menceyales, un tanto corrompidos por la maleza del Guayóte que lo invadía todo con saña Infernal. Sírvele a «la Casa blanca», a «la paloma nevada», de baluarte; a un lado, el Gran Hotel Taoro con sus deliciosos jardines; más arriba de las suertes labradas ya sobre el callejón divisorio de remolinos y curvas formado, todo ese serpenteado predio volcánico que descubre, los castilletes del chalet mimoso del Risco de Oro, llenos de miradores con aleros granates y tejadillos graciosos, bien tupidos de enredaderas floridas. Préstanle sombras sanas, pictóricos claros- oscuros derramados de los cercanos solares, del Risco de Oro y Robado bajo, donde se alzan ios palacios de las pertenencias de los señores Machado y coronel Wetherd, ambos preñados de remembranzas, de dulces idilios... Y la nivida casa del honorable caballero señor Denny, que.en la plenitud del día y en las caricias de la noche, brilla como un luminoso faro, se le ve entrar, y ella, con peregrina gracia, les recibe todo el regalo enviado por la creadora natura extasiándose o vistiéndose con tantas galas. Jamás artista nacido, jamás, pudo soñar o imaginarle grandiosidad como la que pesa sobre el predio ya descrito e ingenuamente mentado La Chiripa. Este nombre, este mote para nos. Será el que por siempre confirmará el mejor timbre de gloria a la casona blanca en sus veladas y plácidas bienandanzas de luz y poesía. El palacio nívido, el palacio blanco, es La Casualidad...

Castro, en 6 de Septiembre de 1920. Éste señor Denny, es el actual peseedor de la finca y palacio de La Chiripa, reedificado sobre los mismos cimientos de la primitiva casa que poseyó doña Rosario Domínguez Ballester. 42


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El salto del capitán A mi querido amigo Fernando Luis Pérez. Sobre el alto y pétreo macizo de Martiánez1 se sitúa una encantada finca, celebrada mansión señorial que, con blasón marmóreo, en días de opulencia y de gesta hidalguía, mandó superar la puerta de su entrada un gran caballero cruzado. En otros tiempos heroicos y feudales, estos dominios orlados estaban, y muy caracterizados lucían con sus plantíos de dragos y palmeras; hoy, a hurtadillas, "razziados" han sido; el fuégo y el hacha devastadora, con odio atávico de jaurías de beduinos y anómalos, al servicio de un nuevo señor y "como cantado guerra a lo verde", truncó para siempre la hermosura sugestiva de aquel paisaje encantador. Arriba, en la cima y a lo largo de la finca, se señalan lugares trágicos. Son dos: el del quijotismo hispano que demostró Sancho Caballero2, y el de la entereza de aquella princesa guanche que prefirió poner fin a su vida plácida, antes que dejar mancillar su honor por un vil perseguidor. Y dos son los sitios, dos son los recuerdos que bajo ese promontorio de Martianez - continuación de los llamados Llanos de la Paz3 -, pregonan sigilosamente, unas veces, amorosa la brisa pasajera que rastrea por la campiña del Tope y del sitio del Pardo, corre Barranco ancho, surtidero de Cuaco4 u otras, el miedoso ronquido de la mar verde que descarga su furia, su ira sobre la playa negra, teñida de espuma por un oleaje adormecido en noche y día, por la canción que entona el hilo de plata que se desliza por el andén tóbico de la Caleta del Pozo 5. ¡El "Salto del Capitán! ¡El "Risco de la Guancha"! Ambos rememoran el tenaz y corajudo empeño de conquistar: la defensa de la virtud y castidad, el uno; si temple de la raza, el otro. Signo del Destino. Ellos jamás se pudieron engarzar... I En un día de sol veraniega, a una virgen guanche le sorprendió un soldado español que, maliciosamente, trataba de seducirle. Llevaba la moza un "gánigo" o 1 Tomó el nombre del conquistador Martín Yánez. 2 Disfrutó las datas de tierra que aun conservan su denominación. 3 En ellos se hizo la verdadera paz entre conquistadores y conquistados. 4 Apelativo de cierta tribu guanche que habitaba este territorio antes y después de ser por los españoles la isla de Tenerife,

y de la cual se conserva el sitio intitulado Fuénte o Chorro de Cuaco. 5 La "Caleta del Pozo" fué señalada, entre otras datas, al conquistador Lope Gallego, y de sus herederos pasó éste y parte

de los terrenos de la Paz a la familia de Franchi. - 43 -


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Jarro rojo, lleno de agua cristalina que, de la fuénte cercana, a su cadera sujetaba graciosamente. A paso pausado y montado en su brioso corcel, cabalgaba el conquistador español Sancho Caballero, experimentado capitán que, en lucha con moros y guanches, tanto se había distinguido por sus proezas. Espada airada y reluciente cual una centella, brazo armado por guantelete y desafiando al aire con su filo cortante, bajó su diestra, y en señal de amenaza, a la dama le dice: - Princesa de Cuaco, de tu hermosura estoy prendado acercaos a mi, y si me amas, sígueme. Nada contestó la perseguida beldad; pero con sus ojos-fuégo tendió al caballero una mirada penetrante de odio, de desprecio, y vueltas sus espaldas al monstruo galanteador, alborotada la luenga cabellera de oro y su esbelto talle envuelto en gamuzado "tamarco", le hizo el desprecio merecido. Un penetrante grito de dolor surgió del alma de la princesa, y el eco de la voz del caballero continuaba sucediéndose por los contornos de la campiña florida: "Acercaos a mi, y si me amas, sígueme....; acercaos a mí, y si me amas... si.... me amas...." II Sancho insistía en, su empeño. Como conquistador, quería poner a prueba su recio, corazón, su codicia desmesurada; cifraba en la conquista su galardón; para él el «exterminio de otras razas era su mayor placer. ¡Qué baldón! ¡Qué monstruosidad!.... ¡Culpa, dice el poeta, fué de sus .súbditos y no de la patria hispana! Y tenazmente insistía el caballero, y con su corcel brioso apresar la víctima era su inaudito deseo. Por eso, y significadamente, se conserva una décima edificante y llena de emoción. Ella traduce con espiritualidad el reducido pretérito muy sustancialmente: "Por una larga vereda ' con "gánigo" de agua Heno, marchaba muy placentera cierto día de verano la princesita "guanchera" que hacia Cuaco, de temprano y sola, tomaba hechicera, sin sospechar que la mano de un caballero inhumano y armada, le detuviera." ¡Qué galardón para un soldado español ser victimario!

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¿Cómo no decirlo el cronista, si todo fué hidalguía, todo fué gentileza en aquellos tiempos de los caballeros bien nacidos ? Con la dama y para la dama, dentro y fuéra del torneo, todo era homenaje, todo pleitesía.... III Por esta vez Sancho, no Panza, sino Caballero, en alazán y no en jumento, dejó malparado el apellido que ostentaba tan fastuosamente. -Acercaos a mi, y si me amas, sígueme.... Acercaos a mi, y si.... Lánguidamente, quedamente la brisa repetía el eco de sus palabras engañadoras, y como una maldición, penetraba hasta en las cavernas sepulcrales donde aun yacían momificados los cuerpos muertos de la tribu de la jerarquía "cuaquina"6 . Hasta en los andenes y precipicios el sonido de aquella frase diabólica, "guayótica", infernal, detenía el retozo cotidiano en el aprisco del ganado que pastaba, libre de toda asechanza. ¡Maldita y embrujada palabrería!.... Soltó su bruto Sancho Caballero y no pudo dar presa a la princesa de Cuaco. Bala, en vertiginosa carrera, ciega de ira y de espanto, al llegar al Roque Negro, que hoy se conserva, y por memoria, con el nombre de "Risco de la Guancha", desploma sus virginales carnes, vuela la fuga ingente, yendo a parar su mortaja a una lúgubre hondonada, seca y fría, sobre la cual, años más tarde, nació un drago, el que con sus ramas, con sus hojas-espadas, desafía al transeúnte y pinta con su sangre a quien trate de profanarle. "El drago de la tristeza" aun subsiste! Mas.... Sancho no vio a la princesa. Sancho creyó que por el terreno cabalgado se iría más lejos.... Y poniendo espuelas y dando rienda suelta a su alazán, desbocado por una estrecha senda - y en el supuesto que detendría la carrera de la princesa -, en un acto de temeridad, o tal vez arrepentido de la felonía que trataba de cometer, ya a la terminación del llamado ahora "Muro Blanco", el que sirve de balcón y recreo al visitante, y en época no muy antigua fué paseo de arrayanes y cipreses7 , se lanza con su animal, pereciendo en las aguas marinas de la Caleta, para pagar así su inicuo desvarío8 . "El Salto del Capitán" no honró en nada la vida truncada de la princesa guanche, la que, lo era bella de cuerpo, grande lo fué en alma9.

