Acción socialista libertaria. Cuaderno de debates. Segunda entrega

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Acciรณn Socialista Libertaria acciรณnsocialistalibertaria@gmail.com

Cuadernos de Debates Segunda Entrega


A modo de introducción En la construcción cotidiana de nuestra herramienta de intervención política nos encontramos, y muchas veces tropezamos directamente, con necesidades endémicas y algunas otras coyunturales. Se ponen a prueba en la lucha de clases concreta nuestros dispositivos de prefiguración, los análisis sesudos o las previsibilidades subjetivas. Vamos acertando y fallando en distintas dosis y en esa ecuación vamos encontrando algunas reflexiones y explicaciones. Cuando decimos que transitamos una huella, estamos ilustrando con esa imagen una realidad tangible: otrxs militantes ya lo intentaron antes y nos legaron unas orientaciones y unos sentidos determinados, unas formas y unos contenidos particulares. En esta huella andamos. Y para ser honestxs y serixs con nuestra perspectiva de emancipación y con lxs que nos precedieron es que nos propusimos ser polémicxs, (auto) críticxs y creativxs. En este andar también debemos ser cuidadosxs de no caer en los clichés y desviaciones tan caricaturescamente anarquistas: ni vivir ancladxs o añorando un pasado de “oro” de la influencia libertaria, ni soñar ciegamente con un futuro tremebundo y fatalmente ideal. El hoy, el mundo donde amamos, sufrimos y vivimos es el que nos arde y el que, estamos convencidxs, debemos transformar radicalmente. Y para hacerlo debemos entenderlo, problematizarlo y discutirlo. En esta segunda entrega de los Cuadernos de Debate de la Acción Socialista Libertaria, vamos a abordar tres temas centrales que nos ayuden en estos objetivos: Por un lado, una lectura dinámica del actual momento de reorganización de nuestra clase y nuestras hipótesis para la misma; como ejercicio para desarrollar un análisis objetivo de nuestra realidad y poner sobre el tablero algunas fichas concretas desde donde pararnos y proyectar. Por otro lado, un abordaje teórico hacia una conceptualización del Clasismo y de la sociedad de Clases Sociales donde intentamos enhebrar conceptos como explotación, dominación, poder y estrategia de clase. Un desafío necesario y aún experimental. Y, finalmente, nuestra concepción de la Organización Política Libertaria, intentando aportar nuestra visión de construcción política en base a las mejores tradiciones del campo anarquista y de la izquierda revolucionaria.

¿Para qué estos Cuadernos? Fruto de debates colectivos internos y con otras Corrientes, de suposiciones teóricas y dificultades de la realidad y, sobre todo, de muchas manos y cabezas militantes es que fuimos desarrollando estos materiales que ahora socializamos. Tienen un poco de improvisación y bastante de ambición formativa; quieren ser más argumento que sentencia. Nuestra intención es recuperar la vieja cultura de izquierda libertaria del debate fraterno y sororo público, de la polémica creativa y constructiva, de acercar algunos pareceres para que se reproduzcan, para interpelar. Si este Cuaderno se lee en alguna fábrica y se lo discute en una oficina, si se pasa de mano en mano en algún comedor u obrador barrial o se deja en la mesa de una biblioteca popular, si alguien lo hojea en el tren a la salida de la facultad o en el recreo de un colegio secundario o si se distribuye en una movilización o corte, es que habrá cumplido su objetivo. Más aún si algunxs de ustedes nos escribe y nos juntamos a debatirlo. Para nosotrxs es una herramienta para comunicar algunos debates y posiciones y quisiéramos que sea para el/la que lo lea un elemento de discusión, de disenso o de disparador. Que nos ponga en la necesidad de sumar aportes y reinterpretar conceptos. En eso estamos. ¡Viva el pueblo que resiste, se organiza y lucha! ¡Por el autogobierno de lxs trabajadores! ¡Por el Socialismo Libertario!


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Una Organización Política a la altura de nuestros sueños Porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones

¿Por qué una Organización Política? ¿Por qué Libertaria? Con la publicación de este escrito tenemos la intención de presentar algunas líneas que son producto de largos debates que nos dimos acerca del tipo de organización que estamos construyendo y que necesitamos seguir construyendo como aporte a una lucha integral por el cambio social. Para tal fin, partimos de caracterizar cómo entendemos la organización de la militancia en sus distintas dimensiones organizativas, así como sus relaciones y articulaciones, incluyendo las prácticas militantes correspondientes y lxs sujetxs que las llevamos adelante. Con la certeza de que es lo libertario –en sus ideas, teorías y acciones- lo que marca y justifica la necesidad de organizarnos. Sabiendo que no partimos de cero -o de la nada-, sino que estamos siendo atravesadxs por una historia de lucha y organización, apostamos a recuperar a la vez que potenciar esta tendencia de la que somos parte. Con el objetivo de, desde el lugar en que nos encontramos y desde las experiencias anarquistas que destacamos, poder pensar qué tareas serán necesarias para la construcción de una organización política libertaria a la altura de las tareas del momento. El momento de definir el tipo de organización es también el de precisar criterios de acción, de intervención en la realidad. Esto debe hacerse a partir de las necesidades entendidas en la etapa que nos atraviesa, en una lectura realista de nuestras condiciones y situaciones como militantes y también en la de muchxs compañerxs que ven con entusiasmo esta iniciativa. Por eso también es necesario definir, para aquellxs sujetxs que van a ponerle el cuerpo, qué tipo de militancia necesita una organización libertaria, es decir que prácticas políticas empíricas necesitamos. Para esto nos parece fundamental sentar algunas bases teóricas que sean líneas de acción, en tanto formas, modos e intenciones, que luego deberán tomar forma concreta y coherente en la práctica cotidiana: para nosotrxs es importante pensarnos como sujetxs en construcción y no como seres acabadxs o ideales. En el pasado, miles de compañerxs se dedicaron a influir desde sus espacios de militancia para radicalizar las luchas y mantener los órganos de decisión en manos de la clase trabajadora. Estaban convencidxs de que la experiencia que hace que un trabajador o una trabajadora sea revolucionaria se gana en la lucha de clases, y de que la necesidad de que la revolución sea libertaria se genera cuando la práctica es asamblearia, horizontal, antipatriarcal y con acción directa, entre otras cosas.

Organizaciones Políticas y Partidos: desde nosotrxs, nuestras historias y realidades Una palabra no significa lo mismo en un calendario que en otro, en una geografía que otra. No suena igual la misma palabra cincuenta años atrás que en estos días ¿Qué roles cumplieron los partidos y organizaciones políticas y qué roles cumplen hoy? ¿Qué han sido los partidos? ¿Por qué nos preguntamos esto nosotrxs?


Han surgido palabras desde el mundo teórico, intelectual y militante, entre ellas unas parejas o binomios, que seguramente tengan asociado mucho bagaje escrito y debatido. Seremos pecadorxs quizás al confesar que no partimos tanto de esos contenidos teóricos en este primer documento, sino más bien de nuestra experiencia con ellos, es decir nuestra experiencia con esas palabras y personas agrupadas alrededor de ellas. Palabras que han devenido en binomios que hoy nos ha parecido oportuno relacionar análogamente, en escalas y perspectivas diferentes, pero con puntos de encuentro necesarios de visibilizar para nuestra militancia diaria: Dirección política – Base social / Organizaciones Políticas – Organizaciones de Base. Digamos que estamos hablando de personas, historias, colectivos, intereses relacionados o encontrados entre sí. Que se entrecruzan y yuxtaponen pero que también tienen particulares e innegables determinaciones históricas y orgánicas. Se trata de un debate estratégico en el cual nos parece necesario establecer nuestra posición. El asunto es como establecer esa relación entre unxs y otrxs, superando la dicotomía sin mentirnos y sin mentir. Es decir, el primer paso es entender que esos grupos sociales no son parte de una dicotomía real, sino orientaciones que se relacionan dialécticamente. Y cuando tomamos la palabra ‘dialéctica’ la tomamos con la intención de potenciar lo dialógico de dicha relación. Para nosotrxs una Organización Política es necesaria para que siga contagiando, influenciando, motivando la necesidad de una Revolución Social. En nuestra vida cotidiana, con nuestrxs compañerxs de trabajo o estudio confirmamos que derribar al capitalismo no es una motivación o interés presente en las mayorías. En las organizaciones de base donde militamos hemos comprobado por cuenta propia que no todxs quieren la revolución como fin, que no todxs rechazan el Estado y la estrategia estatista, que no todxs proponen un programa antiautoritario. Eso es tan sólo un deseo, o más bien nuestro deseo y no una generalidad. Más bien hay mucha diversidad y no todxs tenemos el mismo interés, conciencia, fuerza, o programa. Y la realidad es que no podemos desarrollar todo lo necesario políticamente en una organización de base, porque estaríamos destrozando su agenda real, social y política. No creemos que haya que dividir tan taxativamente lo social y lo político, pero debemos promover la politización de las orgas de base de acuerdo a sus desarrollos desiguales de conciencia y trayectoria de clase, sabiendo que hay tiempos y procesos diferentes. Tampoco debemos dejar de pensar en el largo plazo y en un programa realizable, ni negar que dentro de la izquierda (hasta entre las más afines) tenemos disputas ideológicas, de sentido y de qué hacer en lo concreto y en lo intangible. La organización política entonces nos encuentra y nos organiza en tanto libertarixs y en tanto tales nos proponemos armar una organización que parta, genere y regenere procesos organizativos sociales, que pueda tomar de su propia experiencia como militante y trabajadxr, que posibilite la construcción de una perspectiva revolucionaria real, que se manifieste en la acción. Necesitamos hoy construir, recuperar, regenerar herramientas políticas y estrategias concretas de acción directa que nos puedan servir de orientador ideológico. Es por ello que creemos en la necesidad de construir una organización política libertaria para el momento actual de reconstrucción organizativa de nuestra clase.

