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SIGNOS DE BIENESTAR

Vivir y morir por las letras

Revista DIXI (He dicho) / Número XXXIII / Año X / Diciembre 2011 / DistribuciÓn gratuita


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SUMARIO

Compulsiones >>> Pag. 24

Laberintos >>> Pag. 8

Individuales >>> Pag. 44

TESIS >>> p.4

INTERVENCIONES >>>p.22

CALIGRAFÍAS >>> p.6

HIPOTESIS >>>p.38

TENDENCIAS >>> p.12

PROYECCIONES >>> p.40

DIXI EXHIBE >>> p.16

POGOS >>> p.42

COORDINACIÓN: Laly Rosales EDICIÓN: Irene Bews DISEÑO GRÁFICO: Agencia Sintagma logo: Bruno Juliano COLABORADORES: Adrián Fernández, Alan Smithee, Ana Vazquez, Aveju, Bautista Eusebio, Bernabé Quiroga, Epifanía, Guido Mossé, Gonzalo Villa, Graciela Colombres Garmendia, Juan Manuel Campi, Juan Pablo Sáez, Julien Guinet, Julio R. Estefan, Laura Rossi, Leo Miranda Villagra, Lucía Palenzuela, Mercedes Colombres y Pablo Correa DIXI es una publicación cultural de distribución gratuita. Año X, número XXXIII. Diciembre de 2011. Registro de la propiedad intelectual número 243.824. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. DIXI es propiedad de Léxico (contenido creativo). Impresión Printer. Nuestro e mail es revistadixi@gmail.com / contenidocreativo@gmail.com Nuestro web site es: www.dixihedicho.com.ar Nuestro teléfono: + 54(9) 0381 155 776057. Tucumán-Argentina. Las opiniones son nuestras -o sea, de los colaboradores- y pueden ser reproducidas libremente citando la fuente.


MEDITACION TRASCENDENTAL / (4)

TESIS / Latinajo

“Labitur occulte fallitque volatilis aetas, et nihil est annis velocius”

Réquiem para 2011

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“El tiempo se desliza insensiblemente y vuela sin ser notado; nada es más veloz que los años” (Ovidio)

Por Irene Bews, desde San Miguel de Tucumán

Tu chico playboy

“Me desperté. Me miré al espejo y me besé. Ya no soy ese chico que solías tener. Ni demonio ni cristal. Con la ropa ya jugué. Y el rimel me saqué. No quiero tu amor. Ni tu libertad. Quiero rimas y un poco de dance”. Texto y foto: Pablo Correa

La autora edita DIXI (He dicho) desde el número I.

La muerte de María Elena Walsh fue una espantosa manera de comenzar el año. La cosa no se recompuso en los meses subsiguientes: en fila india e inexorablemente se fueron los intelectuales hispanoamericanos Gonzalo Rojas, Ernesto Sabato, David Viñas, Carlos Trillo, Jorge Semprún, León Rozitchner, Eduardo Rosenzvaig -el único tucumano de la lista- y Guillermo O’Donnell, politólogo sanamente convencido de que “uno vive donde están sus libros”. Todavía en septiembre, DIXI (He dicho) se despidió -forzosamente- de uno de sus primeros colaboradores, el abogado y periodista José Barbeito. Tanta pérdida junta hace mal. Sobre todo si, ampliando un poco el campo geográfico y lingüístico, ocurre que la lista de decesos de 2011 incluye a Liz Taylor, la mujer de los ojos turquesa, y al mago de la manzana, Steve Jobs. ¡Sólo en julio partieron tres artistas irremplazables como Cy Twombly, Lucien Freud y Amy Winehouse! Además de echar de menos a los muertos, los vivos tienen que vivir. Y este año no ha sido fácil con sus tres comicios -dos nacionales y uno provincial-, y el fantasma de la crisis económica merodeando a sus anchas por el Hemisferio Norte. Europa no ha tenido paz con Grecia sostenida por un suspiro, e Italia (¡ci vediamo dopo signore Berlusconi!) y España haciendo equilibrio en el mismísimo precipicio. También ha habido sitio para la esperanza. Por una vez en quién sabe cuánto tiempo, el alarido de democracia y libertad ha surgido de las entrañas de pueblos árabes agotados de dictadura y autoritarismo. El norte ha mirado al sur para recordar ciertas ideas sociales y políticas enterradas tras décadas y décadas de contingente prosperidad. Y algo del sur se ha contagiado al norte. Por un momento, la Argentina kirchnerista se ha creído a salvo de todas estas mareas globales. Enfrascado en sí mismo, mirándose a sí mismo, el país ha conmemorado el décimo aniversario de la feroz crisis de 2001, efeméride inscrita en el alma de DIXI (He dicho). En marzo de 2002, el primer número postuló a la cultura como antídoto contra la desintegración social. En diciembre de 2011, el número XXXIII completa esa propuesta con esta dulce constatación empírica: ¡se puede vivir de las letras! (dx)

TESIS / Epígrafe

TESIS / Singular Al pie de la letras; con todas las letras; de tu puño y letra. Las letras pueden ser apretadas; capitulares o de molde; huecas; mayúsculas o minúsculas; pueden ser pegadizas o estar sueltas. Fulano se aferra tan fuertemente a las letras como Mengano se atiene a ellas. Las letras se descifran, se trazan y, por supuesto, se escriben y se leen. (Redes, Diccionario combinatorio del español, Ediciones SM, 2005, Página 1.260)


CALIGRAFÍAS / (6)

Intocables en la cuenta regresiva ----------------------

vuelve ilegible. Y el conjuro no se deshace por mera insistencia: cuanto más nos emperramos, más intolerable, más incomprensible se vuelve su contenido. Terminamos, entonces, abandonándolos a su suerte en el estante de ‘intragables’ que hemos tenido que inaugurar por su culpa. Si además de ser lectores asiduos, somos rigurosos (por no decir ‘obsesivos’ o ‘maniáticos’), sentimos que esos libros nos han declarado la guerra y, por eso –sólo por eso-, los conservamos: alguna vez, podremos transitarlos de punta a punta y lograremos que nos interpelen de algún modo. Sólo en ese momento, los habremos vencido. Mientras tanto, yacen en la biblioteca, convertidos en los obstáculos que todavía no hemos podido

Por mandato ultraterreno Así como los lectores asiduos tenemos nuestros siempre-recomendados, también tenemos, en algún estante oscuro de la biblioteca, nuestros libros intocables. Me refiero a esos libros que nos han pateado los dientes cada una de las veces que hemos intentado hurgar entre sus páginas: libros mezquinos cuyo contenido se resiste sistemáticamente a cualquier intento de lectura. Son libros que, en general, hemos adquirido por alguna suerte de mandato ultraterreno que nos dictaba la necesidad imperiosa de leerlos. Sin embargo, a pesar del deseo, cada vez que lo abrimos, el libro se calza una especie de candado invisible que lo

Hay libros-bodrios, que nos fascinan y nos repugnan con la misma fuerza. Hay libros atesorables. Hay libros descartables, que sólo sirven para avivar el fuego del asado del domingo

Me refiero a esos libros que nos han pateado los dientes cada una de las veces que hemos intentado hurgar entre sus páginas: libros mezquinos cuyo contenido se resiste sistemáticamente a cualquier intento de lectura.

