Historia del cine 2da edicion

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porque no trágico. Pero todas esas escenas están dominadas por una expresión que se manifiesta a través de los cuerpos desnudos de todos ellos, menos del amiguito. Esos cuerpos muy jóvenes, muy blancos y hermosos, como son los cuerpos de la infancia a la que Favio homenajea, pero que en aquellos protagonistas son recipientes de angustias, o las cloacas de nuestra cultura. Esos cuerpos que tendrán el absoluto protagonismo cuando se concrete la violación, de la que Polín será testigo, y que lejos de sentir culpa por no poder o querer intervenir, justifica con una mentira que Favio pone en boca de Polín “no vi, sabés”. Mostrándolo temeroso por ése acto que él no cree de cobardía, porque no fue más que aceptar la realidad que conoce y que ninguna otra palabra podrá explicarle a su amigo la inevitabilidad de lo que sucedió. Esta gran segunda secuencia va llegando a su fin con la escena dónde un gélido funcionario, frente a los familiares y curiosos de la villa, cumple con los trámites administrativos para trasladar al fallecido obrero al cementerio municipal. Polín está ahí. Observando. Solo. Nuevamente esos primeros planos de su carita con ésa mirada que nada pregunta, pero que al ser compaginados con los planos generales de la villa solitaria, nos completa la imagen de un Polín que la siente un espacio en el que su prolongada ausencia le hace sentir la soledad desde un lugar propio, pero a la vez ajeno. Favio sigue siendo fiel en su “Crónica de un niño solo”. Desde el aspecto narrativo-formal, ésta secuencia también se caracteriza por planos que, en lugar de ser una sucesión acelerada - para acentuar los momentos dramáticos de las escenas - son planos lentos. Donde importa más el “montaje interno”, componer los planos no solo ocupándonos del encuadre sino, fundamentalmente, a través de los movimientos de los personajes y del entorno dónde se mueven. Para sugerir más que mostrar, narrar más que impactar o alienar al espectador. Favio no aísla a los personajes del medio, todo lo contrario. Ese bucólico paisaje, hasta diríamos bello, es no solo testigo, sino contenedor de la desgraciadas infancias ¿Y el sonido? El sonido son las voces, los gritos, 241


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