6 Sobre los peñascales existen bastantes cementerios de los primitivos aborígenes, ya explorados y profanados'

inicuamente. 7 Los jardines de "La Paz fuéron ponderados por el historiador don José de Viera y Clavijo en sus "Noticias generales de las islas Canarias" y en la casa solariega de este predio habitó el célebre barón de Húmbold. 8 Conocíase en la antigüedad a todo el alto de la "Caleta del Pozo" por "El Lomo de San Miguel". El caballero don Tomás Cólogan declaró, al suscitarse un pleito con el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz - por tratar aquél de cerrar un camino con puertas, etc.-, que la ermita no era de su pertenencia, como tampoco los caminos, etc. 9 En sus cercanías se edificó la ermita de Nuestra Señora de la Paz y de San Amaro, la que tenía su puerta de entrada al Naciente; pero los mayordomos de la misma, y para proveerle de sacristía, entregaron los terrenos que pertenecían al culto a los tenores de Cólogan y Franchi, quienes, respetando la administración de sus frutos, sufragaban las funciones - 45 -


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religiosas en honor y anualmente a sus patronos. (VĂŠanse las escrituras de compromiso, etc., que se hallan protocoladas en el archivo notarial de la Orotava.) 46


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La espía Para el honorable ciudadano don Francisco Oramas y Morales. Allá por los años de 1788 al 89, vivía en el Puerto da la Cruz, en este pueblo noble, leal y benéfico, que aún conserva la herencia sana de virtudes cívicas, las que le donaron sus mayores, una señora extranjera a la que según cuentan, se le motejó por «La Espía»—así llegó a nombrarle el populacho—, y la cual extranjera se vanagloriaba en decir que era pariente del contralmirante inglés Horacio Nelson, de quien poseía un retrato en miniatura, el que, como adereza, llevábale a diario pendiente y visible sobre su pecho. Esta señora fué incluida en el Padrón general levantado por orden superior en el año de 1789 y figura en la matricula de extranjeros del de 1791 1prestando la declaración jurada que literalmente transcribiremos en este trabajo -; más, si bien ella confiesa que estaba enferma, este vulgo, siempre receloso, siempre desechador de dudas - porque es una verdad demostrada -, el Puerto de la Cruz, orgulloso proinspiración, armónicamente arraigada en su alma de ciudadano honrado, estudia bien y medita mejor a los que se introducen hasta el seno de la civilidad, casi arrastrándose, para mendigar luego cartas de vecindad, prohijamientos cuneros o de pega. A estos tipos vestidos de ropa limpia sirviendo de anatema popular, hay quienes les siguen lavando sus prendes2 , siempre sucia. Y dice así el documento: «En dho. día3 ante su merd. Pareció presente una Mujer que dijo llamarse Margara Nelson de quien se recibió juramento por medio de don Guillermo Mac Daniel por los Santos Evangelios. prometió decir verdad: como asimismo hacerlo bien y fielmente: El dho. don Guillermo como intérprete, por Dios y la Cruz según dro. y siéndole leído el Real despacho que antecede dijo que es de dho nombre y apellido, de Religión protestante, natural de Devonshire, ciudad de Inglaterra, estado soltera que está en esta isla asistiendo en la casa de don Francisco Carballo Sarmiento con motivo de recobrar su salud y no como criada; que hay tiempo de dos años y ocho meses y que piensa permanecer en estos Reynos interín nose halle recobrada su salud, y como tal se propone en la clase transeúnte., y promete no pasar a la corte sin la correspondiente licencia de su Magd.Católica, obtenida por la primera Secretaría de Estado y todo lo que se intimó por mi el presente Ex.", de Ord. del señor alcalde so las penas impuestas en dho. Re. despacho. Que todo lo que lleva dicho es verdad so cargo de su juramento, de edad de quarenta y seis años y lo firmó con dho. 1 Legº. F, N.º Inventario del Archiv.Municipal y Idem Idem núm. 3 de Idem. 2 Advenedizos, gente de fuéra o gentes de allá. 3 30 de Agosto de 1791.

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intérprete, de todo lo que doy fe y asimismo se le intimó por mi dho. Escribano que saliese del Reyno dentro del preciso y perentorio término de los meses so pena las impuestas en dho. Re. despacho. Armas. Margara Nelson. Como intérprete, Guillermo Mac. Daniel, Nicolás de Curras y Abreu, Escribano público.» Margara Nelson, pariente o no del contralmirante de su mismo apellido, vivió entre los habitantes del Puerto de la Cruz hasta el mes de Julio de 1797 y cuenta la tradición, que al tenerse noticias del ataque que los ingleses dieron a la plaza de Santa Cruz en dicho año, el alcalde Real4 dispuso la busca y captura de ella, dando por resultado infructuosas todas las pesquisas que se hicieron, pues es fama, y en esto no faltaron sujetos que aseguraban, que la Margara estaba complicada y que sostenía correspondencia con el jefe de la escuadra británica en la que antes o después de la derrotar se refugió a fin de no ver comprometida su honorable personalidad. La Margara Nelson, con su misteriosa desaparición del pueblo, dejó perpetuado el recuerdo que dio origen al mote de «La Espía», tan propiamente aplicado a ella por los habitantes da este solar ribereño, donde se meció la cuna de los célebres Iriartes; en este jardín incomparable en el que cada flor nacida dice aquí una palabra una coqueteria, una canción voladora y tierna en esta tierra, donde suenan ecos agrestes, rumores heroicos y apasionados, tristes o misteriosos...; aquí, en la patria chica del gran Bernardo Cólogan y Fallón,5 - uno de los defensores de esta mansión atlántida en el memorable día 25 de Julio de 1797 - ; en este rincón hospitalario, nido de marineros y de pescadores titánicas; aquí, en él, se vive y se goza plácidamente. Entre las evaporaciones que a lo alto suben, que a lo alto se elevan sutilmente, envuelto vemos, de noche y día, el alegre caserío de su población - por aquel oleaje soberbio que envía el bravío océano - , y piadosas almas llenan las naves de sus capillas blancas, de sus ermitas, erigidas en señal de santidad a la Cruz del hombre-Dios, (a quién aman y adoran con frenético recogimiento), todo en el respira .paz, disfruta de paz y en paz se vive, oyendo siempre los dulces acentos del concierto mágico que entonan las musas inspiradas por las magnificencias de la Creación. Este pueblo, digno de mejor suerte, religioso y democrático, es patriótico y buen hijo de la inmortal nación española a quién idolatra «El es y será, el predio canario donde jamás medrarán los traidores6. Nos añadiremos: Ni los espías

4 Don Bartolomé Miguel de Arroyo, de la Casa de su apellido en Canarias. 5 De mi libro inédito «Los portuenses en la derrota de Nelson, después de ella y en su primer centenario.» 6 Frases atribuidas al propio don Bartolomé siendo alcalde Real de esta población en 1797.

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¡Ha muerto un drago! Al ilustre profesor de Literatura inglesa de la Universidad Central de Londres, proveedor de la Librería Española de su departamento, mi consecuente amigo y admirador M. Lascelles Abercrembie. Corría la Calenda de Diciembre, 8 de su mes, festividad mariana, |en que la Iglesia Católica perpetuaba el aniversario glorioso del dogma infalible de la Inmaculada Concepción, de la Madre de Cristo-Rey; año de gracia de 1933. Y eran las cinco de su atardecer. En ese día. y hora vespertina, formidable ráfaga de viento costero cargó, a más no poder, sobre la negra playa de Martiánez, y mientras la luz del sol desaparecía por completo en las lejanías del incendiado horizonte. Agitábanse con suma impetuosidad las ramas de los tárales, las palmeras rasgaban sus copas y los platanales, bamboleando de un lado a otro, dejaban caer sus dorados frutas en el surcado frío y húmedo de los huertos. El cielo azul tornábase en tinieblas. Llegada la noche, el huracán pudo cesar, y luego, seguidamente, vino la lluvia, lluvia copiosa, la que, al empapar la tierra, la tanta agua, anegando sus serpenteadas corrientes, ablandó el lecho sobre el que se erguía el único ejemplar, el rugoso habitante del "Risco de la Guancha", el drago, señor y rey de la floresta indígena que allí existía. ¡Y cayó, sí, cayó desgajado para no levantarse jamás! Ello es verdad, es cierto, hago memoria; aquel árbol ha muerto, pasó a la historia... En pie, solo del árbol, tan solo, ha quedado parte de su tronco, señalando su infortunio, su desdicha; infortunio y desdicha que comparte constantemente con el recuerdo de la virgen y mártir "guanche", fenecida en el propio sitio donde naciera, donde brotara.1. ¡Recordemos lo que la tradición habla de esta preciosa indígena! "Nació en Mayo florido la Princesa de "Cuaco",—así reza la tal conseja—. Desde muy niña había quedado huérfana de padre tan bella criatura, tal vez la más graciosa que entre su tribu fuése ponderada."

1 Véase el trabajo publicado por el autor, e intitulado "El Salto del Capitán", en el Almanaque "Hoy", correspondiente al año en curso.

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"De su natalicio se tenía, o se tendría a gala o por desdicha, la desgracia del cantón, de sus ganados, de sus mieses, de..." "Si al profetizar resultaba el bien, era solemnizada la victoria en la comarca; sí, por el contrario, tornaba fatídico, no se celebraría las fiestas del "Benyemén."' "Cuidábale su madre, solícita, hasta que, al crecer, en ella formóse esbelto cuerpo de moza y aunque no era del estado noble, era hidalga, y Princesa le llamaban en "Taoro", en "Cuaco", en las playas de "Arautápala." "Esta joven presenciaría la pérdida de las libertades patrias, las tragedias de la funesta Conquista de su suelo natal; lloraría la reducción, en parte, de la esclavitud de sus mayores, el reparto de sus tierras, de sus aguas, da sus ganados..." "Por Princesa de "Cuaco" la denominaban, hasta que, en un encuentro fatal, y por culpa de aquel español llamado Sancho Caballero, su perseguidor2 (2), dio la vida en holocausto a, su virginidad y en loor a su raza, antes de entregarse al capricho odioso, al brutal apetito de quien le pretendía, precipitándose por una peña ingente, la que aun' conserva el recuerdo de tan ejemplar suceso." Y era la moza el ídolo ,de su tribu, la de los cabellas de oro, la de las dulces miradas, la de..La que nació con el signo de morir trágicamente, virgen y odiando al hispano jinete por... Y nació verde drago sobre la roca donde el cuerpo estragado hendió su boca... Más, Por sangre regado, del tronco brota el néctar rojo y pausado gota por gota... Era un árbol de historia nuestro drago, y su pérdida necesario es llorarla. Queda su tronco tronchado como un exponente, en el propio sitio donde brotó. Aun se yergue este seco madero en el promontorio de su nacimiento formado por prismas astriadas y negruscas; allí, luce roto y desvalido; alli, se ve patente entre los pétreos sillares del andén tortuoso que tiene su vasamenta junto al "Llano de la Madre de la Negra". Quién fué señor del andén de la "Caleta del Pozo" y soberano de los dominios del barranco de "Cuaco", el velador de los despojos de la fenecida virgen y deidad "guanche", el testigo de,"El Salto del Capitán", bien merece que se le consagre un recuerdo póstumo, una, égloga forestal, sentida, emocionante... ¡Ha muerto un drago! ¡Un drago ha muerto! Bajo su copa ancha y en frio suelo vio fenecer la "guancha” que, en raudo vuelo, 2 La mitad de las tierras que fuéron datadas al Licenciado de la Fuénte, tomaron el nombre de "Sancho Caballero", por

compra, ante Benardino Justiniano, en La Laguna, y toma de posesión protocolizadas ante Estrada, en la Orotava. (Véase el Registro de diversos escribanos, año de 1528). 50