* He tomado prestado el subtítulo de un ensayo de Josefina Ludmer.

Hay libros maravillosos. Hay libros amables. Hay libros que nos atrapan entre sus hojas y que no nos sueltan, ni siquiera después de haberlos terminado. Hay libros que nos propinan una cachetada sonora con la mano abierta y que nos retan a ser lo suficientemente corajudos como para seguir leyendo. Hay libros que nos pegan donde más nos duele. Hay libros evanescentes, que nos atraviesan de punta a punta sin imprimirnos ni la más mínima huella. Hay libros innecesarios. Hay libros imprescindibles. Hay libros-bodrios, que nos fascinan y nos repugnan con la misma fuerza. Hay libros atesorables. Hay libros descartables, que sólo sirven para avivar el fuego del asado del domingo. Hay libros cómodos, libros de bolsillo, libros pesados como cascotes. Hay libros para todos los gustos y para más de un disgusto. Y hay, también, libros intocables.

La autora es licenciada en Letras, docente y escritora. Administra las bitácoras www.lapatriagramatical.blogspot.com y www.lalentalajovenylafloja.blogspot.com Colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXIX.

Por Laura Rossi, desde Rosario (Santa Fe)

Tretas del débil* A lo largo de los años, me he topado con muchos libros intocables. Los he mezclado entre los otros argumentando algún tipo de clasificación absurda sólo para evitar que su presencia infame me recuerde que no he podido con ellos. El “Ulises” de Joyce canta su victoria entre “La montaña mágica” de Mann y unas novelas cortas de Onetti. El Hobbit de Tolkien se mofa de mí entre Las crónicas de Narnia y una edición cascote de la Odisea. Los perros negros de McEwan cree camuflarse entre Herta Müller y Murakami. Los avispones de Handke descansa, después de arduas batallas, entre La última tentación y El cuaderno dorado de Doris Lessing. Por allí, desperdigados, están todos mis intocables, haciendo carne el “dictum”: “la literatura es resistencia”. Pero como no hay resistencia que valga cuando una es terca como una mula, he decidido que esta guerra tiene que terminar. Así que voy a empezar a bajarlos de a uno, empezando por el más intocable de todos: En busca del tiempo perdido, de Proust. ¿Cómo traspasar, Marcel, la frontera imaginaria que me marcaste en las primeras cincuenta páginas del primer tomo y llegar hasta El tiempo recobrado? Les propongo que leamos nuestros intocables hasta el final y que destruyamos sus fantasmas. Que la victoria final sea nuestra.(dx)


LABERINTOS / (8)

Mi cuerpo la desea

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Por Laly Rosales -texto- y Gonzalo Villa -ilustraciones-, desde San Miguel de Tucumán Ella hace la diferencia. Albert Einstein, Winston Churchill, Camilo José Cela y Lionel Messi -todos nombres propios que no necesitan aposición- quizá no habrían volado tan alto si a sus apasionantes días les hubiese faltado una buena siesta. La importancia crucial de ese sueño que se toma después de comer (primera acepción del sustantivo en el diccionario de la Real Academia Española) se comprende en la madurez. De niña me rebelaba contra ella. La resistencia era a su vez resistida con el discurso de los duendes y del viejo de la bolsa que salía a secuestrar a los chicos que se negaban a dormir después de almorzar.

El horario de la siesta era y sigue siendo sagrado. Nadie con mínima conciencia de lo que esto significa -y sano juicio- se animaría a llamar por teléfono a las tres de la tarde. Esta regla social básica (cuyo correlato es la jornada laboral partida) perdura aún en el norte argentino; en los pueblos latinoamericanos, españoles y portugueses, y en las zonas rurales de Oriente.

Y sin embargo, la vida contemporánea ha puesto a la siesta en tela de juicio. Porque, claro, la acción de dormir está en las antípodas de los dos verbos que rigen nuestro descolorido mundo: producir y consumir

La autora coordina DIXI (He dicho) desde el número XXX.

No sé si los padres insisten tanto con la siesta por la convicción de que los hijos la necesitan (para llegar enteros al final del día) o por su propio descanso y provecho. En mi casa se negociaba. El trueque consistía en jugar en silencio mientras los mayores se reponían del madrugón.


LABERINTOS / (10)

“Las siestas son recomendables para refrescar la mente y ser más creativo”, dijo alguna vez el sabio de Einstein. Y sin embargo, la vida contemporánea ha puesto a la siesta en tela de juicio. Porque, claro, la acción de dormir está en las antípodas de los dos verbos que rigen nuestro descolorido mundo: producir y consumir Después del guiso de lentejas Está comprobado científicamente que echar un sueño después de comer -aunque más no sean 15 o 20 minutos- coadyuva a la buena digestión y mejora la calidad de vida en términos generales. En verano, esta costumbre (necesariamente practicada con ventilador o aire acondicionado) protege del calor y del sol. En la primavera, en cambio, el clima se presta para dormir al aire libre, en el parque, en el jardín o en una plaza con olor a jazmín. La siesta otoñal tiene olor a mandarinas y si llueve, ¡mucho mejor! Y en el invierno no hay mejor programa, sobre todo después de un poderoso guiso de lentejas: en esa estación el sueño llega con chocolates y películas, y una cama adobada con un millón de colchas. Por supuesto que el amor siestero eleva a la décima potencia este inmenso placer. Las urgencias del horario corrido y los sacrificios de la ciudad nos están quitando un hábito imprescindible. A menudo pasamos más horas despiertos sólo para querer estar dormidos y anhelar el fin de semana en el que, libres de obligaciones, será posible hacer sin culpa ni remordimientos una siesta tan larga como el cuerpo lo desee. (dx)

