Revista Pastoral Popular Nº338

Page 1

27

Pastoral Popular


28

Editorial

La libertad en venta. Las raíces morales de la crisis de confianza

Pág 01

Álvaro Ramis Olivos

Teología y Espiritualidad

Buscando al Dios de Jesús

Pág 02

Manuel Ossa Bezanilla

Ecología y Crisis Climática

¿Cómo movilizar la esperanza?

Pág 04

Arianne van Andel

De la moralidad al mito: buscando las fuentes de la energia transformadora Pág 08

David Molineaux

Coyuntura Política

El aborto en la mira

Pág 12

Carmen Gloria Rodríguez Ibarra

La Reforma laboral: Aspectos centrales, críticas, omisiones y posibilidades Pág 15 Fernando Baeza Rivas Romero de América

Oscar Romero: Mártir por la Justicia y Patrono de los Derechos Humanos Pág 21

Hervi Lara B.

Pastoral Popular


Editorial

1

La libertad en venta. Las raíces morales de la crisis de confianza

H

ace algunos años los economistas se dieron cuenta que los recursos materiales no son los únicos factores que inciden en el crecimiento y en la prosperidad de una empresa o de un Estado. También existían otros tipos de recursos, no materiales, a los que llamaron “intangibles”. Lo que más les sorprendió era que este tipo de recursos operaba de manera inversa a los bienes materiales. Si la lógica indica que un recurso se agota mientras más se lo usa o explota, con los recursos inmateriales ocurre lo inverso. Se trata de un conjunto de capitales que aumenta cuanto más se les utiliza, y desaparece si no se hace uso de ellos. Este descubrimiento deslumbró a los especialistas, que vieron en ello una nueva mina de oro, infinita e inagotable, porque crea valor en forma opuesta a la manera como lo hacen los recursos materiales. No sólo se trataba de recursos “renovables”, sino literalmente “incrementales”, en la medida en que se les utiliza o consume. ¿Cuáles eran estos recursos tan maravillosos? Se trata fundamentalmente de valoraciones sociales, que tendencialmente, al implementarse en forma habitual, crean las condiciones de posibilidad para la actividad económica. Esta constatación, tan novedosa para los economistas contemporáneos, no tiene nada de nuevo. Ya Aristóteles lo había descubierto cuando en su “Ética a Nicómaco” describió una serie de “virtudes” , entendidas como hábitos que predisponen de forma permanente a una persona para realizar la tarea que le es propia. Las virtudes que compiló Aristóteles eran las propias de un caballero aristocrático de su época. Hoy el mundo es distinto, por lo que las virtudes más valoradas y eficaces son distintas, pero el principio es el mismo: existen predisposiciones, convertidas en hábitos, que mientras más se practican, más se incrementan y mientras menos, más se agotan. Si se tuviera que identificar una “virtud cardinal” o en términos contemporáneos, un recurso intangible fundamental para la economía de hoy, este sería el de la confiabilidad. Eso es lo que señala Francis Fukuyama1 cuando define la confianza como “la expectativa que surge en una comunidad con un comportamiento ordenado, honrado y de cooperación, basándose en normas compartidas por todos los miembros que la integran. Estas normas pueden referirse a cuestiones de “valor” profundo, como la naturaleza de Dios o la justicia, pero engloban también las normas deontológicas como las profesionales y códigos de comportamiento”. No es de extrañar que en Chile se hable tanto de la crisis

1 F. Fukuyama,“Confianza. Las virtudes sociales y la capacidad de crear prosperidad” Ediciones B, Barcelona, 1998. 2 Ch. Perrow: “Sociología de las organizaciones”. Madrid, McGraw-Hill, 1990.

