Deseos Velados de Eve Silver

Page 61

EVE SILVER

DESEOS VELADOS

que podía tomar prestado cualquier libro que le gustase. Con esto en mente, se dirigió al estudio. En el instante mismo en que Darcie posó su mano en el pomo de la puerta, oyó unos ligeros golpes resonando en el piso de abajo, y luego el crujir de las escaleras. Alguien se acercaba. Entró rápidamente en el estudio del doctor, dejando la puerta ligeramente abierta. No quería encontrarse cara a cara con Poole a aquellas horas de la noche. A través de la pequeña abertura vio una sombra moviéndose sigilosamente por el pasillo. Supo que no era Poole en el momento en que el hombre pasó frente a la puerta del estudio y vio su dorado cabello. Era Damien. Su corazón se sobresaltó al verlo pasar. Pese a que no llevaba ninguna vela, caminaba con soltura en medio de la oscuridad. Llegó al final del pasillo, se detuvo un momento y luego entró en su dormitorio. Darcie abrió por completo la puerta del estudio y salió de la habitación, avanzando sigilosamente hasta el final del pasillo. Se pegó bien a la pared. Él había dejado la puerta entreabierta y un fino rayo de luz hendía la oscuridad, extendiéndose a lo largo de la suave alfombra que cubría el suelo del pasillo. Darcie se dio cuenta de que era de color rojo oscuro. Hasta entonces, nunca se había fijado que su color era parecido al de la sangre seca. Sintió un escalofrío en todo el cuerpo, y se preguntó cuál sería la causa de su desazón. Había recorrido aquel pasillo miles de veces. No había nada siniestro en él. Sin embargo, a pesar de que se repitió estas palabras una y otra vez, no logró convencerse por completo de su veracidad. Quiso subir a su cuarto, pero en el momento en que pasaba frente a la puerta de Damien para dirigirse a las escaleras, un movimiento en el interior del dormitorio llamó su atención. Acercándose con cautela, se dio cuenta de que podía examinar cuidadosamente la habitación sin ser vista. El se encontraba de espaldas a ella, mirando fijamente la chimenea, con la camisa suelta. Inesperadamente, él se dio la vuelta. Darcie se mordió la lengua para no emitir sonido alguno. Damien se quedó inmóvil con la cabeza ligeramente ladeada y la mirada fija en la puerta. Ay, por favor no me veas, pensó, sintiendo mucha vergüenza. Sería sumamente humillante que la descubriera espiándolo. Justo después de pensar eso, se percató de que durante el breve instante en que estuvo mirando a Damien, de alguna manera, alcanzó a percibir algo distinto. Había algo fuera de lugar… Corriendo un gran riesgo, se inclinó un poco más. Suspiró de alivio al darse cuenta de que él ya no estaba mirando en aquella dirección. Lo recorrió de pies a cabeza con la mirada, deteniéndose en el instante mismo en que comprendió cuál era la causa de su desconcierto. La camisa blanca de lino de Damien estaba completamente abierta, dejando al descubierto su pecho y su abdomen. La pechera de la antes inmaculada prenda estaba salpicada de oscuras manchas. Era como si alguien le hubiese arrojado una botella de tinta y las marcas se hubieran extendido por la blanca tela. Excepto que las manchas no tenían el color de la tinta, sino el de la - 61 -


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.