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LA RECTA PROVINCIA Por Enrique Ahumada
Esa navidad, mis padres me dieron el regalo que tanto anhelaba, una bicicleta. Por fin podía salir a dar una vuelta con el Rulo y el Conejo.
Nos habían dicho que no entráramos a los terrenos de los Aguilera.
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Se contaban todo tipo de historias sobre esa familia, que usaban para asustarnos cuando éramos chicos…
Aunque de los Aguilera solo quedaba un viejo que todos evitaban.
Pero ese día, la curiosidad pudo más.
Ese fue nuestro error.
Cuando desperté, ya era tarde para el Conejo.
El viejo dijo que seríamos sacrificados, que “ÉL vendrá”.
Así vi morir a mis dos amigos de la infancia. ¡No tienes miedo!
Serás un gran sacrificio para “ÉL”, pues desprecia a los cobardes.
Mi relato heló la sangre de los adultos.
Amanecía. Corrí y corrí hasta que encontré a un amigo de mi padre.
Todos en el pueblo nos andaban buscando.
Les dije que el viejo murió de un ataque cuando era mi turno. La autopsia lo confirmó. Fue mejor, así no tuve que contar la verdad.
Dicen que quienes entraron a la cueva y vieron los cuerpos tuvieron pesadillas por el resto de sus vidas.