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partió desde su vera el alma al cielo. La "guancha" y el drago tienen sus mausoleos bajo salvajes vegetaciones. Rodeados están de malezas, yacen sus despojos entre matos floridos, entre "tabaibas", entre cardones, entre... Policromados mosaicos les sirven de alfombras, de mortajas. Con el polvo rojo del almagre, con el conglomerado calizo y reluciente que se extiende sobre el lecholúgubre y silencioso donde un día moraban, hoy les hace iguales, hoy les une en fenecimiento. ¡Y ha muerto un drago! ¡Sus raíces han quedado convertidas en piltrafas; secas, pero rubicundas! Raíces que responden, que cuentan penas, bajo tierra se esconden de sangre llenas. Por Diciembre 8 de 1933, corría la calenda de su mes y serían las cinco de su tarde, formidable ráfaga de viento costanero hizo derribar al árbol viejo nacido en época de los tristes destinos. Sus luengos brazos quedaron en la cima formando cruz y al perder su vida', agotada su sabia, perdió la flora indígena uno de sus más interesantes ejemplares de estudio y la historia el exponente de toda su veracidad narrativa. ¡El ha muerto, él no existe!; de Martiánez al Burgado el poblado luto viste porque feneció su drago... ¡El drago que ya no nos cuenta lo que pudo habamos contado!

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TESOROS DEL TERRUNO

Lo que dicen las flores Para mi vieja, para mi idolatrada madre, dechado de bondades y espejo ante quien me recreo. Soñaciones Yo he visto en Nivaria, yo he visto en la “peña tinerfeña”, en sus jardines arautapalenses, en sus vergeles taorinos, cosas, muchas cosas prodigiosas y... En esa isla platónica, en esa roca ingente llamada “Columna del Cielo”, en mis ensueños yo he visto las flores reír, las flores llorar durante las noches, durante los días sin cesar. Las flores, con sus perfumes, con tas aromas, saturan las brisas del “Mayo florido” y llenas de luz esplendente, en aquellas hermosas mañanas del “mes de las florestas”, enamoran a las gratas tardes crepusculares, rindiendo recuerdos misteriosos a un sol que dejó de brillar, o a una noche lunera que llega apacible y acariciadora. Pinceladas Flores, luces y brisas, todo se presta a matizar, a llenar, a saturar los rincones más escondidos de las selvas y prados isleños, dándoles vida, tonos y colores. Ellas forman un idílico y plácido encanto que encanta su existir y todo y todas pintan, alumbran y lavan al deleitoso nido de mis gratas añoranzas, a la cuna de mi solar natal. De los barrancos y quebradas, de las montañas y cumbres las sendas tortuosas, pintan, alumbran y lavan a porfía. También ellas se inspiran en formar el agradable camino de su lozánico alcázar, para en él depositar los íricos colores que, más tarde, donan a cuantos admiradores del paisaje con alma de artistas los pretenden reproducir. Acuarelas Aquí están las flores. Luces y brisas, tonos y colores en radiante plenitud llenan el paisaje y se ven festejarles, Las colinas y cuestas pobladas de verdor indescriptible, amigablemente descienden hasta tomar descanso, asiento, en la fresca y riente mansión del señorial “valle de les jardines” – formando por caprichosos e inclinados escarpes sobre el terreno ondulante que el Teide fundió - largas calzadas también se ven pavimentadas calles lucen, y en aristas y fajas tapizadas por aromáticas yerbas, el conjunto grandioso tiene brillor turquesino, brillar primavéral. Es todo un grato pencil, Blancas viviendas, casas blazonadas, calles estrechas y caminos largos, repartidos están a uno y otro lado del paradisíaco terruño. En todo ello, las aguas graciosas y mansas corren sin detener su marcha fructificadora; en todo y por todo, - 53 -


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millares de aves y mariposas hacen el aleteo diurno y nocturno sin parar, de un modo fantástico... El rocío del alba púdica, la vaporosa escarcha qué precede a las heladas y perpetuas nieves, por doquier aroman y moran en santa paz. La tierra queda agradecida, y la lluvia a veces llega cariñosa, bajando en madejas de perlas orientales desde el Etéreo, para darle mayor riqueza al paisaje gentil y de hermosura sin par que se ha descripto ya. Armonías Tranquilos duermen sus sueños de amor las “Cuatro manzanas de Oro del legendario jardín”, los cuatro pueblos que, con gracia mitológica, les representan desparramados en el edén taorino, pero guardado y defendido por el alado dragón que en visiones o utopía» los bardos cantaran pulsando sus lira» armoniosas Aquellas chozas, aquellas viviendas, aquellos palacios, se ven llenos de portones y ventanales; y lucen en artísticos laberintos, preñados, enrramados, adornados de plantas o de matas variadas; todo, floreciendo y derramando sus savias, sus néctares, se convierte en ricas tintes que suben rientes hasta lo alto de las torres y campanarios, para luego, unidos a los ecos vibrantes de sus esquilas, repercutir cadenciosos allá en los bosques o entre las onda» del mar, siempre tejido en encajes de azul y plata, siempre entonando canciones y trobas a un adiós que no fina jamás. “Y esto son tesoros del terruño y esto es lo que dicen las flores.” Realidad En matutinas y vesperales luces, yo he visto en Taoro, yo he visto en mi patria, las flores reír, cantar, llorar... y abriendo sus corolas de púrpura y oro, adormecen a otras flores, a otras, que doblan sus pétalos con turna gracia y gentileza. Ellas son hermanas, ellas son legítimas hijas de “la madre tierra tinerfeña”, quien las engendró, quien las cría y protege de noche y día. De la isla nivarina y nacidas por “Mayo florido”, crecen en los vergeles taorínos y en los jardines de Arautápala las flores. En ella, también muéren y al morir, dejan a otras flores sus vidas, sus gracias, sus fragancias... Y mis sueños floridos no son ensueños, porque mis soñaciones se han convertido en la más grande realidad... Ella en un todo confirma que de Tenerife, en su incomparable valle de Arautápala, está el lugar de descanso de los bienaventurados y así lo han cantado antiguos poetas, y así lo han escrito veraces historiados y viejas crónicas nos lo enseñan. También mi vieja, por quien soy lo que soy, me lo ha contada, y sus palabras serán la creencia fiel que llevaré en el alma como artículo de fe, imborrable e imperecedero. 54


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El correr del agua clara Para mi camarada el sabio arqueólogo Don Federico Maciñeira y Pardo de Lama. «Cualquier cosa en mi pueblo, es ingente» Veremos si lo que esta frase encierra puede servir de norma a las generaciones presentes y futuras, puede servir de ejemplo a cada uno y a todos los que. al abrir sus ojos a la luz del día, aspiren el aire salutífero que mi pueblo natal posee para hacerle grande. «Cualquier cosa en mi pueblo es ingente.» No vayamos a tomar como regla fija, los nacidos en el Puerto de la Cruz, aquestas palabras célebres, dichas por un hombre que, sin pretensiones a encumbrarse, dio al mismo pueblo patentes pruebas de altruismo, pagando la conducción del agua desde El Burgado hasta la plaza de la Iglesia con su propio caudal, y luego inició la construcción de una pila sin tener que abonar por ello dinero alguno el Concejo municipal, casi en la inopia en aquellos tiempos, aunque integrado por personas pudientes y caballerescos hijosdalgos. Todo lo que hemos trascrito y parte de lo que seguiremos haciéndolo, nos ha sido narrado detalladamente, ha diez años contados, por el jamás bien llorado amigo don Maximiano Aguilar y Medina, tan amante de las «cosas buenas del tiempo viejo», como duro combatidor, a su manera de ser, de muchas otras que consideraba fatales para el bienestar de sus conciudadanos. I Ya terminaban las obras hidráulicas que con el mayor interés había dirigido el señor alcalde del lugar y alcalde del Castillo de San Felipe 1 para surtir al pueblo del líquido tan apetecido de que carecía. En el Pilar, ordenó aquella autoridad se dejase un cuadrado en hueco, para colocarle la lápida de mármol el día de la inauguración de la obra, la que había sido pedida a España por mediación de don Juan Pardo de Montenegro, natural de Galicia2 con alusiva dedicatoria, y ya obraba en su poder. Semanas antes a la verificación del acto- del que ya queda hecho mérito reclamaba el párroco, Lcdo. don Andrés José Cabeza, abogado de los Reales. Consejos3 en su nombre y en el de los síndicos de los conventos establecidos dentro de su feligresía, exceptuando el de monjas, se le surtiesen de aquella agua 1 El capitán don Rodolfo de Guatier. 2 Hizo declaración de su entierro y Codicillo en este pueblo ante el escribano público don Gabriel del Álamo Viera (véase el

Registro de 1738-39 folios 121 vuelto y 186 vuelto) 3 Falleció el día 6 de Abril de 1753. - 55 -


