testimonio
El legado de un pastor El legado de un pastor no es medido por funciones administrativas en la iglesia ni por conquistas materiales, sino por las características de su vida y de su ministerio que fueron distintivas para todos los que convivieron con él. Davi Augusto Marski · Pastor jubilado, residente en Hortolandia, San Pablo, Rep. del Brasil.
L
a vida de pastor es extraordinaria. Digo esto por experiencia propia, pues trabajé como pastor durante cuarenta años y estoy jubilado desde hace cuatro años. Tengo dos hermanos, un yerno y un sobrino que son pastores. Mi historia está ligada a la de la Iglesia Adventista del Séptimo Día desde la mitad del siglo pasado. Conocí a notables pastores y oí sermones de grandes predicadores, entre ellos un nieto de Elena de White. Sin embargo, lo que más me impresionó en la vida de los pastores fue el legado que recibí de mi padre, el pastor Geraldo Marski. Ese legado no es medido por funciones administrativas en la iglesia (él siempre fue pastor de iglesias), ni por conquistas materiales. No obstante, algunas características de su vida y de su ministerio fueron distintivas para todos los que, como yo, convivieron con él. Ellas son las siguientes:
Desprendimiento A pesar de ser pastor de pocos recursos, jamás dejó de ayudar a la causa de Dios con donaciones para las iglesias en las que trabajaba, además de proyectos especiales de la iglesia. Muchas veces lo ayudé a completar cheques para esas donaciones.
Perseverancia Las palabras “desánimo” y “desistir”
estaban ausentes de su vocabulario. Jamás “se dio por vencido” sea en la vida académica, en el colportaje o en el trabajo pastoral. Perseveró en la búsqueda del ideal de transformarse en un pastor, incluso cuando fue aconsejado a no continuar con esa vocación, ya sea por no hablar bien el idioma o por causa de su deficiencia física (era alemán y cojo de una pierna).
Lealtad Defendía con uñas y dientes a la iglesia y a sus líderes. Realizaba consideraciones y daba sugerencias sobre diferentes asuntos, pero jamás lo escuché criticar a la iglesia o hablar mal de algún líder.
Pasión por la Biblia Era un profundo conocedor de la Biblia, libro que estudiaba diariamente, desde que adquirió el primer ejemplar, en 1930, hasta su muerte, en 2010; habiendo conquistado el tercer lugar en un concurso bíblico nacional, promovido por la Sociedad Bíblica del Brasil. Tengo conmigo la primera Biblia que él adquirió con ahorros que inicialmente estaban destinados a comprar un par de zapatos. Prefirió ir a la iglesia con los pies descalzos, pero llevando la Biblia. Me acuerdo de una ocasión en la que yo me había atrasado un poco en el Año Bíblico. Interpelado por él, le informé que había terminado el sexto capítulo del libro de Isaías el día en el que
debería haber leído el último capítulo del libro. “Lo importante primero”, me dijo, y tuve que leer lo que restaba del libro en ese mismo día.
Orden y organización Tanto en casa como en la iglesia y en el trabajo, veló por el orden en todas las cosas. Tengo conmigo sus cuadernos en los que anotaba las actividades pastorales: bautismos, nombre de los nuevos conversos, casas visitadas, iglesias en las que predicaba.
Amor por la educación cristiana Con veinte años, hablaba pocas palabras en portugués. A pesar de eso, asistió al colegio y jamás repitió ni un solo año, hasta que se graduó en Teología, en el año 1941. Nosotros, los hijos, siempre estudiamos en escuelas adventistas. Al asumir el distrito de Campinas (Estado de San Pablo, Rep. del Brasil), encontró a la escuela con dificultades financieras. Entonces, realizó algo realmente valioso: fue a vivir en los fondos de la iglesia, para que el alquiler de la casa pastoral fuese destinado al mantenimiento de la escuela.
Sacerdote del hogar Diariamente, por la mañana y por la tarde, mi padre realizaba el culto familiar con mi madre. El culto matinal era dividido en dos partes: el del matrimonio y 2012 · SEP-OCT � MINISTERIO ADVENTISTA - 7