Cosas que pasan
LA CENICIENTA DE LA IGLESIA Un antiguo cuento nos brinda una clave para nuestra vida espiritual.
S
eguramente conocerás la famosa historia de Cenicienta. Según este clásico de la literatura, su papá decide casarse en segundas nupcias con una mujer que ya tenía dos hijas. En el cuento se describe a esta señora como soberbia y arrogante, con hijas antipáticas. Desde un primer momento, tanto las hermanas como la madrasta de Cenicienta no tuvieron una buena relación con ella. Y, para colmo de males, estas diferencias se acentuaron cuando el padre de Cenicienta falleció. Desde entonces, ella se convirtió
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en la hija despreciada y abandonada de la familia, encerrada en la cocina y dedicada a las tareas más esforzadas que nadie quiere realizar en el hogar. Leonard Ravenhill, en su libro ¿Por qué no llega el avivamiento, declaró lo siguiente: “La cenicienta de la iglesia es la oración. Esta criada del Señor es despreciada y desechada porque no se adorna con las joyas del intelectualismo, ni las brillantes sedas de la filosofía, ni con la impresionante tiara de la psicología. Lleva los delantales de honesta sinceridad y humildad. No teme arrodillarse”. Aunque no es el propósito de este artículo mostrar una estadística de cuántos minutos al día en promedio ora un cristiano, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de que no es una práctica que se realice con la intensidad que se necesita. Aunque sabemos que necesitamos orar, enseñamos a orar y hemos escuchado muchos sermones sobre el tema, la oración se ha convertido, paradójicamente, en una “cenicienta”; es decir, una actividad despreciada por los cristianos. En relación con este tema, Elena de White afirma: