Telecomunicaciones de América Latina_Revista ASIET_septiembre 2019

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ASIET magazine

Para avanzar hacia la inclusión digital es necesario mirar y actuar más allá de la infraestructura de conectividad y centrarse en habilitar condiciones para incrementar la autonomía individual y colectiva y las opciones sobre las maneras en las que las personas pueden conectarse a las tecnologías y espacios digitales. Las personas deben poder determinar las maneras en las que usan, configuran, desarrollan, crean esas tecnologías y esos espacios una vez que están conectadas.

Pensamos que los actuales modelos económicos y regulatorios están exacerbando las desigualdades, la pobreza y la discriminación y es por ello que creemos que es sumamente importante adoptar enfoques y soluciones alternativas y complementarias para lograr cambios en la provisión de servicios de bajo costo. Se precisan de intervenciones integrales para mitigar las barreras políticas, económicas, sociales y culturales que limitan que las personas aprovechen plenamente de los beneficios de la sociedad y economía digital. Nos enfocamos en contribuir a crear un ecosistema habilitador para la emergencia y crecimiento de redes comunitarias y otras iniciativas locales y comunitarias de conectividad en países en desarrollo. Buscamos expandir el impacto, alcance y sostenibilidad del movimiento de redes comunitarias en el Sur global abordando cuestiones de capacidad humana y desafíos de sostenibilidad, así como los obstáculos regulatorios y de política pública que limitan el crecimiento de iniciativas comunitarias de conectividad. Esto incluye, además, promover el acceso a tecnologías digitales abiertas y a espacios libres de censura, vigilancia, acoso y cualquier otra forma de violación de los derechos humanos.

“Para avanzar hacia la inclusión digital es necesario mirar y actuar más allá de la infraestructura de conectividad y centrarse en habilitar condiciones para incrementar la autonomía individual y colectiva y las opciones sobre las maneras en las que las personas pueden conectarse a las tecnologías y espacios digitales”

En ocasiones pareciera que internet es una realidad paralela donde no se respetan los mismos derechos que en el mundo no virtual, ¿cómo ve esta situación? ¿Cómo valora el estado actual de la privacidad y la protección de los datos personales en la red? ¿Y acerca de la regulación sobre discurso de odio? Las tecnologías digitales han impactado sustancialmente

VALERIA BETANCOURT

Telecomunicaciones de América Latina Revista la manera en la que experimentamos los derechos en línea y fuera de línea. Lo que sucede en la esfera en línea es reflejo y continuación de lo que sucede fuera de línea y viceversa. Es así que las tecnologías y espacios digitales han sido instrumentales para la incidencia orientada a asegurar el respeto a los derechos humanos pero es innegable que también han allanado el camino para nuevas formas de violaciones a los derechos humanos con consecuencias complejas. La digitalización de los distintos aspectos de la vida de las personas en conjunto con la explotación de los datos presentan un riesgo y un desafío inmenso para los derechos de las personas sobre todo debido a que no se ha comprendido que los derechos de las personas deben estar en el centro del desarrollo, despliegue, uso y regulación de internet y otras tecnologías digitales.

En general, no corren vientos propicios para el disfrute de los derechos humanos tanto en línea como fuera de línea. En múltiples ocasiones, los gobiernos están a la vanguardia del control, de la vigilancia, de la censura, de las interrupciones o cortes parciales o totales de internet con los consecuentes efectos en la habilidad de las personas para ejercer sus derechos. A su vez, es innegable que la influencia corporativa, sobre todo la del Norte global, en la configuración de los tecnologías y espacios digitales ha erosionado el carácter público de internet y los derechos humanos. El control y explotación de los datos y de los contenidos en las plataformas exacerba, sin duda alguna, la desigualdad, la discriminación, los ataques, la criminalización y deslegitimización de expresiones y acciones. Tampoco se puede dejar de notar que los espacios digitales están cada vez más permeados por el odio y la discriminación y que afecta de manera particular a personas que están en situación de vulnerabilidad o marginalidad. No dejo de insistir, cada vez que puedo, que los Estados en muchos casos, se han convertido en fuente de inseguridad a través del control y el monitoreo de las conductas, las actividades y los contenidos en línea y que esto se complejiza aún más cuando esos poderes son transferidos a las corporaciones privadas. Se hace caso omiso de las responsabilidades que tienen los Estados de garantizar que ellos, como actores públicos, se ajusten al derecho internacional y a los estándares internacionales de derechos humanos y la responsabilidad que tienen de asegurar que los actores privados actúen en concordancia con ellos.

Se torna necesario reconocer que el panorama de la protección y promoción de los derechos humanos se ha modificado y que los actores privados median y arbitran, en gran medida, los derechos de las personas. Las respuestas, por tanto, deben replantearse también y debe verterse una mirada renovada sobre los mecanismos que se precisan para asegurar y reforzar el ejercicio de derechos en el entorno digital.

DOREEN  BOGDAN - MARTIN


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