A nuestro dulce Señor Jesucristo

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A K A T H I S T O S a nuestro dulce Se単or Jesucristo


Conductor audaz y Señor, vencedor del infierno, porque me libraste de la muerte eterna, Te dedico este Himno de Alabanza, yo criatura y siervo tuyo, porque tú tienes una misericordia indecible, sálvanos de todos los males, Te invocamos Oh Jesús Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros. I Creador de los ángeles y Señor de las potencias, abre nuestra mente incapaz y nuestra lengua para alabar tu nombre purísimo, como una vez abriste los oídos y la lengua a aquel que era sordo y mudo, así con nuestra voz Te podamos invocar: Jesús maravilloso, asombro de los ángeles. Jesús fortaleza, salvador de los antepasados. Jesús dulce, orgullo de los patriarcas. Jesús glorioso, sustento de los reyes. Jesús amadísimo, cumplimiento de los profetas. Jesús venerable, salvador de los mártires. Jesús silencioso, alegría de los monjes. Jesús piadoso, dulzura de los sacerdotes. Jesús misericordioso, resistencia de los hambrientos. Jesús dulce, fulgor de los santos, tus similares. Jesús honorable, castidad de las vírgenes. Jesús eterno, salvador de los pecadores. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros

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II Viendo a la viuda llorar amargamente, Señor tuviste piedad del hijo que era llevado al sepulcro y lo resucitaste: Ten piedad de nosotros, amigo del hombre, resucita nuestro espíritu herido por los pecados, mientras clamamos: ¡Aleluya! Felipe que quería entender aquello que no es inteligible, exclamó: Señor, muéstranos al Padre. Y Tú respondiste: hace tanto tiempo que estás conmigo y aún no has comprendido que el Padre está en Mí y Yo estoy en el Padre. Renunciando a comprender, con temor, Te invocamos: Jesús, Dios eterno. Jesús, Rey fuerte. Jesús, Señor de la paciencia. Jesús, Salvador misericordioso. Jesús, amable custodio. Jesús, sé benevolente con nuestros pecados. Jesús, ayúdanos a evitar nuestras transgresiones. Jesús, libéranos de nuestras iniquidades. Jesús, Esperanza nuestra, no nos abandones. Jesús, nuestra ayuda, no nos apartes. Jesús, Creador, no te olvides de nosotros. Jesús, Pastor, no nos dejes morir. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros.


III Con el poder de las alturas, Oh Jesús, acogiste a los Apóstoles que te esperaban en Jerusalén; revístenos también a nosotros, desnudos de buenas acciones, con el calor de tu Santo Espíritu, de modo que con amor Te podamos cantar: ¡Aleluya! En la abundancia de Tu misericordia, Oh Jesús, llamaste hacia Ti a los publicanos, los pecadores y los paganos. No nos desprecies a nosotros, que somos como ellos; como preciosa ofrenda acepta nuestro canto: Jesús, fuerza invencible. Jesús, bondad infinita. Jesús, belleza radiante. Jesús, amor indecible. Jesús, Hijo del Dios viviente. Jesús, ten piedad de nosotros, pecadores. Jesús, escúchanos, concebidos en la iniquidad. Jesús, límpianos, que nacimos en pecado. Jesús, instrúyenos, que nos hemos vuelto necios. Jesús, ilumina nuestras tinieblas. Jesús, purifícanos, que nacimos corruptos. Jesús, danos fortaleza en nuestra caída. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros. IV Pedro se hundía en una tempestad interior de dudas. Pero al contemplarte caminar hecho hombre sobre las aguas, Te reconoció como el verdadero Dios y al recibir la mano de la salvación, clamó: ¡Aleluya! Cuando, pasando por el camino, el hombre ciego Te escuchó, imploró: ¡Jesús Hijo de David, ten piedad de mí! Tú lo llamaste y abriste sus ojos. Ilumina con Tu bondad los ojos de nuestro corazón. Te invocamos y exclamamos: Jesús, Creador de los ángeles. Jesús, Redentor de los hombres. 4 · Akathistos a nuestro dulce Señor Jesucristo

Jesús, Destructor del infierno. Jesús, Ornamento de toda la creación. Jesús, Consuelo de nuestra alma. Jesús, Luz de nuestro intelecto. Jesús, Alegría de nuestro corazón. Jesús, Salud de nuestro cuerpo. Jesús, Salvador nuestro, sálvanos. Jesús, Luz nuestra, ilumínanos. Jesús, mantennos alejados de los tormentos. Jesús, sálvanos, aunque somos indignos. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros. V Un día, con tu sangre divina expiaste nuestra merecida maldición, Oh Jesús. Sálvanos del asecho de la serpiente que nos ha enredado con las pasiones terrenas, sálvanos de la lujuria terrestre, sálvanos de la maldad, para que así te podamos cantar: ¡Aleluya! Al contemplar en forma humana a Quien con su mano creo al hombre y comprender que era su Señor, los jóvenes hebreos se apresuraron a rendirle homenaje con ramos y clamaron: ¡Hosanna! También nosotros Te ofrecemos este canto, diciendo: Jesús, Dios verdadero. Jesús; Hijo de David. Jesús, Rey glorioso. Jesús, Cordero inmaculado. Jesús, Pastor ejemplar. Jesús, Protector de nuestra infancia. Jesús, Alimento de nuestra juventud. Jesús, Orgullo de nuestra vejez. Jesús, Esperanza ante la muerte. Jesús, Vida después de la muerte. Jesús, Consuelo en el Juicio. Jesús, nuestro deseo, no permitas nuestra vergüenza. Jesús, Hijo de Dios, Ten piedad de nosotros.