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continuando las tuberías de piedra hasta las cisternas monacales, y a tal pretensión no fué conveniente por aquel entonces acceder, máxime, que la obra era de puro interés público. y no de beneficios particulares significados, Esta resolución concejil, dio motivo a que el Lcdo. Cabeza, con su carácter de párroco, y los monjes, que estaban sumisos a tan geniudo pater, tomasen con frialdad los proyectados festejos, que el vecindario tenía preparados para el día de «El correr del agua clara», y a pesar de haber sido invitados previamente a una reunión (en la cual que se discutía el programa de los mismos), dejaron de asistir. Algo dio que decir en el pueblo el brillar por sus ausencias en tan importante sesión, aquellas fraternidades, pero al fin o a/ cabo, el confeccionado programa fué el siguiente: «A las 5 de la mañana, repique general de campanas y salida por las calles de la Tarasca4 amenizada por una música ratonera bastante nutrida» «A las 10. misa en la Parroquia en honor de San Patricio y con asistencia del clero, comunidades conventuales, esclavitudes, tropa y demás autoridades civiles y militares5» «A las 12, bendición de la pila y colocación de la lápida de mármol en la columna que sostiene al plato enterizo y terminada aquella, tomará la palabra el señor alcalde y demás personas que deseen hacerlo para ensalzando la conducta del sindico Personero don Nicolás Bernardo Valois y luego marchará la comitiva a la casa de éste benemérito donante a darle personalmente las mas reconocidas gracias en nombre del vecindario6 » Y así lo propusieron se efectuase, y así parece ser se hizo sin ninguna alteración en los pocos números que integraban el consabido programa acuático de la fiesta de «El correr del agua clara». .II Oficialmente fuéron invitados por la primera autoridad local todos y cada uno de los individuo» que por su viso social y demás circunstancias debían formar parte integral en los festejos señalados para el 17 de Marzo del año de 1737, que es la fecha de la inauguración de la pila vieja. La música ratonera7 y la Tarasca en ese día, había cumplido su cometido; la misa a San Patricio, fué celebrada breve por breve y sin vérseles el pelo al clero, frailes y demás hermandades, sobre todo, a los franciscanos del convento de San Juan Bautista8 que tanto en estos actos gustaban hacer presencia.

4 Figura de serpiente monstruosa que se sacaba delante de la procesión del Corpus o en otras festividades. 5 Este santo que fué de la mayor devoción de los Valois y a quien le erigieron una Capilla, cumplía en ese día el 734

aniversario de su muerte. 6 La casa de don Nicolás no es otra que la hoy llamada Hotel Marquesa y la edificaron sus antepasados los Franchis

Luzardo y López Gallego. 7 Música mala en si, o ejecutada por malos instrumentos. 8 Fabricado por el Almojarife Juan de Tejera a modo de ermita casi a raíz de la fundación del pueblo.

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Llegado el momento de ser bendecida la fuénte, se esperó por el párroco, pero éste no daba señales de presencia; escusóse pasando recado con el sacristán de hallarse indispuesto y lamentando no poder cumplir con el Compromiso. Este Lcdo. Cabeza parece era hombre de morro duro. Por esta vez lo demostró, sosteniendo tan a las claras sus resquemores con el Concejo municipal, poniéndole con su ausencia, en el más grande de los aprietos y aun cuando su sacristán tenía de antemano la bandeja de plata con los ornamentos y demás objetos del culto para la bendición preparada sobre los bordes de la pila, no fué pequeño el responsorio que le endilgó aquel, al enterarse de todo lo sucedido por su culpa. Intimóse en llamar con urgencia a uno de los Priores de los Conventos para que éste salvase al Sr. alcalde de tal compromiso, efectuando la ceremonia invocativa, va que nadie, buenamente, que vestía sotana, quería hacerlo; cuando de pronto, un joven de veinte y cuatro años de edad9 (9), apeándose de su caballo, el que dió a sostener a su servicial, incorporóse a la comitiva, oye lo ocurrido y descubriéndose, después de pedir la palabra (la que le fué concedida) dijo en alta voz: Señores: Soy un indigno soldado de Cristo, (N. S.)—aquí inclinó su cabeza—, pero en estos momentos quiero cumplir con la misión que me tía encomendado la Santa Madre Iglesia, Católica, Apostólica y Romana, cuando por boca del Obispo mi pastor, al ordenárseme claramente, dando lectura al sagrado texto, S. I. decía: Consecrare et santictificare dignerio. Domine manus istas:. .. ut quaecumque benedixerin benicantur; y aquí estoy para cumplirlo. Y la pila fué inmediatamente bendecida, pasándose luego a la colocación de la lápida de mármol que el propio Pardo de Montenegro encajó con prontitud maravillosa, luciendo la inscripción siguiente: Dióse fin a este acto, con el Discurso encomiástico del Sr. alcalde; quién recibió atronadores aplausos del público, al cual lanzó varias monedas de plata, las que pronto los muchachos a la Arrebatiña y contentísimos metieron en sus casos o en sus bolsillos casi en estado deplorables. III La tropa desfiló; las aguadoras, con sus inmemoriales botijos, tallas y bernegales, provistas de largas cañas, se surtieron del agua necesaria para aquel día; mientras tanto, la comitiva daba las gracias al Sr. Valois, haciéndole relación de lo ocurrido con el párroco y del hecho casual de ser bendecido el Pilar por un joven sacerdote.

9 Don Esteban de Herrera, nacido el 29 de Junio de 1713 y más tarde llegó a ser Vicario, dignidad de Toledo, falleciendo

en 19 de Abril de 1770. - 57 -


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Don Nicolás, correspondió a tan finos parabienes, despidiendo atentamente a cada uno de los miembros que integraban al núcleo representativo del pueblo, y antes de poner estos los pies en la amplia escalera de tea que daba acceso al saguán de su morada, profirió esta frase que pronto se hizo célebre: «Cualquier cosa en mi pueblo es ingente.» Han pasado algunos años. El Pilar con su inscripción, con su plato enterizo y sus tuberías de piedra todo, faltando al mayor respeto lo han desaparecido del sitio donde debió de conservarse o habérsele restaurado. Hoy, ocupa su lugar una fuénte, imitando cuatro conchas artísticamente talladas de cemento con un cisne haciendo perennemente gargaritas. 10 Por ello el Sr. Aguilar y Medina indignadísimo nos decía: «Ya el publico no puede ver «El correr del agua clara»; desde que derrumbaron la pila vieja y de postizo le han remplazado por otra de alfeñique, se inició para el Puerto de la Cruz el periodo de «El correr del agua turbia». Yo, parodiando la frase de Valois digo: que por estos tiempos modernos en mi pueblo a cualquier cosa hacen gente*. Glosario: Sindico personero: El 'procurador síndico general' era en los Ayuntamientos o Concejos el encargado de promover los intereses de los pueblos, defender sus derechos y quejarse de los agravios que se les hacían, y el 'síndico personero' era el procurador que se nombraba por elección en los pueblos, sobre todo en aquellos en que el oficio de procurador síndico general era perpetuo o vitalicio.

10 Obra del notable pintor don Marcos Baeza y Carrillo, inaugurada en 1901, y a la cual, el popular poeta don Gregorio M. Carmona le

compuso los siguientes versos: Gloria a don Marco Baeza Que esta pila construyó, Loor a quien la inició * Y por tan gran entereza A un pueblo en que no nació, Perdonarla la torpeza Del Cisne que nos legó Que resultó linda pieza, Y en pago al desprendimiento ya que su nombre ocultó Erigirle un monumento En Ceuta o Fernando Póo.** * Se alude a don Domingo Aguiar y Quesada, natural de Las Palmas de Gran Canaria, verdadero apóstol del arbolado en Tenerife, iniciador de esta obra. ** Este vate parece sentirse poco afectuoso con el señor Aguilar y Quesada. Creemos lo motivara ciertos disgustos surgidos, con referencia a suprimirle aquel, el cargo a éste de proveedor del Gran Hotel Taoro de cuyo establecimiento fué don Domingo director gerente. 58


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¡Esas calles! ¡Qué mal efecto produce sacar a re lucir las faltas del pueblo que nos vio nacer y cuyo sol nos alumbró en los felices días de nuestra infancia! Pero, para desenterrar a este pueblo del hondo sepulcro del abandono y postergación en qua se halla sumido, es preciso gritar a los cuatros vientos y lanzar desde las columnas del periódico la más terribles censura. Por eso es necesaria la fundación de un periódica en esta población y esto creemos que tendrá pronta realización. Tiene la palabra nuestro querido amigo y compañero don Francisco P. Montes de Oca. Vayamos al asunto. Muy apático ha de ser el hijo de este pueblo, que, al pasar por algunas de nuestras calles, no se ruborice de vergüenza. Ha unos días, ciertos turistas estuvieron largo rato la calle de San Juan. Nosotros, al ver esto, si no nos hubiésemos acordado de que los buenos hijos y amigos no se conocen ;sino en el abandono y la pobreza, habríamos negado en el aquel momento que éramos hijos del Puerto de la Cruz. Por de pronto el asunto más urgente de mejoras locales, de que debe ocuparse nuestro Ilustre Ayuntamiento, es el de adoquinar la calle de San Juan desde la de Quintana hasta la de la Iriarte y el trozo de ésta comprendido entra San Juan y Blanco Sobro todo es muy urgente la reparación de la primera calle que nombramos (que no merece tal nombre) en la que residen los principales establecimientos del Comercio y que es considerada como ¡a principal calle de nuestra población. Por hoy, nada más.