de confianza. Esta virtud es el recurso intangible que moviliza todos los recursos en el capitalismo. Sin confianza se paraliza el ciclo económico y se traba el mecanismo oferta-demanda-precio, que resulta fundamental a la lógica contemporánea. En la política opera un mecanismo similar. A más confiabilidad, mayor posibilidad de ejercer el poder “no coactivo”, mientras que a menor confianza, mayor necesidad de recurrir al poder “coactivo”. En nuestro contexto, la crisis de confianza abierta por los escándalos del financiamiento de la política (PENTA, SQM, CAVAL, Corpesca, etc.) muestra la dinámica destructiva propia de los recursos intangibles. Se observa lo difícil que es crear confianza y lo rápido y fácil que es destruirla. Este ciclo de desconfianza estructural no se explica como una crisis de confiabilidad entre la ciudadanía y las “élites” políticas y económicas. Eso no es algo nuevo, ya que los estudios del PNUD han mostrado de forma constante que el ciclo de la desconfianza ya tiene larga data en Chile. Lo novedoso es que la desconfianza se ha instalado ahora “entre” las autodenominadas “élites”. Los acuerdos mutuos y simultáneos entre los grandes partidos y los grandes grupos económicos se han quebrado de forma inesperada, dejando al descubierto un contubernio constitutivo, ordenado y orgánico. Ese pacto fundamental se basaba en la confidencialidad. El dinero privado financiaba el proceso electoral, lo que a su vez limitaba el campo de decisiones de los actores políticos. Al quedar en evidencia este procedimiento estructural, se puso al desnudo un método que usurpando la soberanía popular, compraba la libertad de los llamados a gobernar y a legislar. “Beneficium accipere libertate mest vendere”, decían los romanos, o sea, aceptar un beneficio equivale a vender la propia libertad. Y como observa Rousseau en el Contrato Social “renunciar a la libertad es renunciar a ser hombre, a los derechos y a los deberes de la humanidad”. De allí que sea tan difícil restablecer la confianza en quienes han renunciado a su propia condición humana, para convertirse en esclavos voluntarios del capital. ¿Es posible salir de este ciclo destructivo? Siempre es posible, pero requiere un cambio radical. La confiabilidad se logra creando las condiciones para ejercer los actos de confianza y cooperación. Y esos procesos no se pueden basar en la lógica de las apariencias, o en intentos de embaucar a la opinión pública. Como se advierte desde la sociología de las organizaciones, la cooperación que no excluye los conflictos, pero requiere de recursos para poder solucionarlos que vayan más allá de la estrategia, la coacción o la violencia2. Como en todas las virtudes, la única forma de lograr confianza es siendo confiable. En esta tarea no hay atajos ni rebajas morales.Álvaro Ramis O.

Pastoral Popular


Teología y Espiritualidad

2

Buscando al Dios de Jesús Manuel Ossa Bezanilla

R

eedito este artículo como una carta o un testamento, para decirles a quienes lo lean por dónde sigo buscando a Jesús. Es un esfuerzo para expresar, balbuceando, el “desde dónde” una persona de nuestros días se puede acercar a algo que es y no es Dios. Durante siglos, la iglesia se ha apoderado de la interpretación de símbolos que, cuando acontecieron como palabras y acciones liberadoras, trajeron consigo una explosiva toma de conciencia de grupos de hombres y mujeres. Estos grupos fueron primero los que se reunieron en torno a Jesús. Algún tiempo después de su muerte en cruz, se pusieron en movimiento, impulsados por él y su memoria. Sus vidas se inspiraban en una visión nueva de Dios. Esta visión era nueva y peligrosa, porque desbancaba de hecho a todas las divinidades del cielo o de ultratumba, y las reemplazaba por la esperanza en que una acción consciente y mancomunada de muchos lograría la instauración de relaciones humanas de compasión, justicia y amor en el presente y el futuro.

1 Reflexiones de mayo 2011, reeditadas en junio 2015.

Esta visión y esperanza que debía realizarse en la historia, se expresó en símbolos que poco a poco se fueron convirtiendo en cosas sobrenaturales sin historia, y se fueron asemejando así a otros símbolos religiosos que nada tenían que ver con el mensaje nuevo de Jesús. Peor aún: se volvió a imaginar un cielo que entregaba a la gente el modelo de dominación que cuadraba con el de las clases poderosas. • Así Jesús dejó de ser considerado como el hombre de Nazaret que tuvo una potente visión y misión transformadora y llegó a ser símbolo del ser humano por excelencia, para tornarse en un ser divino, venido desde fuera y vuelto hacia las afueras del mundo humano. • Dios y el Reino esperado por Jesús dejaron de ser entendidos como los percibía Jesús al decir: “cuando les digan que está aquí o allá, no hagan caso… porque es como el relámpago…”, Pastoral Popular


Teología y Espiritualidad

3 es decir, como aquello que acontece, fugaz pero hondamente, en cada acto de amor al prójimo. En vez de ello, se tornó de nuevo en un Ser Supremo, garante y vigilante del orden impuesto por la autoridad fáctica de los grupos de poder dominantes en la sociedad. • De igual manera, el “espíritu” de Jesús, que había sido símbolo de la energía, el entusiasmo y el gozo de la entrega a la situación y tarea humana de vivir y convivir fue sustituido por la representación de una supuesta “tercera persona” en la tríada del poder divino y social, “persona” o “sustancia” extraña a la humanidad, existente en sí, pero no en nosotros. Todas estas dimensiones humanas fueron el fondo de la experiencia de Jesús y de su entorno inmediato. Ni Jesús ni sus discípulos disponían de instrumentos verbales adecuados para referirse a ellas en términos que dieran cuenta cabal de la novedad de su experiencia. Su experiencia era única e inédita, pero fue “editada”, por así decirlo, en imágenes y palabras que todavía traían el lastre de las viejas relaciones humanas que, sin embargo, esa experiencia nueva quería suplantar: las relaciones de poder, generadoras de injusticia, dominación y desigualdad. Así se explica que, a poco andar, la experiencia de Jesús comenzara a ser domesticada en y para la vieja morada de poder donde había habitado la humanidad desde casi siempre. A esa morada se la llamó “iglesia” y ésta volvió a ser un “templo” en honor del “dios” que legitima como “orden” al poder social y político de la riqueza y sanciona, como desorden, a quien se le oponga – un Dios, pues, muy distinto del que Jesús llamara su Padre. Para mí, lo importante no es “saber” que Dios existe, sino estar atento a cuando algo así como Dios acontece entre nosotros. Hay Dios cuando hay dos o tres reunidos en amor y esperanza para esta vida. El acontecer de Dios es el de su Reino. Entre Jesús y sus primeros seguidores, aconteció Dios de una manera muy especial. Decir que Jesús es Dios no es describir una cosa, por muy gloriosa que a ésta se la imagine, sino apuntar a que tal vez en ese grupo de hombres y mujeres aconteció Dios como pocas veces en la historia de la humanidad: se abrió una esperanza para esta vida. Una esperanza, por lo demás, para la que no hay ninguna garantía “divina”, fuera de la “divinidad” de nuestra propia responsabilidad colectiva que responde a la chispa de esperanza que entonces se encendió. Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

4

¿Cómo movilizar la esperanza? Introducción

1

Arianne van Andel2

C

uando era chica mis papás me llevaban a las marchas contra las armas nucleares. Yo tenía 8 años, y miraba en los carteles las imágenes de ciudades completamente destruidas, niños con la piel colgando, caras de horror. Pensé que si no escuchaban nuestras voces los gobernantes, ése iba a ser mi futuro…una guerra nuclear que iba a acabar con todo. Recuerdo todavía mi frustración y miedo, porque los gobernantes aparentemente no escuchaban. Y aquí estoy, con 40 años, con un hijo y una hija, vivos y con ganas de vivir. Heredé, a pesar de todo, las ganas de luchar de mis padres, porque creo que sus marchas quizás sí ayudaron de alguna forma a que hasta ahora no haya habido guerra nuclear que extinguiera a toda la humanidad. Y ahora me muevo por la gran amenaza de nuestros tiempos: la crisis climática que nos enseña definitivamente que el sistema económico nos está destruyendo el hogar en que vivimos: no mañana, sino hoy. Y que tenemos que levantar la voz urgentemente, con muchos y muchas, para que eso no siga así. Me pregunto, sin embargo, si nos ayuda en esto pintar el futuro negro otra vez. La situación es urgente, y muy preocupante…y es necesario que la gente sepa de eso. ¿Pero movilizan las historias apocalípticas, que abundan entre personas que trabajan el cambio climático? ¿Necesitamos como seres humanos el choque de las películas de horror para empezar a actuar? Muy personalmente, estas historias no me movilizan. Me causan miedo, y me paralizan.

Además, estas películas ya existen…y la gran mayoría de la gente vive como si no pasara nada. La realidad misma ya es como una película en muchas partes: hay sequía en el sur de Chile, escasez de agua en muchas comunidades, contaminación terrible de las mineras, muertes por aluviones, islas pequeñas que se están hundiendo, etc.: y en general es la gente más pobre la que está más afectada. No creo que sea verdad que a las personas con que uno habla no les preocupa la situación: sólo es que esta crisis parece demasiado grande, demasiado global, demasiado fuera de control o demasiado apocalíptica para empezar a actuar. “¡Actúa ya por la justicia climática!” Dice una campaña de ACT Alianza, una red global de iglesias y organizaciones humanitarias. Actúa ya… ¿pero qué hacer entonces? ¿Por dónde empezar? Creo mucho en el poder de lo simbólico, de las historias. Les quiero contar tres pequeñas historias poéticas y comentar cómo creo que pueden dar pistas, precondiciones para la movilización. 1. Hacer preguntas

1 Presentación en el debate en Le Monde Diplomatique Chile. “Cambio Climático ¿Crisis de civilización u oportunidad?” 19 de Mayo 2015. 2 Coordinadora Área Justicia Ambiental del Centro Ecuménico Diego de Medellín.

La primera es un poema de un poeta holandés: Remco Campert, escrito en 1929.

Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

5

La Resistencia no empieza con grandes palabras La resistencia no comienza con grandes palabras, sino con acciones pequeñas como una tormenta con una suave vibración en el jardín o como un gato que se vuelve un poco loco como los ríos amplios con un pequeño manantial escondido en un bosque como un mar de fuego con el mismo fósforo de madera que enciende un cigarrillo

que otras en causar esta enfermedad, porque las hay, pero por otro lado pocas personas hoy pueden decir que viven totalmente fuera del sistema. De alguna forma tenemos todos y todas maneras de vivir que mantienen el sistema y dañan el medioambiente. Compramos productos desechables, usamos teléfonos con litio adentro, andamos en auto, y tenemos cuentas de banco. El sistema se metió dentro de nosotros, y se presenta muchas veces como la única alternativa para sobrevivir. El sistema capitalista se recrea a sí mismo en casi todos los ámbitos, también en la izquierda.

haciéndote una pregunta con esto comienza la resistencia y entonces hacer a otra persona esa pregunta

Es necesario repensarnos como humanidad. Las historias grandes de antes nos pueden servir de inspiración, pero no han sido la respuesta para prevenir la situación en que estamos. Para este proceso tenemos que descubrir las respuestas en el camino. Este tiempo de globalización es distinto de cualquier tiempo que hayamos vivido antes, entonces los cambios radicales que necesitamos hacer van a ser distintos de los del pasado.

