Darke 02

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Sebastian Darke

Príncipe de los piratas

Capítulo VI

La caza —¡Todavía nos siguen! —gritó Cornelius. Sebastian se arriesgó a apartar la vista del camino y se asomó por el costado del carromato para mirar atrás. En el momento en que lo hacía, uno de los grandes felinos saltó desde un árbol. Sin dudarlo se lanzó a saltos tras el carromato en una carrera que no parecía costarle ningún esfuerzo, la larga cola extendida tras él y la macizas patas pisando silenciosamente el suelo del bosque. —¡Se nos acerca! —gritó Sebastian. —Ya lo veo. Cornelius se agarró al borde de su asiento y se giró para apuntar su diminuto arco con una sola mano, pero el carromato se balanceaba y saltaba demasiado: imposible conseguir un blanco decente. Sin embargo, el felino pareció darse cuenta porque de inmediato pasó al otro lado del camino, ocultándose así, protegido por el carromato, de la vista de Cornelius. —¡Maldito bicho! —Cornelius abandonó su propósito y empezó a subirse al techo. —¿Qué estás haciendo? —le gritó Sebastian. Una rama baja pasó rozando su cabeza y le obligó a agacharse. Rebotó contra la parte de atrás del yelmo de Cornelius y casi le tira de su posición. Luego vio cómo el de Golmira se encogía de hombros y continuaba trepando. —Estoy... tratando de conseguir una mejor visión —jadeó. Se encontraba ya intentando subir una rodilla sobre el techo del carromato cuando una de las ruedas delanteras se metió en un bache y éste se inclinó con violencia. Cornelius perdió apoyo y empezó a escurrirse. Sebastian se inclinó y consiguió sujetar a su amigo por el cinturón que sostenía su espada. Durante un segundo éste, suspendido en el aire, pataleó con sus pequeñas piernas sin soltar el arco. Un momento después, logró echar su única mano libre atrás y agarrarse a su asiento.

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