Está comprobado científicamente que echar un sueño después de comer -aunque más no sean 15 o 20 minutos- coadyuva a la buena digestión y mejora la calidad de vida en términos generales


TENDENCIAS / (12)

Fuera del programa ---------------------Los poetas y los detectives salvajes, como esos que aparecen en las novelas, disfrutan de vagar por la ciudad buscando con qué divertirse. Pintores y oscuros periodistas hacen lo propio: luchan entre sí para gobernar el reino de la noche. Sumados a quienes no acatan las órdenes de la costumbre, la política y el género, estos forajidos convencidos se solazan descubriendo placeres que la multitud terminará consagrando después. La tribu de los disconformes cierra el año de parabienes, aleccionada por la inauguración y consolidación de nuevos epicentros culturales, donde la seriedad es trocada por la graciosa insolencia y el arte deja su repisa para sumarse a la fiesta popular. Andando por esos caminos aparece Lacasa Klub de Arte, “una especie de búnker que sirve de refugio a la vorágine de la sociedad y, a la vez, como lugar de encuentro e intercambio con otros artistas; un lugar apto para la experimentación libre de prejuicios académicos”, explica Matías Covián, uno de sus responsables. Además de contar con áreas disponibles para hacer muestras y “happenings”, allí se dictan talleres de milonga, tango y plástica, entre otras disciplinas. A unas pocas cuadras, los buscadores de propuestas diferentes hallarán una perla en Otro espacio, centro creado “para el encuentro” y más inclinado hacia la danza. Como innovación, el lugar fundado por Silvina Koss incluye un servicio de comida saludable.

La autora es licenciada en Ciencias de la Comunicación. Colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXX y administra la bitácora ciertaesquina.blogspot.com

Por Ana Vazquez Carranza -texto- y Epifanía -fotos-, desde San Miguel de Tucumán


TENDENCIAS / (14)

La tribu de los disconformes cierra el año de parabienes, aleccionada por la inauguración y consolidación de nuevos epicentros culturales, donde la seriedad es trocada por la graciosa insolencia y el arte deja su repisa para sumarse a la fiesta popular

Decididamente instalada dentro del circuito off está Casa Luján. Coordinada por César Romero, su oferta es amplia e incluye talleres de improvisación, entrenamiento actoral, producción y montaje, video y animación, danza contemporánea y hasta un “Laboratorio titiritesco para grandes chicos”. Por su parte, Fuera de foco proporciona las coordenadas físicas a las investigaciónes y proyectos de la directora Verónica Pérez Luna. El recorrido concluye en la puerta de La Colorida, espacio cultural que hace honor a su nombre con actividades como, por ejemplo, seminarios sobre payasos, talleres de creatividad, teatro y música. Sobre el escenario, además, se despliegan obras teatrales, y espectáculos de títeres y sombras. Estos lugares dan cabida a los artistas canonizados y a los malditos, y propician el entrevero entre curiosos que desean lo nuevo y conocedores dispuestos a cambiar su pose de asco. Los bohemios están encantados, la cultura se regocija y la noche se renueva en el hacer de sus protegidos. Un salto y un giro por aquí, una voz lejana cantando absorta, un intérprete declamando que, sin importar la recompensa y los agradecimientos, mientras haya arte, valdrá la pena vivir.

¡PLUS! -Lacasa Klub de Arte: Manuel Alberti 347 - T.:4232916 -Otro espacio: San Martín 1346 - silviespacio.blogspot.com -Casa Luján: Saavedra 74 - T.:4381543 -facebook/ CasaLujan - suvastateatro.blogspot.com

-Fuera de foco: Mendoza 2062 -La Colorida: Mendoza 2955 - twitter/La_Colorida facebook/La-Colorida


TENDENCIAS / (16)

Circuitos encendidos -----------------------------

Por Eulogia Tapia desde San Miguel de Tucumán

La autora es periodista y escritora. Colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXVII.

Rechazo del “off” lo que el “off” tiene de marginal y de despectivo. Reivindico la experimentación y la diversidad creativa. Celebro la apertura de polos culturales alternativos en barrios prudentemente alejados del centro de San Miguel de Tucumán. Insisto en esto: la cultura que se abre camino en territorio desconocido vale tanto como la que perdura 100 años en el mismo lugar. Me entusiasmo con la fantasía de una urbe legítimamente “okupada” por artistas. Comprendo las dificultades de la autogestión, y que las cuentas de la luz, el gas y el agua no se pagan con aire. Sufro pensando en el sacrificio que hace falta para mantener en pie una sala independiente, pero me reconforta la idea de que un proyecto así de frágil puede, sin embargo, transformar positivamente la vida de infinita gente. Me ofusco con la política que no puede ver que Tucumán es esto: oferta cultural sin límites. Razono de esta forma y más me enorgullecen los artistas que se deciden a actuar sin red, actuar porque no se puede seguir esperando, actuar porque la necesidad de salas de teatro y de exposición pesa más que toda la insensatez junta. Miro estos circuitos encendidos de originales propuestas y programas, y me agrada lo que veo. Encuentro en esas organizaciones culturales espontáneas unas ganas de soñar estremecedoras. Me saco el sombrero ante quienes fundan espacios que van contra la corriente. Y alabo la expansión del tejido de la cultura que con intangible bienestar abriga y protege a la comunidad.(dx)


DIXI EXHIBE / (18)

“Sin título”, de Julien Guinet (2011 / Técnica mixta sobre tela)



INTERVENCIONES / (22)

Un modelo llamado ‘Met’

El orden de la sala, los accesos, los pasillos, la cartelería... cada cosa enciende un poco más el deseo de conocer todos sus secretos

---------------------Por Mercedes Colombres, desde Nueva York, EE.UU.

No me gusta la gente que compara continuamente las cosas de aquí con las cosas de afuera y dice que aquellas son mejores que las argentinas. Pero, para hacer justicia, tengo que afirmar que si hay un museo en el mundo amigable, abierto a la gente y que sabe acercanos a la alta cultura ese es el Metropolitan Museum of New York, el mítico Met, que debería ser el modelo a imitar por todos los museos argentinos.

De ahí en más, todo está hecho para que el público acceda con facilidad al extraordinario patrimonio artístico y cultural. El orden de la sala, los accesos, los pasillos, la cartelería... cada cosa enciende un poco más el deseo de conocer todos sus secretos. Hay guías preparados para “desburrar” a quien lo necesite y audioguías económicas con información en todos los idiomas. Y, como si fuera poco, el Met dispone de una sección exclusiva, el Costume Institute, donde los últimos diseñadores exponen sus visiones más atrevidas de la moda y los maestros reciben sus retrospectivas, como la que este año fue dedicada a Alexander Mac Queen.

