ESQUIZOTERRITORIOS N°3
- Un sueño de Marabá -
UNIDAD 2
CLAVES PLÁSTICAS EL TIEMPO de exposición guarda un discurso y este es el de la monótona acción de la máquina. En la puesta en escena se superponen tres tiempos: Por un lado el paso del tren que marca un pulso rápido, al paso de las ruedas sobre las durmientes. Por otro lado el movimiento del brazo de penetración que asciende lentamente como una sádica guillotina y luego de una pausa da un golpe estrepitoso hacia la biomasa. El tercer tiempo que cobra la forma de un silencio de fondo es el tiempo de lo vivo que ante este ruido de primer plano parece inerte y muerto, pero no lo está. Aquí se presenta intencionalmente una cualidad estética esencial de la máquina, el tiempo como pulsión continua y monótona. En el discurso estético de la máquina que se apropia existencialmente del paisaje sonoro, lo maquínico como presencia estética, presencia de un tipo de humanidad inminentemente global. El ruido de la máquina – el pulso que sincroniza todo lo demás en su productividad – es también la plena presencia de una política de repetición que no puede venir de otro sitio que de la industria tecnocientífica global. Al centro de la acción un cubo contiene la materia que mueve a la máquina, un corpus vivo y silencioso, este corpus no es global ni industrial, simplemente ha sido sometido y por tanto su propio tiempo permanece velado. En el video, directamente el territorio ha sido ocultado sonora y visualmente por el despliegue de la prótesis maquínica.
LA MATERIA DEL CONJUNTO está dada por el contraste entre la biomasa y el pistón mecánico. La circuitería eléctrica de la máquina ha sido expuesta adrede y cableada de color rojo. La biomasa es un conjunto de verde brillante a la luz blanca de la caja contenedora. El verde contra el rojo en su vibración de opuestos complementarios pretende ser una ominosa relación, que como de lejos parece atractiva, pero al acercarnos muestra una probable tortura de la masa viva y a la vez la posibilidad del catastrófico contacto de esta humedad con el contacto eléctrico. La acción repetitiva del brazo tomando la biomasa y luego azotándola contra su medio acuático persigue un aparente fin, pero el conjunto no nos termina de explicar que es lo que persigue. Aquí solo vemos el despliegue de lo mecánico tomando el control, amasando y conteniendo lo vivo. No nos interesa en este momento el discurso de la máquina, su búsqueda plus productiva, ni su política de capitalismo global ciborg. Lo que vemos, lo que comparece es la realidad estética de este acoplamiento y lo presenciamos como un encuentro retorcido, un acto de tortura permanente. Presenciamos este acto de tortura como nuevo TecnoEcoSistema operando.
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