El planeta tiene fiebre, dijo Ban Ki Moon el otro día. La fiebre está causada por un sistema enfermo e injusto en que el dinero es más importante que la vida misma. ¿Pero cómo le resistes a un sistema, un modelo de vida instalado de que todos y todas somos partícipes? No quiero decir que no haya personas más responsables

Sólo vamos a encontrar respuestas, si nos hacemos preguntas. Preguntas frente a casi todo lo que se presenta como inamovible. Preguntas sobre todo sobre el sentido de nuestra vida aquí como parte de esta Madre Tierra, preguntas sobre quiénes somos como seres humanos y qué necesitamos de verdad para vivir.

como el amor en tan sólo una mirada un toque, algo que distingues en una voz

Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

6 El Obispo Infanti, gran luchador contra las represas en la Patagonia, escribió en su Carta Pastoral Danos hoy el agua de cada día: “Los caminos de salida (de esta crisis) necesitan una profunda conversación ético-cultural, un cambio de mentalidad que parte de la comprensión de lo que es y significa la naturaleza y el medio ambiente en sí y para el ser humano”. En una charla frente a un representante de Pascua Lama, Pepe Aldunate preguntó: ¿Pero para qué necesita usted cada vez más oro? El hombre no supo dar una respuesta. Necesitamos hacernos preguntas primero a nosotros mismos y nosotras mismas, después a otra persona, y otra persona más. Así se empieza a mover algo…se rompe la naturalidad del estatus quo, se abre la posibilidad de otro futuro… 2. ¿Cómo movilizar? ¿Pero movilizamos sólo con preguntas? ¿Cómo hacer que estas preguntas se vuelvan propuestas en común? Escucha a esta historia, de Esopo, escrita 600 A.C: El viento y el sol El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte El viento decía: ¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú. Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento, cada vez con más fuerza, hasta ser

casi un ciclón, pero cuanto más soplaba tanto más se envolvía el hombre en la capa. Por fin el viento se calmó y se declaró vencido. Y entonces salió el sol y sonrió benignamente sobre el anciano. No pasó mucho tiempo hasta que el anciano, acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa. El sol demostró entonces al viento que la suavidad y el amor de los abrazos son más poderosos que la furia y la fuerza. ¿Cómo seducir a personas a ser parte de nuestra lucha? Hacer preguntas les puede invitar a pensar, pero ¿cómo se van a mover con nosotros y nosotras? Creo que tiene que ver mucho con las emociones que tocamos. Podemos saber racionalmente que la tierra se nos está

Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

7

muriendo; si esto no nos toca personalmente, o no nos causa ninguna indignación o dolor, no va a pasar nada. Para mover a otra gente creo que tenemos que hablar más desde nuestras emociones: desde nuestros temores, nuestra preocupación y amor por nuestros hijos, nuestro dolor por los árboles quemados, nuestra rabia por tanta contaminación de las minas. Si algo no nos mueve emocionalmente, difícilmente nos mueve para actuar. Victoria Camps, una filósofa ética española, escribió un libro sobre eso que se llama: ¿Cómo gobernar las emociones? Ella reivindica ahí el rol de las emociones como nuestro primer motor de cambio. Pero además aboga por un gobierno de las emociones desde de la razón. Todas las emociones son ambivalentes, pueden valer para bien y para mal. Pero Camps dice que es importante que tengamos en cuenta cómo nos mueven las emociones. ¿Cuántas veces la rabia por la injusticia se ha vuelto en contra de personas que podrían ser nuestros aliados causando divisiones dentro de la misma izquierda y los movimientos sociales? En una entrevista en Youtube Camps dice: “Enfadarse bien y con el motivo adecuado, eso es lo complicado.” Entonces, necesitamos analizar estas emociones para poder usarlas estratégicamente para el cambio. Yo creo que es importante crear espacios dentro de nuestros movimientos para poder compartir nuestras emociones, y practicar nuevas maneras de manejarlas o comunicarlas. Necesitamos hacer una hermenéutica de nuestras rabias, de discernir si el viento de nuestra furia es más convincente que el calor del sol y cómo podemos probar nuevas estrategias. Estoy pensando en esta gente contra Hidroñuble que en una protesta bailaban cueca frente las Fuerzas Especiales y les invitaron a bailar, develándoles su poder bruto. 3. Soñar Pero si seguimos siendo pocos, ¿va a pesar lo que hacemos? Escucha mi última historia: Dime cuánto pesa un copo de nieve, preguntó un gorrión a una paloma. Nada de nada, le contestó. Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión: Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda. Nada de eso. Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a

contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se quebró. Muchas veces la gente siente que no puede cambiar nada: que su aporte no pesa. Yo creo que esa sensación, que todos conocemos, es la más inmovilizadora de todos. Frente a esta fuerza inmovilizadora tenemos que buscar las pequeñas alternativas que muestran que otro mundo es posible, antes de que mostrar lo gigantesco y global que es el problema de la crisis climática. Naomi Klein escribe en su libro sobre el Cambio Climático, “Esto lo cambia todo”, que ella ha visto que nada es más fuerte que una buena alternativa. Y la buena noticia es que estas alternativas ya existen en abundancia. Hay experiencias de otras maneras de vivir en los pueblos indígenas, hay experiencias de presión social que han llegado a victorias –aquí en Chile, los movimientos ecológicos pararon Pascua Lama y las Represas en la Patagonia-,hay barrios ecológicos, hay personas que crean monedas alternativas, hay cooperativas, hay gente que no usan bolsas plásticas en los supermercados, hay gente en las iglesias que organizan peregrinajes para concientizar, hay personas que bloquean plataformas de Shell, hay personas que plantan árboles, hay personas que ya no comen carne, hay personas que hacen lobby frente a políticos. Hay algunos políticos que luchan para transformar sueños en leyes. Tenemos que ir a escuchar a todas las personas involucradas. Aprender de sus experiencias. ¿Con eso haremos revolución? ¿Con eso moveremos masas? Quizás no, pero movilizaremos la esperanza. Esperanza, dijo una vez Vaclav Havel: “Definitivamente no es lo mismo que optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien. Es la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”. Y no hay nada más peligroso frente al sistema capitalista neo-liberal que un movimiento que hace preguntas críticas, que usa estratégicamente sus emociones no dejándose manipular, y que sigue creyendo en los sueños. Fuente de los cuentos: https://pastoralcolegiovedruna.wordpress.com/ category/paz-2/

Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

8

DE LA MORALIDAD AL MITO: BUSCANDO LAS FUENTES DE LA ENERGIA TRANSFORMADORA David Molineaux

H

ace algunos años un equipo chileno de ecologistas participó en una expedición de reconocimiento a los tres millones de hectáreas de bosque nativo entre Corral y Chiloé, considerada la mayor reserva de especies vegetales de Chile. Al sobrevolar el bosque en avioneta, el equipo descubrió que en la parte central de la zona, invisible desde las carreteras, quedaba un semi-desierto de troncos abandonados. El 70% del bosque había sido destruido por talas o incendios intencionales. Darnos cuenta de este hecho, y de tantos otros similares, produce sensaciones de indignación y de repudio moral; es muy natural que las campañas del movimiento ecológico apelen con mucha frecuencia a las sensibilidades morales y éticas de sus destinatarios. Nos acostumbramos a pensar que si hay grupos humanos que talan indiscriminadamente a los bosques o exterminan a especies enteras de cetáceos, debe ser porque son egoístas, codiciosos, destructivos. Sin duda hay algunos que exhiben tales vicios; pero el problema de fondo va mucho más allá.

de ideas y supuestos que constituye su interpretación más fundamental de la realidad. Define lo que tiene valor e importancia: es el contexto global de todas sus decisiones y acciones. Aquí tocamos el problema clave: la cosmovisión del mundo moderno es profundamente anti-ecológica, y la crisis actual tiene sus raíces en nuestra forma muy particular de entender nuestra relación con el mundo natural. Un supuesto básico, casi inconsciente, de la sociedad moderna es que los seres humanos no formamos parte de la naturaleza. El mundo natural no tiene ni inteligencia ni propósito ni valor intrínseco; es esencialmente mecánico, compuesto de materia inerte. Sirve sólo de escenario o telón de fondo del drama humano -- y, desde luego, de fuente de recursos para nuestros proyectos. Somos los únicos seres conscientes y, por lo tanto, autores exclusivos de la historia.

¿Cuales son las verdaderas raíces de las conductas humanas que destruyen el medio ambiente? Y ¿en qué medida servirá la exhortación moral y ética para cambiar la conducta de los grupos humanos?

Estas son percepciones primordiales, creencias fundamentales que definen nuestro sentido de la realidad. Y mientras entendemos las cosas de esta manera, ninguna exhortación ética o moral será capaz de cambiar significativamente nuestra forma de tratar a los demás habitantes del planeta. Lo que hace falta no es tanto una conversión moral, sino un profundo cambio de cosmovisión.

Más allá de la ética

¿Voluntad política o conciencia mítica?

