¿Fue el capitán de Dragones don Pedro Lagos, de quien hablamos, el marido de doña Juana Jaraquemada? No lo sabemos; pero, sí, podemos aseverar que doña Juana fue mujer de don Pedro Lagos, a quien dio ocho hijos, patriotas todos y fieles republicanos. Don Manuel Lagos y Jaraquemada casó en Chillan con doña Rosario Marchant, descendiente a su vez de otro famoso capitán Marchant que antaño sirvió al Rey con honra y fortuna, legando a sus descendientes un nombre sin mancha y grandes propiedades rurales en aquel partido. Ocho hijos tenía don Manuel de su mujer doña Rosario, cuando falleció ésta, dejando viudo a su marido que para consolarse, contrajo segundas nupcias, agregando cuatro hijos más a su hogar, que así llegó a contar una docena completa. Lagos y Marchant fue, pues, don Pedro, el vencedor de Arica y el soldado de Miraflores; la cuna de O'Higgins, El Grande, fue la suya, que nació en Chillan Viejo, allá por 1832. El ejército, en el que tantos laureles cogiera para su patria, dio también cabida a sus hermanos don José María, don Anacleto y don Gabriel; hoy no vive sino don Anacleto, retirado como teniente coronel desde hace ya largos años; don José María falleció también cuando era sargento mayor, y don Gabriel murió siendo cadete. Creció don Pedro al lado de sus padres, viviendo en los fundos de su familia y aspirando junto con el perfume de la montaña, el amor a la patria, en las leyendas del hogar; oyendo narrar a su padre las hazañas de los adalides de la independencia. El año de 1846, se creó en la Escuela Militar una Sección especial de Cabos; el 1º de marzo de ese mismo año, a los 14 se incorporó en sus filas don Pedro Lagos Marchant; el 1º de febrero de 1847, Lagos era cabo 1º; el 18 de marzo del año 48 salía de la Escuela don Pedro como sargento 2º distinguido e iniciaba su servicio en la Compañía de Granaderos del Batallón Chacabuco, de quien era capitán don Santiago Amengual y comandante don Pedro Alcántara Urriola. Es fama que el general Aldunate, director y comandante de aquel Colegio Militar, muchas veces en su vida dijo: "que nadie había sobrepujado en el establecimiento a Galvarino Riveros y a Pedro Lagos". Si el ilustre soldado hubiera franqueado los lindes de la vida hasta 1882, habría tenido el placer de estrechar en sus brazos a dos grandes servidores de Chile. Poquísimo tiempo cargó la jineta de sargento 2º el distinguido Lagos; pues en julio del mismo año se le extendió nombramiento de sargento 1º de la misma Compañía de Granaderos, a petición de su capitán Amengual.