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hablas con nostalgia lluviosa de cuando te rifabas tus tiros. tus manos son mastines viejos, babeantes, descansando al sol. mastines que han aprendido a tolerar las moscas en su rostro. harafa de gath se llamaba el gigante filisteo al que tumbaste de un madrazo. tus palabras son vapor que surge del centro de la tierra. siempre seducido por el barranco de los excesos. con el paso de los dĂas te vas resignando a un dĂa irte con el polvo a ser lo que hoy no eres.
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