En el Met entienden la importancia de la primera impresión. En la entrada de este museo hay chicas simpatiquísimas e uniformadas que, sin que uno pueda darse cuenta, terminan convenciéndote de pagar el salado ticket de 25 dólares que, dicho sea de paso, no es obligatorio.

La autora es periodista y colabora en DIXI (He dicho) desde el número I.

Empecemos por lo esencial: el ingreso. He recorrido todos los museos de la Ciudad de Buenos Aires y lo frecuente es encontrar en la puerta a una vigilante comiendo chicle con cara de pocos amigos que inspira unas ganas terribles de salir corriendo y no pisar más el lugar.

Hay guías preparados para “desburrar” a quien lo necesite y audioguías económicas con información en todos los idiomas

Este cúmulo de esfuerzos destinados a acercar el arte al pueblo -un camino muy similar al que está recorriendo con éxito nuestro Malba- es coronado por la terraza que ofrece una de las mejores vistas de Nueva York. Así, hasta el que no es adepto a los museos tiene su manera de aprovechar las estupendas instalaciones del Metropolitan, aunque más no sea para comer un sándwich al mediodía.(dx)

¡PLUS! Nueva York queda lejos y los dólares escasean. La web no supera la visita “real”, pero ayuda a programarla... y a soñar: www.metmuseum.org


COMPULSIONES / (24)

La versi贸n de los letraheridos --------------------Fotos de Bautista Eusebio


COMPULSIONES / (26)

COMPULSIONES / (32) La pregunta es una afirmación. ¿Se puede vivir de las letras? Guido Mossé contesta en minúsculas y en función de su experiencia como docente de secundario: “vivo de comprarlas y venderlas en este mercado amoroso de personas”. Adrián Fernández, amigo de este último, y también licenciado y profesor, resuelve el interrogante apelando a la inquietud y la sublimidad del desconsuelo. “Uno es al mismo tiempo Cervantes y el Quijote. Y lo mejor que podemos hacer es vivir esa condición con melancolía y, acaso, con virtud”, masculla en voz baja o tal vez grita con toda la potencia de sus pulmones. La pregunta cae en las redes de Aveju, colega y compañera de tertulias de los otros dos. La becaria arriesga una contestación nebulosa: “el límite entre la vida y la literatura es tan sutil, que me resulta dificilísimo establecerlo”. Como Aveju, el editor Julio R. Estefan ama los libros: su descargo es, en consecuencia, una declaración de amor al objeto y, en última instancia, a las combinaciones alfabéticas que este contiene. Cuatro letraheridos coinciden en que se puede vivir de enseñar, investigar y divulgar la palabra. Lea y memorice: las letras alimentan, saben exquisitamente y no engordan.

¡PLUS! Las imágenes que ilustran esta producción pertenecen al último Tendedero Literario organizado por la Biblioteca Parlante Haroldo Conti, iniciativa que entrega letras sin pedir nada a cambio. El vistazo también es gratis: facebook/ bibliotecaparlanteharoldoconti


COMPULSIONES / (28) Otra curiosidad es el nombre que le puse a la editorial. La historia de GeorgesLouis Leclerc, conde de Buffon, es poco conocida. Este aristrócata francés, que vivió entre 1707 y 1788, dedicó su vida al estudio de la naturaleza, las humanidades, la matemática y la física (fue traductor de Newton). Sin embargo, a mí me resultó muy interesante un experimento diseñado por él, conocido justamente como “la aguja de Buffon”. En una conversación con mi amigo Rogelio Ramos Signes comenté esta especie de “juego” matemático que consiste en arrojar una aguja de coser sobre un papel rayado cuyos renglones están espaciados a la misma distancia que el largo de la aguja y computar las veces que la aguja corta algún renglón sobre un número grande de tiros. Lo interesante es cómo vinculó Buffon este hecho con la geometría del problema, deduciendo del juego el número PI (3,1415926) que todos conocemos. Me pareció una conexión hermosa. De hecho, el matemático Luis Santaló, en un artículo de la revista Ciencia Hoy (Vol 1, N° 2) asoció este experimento con la tomografía computada, una aplicación que Buffon seguramente nunca imaginó.

Como hecho en Buenos Aires

---------------------Por Julio R. Estefan, desde San Miguel de Tucumán

Y las editoriales que aceptaban el trabajo, casi como si de una imprenta se tratase, no me convencían ni en términos de calidad ni de costos. Fue entonces cuando decidí crear mi propia editorial, La aguja de Buffon Ediciones. Una “travesura”, si se quiere, en principio destinada a publicar mis libros, nada más. Confieso que con los libros soy un tanto obsesivo. Me gustan los bien armados, cocidos (no pegados o engrampados), con tapas laminadas mate, con solapas... En fin, que el “objeto” sea lo mejor posible. Y esto es lo que me propuse desde el primer momento: mostrar que en Tucumán podían hacerse libros de buena factura. No fue fácil. Por ejemplo, había decidido utilizar un papel especial para el interior (en ese entonces ni siquiera sabía cómo debía pedirlo al proveedor), aquí nadie lo utilizaba, pero los libros que a mí me gustaban estaban todos impresos en ese papel ahuesado, de textura agradable, sin brillos que, a la hora de leer, descansa la vista. Cuando ya había resuelto resignarme a no conseguir este papel, me crucé con el dueño de la papelera Rossini. “Usted busca el Comercial Bookcell de 80 gramos”, me dijo. Yo no tenía idea de que así se llamaba, pero conversamos un rato y nos pusimos de acuerdo. Él se comprometió a traerme el papel y desde entonces, todos los libros de la editorial se hacen con Bookcell.

El autor es escritor y editor. Colabora en DIXI (He dicho) desde este número.

A finales de 2009, después de terminar mi primer libro de microrrelatos y haberme “dejado convencer” por Santiago Sylvester y otros amigos de que “debía” publicarlo, inicié el peregrinaje que, sospecho, todo autor realiza con su libro “bajo el brazo” (o en un “pendrive”, para ser más actuales) buscando la editorial adecuada. Debo confesar que vi varios libros editados en Tucumán, algunos de muy buena fabricación y otros no tanto. Los que me gustaban eran de editoriales académicas, como la de la Universidad Nacional de Tucumán, en las que había que seguir un largo camino para que, con suerte, el trabajo fuera aceptado para su publicación.