Los principios morales de una sociedad no surgen del vacío. Cualquier sistema ético se basa en la cosmovisión del grupo humano en el cual funciona: en el conjunto

A menudo nos quejamos de la falta de “voluntad política” para eliminar la contaminación atmosférica santiaguina, solucionar el problema de la basura o Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

9 Pensemos, por ejemplo, en el mito del “manifest destiny”, que dio un impulso cuasi-religioso a la ambición de Estados Unidos de apoderarse de enormes extensiones de territorio en América del Norte. También en la frase “liberté, fraternité, egalité”, cuyo poder transformador se sintió no solo en Francia sino también en los movimientos de independencia americanos; su eco se pudo escuchar aún en la caída de los gobiernos comunistas europeos, doscientos años después de la toma de la fortaleza de la Bastille.

aprobar una legislación capaz de frenar los abusos ecológicos más flagrantes. Pero ¿cómo se genera tal “voluntad,” la energía síquica colectiva para enfrentar y superar estos problemas? En todas las sociedades humanas, los cambios históricos más significativos han requerido, para su éxito, una transformación de la visión humana. Han ido acompañados de sueños cargados de afecto: podríamos llamarlos mitos. Para la mentalidad moderna, la palabra mito suele designar algo falso, ilusorio, alejado a la realidad. Aquí, en cambio, la usamos para describir un conjunto de imágenes, símbolos y relatos que anuncian nuevas posibilidades humanas, que captan la imaginación e impulsan a la acción. Un gran desafío del movimiento ecológico es el de posibilitar el surgimiento de nuevas formas míticas capaces de contrarrestar el encanto que ejercen actualmente muchos elementos de la mitología moderna. En el mundo tradicional, los mitos que impulsaban al quehacer colectivo se generaban y reforzaban en el contexto de los símbolos y ritos religiosos. Basta echar una mirada a la historia para constatar el poder de tales mitos: desde la ocupación de la Palestina por grupos hebreos en el siglo XIII a.C. hasta la conquista, por parte del Islam, de la mitad del mundo mediterráneo a partir del siglo VII de nuestra era. En la edad moderna, la cosmovisión religiosa se ha visto suplantada paulatinamente por otra, basada sobre todo en la ciencia empírica. Pero siguen siendo los sistemas míticos (a menudo teñidos de nacionalismo) los que estimulan los grandes movimientos históricos.

Recordemos también la experiencia del Tercer Reich y su muy exitoso uso de los símbolos nacionales y raciales para movilizar económica, política y militarmente a la población alemana; y luego el papel de las imágenes históricas y religiosas que sellaron el éxito del sionismo en la colonización israelí de la Palestina. La Larga Marcha A pesar de su materialismo ideológico, algunos movimientos revolucionarios marxistas también contaron con el impulso de sistemas simbólicos profundamente evocativos. El historiador de las culturas Thomas Berry señalaba el genio de Mao Zedong, y cómo supo activar el poder mítico latente en el inconsciente colectivo chino. También podríamos señalar algunos elementos míticos que animaron a los movimientos revolucionarios latinoamericanos de los 60 y 70: la presencia gigantesca, cuasi-arquetípica de Fidel en Cuba; la imagen de Sandino como encarnación del nacionalismo popular nicaragüense; y el fuerte poder evocador de la figura del Che Guevara para los jóvenes de todo el continente. Mitos de la modernidad La sociedad industrial moderna emplea poderosos mitos, los cuales han captado la imaginación de las masas en vastos sectores del planeta. Un mito central de la modernidad es la noción del progreso. Desde el nacimiento de la ciencia empírica, y más aún desde la Ilustración del siglo XVIII, la convicción de un inevitable progreso intelectual, económico y social ha jugado un papel clave en el desarrollo de la historia occidental. Tuvo una influencia decisiva no

Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

10 solo en la filosofía y las ciencias naturales, sino también en el pensamiento de Saint-Simon, Marx y otros profetas de la transformación social. En Occidente, y también en grandes sectores del mundo no-occidental, ha cundido la noción de que la gran misión de la humanidad es la de dominar y controlar al mundo natural, explotando sus recursos para los fines humanos y abriendo el camino a un crecimiento económico ilimitado. En muchos sectores, esto está acompañado por una fe ciega en la ciencia y la tecnología, las cuales han asumido el rol salvador que en otras épocas le correspondía a los ritos y símbolos religiosos. La explotación comercial del mito del progreso dio origen al sueño de un paraíso del consumismo ilimitado. Todos somos testigos de la forma en que esta grotesca trivialización de las aspiraciones humanas ha logrado suplantar, a nivel popular, los más nobles sentimientos patrióticos y solidarios. El movimiento ecológico jamás logrará eclipsar al sueño del paraíso tecnológico si no cuenta con una visión mítica de gran poder evocativo, capaz de movilizar las energías humanas hacia el desarrollo de un nuevo tipo de presencia en el planeta.

