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GANADERÍA Pastoterapia

Frente al problema de la degradación del suelo en Argentina, las pasturas y pastizales perennes pueden mejorar significativamente las propiedades de los suelos y ambientes degradados. Te contamos cómo.

La degradación del suelo en Argentina representa un problema ambiental y productivo significativo. Según datos del INTA, aproximadamente 100 millones de hectáreas (36% de la superficie arable argentina) presentan algún grado de degradación, y de ellas 75 millones están afectadas por erosión hídrica (Figura 1).

En este contexto, es fundamental encontrar soluciones sostenibles para recuperar suelos y ambientes degradados. Una de las estrategias más efectivas es la utilización de pasturas perennes y pastizales naturales en sistemas ganaderos. Las pasturas y pastizales perennes pueden mejorar significativamente las propiedades físicas y químicas de los suelos a través de diversos mecanismos. Estas mejoras incluyen la promoción de la estructura del suelo, la retención de humedad, el aumento de la materia orgánica y la disponibilidad de nutrientes, y la reducción de la erosión.

Por: Dr. Ing. Agr. José

Martín Jáuregui

Profesor

Adjunto- Cátedra Forrajes (FCA - UNL).

En este artículo, se analizarán algunas de estas cuestiones para entender mejor cómo las pasturas contribuyen a la captura de carbono y a la recuperación de suelos en Argentina.

El rol de las pasturas en la captura de carbono

Las pasturas perennes tienen una gran capacidad de capturar carbono del aire, que es directamente proporcional a su productividad. Cuanta más biomasa aérea produzca una pastura, más cantidad de raíces generará y más carbono capturará. Así, uno de los principales beneficios de las pasturas y pastizales perennes es su capacidad para incrementar la materia orgánica del suelo (SOM) a través de la acumulación de biomasa en la superficie y la producción de raíces.

La materia orgánica mejora la estructura del suelo, aumenta la capacidad de retención de agua y nutrientes, y favorece la actividad mi- crobiana, contribuyendo al ciclo de nutrientes (García, Álvarez & Taboada, 2010). Por su parte, las raíces de las plantas perennes (Foto 1) también juegan un papel importante en la conservación del suelo. Las raíces profundas y densas de estas especies mejoran la infiltración del agua, reducen la compactación y la erosión, y aumentan la estabilidad de los agregados del suelo. Algunos ejemplos de especies perennes que se utilizan en Argentina y que contribuyen a la mejora de las propiedades del suelo son el pasto llorón, la festuca alta y el agropiro alargado (García et al., 2010).

Asimismo, y a diferencia de los cultivos anuales en los que gran parte de la biomasa aérea y las raíces mueren de un año al otro, en los cultivos perennes quedan remanentes tanto de biomasa aérea como de raíces que viven de un año al otro. Esto se traduce, generalmente, en una mayor captura de carbono en sistemas ganaderos sobre recursos perennes que en sistemas bajo agricultura continua (Figura 2). transformados a pasturas (círculos negros) o se mantuvieron en agricultura (círculos blancos) (Studdert et al., 1997). (b) Efectos del porcentaje de tiempo con pasturas (%PS) sobre el contenido de carbono orgánico (%) en suelos en INIA Estanzuela.

El suelo puede potencialmente almacenar dos veces más carbono que la atmósfera. Esto lo transforma en un importante reservorio de carbono y permite que el ganado, en interacción con recursos forrajeros, se convierta en un agente mitigador del calentamiento global. Sin embargo, no todas las pasturas tienen igual potencial de captura y no todos los sistemas ganaderos tienen el mismo impacto sobre el suelo y el ambiente. La cantidad de biomasa aérea y de raíces producida definirá la potencial captura de carbono del sistema.

Manejo de pasturas y pastizales para recuperar las propiedades físicas y químicas del suelo suelo puede potencialmente almacenar dos veces más carbono que la atmósfera. implica reducir o eliminar el laboreo, lo que permite preservar la estructura del suelo y minimizar la erosión (Derpsch et al., 2010). La labranza mínima también promueve el aumento de la materia orgánica y la actividad biológica del suelo, lo que a su vez mejora la fertilidad del suelo (Fabrizzi et al., 2005).

