En qué creemos
El ministerio de Cristo en el Santuario celestial
El centro de gravedad
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o totalmente inesperado, impensado e imposible se estaba haciendo realidad delante de sus ojos. Soldados babilonios fuertemente armados, listos para la destrucción, se abrieron paso hasta las instalaciones del Templo y comenzaron la macabra tarea de despedazarlo. El fuego que le siguió destruyó por completo el primer templo en el año 586 a.C. Durante los cinco siglos anteriores, ese edificio elaborado y divinamente inspirado había sido el centro de gravedad del pueblo judío, el pulso de su religión, el punto focal de su estructura y, en último término, el lugar donde habitaba su Dios. En su altar habían sacrificado animales, sumo sacerdotes habían entrado al Lugar Santo y al Lugar Santísimo, y allí se habían llevado a cabo rituales simbólicos. Se
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Julio 2019 AdventistWorld.org
habían escrito salmos, que coristas y congregaciones habían entonado. Gradualmente, todos habían llegado a la necia conclusión de que ese Templo era invulnerable, indestructible e inmune contra todo ataque externo, una noción contra la cual los había advertido con firmeza el profeta Jeremías: «No confíen en esas palabras engañosas que repiten: “¡Este es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor!”» (Jer. 7:4, NVI). El lugar que simbolizaba la presencia de Dios y prefiguraba el plan de salvación, señalando en cada detalle al Mesías que vendría y a su ministerio tanto terrenal como celestial, se había convertido en esencia en un talismán, una reliquia, un amuleto glorificado. Reinaban supremos la superstición y el fanatismo. Pero cayeron, junto con los muros del Templo, en manos del ejército de Nabucodonosor. EL CENTRO DE TODO
Es interesante notar que el centro de los salmos, un libro que nos brinda una muestra representativa de la fe israelita y la teología bíblica, se enfoca en esos trágicos eventos en forma poética. Lo hace a la par de las narraciones históricas de la destrucción de Jerusalén y el Templo (2 Rey. 25; 2 Crón. 36; Jer. 52). El Salmo 74 ofrece un relato emocionante y dolorosamente detallado de esa destrucción (vers. 1-11), dejando al lector con las preguntas claves de «por qué» y «hasta cuándo» (vers. 9-10). El Salmo 73 ya presenta el tema cuando hace frente a la pregunta de la justicia de Dios (o «teodicea»). Esa pregunta fundamental, cerca del centro del libro de los Salmos, es tratada en un versículo en el centro del poema (Sal. 73:17), que es esencial para comprender el sufrimiento humano y la justicia de Dios. Es en el Santuario, tanto geográfico
Fotografía: Robert Bye