Personal branding

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Empleabilidad. La hora de la verdad

receptor. Un buen currículo puede movilizar al público objetivo a la acción. Como un anuncio publicitario en la televisión, recibe (como mucho) 30 segundos de atención en la primera página, quince segundos en la segunda, y si hay una tercera, pues, se cambia de canal. Quiero desmitificar la sobrevalorada importancia del currículo. Sólo sirve para dos objetivos. Sólo existen dos motivos prácticos para tener uno cuando salgamos a vender nuestros servicios profesionales:

1. Generar interés en el mercado objetivo en conocerte. Elegir bien quién lo recibe es esencial. Los currículos no sirven de nada si se echan en cualquier sitio. Igual que el buzoneo con la publicidad del persianista del barrio, echar currículo es de muy escaso impacto y contribuye a rellenar las papeleras reales y virtuales de las empresas. Para que un currículo sea irresistible, debe destacar tus atributos clave y cómo has contribuido al éxito de las organizaciones. Una forma de comprobar esto es leer tu propio currículo y después de cada descripción de una posición, hazte la pregunta ¿Y qué? ¿Qué pasó, qué cambió, en que mejoró la empresa gracias a mi contribución? ¿Cómo se midieron los resultados? Hay algunas personas cuya reputación es tan fuerte que su mercado objetivo les busca a ellas. Por ejemplo, Bill Gates se puede permitir no tener un currículo o tener uno de cuatro líneas. Gestionar la reputación, por tanto, es tan importante como tener un buen currículo.

Cuando los cazatalentos buscamos, eso, talento, una de las vías de identificación de candidatos es la toma de referencias. Preguntamos a expertos en el mercado quiénes son los mejores. Cuando suena varias veces el mismo nombre, sabemos a quién queremos cazar. El otro motivo de tener un currículo es:

2. Recordarle a alguien que conoces quién eres y cuál es tu propuesta única de valor. Para la mayoría de las personas, definir la propuesta de valor es la fase más difícil de hacer un currículo, y muy pocos lo han hecho de verdad. Si has llegado hasta aquí en el libro, posiblemente habrás hecho tu propia introspección, respondiendo a preguntas como: ¿qué quieres hacer? ¿Qué estás buscando? ¿Por qué quieres hacer esto? ¿Qué te mueve? ¿Qué te importa lo suficiente para ponerte en movimiento por las mañanas, para quedarte más tarde o dedicarle un tiempo libre para pensarlo? ¿Qué te apasiona? ¿Qué tipo de necesidades de los demás puedes solventar? ¿Qué sabes? ¿Qué haces mejor (que los demás)? ¿Qué tipo de problemas has solucionado en el pasado?

Cuando salimos al mercado de trabajo, por cada 20 personas a quienes presentamos nuestra propuesta de servicios, suele salir una oportunidad

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