Revista edición 108 diciembre 2001

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Sin embargo, yo creo que es extremadamente improbable que Bin Laden se esconda en las montañas. Desde el interior de la región del Hindu Kush no puede comunicarse, ni tampoco disfrutar de la información que dan los medios de comunicación sobre el ataque contra Estados Unidos, algo fundamental en pleno conflicto. Lo más probable, en mi opinión, es que se encuentre en la frontera noroeste de Pakistán, un área sumamente poblada que, por tal circunstancia, sería muy complicada de atacar. Lo que Bin Laden está haciendo es algo parecido a la táctica deliRA de esconderse en sitios donde hay mujeres y juegan niños. Los afganos son un enemigo formidable, enormemente serio, yo lo sé por mí mismo. Nosotros, en occidente, les estamos indicando la dirección correcta y con un poco de entrenamiento, lo harán muy bien.

¿pueden secuestrar a Bin Ladeo los comandos de los SAS? Escuchando esta semana la radio y la televisión a esos estrategas de guardarropía cómo evocaban formas diferentes de derrotar a los talibán y de capturar a Bin Laden, parecía muy fácil suponer que todo el proceso en su conjunto ya estaba hecho.

HevísU Aun

Se suman las fuerzas de los SAS británicos o los escuadrones Delta de asalto estadounidenses. Se les suelta sobre el cuartel general de Bin Laden; atrapan al individuo; se marchan y llegan a casa justo a tiempo de tomar el té y de que les pongan unas cuantas medallas. Pero esto no va a ser así. Cuando estaba con los SAS en Afganistán, yo era un objetivo de los escuadrones de asalto rusos; el hecho de que me encuentre aún aquí es un claro testimonio de que las fuerzas especiales pueden fallar muy fácilmente. Ocurrió cuando me encontraba visitando unas bases de la guerrilla afgana en el área de Kabul y Jalalabad, acompañado por un pequeño grupo de escoltas Muyahidin, tras dos días de marcha, yo estaba completamente destrozado. así que eche una cabezada debajo de un árbol en un pueblo en el que yo debería haber estado despierto y alerta. Me despertó el ruido de unos helicópteros que anunc1aban la llegada de un equipo SPETSNAS soviético, con el apoyo de una infantería compuesta por reclutas afganos. El ruido de los rotores fue suficiente para ponernos a todos en disposición de combate. Desde la posición en que me encontraba agazapado, pude ver los cañones de tres fusiles de asalto KALASHNIKOV a no más de dos metros. Uno de los soldados se las arregló para apretar el gatillo, disparando a quemarropa, m1entras se tiraba al polvo del terreno; pero los tres fueron abatidos antes aún de llegar al suelo.

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