ARTE
Música Daniel Tristan. Querido Ozzy
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5 de febrero del 2022. Querétaro, México.
Q M
uerido Ozzy:
i respetable y admirado príncipe de las tinieblas. No tienes idea de la cantidad de veces le di vueltas en mi cabeza a la idea de escribirte esta carta.
E
n primer lugar porque obviamente jamás llegará a tus manos, y si por casualidades y azares de la vida así sucediera estoy seguro de que ya no te encuentras en condiciones para siquiera descifrar ni este ni cualquier otro mensaje.
A
ún así decidí escribir estas líneas pues, aunque me negara, las cartas tienen vida propia y se escriben solas. Los mensajes siempre encuentran la manera de salir a flote y se cuelan por donde sea necesario, usando al remitente como un simple canal de comunicación.
S
i he decidido escribirte esta carta es por el simple y sencillo motivo de que me siento en deuda contigo y me queda claro que el tiempo se acaba. No podría irme a la cama hoy con el pendiente de no haberlo hecho y mañana levantarme con la noticia de que ya no estás.
H
ay cosas en este mundo que están presentes desde mi primer segundo de vida. Desde que nací el sol sale por el horizonte todas las mañanas, sin fallar jamás. Nací y ya existía el baseball, la Coca-Cola, Chabelo, y una interminable lista de personajes sin los cuales simplemente no comprendería mi día a día. Cuando llegué a este mundo por supuesto también ya estabas tú desde hace unas cuantas década, aunque mi encuentro con tu trabajo no fue hasta ya entrada mi adolescencia.
E
n algún momento de mi vida dudé si tu influencia en mi fue positiva o si hubiera sido mejor jamás escarbar en
la oscuridad de tu mundo. Sin duda muchas de las conductas nocivas y negativas a las cuales me acostumbré en la rebeldía de la adolescencia fueron por influencia tuya. Mientras muchos admiraban los superpoderes de Spiderman o los X-men yo crecí admirando la oscuridad del lunático que inhalaba líneas de hormigas, orinaba monumentos históricos y escupía en la cara de políticos de cuanto país visitaba.
M
e acostumbré a tomar como ejemplo al personaje que puso a prueba las capacidades corporales metiéndose cantidades ridículas de cuanta sustancia se cruzaba en su camino.
S
i te soy sincero, en mi adolescencia no fuí fan de tu música, incluso llegué a tomarla como una broma, como una baratija prescindible sin la cual el mundo podría continuar su rumbo sin problema. Aún así te tomé como ídolo y eso, sin duda, me cobró la factura en alguna etapa de mi vida.
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