Lo interesante es cómo vinculó Buffon este hecho con la geometría del problema, deduciendo del juego el número PI (3,1415926) que todos conocemos

Bien, así nació la editorial y su (mi) primer libro “La excepción a la regla y otros microrrelatos”. Luego, los amigos que vieron el libro comenzaron a interesarse por la edición. Entonces recibí el siguiente “halago”: “parece hecho en Buenos Aires”. Fue así como comencé a diagramar libros para los amigos y a armar la colección de narrativa breve, que actualmente ha publicado nueve títulos, entre ellos: “Por elección ajena” de David Lagmanovich; “Extraña variedad” de María del Carmen Lammoglia; “Fervor de Tucumán”, compilación de 17 autores tucumanos dirigida por la profesora Ana María Mopty; “Antes del mordisco” de Melina Moisé; “La ciudad de los amores breves” de Orlando Romano; y “Microrrelatos para ser leídos en menos de un minuto” de Elsa Böckl.


Un minuto de comprensión

------------------Por Adrián Fernández, desde San Miguel de Tucumán Uno anda entre dos fuegos, quemado por la contradicción. Un profesor de Literatura es, fundamentalmente, dos cosas: un paria y una máquina deseante. No es improbable que se me reproche la postulación de un deber ser y, tal vez, tenga algún sentido la polémica. Por lo pronto, digo que uno es al mismo tiempo Cervantes y el Quijote. Y lo mejor que podemos hacer es vivir esa condición con melancolía y, acaso, con virtud. Cuando uno (en un millón) ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras presiente -platónicamente- que el despertar metafísico será imprudente e impúdico. Un punto en el espacio y en el tiempo de esa trayectoria es dislocante: cuando no hay Sartre ni Cortázar que alcancen; cuando querés ser Rodolfo Walsh... Sostengo mi frente y la lapicera pensando en esta encrucijada y no sé verbalmente cómo resolverla. En cualquier caso, el carácter épico de la existencia así asumida es algo más que la promesa de que todo pasado fue peor. Alguna vez algún alumno se da cuenta cuenta de eso y te regala un minuto de comprensión: el profesor es comunista, sospecha. El profesor está loco, afirma. El profesor es peronista, reprocha.

El autor es licenciado en Letras y profesor de la misma disciplina. Colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXX.

COMPULSIONES / (30)


COMPULSIONES / (32)

Quiero laurearme, pero me encebollo

---------------------Por Aveju, desde San Miguel de Tucumán

Hace un par de años ya, se le consultaba a Umberto Eco a propósito de la vida del libro impreso en un futuro que, de tan próximo, es casi el fugaz tiempo presente; si acaso el advenimiento de la tecnología más avanzada pondría en peligro su existencia. Sin pestañear, el semiótico italiano auguraba larga vida y buena salud al libro.

La autora es licenciada en Letras y colabora en DIXI (He dicho) desde el número II.

El campo de discusión contemporáneo se ha llenado de interrogantes que rondan esta idea, sin dar –por suerte– respuestas definitivas. (Las mejores respuestas son las que dejan lugar a más preguntas, garantizando siempre la posibilidad de revisión y cambio de perspectiva). Mientras escribo esto en mi computadora, con una hoja de Word y consulto algún periódico “on line”, abrazo el pensamiento de Eco y brego por tener, siempre, libros a mi alcance. Acariciar sus hojas, disfrutar el arte de alguna tapa, oler el aroma del papel, emocionarme con alguna historia… ¡Los libros son tan estimulantes! Definitivamente, si tuviera que hacer un inventario de objetos preferidos, los libros tendrían un lugar privilegiado.

La biblioteca familiar, nutrida por las más diversas especies, ha sido alimento para el corazón y la cabeza desde tiempo inmemorial


COMPULSIONES / (34) Sustento diario He vivido siempre en lugares donde los libros han tenido una fuerte presencia física. La biblioteca familiar, nutrida por las más diversas especies, ha sido alimento para el corazón y la cabeza desde tiempo inmemorial. Recuperar estas “escenas arcaicas” tiene sentido en mi intento de definir la relación entre mi vida y la literatura; el límite entre una y otra es tan sutil, que me resulta dificilísimo establecerlo. Lo que sí estoy en condiciones de afirmar es que mi-vida-con-lasletras no se circunscribe –afortunadamente– a los años del cursado de la carrera o a éstos que transcurren, mientras intento alcanzar el grado de doctora (a propósito, adoro un verso de Vallejo que dice: “quiero laurearme, pero me encebollo”) Confío en que, superada esta instancia, mi relación con los libros saldrá victoriosa ante los permanentes embates del cansancio mental y físico, implicado en la faena de la tesis.

En el mejor de mis mundos posibles todos tenemos que haber sentido alguna vez esa pasión que –descolocándonos– nos ofrece un lugar para habitar. Gracias.

Recuperar estas ’escenas arcaicas‘ tiene sentido en mi intento de definir la relación entre mi vida y la literatura

---------------------por guido mossé, desde san miguel de tucumán

el autor es profesor y licenciado en letras, y colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXVII.

Vivo de las letras tanto como ellas viven en mí. Son mi sustento diario –en diversos sentidos–. Desde hace un par de años soy adjudicataria de becas que me permiten vivir haciendo las cosas que me placen: leer, escribir y compartirlo. Represento ese porcentaje de personas que viven –felices– haciendo aquello que disfrutan. No creo en la suerte ni en el mérito. Más bien, en la conexión con la pasión (quizás ésa sea mi suerte y mi mérito: haberla descubierto)

ellas me viven a mí

a mis estudiantes del Colegio San Patricio decir que vivo de las letras no es una utopía… en todo caso, es la utopía. me levanto temprano pensando palabras atractivas, dulces y profundas. la docencia me paga por ello y voy aprendiendo el oficio: decir lo mismo, pero decirlo simple, amable y de buen humor. todo el resto puede olvidarse… el sujeto gramatical, los signos de puntuación, el texto expositivo, el yo poético. soy licenciado en letras o, sinceramente, ya soy el viejo de lengua. he estado parado frente a mil y tantos adolescentes que a veces me han prestado su atención y con gusto les he devuelto lo que pude. no soy un viejo, tengo treinta: soy docente y soy feliz porque todos los días estoy ausente del cambio y las moneditas, del aparato fallado, de la factura o el recibo, del vuelto, del marketing y de las demandas penales o civiles; no tengo la menor idea de qué significa evadir impuestos (y no sé bien tampoco cuáles pago, lo que me tranquiliza vagamente -corazón que no siente...-). no soy un noctámbulo portero. a veces, me han faltado el respeto (pero nunca sin alguna razón); a veces he compartido una torta y cada año, desde que comencé este trabajo, algún incauto o alguna intrépida me hizo el favor de elegirme para recibir de mis manos su título… siempre es un honor, y no podría decir que todos gozan de tan hermosos homenajes. pago mis cuentas y sólo las que se pueden pagar. las otras, las que debo a mis profesores… bueno, esas parecen crecer con intereses cada vez que cometo un error y recuerdo los que vi en ellos (otros errores, más sutiles y amigables). esta es una profesión de prueba y error, de afecto y reflexión: hay que ver a los estudiantes, hay que verlos; mirarlos, observarlos, aprender qué necesitan y saber que casi nunca podremos satisfacer esas angustias existenciales (como todas las angustias). a veces recomiendo un libro y resulta ser un buen libro, una historia inolvidable, emocionante; en general, todos mis libros son absolutamente aburridos a los ojos de mis alumnos (les agradezco cuando me lo dicen para incluirlo