VI Al cumplir con las palabras y los anuncios de los Profetas, mensajeros de Dios, Tú apareciste en la tierra, Oh Jesús. Tu que eres incontenible habitaste entre los hombres. Así, sanados por obra de Tus heridas, aprendimos a cantar: ¡Aleluya! Iluminaste el universo con la luz de Tu verdad, fue desterrada la maldad del diablo. Los ídolos no toleraron tu fuerza, Oh Salvador nuestro, y cayeron. Y nosotros, habiendo recibido la salvación, Te cantamos: Jesús, Verdad, que destruye las ficciones diabólicas. Jesús, Luz, que supera todas las otras luces. Jesús, Rey, que sobrepasa todas las fuerzas. Jesús, Dios, que siempre eres misericordioso. Jesús, Pan de vida, sacia nuestra hambre. Jesús, Fuente de conocimiento, refréscanos que estamos sedientos. Jesús, Hábito de gloria, vístenos que estamos desnudos. Jesús, Manto de alegría, cúbrenos. Jesús, que das al que pide, danos aflicción por nuestros pecados. Jesús, recompensa de los que buscan, encuentra nuestra alma. Jesús, que iluminas a aquellos que buscan, abre nuestro endurecido corazón: Jesús, Redentor de los pecadores, purifica nuestras iniquidades. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros.

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VII Al desear develar el misterio vedado por todos los tiempos, fuiste conducido como un cordero para ser de entre los muertos y has ascendido gloriosamente a los cielos. Y nos elevas a nosotros, que te aclamamos: ¡Aleluya! Haciéndote presente como criatura, Te revelaste como nuestro Creador. Concebido sin intervención humana de una Virgen, resucitaste del sepulcro sin romper los precintos y entraste con Tu cuerpo, allí donde estaban los Apóstoles a puertas cerradas. Frente a todos, maravillados, Te cantamos: Jesús, Palabra innominable. Jesús, Palabra inestimable. Jesús, Fuerza inalcanzable. Jesús, Sabiduría impensable. Jesús, Divinidad indescriptible. Jesús, Potencia incalculable. Jesús, Reino invencible. Jesús, Señorío inimitable. Jesús, Fuerza altísima. Jesús, Potencia eterna. Jesús, nuestro Creador, sé benevolente. Jesús, Salvador nuestro, sálvanos. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros.


VIII Al contemplar un Dios prodigiosamente hecho hombre, apartémonos de este mundo y elevemos nuestra mente a las cosas de Dios. Dios descendió sobre la tierra para elevar al Cielo a quienes cantamos: ¡Aleluya! Aun estando Él en la tierra no dejó de estar en los cielos. Eligió de manera voluntaria sufrir por nosotros y con Su muerte ha terminado con nuestra muerte. Con Su resurrección nos ha donado la vida a nosotros que Le cantamos: Jesús, Dulzura del corazón. Jesús, Fortaleza del cuerpo. Jesús, Esplendor del alma. Jesús, Presteza de la mente. Jesús, Alegría de la conciencia. Jesús, Esperanza verdadera. Jesús, Memoria eterna. Jesús, Loa altísima. Jesús, Gloria suprema. Jesús, Deseo nuestro, no nos abandones. Jesús, Pastor nuestro, búscanos. Jesús, Salvador, sálvanos. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros.

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IX En los cielos, Oh Jesús, todas las jerarquías angelicales cantando: ¡Santo!, ¡Santo!, ¡Santo! En la tierra también nosotros pecadores con nuestras bocas mortales cantamos: ¡Aleluya! Los oradores más elocuentes quedan mudos como peces ante Ti, Oh Jesús Salvador nuestro, no estamos a la altura de explicar como Tú eres, Dios inmutable y un hombre perfecto. Estupefactos a causa del misterio, cantamos con fe: Jesús, Dios eterno. Jesús, Rey de reyes. Jesús, Señor de los gobernantes. Jesús, Juez de los vivos y los muertos. Jesús, Esperanza de los desesperados. Jesús, Consuelo de los afligidos. Jesús, Gloria de los pobres. Jesús, no nos juzgues por nuestras acciones. Jesús, purifícanos con tu benevolencia. Jesús, expulsa de nosotros la tristeza. Jesús, ilumina los pensamientos de nuestro corazón. Jesús, haznos atentos a la muerte. Jesús, Hijo de dios: Ten piedad de nosotros.

