MEDIANERAS |
txt arq. Juan Manuel Rois
En Rosario, la cuadrícula urbana impone a nuestros cuerpos un rigor muy particular en su relación con el territorio. En nuestras calles nos vemos atrapados en situaciones de perspectiva única. Las ordenadas líneas de fuga de cordones, veredas, fachadas y árboles crean franjas de cielo muy particulares. Los bordes continuos de las manzanas esconden una densa articulación de momentos que suponemos, pero que nunca vemos. Caminando en línea recta, en secuencias ortogonales, imaginamos cruces imposibles a través. Es en este régimen particular que nuestra mirada se escapa en diagonal, buscando descanso. ¿Qué es lo que encuentra nuestra mirada cuando intenta cruzar por sobre, en escorzo, hacia el centro imposible de nuestras manzanas? Encuentra medianeras. Muros ciegos que responden a un código: simple extrusión del loteo urbano. Signos de la organización del territorio. Y quiero hablar ahora de una voluntad de proyecto. Es en estas medianeras, donde casi todos se sujetan a norma, donde Viotti-Luetich encuentran oportunidades de imaginación. Encuentran nuevos usos para las reglas impuestas. Allí donde todos ven superficie banal, ellos descubren la profundidad precisa. De esto se trata: de una cierta voluntad de precisión. En estas medianeras, ladrillo, hormigón visto y vidrio son puestos en relación como signos de los mecanismos de precisión que rigen las plantas de estos edificios. Cada articulación de estos muros explica una articulación interior y propone una visión unitaria del objeto en altura. Una economía de recursos que concentra el impacto estético de la obra en esos momentos en que fachada y medianera dejan de ser nociones válidas para interpretar el volumen arquitectónico y su relación con el entorno urbano. Es una economía que transforma el signo de precisión en gesto de generosidad. Estos muros nos devuelven perspectivas inesperadas en las alturas de nuestro paisaje urbano. Nos ayudan a imaginar otras posibilidades de ciudad. Propongo ahora un salto en la interpretación. ¿Cuánto hay en juego en el espesor de estos muros? ¿Veinticinco centímetros entre capas de materiales? ¿Tal vez veinte? Es en estos centímetros de articulación en donde detenemos nuestra mirada en diagonal a la profundidad de la manzana. Los medimos desde la distancia. ¡Qué vértigo de escalas! Si en esto no hay un juego precioso entre decisiones materiales y paisaje urbano, entre escalas arquitectónicas y urbanísticas, no sé dónde lo encontraremos. Decisión de proyecto y quince centímetros, todo lo que el arquitecto necesita para desplegar su juego generoso. (Si Rosario es una ciudad de medianeras, uno la sueña de estas medianeras, y no de las otras.)