Aikido O la armonía de la naturaleza. Mitsugui Saotome

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Aikido: O la armonía de la natu r a l ez a

to con cada instante de la realidad. Sólo el instante presente contaba y su respiración se extendía en el infinito. ¿Cuántos recuerdos encerraba cada paso? Sus ojos brillaban, su presencia era imponente. Éste fue su último desafío. Un relato detallado de la historia del Aikido y su fundador requeriría varios volúmenes. Resulta imposible ofrecer una descripción completa en el espacio limitado de este libro. Sin embargo, creo que una descripción corta y básica ayudará al lector a comprender mejor este arte. La apasionante vida de Morihei Ueshiba es el proceso que dio origen al Aikido, la cristalización de su entrenamiento espiritual y la expresión creadora de su constante búsqueda de la verdad. Su vida es un testimonio de la transformación de los instintos egoístas, y agresivos a través de una disciplina personal muy estricta y un fervor que alcanza los niveles superiores de la consciencia, con la finalidad de recibir la noble inspiración que permite elevarse por encima del amor a sí mismo y experimentar el amor universal y divino que O Sensei llamaba “al amor del Kami”.

Samurai

La vida del Fundador es la de un auténtico samurai según la antigua tradición japonesa. Él simboliza esa unión con las fuerzas cósmicas que siempre han constituido el ideal de las artes marciales a lo largo de la historia del país asiático. Como alguien que llegó a realizar dicho ideal y trabajó por el bien de la humanidad y el mundo, su vida y su nombre iluminan la historia del Buda, la Vía del Guerrero. El 14 de diciembre de 1883, en el distrito de Motomachi de la ciudad de Tanabe, prefectura de Wakayama, nació Morihei Ueshiba, cuarto hijo de Yoroku y Yuki Ueshiba. Era un niño de constitución débil y enfermiza. Las historias milagrosas, que circulaban de boca en boca en la región de Kumano a propósito del gran maestro budista Kobo Daishi, lo sumían en prolongadas ensoñaciones y así fue que a los siete años comenzó a estudiar los clásicos chinos en una escuela privada de la secta budista Shingon. Tratándose de un alumno tan joven, mostraba especial interés por la meditación, las ceremonias y las plegarias de esta secta esotérica. Por otra parte, su padre, un hombre fuerte y vigoroso que se sentía preocupado por la excesiva inclinación espiritual de su hijo, lo alentó a disciplinar y fortalecer el cuerpo a través de la práctica del sumo y la natación. Durante los años siguientes, el joven Ueshiba recibió una educación excelente en la escuela primaria de Tanabe donde fortaleció espíritu y cuerpo. Después, durante los años de instituto, tomó clases de ábaco. En


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