lazos de sangre 2

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10 Me moría de ganas de subir a su coche. Cuando al día siguiente Jack me envió un mensaje preguntándome si me apetecía salir a dar una vuelta, me odié por emocionarme del modo como lo hice. Y, aun sintiéndome ridícula, pasé una hora acicalándome. Cuando crucé corriendo la puerta de mi edificio, encontré a Jack esperándome en el Jetta, con una amplia sonrisa en su cara. Abrí la puerta y me recibió la música de Pat Benatar sonando a todo trapo. Bajó en seguida el volumen, aunque a mí me daba igual. Tenía la impresión de que hacía una eternidad que no estábamos los dos solos. Ese día nadie me gruñiría ni nos reprendería por estar cerca el uno del otro. Podía estar con él y disfrutarlo. —Hola —dijo Jack con una sonrisa. —No quiero ir a tu casa. —¿Por qué no? —Enarcó una ceja. —Porque no. —Doblé la pierna, acerqué la rodilla hacia mi pecho y me quedé mirándolo, negándome a desarrollar más mi respuesta. Esperaba que pusiese el coche en marcha o me


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