El porqué de una organización política libertaria Hoy, igual que en el pasado, existen confusiones y/o desprestigios, a los pensamientos anarquistas, libertarios y lamentablemente muchos surgen desde compañerxs de izquierda y de militancia. También existe


una cierta subestimación respecto del modo de interpretación de la realidad que sostiene nuestra tendencia, al punto de considerarse en muchas ocasiones como infantilista, por ejemplo, por no compartir la necesidad de tanto esfuerzo centrado en “la política institucional”. ¿Qué hacer entonces como libertarixs de perspectiva revolucionaria? Participar en una organización de masas, influenciar, escuchar e interpretar, ser dinamizadorxs, militantes y trabajadorxs dentro de los movimientos sociales y espacios de participación, sindicales, educativos, etc. son en parte las tareas que nos damos día a día, las cuales creemos que debemos seguir complejizando y profundizando en pos de seguir construyendo una tendencia libertaria. Desde una organización específicamente política generamos mejores condiciones para construir y organizar dicha tendencia, lo cual nos parece fundamental e irrenunciable. Para ello, nos parece esencial actuar en lo político, en lo social, y en lo político-social. Algo a considerar es que cualquier espacio social y político es válido para influenciar y promover luchas, pero cabe destacar la importancia estratégica de intervenir como libertarixs en espacios lo más masivos posibles o en la búsqueda de articulación de diferentes y amplios espacios de base ya que sostenemos que no hay revolución sin teoría revolucionaria, pero sobre todo no la hay sin las masas. Convencidxs de la fundamental importancia en la participación en una organización de masas, debemos tener en cuenta la distinción de niveles organizativos para dar cuenta de cómo juegan hoy las organizaciones específicamente políticas y los partidos (revolucionarios y también los burgueses) y qué rol cumplen en la construcción simbólica de ideas, en la posibilidad de brindar una participación verdadera, en la legitimación de un sistema que elige por el pueblo lo que el pueblo cree que elige. Por esto nos parece fundamental, entre las tareas de la organización política, pensar cómo debe ser nuestra participación dentro de esas organizaciones de masas, así como reconocer qué lectura de las masas hacen las dirigencias de los partidos y que intención tienen con ellas. Hoy podemos decir que somos una organización que da sus primeros pasos en un camino que tiene su huella. Como organización que se inicia tenemos en cuenta que hoy estamos en un momento particular en donde se nos presentan ciertas tareas propias y que es necesario poder delimitarlas y llevarlas adelante con claridad. Pensemos entonces...

Retomar las experiencias del presente y del pasado El anarquismo organizado ha conocido algunas variantes a lo largo de la historia que no pueden delimitarse en forma tajante: su experiencia nos permitirá colaborar en definir una perspectiva organizacional en nuestra organización política1. A partir de la necesidad urgente que hemos consensuado con anterioridad a la conformación de nuestra organización, y también a partir de que está dada por la gran mayoría de militantes sociales interviniendo previamente en organizaciones sociales y de base en distintos sectores, es que el interés político-ideológico libertario es la fuerza que llama y mueve a nuestra organización. Interés que tiene como principal motor generar mayor influencia y contundencia en esas y otras muchas organizaciones de base, espacios que consideramos el motor del cambio social necesario. En relación a las históricas polémicas sobre la cuestión de organización y de la práctica anarquista, compartimos el principio fundamental que sostiene que lxs anarquistas deben organizarse precisamente por 1

Plataformistas, sintetistas y especifistas podrían considerarse las principales corrientes de las cuales nos hemos nutrido, y de las cuales debemos aprender de errores y aciertos, a la hora de poner en ejercicio nuestra propia herramienta política en la realidad que nos atraviesa.


su ideología para desde allí intervenir activando en y con los movimientos y las organizaciones sociales de la clase trabajadora. La organización política, actuando de manera cohesionada en lo ideológico, permitirá una participación más efectiva y contundente de sus militantes, ya que este nivel organizacional tiene la tarea de avanzar en la discusión política e ideológica llegando a síntesis y lecturas de la realidad que el tiempo de las organizaciones no tiene o dispone –porque no debería, en esta etapa- en las luchas sectoriales. Lo desarrollado como trabajo político en la organización específicamente anarquista es puesto en acción en el seno de la lucha de clases, desde las organizaciones o movimientos sociales. Tanto el trabajo teórico divulgado, como nuestra propia práctica militante desarrollada en el seno de estas organizaciones y movimientos, son influencia en el proceso de lucha, que intenta promover una orientación estratégica libertaria, feminista y clasista.

Nuestra concepción militancia

de

los

tres

niveles

-o

dimensiones-

de

Partimos de, y compartimos la vieja concepción esquemática que diferencia tres dimensiones de militancia, y que apunta a complejizar cada una de estas instancias, en las cuales debemos estar inmersxs lxs libertarixs, al mismo tiempo que justificar la necesidad de una organización política de tendencia “exclusivamente” libertaria. - Organizaciones de Base (OB) Las consideramos el principal objetivo de nuestra militancia y las llamamos indistintamente Organizaciones de Base u Organizaciones Sociales y sindicales. Nos organizamos en las OB en tanto mujeres, estudiantes, trabajadorxs, vecinxs, etc., independientemente de su orientación ideológica, pero actuamos en ellas siempre con un sentido libertario, clasista y antipatriarcal; promoviendo prácticas, organización y luchas que se basen en esos principios, muchas veces aún sin nombrarlas literalmente; fomentando siempre en perspectiva una auténtica auto organización, auto actividad, autogestión, independencia de clase y política. Si bien en líneas generales pensamos que muchas de las OB (sobre todo sindicatos y centros de estudiantes) han devenido en herramientas de conciliación y mediación de clases, coincidimos en que en su seno se acumulan las tensiones y contradicciones a explotar y generalizar; en que son instrumentos de gimnasia revolucionaria en la lucha reivindicativa; que tienen la capacidad de, mediante la organización y la lucha, promover cambios de conciencia de un amplio sector de nuestra clase al mismo tiempo que permite ir consiguiendo reivindicaciones concretas. Nuestro planteo general es integrarse a las OB existentes donde estemos o fomentar su construcción allí donde no existen. En determinados ámbitos como el sindical y el estudiantil, promovemos la construcción de agrupaciones que reúnan a los compañerxs clasistas/antiburocráticxs/combativxs, agrupaciones según las necesidades y posibilidades, de carácter público o clandestino, activando en la base, participando o no en elecciones a cuerpos de delegadxs o centros de estudiantes, de acuerdo al análisis de su conveniencia. Entendiendo que lo fundamental es la construcción del poder popular, el ejercicio de la práctica de la democracia y acción directa, de la solidaridad de clase y de la lucha por derechos y reivindicaciones. - Tendencia Político-Social (TPS) Definimos como TPS a los espacios de articulación de diferentes frentes de lucha y organizaciones sociales (sindicales, estudiantiles, territoriales, culturales, de DDHH, etc.) en torno a sus prácticas y definiciones político-sociales. Los consideramos espacios de acumulación de fuerza, desde las masas, pero con unas determinadas coordenadas políticas y de perspectivas a mediano plazo; un "paraguas" de articulación entre diferentes corrientes políticas y político-ideológicas en una sana lucha de tendencias a su


interior, aportando a la construcción de la TPS y superando principismos y cotos cerrados; una superación a la mera "coordinadora" de organizaciones sociales. Objetivamente la pensamos como un espacio de acumulación y anticipación tanto para la experiencia de lucha de nuestra clase, como de nuestra corriente política libertaria; ya que la apuesta es a coincidir desde lo multitendencial en una herramienta con un alto grado de acuerdo político-social. Diferenciamos aquí las tareas de la OPL y de la TPS: si la OPL nos "organiza" en tanto libertarixs, la TPS nos "organiza" en tanto militantes sociales de un sector particular priorizando la sectorialidad a fin de potenciarla en multisectorial y multitendencia por sobre lo libertario, debatiendo con otras corrientes, pero en el plano de las tareas de la TPS que engloba y nuclea a diversas organizaciones de base. - Organización Política Libertaria (OPL) Entendemos la OPL como el espacio ideológico que nos contiene en tanto nuestra condición “específica” de militantes políticos libertarixs. Entendemos que algunas tareas concretas y "exclusivas" de la OPL son: la conformación de un espacio de formación político-ideológico; de lectura y análisis de la etapa y la coyuntura en clave libertaria y feminista; la planificación estratégica y táctica de nuestra fuerza militante en los espacios de base y político-sociales, potenciando nuestras militancias y todo lo que de socialista y libertario se encuentre en las organizaciones sociales; la propaganda de nuestras posiciones y del pensamiento anarquista; la construcción de una corriente de opinión libertaria en debate fraterno sororo con otras corrientes del pensamiento y militancia de la izquierda revolucionaria; un espacio estratégico que pueda resultar un "núcleo de acero" ante determinadas coyunturas complejas y de reflujo (represión, tareas de acción directa específicas, actividades no públicas, etc.); y la tarea pedagógica de desarrollar una potente influencia del pensamiento libertario en el seno de la lucha de clases, más allá de nuestros esfuerzos individuales. Sabemos que todas estas tareas no son realizables de un día para el otro, pero que debemos darnos a la tarea de ir encarándolas sin pausa. Esquemáticamente dividimos nuestra intervención militante en estos tres niveles, sin significar esto en absoluto el asignar mayor o menor importancia a alguno de estos espacios mencionados, donde muchas veces algunas tareas o identidades se diluyen en sensibles y calientes fronteras y que, obviamente, se interrelacionan alimentándose en experiencias y políticas unas a otras. Por ejemplo, si vamos a discutir un Plan de Acción en alguna OB vamos a intentar que sea "exitoso" en lo reivindicativo, pero con un componente de práctica y objetivos que supere lo meramente reivindicativo. De la misma manera, si definimos una intervención desde la OPL en el ámbito de masas debe estar en sintonía con el conocimiento de primera mano de nuestra militancia en las OB, de sus subjetividades y necesidades, etc; pensando que la conciencia socialista y libertaria no se "injerta externamente"2 sino que debe generarse en el mismo seno de las organizaciones y las luchas que damos desde nuestra clase.

Desde la OPL, relación dirección política

a

dinamizar

entre

base

social

y

la

Yendo más allá de la diferenciación esquemática de distintos niveles de militancia en diferentes instancias organizativas, partimos de reconocer en los procesos sociales la necesidad de existencia de una dirección política de intención revolucionaria, relacionada con la existencia de una base social que puede contar con distintos niveles de conciencia en tanto condiciones subjetivas y objetivas. Como se desarrollará más abajo, diferenciamos esto de cualquier idea de dirigencia revolucionaria, sin por ello negar el debate de las complejidades que esto conlleva para poder generar mejores líneas de acción. - Base

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Polemizando con el leninismo y la mayoría de las corrientes marxistas en su concepción de la toma de conciencia.


