revista 041 [7]

Page 7

maqueta PA2 1991 taller Galli / alumnos Oggier / Caroci

alumno Fabián Llonch y profesor del taller Marcelo Perazzo

Carta a Marcelo Perazzo txt arq. Fabián Llonch

Luego de una experiencia de unos dos meses, muy potente y nocturna (en parte por el calor, además éramos todos varones, con lo cual el esfuerzo era doblemente terrible), había que pasar en limpio todo el material de los borradores que estaban hechos en manteca y/o finlandés. Todavía tengo eso en un rollo. Decidimos hacerlo en un original vegetal único, en forma de collage muy cargado, todo línea, sin grises ni negros plenos, donde cada uno aportaba dibujos distintos del edificio, pero aparte tenía que ser un solo panel ¿se entiende, no? Cuando el Cabezón empezó a dibujar lo suyo, para luego pasárselo a otro, no había posibilidad de arrimar nada, usaba un viejo Caran D´ache con mina 2 milímetros, dura como un alambre, parecía hecho con tinta y en los encuentros de las líneas de referencia de cotas, hacía un puntito mas oscuro, eran unos dibujos bellísimos, emocionantes. En ese momento nos pareció que todo lo tenía que hacer sólo él, no había otra. Finalmente aceptamos mezclar como se podía, no había tiempo, igual quedó muy coherente con el contenido. La pasamos fantástico, nunca habíamos hecho un concurso juntos, es decir sólo los docentes, incluido el Flaco Galli, sin alumnos. Ese proyecto nos aglutinó un montón, estábamos todos de acuerdo y lo disfrutamos mucho.

Aún hoy recuerdo mi primer día de cuarto año en la facultad. Mi profesor, que luego lo sería también en quinto, tenía unos ojos grandes, celestes, transpiraba en esos calurosos talleres de la escuela y corregía con un lápiz gordo rojo. Sus trazos eran rápidos, seguros, sus líneas rectas se repetían una arriba de la otra, tratándonos de explicar una y otra vez cómo debíamos entender los proyectos.“Hay que aprender a mirar, digamos... con cierta perspectiva... a la manera de...”, decía. Lo recuerdo como si fuese hoy. Él me enseñó el rigor en el placer de diseñar (¿o era el placer en el rigor del diseño?), entendí la seriedad de su sonrisa cómplice, sentí su orgullo en nuestros proyectos, como si fuesen suyos (seguro que lo eran). Esa mirada tan suya, tan intensa, que decía tantas cosas. Pero lo más importante que me enseñó el Cabezón, lo que más valoro, fue que creyó en mí. Su confianza tan grande en nuestros trabajos, en hacernos saber que nuestros proyectos tenían algo que lo hacía más pleno como maestro. Con él dejé una adolescencia tardía, me mostró cómo dar los primeros pasos de un arquitecto un poco más adulto. Pasaron los años, compartimos más noches de talleres, cafés, vino malo, concursos, trabajos de la Muni. En fin, cuánta admiración sentía por él... Con él entendí que no se proyecta con la cabeza, sino con el corazón. Y es su corazón tan inmenso, tan amplio, lo que recuerdo con mayor nitidez. Me gustaría preguntarle a Marcelo qué debería yo escribir de él... sé que me miraría profundamente, y una vez más me mostraría el camino, como tantas otras veces. Entonces, pensé que tal vez no sólo debería hablar de mi maestro Marcelo Perazzo, sino también de todos aquellos maestros que también me han enseñado tanto, y dedicarles también a ellos nuestra obra, y decirles que seguramente ella no hubiese existido sin su talento, su dedicación, su vocación de enseñarnos. Entonces, a todos ellos, les dedico mi obra. Y a vos, Perazzo, un lugar en mi corazón.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
revista 041 [7] by liliana agnellini - Issuu