COMPULSIONES / (36) nuevamente en el programa del año que viene). su sinceridad ya no me desconcierta, me deleita: “profesor, usted está loco”. “profesor, no se le entiende nada”. “profesor, ¿para qué sirve todo esto?”. “profesor… nada, nada profe, nada. nada”. yo no me río, sólo me muero de la risa. y, para variar, la comparto un poco. “muy amable estimada”, “me siento como en casa”. “¿le parece que estoy loco, margarita?. “yo no soy margarita, soy andrea”. “ah, claro, andrea. ¿y margarita?” “¿qué margarita? acá no hay ninguna margarita profesor”. “ah. claro. bueno… sigamos, margarita”. y así, irreverentes, metafísicos y literarios (como ninguna literatura se atreve) son las conversaciones de mis alumnos entre foucault, borges, la muerte de las lenguas y el testimonio de los sobrevivientes de Auschwitz. algo aprenden claro, no tanto como yo. ma, ME, mi, mo, mu vivo de las letras. vivo de comprarlas y venderlas en este mercado amoroso de personas. cuando los docentes recordamos que detrás de cada alumno y alumna hay una persona, nuestra profesión se vuelve una magia menor. nos importan las personas y no las cosas de las personas, o sus nombres, o el oficio de sus padres. nunca he averiguado el pasado de ningún estudiante: sólo me importa que esté presente, que no se vaya, que lea un poco, que me ayude a pensar, que compartamos un sentimiento, que aprenda alguna línea por ahí, que diga… que diga algo y, sobre todas las cosas, que me diga algo. vivo. aprendí que basta poco para vivir, y estoy en ello. no hacen falta grandes artefactos ni renombres profundos o ser insoportable. me dijeron hace poco que lo mío roza la mediocridad: no lo discuto. se lo dejo a ustedes (si tal cosa vale la pena). vivo de las letras con un sueldo siempre ajustado (como todos los sueldos). en mi trabajo de todos los días puede hablarse de cariño, de afecto, de experiencias compartidas que enriquecen. yo enseño y aprendo todos los días de mi vida. este es, en verdad, el gran oficio docente. vivo de las letras… y ellas me viven a mí.(dx) soy docente y soy feliz porque todos los días estoy ausente del cambio y las moneditas, del aparato fallado, de la factura o el recibo, del vuelto, del marketing y de las demandas penales o civiles


HIPÓTESIS / (38)

Con los ojos de otros

Para tejer y bordar Cuando digo que hay redes sociales para todos no exagero. Hay redes sociales para amantes del manga, noruegos, afroamericanos y sadomasoquistas. Los gays tienen sus redes sociales y también los musulmanes. Hasta existen redes sociales para quienes aman tejer (Ravelry). En definitiva, no importa lo especial y únicos que nos sintamos, existe una red social para nosotros. De hecho, existe más de una y aquel hobby que nos hace especiales en el barrio o el trabajo termina siendo algo mundano en una red sobrepoblada de seres humanos. Pero no hay redes sociales para todo. Falta una, la más importante. Imagino una red social con un único usuario: uno mismo. En esa red social uno compartiría consigo sus pensamientos, fotografías, temores y fracasos. Uno podría comentar “Quiero que termine este día de porquería” y uno mismo se respondería “Sos un ser humano hermoso con mucho para dar”. Y si con aquello no alcanza, siempre está uno mismo para mandarse abrazos virtuales u otro signo virtual de apoyo espiritual. En esa red social no habría fotos ridículas de uno porque, en rigor, solo somos ridículos cuando nos miramos con los ojos de otros.(dx)

---------------------Hay redes sociales para todos. Esto es así por definición: una red social no es otra cosa que una forma de vincular a un usuario con el mundo o, por lo menos, con aquella parte del mundo que le interesa. Pero, como todo lo que puede fallar termina fallando, al final vivimos pendientes de ese compañero de colegio insoportable que ahora tiene un puesto importante. En una red social, como en la vida, cada uno busca venderse de la mejor manera posible. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que fingir que nos interesa la vida de nuestro vecino? Facebook es una red social y la más popular, con 800 millones de usuarios (que a poco de darse de alta ya viven para “etiquetar” a otros y borrar las fotos ridículas con que otros los escrachan). Cualquiera puede mencionar un par más. Por ejemplo, Twitter, un servicio que permite al usuario compartir su estado de ánimo, sus sueños y sus temores siempre que este pueda resumirlos en 140 caracteres. También está Linkedin, que es como Facebook pero para el trabajo y, como nuestra compañera de trabajo no sube allí fotos en bikini de sus últimas vacaciones, no resulta demasiado útil. Por último, Google+ es el tercer o cuarto intento del buscador para quedarse con parte de esos millones de “clientes”. Pero hay redes sociales para todos (y todas). Anobii, Librarythings, Goodreads, Weread son redes sociales para amantes de los libros. Todas son más o menos parecidas; todas coinciden en que “Cien años de soledad” y “El Código Da Vinci” son lecturas valiosas y muy recomendadas. ASmallworld es como Facebook, pero para el jet-set. En teoría la única forma de ser miembro es que a uno lo invite alguien de la “élite” pero, como tiene medio millón de usuarios, incluyendo cuatro amigos que laburan de lunes a viernes, supongo que en la práctica entra cualquiera. Flickr y sus cien clones son redes sociales para compartir fotografías. Foursquare permite publicar nuestra ubicación con amigos y enemigos. También hay decenas de redes sociales para adolescentes y chicos que gritan, patalean e interrumpen sin excepción.