Esta denominación la damos por el lógico contraste de la necesidad histórica de una dirección política del conflicto social y la lucha de clases de orientación libertaria, en perspectiva a que esta distinción (Dirección–Base) desaparezca en el desarrollo de dicha lucha. Denominamos, entonces, base a los espacios sociales con conflictos, demandas sociales y trabajo de prefiguración particulares. Como militantes activamos en alguna OB en diversos espacios de acuerdo a intereses o necesidades, pero como militantes de una OPL, entonces sería necesario ir madurando y ordenando prioridades y formas e intensidades de intervención, sin quitar de vista la subjetividad y decisión personal de cada cual. Los desafíos están en ir generándolo una dirección democráticamente colectiva, no autoritaria ni verticalista/dirigentista. Las políticas transversales tales como el clasismo, el anti patriarcado y la dimensión libertaria es aquello a construir y que nos permite intervenir influenciando en los diferentes espacios de base. Una intervención sindical de nuestra parte, por ejemplo, además de definirse por lo específico del espacio y sus reivindicaciones inmediatas, debe estar influenciada por -y por lo tanto debe influenciar en- aquellos principios que definimos como característicos de nuestra tendencia y que entonces se vuelven estratégicos: antiburocratismo, democracia directa y antipatriarcado, por ejemplo. Decimos estratégicos porque si bien nuestras prácticas están limitadas a espacios determinados, nuestro horizonte es llegar a todo el pueblo trabajador, más allá de las bases sociales reales en las que estamos inmersxs. Nuestras prácticas tienen la perspectiva de construir una alternativa político-social donde lo libertario sea una referencia, cosa que hoy vemos desdibujada en la Argentina. De allí que las tareas centrales tienen que ver con llegar al activismo militante, en primera instancia, para mostrarnos como espacio político para organizarse y entonces, desarrollando mejores condiciones, llegar a interpelar o influenciar a la totalidad del pueblo trabajador. Partimos de considerar que existe en la militancia activa una fuerza libertaria que hoy no logra orientarse bajo algunas consideraciones comunes. Hablamos de Influencia como una necesidad central en esta etapa. Recuperando y postulando las tres “i” como directivas de acciones concretas: Inserción, Influencia e Incidencia, planteadas como momentos, aunque no definitivamente diferenciados. Insertxs – inserción- en espacios sociales, la influencia, tendría menos repercusión en una decisión colectiva, pero genera alguna condición en ella, mientras la incidencia logra un resultado concreto –determinante- en la orientación de un proceso. Este esquema nos sirve para ordenar nuestras expectativas y tareas. Hoy creemos que hay fuerza militante inserta en espacios sociales de base en distintos sectores, entonces creemos que es fundamental lograr mayor influencia libertaria en esos espacios. Habiendo generado mayor ascendencia de una perspectiva libertaria, la incidencia en el conflicto social será, creemos más significativa. - Dirección La primera definición a realizar tiene que ver con que cuando hablamos de dirección lo hacemos en tanto orientación de un proceso o varios procesos en el desarrollo de la lucha de clases. Nunca hablamos de dirección en tanto relación sujetxs dirigentes-sujetxs dirigidxs. De allí que diferenciamos dirección política (en tanto proceso político ideológico de dirección colectiva) de dirigencia política (en tanto sujetos políticos que dirigen). Aquí surge una primera tarea estratégica, que es la de dar una contundente pelea con las concepciones dirigentistas que implican un número acotado de personas asentadas en los espacios de dirección. Dando disputa entonces no renunciamos a estar en espacios llamados de dirección, pero entendemos que esos espacios siempre deben tener una perspectiva participativa de democracia directa. Esto despeja cualquier tendencia hacia el espontaneismo y, por lo tanto, nos tiene activxs en dar debates, generar conflictos, sostenerlos, tener inserción, lecturas y socializarlas, pedagogizando nuestra tarea política desde esos espacios.


Para poder influenciar e incidir, se nos hace necesario construir condiciones de intervención con claridad y contundencia, para hacer coherente una forma de acción. De aquí la necesidad de una OPL que colabore con esta tarea fundamental. Sin contundencia ni claridad no podemos influir, menos incidir, entonces desaprovechamos posibilidades de avanzar en el desarrollo de algún conflicto en particular o de la lucha de clases en general, definitivamente delegamos esa tarea fundamental. Muchas veces generamos o acompañamos peleas reivindicativas que se pretenden contundentes pero que sin claridad respecto de lo que queríamos obtener y de las posibilidades de hacerlo, nuestra acción termina siendo contraproducente para el espacio en particular y para nuestras prácticas libertarias en general. Como corriente libertaria es necesario aclarar que no nos genera conflicto tomar tareas de dirección política, pero sí creemos fundamental que éstas sean siempre tomadas con la conciencia de deshacer la personificación de los roles de dirección, en tanto sujeto-dirigente. Somos claros en que cuando construimos una referencia personal, en tanto sujetx sobre el cual se depositan expectativas en alguna asamblea, espacio de base o conflicto particular, hay que asumir estas tareas para poder ir socializándolas. Aquí la práctica pedagógica dinamizadora se hace una línea política en la acción. Nuestra tendencia, diferenciada desde lo libertario, en las prácticas cotidianas nos indica que la acumulación siempre la pensamos en tanto que resulta de beneficio para el espacio determinado en el cual intervenimos. ¿Deberíamos pensar la acumulación también en tanto que resulte de beneficio para nuestra OPL? Por supuesto que debemos plantear la acumulación también en tanto OPL, aunque entendiendo la acumulación como mayor capacidad de incidencia, por sobre la suma numérica de militantes para nuestra orga. Estamos convencidxs de que mayor influencia deviene mayor referencia para la tendencia, por lo tanto, mejores posibilidades de sumar capacidades militantes a nuestra OPL, con el fin de que estas capacidades devengan en organización para la lucha de clases. ¿Solo hacia los espacios de base van nuestras tres “i”? Coincidimos en la necesidad de interpelar, sobre todo a las nuevas generaciones del campo libertario, en la necesidad de organizarse en pos de seguir generando mejores condiciones de construcción de poder popular. Debatiendo y actualizando las consideraciones que creemos cruciales e invitando a intervenir en los espacios sociales existentes o generando otros nuevos. ¿Cómo se relacionan estas concepciones de base y de dirección? La lectura de dicha relación por supuesto es dialéctica3. En el ideal estratégico aparece la dirección política de la base o la base con dirección política. Y nuestra tarea es influenciar prefiguraciones de este tipo de dirección política desde nuestra actualidad real. Entendemos que más allá de las tendencias ideológicas y de sus propósitos, en todo orden hay sectores más dinamizadores. Ser elegidx sujetx delegadx no significa convertirse en sujetx dirigente. Tampoco creemos próspero idealizar al pueblo, pretendiendo que el mismo profese un democratismo acabado, aunque no por esto se abandone la ponderación al aporte y la influencia de las bases en nuestras ideas. Partimos de la idea de que en toda organización existe una dirección, ésta nos preexiste y de que la educación formal y social del pueblo trabajador naturaliza esta idea. Hay que reconocerlo para identificar acciones y construir superaciones a dicho proceso que se supone anti-dialógico. Entendemos que la dirección no depende exclusivamente de una voluntad militante, porque entendemos la dirección en tanto proceso y no en tanto un grupo dirigente o a una reunión semanal de un grupo de estos. Es fundamental dar cuenta de cómo influenciar esa dinámica desde nuestros principios libertarios. Y desde situaciones de dirección es fundamental repensar constantemente las prácticas, ya que la constitución y refuerzo de referencias podría llevar a inconvenientes desviamientos o directamente a tragedias organizativas. 3

Entendida la dialéctica sobre todo enfatizando la clave dialógica. Aquella que potencia la retroalimentación de ambas partes.


En el esquema de diferenciación de niveles de militancia, sumado a la diferenciación de los espacios de base y sus procesos o dinámicas de dirección, se nos hace imprescindible distinguir la dirección de los procesos que llevan adelante los espacios de base de la –intención de- dirección de una organización política del proceso general. Desde aquí sostenemos la necesidad de dar disputa desde nuestra tendencia para fortalecer los espacios de base por sobre las direcciones diferenciadamente políticas. Sin duda que nuestra perspectiva apunta a desarrollar con mayor profundidad la democracia en las OB u organizaciones de masas y no está de más aclarar que entonces nuestra organización política debe ser coherente con los principios que militamos en nuestros espacios de base, y para ello es preciso construir una orgánica clara con definición asamblearia, hacia el interior, sin descreer de la necesidad de construir un centro político claro, firme y contundente (el llamado núcleo de acero), hacia el proceso general en el cual intervenimos en todos nuestros niveles de militancia. En perspectiva, nuestra OP no puede ser algo laxo o flexible en cuanto a participación, debate y definiciones, ya que deberemos preservar la seguridad física de nuestrxs compañerxs y la proyección política de la OPL.

La función pedagógica de conciencia revolucionaria

una

OPL.