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La Virgen de la Peña Para el pundonoroso oficial de las gloriosas milicias Canarias mi excelente amigo don Rafael Martínez Morales, Para nosotros los portuenses que honramos a la Virgen Madre de Dios, bajo todas sus advocaciones y la seguimos honrando con todos nuestros pensamientos, con todos nuestros ideales, con todas nuestras aspiraciones bajo el pomposo título de Nuestra Señora de la Peña de Francia, será orgullo y estimación grande nos llamen y respondamos por hijos suyos1 ¿Quién de los portuenses no ha invocado a su Virgen de la Peña, en aflicciones, en sucesos adversos y desgraciados? ¿Quienes de ellos no han visto con solo pedir con fe con sinceridad de corazón y confianza en su misericordia, que no haya sido oído y atendido en todos sus infortunios por esta Madre?... 2 Pues bien: al Puerto de la Cruz de Taoro, que arrullado vive por una constante sinfonía de brisas y a la sombra de los jardines repletos de guaidiles sagrados, llegó por el año 1.745 un Pastor protestante. flaco y lampiño. Valido del dinero y labia peculiar, de que siempre disponen estos propagandista » de la errónea secta luterana, el fader se conquistó (?) a un joven de buena sociedad 3 de carácter vivaracho y no de muy escasa inteligencia a quien le regalaba libros lujosamente empastados y hojillas de todas clases y para todos gastos, con cuentos aplicados intencionadamente contra la idolatría, mejor dicho, combatiendo el culto que los católicos rendimos a las imágenes sagradas. El Pastor creyó que aquel nuevo convertido, había adjurado de sus creencias católicas con solo la lectura de aquellos papeluchos, y para ganárselo mejor, le trajo a vivir a su casa, dándole, con mano rumbosa, un sueldo crecido para pasarlo bien y prestarle servicios de secretarlo.

1 Se le dio cuite, primeramente en el Castillo desartillado de San Felipe, después, con mas solemnidad, en la iglesia de su

nombre hasta 1613, conservándose aunque en mal estado su retrato al óleo sobre la silla presidencial del coro bajo de dicha iglesia. 2 La imagen de talla que presidió durante los años de 1614 al 1878 el altar mayor de la parroquia, es la misma que se venera en la actualidad bajo la advocación de Nuestra Sra. Del Rosario, y ésta que pertenecía al convento de San Pedro González Telmo, reformada por acuerdo de la hermandad de la Peña, ocupa e! lugar de la Patrona indebidamente. 3 El año 1749 tomó el hábito de religioso de la menor observancia de San Diego de Canarias, más tarde, Cronista de su provincia, calificador de la suprema y con el nombre de Fray Francisco Guzmán fué guardián del Convento grande de La Laguna quien el historiador Viera y Clavijo da un puesto de honor en su Biblioteca de los Autores Canarios Lib XIX, Tom, IV. página 495 edición de 1863, «Noticias da la Historia general de las islas Canarias.» De Fray Francisco Guzmán se supone sea aquella letrilla que empieza: Virgen de la Peña Reina y soberana Dame hoy tu auxilio Que se pierde mi alma. - 61 -


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Y corrieron los días, los meses, los años... El joven converso siempre se mostraba contento, satisfecho y feliz. Ante la presencia del Pastor, el discípulo apóstata luterano, fingía de continuo, hacía su papel de iluminado. En imágenes, en vírgenes de madera ¡bah! todo eso se acabó para él: en nada de figuras hechas por manos de mortales creía, solo al presente, y a costa del Pastor, vivir eran sus intenciones y vivir., ¡que no fuése poca cosa ahorrar para el mañana pesetillas con que seguir la carrera eclesiástica en pago de tales comiquerías! Todas las mañanas, todas las noches, al contemplarse el joven que sus carnes iban engordando y ceja dentro habían ya como unas 80 onzas en oro, y de doblones. 100 metidos, se decía: «¿En qué pararán estas cosas?» «¿Qué saldrá de todo esto? » «¿Me condenaré o se condenará?» Y unas veces, salía a pasear el Pastor para leerle algunos capítulos de la Biblia y dormir la siesta en la playa, junto al catequisado; y otras, las mas, se las pasaba difamando de las imágenes mientras el joven en su cuarto, meciéndose, ocupaba la hamaca defina cabulla que desde La Margarita había traído tan flemático señor y quien a grandes vocea seguía, perturbando el sueño aparente de aquél iluminado que le creía transportado en alma a las regiones celestes con tales sunsunetes... Y llegó el momento; instante final... Un día, día funesto, volvió a mecerse el cuco joven con mayor violencia que de ordinario lo acostumbraba, cuando, de repente, uno de los ganchos o colgantes se quiebran, se revientan y cae, cuan largo era, sobre el Pastor y de él, contra el suelo, recibiendo tremendo batacazo que le hizo clamar, todo lloroso y compungido: - «Me he matado. Virgen de la Peña. Virgen de la Peña, Virgen de la Peña, levántame, ayúdame a levantarme»... Y aquí se descubrió el paste!, aquí dio fina todo, lo que fué una verdadera patraña... -¿Con que de esas maneras andamos, indigno joven, idólatra adorador de muñecos, de mamarrachos?- dijo el Pastor - «Laigo de aquí. Afora de la mía casa, váyase Vd. a invocar su pedazo de mamarracho y con viento a otra parte»... El Pastor, antes de marchar a su tierra, refirió el cuento tal cual había pasado a un ferviente católico inglés establecido en este pueblo hacia algunos años, y se le quejaba de la mala partida que recibió de tal joven, por lo que trataba de pedir, ante su cónsul, reparación o indemnización de daños y perjuicios; pero el paisano del fader le aconsejó que desistiese de ello, y el día de tomar barco al despedirle para Inglaterra y estrecharle su mano, le habló al oído estas palabras: «Inglés que dá manteca es buen inglés, pero.., estos portuenses, primero dejan de mancharse con ella que invocar a la Virgen de la Peña».., «Goodbay father.»

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La higuera de la Cruz I

Grandes calamidades pesaron sobre la isla de Tenerife, allá por Noviembre de 1826. Prisioneros de las aguas, por aquel formidable aluvión y durante los días 7, 8 y 9, estuvieron muchos de sus pueblos, y muy particularmente el Puerto de la Cruz, en el que El Limpio grande, donde fondeaban las naves de alto bordo, quedó para siempre inutilizado. Las impetuosas corrientes del barranco de La Raya a San Felipe, con los arrastres de escombros y peñascos deformes, robaron más de 200 metros al mar, y en La Encenada de Taoro, desde aquella luctuosa inundación hasta nuestros días, jamás se ha visto anclar buque alguno.1 Por el naciente de este sufrido pueblo hizo de las suyas y a su antojo la tremenda avenida. Martiánez, que así se denomina el barranco que antiguamente se llamó de Cuaco, fué desbordado; sus aguas torrenciales, penetrando por La Moya y Los Lianas, dieron al traste con el artillado castillo de San Carlos2 en cuyo recinto montaba guardia, como centinela, el miliciano bisoño don José María Padrón Herrera, único superviviente del resto del pelotón fenecido, quien abrazado a la Cruz que junto a la garita del fuérte se alzaba, milagrosamente pudo salvarse. II En los espaciosos terrenos contiguos al desaparecido castillo de San Carlos, y muy cerca de la garita en la que se hallaba enclavada la Cruz, nació una higuera3. Esta, a los pocos años fructificó con gran abundancia, debido al solícito cuidado que le puso Padrón Herrera; y con el dinero que se sacaba de la venta de sus ricos frutos, se le encendía una lámpara de aceite todas las noches al madero salvador. Pero fué el caso, y esto lo referían todos los hijos del agradecido miliciano devoto ferviente de la Santa Cruz, que al ser concedidos en el año de 1847, por el Ayuntamiento portuense, Los Llanos y parte del callejón de San Carlos a don Francisco García Gutiérrez (a) Millón y medio, para roturarlos y murarlos haciendo a su vez el paseo, hoy llamado de Los Tarajiales, un tal don Juan Riverol y Mena, que hacía de capataz en la :cuadrilla de los que trabajaban en los desmontes del terreno—por negarse éstos a cortar la higuera—, dio indignado, el primer hachazo al hermoso árbol, el que, al caer a tierra, una de sus gruesas ramas, le partió la 1 «La Bella Gabriela» desapareció entre las olas con 15 de sus tripulantes. 2 Sus tres cañones de hierro, que las aguas llevaron a la playa, han sido cortados y puesto en e1 desembarcadero de «El

Penitente», para amarrar en ellos las coderas de los buques que fondean en «El Rey». 3 Se cultiva desde la antigüedad esta planta en todas las regiones mediterráneas de Asia, África y Europa, y en Canarias,

desde los tiempos de los Getulos, es decir, mucho antes que arribasen, a estas islas los españoles y franceses. (La Higuera, por don Melitón Atienza y Sirvent, «Gaceta Agrícola del Ministerio de Fomento», Madrid 1881 pag.143.) - 63 -


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mano derecha y, como castigo del cielo, cuéntase tardó muchos años en sanar, sin que durante ese espacio de tiempo dejase el paciente talador de ser perseguido a diario por la sombra de la higuera, la que otros dicen que a todas horas se reproducía ante su vida, III Y corrieron los días, los meses, los años... Por fin se terminaron los trabajos en Los Llanos y la finca de Millón y medio quedó totalmente cercada con un alto muro. Pronto ocupó en el puesto la Cruz del castillo de San Carlos, adosada al que mira al Este del paseo de Los Tarajales y ya allí pudo continuar Padrón Herrera encendiendo la votiva lámpara con las limosnas que depositaban en el cepillo los paseantes, a más con el dinero de su propio peculio hasta que, llegado el año de 1876, Riverol y Mena se dispuso a consultar su enfermedad moral con «un médico de almas», con un ejemplarísimo sacerdote que por entonces regía la parroquia de este Puerto (Don Domingo Brito) y éste parece le dio como receta a su cura la feliz idea de que edificara la capilla que hoy se levanta en honor al madero Santo. Pidió Riverol y Mena para tan piadoso fin, por medio de instancia dirigida al M. I. Concejo portuense, que en terrenos del común y frente al sitio en que se hallaba colocada la Cruz, el trozo necesario para la erección de la capilla4 y vista y discutida en sesión ordinaria la aludida instancia5 aquel Cuerpo municipal nombró la Comisión de ornato público (en sesión del 2 de Abril de dicho año de 1876) la que desde luego señaló el espacio necesario para levantar la expresada capilla, previo el plano de la obra que presentaría para su aprobación el interesado6. Emprendidas las excavaciones para buscar los cimientos de la obra, Riverol y Mena manifestó a los trabajadores, y ello inmediatamente corrió de boca en boca, que desde el instante que por consejos de un sacerdote se dispuso a erigir el santuario a la Cruz había desaparecido por completo de su vista, no solo la sombra fatal, persecutoria, de la higuera que maliciosamente había tronchado en Los Llanos, sino que la noche antes de dar comienzo a aquellos trabajos, la propia Santa Cruz, al parecer se le acercó a su lecho y posando su sombra redentora sobre la mano enferma, ésta quedó inmediatamente sana... «En una higuera se ahorcó Judas,en una Cruz murió Jesucristo por salvar a los hombres»... «Venid, venid a ver mi mano, decía Riverol y Mena; esto que ha sucedido es uno de los tantos milagros obrados por el santo madero y a él, debemos todos en estos momentos adorarle...»

