Fernando Laporta / Cristian Van Poepelen
Ante esta posibilidad de
encontrarnos con el Cine Radar, realizar una mera descripción, nos llevaría a hipotizar sobre sus acciones, construyendo con ese material muerto personalidades ficticias que pretenderían representarlo. Por lo contrario la búsqueda y el análisis de las percepciones y realidades tangibles que transmite el mismo será el camino a tomar en pos de las imágenes y las ideas que constituyen sus principios estructurantes, intentando escapar del bosque y hallarlo detrás de algún árbol, tratando de decirnos algo. El espacio lo comenzamos a percibir al acercarnos. La dirección de la calle es tensionada por el foyer, el espacio público no se extingue en la línea municipal, sino que al contrario se multiplica conformando el nuevo espacio público Calle-Vereda-Foyer. Un plano horizontal rompe la bidimensionalidad de la fachada, el cielorraso se eleva ante nuestras cabezas incorporándose a la misma, trayendo consigo la tridimensionalidad del espacio y ubicándose en rol protagónico en la conformación del alzado. Traspuesta la marquesina que nos da la escala humana en la composición, el vacío se manifiesta en toda su magnitud. Un Espacio que revela su interpretación dialéctica de la ciudad y su tiempo: por un lado se muestra neutral y aséptico, pero por el otro es el catalizador de experiencias individuales. Luz, planos que se curvan, sonido, encuentros que se desmaterializan, personas que se reúnen, tacto, emociones, vacío, visión, colores, una simple enumeración de la que surge como idea principal la del movimiento. Un movimiento de personas, de tecnologías, de flujos y de espacios. Al fundir espacio con movimiento deviene un acto mágico donde se transforman en marco de la escena tanto interior como exterior. Los roles se potencian, se realzan. El espectador que pagó su entrada se transforma en involuntario actor de una escena que es observada por el ocasional transeúnte que pasa frente al cine. Pero una vez dentro se percibe una película donde el protagonista es la ciudad misma.
Vista Sur 15]
El Radar actúa como escenario-pantalla otorgando participación activa a las masas con una actitud crítica que posibilita la confrontación de ideas y no una postura conductivista del pensamiento. Pero él sabe que no es sino infinita posibilidad, que sus actos, una vez consumados son únicamente suyos en el sentido que le toca soportar sus consecuencias, y que por lo demás bien puede renegar de ellos. Si esta noche pasas por ahí y surge en todo su esplendor, escucharás en su interior una voz, la muerte, que entre dientes, atrapada detrás de alguna mesa de saldos que han reemplazado a sus butacas, dice así: …«Mis falsas personalidades son como árboles que van apareciendo a mi alrededor; pero yo no me identifico con ellos. Por el contrario, me deslizo furtivamente en ese bosque petrificado, me guarezco detrás de cada tronco, y mientras los demás creen, quizás, estarme contemplando y juzgando, yo discurro entre ellos, imperceptible… y libre.» J.B. Borgato
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