Aportes

al

debate

de

la

Creemos que la conciencia de clase, en tanto explotadx y revolucionarix debe sentirse en el cuerpo y con el cuerpo. No alcanza con pensarse. Desde nuestra concepción y en debate histórico con otras tendencias de orientación revolucionaria, entendemos que la conciencia de clase se asume, en la acción, en tanto condición de explotadx en un sistema de dominación, y la conciencia revolucionaria se desarrolla en la praxis –acción y teoría- que se da en la constante contradicción dominante-dominadx. Es tarea de una OP la generación de cada vez mejores condiciones para el desarrollo de la praxis. Cuando se piensa en una tarea fundamental de una organización política, pensamos en la formación, la conciencia, entonces la pedagogía política. La intención es la de una pedagogización de la política y una politización de la pedagogía. Abonamos a una filosofía libertaria que sea empírica, visceral y apostamos a una teoría al servicio de la transformación de la realidad y no la realidad al servicio de la teoría. Parte importante de pensar qué tipo de organización política necesitamos construir requiere pensar en la dimensión pedagógica que esta debiera contener para influenciar la lucha de clases. Y aquí la primera consideración, estaría en no separar lo pedagógico de lo que sería la dimensión política. Es importante aquí combinar en una sola acción lo pedagógico y lo político, entendiendo que su relación es dialéctica. Muchas veces lo pedagógico queda subestimado y por lo tanto postergado, mal entendido o incompletamente entendido, como un modo fácil y unidireccional de explicar algo que se supone complejo, subestimando sobre todo a quien se le está “explicando”. Entonces el avance en la interpretación de la realidad de unxs pocxs, aunque en su transformación activen muchxs, se profundiza ya que es visto como urgente y necesario. Una OP que aporta claridad es también aquella que se dispone a socializar esa capacidad de lectura de la realidad al aprender enseñando en el trabajo, en un plenario, en una reunión, en una asamblea, en un volante o documento. Tanto al interior de la OP como al seno de los movimientos sociales. El otro debate necesario a considerar, que se desprende de lo anterior, tiene que ver con la conciencia y la ideología. Para la militancia de izquierda con intención revolucionaria, ambos conceptos siempre estuvieron ligados a la interpretación marxista que consideraba a la ideología burguesa como la falsa conciencia de lxs


sujetxs trabajadorxs. De acuerdo a esta concepción, dicha ideología es aquella construcción generada a partir del sistema de producción que se reproduce y legitima en la superestructura de la sociedad capitalista. La conciencia, entonces, es producto de la contradicción de clases, -aunque subjetivamente no se tenga conciencia de ella-, porque la ideología tiene como fin hegemónico generar consenso. Entonces reproducir el orden social de explotación. La intelectualidad de intención revolucionaria ha debatido largamente sobre la conciencia. El debate ha girado sobre la posibilidad de que la conciencia de clase y revolucionaria, se construye, genera, se desarrolla o se transmite. Compartiendo la tesis que la ideología burguesa en el capitalismo construye una falsa conciencia en lxs sujetos, podríamos considerar la conciencia de clase oprimida como algo existente per sé que es obturada por el aparato de hegemonía. Por tanto, ésta debería afirmarse, -conciencia de clase- en la contradicción o antagonismo, entonces en las acciones o prácticas de la lucha de clases. Entenderse y afirmarse explotadx es el principio básico. Entenderse en la necesidad de poner en práctica la contradicción, de accionar en la lucha concreta, es el trabajo a desarrollar. Esquemáticamente podríamos considerar que la conciencia de clase y revolucionaria es producto de: - La afirmación subjetiva de las condiciones objetivas. Una afirmación de la condición de explotadx y oprimidx, es decir de desposeído productivamente -pero también reproductivamente- en cuanto a decisiones sociales, roles y no sólo a dimensiones económicas. - La generación del sentido de pertenencia a la clase, el asumirse perteneciente -parte de- una clase social explotada, por tanto, dominada. Identificación subjetiva y objetiva con la clase. - Lxs sujetxs que en la acción misma se politizan. Es la experiencia misma, en tanto conocimiento como posibilidad, que genera la conciencia de la voluntad de luchar por la afirmación de su clase. - Identificación del enemigo al cual debe derrotarse. Identificación de la clase explotadora y del género opresor. Aquello contra lo cual debe enfrentarse en todas sus dimensiones para superarlo material, cultural y simbólicamente. En este sentido, podríamos proponer que la conciencia de clase y feminista se asume. Y al asumirse supone una capacidad de acción que debe desarrollarse y entonces generar condiciones para su desarrollo. Las condiciones para asumirla se vivencian, ya que son parte de lo cotidiano, aunque ésto se perciba como naturalizado. Por eso las formas para realmente asumir la conciencia se deben construir o generar. La pertenencia se vivencia. En la lucha de clases lxs trabajadores reconocemos a nuestros verdaderos enemigos, que son la clase privilegiada y el género masculino, en tanto que género opresor, en tanto y en cuanto pretenda mantener sus privilegios y su rol opresivo. Allí también identificamos los lazos que nos unen con lxs otrxs oprimidxs, adquiriendo consciencia de clase antipatriarcal en conjunto desde la misma praxis, en lo que se constituye un verdadero proceso pedagógico. Podríamos aclarar que asumirse como parte de la clase trabajadora no deviene irremediablemente revolucionarix. Por esto creemos que la conciencia revolucionaria debe desarrollarse. Porque entendemos que la conciencia no surge espontáneamente ni se transmite o transfiere. Y también estamos segurxs que no es un acto simplemente teórico o que puede resolverse solamente con mayor formación teórica o ideológica.


De aquí surge la necesidad del trabajo de una organización política, ya que éste debe estar abocado a desarrollar condiciones objetivas y subjetivas que vayan permitiendo e influenciando aprendizajes concretos en tanto prácticas y lecturas de una realidad que se vivencia necesariamente contradictoria en tanto sujetxs de la historia. Esas condiciones, si bien están generadas en el desarrollo de la lucha de clases, no generen las condiciones de aprendizaje por sí mismas. Es necesario generar, por parte de las organizaciones, zonas de acción, pedagogías por el acto, distribución de tareas, asumir compromisos en la acción. Procesos de acción directa, praxis, lectura, interpretación que vayan construyendo aprendizajes significativos, en tanto colaboren para seguir asumiendo la conciencia y desarrollando la capacidad revolucionaria. Algunas tendencias, prevenientes en su mayoría del marxismo, proponen lecturas de concientización que sufren, a nuestro entender, desvíos idealistas o simplemente vanguardistas. Consideran a la conciencia transferible o bien que puede construirse mediante la identificación con ideales teóricos y/o militantes. El “cómo ser” o “ser como” suele servir como un limitante en el desarrollo de la acción revolucionaria. Esta lectura le cabe tanto a la pre existencia del perfil militante que al ser correcto en la interpretación histórica es capaz de motorizar el sentido revolucionario de la historia, como también al manual programático que deviene de la lectura adecuada de la contradicción histórica que determina el que hacer. Creemos que la conciencia se asume en tanto proceso de concienciación. En tanto práctica relacionada siempre con una otredad –otrx militante, otra organización, otro colectivo, otra tendencia- en aquellas otras dimensiones que hemos definido anteriormente y que no se asume verdad determinada sino sujeto compañerx de interpelación o sujetx de dialéctica, dialógica. Aquí el debate se mete de lleno a la relación que debe darse desde la organización política entre lo que podemos llamar dirección y la base social.

Con respecto al “tipo organización libertaria

de

militancia”

que

necesita

una

La militancia no debería consumirse la vida cotidiana. Hay que vivir lo cotidiano también como forma de militancia. Al elaborar nuestras ideas sobre el tipo de organización y nuestros fines como tal, elaboramos también ideas sobre un tipo de militancia necesaria, una militancia que procure lo colectivo por sobre lo individual, la libertad por sobre la opresión, la paciencia por sobre el apuro, la construcción por sobre la destrucción, la acción por sobre la quietud, la práctica por sobre la teoría, la efectiva organización de personas por sobre la bella organización de palabras. Una militancia que no crea que la salida esté en una ley, y que crea que estas no nos hacen libres. Es en la posibilidad de construir mayor poder popular donde reside nuestra capacidad de libertad. Es imposible pensar en una organización de tendencia libertaria con una militancia que no sea humanamente sensible, y que ante todo procure la libertad propia por la del resto. Necesitamos ser motivadores/as, crear y recrear ideas, interpretar y colaborar en cada espacio de la vida. Necesitamos lograr ser unx, siempre el mismx y con la misma interpretación de la vida, tanto en ámbitos militantes como por fuera de ellos. Intentamos superar el debate para dejar de obsesionarnos con un “estilo o perfil militante” para un coto hermético: El o La Militante revolucionaria. Existe un fenómeno de mitificación del militante, como aquel que se sacrifica, que deja todo. Aunque la militancia conlleva esfuerzo y resignar otros aspectos de la


vida, se llega a construir una imagen que suena elitista, cristiana, pequeñoburguesa y caricaturesca. Cuando hablamos de perfil no hacemos marketing ni obediencia debida. Hablamos, entre otras cosas, de los criterios políticos libertarios llevados al día a día. Ya sea de manera consciente o no, el colectivo, la organización, se expresa a través de cada militante, en sus prácticas, relaciones, actitudes, discursos.

¿Son iguales las prácticas militantes de una política que las de una organización de base?

organización

Coherentemente con nuestros planteos libertarios, no comprendemos el perfil militante escindido de nuestras definiciones ideológicas ni del medio popular en el que actuemos y militemos cotidianamente. De la misma forma que no vemos escindida nuestra práctica militante en la organización política que en la organización social. Si evaluamos nuestra propia experiencia, vemos que hay distintas visiones acerca de lo que es la militancia y por lo tanto distintas valoraciones de lo que debería ser el compromiso militante. En este sentido, en perspectiva de desarrollo, habría que tener mayor organicidad y disciplinamiento colectivo que nos permita niveles más parejos de participación y compromiso (entre otras cosas, la responsabilidad ante las tareas asumidas, la toma de tareas, el no descansar en lo que hagan y conozcan los demás, el negarse a todo y no proponer nada). Esta valoración crítica corre tanto para nuestra experiencia a nivel político como a nivel de la militancia social. Si bien nadie se gradúa de referencia política de una organización, podemos sintetizar cuatro aspectos complementarios, que se ponen en juego en prácticas sociales sobre los que las compañeras y compañeros deberíamos apostar a desarrollarnos: la formación teórica, el análisis de situaciones, la práctica concreta y la capacidad para la socialización del conocimiento –tarea pedagógica-. Estos aspectos apuntan a desarrollar la puesta en práctica de lo que dimos en llamar las tres “i”. Inserción, Influencia e Incidencia 1. La formación, el aprendizaje teórico, político e ideológico, no como acumulación de saber, sino de capacidad de intervención real y empírica y colectivización de esa capacidad. 2. Los análisis adecuados de situaciones, que puedan siempre relacionarse con una lectura general de un proceso mayor, que no apunte a simplificar la complejidad –subestimando bases sociales u otras tendenciasa través de lecturas de situaciones, interpretación de la coyuntura, y la promoción de pensar tácticas y estrategias. 3. La práctica concreta donde los dos puntos anteriores se ponen en juego: la capacidad de ser promotorxs en el lugar donde se esté interviniendo, la capacidad de construir/imaginar/proponer políticas para el espacio, incluso estando sólx, partiendo de los análisis, propuestas y tácticas de la organización. 4. La tarea pedagógica, socializar ese conocimiento para que todxs puedan nutrirse de esas herramientas aprendidas por los distintos recorridos de cada unx. Esto nos permite “elevar el piso” de las discusiones de todxs lxs militantes y de esta manera generar debates más genuinos, participativos y democráticos; a la vez que permite el recambio y rotación de compañerxs, agregándole dinamismo y movilidad a la organización en las cuales intervenimos.