4 A ruego de don Juan Riverol y por no saber firmar, lo hizo don Sebastián Padrón, hijo del más que nombrado miliciano

don José Mª. y a 28 de Marzo de 1876, Legajo 21, Policía Urbana y rural, Nº 16. Segundo inventario del Archivo Municipal. 5 Legajo 3 (1) Actas del Ayuntamiento, N." 5, Segundo inventario del idem idem. 6 El 24 de Junio de 1876. día de la festividad de San Juan Bautista, fué inaugurada la capilla. Durante la noche de la

víspera y en la de ese día, estuvo iluminado el paseo de Los Tarájales, todo el camino que conduce a la fuénte de Martiánez y vereda alta que corre hasta Sancho, sirviéndose para ello de “gánigos” llenos de alquitrán. 64


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«Si en una higuera 7 Judas se ahorcó Y Jesús-cristo En la Cruz murió, Esta Capilla La edificó Quien de otra higuera La sombra vio. Viva la Cruz Bendita y buena, Bálsamo y luz, Que salvó a Mena.»

7 Sobre el testero de la capilla que mira al Norte, alguien escribió los versos siguientes – los que fuéron borrados durante la noche del día de la inauguración.

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TRADICIONES PORTUENSES

El Cristo ahogado (Recuerdo de un Carnaval)

¡Oh plataforma desartillada de Santa Bárbara! ¡Oh Cruz de “Los Arcedianos” ¡Cuan sin resguardo, cuan sin tertulianos y solitarias os han dejado!

Así se condolía y así exclamaba en cierta ocación el tío Pererita, práctica viejo del puerto, sentado en un grueso cuadernel perteneciente el legendario «barco blanco», el que yacía tendido a la sombra— casi media centuria—bajo el formidable balcón de la cana de Lercaro y que un día compró como de barato el último alcalde castellano del fuérte de San Felipe, señor González de Chaves, de honrosa memoria para esta población y uno de los hijos de más clara inteligenacia que ha nacido en ella durante el siglo XIX, Así se lamentaba quien, san niño y de padres marineros, espigó yendo y viniendo a los placeres es «la lancha catalana» patronada por tío Cascarilla, pescando pargos y samas de ley. los que eran vendidos en trozos y par poco precio en los escalones de la Aduana Real por el timonel Caleta, con la única condición de reservar las cabeza del más gordo peje - según ordenanza o costumbre inveterada para la cazuela de. los viernes cuaresmales que hacía el señor ayudante de Marina en riguroso cumplimiento de la Santa Cruzada. I Dieron las doce y se partió el día. El viejo práctico rezaba, me llamó y también me hizo rezar; me dio a besar un Crucifijo que sacó por entre la gruesa camiseta de bayeta roja atado con la correa de San Blas; me puso sobre sus rodillas mascó un troza de piola con el colmillo izquierdo y luego. acariciándome con sus manos temblorosas, hacía de mis rizos negros una trenza. ¡Parecía que mis cabellos le servían al lobo marino de acicate para su narración! Mi niño - me dijo - voy a contarte algunas cosas tristes; no te asustes, no. Yo no soy el coco, yo soy un espíritu inofensivo, no temas; no tengas miedo, que si hoy es día de Carnaval, hoy hace setenta y tantos años de la matanza de los franceses... Y prosiguió Pererita de esta forma: - Mírale, aquel hombre que se apoya a la borda o banda de estribor de la lancha «La Vialta», aquel, no es otro que el nieto de uno de los tunantes que ahogaron al Cristo... Aquel, también con una cuchilla, cortó el cuadro de la Patrona que aun se conserva en el coro baja de la parroquia. Quién a los suyos se parece, en nada se desmerece. Pagaron las parrandas, máscaras y mamarrachos dando gritos ensordecedores, y mí hombre volvió a sacar la tabla de piola para mondar un pisco de ella que consumió con agrado. - 67 -


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El 4 de Marzo de 1810 día de Carnaval, el populacho de la vecina villa de la Orotava formó una gran algarabía en contra de sus señores y señorías para que se aboliese cierto medio diezmo con que se quería grabar a la agricultura, y después de armada la gresca por puro vicio de su rudeza, bajó a este Puerto a buscar y examinar los papeles de un bailarín francés que había vestido a un perrito lanudo con adornos parecidos a los colores de la bandera española y cuyo animalito se exhibía en la «Plaza del Charco de los Camarones» (hoy Constitución.), y que su autor trataba embarcarse por aquellos días para los Estados Unidos del Norte de América, si mal no me informaron. Y dieron las tres de la tarde y sonaron los bronces parroquiales.... El anciano práctico rezó fervoroso una oración para continuar y después da acariciar mi rostro y tomar mis cabellos con sutileza de atraer al pensamiento aquel recuerdo olvidado, hizo pausa, hizo puntos suspensivos. II La gente del pueblo bajo de este Puerto, aleccionada por aquellos descamisados, no tardaron solo en imitarles, sino exceder la barbaria de ellos y juntos, en masa, se apoderaron, sin ton ni son, de la persona del maestro de escuela, del hombre más querida de ente pueblo, llamado Mr. Bronel, quien, para evitar ser atropellado, habíase refugiado en la plataforma de Santa Bárbara pidiendo protección al gobernador militar de la misma. Allí mira, allí en el muelle Y en ella le buscaron los matadores, y a la fortaleza entraron como por su casa, ofreciendo a Bronel no dañarle, pero ... ¡oh, pérfidos!, los alborotadores, así que salió el maestro del portalón, le metieron mano y cuando de rodillo en tierra imploraba misericordia, fué vilmente asesinado, fué muerto a cuchilladas. Nadie salió en su defensa ¡Que horror ¡ ¡Qué crimen tan horrendo! A Pererita se le saltaron dos grandes lágrimas por sus chiquitines ojos y a mí me hizo llorar como niño, como cristiano y como portuense enrojecido de... -Por Bronel (repitió) nadie saltó en su defensa. Los artilleros, en su mayoría gente peluda, se encontraban de parranduela y la plataforma solo se hallaba vigilada por el caduco gobernador y un viejo chocho como yo, que apenas podía ya dar paso con el armazón de su esqueleto y menos disparar la carabina de chispa para defenderse. puesto que el sable lo tenía hacía muchos años sin filo y lleno de herrumbre. Después, el cuerpo del pobre maestro fué arrastrado, mutilado y pasando la orda salvaje a la Casa Escuela, sacaron los bancos, mesas, libros y papeles, quemándolo toda en la plaza de la Iglesia. Hasta el presidencial cuadro al óleo de un mérito extraordinario, que representaba al Cristo Crucificado, al Redentor del género humano, no pudo ser libertado1. Cristo fué llevado al mar y en él, se efectuó la fatídica ceremonia del ahogamiento, siendo uno de los sayones el abuelo de 1 Este cuadro que por mas de medio siglo permaneció en poder del señor Esquivel, pasó a ser propiedad de mi venerado

maestro don Benjamín J. Miranda, y hoy se conserva en casa de don Francisco Oramas y Morales, que habita en la calle de Valois núm 22 de esta población. 68


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aquel, de aquel que se halla arrimado al costado del bote “La Visita”. Entiéndelo bien, fué el abuelo de aquel... III También en dicho día loco, en día tan funesto, asesinaron a oros franceses. Uno de ellos era persona muy instruida y ferviente católico. Llamábase Mr. Bressen, joven escribiente de la Casa comercial de los Cólogan, quien estuvo oculto bajo las sayas y por algunas horas, de una dama noble en el imperioso momento que las turbas asaltaron su morada en busca de carne francesa, de carne de inocentes prisiones de la guerra napoleónica. Y todos los liberals de aquí y de arriba e este día luctuoso fuéron valientes. Y todos se consideraban superiores a los moderados monárquicos – a los de l Rey – a los nobles y personas pacíficas iQué horror, que horrendo espectáculo! El carnicero del pueblo tomó una bandera de le batería da San Telmo y con ella paseó las calles, loco y borracho, vitoreando a S. M. don Fernando VII. Otros canallas pedían dinero a los transeúntes y en las casas pobres rebanadas para con caña da la estila, brindar y hacer gritar a la chusma que le seguía: ¡viva el Rey!, ¡mueran los frailes y franceses!... Y mientras tanto el Cristo ahogado era extraído de las aguas por e! Señor ayudante da Marina y puesto a disposicón del Vble. párroco, señor Esquivel. Pero esto no paró aquí, no. El improvisado abanderado continuaba su procesión triunfal y la chusma, apiñada tras de él, hacía alto en todas las cuatro esquinas de la población. De vez en cuando tomaba !a palabra, cierto hombrecillo que se las daba de orador y frac masón empedernido , diciendo entre otras cosas: “Ahora manda el Parlamento bajo, ya bastante han mandado los de arriba, los altos, los grandes. He dicho y siga la comparsa.” Durante los tres día de esta brutal soberanía popular, todos los vecinos que tenían poco o mucho que perder, se concitaron para a cierta hora, armados secretamente y reunidos en la Pieza del Charco - después de leído con toda solemnidad el bando que mandaba publicar el señor alcalde por medio del escribano-secretarlo de la Muy Ilustre Corporación Municipal—, dando el santo y seña, prendieron a los revoltosos. Todo salió a las mil maravillas. Los desalmados fuéron prendidos, amarrados y enfilados codos con codos; disponiendo el señor alcalde mayor y juez de causa, pasasen a la prisión de Santa Cruz de Tenerife, donde algunos murieron y otros les siguieron en viaje pereciendo de la epidemia fiebre amarilla.

