Revista 73

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Juan Antonio Belloch, responsable del artículo 143 del C.P., se empeñó en que el crucifijo presidiese los plenos del Ayuntamiento de Zaragoza durante su mandato personal e íntimo y que la sociedad es plural, el proceso de reflexión que toda persona ha de hacer cuando desempeña su rol de ciudadano ha de partir desde la postura ética tanto si tiene creencias como si no las tiene.

Acompañando al diputado: de la iglesia al Congreso

político: “Conozco el Parlamento y puedo decir que cuando se han aprobado determinadas leyes ha existido abdicación de las propias creencias, o increencia, pero no persecución. Si el 75% de la población española que se declara católica actuase en coherencia, determinadas leyes nunca se habrían aceptado”. Para el ministro sin duda las directrices de la prédica de la misa dominical o los escritos de los obispos tienen que llegar a las leyes buscando el lenguaje jurídico adecuado. Para evitar la confusión mental de las palabras del católico ministro y que la reflexión no sea una mezcla de ideas, atenderé en este artículo a los tres niveles en que el ciudadano puede estar comprometido: religión, ética, política. Lo religioso, la fe, atañe e implica al que tiene tal creencia religiosa, no a los demás. La fe es un acto tan personal como el casarse: quien se casa se compromete con una persona, pero no implica a los demás en la vida de la pareja. Sin embargo, los obispos por un afán de mantener y acrecentar su iglesia y su influencia quieren vincular a los demás en sus creencias e intentan modelar una sociedad al estilo moral católico. Partiendo, pues, de que la fe es un acto

La convicción religiosa se vive en lo personal privado, afecta al individuo creyente concreto; y las enseñanzas religiosas y las prácticas de tales creencias se realizan en el ámbito de la comunidad confesional, en sus iglesias, sinagogas, mezquitas. Empezamos, pues, el camino de nuestra reflexión al lado de ese diputado católico al que consideramos una persona creyente que asume la doctrina católica y quiere llevar su creencia a su compromiso en la vida..., y conoce perfectamente la postura de la doctrina católica acerca de las conductas eutanásicas. La doctrina eclesiástica rechaza como pecado el suicidio asistido y la eutanasia lo mismo que el CP los tipifica como figuras delictivas. Pero, la iglesia también considera pecado el suicidio por cuanto es un acto de rebelión contra dios que es el dueño de la vida, mientras que la legislación española lo considera lícito y no lo prohíbe. En el hecho de salir de la iglesia a la calle el diputado cambia de espacio. En la iglesia ha vivido en el ámbito de un colectivo de creyentes; la creencia religiosa personal les ha reunido en ese espacio privado (la iglesia) que les es común. Al llegar a la calle vive un espacio público donde lo común no es ninguna creencia o ideología sino la libertad de pensamiento y libertad de conciencia de los ciudadanos. En ese espacio público, como dice la Constitución, no cuentan las diferencias y “los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social” (CE 14). Como se verá, ya la simple lectura de estas líneas de la CE echa por tierra el argumento de Fernández Díaz. El espacio de la ciudad (polis) es público, en él cabemos todos y las diferencias no discriminan. Y en ese espacio público nos toca vivir a todos –sea en la calle, en el hospital, en un tribunal…– y también al diputado en el Congreso, DMD | 21


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