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Hacia una definición de clasismo para

nues tra intervención social y acción política libertaria Este documento que presentamos tiene la pretensión de ser un andamio teórico para nuestra práctica política en relación a las clases sociales y su definición, en una sociedad estructurada por el sistema capitalista y patriarcal. El mismo no nace con la aspiración académica de producción de conocimiento, ni tiene la intención de ser un elemento más al debate puramente teórico o una aproximación a una verdad que se nos presente determinada. Apunta a cumplir con fines prácticos y claros para nuestra lucha de largo aliento: nuestra interpretación de la sociedad de clases capitalista y como ésta se relaciona con nuestra estrategia de ruptura revolucionaria y nuestros objetivos finalistas para el socialismo libertario. Pretende colaborar a identificar a nuestros enemigos, nuestrxs aliadxs y los juegos de alianzas que se podrían establecer entre las rendijas móviles y dinámicas entre estos para así poder colaborar con el desarrollo de un programa y una estrategia libertaria para nuestra región. Mucho hay escrito, debatido y puesto en práctica acerca de la definición de clases sociales. Este aporte no pretende ser un intento acabado o cerrado, sino construir -desde una perspectiva libertariaun esquema de pensamiento y una herramienta de acción para nuestra fuerza y las fuerzas de intención revolucionarias. Al mismo tiempo que siga incorporando debates que deban desprenderse de estas líneas.

Sobre el concepto de clase para la lucha de clases Como punto de partida creemos prudente mencionar que, si bien recuperamos parte del debate histórico sobre las clases sociales, buscamos darle una impronta particular, ajustada a nuestra perspectiva como libertarixs y a las características actuales de la sociedad en la cual estamos insertxs. Esto se desprende de considerar que los conceptos se encuentran en constante movimiento, sometidos a las reconfiguraciones que sufren las sociedades y los cambios en las relaciones de fuerza entre los diferentes grupos sociales4. Las transformaciones del sistema capitalista desde el último cuarto del siglo XX son una muestra de esto. Un profundo proceso de globalización reconfiguró el mapa mundial políticoeconómico de los países, modificándose hondamente las condiciones de producción social y su acumulación en manos de una burguesía financiera que marcó el camino de las economías nacionales, dando a los bancos, a las multinacionales y a los especuladores el papel de amos y señores del capitalismo mundial. En economías como las de nuestra región, las empresas de servicios acompañaron este proceso posicionándose en muchos países por encima del sueño industrialista de principios de siglo pasado. Estos cambios en la configuración social y por lo tanto en las formas que se manifestaba el trabajo, y su acelerada tendencia hicieron –y hacen- preguntarse a muchxs ¿Dónde está la clase obrera? Si las industrias cada vez necesitan menos manos y la mayor parte de la fuerza de trabajo está en los servicios. A esto hay que sumar la creciente desocupación estructural y sobrante que genera este diseño social y la precariedad laboral y trabajo no registrado que castiga fundamentalmente a los y las jóvenes. 4

No obviamos que con la desindustrialización y la pérdida de empleos tradicionales en varios de nuestros países, se produjo una transformación en las formas de producción y que ello ha otorgado modificaciones en las concepciones de la clase trabajadora. Tampoco que análisis clásicos han omitido considerar otros tipos de dominación de la misma clase, por su posición ante el sistema de producción y las formas que éste ha ido experimentando, en pos de reproducirse y generar mayor acumulación para el Capital.


Nos corremos definitivamente en este posicionamiento de cualquier posibilidad de pensar, como muchos actualmente hacen, que las clases sociales ya no existen. Porque alcanza tan solo con observar cómo somos explotadxs en el día a día en favor del enriquecimiento de unos pocos y entonces vemos como se acrecienta la desigualdad que produce que el 1% del planeta tenga más que el 99% restante y vemos como esa minoría insiste en despojarnos de la posibilidad de decidir sobre nuestras vidas. También nos apartamos de quienes consideran que la clase trabajadora es aquella a la que pertenecen solo aquellos obreros que se encuentran en las fábricas o insdustrias. Abonamos a una definición dinámica de la sociedad de clases que sirva a los efectos de nuestras acciones y que contenga en su análisis las diversas formas –algunas quizás novedosas- de dominación que existen sobre la clase explotada para desde ellas poner en marcha la organización y los combates necesarios, dentro del proceso general de la lucha de clases.

La sociedad capitalista: una sociedad de clases Entendemos que la clase trabajadora nace de una relación de poder del capital sobre el trabajo, de los capitalistas sobre lxs trabajadorxs, para controlar las condiciones materiales de existencia. Pero para profundizar el análisis es necesario mirar hacia el interior de esta relación. Cualquier interpretación clásica nos enseña al capitalismo como un “sistema social”, como algo con la capacidad de auto-regularse y por lo tanto reproducirse. Lo hace mediante dos leyes objetivas, la ley del valor-trabajo y la ley de acumulación capitalista, sumado a los mecanismos para lograr producir una sociedad que desconozca dicha forma de auto regulación. Es decir, dicho sistema social cuenta con una dimensión estructural –objetiva- y otra social –subjetiva- que se tensionan entre si y hacen a esa totalidad que vemos –o no vemos- como realidad. La primera de las leyes, la ley de valor-trabajo, nace de la pregunta acerca de qué es aquello que constituye el valor de las cosas en esta sociedad. Y nos lleva a la conclusión de que lo que le da valor a las cosas es el trabajo, esa destreza humana que mediante el gasto de energía física y mental puede transformar la naturaleza dada en algo diferente, esa capacidad de cambiar la realidad de las cosas. Produciendo nuevas -otras- cosas. Con ello podemos observar que, en la sociedad capitalista, el trabajo concretado y concreto -esa cantidad incontable de valores-, no queda en manos de lxs productorxs sino en manos del propietario de las fábricas o empresas de servicios- que lxs contratan. De esta manera, es fácil observar que si lxs productorxs no son dueñxs de sus productos, lo que están contratando los patrones no es trabajo sino esa capacidad de trabajo, esa virtud de transformar la realidad. En definitiva, lxs productores venden en el mercado su “fuerza de trabajo”. Una vez hecha la distinción entre trabajo y fuerza de trabajo lo que tenemos como resultado es una relación social particular entre los dueños de los medios “para producir” y lxs propietarixs de la “capacidad de producir”: Dueños de los medios de producción y propietarixs de la fuerza de trabajo. Para completar de manera sintética este breve esquema, es necesario desnudar la segunda ley de regulación, la que pone en marcha esta relación ya que de lo contrario sería una cascara vacía: la ley de acumulación capitalista. En esta ley se describe cómo el Capital se produce y reproduce mediante el proceso de acumulación capitalista. Una primera instancia donde el capitalista invierte en la compra de medios de producción, contrata a trabajadorxs que producen en una jornada laboral valores equivalentes al costo de supervivencia (“canasta básica-salario”) y un excedente de valores que son del capitalista, lo que constituye la ganancia para su supervivencia y para invertir en nuevos medios o mantener los que tienen, esto lo conocemos como plusvalor.


Esta segunda ley merece mayor atención, pero no es objetivo de este trabajo. Solo colabora con completar la descripción de este sistema, al cual necesariamente debe agregársele el trabajo que ni siquiera es reconocido mediante salario, y es el que consiste en las tareas domésticas, realizadas casi exclusivamente por las mujeres trabajadoras, que son indispensables para la acumulación capitalista. De allí que sostenemos con firmeza que ninguna lectura del capitalismo puede prescindir de su relación necesaria y entrecruzamiento con el patriarcado y la división sexual del trabajo y de la política. Cabe aclarar que originariamente se habla de “propietarios” debido a que así lo concibe el Estado. Dos actores libres en el mercado para establecer esta relación en donde el Estado capitalista asumirá la tarea de garantizar dicha relación mediante la defensa de la propiedad privada y el establecimiento de los códigos correspondientes a relaciones contractuales y laborales.

El factor subjetivo y la estabilidad del sistema Partimos de dos afirmaciones fundamentales para el posible entendimiento del sistema capitalista, la primera es que el capitalismo se nos presenta como un inmenso arsenal de mercancías; y la segunda es que las formas que sostienen dicho sistema funciona a espaldas de lxs sujetxs, despojando a lxs trabajadorxs del sentido y conciencia del proceso de producción, de sus productos y de la toma de decisiones, es decir de la actividad política, que queda en manos del Estado. Podríamos sintetizar, a los fines de colaborar con el entendimiento, que el funcionamiento se asegura mientras se desconozca cómo funciona el mundo. Todxs nos movemos en él, como un mundo que se presenta naturalizado, determinado e incuestionable, y donde las leyes que regulan el sistema son desconocidas por completo. Se va al supermercado y no se ve en la yerba o el aceite el fruto del trabajo de lxs productorxs, sino un paquete de yerba y una botella de aceite, es decir, mercancías que parecieran “ser” en tanto que mercancías y no en tanto que productos de la energía humana. Esto se profundiza aún más cuando esa relación de explotación que sostiene este sistema, no existe en la subjetividad de lxs productorxs, y se piensa que se intercambia trabajo por salario y no fuerza de trabajo por salario, es decir, desconocen que están siendo explotadxs. La propia fuerza de trabajo es convertida en mercancía al igual que el salario, el dinero, la tierra o la capacidad política. En este brevísimo desarrollo hemos expuesto tres aspectos que nos ayudan a comprender el problema de las clases sociales. Sin embargo, esta explicación, por sí sola, nos resulta cerrada, esquemática, y sumamente abstracta y conceptual ya que solo ayuda a lxs observadorxs a conocer dicha mecánica del Capital sin dejar demasiado margen para la acción. Además, encierra el peligro de caer en una definición estática, sin dinámica, ni elasticidad, presentando un mundo acabado y determinado por la estructura: dos clases que “naturalizan” encontrarse en una relación desigual de poder, con una estructura social basada en la relación capital-trabajo y un Estado garantizando la propiedad y la educación de la gente. Planteado de tal manera, no permite por sí solo establecer un marco de interpretación para la acción.

