LAS MANOS PARTE 1/2

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Vamos. (Paciano golpea con fuerza el hombro de Cosme, que se levanta como impulsado por un petardo. Cosme ve a Juan). Cosme.- ¡Jilguero! Juan.- Jilguero tú, que te quedas dormido en una rama. (Se besan en las mejillas. Los tres hombres toman el camino, Cosme coge el petate de Juan y lo carga al hombro; se detiene) Cosme.- Oye, Juan. Juan.- Qué. Cosme.- Allí en la ciudad habrás entrado a algún bar. Juan.- Poco. Cosme.- (Ilusionado) ¿Y has bebido coctails? Juan.- He bebido aguardiente…

ESCENA 2 Berta.- ―Antes del chocolate Matías López.‖ Me lo decía tu hermana. Eres el antes del chocolate Matías López. Y fue lo primero que pensé cuando te vi, el día que volviste al pueblo. Tan flaco y tan blanco. Luego me contó tu hermana que habías pasado la mitad del servicio en el calabozo, por responder, que siempre ha sido lo que te ha perdido, no callarse.

Nieta11(Berta).- Fue como encontrarme una foto de mi abuela en el escaparate. Así de cercana me resultaba la frase. Nunca había visto el anuncio, en realidad. ―Antes y después del chocolate Matías López‖. Allí estaba, entre postales, insignias republicanas… Mi abuela me lo decía cuando era pequeña. ―Tú eres el antes del chocolate Matías López‖. Pensé en comprarlo para llevárselo a la abuela cuando fuésemos al pueblo. No lo hice. Al fin y al cabo, la abuela no se acuerda de las cosas. Ya no hace nada. Ahora está sentada al lado de la ventana, y hay días que no conoce a nadie. Antes, siempre tenía que estar haciendo algo… Juan con Lidia. Juan, sentado, comiendo un trozo de pan y cortando con una navaja pequeños trozos de queso. En la proporción de unos y otros pedazos sabemos que nunca han conocido la abundancia. Lidia está sacando las cosas del petate, una camisa, un pantalón, una muda.

Juan.- ¿Te vas a poner a lavar ahora? Lidia.- Cuando antes se lave, antes se seca y antes la puedo zurcir. Tendrás que ir a la plazuela mañana, a ver si te cogen, y no pensarás ir vestido de general. Juan.- No, claro. (Silencio. Al público) Nos sacaban a formar al patio y nos tenían allí el tiempo que les daba la gana. El patio daba al norte, y el frío parecía que nos iba a cortar las orejas. Me acordé de la Queti, porque hubo uno de Canarias que se murió. Se quedó dormido en la garita y se congeló por la noche. Por lo menos eso nos contaron. Lidia.- Traes toda la ropa sucia y zarrapastrosa. Vaya un trato que le has dado a todo. Hay menos tela que


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