clásicos. El mundo de su tiempo era un orden cargado de con ictos, que se resolvían en armoniosa arquitectura de sabor newtoniano. La literatura económica suscitada por la obra de Smith fue, sin embargo, cubriéndose de pesimismo con el paso del tiempo. Dado que Smith escribió en la alborada de la llamada revolución industrial y los escritos de los economistas seguidores de David Ricardo orecieron en plena explosión de la primera industrialización inglesa, visto desde hoy, no era para tanto. Pero la percepción de los contemporáneos estaba más afectada por los efectos a corto plazo que por la tendencia. Los dolores de parto predominaban sobre los bene cios de la prosperidad venidera. De tanto pesimismo suele responsabilizarse al reverendo británico Thomas Robert Malthus (1766-1834). Claro que Malthus sólo se enfrentaba a las posiciones utópicas defendidas por algunos