¿Objetividad vs Subjetividad? Compartimos la visión sistemática que explica el funcionamiento de la reproducción del Capital, considerando la existencia de dos clases objetivamente diferenciadas por la posesión y ejercicio de acumulación de los medios de producción y del otro lado por la posesión de la fuerza de trabajo o capacidad de ejercicio de trabajar. Sin embargo, necesitamos producir en nuestros esquemas teóricos una estructura social que supere la tesis objetivista en la cual cada sujeto social ocupa un puesto determinado, cual órgano del cuerpo de un ser vivo.


La sociedad es compleja y encierra las configuraciones culturales correspondientes a toda su historia como humanidad. La dialéctica de la historia nos llama a pensar en algo más complejo, que indefectiblemente afecta las formas de relacionarse del pueblo, su ideología, su manera de ver el mundo, en última instancia: las subjetividades. Entonces, si nos animamos a pensar en una sociedad con una objetividad incuestionable, pero con la dinámica de lo subjetivo, necesitamos ir más allá de la relación determinada por la diferencia social de clases. Los matices, es decir aquellxs sujetxs grises de la clase, se pierden de vista si nos atenemos únicamente al esquema social clasista de corte objetivista, es decir, el esquema que tiene en cuenta únicamente el lugar que se ocupa en el sistema social de producción y que omite el lugar que ocupan muchxs sujetxs en la reproducción del sistema5. Es necesario cruzar entonces el análisis objetivo que hemos desarrollado de la clase, con un desarrollo del análisis general de la explotación capitalista, es decir un análisis de la dominación capitalista en general, y cómo ésta logra concretarse y reproducirse. Un esquema que en última instancia nos lleva a distinguir a los enemigos de la clase en todos sus arcos de influencia, a partir de identificar a esxs sujetxs grises de la clase. El ejercicio es que sin perder el eje del clasismo en un desenfreno teorico, tampoco concluyamos decir que la dimension objetiva se acaba en aquellxs que transforman la materia o producen en sentido estricto un conjunto de valores-objetos-bienes y servicios. Somos trabajadorxs y es desde allí que partimos, sin embargo debemos introducir de manera breve algunas cuestiones que poco abordaje teorico estrategico se han producido desde las izquierdas y sera necesario en lo pronto, de ahondar: por un lado, hoy día la producción de “comunicación/ información” es una forma de acumular capital sin objetos-servicios producidos en sentido estricto, lo cual complejiza la teoría del valor; por el otro, la cuestion de que el desarrollo del capital se torna tan complejo que no alcanza con producir mercancías sino que necesita crear tambien políticas publicas y explotar fuerza de trabajo que produzca o reproduzca de manera también alienada las políticas públicas de asistencia, prevencion, promocion de derechos. Es decir los y las personas, sujetxs conocidxs como trabajadorxs del Estado que podríamos entenderlxs con mayor precision como trabajadorxs de lo público (ya que no son parte del monopolio de la toma de decisiones políticos estrategicos del país y la region) son un sector del pueblo trabajador explotado y oprimido en su doble caracter por el Estado (no solo como garante de la relacion de explotacion sino tambien como empleador directo).

Sociedad de clases: sociedad de dominación de clase Resulta fundamental, rescatando esto de lo mejor de las tradiciones que nos preceden, el poder desarrollar la cuestión del poder y la dominación más allá de la explotación que encierra la relación

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Hemos conocido casos de supervisores a la cabeza de las luchas en los 70, o comerciantes a disposición del poder popular en el chile del MIR, así como peones carneros y peones imprescindibles, por dar algunos ejemplos.


capital-trabajo. Parte del pensamiento histórico de intención revolucionaria, al ubicar como único sujeto transformador pensable a aquél de las fábricas y al poner toda su fuerza en destruir la explotación, olvidó el acento en otras dimensiones en las cuales la clase dominante ejerce su influencia. El patriarcado resulta un eje estructurante fundamental para comprender el sistema de dominación y opresión. Por lo tanto las luchas desde nuestra clase siempre deberán contener la lucha por la liberación de las mujeres de forma conjunta y simultánea. Pero también ponemos también el acento en el extractivismo, el saqueo y la depredación de la naturaleza, la contaminación del ambiente, el despojo de tierras y cultura a los y las campesinas, la dominación de las naciones pequeñas en relación a las imperiales, el problema de la raza y la enfática atención hacia el Estado y la burocracia también como parte de la disputa contra los enemigos del pueblo trabajador.

Un primer paso: ¿Qué entendemos por poder? ¿Qué entendemos por

dominación?

Decimos que Poder es toda relación social en la cual un sujeto o grupo se impone sobre otro en el control de un objeto o espacio de la sociedad. En dicha disputa un sujeto o sector social –en nuestro estudio, la burguesía como clase- detenta el poder anteponiendo sus intereses particulares por sobre los otros, en una relación de conflicto. El poder no es eterno ni infinito, puede ampliarse, economizarse mediante su institucionalización pero también puede cambiar de signo. El poder, al existir sólo en ejercicio siempre se encuentra con el riesgo de que el grupo oprimido aumente su fuerza social para resistir y lograr cambiar la relación de poder a su favor. Vale aclarar que ni cerca estamos de caracterizar al poder como algo exclusivamente malévolo, oscuro y represivo, sino que también el poder puede resultar ser creativo, solidario u otras valoraciones positivas que podemos encontrarle. Como dijimos el poder existe en el ejercicio y debe ampliarse constantemente para disminuir las fuerzas de resistencia. Y por ello existe la dominación, una forma específica que toma el poder y que pasaremos a explicar. La Dominación es la relación de poder consumada, donde el que detenta el poder también posee la fuerza social del sojuzgado. Hace que este grupo ya no busque cumplir sus intereses sino que actúa en pos de los intereses del que detenta el poder. En la relación de dominio lo que se controla es la fuerza social del otro para que no pueda cumplir sus propios intereses y colabore con los del dominador. Mediante coerción institucional, económica o simple represión física, es la forma más explícita, donde se pone en juego el poder, aunque es por consenso, la vía donde actúa la dominación, ya que se invisibiliza o naturaliza dicha relación desigual. Poniendo a las prácticas, las expectativas y deseos de los dominados en sintonía con las que favorecen al dominador. Por ello es que se constituye como una tarea fundamental, como clase oprimida, construir un sistema de poder popular que ataque todos los sectores de influencia del dominador, que busque aumentar nuestras fuerzas y cambiar el orden establecido del poder dominante. Estos sectores de influencia los encontramos en nuestro propio material: Una perspectiva libertaria para la construcción de poder popular.6 Invitamos a detenerse en el apartado de Acerca de los sujetos y las acciones para encontrar cuáles son esos problemas que atraviesa la clase trabajadora bajo relación de dominio, para poder avanzar en la acumulación de fuerza social y construir un nuevo modelo de poder. Cabe mencionar algunos, con la posibilidad de estar olvidando otros: explotación de lxs trabajadores; opresión de géneros; opresión mediante racismo; imperialismo; alienación política (el control organizativo de la sociedad está en manos de burócratas estatales afines a la mantención de la dominación); extractivismo, depredación de la naturaleza y destrucción del medio ambiente; burocratización de las organizaciones sociales y empresas; jerarquizaciones en las cadenas de 6

Este documento es parte de la primera serie de documentos para el debate de Accion Socialista Libertaria.


producción; jerarquización en las organizaciones sociales; propiedad privada; educación –formal estatal y/o moral religiosa- que responde al dominador; servicios esenciales para la reproducción social mercantilizados y controlados por el estado, entre otras formas. Estas son para nosotrxs las principales relaciones influenciadas por la dominación que sostienen todo el entramado de explotación hacia nuestra clase, las cuales debemos atacar y anteponerles nuestras formas sociales, para ir aumentando nuestra fuerza social. A modo de síntesis para este apartado, consideramos como libertarixs que la sociedad, regida objetivamente por la contradicción capital-trabajo, se configura en un tejido dinámico y complejo de relaciones de poder y dominio que constituye que lxs dominadxs no podamos desplegar nuestra fuerza social para transformar la relación de poder. Por lo tanto, lo que debemos hacer es aumentar nuestra fuerza social organizada con un modelo de poder que no contenga ningún atisbo de dominio. Nosotrxs llamamos a esta fuerza Poder popular, un poder sin clases, contra el Estado, la propiedad privada de los medios de producción, el patriarcado y contra todo tipo de opresión y dominación. Un poder desde y para la clase pero no de dominio de clase, sino en la búsqueda de la desaparición/ superación de las clases sociales y de las opresiones. Poder popular7 entonces, es el poder que debe desplegar la totalidad del conjunto de la clase trabajadora para su emancipación.

