Partholon 02

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P.C. CAST

SANGRE DE CHAMÁN

Capítulo 24 Brighid no quería soñar en el Castillo de la Guardia, que albergaba entre sus muros una historia muy fea. Mientras se acomodaba entre las pieles de la tienda, que todavía estaban calientes del cuerpo de Cuchulainn, que todavía olían a él… dominó firmemente su cabeza. «Esta noche no», se ordenó. Respiró profundamente tres veces y se concentró. «¡Esta noche no!». Le transmitió a aquel pensamiento toda la fuerza de la sangre de Chamán que corría por sus venas y lo envió al Otro Mundo, dirigido directamente al alma destrozada de Cuchulainn. Al día siguiente, bajo el cielo abierto de Partholon, estaría mejor preparada para tratar con aquella parte carismática de su amigo. Aquella noche, la historia de la tragedia de la vida de Brenna estaba demasiado fresca, y el castillo que la rodeaba demasiado lleno de fantasmas. Se quedó dormida con la esperanza de que la felicidad que había hallado Brenna al final de su vida la hubiera compensado por el dolor y la pena de su juventud.

Al principio, Brighid no se dio cuenta de que estaba soñando. Tan sólo se sentía feliz de haber vuelto al Castillo de MacCallan. ¡Estaba en casa! Todavía no había amanecido por completo, así que el Patio Principal estaba vacío. La estatua de la famosa antepasada de los MacCallan, Rhiannon, vertía agua en una preciosa fuente de mármol rodeada de bancos y macetones con helechos. Los trabajadores del castillo acababan de restaurar la techumbre, pero habían dejado una parte abierta al cielo, de manera que la luz del comienzo del amanecer se mezclaba armoniosamente con la de las antorchas de las paredes, y creaba un brillo suave, rosado. La escena le resultaba familiar y querida. Normalmente, se levantaba antes que casi todos los demás, desayunaba y se iba a cazar. Sonrió al ver la belleza de las poderosas columnas de mármol del patio, talladas con imágenes de la Yegua de Epona rodeada de animales de los bosques circundantes. Por costumbre, atravesó el patio hacia el corazón del castillo. Del enorme salón que hacía las veces de comedor y sala de reuniones emanaba un olor delicioso a pan recién hecho. La habitación estaba vacía a aquellas horas, al contrario que la cocina. Sin embargo, Brighid estaba acostumbrada a desayunar sola. Disfrutaba de la soledad, y tenía la oportunidad de ordenarse las ideas para la caza de aquel día. Se sorprendió al ver a alguien ya sentado a la mesa, a través de la pared de cristal biselado y grabado que había entre el Gran Salón y el Patio Principal. Sin embargo, se llevaba muy bien con el personal de la cocina, y no le importaba tener - 150 -


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