El autor es abogado y colabora en DIXI (He dicho) desde el número I.

Por Alan Smithee, desde la Ciudad de Buenos Aires Ilustración de Leo Miranda Villagra

Anobii, Librarythings, Goodreads, Weread son redes sociales para amantes de los libros. Todas son más o menos parecidas; todas coinciden en que “Cien años de soledad” y “El Código Da Vinci” son lecturas valiosas y muy recomendadas


PROYECCIONES / (40)

Música para las neuronas ---------------------¿Vieron alguna vez una resonancia magnética? Siempre me fascinaron esos movimientos rítmicos y a veces multicolores donde el cerebro parece que está bailando y resulta que sólo está vivo. Cuando dejo de lado el cine “mainstream” y las grandes cadenas con grandes baldes de pochoclos para acercarme a pequeñas salas a ver pequeñas y extrañas películas -o clásicos inolvidables- siento algo parecido: mi cabeza danza al ritmo del buen cine. Si usted, lector, quiere participar de esta fiesta para las neuronas debe plantearse seriamente la posibilidad de entregarse sin miedo a experimentar las “rarezas” cinematográficas. ¿Y qué mejor que en un cineclub? Los cineclubes se reúnen semanalmente (por lo general) en bares y salitas, y casi siempre ofrecen una sinopsis o presentación de la película en forma previa a la proyección. Si tienen la suerte de asistir al encuentro programado para todos los miércoles a las 21:30 en el Patio Lorca (Av. Alem 222), podrán nutrirse de los conocimientos de Gustavo Ovejero. Más que una presentación, este abogado y profesor de la Escuela de Cine les dará una clase magistral sobre el filme elegido. Si bien a veces resulta molesto concentrarse en lo que ocurre en la pantalla mientras el espectador de al lado ordena una pizza a la moza, las obras que pasa Ovejero son siempre piezas entrañables del séptimo arte. La primera vez que asistí, el profesor proyectó “Una Eva y Dos Adanes” (“Some Like It Hot”, 1959), de Billy Wilder. La comedia con Marilyn Monroe, Tony Curtis y Jack Lemmon es ahora una de mis favoritas -posee un lugar solemne en mi DVDteca junto a “Monsieur Verdoux” (1947), de Charlie Chaplin, otra de las que vi por primera vez en el Patio Lorca-. Si usted, lector, quiere participar de esta fiesta para las neuronas debe plantearse seriamente la posibilidad de entregarse sin miedo a experimentar las ‘rarezas’ cinematográficas

El autor estudia Cine, coadministra el blog cinerd.blogspot.com y colabora en DIXI (He dicho) desde el número XXXI.

Por Bernabé Quiroga, desde San Miguel de Tucumán

Resonancia cultural También es costumbre que, una vez terminada la función, los espectadores (más) interesados se queden a debatir lo que acaban de ver y sentir. Y, si de debates hablamos, no hay mejores que los que se desatan en La Linterna Mágica. Tranquilo e ideal para cinéfilos, este ya legendario cineclub universitario tiene cita los martes a las 21 en Casa Managua (San Juan 1.015). Allí, eruditos y aprendices se sumergen en ciclos dedicados a Ingmar Bergman, Jean-Luc Godard, Fritz Lang, Otto Preminger, Orson Welles, entre otros grandes. Si reconoce a esos directores, entonces la Linterna Mágica es el lugar perfecto para usted. Si no los ubica, este cineclub es el mejor lugar para remontar el desconocimiento. Una opción diferente a las mencionadas es el encuentro que organiza la Escuela de Cine de la Universidad Nacional de Tucumán, en su establecimiento ubicado en Av. Aconquija 729 (Yerba Buena), todos los viernes a partir de las 20. En ese ámbito se proyectan películas que no tuvieron la oportunidad de pasar por los cines convencionales. Una pantalla gigante y al aire libre da cobijo a las “marginales”: desde el delirio pop “Kick-Ass” (2009) a la dramática y premiada “Incendies” (2010). La velada suele continuar con la presentación de una que otra banda “under”. No hay excusas para no poner la cabeza en movimiento. Existen -por suerte- muchas opciones: estos tres cineclubes son sólo parte de una abundante y variada cultura cinéfila que está ahí afuera, esperando con los brazos abiertos a todo aquel que desee “regalarse” un ciclo temático o de autor, presentaciones especiales, reestrenos y sorpresas que un cerebro quieto no es capaz de imaginar. (dx)

¡PLUS! Patio Lorca y La Linterna Mágica anticipan su cartelera en Facebook. La Escuela de Cine publica sus novedades en www. escueladecine.unt.edu.ar


POGOS / (42)

El changuito de la guitarra ----------------------

Hincapié Emilio estudia en el Instituto Superior de Música de la Universidad Nacional de Tucumán, da clases particulares de guitarra, y no para de soñar y crear . “Ahora estoy componiendo y tratando de armar mi proyecto como solista instrumental”, anticipa y se ilusiona con la idea de grabar su primer disco. “En eso ando”, asegura. Admirador del guitarrista argentino Luis Salinas, Díaz hace hincapié en el lenguaje de la música, en lo que esta expresa de su intérprete y autor y en lo que autor e intérprete dicen por medio de esta: “la guitarra es el reflejo de uno mismo; cuando toco, soy yo mismo hecho guitarra”.

Gerardo Emilio Díaz es un músico oriundo de la capital jujeña. Con 25 años, Díaz hace su arte aquí, en Tucumán. “Soy un artista autodidacta que aprendió a tocar tocando la guitarra. Ahora siento que mi trabajo es mi tesoro, lo más valioso que hago”, expresa. En la aventura de descubrir diversos géneros, explorar y mezclar ritmos, este guitarrista de pura cepa fue moldeándose a sí mismo. Cada cosa nueva dejó un recuerdo alegre y una valiosa lección. En su paso por el folclore llegó a acompañar a grandes artistas como los grupos Mity-Myti, La Zapada y Quique Yance; luego, de la mano de Claudio Giraud, desembarcó en el territorio del rock y el jazz. “La música me llena, es mi forma de expresar y de sentir. Tuve la oportunidad de tocar en diferentes lugares y con grandes amigos; con ellos aprendí a ser quien soy”, reconoce. Amante del jazz, y seguidor de Pat Metheny, Bireli Lagrene y Al Di Meola, Díaz decidió entregar su arte -y su alma- a la banda Rondeau 391. Junto a reconocidos artistas locales como Rony López, Javier Podazza y Juan Escalante, el guitarrista se atrevió a combinar folclore y jazz en originales piezas que dan fe de su pasión por tocar. En 2009 formó parte del grupo Maluco Beleza. Luego llegaron los grandes espectáculos: el Festival del Limón y el Atahualpa 2011, y la final en el último pre Cosquín. “El escenario más grande que pisé el de Jesús María. Increíble”, recuerda. “Me defino como un guitarrista que anda buscando y encontrando, siempre en camino. Además, me gusta improvisar, jugar y que no haya límites. Nunca podría encasillarme en un sólo género, la música es de cada uno y hay que experimentar con ella”.