Algunas definiciones para pensar una estrategia desde la clase Nuestra definición acerca del clasismo toma como eje central el aspecto de la dominación, adhiriendo a un clasismo de lucha contra toda dominación, entendiendo la existencia de dos clases objetivas pero configuradas por la dominación, a la hora de relacionarse en la dinámica social. Entonces, como clase trabajadora nuestros enemigos generales (enemigos en sentido estricto) son los propietarios de medios de producción y los burócratas del Estado: Los dominadores. Son los enemigos invariables y constantes. Nuestros enemigos de clase específicos (enemigos definidos a partir de las acciones basadas en nuestra estrategia y tácticas generales) van a estar marcados por el accionar cotidiano del desarrollo de nuestra estrategia en las organizaciones de base de la clase. ¿Qué quiere decir esto? Que a sabiendas de que existe una sociedad de clases y dominación nos vamos a encontrar con sujetxs grises, objetivamente en una clase, pero subjetivamente en otra. Por ejemplo: un supervisor carnero, un agente de seguridad o un burócrata sindical. Estxs sujetxs grises que objetivamente solo poseen su fuerza de trabajo, están ocupando un rol que favorece a la dominación, adhieren al programa de la clase dominante y por lo tanto, son nuestros enemigos. Los sujetos grises de la clase serán definidos a partir de nuestro esquema de un clasismo de dominación. Nuestra fuerza está compuesta por todxs lxs que contamos para vivir de nuestra fuerza de trabajo. En función de generar y desarrollar una estrategia de liberación de nuestra fuerza social en su conjunto como organización política libertaria, creemos necesario distinguir -a partir de haber definido enemigos- nuestrxs Aliadxs específicos, definidxs a partir del rol que ocupan respecto de nuestras acciones estratégicas. Para completar este esquema conceptual al servicio de poner en práctica una estrategia revolucionaria de construcción de poder popular, la clase trabajadora toda, en su sentido objetivo, está compuesta por nuestrxs Aliadxs generales (aliadxs en su sentido amplio) compuesta por todxs lxs propietarixs de fuerza de trabajo. 7

Tal cual sostenemos en el documento sobre nuestra concepción de Poder Popular, no distinguimos entre popular y obrero ya que entendemos que la conceptualización de popular engloba al conjunto de la clase trabajadora en todos sus sectores y en sus opresiones particulares. Nuestra intención es despegarnos de algunas conceptualizaciones que piensan al poder popular exclusivamente como poder de los pobres o descupadxs, etc.


Nuestrxs Aliadxs específicxs pertenecerán a aquellas fuerzas u organizaciones de la clase que busquen acabar con la dominación y serán también todxs lxs individuxs que no ocupen roles en la sociedad de clases a favor de la dominación, es decir quedarán fuera de esta definición los carneros, burócratas, fuerzas de represivas, etc. Lo que hace a esta definición es que cumplen un “rol” fundamental y determinado en la sociedad de dominación de clases. Este clasismo de lucha contra la dominación nos plantea la necesidad de atacar todos los frentes de influencia de dominación de la clase dominante, para disminuirlos, aumentar nuestra fuerza social y cambiar la relación de poder construyendo y ejercitando el poder popular. Para pensar y llevar adelante dicha tarea se hace necesario poner el acento en dos tareas fundamentales para nuestra organización política: 1- aproximarse a una lectura lo más acertada posible de la situación, distribución –en tanto geopolítica y sectorial- y estado de la clase trabajadora en su conjunto, pero también en sus facciones. Esto conlleva lograr caracterizar las fuerzas de la burguesía y como ésta actúa en la generación de condiciones para anteponer sus intereses por sobre los de la clase trabajadora, y; 2- intervenir en el proceso de la lucha de clases desde las organizaciones de la clase generando condiciones para el desarrollo de una conciencia de clase y una subjetividad libertaria feminista y revolucionaria.

La importancia del estudio de la situación de la clase trabajadora y de las condiciones que se generan en el capitalismo patriarcal para explotarla. Entendemos que esta tarea debe servirnos para desarrollar una política revolucionaria desde nuestras organizaciones y acciones. Para ello es necesario identificar los espacios sociales donde se da la mayor conflictividad social o identificar qué sectores de la clase podrían dinamizar un desarrollo sostenido y contundente en la lucha de clases; los espacios del capital más sensibles a la reproducción de su acumulación y qué sectores de la clase allí intervienen, pudiendo por ejemplo asegurar una medida de lucha contundente o colaborar activamente o desarrollar la construcción de una huelga general. También qué sectores necesitan mayor fuerza en nuestra distribución militante. También es importante lograr caracterizar en la configuración territorial –geopolítica y urbana- qué sectores actúan y se conjugan para entonces coordinar luchas en conjunto, construir redes o cordones, coordinaciones multisectoriales sostenidas en el tiempo y en las acciones.

Sobre el desarrollo de la conciencia y la tarea pedagógica de una organización política Tenemos una visión crítica frente a las posiciones “iluministas” de “hacer política sobre la clase”. Si bien la clase existe más allá de la conciencias, el cómo se constituye la clase como objeto en sujeto, es un proceso contradictorio cuyo debate no esquivamos. Dentro de la clase trabajadora entendemos existen diferentes sectores: juventud precarizada (fluctuante), la llamada aristocracia obrera (temerosa de perder su puesto de trabajo pero que a la vez pelea por condiciones más profundas), lxs trabajadores/as de “cuello blanco”(profesionales) desocupadxs, campesinxs, sub ocupadxs, etcétera. Para cada uno de esos sectores las reivindicaciones y formas y tiempos de organizarse creemos que serán y deben ser diferentes. La diferenciación entre sectores no refiere solamente a lo estrictamente económico, sino también a las trayectorias histórico culturales que permiten desplegar sus capacidades más o menos fluidamente dentro de este sistema, que permiten mejores condiciones para su estabilidad laboral o de supervivencia, para acceder a la universidad, terminar el secundario, desarrollar un oficio o profesión o no, etc.


Palabras finales Nuestra apuesta por un clasismo de lucha contra la dominación y orientado a la intervención social y acción política libertaria espera colaborar con las demandas de un nuevo ciclo de reconstrucción solidaria, resistencias y luchas a la que lxs dominadxs nos enfrentamos. Queremos traducir mucha de nuestra experiencia práctica en repertorios para la acción que nos permitan andar con seguridad en el análisis de nuestras luchas. No tenemos la intención como hemos dicho de arrojar verdades, sino nuestra humilde voluntad de aportar al desarrollo cotidiano de seguir construyendo una fuerza que nos ponga en mejores condiciones de combate contra el capitalismo y el patriarcado. Lxs simples del pueblo no andamos detrás del conejo de la teoría más pura y acabada, sino que caminamos para liberarnos de la miseria y la injusticia y lo hacemos como podemos, nadando en nuestra ignorancia, pero con un corazón ardiente y rebelde.


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HACIA EL REARME Lectura de la etapa histórica para el rearme de la clase trabajadora.

Como organización decidimos caracterizar el momento histórico que transitamos a partir de una lectura de situación de la clase trabajadora y sus fuerzas, en relación a su apuesta por construir una sociedad sin explotación en contra del Capitalismo y el Patriarcado, que pujan por reproducirse y sostener sus sistemas de dominación y privilegios. Caracterizamos a una etapa como tiempo prolongado en el cual se da una cierta estabilidad relativa en el desarrollo de las fuerzas en la lucha de clases. La clave de lectura de la etapa histórica está signada por una correlación de fuerzas de las clases sociales antepuestas producto de un modelo de acumulación capitalista y el proyecto fuerza de la clase trabajadora por anteponerse o sobreponerse a ese modelo de acumulación. Consideramos que la posibilidad de interpretar una etapa nos provee de un marco teórico de lectura y acción de y para la coyuntura concreta. De allí que la lectura de coyuntura viene a ser una lectura particular y situada de esas fuerzas contrapuestas en una etapa definida por su correlación; y de las crisis y ciclos de lucha que en ella se ponen en juego. La lectura de la etapa genera los planos de acciones estratégicas. La lectura de coyuntura ayuda a corregir en el plano táctico.8 Toda etapa contiene en su interior ciclos de crisis de acumulación de Capital en las cuales se desarrollan luchas inter burguesas, representando distintos modelos de acumulación; y contiene además, ciclos de organización y luchas desde la clase trabajadora por anteponerse. Producto de, por un lado, la propia lógica de acumulación del sistema capitalista y de los mismos intereses contrapuestos de las distintas fracciones de la burguesía, y por el otro, de las fuerzas de las clases trabajadoras, es que se desprenden ciclos de lucha dentro de una misma etapa. Por ello podríamos indicar que una misma etapa contiene diferentes grados de crisis de modelos de acumulación y ciclos de lucha que tienden a reestructurar –reorganizar- y poner en menor o mayor grado explícito de disputa, tanto las fuerzas del capital como de la clase trabajadora.9 No existe un tiempo determinado (época o fecha especial) que instala el cambio de una etapa a otra. Se trata de un proceso histórico, que tiene particularidades locales y regionales. Podrían servirnos de ejemplo las crisis/ciclos económico-políticas profundas, como ser la crisis del petróleo en el ‘73, o la instalación genocida militar de un programa económico –Golpe de Estados en América-, para identificar esos cambios de etapa. La crisis del petróleo –como lo había sido la gran depresión, es un indicador de un proceso de crisis que determina el cambio de patrón de acumulación en la región occidental del mundo y la necesidad de instalarlo en las regiones periféricas de la economía mundial centralizada. Para nosotrxs, en Argentina y en la región sudamericana, esta etapa actual se inaugura a través del Plan Cóndor, con la instauración de numerosas y cruentas dictaduras, que imponen un programa económico mundial a partir del abandono del oro como patrón de cambio y el armado/rearme del sistema financiero. Esta crisis y transformación mundial profunda, tiene como consecuencia la caída y el desmantelamiento de 8

Tenemos claro que nuestra lectura de la etapa histórica no debería llevarnos a interpretaciones deterministas ni etapistas, sino a lecturas complejas para la inteligencia de nuestras acciones. Por esto mismo, entendemos que la configuración de una etapa tiene diferentes impactos al mismo tiempo en lo internacional, regional y nacional, territorial, corporal y sectorial.