IV - 69 -


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Las esposas y familias de los condenadas vistieron de luto. No se corrió el Carnaval en este Puerto por muchos años, no solo en evitación de alborotos, sino por disposición judicial de la Real Audiencia de Las Palmas, pero cuando tuvo lugar la celebración de estos días locos (permitidos ya), hubo cierto poeta que, en recuerdo del Cristo ahogado, compuso una canción que decia asi: «El cuadro del Redentor A quien ahogó un tunante, Se le llevó el ayudante Casa el párroco rector. Como no estaba flamante El rector, con gran dolor Envióle al Instante Con su más fiel servidor Casa Don Luís el pintor, Haciendo en él lo apremiante Como buen restaurador Que de su Cristo fué amante. Ya que ero su donante Y también su propio autor.» Ve niño precocísimo a vuestra casa y sírvate este relato histórico, como remembranza del pasado (como recuerdo de un Carnaval) y a quienes contases el mismo en época no lejana presten de lección o ejemplo. Ello deben tenerlo presente, los que crean que esta forma de soberanía popular, puede dar al ciudadano un resultado racional. Nada juicioso ni cosa buena es, por que se equivocan quienes así pensaran tan a la ligera.

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Carta inédita y poesía de Iriarte Ha tiempo que hemos venido prosiguiendo una labor de investigación sobre documentos inéditos, relacionados con el insigne fabulista don Tomás de Iriarte, que ya son bien conocidos de los centros docentes de España y Extranjero, y hoy, felizmente, en el Archivo municipal del Puerto de la Cruz, donde, como jefe del mismo prestamos nuestros modestos servicios y en su Apartado histórico, legajo F,—"Asuntos generales,"— 1.772—1.813,—Número 4, - 1.790—1.808. "Instrucción pública", descubrimos la sentida carta, acompañada de una laudatoria poesía que dedica a su querido pueblo natal, (ambas joyas literarias inéditas), por las que se viene patentemente a resolver las dudas que existían sobre la prolongada enfermedad que padeció el poeta y fecha más aproximada a la que nos dieron— refiriéndonos a su muerte—, los biógrafos de su tiempo y otros más modernos. No han, dejado de señalar algunos de sus detractores y con motivo de escribir aquellas famosas poesías "non santas"1 , que nuestro Iriarte era un hombre sin fe religiosa 2 , desposeído de todo sentimiento patrio, más, si así lo juzgaron, lamentamos tan ingrato proceder, y sirva a través de largos años transcurridos y como borrador de esa mancha lanzada, estos documentos justificativos. Ellos limpiarán la calumnia vertida sobre tan preclaro varón.

Madrid, 20 de Agosto de 1791.

1 "La barca de Simón" o sea el Pontificado y otras composiciones un tanto volterianas.

Tuvo Simón una barca no más que de pescador, y no más que como barca, a sus hijos la dejó. Mas ellos tanto pescaron e hicieron tanto doblón, que ya tuvieron a menos no mandar buque mayor. La barca pasó a jabeque, luego a fragata pasó; de aquí a navío de guerra, y asustó con su cañón. Mas ya roto y viejo el casco de tormentas que sufrió, se va pudriendo en el puerto. ¡Lo que va de ayer a hoy! Mil veces lo han carenado, y al cabo será mejor desecharle, y contentarnos con la barca de Simón. 2 "Proceso inquisitorial contra don T. de Iriarte", .'Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid 1.900.)

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Muy señor mío: Considero un deber patriótico dirigirme Vm. para que se sirva hacerlo presente a mis paisanos, el reconocimiento más profundo que he experimentado al saber por cartas de Vm. que ellos se interesan por mi salud y quiero, demostrárseles, acompañándole 20 ejemplares de mis obras publicadas para que se moleste en distribuirlas entre la juventud estudiosa de ese mi querido pueblo natal al que le profeso igual amor que el que rinde un buen hijo a su madre a pesar de tan larga ausencia que llevo apartado de él. Si consigo sanarme, les prometo visitarles, Dios mediante, en no muy lejana época y entonces cumpliré con estrechar una ves más en mis brazos a todos y postrarme ante el Señor del Gran Poder, a quien ofrecí solemne promesa y rendida gratitud desde mi infancia. Soy de Vms. su mejor amigo y paisano no dudando conserve la poesía que !o adjunto, que leerá cuando tenga oportunidad a esos benéficos habitantes, disimulando tan solo no haber podido suscribirla con mi propia mano, cual era mi deseo y satisfacción. B. L. M. de Vm. su más atento servidor Tomás de Iriarte.—Rubricado. —Señor don Pedro Franchi, alcalde Real del Puerto de la Cruz.

CANTO A MI PUEBLO Junto al mar siempre agitado Y en el Valle de Taoro Se alza un pueblo, que de oro La Vid hizóle agraciado. El, recuerdo, fué mi encanto Al ver mis ojos la luz... Y a él le osfresco este canto Por ser Puerto de la Cruz Solar a quien quiero tanto.

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Datos históricos del Puerto de la Cruz I No hay en todo e1 archipiélago canario otro pueblo de mar con más marcada estampa de novelesco y romántico que éste, fundado por el regidor Antonio Luzardo de Franchi, en 1604 y en la antigua Caleta de Cuaco, que ocuparon las gentes marineras de origen portugués. Desde una generación a otra, jamás ha percibido su vitalidad. Es lugar con honores de villazgo y conserva fuérza de rasgos, de acento y de sentimientos benefactores para cuantos se hospedan y llegan hasta sus playas bienhechoras que, guardadas, lamen las olas turbulentas del viejo océano. Como gaviota revoloteadora, humedecida por la sal Arautápala, se posa mayestático a descansar sobre una planicie volcánica, entre dos roqueras puertas. De día, al recibir la luz solar, huye del poblado la cenicienta melancolía y se va hacia el valle a convertirse en nubecillas blancas. En noches, con una pleamar cantora, se halla colmado por dulcísimos halagos de viento suave y rítmico, al claror de la luna duerme sus sueños de dama gentil muy indolente. El Puerto de la Cruz es "la llave de la isla", como dice cierta Real Cédula, y es tema atrayente, para el turista contemplar en las .mañanas veraniegas aquel reparto de pesca a las mozas revendedoras cuando sus canastillas quedan colmadas para marchar en busca d d jornal cotidiano. Los pescadores portuenses están saturados de santas rebeldías, de feroz majestad y acre sabor, sintiendo el peligro de los naufragios; tristes y humillantes, ante la bonanza de los tiempos y antireligiosos, frente a su Virgen del Carmen o Gran Poder de Dios a quien llaman "El Viejito" y le apostrofan insolentemente. En los siglos heroicos sus ancianos castillos vieron cómo los piratas no sacaban partido alguno al querer robarse las muchas embarcaciones que acudían al "limpio de las Carabelas" para cargar de las famosas malvasias. Los férreos cañones supieron cumplir como buenos defensores; pero..., ¡oh el destino!, dos de estos veteranos yacen abandonados en la antigua plataforma de San Telmo, donde aún se levanta la ermita del santo, fundada por el Gremio de Mareantes y rodeada de unos parapetos que contenían empalizadas de pito-tea. La iglesia parroquial es templo hermoso con columnas elegantes, toscanas, y retablos bien tallados y dorados artísticamente. El dedicado al Gran Poder se halla enriquecido con pinturas del famoso retratista de la Cámara del rey don Fernando VII. don Luís de la Cruz y Ríos, hijo de este pueblo, autor de los lienzos que adornan el pulpito, no dejando de tener un valor artístico los cuadros que lucen en la capilla de San Patricio, debidos al pincel de los canarios Quintana y Miranda, a más del La concepción. de que es autor el celebre Atanasio.

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Posee esta Iglesia la Cruz, que es patrona del pueblo - forrada de plata - la propia que dice la tradición fué colocada por los conquistadores, en una de las peñas que formaban la boca del puerto, al firmarse la paz, en los llanos de su nombre, entre españoles y guanches; un Santo Domingo de Guzmán, obra del escultor Lujan Pérez, y delicado altar hecho a la puntilla, con maderas preciosas, de estilo flamenco, donación del almojarife1 de la Aduana Real, don Juan de Montemayor. II En lo alto de la sierra tramontana se encuentra el santuario de San Amaro, entre un bosque de plátanos del Líbano, con la hermosa quinta de los Cólogan; y abajo, a su planta, el soñador puerto de Martiánez, resguardado por macizos ingentes de defensa; su manantial de aguas cristalinas, la cueva-palacio del mencey, algo separada del cementerio guanchinesco y con boca abierta al frente. Dentro del cañaveral aún subsiste la casa del famoso Martín Yanes, y al pasar el barranco, que en otros tiempos fué lugar de terrores y zozobras para el caminante, está el Thermal- Palace con eld teatro y comedor para bañistas y singularizado por la gran galería que mira al paseo de los rugosos tarajales. Sigue a pocos pasos la avenida de Aguilar y Quesada, bordeando el barranco, orlada de palmeras y a su frente la plazuela de Viera y Clavijo, que presta sombras al magnífico hotel Martiánez. Sobre el monte Miseria, orgulloso como un Quijote, nos queda el Gran Hotel Taoro, cantándonos lindos madrigales o endechas de amor platónico, lleno de alamedas y entretejidas guirnaldas de flores. Parece un castillo fantástico, una milenaria fortaleza, un lugar de cuentos de hadas... A San Antonio d de los Portugueses hay que subir para pasear en sus espléndidos jardines y respirar el aire balsámico que allí corre sutil. Todo en este sitio es vida, todo en él tiene grandiosidad. Las casitas pintorreadas de azul o blanco se amontonan a lo lejos de la campiña; el platanal verdinegro, la raquítica viña y el salteador trigal nacen y crecen entre las flores silvestres con sin igual lozanía. Al correr la vista al naciente está nimbada de luz la iglesia protestante, con la vivienda de el pastor anglicano a sus espaldas; luego, a poco trecho, vemos la biblioteca británica y el Club que sostiene la colonia de la vieja Albión. Del camino antiguo y por entre matorrales, que hoy han sido convertidos en terrenos productivos su mayor parte, llegamos al paraíso de los bienaventurados, al jardín de las Hespérides, siguiendo carretera arriba y después de haber pasado un puente y el tope de la calzada, empedrada por los presidiarios.

