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IN MEMORIAM: FELIPE, UNA ESTRELLA

El cineasta Felipe Degregori completó una vida dedicada a lo que mejor sabía hacer: cine. nos hereda su trabajo y producciones para verlas una y otra vez.

“Si hubiera podido escribir la carta larga que pensaba escribirte, la habría combinado con fragmentos de una canción de Joaquín Sabina, ‘Así estoy yo sin ti’. Dice su letra: ‘Como un pájaro en un desfile’, ‘perdido como el ojo del maniquí’, ‘así estoy yo sin ti’”.

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Es 2012 y las conmovedoras líneas pertenecen a Felipe Degregori. Son parte de una carta dedicada a su hermano muerto. Carlos Iván ha fallecido un año antes. Felipe lo extraña. No ha pasado un día en que haya dejado de recordarlo. Sus ojos han dejado de brillar un poco desde que su hermano mayor se fuera y todos lo notan. Felipe ha entrado en una suerte de duelo perpetuo. Le canta, le escribe, lo sueña. El hermano mayor se ha ido, un cáncer de páncreas –”el más chúcaro y doloroso de todos, como dijo”– se lo

Felipe es sincero con Carlos Iván en esta carta que le escribió un año después de su muerte. Está perdido y solo. Nunca logró dejar de estarlo.

El Cineasta

Felipe nació en 1954. Soñó siempre con hacer películas. Inició estudios en Ayacucho y, posteriormente, Audiovisuales en la otrora Unión Soviética. Era la década del 70 y no desaprovechó la oportunidad de llevar estudios en Moscú. Coincidiría por aquellos años en dicho país con su primo, el escritor cusqueño Lucho Nieto Denegri.

OBRA. Degregori nació en 1954 e hizo estudios audiovisuales en Moscú. Luego volvería al Perú para producir sus propias cintas y documentales.

OBRA. Degregori nació en 1954 e hizo estudios audiovisuales en Moscú. Luego volvería al Perú para producir sus propias cintas y documentales.

“Había un cine que se llamaba Barricada, que se especializaba en películas de arte, llevó tras una corta agonía. Carlos Iván, el reconocido antropólogo, el hombre que lo escuchaba, el que lo sostenía de sus derrumbes, el que cuidaba de él y su madre ya no estará para defenderlo ni para hablar de política. Es 2012 y Felipe le cuenta a Carlos Iván en la carta que ya es “invisible”. No se queja; solo le cuenta que parece haber desaparecido junto con él, ya que sus amigos se han esfumado. También reflexiona sobre la soledad. “Yo visito a nuestra madre diariamente, y muchas veces hablamos de nuestra soledad absoluta, casi sólida como un vidrio que se puede tocar. Conversamos de qué sentido tienen nuestras vidas; a veces, incluso, de para qué seguimos; ella, como siempre inteligente, con una sabiduría emocional enorme, me consuela, trata de que no me hunda, me da ánimos. Pero, lamentablemente, sus palabras no pueden traspasar el blindaje de acero que cubre mi corazón”. tanto occidentales como en películas de la edad dorada del cine soviético. Con Felipe siempre estábamos a la caza de estas cintas. Nos citábamos en ese cine. Quedaba en un hotel famoso que se llamaba Ucrania; ahora se llama Radisson. Eso, el cine, nos unía mucho”, recuerda Lucho sobre aquellos años.

Tras cuatro años en Moscú, Felipe volvería al Perú. Ya convertido en un cineasta, formaría una productora para hacer el cine que tanto le gustaba. Recordaría aquellos años como los mejores para hacer cine debido a la Ley 19327, una norma ya extinta que promocionaba la creación de cortometrajes y la producción de cine en general. “El día de mi suerte” fue el nombre de su primer corto. Hizo muchos más.

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