La Única Esperanza

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La única Esperanza

pa por tu situación. Presta atención a esta promesa: “Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? […] ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?” (S. Mateo 6:26, 28-30). –Mi problema es ese, Laura. Yo no tengo fe. Soy una mujer que, en este momento, solamente piensa en salir de las deudas. –¿Sabes? Tu problema no son las deudas. Ellas existen, son reales, pero son apenas el resultado de tu verdadero problema, que es la falta de Dios. Para ti, Dios es apenas un detalle. Tú estás sola. –Pero también, con tantas dificultades, no tengo tiempo para nada. –Las dificultades te asfixian porque, para ti, Dios no está en el control. Él es tu Creador, tu Padre amante, pero parece que eso no te importa. Si lo reconocieras como tu Dios, él haría maravillas en tu vida. Lee conmigo lo que dice David: “La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad. […] Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y su escudo. […] Él bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños. Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos. Que reciban bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra” (Salmo 115:1, 3, 11, 13-15). –¿Qué significa todo eso? –La idea principal de ese texto es que Dios es soberano, todopoderoso y eterno. “Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca”. El ser humano no puede hacer de la propia vida el centro de su experiencia, por más dificultades que esté enfrentando. “La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre”, dice David. –Y ¿qué hago con mis problemas? –El versículo que te leí te lo responde: “Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y escudo. Él bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños”. Un escudo es un arma de protección. Si el Señor es tu escudo, ¿quién podrá alcanzarte? launicaesperanza.org


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