1 Tesorero.

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El Jardín de Aclimatación es un establecimiento de perfumes y oro. Millares, de árboles, plantas y arbustos lo pueblan. Hay en él calles. canales, torres, fachadas de palacio»...todo de follaje, todo de aromas, todo de colores... El jardín es un encanto, es un ensueño, es la paz y la propia vida unidos y que jamás fallecerá. III Existe al Poniente una gran peña firme y negruzca como un ébano, llamada El Peñón de el Fraile, y de este peñasco muchas viejas cuentan singulares historias, leyendas y tradiciones. Canosos y arrugados viejos dicen que la escalera fué mandada a fabricar por un genovés rico, para dar trabajo, allá por d siglo XIX, en sus comienzos, a gran número de guerreros indigentes que emigraron a este pueblo, y un grupo de curiosos nos habla de que en el había una lápida con poética inscripción que aludía a su edificación; pero que cierto parrandista trasnochador y de oficio sombrerero soñó que bajo de ella estaban las onzas de oro de los Lavaggis, y al punto desapareció de el sitio aquella joya para siempre. Añade un muchacho labriego que la glorieta que cobija el Santo Madero, según oyó contar a su abuela, la fabricó más tarde cierto caballero un tanto descreído en materias religiosas, por negarse a hacer la fíesta de la Cruz Parroquial— de la que era prioste—, y con tal motivo no podía conciliar el sueño, pero quiso pagar la deuda e invirtió los derechos de función y posesión en aquella obra y luego durmió como un justo. ¡Cien pesos por recobrar el sueño! Del Peñon del Fraile, paneles carcomidos nos traen otras más lejanas noticias. El lego icodense Juan de Jesús hacía sobre esta roca ingente sus meditaciones y observaba los tiempos para que el pescador no se hiciese a la mar. Después de todo en ella se inició un Observatorio de costa que bien pudiera el Gobierno establecerlo, o el faro que hace años venía figurando en presupuesto y ha pasado al olvido. El cementerio protestante y católico son los dos lugares de recogimiento que acompañan al Castillo de San Felipe. Centinela y testigo de todas las edades, aun está en píe como un guerrero, orgulloso de sus triunfos y laureles. Notable por su antigüedad y arquitectónica construcción, es digno de visitarse. El viejo caserón pide le tiendan protección; el llora su infortunio, el se siente desfallecer... Hay que pasar el barranco, que en otras edades se llamó de Taoro, para llegar a la finca "Los Frailes".

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En ella existe un tupido bosque de palmeras, prados y andares preñados de flora indígena. En día existe el rico pozo de Machado, que da un caudal de aguas, un caudal de "maná" que vale más que el plateresco Potosí. No a poca distancia y sobre la Punta Brava, está fundado el Lazareto, que sirve de estación sanitaria y desde donde se contempla, al caer de las tardes claras, el sol amortiguador tras la silueta de la isla de San Miguel de la Palma, como una antorcha de finos granates. IV Los paisajes del Durazno, Las Arenas, Vera y Dehesas, no tienen que desear a los del rincón más bello del orbe. Corónanlo un grupo de montañas y les sugestiona la figura del Teide que, a lo lejos, se ve pregonando sus infinitas grandiosidades. El Teide, visto de la Montaña de la Horca, de la vieja fragua incendiada en tiempos que Colón marchaba a las Indias y que la tradición nos señala como verídico suceso, es la propia "Columna del Cielo" de que nos hablan los geógrafos antiguos, los poetas helénicos; y ante este coloso hay que descubrirse, hay que entonar homérica estrofa, porque el ilustre Humboldt nos lo ha dicho: "Es de los volcanes más notables y curiosos del mundo. Desde la -Montaña de la Horca podemos contemplar lo que el notable médico y cirujano don Tomás Zerolo dejó por memora en su discurso "Orotava-Vilaflor". Su clima, al copiar lo escrito por las mayores eminencias, es el mejor de Canarias, y sus hijos ilustres, al repetir sus méritos, también pregonan la superioridad en talento, que superan a cuantos otros han nacido en estas peñas atlánticas, salvo, desde luego, honrosas distinciones. V Los Iriarte, Bethencourt y Cruz y Ríos servirán de ejemplo a las futuras generaciones. El Puerto ha tenido siempre algunos bienhechores o distinguidos padres de la patria que se han esforzado por embellecerlo. Tipos de esta clase lo son: un Blasco, un Valois, un Cólogan Fallori y un Arroyo y Ordecha, el lo antiguo; y en lo moderno otro Cólogan, que dio a su pueblo natal hombre distinguidísimos en las carreras de las armas t diplomacia. Tuvo este solar ribereño un “apostol del arbolado, don Domingo Aguilar y Quesada; otro de la enseñanza, el benemérito don Benjamín J. Miranda, y aquel “padre de los pobres" que se llamó don Juan Gonzáles Martel, médico y cirujano afamado, quien durante su carrera profesional enjugó muchas lágrimas y mitigó grandes pesares – a imitación del inolvidable galeno don Julián Delgado – Ambos murieron y sus nombre llegaron a la posteridad como un salmo vivificador

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Recuerdos nos ha dejado el monasterio de Santa Catalina, devorado por las llamas en el Carnaval de 1925. Dentro de sus espaciosos claustros vivía austeramente la sierva de Dios sor Antonina, cuyos despojos mortales reposaban en el cerco, dentro de su arcón que olía a santidad. Su celda fué convertida en salón de actos por el Ayuntamiento y contenía un hermoso tapiz, representando la fundación del pueblo, obra delicadísima de la pintora genial doña Lía Tavio. su ermita, además del célebre cuadro de las Angustias, de Van Dick., de la urna del señor difunto, tallada por el discípulo de Verant, don Manuel de la Cruz, que desapareció, y de otras joyas de mérito artístico, servirá para levantar en ella el Palacio Municipal en su día, puesto que ha sido comprado el solar a la Mitre tinerfeña en 20.000 pesetas. Del ex convento franciscano, donde se distinguió Fray Juan de Jesús y el padre Guzmán, sólo nos queda la antigua capilla de San Juan Bautista, (primer templo) y la nave mayor. Sólo de notable existe en este templo un cuadro pequeño al óleo, donación de los Nieves Ravelo, que adornaba el pulpito, conteniendo otra de autor estimado a su respaldo, y el de Animas, un poco deteriorado, debido al pincelde Quintana "el Canario". VI Después del comercio de los vinos, de orchilla y cochinilla, vino a engrandecer su agricultura el tomate y el plátano, que se exporta en gran escala por sus raquíticos muelles y desembarcadero "El Penitente". Hoy los ingleses son los principales especuladores del negocio, tales como las Casas de Fyffes Limited, Yeoward y Dan Wille, no dejando de señalarse a los alemanes que representa don Jacob Ahlers, y la noruega, de Thoresen. Son millones de pesetas a lo que asciende en la actualidad este lucrativo negocio, ¡Lástima grande que los cosecheros no se uniesen como un solo hombre, y decididos hicieran pata sí una Empresa que pugnase a las extranjeras! Tal es el Puerto de la Cruz, tal lo es y seré siempre, con marcada estampa de novelesco y romántico. El fundado por Luzardo de Franchi a orillas de las playas de la encantadora Arautápala no es otro que el mismo de ogaño y el propio de antaño, porque en sus fiestas de carnaval parece a una pequeña Niza, en las del Gran Poder, la toma de la Bastilla; en la de su patriarca la Santa Cruz, la propia Troya, la... ¡No hay en todo el archipiélago canario otro solar marítimo con mayor vitalidad y más pletórico de rebeldías como mi pueblo natal!

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Índice de artículos El loco de Martianez .......................................................................................1 El loco de Martianez ha muerto.......................................................................5 Mi cantiga a un viejo rey .................................................................................7 En las Cañadas del Teide ................................................................................9 Canción de cuna...........................................................................................15 El primer pirata ............................................................................................18 Un viejo castillo ............................................................................................21 El pulpo-policía ............................................................................................23 El robado......................................................................................................27 La de los ojos de oro ......................................................................................30 El risco de oro...............................................................................................33 La Imagen del Gran Poder de Dios ................................................................37 La Chiripa ....................................................................................................39 El salto del capitán .......................................................................................43 La espía ........................................................................................................47 ¡Ha muerto un drago!....................................................................................49 Lo que dicen las flores ..................................................................................53 El correr del agua clara.................................................................................55 ¡Esas calles!..................................................................................................59 La Virgen de la Peña .....................................................................................61 La higuera de la Cruz....................................................................................63 El Cristo ahogado .........................................................................................67 Carta inédita y poesía de Iriarte ....................................................................71 Datos históricos del Puerto de la Cruz...........................................................73

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