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación. Colabora en DIXI (He dicho) desde este número.

Por Juan Manuel Campi, desde San Miguel de Tucumán

Ante la pregunta “¿quién es Gerardo Emilio Díaz?”, el interrogado enmudece y piensa. “Soy un changuito”, responde golpeando al silencio. Y añade: “soy un buscador de mí mismo”. (dx)

Me defino como un guitarrista que anda buscando y encontrando, siempre en camino. Además, me gusta improvisar, jugar y que no haya límites. Nunca podría encasillarme en un solo género, la música es de cada uno y hay que experimentar con ella


INDIVIDUALES / (44)

Una artista “ni” en Sonora ----------------------

Afuera iba a llover; adentro se preparaban cinco platos dignos del más exigente paladar. Adentro es Sonora Casa Tomada; afuera, el resto del mundo, al que no le quedó otra que esperar que nosotras degustemos alimentos para el cuerpo y el alma durante tres exquisitas horas. La invitada de la “entrevista gourmet” de este número de DIXI (He dicho) es Eugenia “Coqi” Méndez, psicóloga, música y una permanente innovadora en el terreno del arte. Ella lo resume como “ni”: ni esto, ni lo otro. Iluminadas por la tenue luz del bar y acunadas por la música del tocadiscos, empezamos el diálogo con un tópico universal: el amor. El amor al arte, claro. “Cuando abordás algo nuevo siempre es como el enamoramiento”, explica a propósito de su heterogénea trayectoria. Después, nos regala la primicia de su nuevo flechazo: “estoy aprendiendo a tocar la guitarra”. Afortunadamente para ella, esta actividad (aún) le resulta difícil, por lo que se salva de su infalible regla: “cuando se vuelve fácil, lo abandono”. Coqi explica así que su camino no es el del éxito (“que sería lo fácil cuando ya tenés algo armado y lo empezás a repetir”, reflexiona) sino el de la permanente investigación, galera de la que saca mucho más que conejos. Claro que aunque permanentemente esté probando cosas distintas, tiene sus herramientas predilectas. “La ‘performance’ siempre ha sido un elemento unificador de mis expresiones, porque ahí pongo todo, es como la olla”, propone y agrega que, entre sus ingredientes preferidos, está la mujer. “El tema femenino es fundamental”, manifiesta y bastan unos cuantos minutos de conversación con ella para saber que Coqi no se intimida con un “no”. “La persona libre causa un impacto social bastante efectivo”, reconoce respecto de esas huellas que ya fue dejando por el pavimento tucumano.

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación. Colabora en DIXI (He dicho) desde este número.

Por Graciela Colombres Garmendia -texto- y Lucía Palenzuela -fotos-, desde SM de Tucumán

Tapa, tapita y tapón En eso que la charla pasaba de su tesis de licenciatura a su primera moto llegaron los dos primeros platos. La tabla “Cambalache”, una picada clásica del bar, según nos explicaron, y el tapeo vegetariano, un nuevo plato, vinieron escoltados por un vino tinto que agregó un par de grados a la velada todavía en pañales. La quincena de platitos desbordantes de originalidad se vaciaron al ritmo de una charla fluida y sólo interrumpida por el siguiente bocado. Volviendo a Coqi y a Tucumán, le preguntamos cómo reacciona el medio a sus transgresoras propuestas artísticas. “No las recibe para nada, pero no me importa, porque este es mi lugar”, afirma con orgullo y sin rencor. “Como no tengo prejuicios, hago lo que siento de acuerdo con mis convicciones. Esto es bastante determinante. Entonces, avanzo sobre campos que cuando yo los pongo sobre la mesa en general son rechazados”, asevera acompañando las palabras con la sonrisa propia de la que hace de su vida lo que realmente quiere. “Me defino como una artista multiexpresiva y es algo que he tenido que sostener desde un lugar muy interno porque para afuera siempre ha sido una cuestión devaluada. Porque yo no era actriz, pero estaba en el teatro; ni cantante, pero canto;

Yo no era actriz, pero estaba en el teatro; ni cantante, pero canto; ni poeta, pero escribo poesía; ni artista plástica, pero participo en los encuentros de ‘performances’. Entonces soy un ‘ni’ porque no siento ninguna necesidad de no serlo


INDIVIDUALES / (46) ni poeta, pero escribo poesía; ni artista plástica, pero participo en los encuentros de ‘performances’. Entonces soy un ‘ni’ porque no siento ninguna necesidad de no serlo”, precisa sin dudarlo ni un segundo. Sentir vs. entender Nuestra charla vuelve a tener una gustosa interrupción, cuando aparece un debutante en la cocina de Sonora: el sándwich tibio vegetariano, que trasciende el típico vegetal presentando un combinado de ingredientes que incluye semillas de chía, hongos y soja. O sea, un plato que refuta la tesis de que la comida sin carne es aburrida y que a nosotros, los vegetarianos, nos faltan proteínas. Por detrás del sándwich aparecen las papas mansas. Mientras saboreamos estas delicias, Coqi confirma lo que ha deslizado a lo largo de la noche: “no me interesa que me entiendan, pero sí que sientan. Lo que yo hago es utilizar esa ’sensopercepción’ para cargarla de un sentido y de un concepto”. La cena se emborracha con los comentarios de mujeres que hablan de los sentidos, de la vida y del enigmático 11-11-11. De repente, se apersonan el postre NN, y un pudín de chocolate y jengibre. Arándanos, manzanas, semillas y una misteriosa crema que no terminamos de definir se apoderan de nuestra charla, que ahora se concentra en el campo sonoro, amor que comparten Coqi y la fotógrafa Lucía Palenzuela. El asunto nos ocupa hasta que la medianoche y los platos vacíos nos devuelven a la realidad, esa dimensión donde llueve a cántaros, y donde todo está moviéndose y a punto de cambiar. Una realidad que, enfocada a través de la mirada de la artista multiexpresiva, intimida menos que lo habitual. (dx)


¡X años!


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