Hildebrandt en sus trece | 110119

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gEn este país de machos irreductiblesSí el transporte público se ha convertido en una fuente de terror. Esta es una crnica ó sobre víctimas y mañosos

ndrome de as horas punta

ELIA Y. DIZ

JUAN AZABACHE

aría tenía 12 arios cuando fue acosada sexualmente frente a decenas de testigos que ni se inmutaron. Estaba en un bus cuando el agresor se le acercó y empezó a masturbarse a su costado. "Era una nena, estaba chiquita y el pata después se bajó como si nada", dice. Eso fue hace seis arios. Hoy, con 18 y sin haber superado el trauma, toma el tren todos los días. Nos pide que no revelemos su verdadero nombre porque todavía se siente humillada. Esta es la crónica del miedo que enfrentan miles de mujeres limeñas que usan el transporte público. Jessuca y Milagros en una estación uei Metropolitano: Tienes que tomar ciertas medidas'. Ana Florida Pérez tiene 18 arios y le han tocado la cintura y "las partes íntimas" más de diez veces en el Metropolitano. A los 15 la manosearon por primera vez. Lo recuerda así: "Yo estaba con falda del colegio. Había salido para ver a mi amiga, me subí al metro y, cuando estaba sentada, me agarraron la pierna y sentí que (la mano) iba subiendo. Me quité y me fui a una zona que estaba vacía". Dice que subir a los buses le da miedo, pero está obligada a hacerlo todos los días para ir al trabajo. El taxi es demasiado caro y, además, tendría que pasar horas atrapada en el asfalto. Las agresiones sexuales en el transporte público son parte del día a día de las mujeres que no tienen alternativa. "¿Qué podemos hacer? Todas queremos llegar temprano al trabajo. No hay otra opción", se lamenta resignada Nancy Durán, una mujer de 54 arios que espera el bus en la estación "Parque del Trabajo". Milagros Huanca Romero y Jessica también toman el Metropolita- A Marilyn Cabrera: `'En hora punta prefiero no tomar el bus". no juntas todas las mañanas para llegar a la fábrica de condimentos de cocina donde ambas trabajan. "¿Tienen algún método para evitar acosos?", les preguntamos. " iClaro, pues!", responden a la vez. "Como mujer tienes que tomar ciertas medidas", aclara Milagros. Las amigas entran en detalles y explican su rutina. Se trata de un "ritual antiacoso" que nos describen muchas de las usuarias de transporte público entrevistadas para esta crónica. Mientras los hombres suben y bajan del Metropolitano preocupados únicamente por hacerse de un sitio lo más cómodo posible, las mujeres tratan de localizar un espacio vacío en donde sentirse seguras. Si tienen suerte y detectan el hueco salvador, se acercan a su objetivo empujando al resto de pasajeros que, aplastados los unos contra los otros, se abanican con pedazos de papel y se limpian el sudor de la cara con la ropa. En caso no tengan tanta suerte y no haya un Ana Florinda Pérez, de 18 años. Fue manoseada una decena de veces en el Metropolitano.

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VIERNES 11 DE ENERO DEL 2019

espacio que cumpla con los requisitos de seguridad, se conforman con alejarse de los pasadizos y pegar el "poto" contra las paredes del bus, para ponerlo a buen recaudo. Hay otra táctica. Se trata de un acuerdo tácito entre las usuarias de los buses o vagones que recorren la ciudad. Consiste en ponerse siempre al lado de otra mujer, formándose pequeños grupos de "defensa" dentro de las unidades. Pilar Gallardo, de 22 arios, explica: "Sí, yo trato de acomodarme en la parte del medio, donde están mayormente señoras. Caso contrario, si veo algún espacio libre en la pared, me pego ahí". Cuando nada funciona, las mochilas o carteras se convierten en escudos. En el peor de los casos, siempre quedan los codos como arma defensiva. La cajera de un banco que toma el Metropolitano todos los días en la estación de Corpac dice: "Tengo que poner la mochila por delante, para que no se me peguen por ahí —dice señalando sus pechos— o por detrás, dependiendo de cómo esté la gente. Hay caballeros que no merecen la palabra porque la verdad que no respetan". las colas también representan un peligro. En las estaciones más "picantes" algunos acosadores ni esperan a abordar el vehículo para acechar a su presa. Para evadirlos, lo mejor


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