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Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición

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redondos, que servían de torniquete. Apretaba el cuello, hasta dejar exánime a su víctima. Espantoso fue el final dado a sus despojos mortales. Indigna. La impotencia oprime y ahoga. Fueron introducidos en sacos y colocados en carros de la tiranía. Los matarifes completaron la desaparición con una de dos o las dos formas iguales de aberrantes, propias de asesinos probados: fueron cremados en los hornos del matadero (CAMI) o los lanzaron al mar Caribe. Justo, en el área en que la empresa cárnica del régimen diariamente arrojaba los desperdicios que alimentaban a los tiburones que merodeaban y salían a la superficie marina. Ninguno de los torturadores de la tiranía ha pagado por sus desmanes. Los grandes crímenes de los 31 años permanecen aún impunes. Solo Viterbo Álvarez, pechito (en minúscula), confeso asesino de las hermanas Mirabal Reyes, fue ajusticiado a balas en una calle de San Cristóbal, en tiempo atrás. En la guerra de abril de 1965, cuando tomamos la Fortaleza Ozama, no encontramos los asesinos de las Tres Mariposas de Ojo de Agua, Salcedo. Antes de llegar nosotros, fueron ayudados a escapar. Cruzaron el río. Llegaron a San Isidro. Y lograron alcanzar el territorio continental de USA. Allá por años, hacen vida normal. Los ya fallecidos han muerto en sus camas. Lograr que el gobierno declare el 29 de enero, «día nacional de los Panfletros de Santiago». Una plaza, con un monumento y sus nombres inmortalizados en calles y avenidas es la meta. Sugiero que la plaza Valerio, en honor al general Fernando Valerio, prócer del 30 de Marzo, sea denominada plaza Valerio de Los Panfleteros. En este parque histórico, se contactaban los patriotas. Valerio y Los Panfleteros se unen en el ideal.

Pedro Fco. Sánchez Buldier.


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