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X Queriendo salvar al mundo, Oh Aurora del Oriente, viniste del oscuro occidente de nuestra naturaleza y Te humillaste hasta la muerte. Por eso Tu nombre es el más celestiales y terrenales y escuchas: ¡Aleluya! Rey eterno, Consuelo, Cristo verdadero, enviado para enfrentar las depravaciones, así como limpiaste a los diez leprosos, cúranos como curaste el alma avara de Zaqueo, el publicano. Temerosamente, Te imploramos y Te llamamos: Jesús, Tesoro incorruptible. Jesús, Riqueza inagotable. Jesús, Nutriente robusta. Jesús, Fuente inconmensurable. Jesús, Vestimenta de los pobres. Jesús, Defensor de las viudas. Jesús, Protector de los huérfanos. Jesús, Ayuda de los que sufren. Jesús, Guía del peregrino. Jesús, Estrella del navegante. Jesús, Paz de los impetuosos. Jesús, Dios, levántanos en nuestras caídas. Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros.

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XI Un himno compungido Te ofrecemos, indignos, Te imploramos como la Cananea, Oh Jesús: ¡Ten piedad de nosotros! No tengo una hija, pero si un cuerpo poseído de pasiones perversas, de un furor acuciante. Danos la sanación a quienes Te invocamos: ¡Aleluya! Oh brillante faro de luz que alumbra a los que están en las tinieblas de la ignorancia. Pablo Te persiguió pero al ser iluminado por Tu Luz y al percibir el poder de Tu voz divina, la furia de su alma fue mitigada. De igual manera, ilumina los ojos de nuestra alma oscurecida cuando clamamos: Jesús, nuestro Rey fuerte. Jesús, nuestro Dios potente, Jesús nuestro Señor inmortal. Jesús, nuestro Creador glorioso. Jesús, nuestro buen Maestro. Jesús, nuestro Pastor generoso. Jesús, nuestro Soberano benevolente. Jesús, nuestro Salvador misericordioso. Jesús, ilumina nuestros sentimientos ofuscados por las pasiones. Jesús, sana nuestro cuerpo penetrado por el pecado. Jesús, purifica nuestra mente de los pensamientos vanos. Jesús, protege nuestro corazón de la avara maldad. Jesús, Hijo de Dios, Ten piedad de nosotros.


XII Danos Tu gracia, Tu que absuelves todos los pecados, Oh Jesús. Acógenos arrepentidos como lo acogiste a Pedro quien te había negado. Llámanos del letargo así como en un tiempo llamaste a Pablo que te perseguía. Escucha nuestra voz mientras Te invocamos: ¡Aleluya! Cantando himnos a Tu Encarnación todos te glorificamos. Junto a Tomás creemos que Tú eres nuestro Señor y Dios, sentado a la derecha del Padre y que vendrás a juzgar a los vivos y los muertos. Haznos dignos de estar a tu derecha mientras Te invocamos diciendo: Jesús, Rey eterno, ten piedad de nosotros. Jesús, Flor aromática, todo perfuma. Jesús, amado Rescoldo, caliéntanos. Jesús, Templo eterno, repáranos. Jesús, Hábito luminoso, adórnanos. Jesús, Perla genuina, haznos resplandecer. Jesús, Piedra preciosa, haznos brillar. Jesús, Sol de justicia, ilumínanos. Jesús, protégenos de los males del alma y del cuerpo. Jesús, rescátanos de las garras del enemigo. Jesús, libéranos del fuego inextinguible y de los otros tormentos eternos. Jesús, Hijo de Dios: Ten piedad de nosotros.

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XIII Dulce y generoso Jesús. Acepta ahora nuestro pequeño rezo, como aceptaste las dos monedas de la viuda, protege a tus hijos del enemigo visible e invisible, de la invasión extranjera, de la enfermedad, del hambre, de cada desgracia y de la herida mortal, libéranos de los tormentos futuros a quienes te imploramos: ¡Aleluya! Rezo al Señor Jesucristo Oh Soberano Señor, Jesucristo, Dios mío, por Tu indecible amor al hombre asumiste al final de los siglos un cuerpo humano de la siempre Virgen María. Nosotros, Tus siervos, cantamos a Tu providencia salvífica. Oh Soberano: nos dirigimos a Ti. A través de Ti hemos conocido al Padre. Te bendecimos porque por Ti el Espíritu Santo ha venido al mundo. Nos postramos frente a Tu purísima Madre terrena, que ha permitido la realización de un misterio tan maravilloso. Alabamos a Tus ejércitos de ángeles que exaltan y sirven Tu magnificencia. Veneramos a Juan el precursor que Te bautizó. Señor, enaltecemos a los profetas que Te preanunciaron; glorificamos a Tus santos Apóstoles. Exaltamos a los Mártires; pondero a Tus Sacerdotes. Nos inclinamos frente a Tus Santos y festejamos Tu justicia. Este múltiple e indecible canto divino, nosotros, siervos tuyos, lo ofrecemos como oración a Ti, Dios generoso, y por tantos errores pedimos perdón. Concédenos el perdón por la intercesión de todos Tus Santos y especialmente por Tu generosidad, porque Tú, eres y serás bendecido por los siglos de los siglos. Amén.


JESÚS, CREO EN TU TIERNO AMOR POR MI, TE AMO, TE ALABO, TE DOY GRACIAS.


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