Revista PALESTINA DIGITAL - Agosto 2016

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Jaldía Abubraka

retienen el pasaporte y hasta que no están montados en un avión en el aeropuerto de El Cairo, no se les entrega su pasaporte. Ni siquiera hacen el recorrido que todos hacemos en los aeropuertos, sino que son custodiados en todo momento por la policía, que es quien lleva sus pasaportes. Es una situación en la que la realidad supera a la ficción, porque aunque quisiéramos inventar algo más dramático para Palestina, sería imposible. española de origen palestino y miembro de Unidad Popular-Izquierda Unida (UP-IU), estuvo retenida 4 meses en Gaza, y consiguió volver gracias a la presión desde España. Ella definió Gaza como la mayor cárcel al aire libre del mundo. Es un campo de concentración, y es peor que una cárcel, porque las cárceles no son bombardeadas a diario y Gaza sí. Allí están retenidas a casi dos millones de personas en condiciones inhumanas, con el mayor desempleo del mundo, muchísimos casos de cáncer en niños, que además son cánceres atípicos. Yo tuve la desgracia de visitar hospitales, hablar con médicos y pacientes, y los testimonios son terribles. Había una madre cuyo hijo tenía un cáncer muy extraño de garganta, y con 8 años ya había vivido tres de las grandes masacres que han sufrido los palestinos. Masacres como la de 2014 llaman la atención de los medios de comunicación por su magnitud, pero esto es un genocidio rutinario. El pasado 12 de marzo, desde la cobarde distancia, bombardearon una humilde casa, mejor dicho, un humilde cuarto donde dormían 6 niños con su madre. Murieron dos: una niña de 3 años y un niño 10. Cuento esto porque entre tantas cifras, quiero rescatar la parte humana, cuando el padre de ese niño me enseñó su impoluto cuaderno escolar y me dijo que la profesora le había dicho que tendría un gran futuro. Ese futuro fue destruido por una bomba de una tonelada, que además de acabar con dos vidas, dejó al resto de hermanos con un miedo que les impide dormir. Estamos hablando de un drama humano, con nombre y apellidos, y sueños destruidos. ¿Cuál es la labor de un brigadista en la franja de Gaza? Sobre todo, somos testigos de una masacre. No podemos proteger a los palestinos porque estábamos con ellos en los hospitales, y los bombardearon igualmente. Si a Israel no le apetece, no dispara, pero si quiere, o hace aunque haya 100 o 200 extranjeros. Lo importante aquí es ser testigo y dar difusión a lo que está ocurriendo. Nosotros no podemos ser guardaespaldas, vamos allí como hermanos a presenciar, denunciar y darle voz a los que no la tienen. Recuerdo que, en mitad de un bombardeo, una mujer gazatí me pidió que contara lo que estaba viendo y me dijo: “Por favor, nos están matando como a perros y si fuéramos, habría una mayor reacción internacional. Después de haber estado dos años y medio sin salir de Gaza, se me sigue haciendo raro sentarme en una terraza y ver a la gente pasar. Tengo claro que no podemos seguir esperando a que los gobiernos hagan algo, tenemos que ser los pueblos porque hoy son ellos, pero mañana podemos ser nosotros. La indiferencia mata. Si nuestros pueblos estuviesen en las condiciones en las que está el pueblo palestino, querríamos solidaridad

Revista PALESTINA DIGITAL – agosto 2016 – número 57

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