Adiscusión edición 15

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Historia

Culiacán,Sinaloa 28 de mayo de 2017

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Una maestra con clase María Guadalupe suma ya 28 años de docente

Francisco Solís de Asís

M

aría Guadalupe Gutiérrez Dávila, a sus 51 años, está afónica y cansada de ejercer su profesión, pero aún así prosigue su labor, porque es más el amor la que la mantiene en su carrera como maestra. Desde hace 28 años inició esta etapa de su vida tras el deceso en Mazatlán de su padre, el general de brigada del ejército mexicano, José Guadalupe Gutiérrez Nava. Su madre e hijos Mercedes, Rafael, Ricardo y María Guadalupe decidieron comprar una pequeña casa en la colonia Lázaro Cárdenas de Culiacán. Rafael ya era ingeniero civil y ayudaba con el gasto lo que permitió que Lupita, como es conocida la amorosa y noble profesora, empezara a estudiar en la Normal de Sinaloa, y en verano en Tepic, Nayarit, en la Normal Superior. “Mi madre Guadalupe deseaba que fuera maestra y por acatar la sugerencia estudié eso, no obstante me gustó y hasta la fecha ejerzo la docencia pese a mis problemas de faringitis y

otros problemas del aparato respiratorio y el médico foniatra mismo que le ha dicho que le extenderá un documento para que lo presente en el ISSSTE y le extiendan una incapacidad total, ya que puede perder la voz”, citó. Derivado de su problema de salud, lo que más ha conseguido en la Sepyc y en la Sección 27, a la que pertenece como maestra federal de tiemplo completo, es que la cambien a la Biblioteca y en ocasiones cubre incapacidades sin renegar. Narra que el inicio de su carrera no fue fácil, ya que la mandaron a diversos pueblos o comunidades como El Corazón, Chiqueritos y Vida Campesina, entre otros donde la gente se porta bien, pero cuando no se tiene auto, se batalla al caminar kilómetros y en ocasiones pide raites con desagradables sorpresas con patanes que faltan al respeto. Le sucedieron varias cosas como observar asaltos, ir de copiloto y que chocaran compañeras o compañeros,

sufrir el embate de chubascos y ciclones. UNA MAESTRA CON TEMPLE Pese a que su madre Guadalupe cayó en cama, ella siguió en su carrera; tuvo que dejar la preparatoria en los últimos, meses para cuidarla y darle más atenciones. Nunca tuvo novio formal hasta que su madre falleció.Aunque nunca se ha casado, ella es feliz. Siempre ha tenido el turno matutino y a las seis de la mañana ya está desayunando para asistir a la Escuela Patria en la colonia Infonavit Las Flores, donde es muy estimada por el resto de la planta docente y administrativa, además de los vecinos que han visto crecer a sus hijos en este plantel educativo. María Guadalupe cuenta que la mayor satisfacción como maestra es que los niños tengan una formación integral y que en sus futuros sean unos profesionistas que sirvan a su patria como lo hizo mi padre el general de brigada José Guadalupe Gutiérrez Dávila.

“Eso es maravilloso”, comenta. Dice que pocas veces se ha enfrentado a madres de familia, por presunto maltrato a niñas o niños que inventan fantasías para no hacer las tareas o ser ingobernables o no seguir las reglas de la escuela. Siempre he salido bien librada de estas falsas acusaciones, aclara serena. Soportó más de 20 años en ranchos y pequeños poblados para obtener su cambio de plantel educativo a Culiacán. Otras u otros se quejan de esta situación, aunque siempre ha existido la violencia, asaltos, robos y homicidios en contra de los maestros y maestras. Lamentó en forma enérgica el asesinato de tres maestros en la sierra de Concordia. Es una injusticia que ellos entregaron sus vidas en la formación de estudiantes y los asesinos accionen sus potentes armas sin preguntar quiénes eran y qué hacían en esa región. “ Estamos expuestos a todo en la sierra, valle, costa y ciudades”, a punta.


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