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Solo en Argentina podrían detectarse estos ciclos/crisis que generaron en mayor o menor medida, otras formas de organización del Capital y de las luchas y resistencias, en 1989, 1994, 1999-2001, 2008, 2013.


los Estados de bienestar en gran parte del mundo occidental, y en algunos estados de la región. Al mismo tiempo que se avanza, sobre los proyectos de la clase trabajadora, sus organismos, sus conquistas y se pretende un genocidio ideológico cultural. Para evitar las lecturas deterministas, es necesario aclarar que en esta región del mundo la crisis económica en los ‘70 es fuertemente condicionada y forzada por el avance en de las fuerzas de la clase trabajadora en sus demandas y organización que proyecta y va poniendo en peligro al orden capitalista. La clase trabajadora en su conjunto, tras golpe de la dictadura, comienza un proceso de desarme en sus proyectos, praxis, fuerza y teoría. Se genera una importante fragmentación de sus organizaciones y una significativa desaparición de la identificación y pertenencia a la clase; disminuye la influencia de masas en lo sindical; se acrecienta una falta de identidad y conciencia en las masas de aquello que podemos denominar su “ser trabajador y trabajadora”. Se da un avance en la desmoralización de su voluntad por luchar y mejorar sus condiciones de vida. Y se genera una desorientación en el sentido y proyección de las acciones en contra de aquello que la lleva a condiciones de dominación, indignas e inhumanas. Las transformaciones que se dan para la salida de la crisis de acumulación, según el programa neoliberal que triunfa, están enmarcadas en el cambio de la hegemonía del capitalismo financiero por sobre el industrial, de allí las transformaciones en las formas de producción que repercuten en los modos de vida y trabajo y la mercantilización de aquello que era considerado “de todxs” –lo público-. Esta etapa del capitalismo, signada por el Neoliberalismo, trae profundas transformaciones en su modelo y en sus consecuencias. Coincidimos en pensar este modelo de acumulación del Capital ya no solo por la llamada acumulación originaria –medios de producción en manos privadas y expropiación privada del fruto de la fuerza de trabajo- sino además por la instauración de un modelo de acumulación por desposesión o despojo que se profundiza y avanza. Dicho modelo consiste en mercantilizar todo aquello que estaba cerrado al mercado, como ser territorios sin explotar, pero sobre todo los servicios públicos -salud, educación, transporte, subsidios, etc-, los bienes comunes y hasta incluso los salarios. Dicho modelo se logra imponer, sobre todo en los países con estructuras económicas dependientes- a partir de cuatro prácticas que se ponen en juego al mismo tiempo: privatización del sector público; profundización del predominio del capital financiero por sobre el industrial; la gestión y manipulación de las crisis económicas político y sociales; y la redistribución estatal de la renta10. ¿Cuál es la pretensión del capitalismo de corte neoliberal para con nuestra región? Esta etapa marca lo que algunxs llaman reprimarización de la economía, ya que las principales inversiones del Capital en esta región se dan en la clave de lo que podemos denominar lisa y llanamente un saqueo de los bienes naturales comunes, sin medir consecuencias ambientales ni anclar sus ganancias en las economías locales. Podríamos hablar tranquilamente de una neo colonización, ya que el Capital se apropia de los bienes en forma de pura ganancia y sin medir posibilidad de un desastre o catástrofe natural, ni condiciones mortales de trabajo. Al mismo tiempo hay una avanzada político cultural contra el imaginario de la clase trabajadora, que pretende no solo barrer con las ideas de la clase por liberarse, sino destruir la propia autoconcepción e identificación de los y las sujetas con la clase a la que pertenecen. Quizás lo más grave sea el fomento, en lo cultural, del hiperindividualismo, en contra de la solidaridad de clase , que se propone como modo de vida en estas sociedades, y que hacen directamente a la fragmentación, alienación y la no identificación con el otro o la otra y otres. La mercantilización de aquello que en el imaginario aparecía como de todos- lo público-, intenta imponer el consumo como forma única de relacionarse y hacerse de lo básico para la vida. Dentro de ese esquema, el patriarcado ha producido una intensificación del consumo de los cuerpos, siendo el de las mujeres el más perjudicado por intensificarse su cosificación.

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La apropiación de la Renta no se discute, se discute cuanto de distribuye para sostener el modelo, evitando el conflicto social y ampliando las ganancias privadas.


Por su parte, el sistema patriarcal dentro de este proceso, mutó y adquirió diversas formas como sistema de dominación. Históricamente tanto el sistema capitalista y patriarcal se nutren mutuamente, y la relación entre ambos es fundamental para que puedan sobrevivir y reproducirse. Esto se debe, en gran medida, a que las mujeres son destinadas históricamente a cumplir las tareas de la casa y del ámbito privado, trabajo por el cual no recibimos ningún tipo de remuneración y es el que garantiza la reproducción de la fuerza de trabajo que el capitalismo necesita. En respuesta a esto y como elemento de lectura de esta etapa, las mujeres se han organizado durante años para cuestionar esa aparente naturalidad del “instinto materno” y del rol impuesto de cuidadoras, y han reclamado por sus derechos y reivindicaciones. Esas luchas van rindiendo sus frutos en acumulación de fuerzas para el movimiento de mujeres, pero también para la clase trabajadora toda. Es así que hoy en día muchas mujeres se incorporaron al mercado laboral adquiriendo la posibilidad de independizarse económicamente y de intervenir en el espacio público, lugar reservado históricamente para los varones. Si bien esta realidad representa un avance para el conjunto de las mujeres y de la clase, tiene una doble cara, ya que las mujeres además de trabajar fuera de sus hogares siguen desarrollando las tareas de la casa, lo que nos lleva a trabajar en promedio tres horas diarias más que los varones. A esto se le suma que aún los salarios de las mujeres son en promedio más bajos, y que los puestos de mayor responsabilidad y poder siguen siendo espacios restringidos, que muchas veces se discrimina o coarta la posibilidad de acceder a un puesto por ser mujeres, estar embarazadas o ser madres. Además, que la violencia y el acoso laboral siguen siendo una constante. Al mismo tiempo debe destacarse el proceso de feminización de la pobreza, que se refuerza en las políticas públicas, al ser las mujeres las únicas destinarias de los subsidios familiares. Esas nuevas formas de producción y reproducción nos generan una pregunta fundamental ¿Dónde está la clase trabajadora hoy día? ¿Qué tareas pueden darse en pos de un proyecto de vida propio sin dominación de clase y género? Es complejo identificar qué hace, o de qué vive un trabajador o una trabajadora en una economía atada a los intereses del capital financiero y agroexportador, una economía de servicios y una sociedad multisubvencionada con planes sociales. De aquí surge uno de los desafíos políticos de esta etapa. El nuevo diseño social, dado por formas de producción y generación de sectores de la sociedad lanzados a las periferias de los círculos productivos y reproductivos de la economía trae una diversificación en la identidad de clases entre lxs desocupadxs, precarizadxs y nuevas otras pobrezas. Podríamos encontrar una diferencia fundamental entre lxs nuevxs pobres y viejxs pobres, ya que es la capacidad de consumo aquello que media la condición social. Los Movimientos de Trabajadores Desocupadxs (MTDs) toman este “nuevx” sujetx como piqueterxs que es considerado un dinamicx sujetx para la lucha de clases. La precarización también es una realidad cada vez más vivida en los sectores ocupados. En lo espacial territorial, la política de desindustrialización intenta desarmar a la fábrica, taller, galpón, como espacio de aglutinamiento de obrerxs y son los barrios y ciudades hoy los espacios donde los y las trabajadoras pueden pensarse juntxs a partir de alguna demanda o problemática concreta del lugar como ser el acceso a servicios o acceso y defensa de derechos. Al mismo tiempo son los barrios más empobrecidos los espacios que permiten el anclaje de las redes de narcotráfico, trata y esclavitud. Desde el entendimiento de la subjetividad e imposición socio cultural, tras la caída del muro de Berlín o de la URSS como hitos que marcan el fin de la división del mundo en dos proyectos posibles, se generó instalar una idea de “fin de las ideologías” y/o el “fin de la historia”, que trajo como correlato el discurso del “fin de la clase trabajadora”, al cual no solo adhirieron los sectores reaccionarios, sino también sectores considerados de izquierda. Producto de condiciones objetivas y subjetivas, la clase trabajadora quedó desorganizada, desmoralizada en sus fuerzas, y con baja pertenencia e identificación hasta en sus clásicos órganos de organización de defensa y disputa.


Tiene éxito la construcción de un discurso único y una única forma de pensar a partir de una explosión y bombardeo de medios de comunicación como la televisión o redes sociales, facebook, twitter, whatsapp, etc. que afectan directamente en el plano subjetivo y desplazan fuerzas de otros espacios de socialización, incluidas las intervenciones, manifestaciones o participaciones políticas. Como diseño político social parece haber sido exitosa la llamada sociedad de consenso, aquella que tuvo como objetivo esconder el conflicto social o bien autorregularse. Para esto se hace fundamental para las fuerzas del Capital la organización de la participación social, que puede verse en una consagración de la democracia representativa de intereses particulares o cotidianos ocultando la visión general del cómo se producen esos problemas, –ejemplo coaliciones de centroizquierda y centroderecha intercambiándose en el gobierno o en los parlamentos como modelo ideal- con soluciones tecnocráticas y la participación de ONGs en los asuntos públicos que incluso son apoyados por las empresas para atender situaciones concretas o solucionar problemas parciales y no alimentar la búsqueda de alternativas más allá del capitalismo. El 2001, Argentina, constituye un ejemplo de una crisis y comienzo de un nuevo ciclo de re organización de las fuerzas dentro del momento de rearme, cuyo desenlace es la adhesión de muchas fuerzas organizadas de la clase, al kirchnerismo. Hubo otras crisis que afectaron y se resolvieron dentro de ese mismo ciclo político. El proceso kirchnerista, resultó paradigmático por lo contradictorio de actuar como canalizador de las disputas inter burgesas de la etapa que en definitiva no han supuesto un riesgo para la organización capitalista –y el modelo de acumulación hegemónico- de la sociedad, al mismo tiempo que actuaron de dique para contener las fuerzas de orientación anticapitalistas. Intentando demostrar, como muchas otras veces en la historia el límite de las transformaciones posibles en un proceso de conciliación de clases. El 2008 merece un punto de atención en el análisis de una crisis mundial profunda, una crisis del modo de acumulación del capitalismo financiero global. Que trae como consecuencia, por ejemplo la intervención de Estados fuertes y débiles saliendo al salvataje de grandes corporaciones y la crisis se termina reflejando en la apertura de un ciclo de luchas con movimientos de protesta en muchos partes del mundo. La salida de esta crisis repercute y se traduce en luchas interburguesas en cada estado o región. Y deberíamos coincidir que el capitalismo aún no ha resuelto esta crisis por sus propias luchas y por las luchas que se dan desde las clases trabajadoras. En nuestra región esta crisis dispuso la lucha entre los sectores exportadores y las burguesías débiles –o locales, por la expropiación y redistribución de la renta ganancia. En este ciclo de luchas que encuentra posibilidades de acumulación de fuerzas en las disputas de la clase dominante, y contra ella, nos encontramos interviniendo para el rearme de nuestra clase. Desde la clase.

¡Viva el pueblo trabajador que resiste lucha y se organiza!


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