SMYS_4_AN_desafío

Page 214

acalorado rostro a Labieno y mostró los dientes. —Puede que valore más el matarte que lo que quiero hacer en Génova — masculló. —Decida, entonces —espetó el piloto. De pronto me di cuenta que su compañero de cabina, un joven de unos veinte pocos, se llevaba la mano al interior de la chaqueta y esperaba atento. Si después de todo Valentino decidía matar a su compañero, era muy probable que él respondiera. Pero justo en ese momento uno de los esbirros de Valentino corrió por el pasillo sin importarle que pudiera arrancarme la cabeza y me tapó la visión de la escena con su espalda. Por suerte, pude continuar escuchando. —Bianchi, tomemos una copa —dijo el esbirro. Pero su jefe no pareció quedarse satisfecho. Supuse que mantenía la mirada del piloto y que le soltaba poco a poco. —Ponga este trasto en marcha —ordenó. Pero no lograría lo que deseaba hasta haber pasado los quince minutos que el comandante le había sugerido. Entonces, empezó a vibrar el pequeño avión y yo cerré los ojos rogándome mantener la calma.

Cristianno ¿Sabría Kathia hacia dónde se dirigía? ¿Estaría nerviosa? ¿Tendría miedo? ¿Imaginaría lo que iba a sucederle o que yo estaba volviéndome loco por tener conocimiento de ello? Tragué saliva. No iba a ser un operativo. No estableceríamos una estrategia que buscara como resultado final dar un golpe de efecto a nuestros enemigos. No. Esto iba mucho más allá, era mucho más decisivo. Y salvaje. Sería entrar, aniquilar a todos los que nos encontráramos en el camino y salir. Una intervención que solo alguien como Enrico Materazzi podía organizar en apenas unos minutos. Su control a veces trascendía las barreras de mi perspicacia. —El helicóptero llegará en tres minutos —dijo esforzándose en mantener la serenidad. Pero a mí no podía mentirme. Estaba obligado a quedarse en Roma y eso le


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.