El manejo de pasturas y pastizales es fundamental para recuperar y mantener las propiedades físicas y químicas del suelo en Argentina. La rotación de cultivos, la adopción de prácticas de labranza mínima o conservacionista y la fertilización adecuada son algunas estrategias claves para mejorar la calidad del suelo en el país (Viglizzo et al., 2019).

La rotación de cultivos incluye la alternancia de pasturas y cultivos anuales, lo que contribuye a la recuperación de la estructura del suelo y al aumento de la materia orgánica (Caviglia et al., 2009). Además, la rotación de cultivos también puede reducir la erosión del suelo y mejorar la infiltración de agua (Studdert y Echeverría, 2000).

Además, si el sistema está bajo pastoreo, parte de la biomasa aérea volverá al suelo en forma de heces y parte será digerida por el animal y se irá del sistema en forma de carne, leche y/o subproductos. Si el sistema no está en pastoreo, será muy importante la redistribución de efluentes que permita devolver parte de los nutrientes que se van de los sistemas.

La labranza mínima y la siembra directa son prácticas de manejo que pueden ayudar a recuperar las propiedades físicas y químicas del suelo en pasturas y pastizales. Este enfoque

La fertilización adecuada es otra estrategia clave para mejorar las propiedades químicas del suelo en pasturas y pastizales. La aplicación de fertilizantes orgánicos y químicos puede aumentar la disponibilidad de nutrientes, mejorar la estructura del suelo y aumentar la productividad de las pasturas (García et al., 2010). Sin embargo, es importante aplicar los fertilizantes de manera equilibrada y en función de las necesidades específicas del suelo para evitar problemas ambientales como la contaminación del agua y la emisión de gases de efecto invernadero (Álvarez et al., 2017).

La incorporación de nitrógeno por fijación biológica puede ser una estrategia más sustentable que la aplicación de fertilizantes inorgánicos. Esto se debe a que se requieren grandes cantidades de energía fósil para producir estos fertilizantes y también a los riesgos de volatilización que conlleva su aplicación (que emite gran cantidad de gases de efecto invernadero). Cuanta mayor sea la producción y proporción de leguminosa en una mezcla, menor será la necesidad de utilizar fertilizantes nitrogenados. La inclusión de leguminosas también permite mejorar la calidad (Brink et al., 2015) y la cantidad (Jáuregui et al., 2019) de forraje producido (Figura 3), reduciendo emisiones, aumentando la captura y mejorando las propiedades físicas y químicas del suelo.

Por último, la implementación de sistemas de pastoreo rotativo genera también beneficios en términos de conservación del suelo. En este sentido, los sistemas de pastoreo rotativo promueven un crecimiento uniforme de la vegetación, reducen la compactación del suelo y aumentan la infiltración de agua y el intercambio de gases. Además, favorecen el desarrollo de raíces más profundas y la acumulación de biomasa, mejorando la estructura del suelo y la retención de agua. La alternancia en el pastoreo también estimula la actividad biológica y el ciclo de nutrientes mediante la descomposición de la materia orgánica por parte de microorganismos. No existe una manera única de hacer pastoreos rotativos ni tampoco fórmulas mágicas. El sistema elegido deberá adaptarse a la fisiología de la o las especies presentes en el campo y también a la infraestructura y al personal con el que cuente cada establecimiento. Respecto al personal, será esencial una adecuada capacitación del mismo para poder implementar sistemas de pastoreo más sustentables y adecuados.

Conclusiones

El adecuado uso de los pastizales naturales y la correcta elección de especies perennes en la ganadería es una estrategia efectiva para recuperar suelos y ambientes degradados. La adopción de prácticas como la rotación de cultivos, la siembra directa, el pastoreo controlado, la inclusión de leguminosas y el uso de especies ambientalmente amigables puede mejorar la calidad del suelo, aumentar la captura de carbono y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además, la capacitación en el manejo adecuado de pasturas es esencial para lograr sistemas ganaderos sostenibles y ambientalmente amigables. Al aplicar estas estrategias en la ganadería argentina, se contribuye a la mitigación del cambio climático y al desarrollo de un sector ganadero más resiliente y sostenible.

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