Sin embargo, anticipar el contenido de esta visión transformadora sería tan difícil como lo habría sido el intentar visualizar el Renacimiento italiano en plena época medieval. Entonces, ¿de dónde surgirá esta nueva mitología? Los hábitos modernos de pensar nos podrían llevar a suponer que se trata de construir un nuevo proyecto a partir del análisis económico y social, el diseño de estrategias políticas, la creación de modelos alternativos. Pero ¿serán estas las fuentes de una nueva cosmovisión transformadora? “No podemos ni predecir ni controlar lo que soñaremos esta noche”, insistió Joseph Campbell, el gran estudioso de la mitología universal. “De la misma manera, la razón consciente no puede ni controlar ni anticipar las grandes simbologías evocativas” que cambian la historia. Hacia una transformadora

cosmovisión

Reconociendo la imposibilidad de anticipar lo impredecible, nos permitimos señalar algunos elementos que apuntarían hacia una nueva visión mítica y transformadora. Por un lado, como hemos señalado, para la gente moderna las imágenes simbólicas y religiosas del mundo tradicional Pastoral Popular


Ecología y Crisis Climática

11

tienen un atractivo relativamente limitado. Nuestra percepción de la realidad está profundamente arraigada en la ciencia empírica. Por lo tanto, entre los relatos e imágenes de una nueva mitología ecológica estarían presentes sin duda muchos elementos de la nueva cosmología que surge a partir de los sorprendentes transformaciones que han vivido la física y la biología en el último siglo. Un componente sería la imagen del universo como proceso: como evolución continua, red de interrelaciones, secuencia de transformaciones. Otro sería el sentido de que la naturaleza, a todos los niveles, actúa con inteligencia, auto-organizándose espontáneamente. Por otro lado, una simbología nueva tendría que superar los nacionalismos que han marcado tan fuertemente las expresiones míticas del mundo moderno: evocaría un planeta viviente, orgánico, sin fronteras políticas artificiales. Cerca del final de su vida, Campbell habló de las fotografías de la Tierra sacadas desde la Luna: “Cuando vemos a la Tierra desde esta perspectiva, no se nota ninguna división nacional. Este podría ser

el símbolo central de la nueva mitología que está por nacer: ésta es la patria que estaremos celebrando.” Pero más que intentar vislumbrar los contenidos de una nueva mitología transformadora, tal vez sería provechoso preguntarnos acerca de las disciplinas humanas que nos permitirán acoger estos nuevos elementos y asimilarlos espiritual y culturalmente. Lo que debe quedar claro es que ni la exhortación ética ni el activismo frenético aportarán, en sí mismos, los elementos indispensables para asegurar la supervivencia humana. Nada se hará sin la presencia de un nuevo sistema mítico, una cosmología orientadora para nuestra época, un conjunto de símbolos, imágenes y relatos capaces de generar una energía síquica transformadora en las grandes masas de la humanidad. Con una dosis de humor y de hipérbole, el físico matemático Brian Swimme habla de las exigencias que enfrenta el movimiento ecológico: “Hemos llegado a un momento de crisis suprema: no nos podemos dar el lujo emprender ninguna acción que no sea de urgencia impostergable y de eficacia innegable. Sentémonos entonces: contémonos cuentos.”

Pastoral Popular


Coyuntura Política

12

El aborto en la mira Carmen Gloria Rodríguez Ibarra1

N

o resulta fácil hablar de aborto en Chile. El tema genera una diversidad de reacciones y posiciones encontradas en las que se mezclan mitos, falsas creencias, y expresiones ideológicas y morales de las más variadas posturas religiosas, algo que suele ocurrir en países en los que se ha negado la discusión del tema y donde los Derechos Humanos han sido conculcados. Sin embargo no se puede desconocer que el aborto provocado y sus complicaciones, ha sido y continúa siendo uno de los problemas más importantes de Salud Pública en nuestro país. Quienes lo viven son las mujeres en edad fértil pero su penalización impide contar con información fidedigna que permita una evaluación de su impacto real. No obstante, las estadísticas oficiales de egresos hospitalarios por este motivo hablan de un problema de magnitud. La tasa de mortalidad por aborto constituye la tercera causa de mortalidad materna según las estadísticas del Departamento de Estadísticas e Información de Salud del Ministerio de Salud. Además, se estima que la cantidad de abortos inducidos rondaría en torno a los 100.000 al año. Estas cifras nos indican que es urgente legislar acerca de la interrupción voluntaria del embarazo para dejar atrás una realidad normativa heredada de la dictadura militar que atenta contra el Derecho Fundamental de la Autonomía Reproductiva de las mujeres, derecho que forma parte de los Derechos Sexuales y Reproductivos de la especie humana.

1 Teóloga Feminista – Colectivo Agar y miembro de la Articulación Feminista por la Libertad de Decidir.

Los que hoy llamamos Derechos Sexuales y Reproductivos son definidos como tales a partir de la década de los 90 ya que con anterioridad sólo formaban parte de los estudios demográficos. El reconocimiento de tales derechos es el resultado de la actualización permanente de las Derechos Humanos que apuntan a la ampliación de conciencia colectiva y a garantizar las libertades personales. Están reconocidos en múltiples instrumentos emanados de encuentros internacionales como la Convención de Viena 93, la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo o Conferencia de El Cairo 94, la Declaración de Beijing 95 y su Plataforma de Acción que fue aprobada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer ( la mayor conferencia que Naciones Unidas haya organizado). Y en el presente siglo, se cuenta con la Declaración sobre

