Leger 01

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— ¿Qué... qué quieres decir? — Sin duda tu marido vendrá a buscarte. — ¡No! No vendrá — exclamó Madeline demasiado apresurada, traicionando sus temores— . Yo... yo quiero decir ¿Por qué iba a venir? No tiene ni idea de dónde me encuentro. — Pero tiene un talento especial para buscarte, ¿no es cierto? — No sé lo que quieres decir... — No intentes negarlo, Madeline — la interrumpió fríamente Evelyn— . Ya me he enterado de todos los poderes que posee tu marido. La información que no pude sacarle a Roman, Bess me la suministró. Tu Anatole es para mí todo un desafío. ¿Cómo puedes destruir a un hombre que puede lanzarte lejos sólo golpeándote con la mente? Cogiéndolo por sorpresa. ¿Y cómo se puede hacer cuando está dotado de un extraordinario sentido de la percepción? ¿Es posible que esa percepción no funcione tan bien cuando esté distraído... es decir, cuando tema por la vida de alguien muy próximo a él, ¿eh? — Evelyn miró a Madeline alzando las cejas con gesto burlón. — No — repuso Madeline— . No permitiré que me utilices para atrapar a Anatole. Evelyn balanceó la pistola. — No tienes otra elección, querida. Debes ayudarme o... — ¿O me dispararás como has hecho con Roman? Adelante — gritó Madeline— . Prefiero estar muerta antes que atraer hasta aquí a Anatole. — Debes de estar loca. Madeline, con el corazón acelerado, recuperó fuerzas mientras se preguntaba por qué razón Evelyn no disparaba. No había tenido ningún remordimiento cuando lo había hecho contra Roman. Había matado a Roman... La imagen volvió a la mente de Madeline, Evelyn dirigiéndose hacia ella por el sendero, con la pistola todavía humeante en la mano. Contempló a aquella mujer con expresión incrédula. — Estás echándote un farol. La pistola está descargada. Evelyn se quedó sorprendida, pero luego se recuperó y sonrió. — ¿Quieres que lo pruebe? Levantó el gatillo, pero Madeline se dio cuenta del brillo de duda que apareció en sus ojos. — ¡No has tenido tiempo de recargarla después de haber disparado contra Roman! La sonrisa de Evelyn se transformó en una mueca desagradable y soltó el martillo, que volvió a su lugar con un chasquido seco y desabrido. — Eres demasiado inteligente, Madeline — dijo con un gruñido. Evelyn se abalanzó sobre ella. Madeline intentó evitarla, la mano de Evelyn le sujetó un brazo. Madeline forcejeó con fuerza, pero la Mortmain estaba poseída por una energía salvaje. Arrastró a Madeline hasta ponerla de rodillas y apoyó el cañón de la pistola en la cabeza de la joven. Madeline soltó un grito, cayó hacia un lado y se dio un golpe en el hombro. Sus dedos se cerraron alrededor de un puñado de tierra y antes de que Evelyn volviera a golpearla, Madeline se lo lanzó a la cara. Evelyn, con un juramento soltó a Madeline y se llevó la mano a los ojos. En un segundo Madeline se puso de pie y corrió ciegamente hacia la niebla y sin tener idea de adónde se dirigía. Más allá de Tierra Perdida y sus ruinas ennegrecidas, más allá de la furia de Evelyn Mortmain. Oyó que la mujer gritaba su nombre y lanzaba maldiciones. Madeline corrió todavía más. El suelo empezó a ascender, cosa que dificultó aún más la carrera. Tropezó, cayó y consiguió ponerse de pie nuevamente. Corriendo y tambaleándose, hizo un esfuerzo para subir a la colina. Notó que le faltaba la respiración y unas dolorosas punzadas en el costado. Ignoraba dónde estaba, pero no podía detenerse. Creyó que se había distanciado de Evelyn, pero aquella mujer no tardaría en alcanzarla. Conocía esa tierra mejor que ella, aun en medio de la espesa niebla. ¿Qué iba a hacer? se preguntó Madeline, frenética, al sentir que sus pasos empezaban a rezagarse. Quizá si se detenía encontraría algún tipo de arma, una piedra, por ejemplo. La levantaría y se la lanzaría a la cabeza de la Mortmain y... Pero Madeline abandonó la idea de esa violencia porque era un peligro permitir que Evelyn se acercara de nuevo. No, debía seguir, escapar de aquella mujer de algún modo, encontrar ayuda y rogar que Anatole no la encontrara primero. Si consiguiera encontrar la casita de algún pescador y pedir ayuda. Cogerían a Evelyn y la arrestarían. Y si la encerraran en algún sitio, entonces Anatole estaría a salvo.


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