Pastoral Popular


Coyuntura Política

13

Violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes y sus Derechos sexuales y Reproductivos, con MESECVI (Mecanismo De Seguimiento contra la Violencia de la Convención de Belém do Pará /OEA 2004), con CEDAW (Convenio de eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres) y con los Consensos de Brasil 2010 y Montevideo 2012. Todos, instrumentos que ensancharon los márgenes de la reflexión y la legitimidad respecto del aborto, al situarlo en el marco de los Derechos Sexuales y Reproductivos. Del mismo modo, la Comisión Interamericana de Mujeres, el único foro político del hemisferio sur para los Derechos de las Mujeres y la Igualdad de Género, estableció que las leyes, políticas y prácticas que restringen o niegan acceso al ejercicio de los Derechos Sexuales y Reproductivos de las mujeres constituyen VIOLENCIA hacia ellas, y que la penalización total del aborto perpetúa patrones culturales de estigma y discriminación, crea barreras de acceso a servicios de salud por miedo a perder libertad, y barreras de acceso a la justicia, afectando desproporcionadamente a mujeres pobres, adolescentes, discapacitadas, migrantes e indígenas, todo lo cual constituye violencia institucional del Estado contra las mujeres. Paradójico, si se tiene en cuenta que los Estados, incluido el chileno, convinieron adoptar el Mecanismo de Seguimiento contra la Violencia (MESECVI). Para completar el panorama en el que se sitúa Chile según los acuerdos alcanzados en organismos internacionales de los que nuestro país es Estado parte, no se puede dejar fuera la sentencia de la Corte Interamericana Derechos Humanos sobre la demanda Artavia Murillo y otros contra Costa Rica (nov. 2012) que reconoce jurídicamente, por primera vez en América Latina y el Caribe, que los Derechos Reproductivos son Derechos Humanos y señala que la protección al que está por nacer no es absoluta sino gradual, que se incrementa según el avance de su gestación hasta alcanzar el estado de sujeto/a de derechos al nacer. También deja de manifiesto que la restricción al acceso a la toma de decisiones reproductivas resulta en un impacto discriminatorio sobre la base de género, estrato socioeconómico y discapacidad. Para abordar la discusión sobre el aborto, instalada con fuerza en el debate público desde que el Poder Ejecutivo presentó el Proyecto de Ley al respecto, hay ciertos datos que pueden ser de utilidad, como por ejemplo, que el 26% de todos los embarazos del mundo terminan en interrupción voluntaria de ellos y que la cifra más baja se encuentra en Holanda con un 12.7% a quien siguen Alemania, Bélgica y Suiza. Todos países

que tienen legalizado el aborto con sistema de plazos de determinadas semanas de gestación. En cambio Chile forma parte de los únicos 5 países del mundo (El Salvador, Haití, Honduras y Nicaragua) que tienen penalizada la interrupción voluntaria del embarazo en toda circunstancia, pero presenta la mayor tasa estimada de abortos de la región: 50x1000 mujeres entre 15 y 44 años (OMS, Inst. Guttmacher 2008). Cabe también tener presente que el Proyecto presentado por el gobierno sólo contempla tres causales que son: peligro de vida de la mujer, inviabilidad del feto, y violación, y dado que hasta antes de 1989 las dos primeras causales estaban contempladas en nuestra legislación como aborto terapéutico, de aprobarse el actual proyecto volverían los Derechos Reproductivos de las mujeres al estado que tenían antes de la dictadura y sumaría la tercera causal, pero todas ellas juntas sólo alcanzan al 3% del universo de abortos estimados, por lo que no soluciona en nada la problemática del 97% de abortos restantes que seguirán practicándose en clandestinidad. Por esta razón es que resulta altamente beneficioso incentivar la capacidad de decisión de las mujeres respecto a sus maternidades, visibilizando el hecho de que para llegar a ser ciudadanas plenas, el acceso irrestricto a los Derechos Sexuales y Reproductivos, constituye prioridad. Ahora bien, quienes tenemos o hemos tenido vínculos con alguna forma de tradición cristiana nos damos cuenta que el aspecto religioso, con sus diversas hermenéuticas, complejiza notablemente el debate en cuestión. No se puede desconocer que la religiones principales en Chile -el cristianismo católico romano como la más empoderada de ellas- hacen un ejercicio constante desde el poder, tendiente a dominar los cuerpos y moldear pensamientos. Para desarrollar estas prácticas hacen uso y abuso de la gran cantidad de espacios y territorios que poseen: colegios, universidades, centros hospitalarios, medios de comunicación, e incluso partidos políticos que adhieren a sus postulados (DC, UDI, RN) y, desde estas diversas tribunas de poder, transmiten doctrinariamente una escala de valores contraria a los Derechos Humanos fundamentales de Salud Pública Sexual. De este modo, su fuerza dominadora no es una institucionalidad restringida a sus espacios simbólicos. Con el permiso y beneplácito del Estado, se ejerce un lobby fundamentalista en todos los estamentos de la sociedad, en un intento sostenido por adaptar la conducta humana a sus dogmas, y no

Pastoral Popular


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.